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miércoles, 11 de octubre de 2017

Introducción a la Psicología Comunitaria Latinoamericana

Publicado: lunes 17 de octubre de 2016 

Introducción a la Psicología Comunitaria Latinoamericana














  1. ¿Cómo lograr un cambio social?
  2. La construcción de la identidad comunitaria
  3. La influencia comunitaria en el desarrollo psicosocial
  4. ¿Cómo podría lograrse el cambio social utilizando el conocimiento científico?
  5. Origen de la psicología comunitaria latinoamericana
  6. La revolución paradigmática de la psicología comunitaria
  7. Metas y valores de la psicología comunitaria latinoamericana
  8. Definición de psicología comunitaria
  9. Características iniciales de la psicología comunitaria en América latina
  10. A manera de conclusiones
  11. Referencias bibliográficas
Introducción a la Psicología comunitaria latinoamericana
Oscar Yescas Domínguez
Introducción
¿Cómo lograr un cambio social?
La construcción de la identidad comunitaria
La influencia comunitaria en el desarrollo psicosocial
¿Cómo podría lograrse el cambio social utilizando el conocimiento científico?
Origen de la psicología comunitaria
La revolución paradigmática de la Psicología comunitaria
Metas y valores de la Psicología comunitaria latinoamericana
Definición de Psicología comunitaria
Características iniciales de la Psicología comunitaria en América latina
A manera de conclusiones
Referencias bibliográficas

Introducción


Vivimos un mundo cambiante y dinámico lleno de incertidumbre ya que se presentan acontecimientos sociales difícilmente predecibles. El problema es que estos cambios no son para mejorar, sino todo lo contrario.
Lejos quedó la expectativa de que el progreso ayudaría a solucionar los grandes problemas sociales ya que la riqueza social que se produce por la clase trabajadora se distribuye cada vez más en forma desigual. Somos testigos de la crisis de la ideología inicial del capitalismo que nos decía que con el trabajo duro podríamos mejorar nuestra calidad de vida, es decir, la teoría de la movilidad entre las clases sociales está siendo hecha pedazos por la realidad neoliberal.
Al contrario, lo que se observa es que las transformaciones estructurales realizadas en tiempos del neoliberalismo a nombre de "beneficiar al mercado", en realidad tienden a beneficiar intereses particulares y a afectar el bienestar social al privar de derechos sociales y prestaciones laborales a la población con lo cual generan grandes problemas sociales que afectan a las comunidades.
Vemos con impotencia como crecen los grandes problemas sociales y surgen otros más. Dentro de los grandes problemas sociales de nuestra época pueden mencionarse la enorme corrupción de nuestros gobernantes, la desigualdad social que crece cada día, el crecimiento de la pobreza en grandes capas de la población, el incremento de la delincuencia común, inseguridad social, narcotráficoviolencia intrafamiliar, intolerancia a la diversidad sexual, predominio de estilos de vida individualistas, un exacerbado consumo, un incremento en las adicciones de todo tipo (drogassexo, ludopatía, inadaptación social, tabaquismoalcohol, etc.), fracasos escolares, aumento de la marginación social, desempleo, subempleo, salarios precarios, autoritarismo, impunidad, predominio de los intereses del mercado, eliminación de prestaciones sociales, crisis de las instituciones sociales, etc.
Todos estos problemas son hechos concretos de nuestra vida cotidiana que generan un sufrimiento colectivo y representan verdaderas demandas de ayuda que presentan nuestras comunidades y que requieren con carácter de urgencia respuestas concretas que contribuyan a clarificar las formas en cómo se puede detener el sufrimiento colectivo e incrementar el bienestar social.
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Las respuestas más pertinentes para elevar el bienestar social y enfrentar los grandes problemas sociales se aplicarán sin duda alguna en el ámbito político social, pero el origen de las mismas deberá provenir inevitablemente de las ciencias sociales, de aquellas disciplinas científicas que tienen como objeto de estudio el comportamiento social del ser humano.

 Lo ideal sería que la conducción política de nuestra sociedad debería basar su proceso de toma de decisiones en profundas y serias investigaciones sociales. Lamentablemente esto no es así porque nos encontramos ante la presencia de un neanderthalismo administrativo en la conducción de nuestras organizaciones.

Los problemas sociales que hoy padecemos son parte de nuestra realidad histórica y por lo mismo representan un reto imposible de ignorar para los académicos, científicos sociales y trabajadores de la educación, ya que nuestra vida cotidiana está inmersa en el conflicto entre los problemas que padecemos y la búsqueda de soluciones a los mismos. Muchos de estos problemas son originados por falta de educación y podrían ser resueltos con una adecuada comunicación. Pero la educación por sí sola no va a generar el cambio social que se requiere para revertir la desigualdad social imperante, porque lo que se requiere son cambios estructurales, cambios en el sistema económico-político.
Mientras tanto vemos que la vida cotidiana es una búsqueda permanente e interminable de satisfactores a nuestras necesidades básicas y sociales en el marco de la incertidumbre social que nos rodea, dentro de una sociedad de consumo que genera un cúmulo de expectativas de bienestar, placer y felicidad, pero que no nos proporcionan los medios para concretar esas expectativas porque vivimos en la era del Dios Mercado y la población de desposeídos, los excluidos que viven en permanente pobreza no forman parte del mercado.

Estamos viviendo en un sistema social que genera un mayor número de expectativas, deseos e ilusiones, que las posibilidades de concretar y satisfacer a las mismas, por lo cual nos encontramos bajo una permanente frustración.
Esta incongruencia entre la génesis artificial de grandes expectativas, promesas de placer, satisfacción, "felicidad" y su permanente frustración es la fuente del malestar social, que genera una profunda insatisfacción que padecemos todos los días y sobre todo el origen del aumento en la inseguridad pública.

Es claro que vivimos en el marco de una crisis social sin precedentes en nuestra sociedad contemporánea, sobre todo en México, donde una delincuencia organizada tiene secuestrado al gobierno de todos los niveles y manejan el presupuesto público satisfaciendo intereses personales y dejando de lado los intereses y las demandas sociales, con lo cual los grandes problemas sociales se incrementan. En este contexto no hay esperanza alguna de mejorar el bienestar social colectivo, al contrario se puede predecir que la situación se tornará más violenta a corto, mediano y largo plazo si no hacemos algo para lograr un cambio social.
Si tan solo el presupuesto de nuestros gobiernos se destinara a solucionar las demandas sociales de problemas de transporte público, empleo, educación, buenos salarios, salud, vivienda, alimentación, etc., tendríamos otro panorama mucho más optimista. Pero esto no es así, porque la política a la mexicana se maneja bajo la premisa "el que no transa, no avanza". La aprobación del presupuesto público para México en el 2017, con los recortes a salud, educación y los incrementos a sueldos de diputados, senadores, ministros de justicia y presidencia del país, nos permiten vislumbrar más de los mismo, más desigualdad social , más sufrimiento colectivo.

La corrupción es la característica principal del neoliberalismo que padecemos en este siglo XXI, la corrupción es el enemigo del desarrollo de nuestras comunidades, gracias a ella millones de mexicanos y latinoamericanos sufren diariamente por la insatisfacción de sus necesidades básicas.
Es claro que los grandes problemas sociales tales como la pobreza, la marginación social, la creciente desigualdad social, los elevados índices delictivos, tienen un origen social y como tales deben enfrentarse, por lo que debemos evitar reducir las causas de los problemas sociales a actos individuales, es decir, debemos evitar continuar con el engaño de la psicologización de la vida cotidiana, término que significa: "Los intentos de reducir las causas de los problemas sociales a actos individuales tiene un nombre: la psicologización de la vida cotidiana, que significa el intento de hacer ver que los acontecimientos sociales, sobre todo los problemas sociales, obedecen solamente a motivaciones individuales, lo cual es un intento de distorsionar una realidad social que se caracteriza por la injusticia, la desigualdad, la exclusión, que está marcada profundamente por una corrupción y se intenta sembrar la idea de que no es posible cambio social alguno, lo que únicamente favorece a la élite que ocupa el poder".

No es posible seguir negando este contexto social problemático, la realidad no desaparece con ignorarla, por ello mismo los científicos sociales debemos tener una mayor implicación, un mayor compromiso, una mayor participación en la solución de los problemas sociales que afectan a nuestras comunidades, mediante acciones de investigación y acción.

Los académicos debemos cumplir con nuestro compromiso social derivado de ser los privilegiados en este sistema excluyente en acceder al conocimiento científico que nos permite comprender la situación social en la que nos encontramos, por lo cual debemos salir de nuestros cubículos y de nuestros marcos teóricos para ver la realidad cruda y plena de miseria en la que vive una gran mayoría de nuestro pueblo, utilizar nuestras herramientas teóricas, metodológicas y técnicas para identificar alternativas de solución a la problemática social y compartir nuestros análisis y conclusiones a través de la socialización del conocimiento científico por diferentes medios, de tal forma que no nos limitemos al trabajo en nuestras aulas, aislados de los acontecimientos de la realidad social.

Debemos tener un mayor rigor al realizar nuestro trabajo cotidiano partiendo de un análisis científico de la realidad utilizando la crítica social como herramienta didáctica y de cambio social, de tal forma que no nos limitemos a la sola interpretación, sino más bien busquemos la transformación social, proponiendo soluciones a la problemática social que tiendan a disminuir el dolor social y se traduzcan en un verdadero beneficio social al reducir la desigualdad imperante. Los tiempos de crisis social sin precedentes que vivimos no permiten indefiniciones o ambigüedades, son tiempos de compromiso social y este compromiso no puede ser otro que el de la transformación social. En una sociedad con creciente desigualdad social, producto de una distribución cada vez más desigual de la riqueza social que se produce, que por lo mismo presenta dentro de su seno expresiones de injusticia, de impunidad, de corrupción, se presenta con carácter de urgencia la necesidad de impulsar un cambio social.

¿Cómo lograr un cambio social?


En este punto debemos retomar el enfoque marxista del cambio social el cual describe a nuestra sociedad como un sistema social estructurado a partir de las relaciones de dominación y explotación, el cual puede ser cambiado a través de la participación de grupos conscientes de esta situación y comprometidos con un cambio social que logre una mayor y mejor distribución de la riqueza social que es producida. En varios textos académicos y discursos políticos se habla de la necesidad de lograr un cambio social. Pero aparentemente no se aterriza en propuestas concretas que proporciones claridad acerca de cómo lograrlo, en este artículo pretendo brindar desarrollar un planteamiento que proporcione mayor claridad acerca de cómo lograr el cambio social tan proclamado y tan necesario en nuestros tiempos.

Empezaré diciendo que la clave para lograr el cambio social está en lograr un incremento de la participación social. Esta participación social debe darse en los integrantes de nuestras comunidades, ya que son ellos quienes deben realizar el cambio y no los agentes externos a ellas. Si analizamos la historia de la humanidad veremos que nos enseña que los grandes cambios sociales han sido producidos por los grandes movimientos colectivos y/o sociales que en su momento reivindicaron sus banderas de lucha para satisfacer sus necesidades y lucharon por ellas.

Por otro lado, la historia de las ciencias sociales nos enseña también que los grandes problemas que padecen los grupos sociales, las organizaciones y nuestras comunidades, pueden y deben ser resueltos a través de la participación e involucramiento de sus integrantes, de quienes padecen los efectos de este tipo de problemas. Ahora la pregunta cambia de forma: ¿Cómo iniciar el cambio social? Este cambio social se puede empezar en la medida que aquellos que deseamos lograr el cambio y contamos con los medios para hacerlo, esto es, el conocimiento científico, que nos proporciona métodos y técnicas para propiciar cambios en las creencias, actitudes, valores y comportamientos de las personas, para incrementar la participación social en el análisis de los problemas y en sus soluciones respectivas, llevemos estos conocimientos a la práctica transformadora de la realidad social. Siempre he estado convencido de que el cambio social tiene necesariamente que iniciarse con el cambio individual. El cambio en nuestras creencias, en nuestros valores en nuestra percepción de la realidad debe darse previamente a la construcción de una actitud de compromiso social.

Cada uno de nosotros puede contribuir al cambio social al proceder a una autoevaluación acerca de nuestro comportamiento en tiempos de crisis como el que padecemos. Cada uno de nosotros podemos ser agentes de nuestro propio desarrollo personal y social en la medida en que dejemos atrás nuestra ideología individualista y construyamos nuestra identidad social como seres pertenecientes a una comunidad. Cada uno de nosotros puede contribuir al cambio social superando el individualismo que guía nuestro comportamiento y construir una identidad social como mexicanos y latinoamericanos que vivimos un momento histórico en el que no hay lugar para neutralidades, indefiniciones o ambigüedades.

Debemos contemplar la historia, no como algo pasado, como historia del pasado, sino la historia de este momento histórico que nos tocó vivir, una historia que todos la estamos haciendo poniendo nuestro granito de arena al desempeñar nuestros roles personales, laborales y sociales en los diferentes grupos y organizaciones a los que pertenecemos.
Si existe corrupción es porque nosotros lo permitimos al no protestar, si sufrimos bajos salarios, eliminación de prestaciones sociales, aumentos a la gasolina, aumentos de precios, etc., es porque nosotros lo estamos permitiendo.
Debemos asimilar la idea de que la historia la construimos todos nosotros y en estos momentos nuestro querido país, México se encuentra en estado de guerra. Una guerra que el gobierno mexicano y la delincuencia organizada que está al frente libra en contra de la población mexicana.
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Bajo estas premisas podemos decir que el cambio social no solo es necesario sino que es posible, por lo que debemos abandonar la idea que se nos ha inculcado de que lo único que podemos cambiar es nuestro vestuario. Podemos cambiar nuestra realidad actual, podemos cambiar el mundo si nos lo proponemos. Pero para lograrlo, primero debemos empoderarnos y el empoderamiento inicia con el cambio y ampliación de nuestra identidad psicológica.

La construcción de la identidad comunitaria


Para ampliar nuestra identidad psicológica podemos retomar las aportaciones de la Psicología social que nos ayuda a comprender que no estamos solos, que todos somos seres sociales, que nos necesitamos unos a otros y que no podríamos sobrevivir sin interactuar con los demás.
La psicología social es la ciencia que nos ayuda a comprender la interrelación que existe entre el individuo y la sociedad, enfocando su atención en la interacción social en diferentes ámbitos de convivencia social, utilizando tres niveles de análisis que se encuentran en esta interacción: en un primer nivel se encuentra el análisis del grupo que nos ayuda a comprender la naturaleza social de cada individuo y la interdependencia que mantenemos con varios grupos sociales a los que pertenecemos simultáneamente. Este punto lo traté en mi artículo Intervención psicológica en grupos sociales, que pueden encontrar en el siguiente link:

En un segundo nivel se encuentra el análisis de la organización, donde encontramos que vivimos en una "era de las organizaciones", en el marco de la "sociedad organizacional", descubriendo como las organizaciones determinan todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, no sólo del trabajo moderno que se realiza en el contexto de organizaciones, por lo que se presenta la necesidad de su estudio desde una perspectiva científica.
El lector puede profundizar el análisis de la interacción en este nivel en mi artículo Introducción a la Psicología de las organizaciones que se encuentra en el siguiente link:

Para lograr la ampliación y reconstrucción de nuestra identidad psicológica necesitamos elevar nuestro análisis, abordando el estudio de las comunidades desde la perspectiva de la Psicología social, para cerrar el círculo de la percepción que nos brinda el reconocimiento de que somos seres sociales, lo que nos conduce al reconocimiento de aquella disciplina a la que se ha dado en denominar "la ciencia del cambio social", esto es, la Psicología comunitaria. Todos los individuos desarrollamos una identidad psicológica, que en principio tiene una base biológica debido a nuestra pertenencia a un género determinado, es decir, si poseemos genitales masculinos nos identificamos como hombres, quienes tienen genitales femeninos, se reconocen como mujeres.
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Claro está que es necesario reconocer que vivimos tiempos de diversidad sexual y que ya no es posible seguir actuando como si todo fuera blanco o negro. Lo que quiero destacar es que en base a nuestra adscripción biológica a un género determinado nos identificamos como hombres o como mujeres, es decir, desarrollamos una identidad sexual masculina o femenina. Pero nuestra identidad va mucho más allá de lo sexual, se construye retomando el contenido de nuestras raíces culturales, toma como punto de partida nuestro origen en un determinado espacio geográfico en donde asimilamos valores predominantes, costumbres imperantes, tradiciones vigentes en nuestras etapas de desarrollo psicosocial, hábitos compartidos y estos contenido del ambiente cultural predominante nos proporcionan nuevos elementos con los cuales reconstruimos nuestra identidad más allá de la esfera de lo individual. La influencia social es de tal forma que con frecuencia nos comportamos como creemos que los demás esperan que nos comportemos, tanto como quisiéramos hacerlo, pero nuestro deseo de pertenencia social nos lleva a imitar comportamientos o a realizar comportamientos que en forma individual no haríamos.
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En varios de mis artículos previos he descrito el concepto personalidad psicosocial, no quisiera abrumar a mis escasos lectores repitiéndolo en cada escrito, pero en esta ocasión me veo en la necesidad de retomarlo para explicar la interrelación existente entre el individuo y la comunidad. Todos tenemos una determinada forma de pensar, sentir y actuar que nos hace únicos y diferentes a los demás. Esta forma original de ser, sentir y actuar es nuestra personalidad psicosocial y esta se construye en base a la interrelación e interinfluencia que hemos mantenido con las diferentes figuras significativas en los distintos grupos sociales a los que pertenecemos y hemos pertenecido.
No sólo las figuras significativas que hemos conocido influyen en nuestra personalidad, también la cultura predominante en la región donde nacimos y vivimos moldea nuestra personalidad psicosocial y nos ayuda a construir una cultura individual que viene a ser resultado de lo social.

Nuestra identidad psicosocial se amplía más allá de lo individual, recibe y ofrece los componentes de la dinámica de los grupos a los que pertenecemos para construir una identidad grupal, ya sea en el grupo familiar, en el grupo laboral, en el grupo escolar o cualquier grupo.
Todos pertenecemos a varios grupos simultáneamente, la pertenencia a un grupo implica el desempeño de un rol específico, recordemos que los grupos son "la reunión más o menos permanente de varias personas que interactúan entre sí, realizando un conjunto de actividades que les permite lograr objetivos comunes, en una interacción en la que cada individuo se siente parte integrante del grupo y percibe a los demás como miembros del grupo también".

Es el momento en el cual se dan cambios cualitativos en la percepción de nuestra identidad, cuando dejamos de utilizar en nuestro lenguaje la palabra "Yo" y la sustituimos por la palabra "Nosotros", cuando experimentamos ese sentimiento de pertenencia a un grupo específico. Cuando interactuamos con otras personas en contextos grupales formales o informales, contribuimos a la creación de una cultura del grupo debido a la interinfluencia existente en las relaciones interpersonales. Influimos a los demás con nuestra interacción, palabra, vestimenta, conducta, etc., pero también recibimos la influencia de los otros, de tal forma que se producen cambios en nuestro comportamiento.
De igual forma contribuimos a construir la cultura de una organización cuando ingresamos a ella y la cultura organizacional nos influye para cambiar hábitos, valores y comportamientos. Recordemos que una organización puede ser concebida como "un conjunto de personas que en el marco de una estructura interactúan, utilizando tecnología, para lograr objetivos comunes".

Cuando se le dice a algún empleado: "Ponte la camiseta", se le está solicitando ampliar su identidad, dar un salto cualitativo de una identidad individual, a una identidad grupal y ahora a una identidad organizacional. Si utilizamos la teoría de sistemas podemos concebir a una organización como un sistema social, como un todo que está compuesto por partes diferentes entre sí, pero complementarias mutuamente, de tal forma que el éxito o fracaso de una organización está en función del grado de colaboración y armonía que logren todos sus componentes entre sí. En ese sistema social se construye la identidad organizacional, cuando el individuo se ve a sí mismo como parte importante de ese "todo".

La construcción de una identidad organizacional es fundamental para el éxito de toda organización ya que las organizaciones no son los edificios, sino lo son las personas que forman parte de ellas. Las bases para lograr esa identidad están en el desarrollo de un sentimiento de pertenencia, de un salto cualitativo del "yo, al nosotros".
La construcción de nuestra identidad psicosocial, pasa pues de una identidad individual, a varias identidades grupales simultáneamente ya que pertenecemos a varios grupos al mismo tiempo, luego pasamos a la construcción de una identidad organizacional de aquellas organizaciones de las que somos parte integrante y para finalmente, lograr la construcción de una identidad comunitaria.

Inclusive, si profundizamos en el análisis, encontraremos la construcción de identidades nacionales que abarcan a toda la población de un país: mexicanos, argentinos, Chilenos, Ecuatorianos, Venezolanos, Españoles, Estadunidenses, etc. Y mucho más allá, identidades sociales basadas en nuestra ubicación en un continente. Americanos, europeos, asiáticos, africanos, etc. También por supuesto podemos desarrollar identidades en función de nuestra pertenencia a una raza humana determinada: caucásico, hispano, negro, oriental, etc. El asunto es que todos somos portadores de una cultura individual que se manifiesta en una escala de valores que rige nuestra conducta, en determinadas actitudes que asumimos, en un conjunto de hábitos, tradiciones y costumbres que no los inventamos nosotros, sino que son herencia del pasado, que en realidad es una herencia de los muertos sobre los vivos.

Esta herencia la adquirimos en el grupo familiar y en la comunidad de la cual procedemos, a través del ambiente cultural que prevalece y caracteriza a nuestra región o localidad. En ese sentido, todos somos parte de una comunidad social, nos unen a ella diferentes tipos de lazos sociales, lazos sanguíneos, lazos económicos, lazos afectivos, lazos culturales. Partamos de una premisa fundamental: Todos pertenecemos a una familia. Hoy en día la familia como institución ha sufrido una serie de cambios que debemos tener en cuenta, pensemos en lo siguiente: cuando pensamos en la familia asociamos la idea de una familia integrada por la presencia del padre, la madre y los hijos, es decir, nos remitimos a la imagen de la familia nuclear. Sin embargo, la familia como institución social no ha estado exenta de los cambios sociales que padecemos en nuestra época. Debo mencionar aquí que hoy en día existen en nuestro país y en Latinoamérica en general, miles de familias monoparentales, constituidas por madres solteras con hijos, madres o padres viudos con hijos , madres o padres divorciados con hijos, familias compuestas por padres divorciados con hijos que contraen matrimonio con madres viudas o divorciadas con hijos, etc. El énfasis en la imagen de la familia nuclear ha propiciado un descuido de la familia extensa y en consecuencia de nuestra interacción con el conjunto de integrantes de la misma. Pero la familia extensa ahí está y nos recuerda que todos tenemos padres, madres, tíos, tías, primos, primas, cuñadas, cuñados, sobrinos, sobrinas, abuelos, abuelas, nietas, nietos, etc.
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Pero también además de la familia nuclear y extensa que nos dan identidad social y unen a la comunidad, debemos considerar que todos tenemos amigos, vecinos, compadres, compañeros de trabajo, compañeros de estudio, amigos de los amigos, amigos de los vecinos, familiares de los vecinos y todos y cada uno de los que he mencionado pasan por algo parecido, es decir tienen padre, madre, amigos, tías, tíos, etc.
Nuestra pertenencia simultánea a diferentes grupos sociales nos lleva a establecer relaciones interpersonales en el trabajo, en la escuela, en la Iglesia, en los grupos deportivos, etc.

Estamos hablando de algo que se resume en el concepto de tejido social que se refiere a los lazos que nos unen a otras personas, grupos y organizaciones sociales que conforman nuestras comunidades y es lo que nos hace formar parte de una comunidad social que va mucho más allá de nuestra familia inmediata. La comunidad en la que crecemos y nos desarrollamos moldea nuestros pensamientos, percepciones y comportamientos mediante la asimilación de las tradiciones, las costumbres, hábitos, valores e inclusive en la forma de hablar. Con todo lo anterior es como se construye una identidad comunitaria, basada en una pertenencia real a una comunidad, pertenencia que no podemos ignorar ni pasar por alto ya que es la base de nuestra identidad social.

La existencia de varias identidades regionales en nuestro país no está exenta de la formación de estereotipos acerca de las mismas, ya que es común la formación de estereotipos culturales en nuestra sociedad que contribuyen a crear una imagen generalizada de un grupo social, un segmento de la población o de toda una población inclusive. Tan solo pensemos en los estereotipos del mexicano que tienen ciudadanos de Estados unidosEuropa o de otros lugares. "Los estereotipos son una percepción exagerada y con pocos detalles, simplificada, que se tiene sobre una persona o grupo de personas que comparten ciertas características, cualidades y habilidades, y que buscan «justificar o racionalizar una cierta conducta en relación a determinada categoría social»". https://es.wikipedia.org/wiki/Estereotipo

Puedo dar un ejemplo de mi historia personal para describir cómo funcionan los estereotipos: cuando decidí estudiar Psicología en los setentas, no existía la carrera de Psicología en la Universidad de Sonora, investigué buscando "la mejor escuela de Psicología en México" y encontré que la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana era considerada "la mejor escuela de Psicología en Latinoamérica".
Trabajé y ahorré para el viaje y me lancé a la aventura de salir de casa y viajar del noroeste de México (Hermosillo, Sonora) al sureste de este hermoso país (Xalapa, Veracruz), recorriendo una distancia mayor a los 3,000 kilómetros.
¿De qué forma afectaron positiva o negativamente los estereotipos en esta experiencia? Encontré que en Veracruz (y en varias partes de México) existe el estereotipo del mexicano norteño que lo describe como un tipo alto, fuerte, franco, sincero, noble, "buena onda", confiable, etc., un estereotipo basado en cualidades exclusivamente.
Aparte de que me encontré con gente veracruzana amistosa, alegre, sincera y hospitalaria, creo firmemente que ese estereotipo de la figura del norteño funcionó para ser recibido con los brazos abiertos en más de una ocasión. No hacía falta decir que era del norte de México, mi vestimenta, mi estatura, mi forma de hablar me delataba, sobre todo cuando usaba palabras que incluyeran las letras ch. ¿Me podría dar un vaso de leshe por favor", Aquí llueve musho, ¿verdad?

En mis viajes al noreste de Estados Unidos (Michigan, Indiana, Wiscounsin), me di cuenta de que mi apariencia, mi estatura (1.83) mi léxico, mi dominio del inglés, ocupación y nivel académico sorprendió a varios estadunidenses que tenían la imagen del mexicano como persona de baja estatura, con bajo nivel de escolaridad y poca preparación laboral. Una imagen falsa del mexicano basada en un estereotipo que ha sido construida sobre los mexicanos indígenas de los estados del sureste de México que cruzan la frontera hacia el norte en busca de mejores oportunidades de vida.
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Entonces, debemos tener presente que todos somos seres sociales, que pertenecemos simultáneamente a diferentes grupos sociales, que interactuamos con diferentes organizaciones no sólo en la que laboramos o estudiamos, sino que también lo hacemos cuando consumimos diferentes tipos de productos y servicios para satisfacer nuestras necesidades.
Me imagino que el lector habrá escuchado las expresiones "la comunidad científica", "la comunidad universitaria", "la comunidad estudiantil", etc. Somos parte innegable de una comunidad, inclusive de varias comunidades, tenemos lazos sociales invisibles, inclusive con gente que no conocemos. Padecemos en forma colectiva el mismo tipo de problemas sociales (delincuencia común, transporte público deficiente, calles con baches, una policía deficiente, corrupción de nuestras autoridades, etc.). Somos lo que somos gracias a los demás, no podríamos existir sin los demás. En la década de los noventas participé con un grupo de psicólogos sociales en un proyecto editorial que consistió en la publicación de una revista cuyo nombre era Alelon, que significa "Uno no puede existir sin el otro", "que viene de un igual", para denotar que todos somos seres sociales, que necesitamos el contacto social, porque nuestra naturaleza humana nos hace interdependientes de los demás.
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Somos parte de la comunidad en la que nacimos o vivimos, no solamente interactuamos con quienes nos rodean para satisfacer nuestras necesidades básicas, sino que también lo hacemos para satisfacer necesidades psicológicas.
Una de estas necesidades psicológicas es la de pertenencia a un grupo, a una comunidad específica. La necesidad de pertenecer a un grupo ha sido estudiada por la Psicología social para analizar el fenómeno del conformismo, recordemos el estudio de la conformidad de Solomon Asch. A nombre de la aceptación social y de la conformidad precisamente se tolera lo intolerable y se renuncia a nuestros derechos humanos.

Lamentablemente la ideología individualista y competitiva que predomina en estos tiempos del neoliberalismo, nos impide desarrollar sentimientos de pertenencia, lazos de solidaridad social, fortalecer nuestra identidad social con las comunidades de las que formamos parte.
Sin embargo, la pertenencia a nuestras comunidades nos permite un empoderamiento social, nos da un mayor sentido de identidad, una identidad que rebasa lo individual y abarca lo social. Nos sentimos "hermosillenses, sonorenses, mexicanos, latinoamericanos, etc.". Por eso muy en el fondo de nuestros corazones y mentes, estamos marcados por la cultura prevaleciente en la comunidad en que nacimos, en la que pasamos nuestros primeros años de vida o a la que pertenecemos por períodos largos de tiempo. Nuestra identidad individual no se limita al "aquí y ahora" ya que traemos consigo las aportaciones de nuestros ancestros biológicas, históricas y culturales de nuestros ancestros.
Nuestras raíces las llevamos muy dentro de nosotros, por eso se afirma que "la persona que olvida sus raíces, se mutila a sí mismo". Todos debemos tener amor al suelo que nos vio nacer, un sentimiento de pertenencia al lugar en el que vivimos, porque son parte de nuestra personalidad e identidad psicosocial.

La influencia comunitaria en el desarrollo psicosocial


En el campo de la Psicología social no hay lugar para la práctica de la psicología individual. En líneas anteriores se ha descrito la interinfluencia entre el individuo y la sociedad, de tal forma que partimos de la premisa que planteó Sigmund Freud a principios del siglo pasado: "La Psicología individual es desde un principio y hasta el final, una Psicología social".
Persistir en la práctica individual de la Psicología es continuar reproduciendo un enfoque reduccionista de la Psicología, el cual, en última instancia utiliza a la Psicología como instrumento de control ideológico al atribuir los problemas de un individuo a la sola esfera individual, ignorando las causas sociales de los problemas individuales.

La experiencia cotidiana demuestra que la Psicoterapia individual reconoce cada vez más la necesidad de pasar a la psicoterapia grupal para tener una intervención psicológica realmente efectiva y obtener buenos resultados. En mi práctica profesional como académico universitario me he centrado más en la docencia de la Psicología, la investigación psicosocial y labores de extensionismo, que son las tres funciones esenciales del maestro de tiempo completo en la universidad de Sonora.
Pero eso no ha evitado que ocasionalmente haya atendido a personas que se han acercado a mí en demanda de ayuda psicológica. En todos los casos en los que he intervenido de una manera inevitable he tenido necesidad de pasar de la atención psicológica individual a la intervención en el seno del grupo familiar de quienes he apoyado como terapeuta.
Diversos autores (Tajfel, kurt Lewin, Vygotsky, Ignacio Martin-Baro, Sherif, Serge Moscovici, Amalio Blanco, etc.) argumentaron sobre la necesidad de mirar lo que acontece alrededor del sujeto para poder comprender lo que hace, lo que piensa y lo que siente en su interior. Esto significa que para entender el interior de un individuo debemos mirar hacia afuera, para analizar la influencia sociales que determinan el comportamiento individual, lo cual nos refleja la necesidad de recuperar y analizar el contexto social.

Cada vez más se incrementa la desconfianza hacia las explicaciones puramente psicológicas de las guerras, de los fanatismos fundamentalistas, de las diversas caras que muestran el terror y la violencia, de la delincuencia común, de las injusticias sociales y de los crímenes de lesa humanidad.
Sin embargo, todavía hay resistencias a reconocer la influencia social sobre el comportamiento individual. Hace varios años impartía la materia Psicología criminal en la Especialidad en Derecho Penal y familia de la Universidad de Sonora, el grupo de alumnos estaba integrado por profesionistas de Derecho principalmente, dentro de los cuales había un gran número de jueces en activo, cuando explicaba la necesidad de reconocer el ambiente social en el comportamiento del delincuente, los jueces mostraban una gran cerrazón y solo decían "a tal delito, tal sanción". Para ellos no era atenuante del delito la crisis económica, los bajos salarios, la pobreza social, etc.

La Psicología como ciencia social no puede ser "neutral" y objetiva como nos plantea el positivismo. A través del trabajo del psicólogo social podemos comprender la integración de las interacciones individuales con sus marcos sociales más amplios. En otros trabajos he mencionado que el origen de la Psicología de grupos está ligado estrechamente al origen de la teoría de la organización. Esto se debió que las primeras investigaciones sobre los grupos sociales estaban enfocadas a encontrar estrategias para aumentar la productividad en las organizaciones. Pero la Psicología de grupos podría permitirnos la comprensión de otro tipo de problemas sociales, tales como el funcionamiento de las pandillas juveniles, de la delincuencia organizada, de actividades terroristas, etc. La Psicología debe indagar las razones que están detrás de la corrupción imperante en nuestro medio social, del fundamentalismo religioso, de la injusticia, del fundamentalismo nacionalista, de los conflictos étnicos, del terrorismo, etc. Es decir, la Psicología de grupos no solo se debe preocupar por el exclusivo fin de investigar las variables que dan cuenta del rendimiento y productividad de los grupos humanos en las organizaciones formales, sino que debe atender los verdaderos problemas sociales.
Para ilustrar la influencia de los grupos sociales y de las comunidades en las formas de pensar, sentir y actuar de las personas, quiero compartir con el lector mi ejemplo personal.

En lo personal me siento muy orgulloso de mis raíces, jamás he negado mi procedencia de la clase obrera, el menor de una familia numerosa e hijo de padre minero. Al contrario, en la menor oportunidad digo con orgullo haber nacido en la histórica ciudad de Cananea, Sonora. Lugar donde viví mis primeros once años de vida y como bien demuestran los estudios de Psicología, los primeros años de vida son determinantes para el desarrollo de la personalidad individual. Por eso mismo siento un gran orgullo al decir que nací en las instalaciones de la desaparecida Clínica Obrera de la sección 65 del sindicato de mineros de Cananea, Sonora.
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Haber nacido en Cananea marcó mi personalidad, este poblado minero es una comunidad de verdaderos luchadores sociales, que organizados en la sección 65 del sindicato de mineros realizaron varias huelgas contando siempre con el apoyo de los habitantes de esa ciudad. Sin olvidar por supuesto que Cananea es considerada la cuna de la revolución mexicana al luchar por la jornada de 8 horas de trabajo y otras demandas. Tan solo recordemos que la sección 65 del sindicato nacional de trabajadores mineros tiene una huelga que lleva MÁS DE NUEVE AÑOS y siguen firmes en su resistencia. No conozco otro sindicato que haya realizado un movimiento de huelga de esa duración.
En mis primeros años de vida aprendí a través del ejemplo de mis padres, hermanos, maestros, vecinos, amigos, etc., que es posible luchar por un mundo mejor, que podemos cambiar nuestra realidad social, a desarrollar la rebeldía como forma de comportamiento en la lucha por un cambio social, a buscar la igualdad social en todo momento y en todo tipo de relaciones interpersonales, a demostrar solidaridad con quien sufre una injusticia, pero sobre todo, lo más importante, aprendí a desarrollar un fuerte compromiso social con mi comunidad.

Mi padre nos sacó de Cananea para mudarnos a Hermosillo, la capital del Estado y darnos la oportunidad de realizar estudios universitarios. Precisamente por mi humilde origen no tuve oportunidad de "aburrirme" en mi adolescencia y parte de mi juventud durante los largos y calurosos veranos que pasé en la ciudad de Hermosillo, Sonora, no tenía tiempo para aburrirme porque mi familia era numerosa y de escasos recursos por lo cual durante mi adolescencia tenía que salir a buscar trabajo y ayudar con el sustento familiar.
Uno de varios trabajos que desempeñé en mi adolescencia fue la de vendedor de periódicos, con los ingresos que obtenía con esta actividad contribuía a los gastos de nuestra familia numerosa. Retomando el hábito de la lectura heredado de mi padre, recuerdo que antes de salir a vender periódicos en las madrugadas, utilizaba algunos minutos en leer la prensa diaria y enterarme de los acontecimientos relevantes. Así fue como me enteré de la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 cuando tenía escasos 13 años, al igual que me enteré del festival de Woodstock en 1969. De igual forma vi (como algunos acostumbran decir: con estos ojos) como el ejército ingresaba a la Universidad de Sonora en 1967.
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En 1971 ingresé a la extinta Preparatoria Central de la Universidad de Sonora, me involucré en el movimiento estudiantil de principios de los setentas participando como "activista" y sufrí los embates de la represión policiaca que me llevaron a ingresar a militar en la izquierda clandestina. Como muchos jóvenes de mi generación caí en la tentación del foquismo revolucionario, pensando que un puñado de jóvenes ilustrados podrían contagiar a las masas de trabajadores de la enfermedad del cambio social.
La ilusión duró poco, tanto como la efectividad de los cuerpos de inteligencia en identificar a los estudiantes más radicales, aprehenderlos, encarcelarlos después de torturarlos, llevados al campo militar número uno, o simplemente desaparecerlos. Durante este período fui testigo de la desaparición de varios de mis compañeros activistas a manos de cuerpos de la policía.
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En base a esas experiencias podría parafrasear a Allen Guinsberg en su poema Aullido, ya que puedo decir con certez: he visto a las mejores mentes de mi generación caer, ir a prisión o desaparecer por la represión del Estado mexicano.
http://paginadepoesia.com.ar/escritos_pdf/ElAullido-AllenGinsberg.pdf
Por esos motivos mucho antes de cumplir la mayoría de edad ya estaba decidido a estudiar Psicología, pero no una Psicología que mediatizara o enajenara actuando como control social, sino más bien una Psicología que ayudara a lograr el ansiado cambio social que avizoré en mis lecturas y vi en mis sueños libertarios. Elegí esta disciplina precisamente para ayudarme a comprender lo que estaba sucediendo y para prepararme para realizar mejores intervenciones sociales que condujeran a un efectivo y real cambio social. Por supuesto que también escogí esta profesión por los motivos que se hacían en aquel entonces: "para ayudar a los demás" pero nunca por el criterio predominante en este siglo XXI en la elección de carreras que es la de ganar más dinero.
Las lecturas que realicé en mi juventud en la década de los setentas, sobre Psicología, filosofíasociologíaantropologíaeconomía, etc., me permitieron identificar prematuramente el papel que juega la ideología en mantener el control sobre la sociedad y evitar el cambio social. Por todos los motivos anteriores escogí la especialidad en Psicología social en mis estudios de Psicología cuando estudié Psicología en la Universidad Veracruzana.

Hace poco me encontré a un amigo de aquella época de activismo estudiantil que no veía desde hace mas de 40 años, me preguntó que fue de mi vida, le expliqué que estudié Psicología social, le hable de mis artículos que tengo publicados en monografías.com y rematé diciéndole que los contenidos de mis artículos reflejaban un fuerte compromiso social: su respuesta me sorprendió sinceramente, me dijo: "sí, desde tu juventud ya pintabas tu búsqueda de un cambio social"

Durante mis estudios universitarios realizados en la Universidad Veracruzana a fines de los años setenta, tuve el privilegio de contar con varios maestros extranjeros, psicólogos sociales todos ellos que estaban en México en calidad de refugiados políticos ya que venían huyendo de las dictaduras militares en sus países de origen: Argentina, Chile, Guatemala y Uruguay.
Las enseñanzas que obtuve de ellos fueron más allá de las materias que me impartieron tales como Intervención grupal, tecnología y cambio social, sociopatología, comunicación social, Ideología y cambio social, etc. Aprendí mucho más allá de lo que enseñaban en sus materias. Aprendí de ellos a reforzar un sentimiento de compromiso social con la comunidad de procedencia y a aplicar el conocimiento científico en la búsqueda del cambio social.

Estos maestros que abandonaron sus países que se encontraban bajo dictaduras militares, fueron un gran ejemplo para mí porque mostraron no solo una gran congruencia entre el discurso y la acción, sino que también exhibieron un gran valor al ejercer su profesión arriesgando sus propias vidas en regímenes militares. Esta situación no pudo prolongarse por lo que tuvieron que abandonar sus países, familias y comunidades ante el incremento de la represión militar. La influencia del suelo que me vio nacer, Cananea, las experiencias en el movimiento estudiantil de los setentas en la Universidad de Sonora, el ejemplo de mis maestros de Psicología social y las lecturas que he realizado a lo largo de mi vida, son las fuerzas que moldearon mi personalidad psicosocial y me permitieron ser quien soy aquí y ahora. Aquí es cuando me queda más claro el planteamiento: Para entender la Psicología individual hay que "mirar hacia fuera para entender lo de adentro", que nos dice el Psicólogo español Amalio Blanco.

Hoy 43 años después de tomar la decisión de estudiar Psicología me congratulo de haber hecho la elección correcta, tengo una profesión que me permite entender la compleja realidad que vivimos, el origen de los problemas individuales, grupales, organizacionales y comunitarios. Es decir, me permite comprender la interinfluencia que existe entre el individuo y la sociedad.
¿No cualquier cosa verdad?, pues bien, agradezco la paciencia de aquellos contados lectores que me han seguido hasta aquí y en este momento entramos en el análisis de la materia que más me gusta, la intervención psicosocial en comunidades, que es precisamente aquel campo donde se prueba la firmeza, convicción y compromiso social de nuestra formación como psicólogos sociales, ya que es propiamente la Psicología comunitaria, conocida también como "la ciencia del cambio social".

¿Cómo podría lograrse el cambio social utilizando el conocimiento científico?

Es innegable que en amplios sectores de nuestra sociedad mexicana, e inclusive latinoamericana, existe una gran inconformidad social con sus condiciones de vida. Poblaciones amplias de países latinoamericanos compartimos problemas sociales parecidos: amplios niveles de pobreza, incremento de la delincuencia común y delincuencia organizada, tráfico de drogas, ambientes de corrupción, desmantelamiento del Estado benefactor, incremento del narcotráfico y consumo de drogas, implementación de políticas económicas que favorecen "al mercado" y perjudican a la población, etc. Debemos reconocer que cuando se dice esto último (favorecer al mercado), en realidad quieren decir favorecer a las grandes corporaciones en detrimento de la calidad de vida de las grandes mayorías.

Todas estas problemáticas y otras sin mencionar provocan un gran sufrimiento en la población. Por estas consideraciones considero sin temor a equivocarme que un grueso de la población mexicana en particular y latinoamericana en general, desea un cambio social, un cambio social que se presenta como una necesidad urgente. Decía líneas atrás que los científicos sociales y académicos universitarios no debemos ignorar este sufrimiento social y tenemos que generar un mayor compromiso personal con el cambio social para crear en nuestros alumnos una toma de consciencia social y enseñarles a desempeñar un rol de agentes de cambio social en el ejercicio de su profesión.

¿Cómo podría lograrse el cambio social utilizando el conocimiento científico? Bien sabemos que muchos descubrimientos y aportaciones de las ciencias sociales son ignorados por quienes están en el poder para seguir disfrutando del mismo sin molestia alguna. Un claro ejemplo de esto es la existencia del neanderthalismo administrativo que prevalece en nuestras organizaciones, sobre todo las gubernamentales.

Pero en el caso de las comunidades, una vez que toman consciencia de su potencial, que logran un empoderamiento y sentimiento de pertenencia y compromiso con la comunidad, no habrá político o ejército que detenga las aspiraciones de liberación social. Hablemos entonces de "la ciencia del cambio social" que es la Psicología comunitaria. La Psicología social nos permite identificar las variables que influyen en la relación del individuo con su sociedad y la manera de hacerlo es reconocer tres niveles de análisis en esta interacción social: el análisis del grupo utilizando la teoría de grupos como herramienta principal para lograr una efectiva intervención que produzca cambios planeados en el grupo. Para ello necesitamos dominar el análisis del grupo, es decir, la intervención psicosocial en grupos humanos, lo cual lo podemos lograr utilizando la teoría de grupos como herramienta principal. A los interesados en profundizar sobre este tema, les recomiendo la lectura de mi artículo Intervención psicológica en grupos sociales que pueden encontrar en el siguiente link:

Posteriormente elevamos nuestro nivel de estudio al pasar del análisis del grupo al análisis de la organización que permita tomar consciencia de que vivimos en una sociedad organizacional, en un momento histórico conocido como "la era de las organizaciones" y descubrir que estamos en contacto con diferentes tipos de organizaciones las 24 horas del día. De igual forma a los interesados en profundizar en el análisis de las organizaciones les recomiendo la lectura de mi artículo Introducción a la Psicología de las organizaciones.

Finalmente llegamos al punto que nos interesa y es precisamente el análisis de las comunidades que nos lleva a conocer un campo reciente de la Psicología contemporánea que es la Psicología comunitaria que incluye estrategias de intervención en comunidades con fines de empoderamiento social de los integrantes de la propia comunidad, para que sean ellos mismos quienes determinen el tipo de cambios sociales que desean obtener. Por ese motivo se le conoce como la ciencia del cambio social, ya que utiliza el conocimiento científico no sólo para analizar la realidad en el contexto de la sociedad desigual en que nos encontramos, sino que busca la transformación social.

Por ese motivo sentiremos que daremos en un salto cualitativo y cuantitativo para pasar de una Psicología de grupos, a una Psicología de la organización y abordar el terreno de la Psicología comunitaria, realizando un análisis de la comunidad desde la perspectiva psicosocial y estar en condiciones de definir y describir lo que es una intervención psicosocial en comunidades. Al ingresar al nivel de discusión sobre la intervención psicosocial en comunidades, vemos de inmediato que aumenta la complejidad teórica y por ende, práctica de la función del psicólogo, ya que el profesional de la Psicología debe abandonar su rol de especialista y aceptar una desprofesionalización de su disciplina.

Es decir, el psicólogo comunitario debe abandonar su rol de experto para lograr un aceptación de la comunidad y pasar a ser un miembro más de la misma utilizando el método de la investigación-acción. Nos encontramos en este nivel, el análisis de la comunidad, con un objeto de estudio que se encuentra inmerso en una situación de cambios sociales constantes cuya característica principal permanente es la presencia de una crisis constante de tipo económico, político y social, con problemas sociales que se agudizan cada vez más, en el contexto de una sociedad que promueve la desigualdad social.

Es el momento en que nos damos cuenta de que el arsenal teórico práctico de la Psicología, que nos posibilitó realizar intervenciones efectivas en grupos y organizaciones, nos resulta ahora insuficiente para abordar el análisis y la intervención psicosocial de las comunidades, ya que aumentó la complejidad del objeto de intervención. Es por ello que resulta necesario antes de planear o efectuar una intervención psicosocial en alguna comunidad, realizar una discusión de tipo epistemológico sobre los fundamentos teóricos de una psicología orientada a la intervención en comunidades con fines de cambio social.

Origen de la psicología comunitaria latinoamericana

Esta tarea nos presenta la necesidad de conocer el origen y evolución de lo que hoy conocemos como intervención psicosocial en comunidades, nombre bajo el cual confluyen varias teorías. Es indudable que las décadas de los sesentas y setentas fueron el inicio de una serie de cambios sociales que transformaron el mundo entero, ya que se produjeron una serie de movimientos sociales que difundieron ideas económicas y políticas que influyeron grandemente en los modos de hacer y de pensar en las ciencias sociales.

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En Psicología estas ideas producen un vuelco al cuestionar el enfoque de la Psicología individual y proponer la construcción de una Psicología centrada en los grupos sociales, en el contexto social donde se desenvuelven e interactúan. En los últimos 25 años del siglo XXI y lo que va del presente siglo han surgido y se han desarrollado en el campo de la Psicología social en Latinoamérica tres formas de expresión del trabajo del psicólogo. Estas tres corrientes de la Psicología forman parte de la corriente mundial que impulsó cambios en todos los niveles de convivencia social.
Estas tres expresiones de trabajo en la Psicología social, fueron la Psicología de la liberación, la Psicología social crítica y la Psicología comunitaria. Estas tres corrientes de la Psicología social tenían varios elementos en común. Las tres surgieron en América latina en respuesta a la crisis de la Psicología en la década de los sesentas y setentas y conformaron tres corrientes de pensamiento y acción que conformaron una "psicología socialmente sensible" (Robertazzi, Margarita, 2,011).

Las tres representaron movimientos de ruptura con los modos de hacer y hacer predominantes en el mundo de la Psicología de aquel entonces. Presentaban diferencias con la Psicología vigente, pero coincidencias entre las tres acerca de la forma de abordar la producción del conocimiento y su efecto sobre el medio social. Estas tres percepciones del quehacer psicológico estaban unidas por aspectos teóricos, epistemológicos, metodológicos, éticos y políticos.
De manera particular, la Psicología Social de la Liberación y la Psicología comunitaria, se basaron en atender los problemas de las mayorías populares, las masas marginadas, oprimidas y excluidas socialmente. A diferencia de la Psicología social europea, la Psicología social de la Liberación se enfoca en los seres humanos y grupos objetos de exclusión social.

Estas tres corrientes de pensamiento instaladas en Latinoamérica, pretenden contribuir a la transformación de las sociedades, los grupos, los individuos y las relaciones que establecen entre sí. Estas tres corrientes de pensamiento conformaron una ola neoparadigmática que irrumpió con fuerza en los años setenta y principios de los ochenta del siglo pasado y logró crear un gran impacto en el conjunto de las ciencias sociales en general y en la Psicología social en particular. Vemos entonces que en el último cuarto del siglo XX y en lo que va del actual milenio surgieron en el campo de la Psicología social tres expresiones que reflejaban formas de quehacer, del cómo hacer y del pensar de los psicólogos. Estas tres expresiones forman parte de la corriente mundial que surgió en los setentas como un nuevo paradigma que revolucionó el quehacer en las ciencias sociales.

Las tres expresiones de la Psicología social surgen en nuestro continente americano a raíz de la crisis que presentaba la Psicología en general y la Psicología social en articular, al no articular su intervención en el medio social circundante en ese entonces. Su surgimiento es la expresión de una ruptura con los modos de hacer, pensar y practicar la Psicología. Con esta confluencia la psicología social latinoamericana enfrentó el desafío del subdesarrollo, analizó los efectos que producía sobre las persona y sobre las relaciones que establecían, analizando de manera particular la cuestión del poder y las posibilidades de transformación de aquellas situaciones donde prevaleciera la desigualdad y la injusticia.

En este contexto social que presentaba un cuadro sociopolítico decadente, se vio como algo natural y deseable el surgimiento de una nueva Psicología. La pregunta central de la que partieron los psicólogos sociales de esa época fuer: ¿En qué medida lo que hacemos, decimos o creemos que hacemos, es consistente con nuestra labor cotidiana y con las necesidades sociales de nuestra comunidad".

En Estados Unidos fue cuando se utilizó por primera vez el término Psicología comunitaria en la década de los sesentas por psicólogos que veían que la Psicología no atendía los recientes problemas sociales que surgieron en esa época: la lucha contra el racismo, la lucha por la liberación de la mujer, las protestas en contra de la guerra de Vietnam, el surgimiento de la música de rocanrol, el movimiento hippie, etc. En el caso de Latinoamérica debemos analizar las condiciones y antecedentes que dieron origen en la década de los setentas a una corriente de la psicología en Latinoamérica que tiende a substituir los modelos y paradigmas predominantes en psicología social, provenientes principalmente de países desarrollados.

En 1970 derivado de las condiciones de vida en Latinoamérica donde prevalecían condiciones de pobreza y amplias masas excluidas socialmente (cualquier parecido con la realidad actual no es coincidencia), además de la militarización de varios países del cono sur (Videla en Argentina, Pinochet en Chile, Stroessner en Paraguay, Anastasio Somoza en Nicaragua, etc.), se empezó a cuestionar el grado de eficacia de un modelo de psicología social importado de los países en desarrollo y aplicado sin cambios en los países subdesarrollados, tal como era el caso de Latinoamérica.

A mediados de aquella década, la Psicología Social entra en un proceso de crisis que se experimentó en Gran Bretaña, Estados Unidos y Latinoamérica. Tal crisis se originó básicamente por el cuestionamiento a tres tipos de problemas que presentaba la Psicología Social de aquel entonces:
a) por un lado, la Psicología Social no estaba produciendo un conocimiento que pudiera ser aplicado para resolver los graves problemas sociales que padecía la población en esa época. A esto se le llamó falta de relevancia social (MartinBaro, Ignacio, 1980).

En pleno siglo XXI, me atrevo a preguntar: ¿Cuáles son los conocimientos que produce la Psicología académica contemporánea que contribuyen a resolver los actuales problemas sociales?
    Por otro lado, los estudios que se realizaban en psicología social, estaban basados en poblaciones pequeñas, con escenarios artificiales, utilizando estudiantes de licenciatura principalmente en experimentos formales. Sin embargo, a los descubrimientos localistas obtenidos se les pretendía dar validez universal, afirmando que eran aplicables a cualquier ser humano en cualquier contexto, sin importar las condiciones económicas, políticas o culturales prevalecientes.

    Se presentó e incrementó un sentimiento de insatisfacción entre los psicólogos sociales de esa época, principalmente por la falta de utilidad y función social de su quehacer profesional en un contexto social convulsionado. Los psicólogos sociales de aquella época empezaron a experimentar malestar e insatisfacción porque el bagaje teórico práctico disponible les era insuficiente para enfrentar la problemática social imperante en diversos países latinoamericanos. Algo parecido a lo que estamos sintiendo los psicólogos en este siglo XXI.

El punto de partida para cuestionar la Psicología social de aquel entonces, fue reconocer que existen diferencias en las condiciones socioeconómicas de los países del primer mundo (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña) y los países de nuestra realidad latinoamericana. Es decir, estamos hablando de países desarrollados con condiciones materiales de vida muy diferentes a las condiciones materiales de vida imperantes en los llamados países subdesarrollados, o como gentilmente se ha dado en llamar "en vías de desarrollo". Así se pudo distinguir diferencias en las condiciones de vida de Juan Pérez que vivía en Tepito, México y las condiciones de vida de John Smith que vivía en Detroit, Michigan
En el caso de Latinoamérica los psicólogos sociales tendían a reproducir teorías, métodos y técnicas de estudio imperantes en Estados Unidos, Inglaterra y Francia y que aplicaban indiscriminadamente en contextos como Chile, Argentina, Guatemala, El Salvador, México, etc. Sin diferenciar si había regímenes democráticos o sociedades militarizadas enfrentando una fuerte resistencia civil. Recordemos que en las décadas de los sesentas y setentas los contextos sociopolíticos de Latinoamérica incluían la represión y la guerra civil en El Salvador, la existencia de dictaduras en Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Nicaragua, Brasil. Así como la presencia de amplias comunidades marginadas o migratorias en Venezuela y México.

En consecuencia, después de cuestionar la Psicología social oficial, se comenzó a trabajar en la construcción de una psicología social que permitiera una real liberación de los pueblos latinoamericanos de los yugos económico, político y militar de aquel entonces. Sobresale en este contexto la aportación de Ignacio MartinBaro, sacerdote jesuita de origen español, psicólogo social y profesor en la Universidad Centroamericana de El Salvador.

MartinBaro planteaba la tesis de que la Psicología latinoamericana mostraba una dependencia servil a la hora de plantearse problemas y soluciones y que inclusive se mostraba al margen de los movimientos e inquietudes de los pueblos latinoamericanos. Su crítica iba más allá al afirmar que se podía aprender más de la Psicología de los pueblos latinoamericanos leyendo novelas de Gabriel García Márquez y Varga llosa que leyendo artículos técnicos de Psicología hechos por psicólogos latinoamericanos.
Cuestionaba el mimetismo cientificista de la Psicología latinoamericana de querer parecerse a la Psicología norteamericana que ya había alcanzado el reconocimiento de "ciencia" por su apego a las ciencias naturales de donde retomó el método de investigación científica y los conceptos que valieron el título de disciplina "científica".
Es algo parecido a lo que sucede actualmente con el conductismo a ultranza que permea la praxis profesional y docente de varios colegas de Psicología en pleno siglo XXI. MartinBaro cuestionó el carácter positivista, hedonista, individualista, la visión homeostática y ahistórica de la Psicología latinoamericana. Después de lo anterior, propuso finalmente, cuestionar el bagaje teórico y práctico de la Psicología latinoamericana y replantearlo desde la perspectiva de la vida de los pueblos latinoamericanos. La premisa de la cual partía es que si se deseaba liberar a los pueblos latinoamericanos debería construirse una Psicología de la liberación, proyecto que planteaba no solo una tarea teórica, sino también una tarea práctica.
http://23118.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/informacion_adicional/obligatorias/036_psicologia_social2/baro.pdf

Afirmaba MartinBaro que la Psicología estaba contribuyendo a mantener y regenerar las estructuras ideológicas de la dominación política y económica, al considerar que el contexto social se presentaba como un precepto incuestionable, por lo cual el individuo debía buscar la resolución de sus problemas en forma individual.
Afirmaba que si se deseaba construir una Psicología de la liberación, debería partirse de una liberación de la Psicología y la forma de hacerlo era acudiendo a las masas latinoamericanas y reconocer sus condiciones actuales de vida para conocer sus necesidades y de ahí plantear estrategias de solución basada en la Psicología.

Las aportaciones de MartinBaro en los setentas, se enriquecieron con las contribuciones posteriores y actuales de Maritza Montero, investigadora de la Universidad Central de Venezuela a quien se reconoce como una figura importante en el desarrollo de este nuevo enfoque de la Psicología social latinoamericana, así como Irma Serrano-García. La Psicología latinoamericana de la Liberación surgió entonces como un proyecto amplio de teoría y práctica liberadora dirigido las poblaciones oprimidas y excluidas de América Latina, cuyas características principales son una gran identidad común y una exclusión social endémica.
Por lo tanto, la Psicología Social de la Liberación se desarrolló vinculada en forma directa con "los problemas de las masas populares, las masas oprimidas, marginadas y excluidas en América Latina" (Mark Burton, 2,004).
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/polis/cont/20041/art/art6.pdf

La Psicología Social de la Liberación que nació con nombre y apellido en Centroamérica, rebasó a la Psicología Social Critica que se limitaba a la denuncia, al pasar de la denuncia a la acción, al evidenciar no solo la opresión de buena parte de la sociedad latinoamericana, sino también al proponer una praxis alternativa que le permitiera modificar la realidad inmediata. De ambas Psicología es de donde surge una Psicología comunitaria latinoamericana que se ha desarrollado progresivamente en los últimos años. Desde su surgimiento en la década de los setentas ha logrado construir un carácter e identidad propia, consolidando nuevas aportaciones teóricas y metodológicas. A manera de resumen podría decirse que los factores que contribuyeron al surgimiento de la Psicología comunitaria fueron los siguientes:
1.- El surgimiento de una crítica a las posturas teórico-metodológicas de la Psicología individual
2.- La llamada crisis de pertinencia de la Psicología social, es decir, su falta de respuesta a los grandes problemas sociales
3.- El subdesarrollo existente en los países latinoamericanos que propiciaba un bajo nivel de vida en amplias capas de la población
4.- La existencia de dictaduras militares que controlaban a varios países suramericanos
La existencia en aquellos años de dictaduras militares en varios países de Latinoamérica, se basaba en una represión militar de amplias mayorías de la población, lo cual generó un gran sufrimiento, descontento, pero también de rebeldía social.

Esta situación que generó núcleos de resistencia y de exclusión social que la Psicología social de aquel entonces debía atender sin demora, porque representaban reclamos sociales urgentes, pero no encontraban respuesta por parte de la Psicología. Paralelamente al desarrollo de la Psicología social de la liberación, podemos hablar de la Psicología Comunitaria, término cuyo origen se suele adjudicar en Estados Unidos, en la década de los sesentas, cuando los psicólogos de aquel país experimentaron insatisfacción sobre el enfoque de psicología clínica aplicado a problemas relacionados con la salud mental, la injusticia social, la pobreza y migración.

Es decir, los nuevos problemas sociales que se presentaron en esa década (choque de generaciones, protestas contra la guerra de Vietnam, surgimiento del hipismo norteamericano que representó un movimiento juvenil de vanguardia, surgimiento de la cultura underground, la contra el racismo imperante en Estados Unidos que se manifestaba en la segregación racial, el surgimiento de una contracultura juvenil contestataria e irreverente a través de la música del rock, la música como medio de concientización social, etc.), no eran atendidos por los psicólogos sociales de la época, encerrados en sus laboratorios en las universidades.

Podemos observar entonces que en los Estados Unidos en 1960, la situación social se caracterizaba por la aparición de fuertes movimientos de defensa de los derechos cívicos y de derechos humanos, de igual forma surgió la ideología separatista de los negros, las crisis urbanas, la guerra contra la pobreza, los arrestos y demostraciones de inconformidad estudiantil, fueron temas que la Psicología social de esa época no consideraba relevantes, pero que hicieron surgir los ideales de cambio social y lucha por los derechos de los marginados como una bandera de reivindicación social comunitaria.

Fue en Estados Unidos donde se utilizó por primera vez la expresión psicología comunitaria, en mayo de 1965, en una conferencia celebrada en Swampscott, Massachussets, a iniciativa de un grupo de psicólogos del Instituto Nacional de salud Mental de los Estados Unidos.
Lo anterior nos aporta dos puntos de origen de la actual Psicología social contemporánea en América Latina, por un lado los esfuerzos realizados por psicólogos sociales de Latinoamérica que pugnaron por crear una Psicología Social realmente latinoamericana que contribuyese a un cambio social en favor de los desposeídos, y por el otro lado, las aportaciones de colegas estadunidenses que enfrentaban cambios sociales de reciente creación que reclamaban atención y eran ignorados por la Psicología vigente en esos años.

Vemos entonces que en la década de los 60´s la Psicología Social en América Latina se dedicaba a reproducir teorías, métodos y técnicas de estudio imperantes en Estados Unidos y otros países desarrollados, sin considerar las diferencias socioeconómicas, culturales y políticas imperantes en aquellos tiempos. Pero ya en la década de los setentas, esta dependencia empezó a cambiar al surgir la interrogante.
La pregunta de la cual partieron fue la siguiente: ¿Qué tipo de psicología social es incapaz de ocuparse de los problemas psicosociales existentes que afectan a los individuos y a la sociedad?

En lo personal creo que esta pregunta mantiene su vigencia en este siglo XXI, tan solo veamos las condiciones de desigualdad social y sufrimiento de la población.
Volviendo al tema, el contexto social en el cual surgió la Psicología comunitaria se nutrió de las aportaciones de los siguientes movimientos:
a) Surgimiento del movimiento antipsiquiátrico italiano encabezado por Franco Basaglia en Italia, que cuestionaron el encierro en el hospital psiquiátrico como alternativa válida en el tratamiento de la locura, la relación médico-paciente en la psicoterapia, el rechazo a la psicoterapia individual, el rol del experto institucional de salud, así como el tratamiento dado a la enfermedad mental, considerando el origen social de este padecimiento.
b) Los movimientos políticos de liberación en el Tercer mundo, que incluyeron la participación social de amplias capas de la población, en grandes movimientos colectivos.
c) La influencia de los movimientos de emancipación, concientización, y liberación cuyos exponentes más representativos son la teología de la liberación de Paulo Freire, la Sociología de la participación de Orlando Falls Borda , la educación popular y la sociología militante, que abogaban por una identidad latinoamericana que no dependiera directamente de potencias extranjeras.

Los factores que contribuyeron a su surgimiento, desarrollo y consolidación fueron:
1.- La crítica a las posturas teórico-metodológicas de la Psicología individual
2.- La presencia de la llamada "crisis de pertinencia" de las ciencias sociales en esa época
3.- La influencia de modelos alternos que proponían una perspectiva interdisciplinaria, más integradora e incluyente
4.- El impacto psicosocial de regímenes dictatoriales militares, que exigían una praxis psicológica que fuera consistente con los problemas específicos de los países de Latinoamérica.
5.- Efectos económicos y políticos del subdesarrollo en Latinoamérica

La revolución paradigmática de la Psicología comunitaria

Las nuevas concepciones sobre el quehacer psicológico crearon una ola neoparadigmática que arrasó con los paradigmas vigentes en los cuales se fundamentaba la Psicología con enfoque en el individuo. Se observó que el énfasis que tenía la Psicología de aquel entonces en el individuo como objeto de estudio e intervención psicológica, con una visión de un sujeto pasivo, que se limitaba a ser receptor de las acciones del investigador para dar respuestas dirigidas, predeterminadas, impedía que desde esta Psicología se diera un aporte efectivo a la solución de los problemas sociales que reclamaban de manera urgente una respuesta.

Esos movimientos afectaron al conjunto de las ciencias sociales, pero en el caso particular de la Psicología estas ideas provocaron una ruptura epistemológica que llevó a la construcción de una nueva concepción de la Psicología que rebasó la intervención individual como método central y único del quehacer psicológico, para centrar su atención en los grupos sociales y en la dinámica interna de los individuos que los conformaban. Se empezó a construir una nueva visión del ser humano, se le percibió como un individuo miembro de varios grupos en forma simultánea y parte integrante y activa de la comunidad a la que pertenecía, lo que le daba un carácter eminentemente social, se le vio como un ser activo, constructor de la realidad y por ello, capaz de transformar su propia realidad, una realidad que se presentaba excluyente, en la cual prevalecía la injusticia y la antidemocracia, afectando a grandes capas de la población.

En consecuencia, la Psicología comunitaria surgió como un movimiento de las ciencias sociales en América latina que se dirigía fundamentalmente a los sectores sociales excluidos, a los oprimidos, a aquellos marginados dentro de una sociedad cada vez más excluyente. La Psicología comunitaria nace como la expresión de una inconformidad hacia una Psicología social que se caracterizaba por centrarse en el individuo, era una Psicología social psicológica, que no tomaba en cuenta y por tanto no daba respuestas a los grandes problemas sociales.

Esta Psicología social psicológica estaba encerrada en un reduccionismo psicológico, el paradigma bajo el cual se regía, mantenía una distancia entre el investigador y su objeto de estudio. Un paradigma que promovía una falsa objetividad y neutralidad científica, que retomaba del positivismo imperante que planteaba que el conocimiento científico debe ser medible, observable y verificable. Quizá a algunos de mis colegas les suene esto familiar, porque en pleno siglo XXI, la enseñanza de la Psicología en el ámbito académico, sigue manteniendo estas premisas "científicas".

Al igual que en los tiempos actuales, en la década de los setentas la realidad circundante provocaba una profunda insatisfacción social, un verdadero sufrimiento colectivo.
Los psicólogos de aquel entonces en sus intervenciones veían este clima de insatisfacción social y por su lado experimentaban otro tipo de insatisfacción, el ver que su propia disciplina era incapaz de dar una respuesta a ese sufrimiento social. Aquellos psicólogos sufrían por la separación existente entre la ciencia que practicaban y la vida cotidiana de las comunidades en las que intervenían. Veían con pesar que las formas tradicionales de hacer psicología no eran suficientes para la problemática que enfrentaban y para combatir el sufrimiento social de las comunidades en las que intervenían. Existía una necesidad urgente de dar respuestas inmediatas a los problemas que formaban parte de la realidad circundante de las comunidades.

En consecuencia, surgió en forma natural una búsqueda de nuevas intervenciones que dio como resultado el surgimiento de nuevas formas alternativas de hacer Psicología. ¿Cómo lo lograron?, rescatando líneas de pensamiento que habían sido marginadas, ignoradas o excluidas por la ideología dominante, o por la tendencia dominante en el quehacer científico. De esta forma, los psicólogos sociales de aquella época voltearon su mirada en la fenomenología, en las corrientes marxistas, la educación popular, la filosofía, la sociología, la antropología, formas cualitativas de investigación, etc.

Es entonces que surge una nueva práctica científica, una nueva forma de pensar y hacer psicología, que exigirá un replanteamiento, una redefinición de los profesionales de la Psicología, como de su objeto de estudio. Es el momento de la construcción de un nuevo paradigma en ciencias sociales. Recordemos que un paradigma es una manera particular de ver la realidad, el paradigma vigente hasta ese entonces, es decir, la forma de ver la realidad en aquellos tiempos mostraba grandes limitaciones, se mostraba insuficiente para responder a los grandes problemas sociales.

Los paradigmas se van construyendo en forma colectiva, no es la sola visión de un individuo, se construyen a través de la práctica social, inclusive no son percibidos en un primer momento. Al modificar sus métodos y técnicas de intervención, después de rebasar el psicologismo y adoptar un enfoque multi e interdisciplinario, los psicólogos de aquella época estaban construyendo un nuevo paradigma, que dio lugar a una nueva Psicología que abandonaba la percepción de sujetos pasivos de los miembros de las comunidades y reconceptualizarlos como actores sociales que podían transformar su realidad y encontrar soluciones por sí mismos a los grandes problemas que estaban enfrentando.
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La nueva Psicología comunitaria percibe al sujeto humano como un ser activo, dinámico, constructor de su propia realidad con necesidades y expectativas propias, pero en estrecha interrelación y con gran interinfluencia con los miembros de su comunidad. Una nueva concepción psicológica del ser humano que necesariamente presentaba la necesidad de crear nuevas formas de aproximación diferentes a las del pasado que lo veían solo como sujeto de intervención de parte de un experto en Psicología. De esta forma, de una manera progresiva, la Psicología social fue perdiendo cada vez más su sesgo individualista y al acercarse a las ciencias sociales encontró nuevos enfoques teóricos y metodológicos, cuya aplicación le daban la relevancia social de la cual carecía. 

El desarrollo de la Psicología Social en Latinoamérica fue dándose en la medida de que buscaba un nuevo paradigma apoyándose en las premisas siguientes:
a) Una apertura metodológica
b) Reconocer el carácter histórico de los fenómenos a estudiar
c) Prioridad por estudiar contextos naturales y no de laboratorio
d) Rechazo a la hegemonía del modelo que se quería imponer desde las ciencias naturales
e) Reconociendo un carácter activo a los sujetos de investigación como productores del conocimiento que asumen un papel político y social
f) Reconocer el carácter dinámico, dialéctico y simbólico de la realidad social

En sus inicios la Psicología comunitaria presentó un crecimiento rápido que impidió identificar un marco conceptual específico que reflejara los valoresobjetivos y preocupaciones que la caracterizaban. Pero una de sus principales características era el interés en abordar el análisis del ámbito social desde la perspectiva de la Psicología, manteniendo una resistencia que rayaba en la oposición a los enfoques individualistas que prevalecían en el campo de la Psicología en ese entonces que continúan observándose en pleno siglo XXI.
Otro elemento destacado en el inicio de la Psicología comunitaria era la promoción de la autogestión en las comunidades. Poco a poco la Psicología comunitaria adquirió un carácter propio al consolidar nuevos aportes teóricos, metodológicos y conceptos que le permitieron consolidarse como disciplina propia.

La irrupción de la Psicología comunitaria en Latinoamérica consistió en una serie de cambios en las ciencias sociales, tanto en el ámbito teórico como práctico de la intervención social. Por eso mismo se considera que el surgimiento de la Psicología comunitaria constituyó por sí mismo, una revolución paradigmática, en la medida de que modificaba el paradigma vigente en la relación sujeto-objeto de investigación social.

El concepto de paradigma puede ser concebido como una determinada manera de pensar, de ver la realidad social y de construir un conjunto de valores que orientan nuestra construcción de la realidad. Los paradigmas nos permiten ver la realidad y a veces no. http://www.psicolatina.org/Cero/horizontes.html
Algo importante que debemos considerar es que los paradigmas se van construyendo colectivamente sin que los participantes lo perciban totalmente, no son creaciones individuales.

La revolución paradigmática en el caso de la Psicología comunitaria, consistió en que se presentó un cambio en la visión de nuestro objeto de estudio, de un sujeto pasivo en la relación sujeto-investigador que predominaba la investigación psicosocial en aquel entonces (todavía, si se me permite decirlo), a la construcción de un modelo de investigación en el cual el individuo estudiado es concebido como alguien participativo, con el cual el investigador puede y debe mantener una la relación de colaboración, que beneficiará a ambos al compartir el conocimiento teórico con el conocimiento práctico.
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Esta revolución paradigmática incluyó un cambio en la autoimagen del individuo que forma parte de la comunidad, el mismo que antes pensaba que la realidad era inmutable, pasa ahora a la visión de una construcción social de la realidad, en la que todos participamos de una u otra forma. Con este cambio de percepción social, se produce un empoderamiento del individuo al tomar consciencia de que puede contribuir al logro de un cambio social de su realidad circundante y esto lo puede lograr en la medida de que incremente su participación social. La nueva praxis de la Psicología comunitaria incluía como requisito primordial la participación de los integrantes de la comunidad en todo el proceso de transformación de la misma, con lo cual se construía un vínculo de colaboración entre los participantes, incluyendo el científico social.

Metas y valores de la Psicología comunitaria latinoamericana

Decíamos líneas arriba que la Psicología comunitaria latinoamericana es considerada como la "Ciencia del cambio social", definamos el cambio social como "una mejoría en las condiciones o la calidad de vida de las personas, como un proceso de autogestión que da paso a la autodeterminación, liberación o emancipación humana. Irma Serrano-García. 1993. http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=576

La Psicología comunitaria latinoamericana intenta facilitar el cambio social a través de la concientización y participación de las personas involucradas respetando su diversidad. En este proceso la participación comunitaria juega un papel central, ya que no se concibe la posibilidad del cambio sin que las personas involucradas participen en alguno o todos los procesos de la intervención-acción. La Psicología comunitaria latinoamericana presenta un fuerte compromiso con los sectores menos favorecidos de la sociedad, es decir, con la población excluida que ha sido arrojada a vivir en condiciones de pobreza en la creciente desigualdad impuesta por el neoliberalismo.

Este compromiso apunta a lograr la solución de los problemas socioeconómicos y políticos que afectan a las comunidades sociales. Parte de la creencia de que los integrantes de las comunidades tienen los recursos o potencialidades que les permiten identificar sus necesidades más apremiantes, los problemas más urgentes de solucionar, así como las alternativas de solución más adecuadas para los mismos.

El cambio social que se busca a través de la intervención psicosocial en comunidades es crear relaciones de poder horizontales y un sentido de solidaridad con los más afectados, crecimiento de un sentido de responsabilidad social que rebase el ámbito individual y sobre todo un sentimiento de pertenencia del individuo a la comunidad que le permita construir una identidad comunitaria fortaleciendo el vínculo entre el individuo y la comunidad a la que pertenece.
La intervención psicosocial bajo esta perspectiva toma como punto de partida la percepción del individuo desde una visión de totalidad, que incluye el individuo y su pertenencia simultánea a diferentes grupos formales e informales, así como su interacción e interinfluencia con un sinnúmero de organizaciones, en el contexto de una toma de consciencia de su ubicación sociohistórica, es decir, del momento histórico que se está viviendo. Obviamente los anterior obliga a rebasar las explicaciones psicologistas de los fenómenos sociales y a retomar un enfoque multi e interdisciplinario en la intervención psicosocial.

Finalmente y no menos importante, la intervención del Psicólogo comunitario debe guiarse por el respecto y conocimiento adecuado de la cultura popular, en una relación que obliga a la desprofesionalización de la figura del psicólogo, es decir, a la necesidad de abandonar el rol de experto en el que siempre se le ha ubicado, asumiendo una actitud de sencillez y honestidad en sus relaciones con los demás. Con lo anterior se busca integrar el conocimiento científico con el conocimiento popular, para nutrirse ambos y lograr la socialización del conocimiento científico, así como ligar la teoría basada en modelos emergentes con la práctica que permitiera la aplicación de los mismos en forma congruente y pertinente con la dinámica de la comunidad y sociedad. Todo lo anterior gira en torno a un concepto central: la participación social.

Definición de Psicología comunitaria

La Psicología social respondió a estas nuevas expresiones dando lugar a lo que hoy se conoce como Psicología social comunitaria, que fue definida "como el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y el poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar sus problemas y producir cambios en el ambiente y en la estructura social" (Montero, 1982).
De esta definición destacan los siguientes elementos:
1.- El poder y las relaciones de desigualdad social
2.- La presencia de una acción transformadora sobre el entorno, tanto en la sociedad en su conjunto como sobre los propios integrantes de la comunidad, quienes son los que realizan el cambio social.
3.- Surge una nueva forma de "hacer Psicología", al implementar cambios en la metodología de intervención psicosocial. Se modifica el rol del Psicólogo y del sujeto que hasta ese momento solo habían sido objetos de estudio. El surgimiento de la Psicología comunitaria cambia la relación entre ambos al considerar a los integrantes de la comunidad como protagonistas del cambio social desde el diseño de la intervención hasta su implementación misma. Al respecto, en mi trato con mis alumnos les insisto hasta el cansancio de que eviten hablar de las personas como "los sujetos" de la intervención psicológica, les pido que tengan presente que son personas como nosotros, de las cuales no debemos marcar una falsa distancia en nombre de una pretendida objetividad científica.
4.- Surge una crítica a las relaciones vigentes hasta ese momento de la relación individuo-sociedad, de dejar de percibir al individuo como un ente pasivo y se le concibe ahora como un agente de transformación social.

La Psicología comunitaria introdujo la idea del carácter político que existe en la relación individuo-sociedad y sobre todo de cómo es posible generar una política liberadora que se oponga a la opresión social existente. Muchos nombres recibió esta naciente disciplina, lo cierto es que la Psicología Social latinoamericana se mostró más social y crítica que las Psicologías sociales de Europa y Estados Unidos.

En este marco y con esa intención, la intervención social comunitaria aborda los procesos de cambio y transformación y básicamente consiste en procesos intencionales de cambio, que incluyen la participación de los integrantes de la comunidad en procesos que incluyen el desarrollo de recursos de la población, así como el desarrollo de organizaciones comunitarias autónomas a través de la modificación de las representaciones acerca de su rol en la sociedad y sobre el valor de sus propias acciones para ser activo en la modificación de las condiciones que las marginan.

Las características principales de la Psicología comunitaria latinoamericana es que cuestionan el paradigma imperante en la Psicología social latinoamericana, proponiendo un paradigma emergente que incluye dentro de sus postulados el carácter histórico de la psicología, reconociendo que los fenómenos psicosociales se dan en realidades específicas.
Parte de la descripción de la realidad social como orientadora fundamental de estudios psicológicos, tomando en cuenta la estructura económica y social y sus efectos en la formación del ser social.

Reconoce el papel activos de los seres humanos, considerados como actores y constructores de su realidad y enfatiza la necesidad de orientar los estudios desde la perspectiva de los "oprimidos", ya no desde la perspectiva del hombre promedio y propone la idea de trabajar para que sus sujetos de estudio, empleen sus capacidades y potencialidades en un proceso de toma de consciencia y control sobre sus vidas y circunstancias vitales. Por lo anterior, la participación es el eje articulador de la Psicología social comunitaria, mediante la participación se busca fortalecer el capital humano de la comunidad. Incluye el fortalecimiento de las redes sociales y el desarrollo de su capacidad para interactuar con las instituciones gubernamentales responsables de los programas sociales que involucren a la comunidad.

La participación se dirige a la toma de decisiones y el control social de los compromisos asumidos. La participación incluye la toma de consciencia de los derechos ciudadano, como el derecho a ser informado, derecho a opinar y reclamar, derecho a apelar e impugnar decisiones de la autoridad, mediante la participación se busca la confrontación de ideas para llegar a consensos y a la toma de decisiones colectivas.
Mediante la participación se busca incorporar la población beneficiaria en la gestión de los programas y proyectos sociales.

A través de la participación se busca el cambio social de las condiciones de exclusión que han presentado históricamente las comunidades marginadas. Se busca que los integrantes de la comunidad sean agentes de intervención y no solo sean concebidos como actores-objetos de la misma. Se pretende lograr a través de la participación la autogestión de los sujetos sociales que integran la comunidad.

Características iniciales de la Psicología comunitaria en América latina

Este nuevo paradigma que trajo consigo la irrupción de la Psicología comunitaria en América latina, se perfiló hasta adoptar las siguientes características observadas en un movimiento social que tuvo lugar simultáneamente en varios países latinoamericanos.
1.- El inicio de la Psicología comunitaria latinoamericana se dio como parte de una práctica nueva en Psicología social. Los movimientos colectivos plantearon un nuevo escenario al cual los psicólogos intervinieron aplicando teorías, modelos, métodos y técnicas con un enfoque interdisciplinario. Con estas prácticas empezó la construcción (sin saberlo en ese momento los psicólogos) de una nueva rama de la Psicología: La Psicología comunitaria, un tipo de Psicología que surge de una práctica transformadora. Con ello se generó una metodología basada en la acción, la investigación-acción como forma de investigación e intervención en la realidad social. Con este tipo de metodología se avanzó en la construcción del conocimiento tomando como punto de partida las experiencias vividas y la reflexión sobre las mismas. Fue el momento en que se descubrió que la práctica genera un "saber" y este nuevo "saber" genera a su vez nuevas prácticas.

2.- A ese tipo de prácticas se sumó la búsqueda de teorías emergentes, métodos eficaces y técnicas pertinentes, lo cual permitió no sólo dar una fundamentación epistemológica a la naciente Psicología comunitaria, sino también encontrar solución los problemas urgentes que requerían soluciones inmediatas.

3.- Pero la principal característica de la Psicología comunitaria era que la distinguía una fuerte orientación hacia la transformación social. La finalidad de su surgimiento, el objetivo general que persigue la Psicología comunitaria es el cambio social. La psicología comunitaria surgió como una Psicología de la acción para la transformación, utilizando un tipo de metodología que demandaba un vínculo de colaboración entre los investigadores y los integrantes de la comunidad.

4.- La necesidad de comprender los fenómenos sociales que se presentaban en forma emergente, llevó a la adopción de una perspectiva multidisciplinaria que fue producto de la búsqueda de modelos teóricos, metodologías y técnicas más allá de la Psicología vigente en esos tiempos.

5.- La conversión del "sujeto pasivo de investigación" en una persona con criterio propio, capaz de tomar sus propias decisiones, con un rol dinámico, activo y participativo en el proceso de cambio social. Es decir, una persona que construye su realidad al desempeñar un rol de actor social, capaz de transformar la realidad en la que está inmerso.
6.- La redefinición del rol del psicólogo ante la incapacidad de mantener una práctica de intervención social, caracterizada por una "distancia objetiva" con el objeto de estudio.

7.- La elaboración de modelos teóricos propios que respondían de mejor forma a los problemas urgentes que se presentaban en esa realidad.

A manera de conclusiones

En el inicio del tercer lustro del siglo XXI sería de esperarse que la humanidad recibiera sin excepción alguna los beneficios del desarrollo tecnológico que se ha logrado, sin embargo esto no es así ya que lo que se observa en nuestra realidad es un incremento de la desigualdad social, que tiene como resultado el crecimiento de la pobreza en millones de personas en el mundo entero, sobre todo en los países latinoamericanos. Esta desigualdad social es la causa del surgimiento de diversos problemas sociales que afectan a nuestras comunidades (pobreza extrema, delincuencia común, delincuencia organizada, adicciones diversas, etc.) y causan grandes sufrimientos a nuestras poblaciones. Junto a esta desigualdad social y sus efectos nocivos para la población se observa una baja participación social de los integrantes de nuestra sociedad en la atención a los grandes problemas sociales, lo cual es sin duda alguna resultado de la implementación de estrategias de control social por parte de la élite en el poder que utilizan todos los recursos para mantenerse en el mismo, incluido el uso de la ciencia social para lograr la manipulación, el conformismo, la obediencia y la sumisión.

En este contexto social surge la necesidad de implementar cambios sociales que conduzcan al desarrollo de un bienestar de la población general mediante la atención a los grandes problemas sociales. Las universidades públicas deben jugar un papel importante en la implementación de cambios sociales planeados, mediante la formación de agentes de cambio social que realicen intervenciones en los sectores socialmente marginados con el objetivo de contribuir a elevar su calidad de vida. En eso consiste el compromiso social que tienen las instituciones de educación superior con sus comunidades. Las Universidades deben estudiar la manera de satisfacer las necesidades populares y no centrarse en satisfacer las necesidades de las grandes organizaciones. Deben recuperar su identidad como universidades públicas con un gran compromiso social y dejar de actuar como universidades al servicio de las empresas.

El Psicólogo requiere como parte de su formación el conocimiento teórico de la intervención comunitaria que ofrezca al estudioso de la Psicología la posibilidad de desarrollar nuevos roles profesionales para intervenir no solo con individuos sino también con comunidades específicas.
La Psicología Comunitaria como una joven disciplina científica que se encuentra aún en un proceso de consolidación de sus prácticas y de definición de su rol, ha hecho su aparición recientemente. La Psicología comunitaria se enfoca en los temas sociales que demandan o exigen cambios en la estructura social. Permite facilitar el cambio social a través de la concientización y participación de las personas involucradas, desde una perspectiva interdisciplinaria, logrando la integración del conocimiento científico y el conocimiento popular.
La Psicología comunitaria a diferencia de la Psicología individual tiene un compromiso con los sectores marginados de la sociedad y con la solución justa de los problemas sociales que les aquejan. La Psicología comunitaria es la respuesta que está demandando la población social que vive en condiciones de marginación, pobreza y con gran sufrimiento. La Psicología comunitaria es la respuesta al reclamo urgente de las comunidades por un cambio social que les permita elevar su calidad de vida.

Una premisa de la cual parte la Psicología comunitaria latinoamericana es la creencia de que las comunidades tienen los recursos o potencialidades para identificar sus necesidades y problemas para resolverlos. Al concebir como un factor central del cambio social la participación, la Psicología comunitaria permite combatir el conformismo, la indiferencia, la sumisión y la obediencia social en las que descansa el control social de nuestra sociedad en beneficio de quienes están en el poder. La Psicología comunitaria es en concreto una estrategia metodológica basada en la investigación-acción, orientada hacia el cambio social y la concientización. El objetivo fundamental de esta práctica consiste en la movilización de un grupo particular (una comunidad), para el análisis y discusión de sus problemas para identificar soluciones, con la ayuda de un agente de cambio percibirá en sus dimensiones la problemática social y la necesidad de incrementar su participación social para lograr una transformación social.

La intervención psicológica en la comunidad implica tener un compromiso con los sectores excluidos de la sociedad y con la búsqueda de soluciones justas a los problemas sociales que aquejan a la comunidad. Se parte de la premisa de que los integrantes de las comunidades tienen la capacidad de reconocer sus necesidades y problemas y encontrar la solución a los mismos. La intervención psicosocial desde la perspectiva de la Psicología comunitaria conduce en forma inevitable a asumir una postura política en una sociedad que promueve la desigualdad social. Nos permite utilizar el conocimiento científico para lograr la liberación social de nuestras comunidades. Nos da elementos para enfrentar la guerra psicológica a la que nos vemos sometidos sin percatarnos de ella en nuestra cotidianeidad.

La interrogante para los psicólogos contemporáneos en este punto es la siguiente: ¿Coincidimos con las metas y valores que persigue la Psicología comunitaria?
¿Compartimos el compromiso social que la intervención psicológica en comunidades requiere?
La Psicología contemporánea se encuentra en similares condiciones a las que se encontraba la Psicología en la década de los setentas, en el sentido de que no da una respuesta a los grandes problemas sociales que enfrentan nuestras comunidades. Por ello mismo se requiere seguir el camino de la Psicología comunitaria realizando una revolución paradigmática que nos permita construir una Psicología socialmente sensible que permita dar una respuesta al sufrimiento colectivo que hoy viven grandes capas de la población en Latinoamérica y en el mundo entero

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Autor:
Oscar Yescas Domínguez.


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