Adiós a la Universidad de Sonora
Oscar Yescas Domínguez
En mi labor como profesor-investigador en la Universidad de Sonora desarrollé el “complejo de
Cristóbal Colón” descrito por el filósofo Lituano Leonidas Donskis en las
excelentes conversaciones que mantuvo con Zygmunt Bauman y que se encuentran
descritas en el libro de ambos autores denominado "Ceguera moral".
Según
Leonidas Donskis el complejo de Cristobal Colón en ciencias sociales es el proceso a través del cual los
pensadores sociales llegan a un punto en el cual encuentran insuficientes las
teorías y paradigmas de su disciplina particular y empiezan a incursionar en
los campos de otras disciplinas retomando las aportaciones que éstas puedan
brindar para enriquecer su práctica profesional.
Mi
formación como Psicólogo social me llevó a elevar la crítica social al punto de
cuestionar desde una perspectiva epistemológica mi labor como docente, como
investigador, la función social de la Psicología y el tipo de formación que
brindamos a los estudiantes de Psicología en la Universidad de Sonora. En esta
labor necesitaba las aportaciones de otras disciplinas diferentes de la psicología.
Esta
forma de actuar me permitió enriquecer mi labor como profesor-investigador
durante los últimos 33 años y seis meses, de tal forma que fortaleció mi
capacidad de análisis y crítica social para vincular mi labor como docente con
las necesidades sociales observadas en la comunidad, al mismo tiempo que incrementó
mi capacidad para escribir, publicar y utilizar mis artículos como material de
consulta didáctica en los seminarios que conduje en la Universidad de Sonora.
En
todo momento tuve presente que los motivos por los cuales decidí estudiar
Psicología en la convulsa década de los setentas, fue por mi interés por
formarme como agente de cambio social para contribuir a un cambio social que
contribuyera el logro del bienestar social de nuestra población mexicana
utilizando como arma el conocimiento científico. En ese sentido, tanto en mi
labor como docente, como en mi función como investigador social, intenté
aportar argumentos teóricos para construir una Psicología socialmente sensible
a las problemáticas de nuestras comunidades.
Siguiendo
esa línea de pensamiento los cursos y seminarios que impartí en mi labor como
profesor universitario apuntaban a la formación profesional de mis estudiantes
como agentes de cambio social. La temática de mis seminarios me facilitaba y
comprometía a la vez con la meta de lograr desarrollar un pensamiento autónomo
y el uso de la crítica social como parte de los objetivos de aprendizaje de mis
alumnos.
Como
psicólogo social y casi fundador del Departamento de Psicología y Comunicación
de la Universidad de Sonora, me tocó crear los contenidos y diseñar los
programas de las materias de dos áreas de la Psicología: Psicología social (hoy
conocida como Intervención psicológica en convivencia social) y Psicología
organizacional (antes conocida como Psicología industrial, área de la cual
fungí como Jefe y posteriormente como Presidente de la academia de Psicología
organizacional).
Otro
de los campos en los cuales incursioné desde la década de los ochentas fue el
de la Educación en sexualidad humana, coordinando un Diplomado con duración de
200 horas e impartiendo talleres
dispersos sobre este tema, hasta que se me ofreció la oportunidad de impartir
una materia optativa denominada Estudios Especiales, que según esto, se le
ofrece a considerado experto en algún tema, por lo que decidí darle el enfoque
de la Educación en sexualidad humana.
Durante
más de tres décadas trabajé en la docencia e investigación de estos grandes
campos del conocimiento científico, al grado de que la inversión de energía,
esfuerzo, dedicación y tiempo invertido, me ha convertido en un especialista
con amplia experiencia, en estos cuatro grandes rubros del conocimiento
científico: Psicología de grupos, Psicología de las organizaciones, Psicología
comunitaria y Educación en sexualidad humana.
Definitivamente
que el “complejo de Cristóbal Colón” y mi arraigado hábito por la lectura me
ayudaron a perfeccionar mi labor como docente e investigador universitario, de
tal forma que constantemente actualizaba contenidos de mis seminarios
enriqueciéndolos cada vez más y mejorando semestre tras semestre mi habilidad
como docente al dejar atrás la técnica expositiva y apoyarme cada vez más en
dinámicas y ejercicios grupales, estimulando la participación de mis
estudiantes, al mismo tiempo que reducía mi autoridad ante ellos actuando como
un facilitador y como un agente de cambio realizando una intervención grupal
que incluía como objetivos de aprendizaje no sólo el aprendizaje de teorías,
sino que también estaban contemplados avances en el autoconocimiento de cada
uno de mis estudiantes y el desarrollo de sus habilidades sociales, ya que la
mayor parte de todos estos años la posición predominante que utilicé es la de
estar todos sentados en forma de círculo.
En
cada grupo con los que trabajé ayudé a obtener un aprendizaje grupal y como
formaba parte del grupo, yo también aprendía en el mismo momento que mis
alumnos aprendían. Es decir, aprendía enseñando, mientras mis alumnos aprendían
jugando y también enseñando a través de sus opiniones, interacciones,
pensamientos, sentimientos, etc.
Por
eso digo que la docencia es la labor más hermosa que el ser humano puede
encontrar como actividad ocupacional porque creo firmemente que el fin último
de la humanidad es compartir el conocimiento y eso era lo que hacía con mis
alumnos, pero al mismo tiempo aprendía de ellos también.
Pero
como todo inicio tiene un final, en este momento me encuentro en un momento
histórico de mi vida profesional en el cual en el cual finalizo una etapa de mi
vida profesional y estar en este punto me provoca una ambivalencia de
sentimientos. Para explicar esto último quisiera retomar un planteamiento del
Sociólogo polaco Zygmunt Bauman.
Uno de los conceptos o ideas que encontré en su lectura que me
parece pertinente retomar en este momento se refiere al planteamiento de que
nuestro paso por esta vida contiene un innumerable funeral de identidades, es
decir, que, en nuestro paso por esta vida, vamos construyendo identidades basadas
tanto en la etapa en que nos encontremos de nuestro desarrollo psicosocial,
como en las diferentes ocupaciones que llegamos a realizar.
Honestamente no recuerdo en cuál de sus libros lo leí este
concepto de “funeral de identidades” pero coincido plenamente con este
planteamiento. Desde que tuve conocimiento de la obra de Bauman compré varios
de sus libros, los cuales he leído con gran placer y creo que debería
difundirse su obra ampliamente. Entiendo perfectamente su planteamiento al
recordar que todos atravesamos por un proceso de desarrollo psicológico que
implica pasar de una etapa de desarrollo psicológico a otra: infancia,
pubertad, juventud, adultez y vejez.
En cada etapa de desarrollo generamos una identidad, misma que
enterramos cuando pasamos a la siguiente identidad psicológica. De la misma manera la ocupación a la que nos
dedicamos nos genera una identidad, nos permite identificarnos: soy estudiante,
soy ama de casa, soy servidor público, soy psicólogo, soy profesor
universitario, etc.
En este momento me encuentro en uno de esos duelos de identidad al
concluir mi carrera como profesor universitario debido a que me llegó mi
jubilación después de laborar durante 33 años y seis meses como maestro de
tiempo completo desempeñando funciones como profesor-investigador.
No es que esté cansado de mi actividad como profesor
universitario, la verdad no quisiera irme “a descansar” porque amo mi
ocupación, mi profesión y mi labor como docente universitario a la que me he
entregado de manera total durante todo este tiempo sin pedir permiso sin goce
de sueldo alguno, sin disfrutar de beca alguna y sin siquiera pedir un año
sabático (algo que algunos podrían cuestionar como torpeza de mi parte, pero la
verdad, no sentí necesidad de hacerlo porque estaba completamente entregado en
mi rol de profesor-investigador, con plena consciencia de ser miembro del “club
de los privilegiados” al ser maestro de tiempo completo en la Universidad de
Sonora).
Siento
que en este momento estoy en la etapa más productiva de mi carrera profesional
ya creo sin engañarme que domino con destreza y gran experiencia los campos del
conocimiento en los que me he especializado durante más de tres décadas: La
Psicología de grupos, la psicología organizacional, la psicología comunitaria y
la Educación en sexualidad humana. Los alumnos que han tomado clases conmigo
pueden dar referencias acerca de mis competencias en cada uno de esos campos.
Cualquier
persona puede acceder a mi cuenta de Youtube donde tengo videos en los que al
final de cada semestre mis alumnos evalúan el aprendizaje obtenido, el logro de
los objetivos del programa, la metodología utilizada, los contenidos teóricos y
mi desempeño como docente universitario.
Elegí la profesión de la Psicología para estar en condiciones de
contribuir al cambio social de nuestra sociedad y por azares del destino
ingresé a laborar como trabajador de la educación y descubrí que ser educador
es la profesión más hermosa que pueda existir y la que brinda más
satisfacciones que ninguna otra actividad profesional.
La mayor satisfacción que he encontrado en esta hermosa
actividad como docente es la satisfacción conmigo mismo, al realizar una
actividad que me gusta, que en verdad amo y que me ha permitido lograr un
crecimiento permanente como persona y como profesional. Cada semestre terminaba
mis seminarios y cursos con un alto grado de satisfacción, cada vez más alto en
la medida que pasaba el tiempo. Pero, sobre todo, terminaba con un mayor crecimiento
personal en la medida que aumentaba el conocimiento de mí mismo, de mi carrera,
de mi profesión, de mi realidad social.
Pero sin duda alguna, unas de las mayores satisfacciones que he
recibido es el reconocimiento y agradecimiento de mis estudiantes por haber
propiciado un crecimiento similar en ellos, como personas y como futuros
profesionistas.
Como educador siempre estimulé en mis alumnos el desarrollo de
un pensamiento crítico y autónomo, podría seguir laborando como profesor
universitario otros diez años o más, pero aplicando precisamente ese análisis
crítico del momento histórico en el que nos encontramos, concluí que, si no me
jubilo ahora, dentro de diez años no habrá seguridad de que me den mi
jubilación.
Antes de que se adelante, quisiera hacer la aclaración de que
ese análisis lo hice más de un año antes de que en México se diera el cambio
social que hoy estamos viviendo con Andrés Manuel López Obrador y Morena en el
poder.
Creo que estarán de acuerdo cuando digo que hace año y medio las
condiciones sociales, políticas y económicas en México eran muy difíciles y el
ambiente era más bien de pesimismo social y no como el que hoy estamos
disfrutando que se respira un optimismo colectivo.
En aquel contexto decidí solicitar mi jubilación pensando que mi
solicitud tardará años en resolverse porque dentro de la Universidad de Sonora,
había una larga fila de más de 800 maestros con intenciones de jubilarse. Inicié los trámites y a partir de ahí
comenzaba mis cursos diciéndoles a mis alumnos: “les doy la más cordial
bienvenida a este seminario y les informo que probablemente sea el último de mi
carrera como profesor universitario porque inicié mis trámites de jubilación,
así que es muy probable que ésta sea mi despedida como docente universitario”.
Tres semestres incurrí en esta acción, cuando de repente, a
fines del mes de octubre me llaman de la Jefatura del Departamento de
Psicología y Comunicación y me recibe el titular de este Departamento con esta
Frase: “Maestro Yescas, le informo que su solicitud de jubilación fue aprobada
y a partir del 30 de octubre causará baja en la Universidad de Sonora, lo que
sí le pido por favor es que siga impartiendo sus cursos para no afectar a los
estudiantes”.
Honestamente, de todo lo que me dijo en ese momento sólo sonaba
en mis oídos la frase “causará baja en la Universidad de Sonora” y experimenté
una ambivalencia de sentimientos imposibles de describir pero que podría
resumir como alegría, estupor, incredulidad y tristeza.
Creo que en ese momento el nombre de Zygmunt Bauman cruzó por mi
cabeza porque sentí que perdía algo, como que algo me era arrebatado y ese algo
era mi identidad de profesor universitario activo.
Después de ese aviso, todo el mes de noviembre estuve en algo
parecido a un estado de negación, deambulando por los pasillos de los edificios
del Departamento de Psicología y Comunicación de la Universidad de Sonora
(pasillos que recorrí durante más de tres décadas y fui testigo de la
construcción y ampliación de sus edificios, al igual que el crecimiento de
infraestructura de nuestra hermosa universidad de Sonora), mientras concluía
mis seminarios pero con la sensación de ya tener un pie fuera de la Unison.
En ese inter recibí varias felicitaciones de alumnos, exalumnos
y colegas por mi reciente jubilación y algunos llegaron a preguntarme ¿qué va a
hacer una vez jubilado? Eso me recordaba una experiencia que tuve en los
noventas cuando forzado por la crisis de 1994 con amenaza de embargo de mi casa
y automóvil, decidí participar en un proceso de selección de una plaza de
Director de Desarrollo Organizacional de Aeroméxico.
En
este proceso participamos 110 personas que fuimos entrevistadas y pasamos a la
ronda final solo 3 personas que fuimos citados a la Ciudad de Culiacán donde el
Director General de Aeroméxico seleccionaría al ganador de este importante puesto
en esa empresa.
Cuando
llegó mi turno tuve la entrevista con este directivo y después de varias preguntas,
me hizo una pregunta final: ¿Si tuviera resueltos sus problemas económicos y no
tendría necesidad de trabajar, qué actividad le gustaría realizar?
Mi
respuesta, basada en la honestidad fue la siguiente: “Seguiría haciendo lo que
actualmente estoy haciendo” y ¿que es lo que hace actualmente? Me reviró y yo
respondí: Seguir con mi hábito de la lectura, leyendo varias horas al día,
seguiría escribiendo artículos, desarrollando investigaciones y buscaría la forma de transmitir y compartir
todo ese conocimiento adquirido”.
Su
respuesta me sorprendió: “Sr. Yescas, le agradezco haber participado en este
proceso de selección, ha sido un placer conocerlo, pero no podemos contratarlo,
está usted sobrecalificado para el puesto al que aspira, muchas gracias”.
El
día de hoy cuando me preguntan qué voy a hacer de jubilado, partiendo de la
premisa de que elegí estudiar Psicología para contribuir al cambio social, mi
respuesta es similar, la verdad, pienso invertir mi tiempo en mayores lecturas,
porque siento que me falta saber mucho más todavía, seguir escribiendo y
publicando en mi blog personal y en redes sociales, porque creo que en este
momento histórico que nos encontramos en México iniciando una transformación
social, es cuando mayor necesidad existe de que los académicos y científicos
sociales apoyemos con nuestras aportaciones el proceso de cambio cultural y
social, para fortalecer el proceso de
transición y contribuir como educadores sociales utilizando las tribunas
públicas que tengamos a nuestro alcance para contrarrestar los intentos de
frenar o desvirtuar el cambio social que provienen de aquellas fuerzas sociales
que se oponen a la transformación de México.
Mientras tanto, me veo a mi mismo como una persona que entró por
la puerta grande a la Universidad de Sonora, al haber ganado un concurso de
oposición de manera limpia y sin objeción alguna, y salgo con la frente en alto
sintiendo con gran orgullo la satisfacción del deber cumplido.
Pero sobre todo recibiendo el reconocimiento de quienes más me
importaron siempre: mis alumnos, ya que siento que cerré con broche de oro mi
actuación como docente en estos últimos semestres, sobre todo en éste último
(2,018-2) que ha sido el mejor semestre de mi carrera.
Por todas estas razones, a través de este medio digo adiós a mi
segunda casa, la Universidad de Sonora, la institución que me ayudó a crecer
profesionalmente, que me permitió realizarme como docente, como investigador,
la institución que por más de tres décadas fue mi segunda casa, porque
prácticamente vivía en ella. Con el corazón en la mano, les digo que llevo muy
dentro de mi corazón mi amor por la Universidad de Sonora y lo que me resta de
vida seguiré siendo orgullosamente búho.
Videos de Oscar Yescas en
Youtube
Videos de la reunion de
clausura del curso educacion en sexualidad humana impartido por Oscar Yescas en
el semestre 2,018-2
Evaluación grupal 2,018 2
convivencia social dos
Clausura del seminario
Psicologia organizacional dos de Oscar Yescas
Video introduccion a la
Psicologia organizacional 2,018 2
Yescas, Oscar. El Club de
los privilegiados
Intervención psicológica
con grupos sociales
Introducción a la
psicología de las organizaciones
Por una conducción
científica de nuestras organizaciones
Introducción a la
Psicología Comunitaria Latinoamericana
Yescas, Oscar: Por una
psicología socialmente sensible
Consideraciones sobre la
problemática sexual juvenil
La educación en
sexualidad humana como contribución al cambio social
Apuntes de intervencion
psicosocial en grupos organizaciones y comunidades
Psicología ideología y
cambio social
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