- Un llamado de alerta para empezar
- El incremento de las adicciones y surgimiento de nuevas adicciones
- La crisis de la crítica social
- Un sistema social en agonía permanente
- La necesaria construcción de un marco teórico
- El futuro incierto de las nuevas generaciones
- La creciente desigualdad social
- El poder corporativo: la nueva mafia que controla el poder
- Desobediencia y rebelión social
- El retorno a la utopía en pleno siglo XXI inspirado en un sentimiento de dignidad
- Referencias
Un llamado de alerta para empezar
En 1915 Rosa Luxemburgo utilizó por primera vez la expresión Socialismo o Barbarie inspirada en la lectura de un texto de Federico Engels, la incluyó en un panfleto antibélico que escribió en el inicio de la primera guerra mundial redactado mientras se encontraba en una prisión alemana, en ese documento lanzó por vez primera la idea de que la humanidad se encontraba frente a la elección entre la victoria del socialismo o el fin de la civilización:
"Friedrich Engels dijo una vez: "La sociedad capitalista se halla ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie."
Hemos leído y citado estas palabras con ligereza, sin poder concebir su terrible significado.
Así nos encontramos hoy, tal como lo profetizó Engels hace una generación, ante la terrible opción: o triunfa el imperialismo y provoca la destrucción de toda cultura y, como en la antigua Roma, la despoblación, desolación, degeneración, un inmenso cementerio; o triunfa el socialismo, es decir, la lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo, sus métodos, sus guerras."
https://portaldelasculturas.wordpress.com/2014/11/22/el-origen-del-eslogan-socialismo-o-barbarie-de-rosa-luxemburg/
Ciento un años después de esa profética advertencia, las condiciones en las que se encuentra la humanidad en pleno siglo XXI no son muy diferentes a las que prevalecían cuando Rosa Luxemburgo escribió aquella sentencia, ya que hoy en el inicio del 2,016 podremos ver, si prestamos la suficiente atención que la humanidad se encuentra en un camino lleno de peligros que la conduce en forma inevitable hacia un proceso de destrucción, tanto del medio ambiente que la rodea como de la humanidad misma.
Nos encontramos sumidos dentro de una crisis social que no se limita a los aspectos económicos y políticos, sino que trasciende también al ámbito ecológico, debido al consumo desmedido de los recursos naturales de nuestro planeta que ha provocado fenómenos como el cambio climático a nivel mundial.
Completamente sumergido con genuina preocupación en estas profundas reflexiones, descubro con gran placer que tenemos pensadores contemporáneos con un gran fundamento teórico, que comparten preocupaciones similares.
Algunos no solo se limitan a retomar la advertencia que hizo Rosa Luxemburgo, sino que la hacen suya, como lo es el caso del filósofo húngaro Itsván Mészáros quien precisamente escribió un libro titulado ¿Socialismo o barbarie? Publicado en 2,007, aun cuando éste fue escrito antes de los hechos del 11 de septiembre del 2,001.
Quizá algunos consideren que estoy exagerando al hacer esta analogía, probablemente habrá más de una persona que piense que conceptos como capitalismo o socialismo pertenecen al pasado y que es preferible hablar de modernización y globalización. Probablemente habrá más de uno que piensen que el capitalismo triunfó en verdad sobre el socialismo y que el destino de la humanidad es estar dentro del sistema capitalista como máxima forma de vida universal.
Pero reflexionando en voz alta y en forma honesta, creo que el pensar de esta forma es la prueba más fehaciente de que se ha sido presa de una manipulación ideológica que sólo beneficia a la clase dominante contemporánea, que difunde la idea de que no hay otra opción mejor que el capitalismo, sin reconocer que vivimos en un momento de la historia de la humanidad en el que la desigualdad social crece a pasos agigantados con todo lo que eso implica.
Esta creciente desigualdad social es precisamente lo que genera una tendencia hacia la destrucción de la humanidad y necesitamos reflexionar sobre esta situación para actuar antes de que sea demasiado tarde. Invito al lector a seguirme en el desarrollo de las siguientes reflexiones que intentan describir
El primer paso para lograr una mayor comprensión de esta problemática es reconocer que vivimos en un sistema social cuya característica principal es que existe una propiedad privada sobre los medios de producción, lo que significa que lo que se produce es para vender, para obtener un beneficio económico, no para brindar un beneficio social ni mucho menos para satisfacer las grandes necesidades sociales. Es decir, vivimos en el marco de un sistema capitalista que se caracteriza por la explotación de las mayorías sociales en beneficio de los propietarios del poder económico y político, o sea, la clase en el poder.
Junto a lo anterior debemos prestar atención también al hecho de que gracias al desarrollo tecnológico que vivimos en nuestros días que permite la aplicación de la ciencia y la tecnología en el proceso de producción, en miles de fábricas en el mundo se realiza diariamente una producción masiva de diversos artículos que se colocarán a la venta en el mercado.
Esta producción masiva de artículos en nuestra sociedad contemporánea se realiza en varias partes del mundo y un elemento que complica aún más la situación es el hecho de que para mantener este ritmo de producción masiva y garantizar sus ganancias los propietarios de los medios de producción realizan campañas publicitarias a través de los medios masivos de difusión para fomentar un consumo masivo y exagerado entre la población.
Este consumo masivo produce una enorme cantidad de basura con deshechos que tardan décadas en desintegrarse afectando la salud ambiental. Cabe mencionar en este punto que los mayores productores de basura en el mundo son los habitantes de los países de mayor consumo, es decir, los países llamados desarrollados o de primer mundo.
Pudiéramos pensar en un primer momento en base a la manipulación que hacen de nosotros las campañas publicitarias, que la producción de tales artículos se realiza para ayudarnos a satisfacer necesidades que experimentamos en nuestra vida cotidiana y para mejorar nuestra calidad de vida.
En algunos casos y con determinados productos esto podría suceder, pero lamentablemente lo que en realidad se observa es que este círculo de producción en masa y consumo masivo está teniendo efectos perjudiciales en varios niveles, tanto a la salud física y mental de los individuos y grupos que conformamos nuestra sociedad, así como al medio ambiente circundante. Es por lo anterior que podemos realizar las siguientes afirmaciones:
En primer lugar el hiperconsumo contemporáneo está destruyendo el medio ambiente, al provocar la extinción de los recursos naturales del planeta utilizados en el proceso de producción, por la contaminación producida por los deshechos del consumo masivo y por la basura que producimos todos y cada uno de nosotros.
Esto sucede por los siguientes motivos:
1.- Los insumos utilizados en la elaboración de determinados productos utilizan recursos naturales que no son renovables y al realizar una producción masiva de artículos, se realiza una extracción masiva de recursos que de manera progresiva se están agotando.
2.-En el proceso de producción y consumo de miles de productos industrializados se generan desechos que contribuyen a contaminar ríos, lagos, subsuelos y mares y no se toman las precauciones suficientes para evitar estos daños a la naturaleza.
3.- Los materiales con los que se empacan miles de productos tardan décadas y quizá cientos de años en biodegradarse, mencionemos por ejemplo que la gran mayoría de los productos utilizan el plástico.
La situación es de tal gravedad que en algunos países, sobre todo aquellos llamados eufemísticamente "en vías de desarrollo", se está generando un verdadero ecocidio producido por una gran contaminación del aire, de los ríos, de los mares y de nuestros suelos.
En segundo lugar, el consumo inmoderado de determinados productos está provocando la muerte de miles de personas porque la mayoría de los productos alimenticios o bebidas que consumimos son industrializados.
El consumo irracional producido por los medios masivos de comunicación contribuye a afectar seriamente la salud física de millones de personas en el mundo entero, porque dentro del repertorio de productos que promueve la sociedad de consumo en la que nos encontramos se encuentran productos alimenticios industrializados, cuyo consumo provoca serios daños a nuestra salud física porque en su proceso de industrialización se utilizan componentes químicos que aparte de hacerles perder sus componentes naturales, perjudican seriamente nuestra salud.
Por otro lado, existen productos que se ha demostrado que dañan seriamente la salud de los consumidores y a pesar de ello, se continúan promocionando sus ventas, sin importar los perjuicios que estén provocando.
Tan sólo basta ver las cifras del incremento en la población de problemas de obesidad, de tabaquismo, alcoholismo, desnutrición, etc., para darnos cuenta del impacto que diversos productos provocan en nuestra salud, sin que las autoridades gubernamentales hagan algo para proteger a los consumidores de los efectos nocivos de diversos productos.
En tercer lugar, la constante estimulación al consumo está perjudicando seriamente la salud mental de millones de personas en el mundo entero al fomentar la idea de que el alto consumo es sinónimo del logro de la felicidad humana. Esto produce una enajenación social en la que los valores humanos desaparecen y en su lugar surge la preocupación (que en algunos casos llega a la obsesión) de tener dinero para obtener esta "felicidad" que proporciona el consumo.
En la publicidad que recibimos diariamente se exaltan los supuestos beneficios de todo tipo de productos y se promueve la sobrevaloración de la posesión del dinero como meta principal en la vida. Esto ha traído como consecuencia inevitable, resultados prejudiciales para el desarrollo psicosocial de todo individuo, en la medida de que generan un tipo de enajenación social en la cual las personas son reducidas a la condición de objetos y llegan a valorarse a sí mismas y son valoradas por los demás en base al número de bienes materiales que poseen.
Esto afecta las relaciones interpersonales ya que se crea una crisis de valores al promoverse un materialismo vulgar y se posiciona el dinero como el valor máximo que puede tener una persona contemporánea, y todos los demás valores van perdiendo significado paulatinamente.
De esta forma podemos ver que el engaño substituye a la sinceridad, la ambición a la generosidad, el individualismo exacerbado a la solidaridad social, la indiferencia excluye la sensibilidad social, la hipocresía a la autenticidad, etc.
En este mismo contexto surgen frecuentes cuadros de depresión e insatisfacción en aquellas personas que no cuentan con la capacidad adquisitiva para adquirir los productos que supuestamente ofrecen bienestar y felicidad ya que no son parte del mercado al no tener la capacidad económica para comprar alguno de los miles de productos o servicios que nos ofrece la sociedad de consumo durante las 24 horas del día.
En otro ámbito, en el campo de la sexualidad se observa la difusión masiva de un modelo reduccionista de la sexualidad, centrado en lo genital que ha llevado a que la población asocie en forma natural a la sexualidad humana como un simple acto sexual, sin considerar los componentes psicológicos y sociales que existen en esta importante faceta de la conducta social.
En este modelo genital de la sexualidad humana está ausente por completo la información científica que se ha desarrollado sobre esta importante faceta del comportamiento humano, cuya comprensión integral y objetiva permitiría reducir la desigualdad y discriminación por género, pero no sucede porque en su lugar se promueven prejuicios, ideas erróneas y estereotipos sexuales rígidos con una fuerte ideología patriarcal y machista, que generan las condiciones para que se produzca la violencia hacia la mujer promoviendo con lo anterior una permanente desigualdad sexual y discriminación de género.
La imagen genital de la sexualidad se utiliza como un efectivo gancho que llama la atención para promover el consumo de diversos productos, ya que se utiliza una publicidad con fuertes contenidos sexistas, reduccionistas y enajenantes en las cuales la figura femenina se reduce a la calidad de un objeto sexual y la sexualidad a la condición de una mercancía más a la venta.
En miles de mensajes publicitarios se difunden modelos ideales masculinos y femeninos que muchas veces no encajan con la realidad que las personas observan en su medio ambiente, pero que sin embargo son utilizados para promover la venta de un sinnúmero de productos.
Esto afecta a un porcentaje considerable de la población que intenta lograr un parecido con estas figuras ideales y que asimilan la idea de que a través del consumo de determinados tipos de productos que se ofrecen al mercado podrá lograr un parecido con estos modelos ideales.
Estos contenidos publicitarios afectan considerablemente nuestro desarrollo psicológico, impiden nuestra autoceptación, perjudican nuestra autoimagen e inhiben la construcción de una identidad psicológica sana.
En su libro Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, el psicoanalista Erich Fromm se preguntaba en la década de los 50´s ¿por qué en los países industrializados se presentan las cifras más altas de suicidio a nivel internacional, cuando se supone que tienen sus necesidades básicas satisfechas? Hoy en el siglo XXI tenemos más elementos para responder a esta pregunta que mantiene su vigencia.
Todo esto sucede porque en nuestra sociedad de consumo se pone un gran énfasis en el acto de tener, en la obsesión compulsiva por la posesión de objetos como medio para alcanzar la felicidad, más que en el hecho de ser, de autorrealizarse, de crecer como ser humano. Nos inducen a pensar que si no tenemos posesiones no tenemos valor como seres humanos.
Todo lo anterior sucede en el contexto de una sociedad que produce para vender, es decir, el sistema capitalista. Este sistema que ahora intenta evitar llamarse por su verdadero nombre, ocultar su verdadero rostro y el término que se intenta utilizar en su lugar es el de globalización.
Como elemento adicional y a la vez, parte estructural de esta sociedad desigual, se encuentra la difusión de una ideología que contempla la corrupción como parte inherente a la naturaleza humana bajo la premisa de que "todo tiene un precio" y que hunde sus raíces en la cultura dominante al grado de percibir los actos de corrupción como "algo natural".
Se ha prostituido a la actividad política como sinónimo de corrupción por lo que la mayoría de la población se rehúsa a participar en la misma y se asume una actitud de rechazo a la misma, reduciendo su participación en este ámbito al acto de votar en períodos electorales, emitiendo votos de castigo más que votos de convencimiento por propuestas políticas, actuando como verdaderos analfabetas en materia de política.
La esencia del sistema capitalista consiste en que la mayor parte de la riqueza social que se produce tiende a concentrarse cada vez más en un reducido número de personas multimillonarias, que tienen más dinero del que podrían gastar en toda su vida, aun cuando esto implique que aumente el número de millones de personas en el mundo que caen en los niveles de pobreza.
A pesar de que todo lo anterior puede constatarse con tan solo dar un vistazo alrededor de nuestra vida cotidiana, podemos ver también que un gran porcentaje de la sociedad actúa con una increíble indiferencia social, asumiendo actitudes de conformismo, sumisión y obediencia a la autoridad, aceptando lo inaceptable, tolerando lo intolerable, guiados por una ideología en la que predomina el individualismo, que promueve la premisa de "que cada quien se rasque con sus propias uñas", asumiendo actitudes.
La sociedad contemporánea se caracteriza por promover una enorme y creciente desigualdad social, que se traduce en la existencia de millones de personas viviendo en la pobreza, sufriendo privaciones, padeciendo enfermedades, hambre y desnutrición
Esta desigualdad social significa que cada día aumenta en las calles el número de personas que mendigan porque no tienen trabajo, no tienen casa, porque no tienen comida, porque no tienen esperanzas.
Significa que se cometen injusticias, atropellos y violaciones a los derechos humanos de millones de personas, mientras que unos cuantos compran la justicia y a las autoridades a través de la corrupción para rodearse de impunidad
Significar que millones de personas se ven obligadas a renunciar a sus sueños de superación personal, académica o económica
Significa que a las generación de niños y jóvenes les están robando su futuro y condenándolos a una vida de carencias y sufrimientos
Significa que se sigan cometiendo crímenes sociales, como muertes infantiles por desnutrición, muerte de personas por hambre, encarcelamiento de padres y madres que roban comida para sus hijos
Significa condenar a la ignorancia y al analfabetismo a generaciones enteras que no podrán estudiar, ya sea porque tienen que trabajar, o porque no tienen dinero para pagar inscripciones, libros colegiaturas, etc.
Significa que algo está mal en esta sociedad que protege al poderoso en sus atropellos, mientras que ejerce violencia contra el desposeído por robar unas naranjas
Significa que no hay justicia social, libertad de expresión, democracia real y mucho menos igualdad social
Significa que no hay respeto a la vida humana, solo al capital
Significa una evanescencia de los valores humanos
Significa que el sistema en que vivimos no satisface las necesidades sociales de la mayor parte de la humanidad en el mundo entero.
El incremento de las adicciones y surgimiento de nuevas adicciones
A finales del siglo pasado asistí a un congreso internacional de Psicología social en la ciudad de Querétaro, organizado por la red Nacional de Psicólogos Sociales (RENAPS), organización que formamos psicólogos sociales de diferentes estados de la república mexicana y en la cual tuve el privilegio de formar parte de su dirección nacional.
Como parte integrante del Comité Organizador de ese evento, me asignaron la tarea de moderar una de las mesas denominada Psicología y Sociedad que fue la que tuvo mayor número de ponentes en el evento: 12 en total. Debido a la cantidad de ponentes inscritos en esa mesa se le asignaron tres horas para que cada ponente contara con 15 minutos para su intervención. En realidad la mesa duró 3 horas y media porque como moderador, me tocó la tarea de resumir las intervenciones en ejes centrales y destacar las propuestas incluidas en cada una de ellas.
Uno de los participantes en esta mesa fue el psicoanalista argentino Enrique Guinsberg que aprovechó el evento para presentar su libro Normalidad, conflicto psíquico y control social, en el cual afirmó que los integrantes de la sociedad contemporánea padecemos una eterna insatisfacción, generada por la contradicción existente entre un estímulo exacerbado hacia el consumo y un determinismo económico que limita nuestra capacidad para el consumo y que nos mantiene en constante estado de privación.
Según Guinsberg esta insatisfacción colectiva, cotidiana y generalizada es la causa de las múltiples adicciones que se observaban en aquellos años (estamos hablando de 1999, o sea una distancia de 17 años. Hoy en el 2,016, las adicciones tales como el alcoholismo, la drogadicción y el tabaquismo no solo no han disminuido, sino que han aumentado y han surgido nuevos tipos de adicciones.
Como ejemplo podemos mencionar que la industria de los videojuegos ha logrado posicionarse en el mercado a través de la venta y preferencia de sus productos, de tal forma que los usuarios de los mismos pasan varias horas al día jugando con ellos, al grado de que llegan a presentar un cuadro sintomático que puede caracterizarse como una auténtica adicción a los videojuegos.
Por otro lado, vemos que la televisión hoy en día ha logrado formar una parte importante en la vida cotidiana de los hogares de millones de personas. El usuario promedio de la televisión pasa una gran parte de horas al día consumiendo su tiempo frente al televisor, a la cual ha convertido en su principal fuente de distracción e información, creando con ello un nuevo tipo de adicción: la tele adicción.
Mencionemos por otro lado el caso de las redes sociales cuyo uso se ha multiplicado en forma increíble al grado de que se calcula que a nivel mundial existe un número de 3 mil millones de usuarios de internet.
Si recordamos que la radio como primer medio masivo de comunicación necesitó por lo menos 4 décadas para alcanzar 60 millones de radioescuchas, mientras que la televisión le llevó 15 años alcanzar el mismo número que la radio y al correo electrónico solo necesitó cinco años para alcanzar esa cifra.
¿Qué podemos decir de facebook que en solo nueve meses alcanzó la cifra de novecientos millones de usuarios?
Las redes sociales se han convertido en una parte importante de la vida personal de millones de personas, al grado de que constantemente están conectados y si llegan a desconectarse experimentan grados altos de ansiedad y en algunos casos llegan a perder el control de sí mismos y de sus reacciones.
El desarrollo tecnológico y nuestra dependencia del mismo ha conducido al surgimiento de un nuevo temor generado por el mundo virtual: el miedo a no ser partícipe de experiencias gratas de otras personas. Ya se le ha dado un nombre a este temor el Fomo, por sus siglas en ingles fear of missing out.
Podría decirse que es un nuevo tipo de adicción que consiste en que la persona experimenta un deseo obsesivo por navegar por internet y comparar las experiencias y posesiones propias con las de otras personas. Cabe mencionar que no es un problema de gente introvertida que utilice las redes sociales por su incapacidad de entablar relaciones personales auténticas cara a cara.
Este temor también es experimentado por gente extrovertida que gusta de lucirse y presumir para ganar reconocimiento. En la medida de que es mayor el nivel de aflicción y apego a las redes sociales, es menor la calidad de vida de quien lo experimenta.
Esta situación ha llevado a que en su obsesión por estar conectados, las personas que conducen sus automóviles mientras manipulan sus dispositivos móviles pongan en riesgo sus vidas propias, las de las personas que los acompañan en el vehículo y las de aquellas que tengan la mala fortuna de atravesarse en su camino.
La situación ha llegado a ser tan grave que en Estados Unidos las muertes por distracciones de este tipo mientras se conduce un vehículo, han llegado a superar el número de muertes por conducir en estado de ebriedad.
La necesidad de tener presencia constante y estar en contacto permanente con otras personas en el mundo virtual les pone frente al problema que no tienen nada que decir por sí mismos, por lo que ante su falta de creatividad para tocar diversos temas y ante las escasas habilidades que poseen para expresar sus ideas por escrito, se limitan solo a compartir información, imágenes y notas que otras personas suben a la red, sin agregar comentario personal alguno.
Algunos más actúan sin precaución alguna y publican constantemente fotos y datos de información personal sin pensar que se exponen con ello a que depredadores sexuales, delincuentes organizados y cibernéticos puedan utilizar esta información en su contra o simplemente robarles su identidad como ya se han presentado varios casos de este tipo.
Otros publican constantemente selfies o los lugares que visitan, cambian las fotografías de sí mismos en períodos cortos como un concurso de popularidad para ver cuántos "me gustan" acumulan y retoman este número como indicador de la aceptación social de su persona. Varias personas realizan en forma reiterada este tipo de prácticas.
Permanecen conectados a la red durante horas, por lo que su participación en redes sociales se convierte cada vez más en un verdadero problema social que tiene repercusiones personales en la medida de que contribuye a un aislamiento social y limitan su interacción al mundo virtual.
El pasar horas en el mundo virtual también repercute en la dinámica familiar ya que limita su interacción y aumenta la incomunicación interpersonal, creando un vacío de comunicación entre los integrantes del grupo familiar.
En el terreno académico el exceso de horas en internet aumenta las posibilidades de que se presente el fracaso escolar que traerá consecuencias psicológicas de otro tipo como la depresión.
Finalmente en el ámbito laboral, la inversión de grandes cantidades de tiempo en internet en horas de trabajo provoca un descenso de la productividad y una baja en la calidad del desempeño laboral que podría traer consecuencias negativas como amonestaciones o incluso el despido.
Según un estudio realizado por la Asociación Mexicana de internet, en el 2,014 había en nuestro país un número aproximado de 53.9 millones de internautas, que en promedio pasaban conectados a la red seis horas once minutos.
Poco a poco el uso de las redes sociales está ocupando un lugar preponderante en nuestras vidas por lo que considero importante que cada persona reflexione a nivel personal acerca de si está generando o está atrapado en un tipo de adicción por usar internet y las redes sociales.
Podríamos hablar también del incremento de la ludopatía que consiste en la adicción para apostar en juegos de azar. Un problema que va en ascenso debido al incremento de casinos en México.
En base a la información anterior, no es temerario entonces afirmar que en la sociedad moderna del siglo XXI, una inmensa mayoría de la población mundial vive con altos índices de insatisfacción social que los lleva a generar múltiples adicciones (a las drogas, al alcohol, a la televisión, al sexo, a la ludopatía, a internet, a las redes sociales, al teléfono, etc.)
Los tiempos modernos que vivimos en el siglo veintiuno, con el desarrollo tecnológico y las promesas de progreso social deberían traducirse en una mejora en la calidad de vida de la población en el mundo entero. Sin embargo, vemos que esto no es así ya que cada vez existe mayor pobreza a nivel mundial, más injusticias, más desigualdad, más problemas de salud sin solución, más defunciones por causas sociales.
Todo lo anterior representan indicios de que algo no está funcionando correctamente como debiera de ser, de que vamos por un rumbo que nos conduce a la destrucción de nuestros recursos naturales, a la destrucción paulatina de nuestra salud física y psicológica, hacia la destrucción de la humanidad misma. Es decir hacia la destrucción de nosotros mismos, de nuestra salud, de nuestras vidas y la destrucción del futuro de las próximas generaciones.
La crisis de la crítica social
La presencia de una crisis global de la economía mundial es algo inocultable, por ello mismo es común encontrar en estos días análisis de economistas, especialistas en finanzas, filósofos, sociólogos, psicólogos, etc., que hablen sobre la crisis global del sistema en el que nos encontramos y sus consecuencias en los diferentes ámbitos de nuestra vida cotidiana. Algunos advierten que lo peor de la crisis internacional está por venir, que se acerca una debacle económica sin precedentes.
Debemos tener presente que una de las características del mundo moderno en el que vivimos es que estamos dentro de una economía globalizada en la que existe una interdependencia e interinfluencia, de tal forma que lo que suceda en el otro lado del mundo tendrá tarde o temprano alguna repercusión con lo que sucede en nuestro alrededor.
Por ello mismo debemos estar atentos a lo que sucede en esta realidad compleja que nos tocó vivir y poner atención a lo que acontece más allá de nuestras fronteras, para estar prevenidos sobre los cambios que se nos presenten y realizar una lectura objetiva del cuadro social que tenemos enfrente.
Realizar un análisis de este tipo requiere forzosamente del uso de los conocimientos que nos aportan las ciencias sociales para que el mismo sea efectivo y objetivo, por lo que los académicos y especialistas en diversas disciplinas sociales que retoman como objeto de estudio la interrelación entre el individuo y la sociedad, tenemos una gran responsabilidad social para con la comunidad, en la medida de que contamos con las teorías, los métodos y las técnicas que permitirían facilitar la comprensión de los procesos sociales contemporáneos y en consecuencia en la identificación de alternativas de solución a los diversos problemas sociales que enfrentamos en nuestra sociedad moderna.
El sociólogo Pierre Bourdieu en su libro El oficio del sociólogo, nos dice que todo científico social debe mantener una alerta epistemológica que consiste en estar atento a los problemas sociales que se presentan en la comunidad donde vive el científico social. De igual forma debe prestar atención a los métodos de obtención de información e investigación que utiliza para mantener una actitud objetiva en su relación con la sociedad.
En esas condiciones lo que se esperaría de los académicos y quienes tenemos acceso al conocimiento científico es que ejerciéramos una crítica social con fundamento teórico basado en el conocimiento científico de la realidad social que estamos viviendo, de tal manera que contribuyéramos con nuestra acción a la toma de consciencia colectiva de las causas reales de los problemas que estamos padeciendo, para contribuir con nuestra pedagogía crítica a la transformación del sistema social en el cual vivimos.
Es decir, se esperaría que aquellos que trabajamos como científicos o intelectuales hiciéramos una aportación crítica basada en nuestra opinión profesional, para construir un diagnóstico social fundamentado teóricamente sobre nuestras condiciones de vida, lo cual nos conduciría en forma inevitable a un cuestionamiento hacia las formas en como nuestros gobernantes utilizan los recursos públicos para enfrentar los problemas sociales que padecemos en esta sociedad que se encuentra en crisis, mientras ejercen un control social de la población, mediante la manipulación informativa y el control ideológico para seguirse beneficiando de una crisis que afecta a la mayoría de los integrantes de nuestra sociedad.
Pero lamentablemente no es así ya que lo que se observa en nuestro medio social y sobre todo en el medio académico, es una crisis de la crítica social misma, que se manifiesta en la ausencia de un discurso científico que enarbole la crítica social como estrategia para impulsar un cambio social, porque la mayoría de los intelectuales, académicos y científicos en activo prefieren guardar un discreto silencio ante el incremento de los problemas sociales que afectan a nuestras comunidades, sin importar que ellos mismos o quienes dependen de ellos estén siendo afectados.
Adicionalmente se observa en este escenario social un elemento contradictorio que consiste en que a pesar de que existe una especie de consenso mayoritario sobre la necesidad de un cambio social, es decir, la mayoría de la población reconoce que algo está mal en nuestro sistema social, pero aún con esta toma de consciencia parcial, lo que se observa es que la mayoría de la población prefiere vivir su vida cotidiana sin protestar públicamente, sin inconformarse y aceptando en los hechos, en forma pasiva con su silencio, la explotación social de la que son objeto.
En el contexto de crisis social, económica y política que se observa en la sociedad contemporánea, lo que se esperaría es que la sociedad civil asumiese un rol protagónico tomando la iniciativa de movilizaciones masivas para reclamar la defensa de sus derechos y condiciones de vida. Sin embargo, lo que se observa es la existencia de un efecto desmovilizador en una amplia mayoría de la población que actúa siguiendo su vida cotidiana como si realmente no existiera una crisis de la magnitud que estamos padeciendo.
Sólo aquellos que son afectados directamente por alguna tragedia que pudo haberse evitado o por una acción del gobierno que afecta directamente sus derechos y condiciones de vida, son los que protestan y son acompañados por las acciones solidarias de unos cuantos.
Los demás, una gran mayoría prefiere guardar un silencio que si nos adentramos en el terreno de la disciplina del Derecho, podría decirse que tiende a tornarse cómplice por omisión, ya que optan por manejarse con un bajo perfil "sin comprometerse" para no tener problemas.
Este es el caso de las comunidades académicas donde sucede algo parecido, son pocos los integrantes de la comunidad intelectual que se atreven a externar abiertamente una crítica fundamentada a lo establecido. Una mayoría de académicos o intelectuales que forman parte de esta comunidad, prefieren mantenerse al margen de cuestionamientos sobre el estado que prevalece en nuestra sociedad.
Al parecer se ignora o pasa por alto que la ausencia de crítica social de la comunidad intelectual y el silencio social de la mayoría de los integrantes de nuestra sociedad, es lo que permite a la élite en el poder mantenerse en el mismo, es la que permite que los abusos del poder se hagan en un marco de completa impunidad ya que no encuentran oposición alguna y cuando se llega a presentar alguna resistencia social esta no es lo suficientemente grande como para generar algún cambio significativo.
En un plano de perversidad social, quienes están en el poder utilizan la ausencia de protesta social, las actitudes sociales de conformismo y obediencia como un consenso de aceptación social al estado actual de las cosas, como una forma de aceptación de lo que está sucediendo y de la forma como se está gobernando.
En cambio aquellos que llegan a alzar la voz, los que se atreven a protestar contra la injusticia, los que se deciden a pelear por sus derechos, son estigmatizados socialmente, vilipendiados, convertidos en criminales por los medios masivos de difusión que actúan como parte del equipo en el poder, señalándolos como "desestabilizadores sociales" que afectan la paz social" y finalmente reprimidos, ya sea encerrándoles en la cárcel con cargos inventados o asesinados físicamente.
La criminalización de la protesta social realizada por los medios masivos, es apoyada por el poder legislativo que actuando como lacayos del poder emiten leyes de contención y criminalización de aquellas protestas que cuestionen los cambios a las constituciones que los mismos legisladores han realizado en beneficio del poder corporativo y en perjuicio de la población.
Si la vía legal no funciona para inhibir las protestas sociales, los cuerpos represivos del Estado están listos para entrar en acción y reprimir en forma violenta cualquier manifestación de protesta.
En este marco de contradicciones e injusticias lo más triste, patético, lamentable y contradictorio es que aquellos luchadores sociales que defienden los derechos sociales de todos, son los que sufren del aislamiento, la indiferencia y condena social por parte de una mayoría conformista, apática, obediente, sumisa, acrítica, que siente temor de perder lo poco que tiene y prefiere evadir cualquier compromiso social y se suma a la condena realizada por quienes disfrutan del poder hacia aquellos que luchan por un cambio social.
Tenemos entonces que la crisis global del sistema en el que vivimos se complementa con la crisis de la crítica social reflejada por la ausencia de la misma, por lo cual podría afirmarse que la falta de crítica social es una más de las manifestaciones de la crisis general y profunda que vivimos en la sociedad contemporánea.
Paradójicamente la crítica social no sólo es sofocada por una censura social, sino que es mediatizada por un sistema que comercializa todo lo que surge en su interior. En la era de la globalización, la sociedad tiene una capacidad enorme de sofocar aquello que la cuestiona, mediante su aislamiento y silenciamiento, o a través de su capacidad para convertir esa divergencia en un fenómeno comercial como tantos otros, del cual se puede sacar un beneficio económico.
El culto al consumo produce una enajenación colectiva denunciada por filósofos, sociólogos, psicólogos, etc., que coinciden en un paulatino proceso de despersonalización social en el cual las personas pierden su condición como seres humanos y son reducidas a la condición de objetos que son valorados en función del número y tipo de bienes materiales que poseen. El materialismo vulgar se establece con un gran predominio en nuestras vidas cotidianas.
La sociedad de consumo manipula nuestra tendencia hedonista al ofrecernos un sinnúmero de productos y servicios que nos alejan de la realidad concreta en el sentido planteado por el filósofo checo Karel Kosik en su libro Dialéctica de lo concreto.
En esta tendencia de descomposición social, se produce lo que por otro lado plantea el filósofo francés Cornelius Castoriadis en su artículo El avance de la insignificancia.
En el cual describe la decadencia efectiva de los valores occidentales, motivada por una progresiva descomposición y desaparición de las significaciones de todo tipo de valores, al proclamarse en la sociedad occidental que el único valor más importante es el dinero.
Ese dinero que se proclama como el "único valor" que representa el ideal sublime que comparten millones de personas: "enriquecerse por encima de todas las cosas", que supuestamente nos permite obtener todo lo que deseamos y bajo esa perspectiva se maneja la premisa de que "todo tiene un precio", desde los objetos y animales hasta las personas mismas.
La supervaloración del dinero como fuente de felicidad, la evanescencia casi completa de los valores y la enajenación producida por la sociedad de consumo, son las causas de la pandemia de la corrupción que padecemos hoy en día, que se ha convertido en un rasgo cultural y estructural de la sociedad en que vivimos. De igual forma son las verdaderas causas del incremento de la delincuencia común que padecemos colectivamente.
La sociedad contemporánea corre un grave peligro al enraizarse la corrupción dentro de la cultura e ideología social porque las instituciones pierden progresivamente la misión para la que fueron creadas al ser conducidas por personas corruptas, cuya principal motivación es enriquecerse cuanto antes por lo que los recursos públicos son desviados para fines personales y no para beneficio social.
En este contexto social, no sólo la vida humana pierde valor cada día, sino que se pierden más vidas por la voracidad de unos cuantos multimillonarios que viven en la abundancia sin importarles que su bienestar está basado en una concentración desigual de la riqueza que provoca el sufrimiento de millones de personas, la muerte de miles y la defunción temprana de niños por desnutrición, abandono, violencia, etc.
Ante este panorama social los científicos sociales que hemos tenido el privilegio de acceder al conocimiento científico, enfrentamos un ineludible compromiso social que consiste en la obligación que tenemos de aportar nuestros conocimientos obtenidos a través de la investigación científica para propiciar una mayor comprensión de lo que realmente está sucediendo en nuestra sociedad contemporánea, partiendo de la premisa de que el científico social tiene la obligación de estudiar los problemas sociales y decir la verdad de los mismos, cueste lo que cueste.
El procedimiento científico nos dice que el primer paso para la implementación de un cambio en cualquier nivel de la interrelación entre el individuo y la sociedad (individual, grupal, organizacional y comunitario), debe ser la realización de un diagnóstico que nos permita identificar el estado actual de nuestro objeto de estudio.
Un sistema social en agonía permanente
En esa línea de pensamiento, al estudiar la sociedad contemporánea lo primero que tenemos que decir es algo que sabemos pero tendemos a ignorar y es precisamente que vivimos dentro de un sistema capitalista, que se caracteriza por la propiedad privada sobre los medios de producción, que se encuentra actualmente inmerso en una grave crisis política, económica y social que no presenta alternativas de solución alguno, que afecta la economía mundial en el contexto de la globalización y que debido a ello, perjudica las condiciones de vida de millones de personas en el mundo entero.
Es el contexto de una economía de libre mercado que promueve reformas estructurales en diversos países con la intención de "favorecer al mercado" mutilando derechos laborales y prestaciones sociales perjudicando a la población al deteriorar sus condiciones de vida y que en este contexto social nos encontramos en un momento histórico en el que se observa un crecimiento inaudito de una desigualdad social que afecta a millones de personas en el mundo entero.
Después del reconocimiento de este cuadro de crisis globalizada lo que procede reflexionar e identificar son las consecuencias inmediatas y mediatas de esta situación, identificar las causas que la originan, reconocer el impacto que tiene sobre nuestras vidas cotidianas y sobre todo encontrar las alternativas que estén a nuestro alcance para lograr un cambio social que conduzca a un mejoramiento colectivo de nuestra calidad de vida.
En esa perspectiva desde mi formación como psicólogo social, haré el intento de aportar algunos elementos retomando categorías sociológicas, filosóficas y psicosociales, que podrán brindar una explicación sobre la situación social actual y sobre las alternativas de solución a las diversas problemáticas que se encuentran dentro de ella, con la expectativa de que contribuyan a lograr una mayor comprensión colectiva sobre nuestra situación actual.
Quisiera tomar como punto de partida la afirmación de que el ser humano tiende a desarrollar comportamientos que están motivados por una tendencia a satisfacer sus necesidades individuales y sociales. De esta premisa surgieron algunas teorías de la motivación que intentan explicar las causas que originan, mantienen y dirigen la conducta de un individuo orientada hacia metas específicas.
Como cualquier ser vivo, los seres humanos tenemos necesidades básicas y fisiológicas tales como comer, dormir, sed, pulsión sexual, etc., y por lo mismo desarrollamos comportamientos que tienden a satisfacer este tipo de necesidades.
El concepto de bienestar está basado en experiencias subjetivas que están marcadas fuertemente por una ideología individualista y por una tendencia consumista.
Pero a diferencia de los animales, los humanos tenemos un sinfín de necesidades psicológicas cuya complejidad está en función de la complejidad de la historia de cada individuo.
Debemos tomar en cuenta que somos seres sociales y por tal razón nuestras necesidades individuales están ligadas estrechamente a las necesidades de relación que tenemos con otras personas y, sobre todo, con las necesidades sociales que experimentan nuestras comunidades, tal como plantea Maritza Montero en su libro Introduccion a la psicología comunitaria.
De la complejidad de nuestras necesidades psicológicas se aprovechan los mercadólogos para crear nuevas necesidades que anteriormente no existían, pero que de la noche a la mañana sentimos una nueva necesidad que ¡casualmente! podemos satisfacer con un producto nuevo en el mercado.
En la era de la revolución científico técnica, donde la aplicación de la ciencia y la tecnología al proceso de la producción permiten realizar una producción masiva de infinidad de artículos, el consumo masivo es un complemento necesario e indispensable para mantener este ritmo de producción.
El sistema social capitalista necesita promover el consumo masivo de los artículos que produce en forma masiva, para no detener la producción y seguir con la generación de utilidades o ganancias para los propietarios de los medios masivos de difusión.
Si en su momento Carlos Marx afirmó que la religión era el opio de los pueblos, hoy podría decirse lo mismo de la publicidad que rodea la vida del individuo contemporáneo desde su nacimiento hasta su fallecimiento. En este siglo de la modernidad tecnológica, el individuo contemporáneo pierde su condición de ser humano, es decir, de homo sapiens, al convertirse en un simple hombre consumidor y reducir su capacidad de pensamiento y análisis.
Al sistema social en el que vivimos no le interesa un individuo que piense, mucho menos un individuo que hable con pensamiento autónomo y en época de crisis como la actual es socialmente inaceptable un individuo que cuestione el porqué de la situación actual, que proteste en contra de lo establecido, que ejerza una crítica social. Lo único que les interesa a quienes nos gobiernan y los personajes detrás de ellos, el poder tras el trono, es decir, el poder corporativo, es que los individuos consuman cada vez más, por eso proliferan por doquier centros comerciales y escasean escuelas y hospitales.
El psicoanalista español Joaquín Caretti expuso en una conferencia que impartió en Madrid en 2012, el concepto de "totalitarismo de la normalidad" en el cual describe como en las sociedades contemporáneas se han impuesto regímenes en diversos países que lo controlan todo: individuos, grupos, organizaciones, instituciones y comunidades enteras, logrando imponer una visión de normalidad del status quo en forma totalizante que ha llegado a ser aceptada en forma acrítica por las poblaciones que integran nuestras sociedades.
http://blog.elp.org.es/all/cat19/cronica-el-totalitarismo-de-la/
Las que llamó sociedades "disciplinarias" extienden un poder basado en una disciplina social a través de las instituciones que conforman nuestra sociedad: escuelas, hospitales, universidades, cárceles, fábricas y familias, difundiendo comportamientos socialmente aceptados y señalando comportamientos antisociales.
Este proceso disciplinario ha logrado mantener un control social incidiendo en la subjetividad de los ciudadanos (es decir en sus percepciones, intereses, valores, pensamientos, etc.), control que se ha facilitado grandemente en el marco de la globalización, aprovechando la rapidez, instantaneidad de los nuevos aparatos y objetos tecnológicos que el desarrollo tecnológico proporciona como las redes sociales, que anteriormente no existían en sociedades disciplinarias de las primeras décadas del siglo XX.
Este totalitarismo utiliza a su favor la legalidad institucional que proporciona la farsa de la democracia contemporánea entre nuestras sociedades y sus gobiernos, para legislar y ejercer un poder absoluto e incuestionable que favorece intereses privados y que va en contra de los intereses de quienes por la vía electoral los llevaron y mantienen en el poder.
En el discurso ideológico nos venden la falsa ilusión de que vivimos en un sistema democrático bajo el argumento de que podemos ejercer ese derecho el día de las elecciones, durante un día somos libres de decidir si votamos o no y si lo hacemos elegir por nuestra cuenta. Pero una vez pasado el proceso electoral seguimos estando sometidos a un régimen que no solamente no representa a la mayoría de la población, sino que actúa en contra de ella agrediendo sus derechos y condiciones de vida, mientras que defiende los intereses del poder corporativo.
Las sociedades totalitarias promueven una percepción manipulada de normalidad contemporánea que se basa en un dominio absoluto de la élite en el poder sobre las distintas esferas que conforman nuestra sociedad actual.
Los gobernantes, dirigentes políticos, empresariado, legisladores, y medios masivos de comunicación presionan para que TODO entre en el marco de las normas que nos imponen utilizando la lógica del "valor-mercancía", eliminando derechos para privatizarlos con el argumento de "beneficiar al mercado" que traerá progreso y desarrollo, pero que en realidad solo favorece a los accionistas y dueños de las grandes corporaciones, al poder detrás del trono, el poder corporativo.
La interesante conferencia de Caretti finaliza con una cita de Sigmund Freud: "Consideramos que la normalidad es una ficción que los sujetos gustan de creer, pero sabemos que en su nombre, nombre que en su seno esconde la serpiente del totalitarismo, se han cometido las mayores barbaries".
Este planteamiento de Joaquín Caretti coincide con los eventos que hemos observado en los últimos años, en los cuales se presenta el surgimiento de una nueva clase mundial que de manera progresiva empieza a tomar el control económico y político de varios países en el mundo.
Esta nueva clase está integrada por los directivos de los organismos financieros internacionales, que determinan las políticas económicas a nivel mundial, los directivos de las grandes empresas transnacionales que se asocian con los presidentes de algunos países para la implementación de reformas estructurales que permiten modificar las constituciones de algunos países "para estimular el mercado".
En el caso de México el gobierno mexicano, los partidos políticos que dominan la cámara de Diputados y la Cámara de Senadores y los medios masivos de difusión lograron en forma autoritaria y completamente antidemocrática la aprobación de una serie de reformas a la constitución: la reforma laboral, la reforma educativa, la reforma hacendaria, la reforma energética, etc.
Todo esto a pesar de que hubo masivas protestas de trabajadores, docentes, estudiantes y pueblo en general que fueron ignorados totalmente por la clase política que se atrincheró para votar a favor de las reformas que eliminaban derechos consagrados en la constitución mexicana.
Por otro lado es interesante rescatar la aportación del sociólogo francés Pierre Bordieu, quien en 1993 publicó una obra colectiva titulada "En la miseria del mundo", en la que analizó el sufrimiento social como resultado de las transformaciones estructurales de finales del siglo pasado.
En esta obra Bourdieu reunió una serie de testimonios que describen la dificultad que presentaban algunos grupos sociales para vivir plenamente. Analiza como las nuevas transformaciones estructurales en el marco de la globalización y el neoliberalismo producen situaciones de sufrimiento social y de miseria en amplias capas de la población y no solo en los sectores marginales.
Con esta obra puede afirmarse que Bourdieu inventó un nuevo diálogo con la sociedad, en la que describe la ineludible responsabilidad social que tiene el académico y científico social para con la sociedad en la que vive y deja claro que los intelectuales no pueden quedarse con el conocimiento científico sólo al interior del grupo y utilizado sólo para beneficio personal, sino que tiene que socializarlo para explicar los problemas sociales y ayudar con ello a grupos enteros de nuestra sociedad a lograr la implementación de cambios sociales que conduzcan al mejoramiento de sus condiciones de vida.
La premisa de la cual partió Bourdieu era que es imposible e inaceptable quedarse callado ante el sufrimiento social si el académico o científico social tiene una explicación científica sobre el mismo ya que es precisamente a través del conocimiento científico como se puede contribuir a encontrar alternativas de solución a los grandes problemas sociales que padece la sociedad contemporánea.
En los hechos no es exageración decir que mantener discreto silencio sobre la dinámica social contemporánea caracterizada por una crisis estructural del sistema capitalista, teniendo las herramientas teóricas y metodológicas para brindar alternativas de solución que puedan contribuir a un cambio social, equivale a actuar como cómplice pasivo de un sistema que provoca gran sufrimiento social.
De particular importancia es aclarar que el tipo de miseria de la que habla Bourdieu no se refiere únicamente a la pobreza económica o la insatisfacción de necesidades materiales como vivienda, alimento o abrigo, sino que se refiere también las necesidades postmateriales o de índole psicológica como la autorrealización, desarrollo humano, construcción de sueños para mejorar el futuro, aspiraciones de cambio o mejoramiento que millones de personas enfrentan dificultades para satisfacer.
En su obra Bourdieu afirma que "vivimos en una sociedad que genera más expectativas que posibilidades de realizarlas, lo cual produce un enorme sufrimiento y padecimiento social, creando la miseria de todos".
Debido a lo anterior es posible observar en nuestro círculo social inmediato (conocidos, amigos, vecinos, compañeros, etc.), a algunas personas que experimentan confusión e incertidumbre ante los acontecimientos cotidianos ya que no alcanzan a establecer una conexión entre la forma como los eventos políticos que suceden a nivel nacional e internacional, influyen y determinan su vida cotidiana como personas comunes y corrientes, al grado de afectarles grandemente.
Este desconocimiento de la interinfluencia existente entre la sociedad y el individuo, lleva a que algunos sectores de la población rechacen prestar atención a los acontecimientos políticos y económicos que suceden en el mundo contemporáneo a nombre de que "no les interesa" y se concentren en vivir su vida cotidiana de la mejor manera posible bajo la premisa de "cada quien que se rasque con sus uñas", aun cuando esto implique estar inmersos en un constante sufrimiento social.
De esta manera podemos observar que el estado actual de nuestra sociedad contemporánea se caracteriza por el sufrimiento colectivo de millones de personas que prácticamente están viviendo al día, sólo sobreviviendo sin siquiera poder satisfacer las necesidades básicas, mucho menos las necesidades psicológicas y sin posibilidad alguna de mejorar su condición actual, planear un cambio para mejorar su futuro y condenados a padecer un empobrecimiento paulatino y progresivo en un contexto social en el que se observa una inexorable destrucción de nuestro medio ambiente, de la calidad de nuestra vida y de nuestras vidas mismas.
Pero si analizamos fríamente esta alternativa de mantenerse al margen de los acontecimientos sociales, podremos ver que en realidad no es la respuesta más adecuada porque no nos ayuda a resolver nuestros problemas y no nos garantiza que podamos mejorar nuestra calidad de vida en un futuro cercano, pero sí nos conduce con certeza a un futuro rodeado de miseria para nosotros y para nuestros hijos y los hijos de ellos.
Esta actitud de rechazo a la participación social en política y refugiarse en el entorno de lo privado es la expresión del desarrollo de una ideología individualista que nos inculca la clase dominante.
Si nos importa el futuro de nuestros hijos debemos asimilar la idea de que es importante entender qué es lo que está sucediendo en nuestro entorno social, en este momento histórico que nos tocó vivir, para que podamos identificar aquello que nos impide tener el control de nuestras vidas y sobre todo conocer lo que podemos hacer para recuperar nuestra autonomía y realizar acciones que nos permitan mejorar la calidad de nuestras vidas.
"Lo que está sucediendo en estos momentos es que estamos viviendo una crisis internacional que es propia del capitalismo como sistema global, pero es importante recalcar que lo que vivimos es una sola crisis y no diferentes tipos de crisis, estamos viviendo la crisis global del sistema capitalista que tiene su expresión en diferentes ámbitos (económica, política, financiera ecológica, etc.), por lo que debemos decir claramente que la situación actual es tan grave que no es exagerado decir que vivimos en la madre de todas las crisis, es decir vivimos la crisis del capitalismo en su máxima expresión en la era de la globalización".
Esta "madre de todas las crisis" está provocando un gran sufrimiento en millones de personas, aumentando la miseria económica y psicológica, empujando a la humanidad en un grave proceso de descomposición social que de no detenerse la conducirá a su propia autodestrucción. Nos encontramos ante una inexorable evanescencia de nuestras vidas en el capitalismo.
La necesaria construcción de un marco teórico
Para comprender las múltiples formas en como los cambios sociales que se presentan en tiempos de la globalización afectan nuestra vida personal, familiar y social, necesitamos utilizar un enfoque multidisciplinario apoyado en una perspectiva sistémica, integral y holística que nos ayude a comprender la interinfluencia e interdependencia que existe en la relación individuo y sociedad.
El aporte de las ciencias sociales nos permite construir una contextualización adecuada del medio social en el cual nos encontramos y esa línea de pensamiento de manera natural e inevitable nos conduce a la primera conclusión que tomamos como punto de partida en este análisis, que es la identificación del sistema social en el cual vivimos como una economía de libre mercado que tiende a privatizar todo en el régimen de propiedad privada.
Al observar los fenómenos políticos y económicos del escenario internacional no podemos evitar reconocer la existencia de una crisis económica y política que afecta a varios países en los diversos continentes que conforman nuestro mundo actual, que nos conduce a la conclusión de que el sistema capitalista se encuentra inmerso en una crisis generalizada en estos tiempos de la globalización.
Esta crisis de carácter internacional tiende a agudizarse cada vez más en la medida que el tiempo avanza y las esperanzas de su recuperación y consolidación se alejan paulatinamente pero de forma segura, al mismo tiempo que se observa que las necesidades del capital se han convertido en el motor de la historia en virtud de que las únicas inversiones válidas actualmente son aquellas que dejan un beneficio económico para los inversionistas.
El desarrollo social, el desarrollo humano son letra muerta en estos tiempos en los cuales la prioridad de gobiernos, partidos y organismos internacionales es favorecer la economía del mercado. La ideología del progreso dentro de la modernización capitalista entra en una fase de crisis por la desaparición de oportunidades de desarrollo para millones de personas que ven con impotencia que los gobiernos desmantelan los presupuestos públicos para desviarlos a enriquecer fortunas personales y las pocas inversiones gubernamentales que se hacen, se realizan para favorecer al mercado.
Lejos ha quedado la ideología del capitalismo que planteaba que mediante el trabajo duro se podía alcanzar el "sueño americano", es decir, la satisfacción de las necesidades básicas de los seres humanos a través del consumo de productos como casa, auto, comida, ropa, etc.
Nos encontramos ante la crisis de una ideología que nos decía que era posible el paso de una clase social a otra mucho mejor subiendo de un nivel a otro, esa ideología con la que nos educaron pensando que era posible salir de la pobreza, mejorar nuestras condiciones materiales de vida mediante nuestra entrega incondicional al trabajo duro que nos permitiría acumular riqueza para obtener comodidades y elevar la calidad de vida del trabajador.
La condición para lograr el salto social era la entrega total al trabajo que desempeñamos, el trabajo duro como condición para lograr una promoción, un aumento de sueldo o la estabilidad en el empleo y con ello el goce de derechos laborales y prestaciones diversas. Pero hoy nos encontramos con el hecho innegable de que el capitalismo aumenta como nunca antes la desigualdad social al exigir el desmantelamiento de nuestras constituciones en diferentes países, para lograr la eliminación de derechos laborales, educativos, de salud, de trabajo, de vivienda, etc., para que los dueños del capital sigan con su tendencia a aumentar sus riquezas, mientras aumenta el empobrecimiento de las masas por la agudización de la crisis económica.
Al mismo tiempo que manipulan nuestras mentes diciéndonos que el modelo ideal de vida en los tiempos modernos es aquel que tiene como única finalidad el consumo desmedido, que la felicidad en los tiempos modernos consiste en lograr un elevado consumo.
Pero la realidad es que nuestra capacidad de consumo disminuye cada día, por la implementación de políticas económicas que incluyen topes salariales, aumento desmedido de precios de todo tipo de productos, privatización d derechos sociales, etc. Distorsionan nuestra percepción de la realidad social cuando nos dicen que cada individuo es el arquitecto o culpable de su propio destino, que es nuestra responsabilidad vivir como vivimos actualmente.
Con esta ideología que nos pretenden infundir niegan la naturaleza social de los problemas individuales, tienden a ignorar que el sufrimiento de millones de personas en el mundo entero se debe a problemas estructurales de un sistema que promueve la desigualdad, la explotación social y genera una pobreza social sin precedentes en la historia de la humanidad.
La explotación de la clase trabajadora por el poder corporativo ha sumido en la pobreza y la infelicidad a una buena parte de la humanidad en el mundo entero. La situación que viven hoy millones de personas a escala mundial es la de una negra realidad que solo les permite sobrevivir diariamente, con penurias y grandes limitaciones, con un oscuro porvenir por delante sin posibilidades de planear un futuro mejor.
La clase trabajadora y la población en general padecen los efectos de una severa crisis económica que les impide elevar su calidad de vida con los salarios raquíticos que obtienen y que son insuficientes para sufragar los gastos cotidianos de alimentación, salud y vivienda, ya que el Estado abandona progresivamente su papel de benefactor social al descuidar la atención a las grandes necesidades sociales y favorecer a intereses particulares, a nombre de "favorecer al mercado".
Nos encontramos entonces viviendo tiempos difíciles para la mayoría de la población, en una época histórica caracterizada por una crisis estructural sin posibilidad de recuperación alguna, en el contexto de "la madre de todas las crisis", es decir, frente a una crisis del sistema capitalista generalizada en todo el orbe internacional.
Una crisis sin posibilidades de solución porque ¿qué posibilidades de solución puede tener un sistema social en el cual quienes controlan el poder, no tienen ningún interés en el bienestar público, en el desarrollo social, ya que sólo les preocupan los intereses privados de las grandes corporaciones y los suyos propios.
Estamos en un sistema que se caracteriza por sumir en la pobreza a millones de personas en el mundo entero, mientras que acumula cada vez más la riqueza social en tan solo unos cuantos.
Un sistema social que nos conduce a la barbarie representada en la forma de trabajo infantil, en el empobrecimiento de las masas, en el aumento de la violencia social, en los salarios de miseria, en miles de muertes infantiles por desnutrición, en el desempleo masivo.
En la cancelación de derechos laborales y sociales que fueron conquistados a través de las luchas de la clase obrera, en una manipulación de la cultura que impone conductas autodestructivas individual y socialmente, en la destrucción de la naturaleza por la explotación irracional de recursos naturales y contaminación de mares, ríos y lagunas.
En la presencia del fenómeno de robo de infantes para realizar el tráfico de órganos humanos.
En el resurgimiento de enfermedades que ya habían sido erradicadas.
En la creación de un ambiente social caracterizado por una enorme corrupción que desvía recursos públicos para favorecer intereses particulares.
En el surgimiento de la figura del NarcoEstado, donde coexiste políticos y narcotraficantes dirigiendo los destinos de nuestras comunidades promoviendo la drogadicción.
Es el triunfo del mercado que legitima toda aquella actividad que permita generar ganancias económicas y resta el valor a las vidas humanas que "no sean productivas", ya que para el capitalismo los seres humanos tienen valor solamente si son productivos, y rentables, en caso de que no sean funcionalmente aptos, son considerados un estorbo que debe ser eliminado.
Es el predominio de un sistema económico social que ha establecido el poder del dinero por encima de todas las cosas, que provoca el desvanecimiento de todo tipo de valores humanos y fortalece la posesión del dinero como meta principal en la vida de toda persona.
Es la época moderna en la que la incertidumbre se establece como norma social, donde el nihilismo se generaliza como cosmovisión, donde se observa un desprecio y una negación de las aportaciones que nos proporciona el conocimiento científico para comprender nuestra realidad social y donde el hedonismo es la forma de vida de millones de personas que viven su existencia sin proyecto social definido.
El capitalismo se presenta entonces como el principal obstáculo para lograr que los beneficios de la ciencia y la tecnología sean puestos al servicio de la satisfacción de las necesidades humanas y no solo al servicio de intereses particulares.
El concepto de bienestar incluye la existencia de políticas justas relacionadas con atención a la salud, oportunidades de educación pública, facilidades para obtener vivienda, empleo, justicia social, etc. ¿Tenemos esto en nuestra sociedad? Por supuesto que no, la corrupción imperante en nuestro medio social lo ha impedido, al grado de que en este 2,016 México, es el país más corrupto que los países más ricos y más pobres del planeta, según Transparencia Internacional.
¿Acaso alguien puede dormir tranquilo después de tomar consciencia de lo anterior? ¿Por qué la comunidad científica y académica guarda silencio sobre estos verdaderos crímenes sociales teniendo acceso al conocimiento científico que nos proporciona las herramientas teóricas, metodológicas y técnicas necesarias para lograr un conocimiento objetivo de nuestra realidad en crisis y sobre todo para lograr la transformación de nuestra sociedad a través del impulso al cambio social.
El análisis científico nos permite comprender las causas que generan los grandes problemas sociales y sobre todo la forma de superarlos. La comunidad pensante de nuestra sociedad, es decir, los intelectuales y los académicos tenemos frente a nosotros una realidad social que nos obliga a tomar una decisión entre dos opciones:
1.- Seguimos viviendo nuestras vidas cotidianas como si nada estuviera pasando, como si los crímenes sociales arriba descritos fuesen parte de la normalidad, avalando con nuestra ciencia la distorsión de una realidad social que se caracteriza por una creciente desigualdad social, convirtiéndonos en los funcionarios del consenso, en aquellos técnicos del saber práctico que contribuimos con nuestra práctica profesional a generar un consenso de aceptación social de parte de los integrantes de la sociedad.
2.- O nos decidimos a aceptar el compromiso de funcionar como verdaderos agentes de cambio social, utilizando el conocimiento científico para analizar los grandes problemas sociales y denunciar públicamente las causas de los mismos, proponiendo alternativas reales de solución que conduzcan a beneficiar intereses colectivos y no particulares.
Mi posición se inclina por la segunda opción porque me niego a aceptar que el capitalismo sea el destino final de la humanidad, me niego a aceptar que los seres humanos vivan para y por el mercado.
Porque estoy consciente de que otro mundo es posible, porque creo firmemente que lo que hoy suena a utopía: la construcción de una sociedad donde exista la democracia, la justicia y la igualdad social será realidad algún día.
Esta convicción se basa en la confianza en que la humanidad tiene el poder de determinar su propio destino, en la confianza de que hombres y mujeres tenemos potencialidades transformadoras.
En el hecho real de que existe una construcción social de la realidad que consiste en que los hombres y las mujeres estamos construyendo la historia cada día a través de nuestras conductas en nuestra vida cotidiana.
Esta confianza radica en el conocimiento científico de la historia de la humanidad, en la certeza de que los grandes movimientos sociales y las luchas de los trabajadores nos permitieron gozar de los derechos que hoy nos están siendo arrebatados.
Necesitamos pasar de la teoría a la acción, partiendo de la convicción personal de que urgen las transformaciones sociales ya que el tiempo es corto y el sufrimiento colectivo es mucho. Nuestras necesidades relacionales, nuestra pertenencia simultánea a diversos grupos, al significado que tenemos para otras personas, sobre todo la niñez y los jóvenes contemporáneos, nos obliga a alzar nuestra voz para participar en un proceso de cambio social.
El futuro incierto de las nuevas generaciones
Si este es el panorama que se vive hoy en día, más incierto es el futuro que les espera a las nuevas generaciones de jóvenes y niños que serán las más afectadas en sus condiciones de vida, porque no tendrán las oportunidades que hemos tenidos los adultos de recibir educación, salud, tener estabilidad en el empleo, derechos laborales, oportunidades de tener créditos para conseguir vivienda digna o automóvil propio, etc.
La juventud de hoy es la que más sufrirá en el futuro a corto y mediano plazo si persisten las actuales condiciones de explotación humana que hoy padecemos. "La pobreza destruye los sueños y la esperanza de un futuro mejor de la mayoría de los y las estudiantes de la clase trabajadora".
Una gran mayoría de los hijos e hijas de los trabajadores no tienen ni tendrán acceso a la educación superior porque, por un lado la crisis económica se los impide ya que se ven obligados a trabajar por lo regular en condiciones de explotación (horarios absorbentes, bajos salarios, sin prestaciones ni derechos laborales ni estabilidad en el empleo).
Por otro lado la tendencia a eliminar la educación superior gratuita en el mundo entero mediante la tendencia a la implementación de cobro de cuotas y le reducción del presupuesto de educación, afectará el funcionamiento de las universidades públicas con lo que se complicará aún más las posibilidades de recibir educación superior para los jóvenes de las clases bajas.
En el capitalismo todo tiende a convertirse en una mercancía, la educación no escapa a este proceso privatizador que tiene como finalidad la eliminación de la educación pública, la desaparición de los sindicatos de docentes y utilizar el proceso de educación como instrumento de control ideologizante para lograr fortalecer la obediencia social y eliminar la crítica social.
Al concebir la educación como una mercancía se deja de lado una pedagogía crítica que realice una crítica social y fomente el desarrollo del pensamiento y la orientación social de estudiantes y maestros.
Recordemos que el sistema capitalista se basa en la propiedad privada de los medios de producción y que por lo mismo, lo que prevalece es el interés particular por lo que las metas de desarrollo humano fijadas por los organismos internacionales son cada vez más rotas por una aplastante realidad económica y política.
La reforma laboral aprobada en México en el sexenio de Felipe Calderón eliminó la estabilidad en el empleo para las futuras generaciones, desapareció derechos laborales y prestaciones sociales, precariza los empleos con la subcontratación, atenta contra la libertad de asociación, pone obstáculos al derecho de huelga, aumenta causales de despido, etc., con lo que desaparecieron las posibilidades de un porvenir seguro en materia laboral para nuestras juventudes.
Una gran cantidad de las nuevas generaciones de jóvenes están condenadas a vivir de por vida en casa de sus padres porque no serán sujetos de crédito alguno por sus bajos ingresos por lo cual estarán impedidos de comprar casa, automóvil o alguna otra propiedad que les permita independizarse económicamente
La incertidumbre laboral es el futuro para las nuevas generaciones, aún aquellas que tuvieron oportunidad de cursar estudios universitarios tendrán grandes dificultades para incorporarse al aparato productivo.
Las juventudes de las épocas de la postguerra y guerra fría vivíamos sin la incertidumbre que hoy experimentan las nuevas generaciones, ya que en aquel entonces teníamos la seguridad de que frente al capitalismo y la explotación humana existía una alternativa de un mundo diferente donde existían otro tipo de relaciones humanas, un mundo donde la producción no estaba determinada por el mercado, sino por las necesidades sociales.
Con la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS las cosas cambiaron radicalmente pues la utopía de la sociedad socialista se derrumbó dando lugar al surgimiento del desencanto, la desesperanza y al nihilismo que hoy aparentemente predomina en nuestras juventudes.
El escenario social contemporáneo se caracteriza por una crisis que va mucho más allá del ámbito económico, del ámbito político y del ámbito ecológico. Estamos siendo protagonistas de la crisis de las instituciones que daban sentido a nuestra realidad, la crisis de la familia, la crisis de la escuela, la crisis de la religión, la crisis de los partidos políticos, la crisis de los sindicatos, la crisis de las instituciones responsables de la impartición de justicia, educación, salud, empleo, la crisis del Estado, etc.
Todas las instituciones que daban sentido a nuestra realidad social se encuentran atravesadas por una seria crisis ya que presentan una gran distancia entre el discurso y la acción. Nos encontramos en esencia ante una crisis de la relación dirigente dirigido, ante una crisis de liderazgo.
En estos tiempos de complejidad social es cuando más necesitamos de ideas que nos ayuden a entender que es lo que está pasando y trágicamente es cuando más ayunos de ideas nos encontramos. En lugar de ideas estamos llenos de imágenes con el predominio del entretenimiento, de la televisión, de los videojuegos, de los Ipods, de los Xbox, etc., que se enfocan en el entretenimiento de los sentidos con lo que se facilita la manipulación masiva de las personas por la vía del placer efímero, porque la situación se complica al presentar la población en general un gran déficit en hábitos de lectura.
Con todo lo anterior, la incertidumbre social es una de las características principales de nuestros tiempos y la juventud contemporánea se encuentra rodeada de incertidumbre y tiene por delante un negro porvenir.
La creciente desigualdad social
La economía de libre mercado en la que nos encontramos millones de personas en el mundo entero, expresada en su modelo neoliberal muestra un fracaso estrepitoso desde una perspectiva social, por el inusitado aumento de millones de personas que viven en condiciones de pobreza, sufriendo carestía de alimentos, padeciendo desnutrición, falleciendo por enfermedades que podrían ser curables, resintiendo la desaparición de servicios sociales que prestaban las instituciones de gobierno, sufriendo el alza de precios en todos los productos y servicios, etc.
Este incremento en la pobreza social puede apreciarse a simple vista, basta con ver el aumento de personas indigentes en las calles, pidiendo ayuda económica en los cruceros transitados o actuando como vendedores ambulantes que ofrecen todo tipo de artículos a los automovilistas.
No obstante el enorme sufrimiento social que padecen grandes colectividades humanas, los gobernantes de diversos países insisten en mantener las políticas económicas que han pauperizado a nuestras poblaciones y que presentan una tendencia a la privatización de diversos servicios públicos en la mayoría de los países del mundo, desapareciendo instituciones que prestaban servicios públicos a la población.
Este proceso privatizador sólo tiene como finalidad exclusiva el garantizar el continuo aumento de ganancias del capital privado a costa del adelgazamiento del Estado y del empobrecimiento de la población, ya que elimina derechos y prestaciones sociales otorgadas anteriormente por el Estado, mediante la desaparición de instituciones que prestan servicios sociales a la sociedad con financiamiento público, para "beneficiar al mercado" y que la población pague a empresas particulares por los servicios que antes le proporcionaba el Estado.
Con estas acciones los gobernantes de nuestros países han incurrido en una traición a los pueblos que representan, ya que los intereses que defienden no son los de sus representados, sino que más bien defienden los intereses de las grandes corporaciones, de las compañías transnacionales, del capital privado.
Debido a esta situación la característica principal de los tiempos que estamos viviendo es un aumento en la distribución desigual de la riqueza social, que provoca el crecimiento inusitado de una desigualdad social en todo el mundo y que se traduce en el empobrecimiento paulatino de millones de personas, mientras que unos cuantos individuos aumentan sus fortunas en formas realmente escandalosas.
Por lo anterior no es gratuito que una característica que comparten la mayoría de los países en el mundo entero es un inusitado crecimiento de la desigualdad social, de tal forma que hoy el poder corporativo beneficia sólo al 1% de la población mundial.
En el caso de los países latinoamericanos la desigualdad social se proyecta más claramente al grado de que las propias cifras oficiales no pueden ocultarlo y se ven obligados a contemplar, en sus informes un significativo aumento de la población que vive en condiciones de pobreza.
Mientras esto sucede en forma paradójica, por otro lado se reporta una reducción del número de personas que aumentan sus fortunas personales al concentrar el mayor porcentaje de la riqueza social en sus manos.
De esta manera podemos ver que entre las listas de los hombres más ricos del mundo aparecen ya varios nombres de personajes latinoamericanos que superan con sus fortunas personales (medidas en millones de dólares) a las fortunas personales de figuras acaudaladas de Estados Unidos y de Europa.
"La desigualdad mundial es la enfermedad del siglo XXI, ya que la mitad de las riquezas del planeta está en manos del uno por 100 de la población mundial; como si la riqueza fuera un pastel partido en dos y el uno por 100 más rico se apropia de una mitad mientras la otra corresponde al 99 por 100 de los habitantes del mundo".
Todo esto gracias a la corrupción y a la impunidad existente en nuestros países. Estos datos nos obligan a poner de manera urgente en el tapete de la discusión el tema de la desigualdad social, ya que ésta inhibe la estabilidad social, afecta el crecimiento democrático, genera una gran violencia institucional, es la causa del aumento de la delincuencia común, fomenta el autoritarismo y la sumisión lo cual nos lleva de manera inevitable a cuestionar el modelo actual de desarrollo con la pregunta ¿desarrollo para quién?, es el momento de cuestionar el sistema que está destruyendo los sueños y el futuro de las generaciones actuales y futuras.
El poder corporativo: la nueva mafia que controla el poder
Estas acciones de saqueo en despoblado que ocasionan un gran perjuicio social sólo pueden realizarse con la complicidad de las autoridades gubernamentales en turno, los dirigentes de los partidos políticos, los legisladores y los propietarios de medios masivos de difusión, que actúan en un marco de corrupción, de impunidad, de antidemocracia, de autoritarismo, etc., éstos son los sellos de la sociedad contemporánea en pleno siglo XXI.
Para lograr el predominio del interés privado por encima del interés público, se ha establecido una alianza entre los dueños de las grandes corporaciones internacionales (capital privado), los presidentes de varios países, los dirigentes de los partidos políticos predominantes, los legisladores de cada país y los dueños de los medios masivos de comunicación que actúan como una verdadera delincuencia organizada para juntos lograr los siguientes objetivos:
1.- Modificar las constituciones de diversos países para eliminar derechos laborales, estabilidad en el empleo prestaciones sociales como la, educación y la salud con el objeto de privatizar esos servicios y lucrar con los mismos, lo que implica una tendencia a eliminar a los sindicatos sobre todo a los democráticos y progresistas.
2.- Crear leyes que favorezcan los intereses del capital privado a nombre de impulsar la inversión extranjera.
3.- Mantener un control social de la población de tal forma que fomentan la obediencia, la sumisión y la conformidad social para impedir cambios sociales.
4.- Criminalizar la protesta social mediante la acción coordinada de los medios masivos de comunicación que contribuyen a crear una imagen social negativa de quienes se atreven a protestar y la acción de legisladores en cada país que presentan iniciativas de ley presentando como causal de delito las protestas sociales. El caso más reciente en México fue el fallido intento de penalizar las burlas a Enrique Peña Nieto, por parte del Senador Omar Fayad.
Para lograr el control social utilizan diversas instancias que contribuyen a la difusión de la ideología dominante mediante la cual generan actitudes de conformismo social, obediencia y sumisión. En caso de que estas no funcionen recurren a los aparatos represivos del Estado para sofocar movimientos de protesta e inconformidad social.
Ante estas agresiones a los derechos humanos y las condiciones de vida de millones de personas cabe la pregunta: ¿Cuál es la respuesta de la clase trabajadora y la población en general sociedad ante las constantes agresiones que reciben?
La dinámica que presenta hoy en día el sistema capitalista y su impacto en nuestras vidas personales y el ámbito social y ecológico, adquiere su verdadero significado cuando nos damos cuenta de la inexorable evanescencia de nuestras vidas dentro del mismo.
Ante esta situación no podemos seguir actuando como si no estuviera pasando nada, como si todo fuese normal, porque la normalidad en nuestros días es sinónimo de enfermedad mental, de la muerte de nuestros sueños, de nuestras aspiraciones, expectativas y de nuestras vidas mismas. Debemos considerar que vivimos en una sociedad enferma, que genera una sociopatología.
Por todo lo anterior es necesario que recuperemos la cordura, que levantemos la cabeza, que alcemos la voz y cuestionemos un sistema que conduce de manera inexorable a la evanescencia de nuestras vidas, es decir a la paulatina desaparición de nuestra existencia, a la muerte de la humanidad misma, todo por la avaricia y ambición de tan solo unos cuantos.
Debemos recuperar nuestra dignidad, defender nuestros derechos y los derechos de las futuras generaciones y la manera de hacerlo es levantando la voz, perdiendo el miedo a las represalias, unirnos con aquellos que comparten la violación de sus derechos más elementales y actuar en forma organizada y conjunta para cambiar este sistema injusto, desigual en donde a diario se cometen verdaderos crímenes sociales para que unos cuantos se hagan más ricos a costa de la muerte de millones de personas, por otro donde realmente exista la libertad y la democracia social.
Desobediencia y rebelión social
Es inobjetable el hecho de que un grueso de la población mexicana permanece en un letargo político, actuando como verdaderos analfabetas políticos, manteniendo un comportamiento "normal" en sus vidas cotidianas como si la crisis no existiera o como si la crisis fuese un fenómeno natural al cual hay que adaptarse.
Estos comportamientos colectivos reflejan la efectividad de los mecanismos de control social utilizados por la élite en el poder que refina sus métodos de manipulación social en tiempos de crisis utilizando eventos distractores como juegos de futbol, regalos masivos de televisiones para mantener a la población de bajos recursos y con bajos niveles de educación completamente distraída sobre los asuntos económicos y políticos de relevancia nacional.
Esta situación, que describo en detalle en mi artículo Educación vs. Control social, presenta como características principales una enorme corrupción, un culto al mercado que se manifiesta en la implementación de políticas económicas que favorecen a los intereses de las grandes compañías transnacionales, un alto grado de individualismo, una enfermiza estimulación al consumo.
Todo lo cual produce una crisis de valores, junto a una enorme indiferencia apatía social que tiene como resultado pasividad, inmovilismo y ausencia de participación social en el cual los medios masivos de difusión ejercen una gran influencia en las formas de pensar, sentir y actuar de millones de personas, en un contexto social donde aumenta cada vez más la desigualdad social en un sistema social que presenta una crisis económica globalizada
Afortunadamente este control social empieza a presentar graves grietas en su estructura de tal forma que cada vez un número creciente de personas sale de su capullo individual, abre sus ojos y percibe con mayor claridad la realidad social.
Esto es debido a que las contradicciones sociales se están agudizando en la medida de que aumenta la desigualdad social. La crisis que atraviesa a los partidos políticos responsables de la crisis económica que padecemos PRI y PAN, ha producido grandes desprendimientos de militantes que abandonan estas instituciones políticas al percatarse de la enorme distancia que existe entre su discurso político y verdadera acción y sobre todo por la enorme corrupción de sus dirigentes políticos.
Lo mismo ha sucedido con el control corporativo que mantenían los dirigentes de los sindicatos oficialistas que en virtud de la grave crisis económica y la descarada corrupción de los líderes, están siendo rebasados por sus bases.
Uno de estos grandes desprendimientos gremiales se perfila hoy como la lucha que los profesores están dando en contra de la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto, aglutinados en torno a la Coordinadora de Trabajadores de la Educación (CNTE) Junto
Estamos en el momento en el cual transitamos de un control social de la crisis, a la crisis del control social que por décadas ha mantenido a la clase trabajadora y a la población en general en un estado de sopor social.
En este contexto de crisis general, de violación colectiva de derechos humanos de trabajadores y de la población en general, los mecanismos de control se debilitan sobre todo en sectores sociales que han sido víctimas de tragedias que pudieron haberse evitado, pero que por el ambiente de corrupción generalizada tuvieron lugar y en torno a las cuales se han aglutinado otros sectores en lucha para reivindicar en forma conjunta demandas de justicia, democracia, castigo a los responsables, etc.
Podemos mencionar al movimiento 5 de junio que lucha por la obtención de justicia para las víctimas del incendio de la Guardería ABC en Hermosillo y que cuenta con el respaldo de miles de personas.
Igualmente podemos hacer referencia a los padres de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos en Guerrero que han encabezado un movimiento nacional exigiendo la presentación con vida de sus hijos, y que ha ganado la atención de la comunidad internacional.
No menos importante es el movimiento magisterial aglutinado en torno a la Coordinadora de Trabajadores de la Educación CNTE que integra a miles de maestros mexicanos que se encuentran en lucha en contra de la imposición de la reforma educativa que lesiona sus derechos laborales.
Podemos incluir también a los trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social que enfrentan la amenaza de la desaparición de su institución, a los trabajadores de PEMEX que fueron abandonados a su suerte por sus líderes corruptos y que hoy enfrentan la amenaza del despido de más de 100 mil trabajadores, etc.
A los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas que después de años de lucha, han logrado recuperar sus fuentes de trabajo.
Podríamos mencionar otras tragedias y movimientos sociales, pero mi opinión es que estos movimientos se han convertido en parteaguas en la historia política de México en el sentido de que han logrado alimentar la esperanza de salir de la permanente tragedia que significa vivir en México para millones de personas.
Con lo anterior quiero destacar que si bien, un sector de la sociedad permanece asumiendo actitudes de indiferencia social, sumisión y conformismo, por otro lado tenemos a diversos grupos sociales que se han declarado en franca rebeldía y desobediencia en contra de la oligarquía en el poder que, traicionando al pueblo de México, está entregando las riquezas de nuestro país, al capital privado nacional y extranjero.
Tenemos un sector de la sociedad mexicana que lucha por defender sus derechos pisoteados, contra la corrupción, contra la impunidad y contra la injusticia social creando verdaderos movimientos colectivos de resistencia.
El retorno a la utopía en pleno siglo XXI inspirado en un sentimiento de dignidad
Después de transitar por las páginas anteriores no podemos evitar reconocer la inexorable evanescencia de nuestras vidas en el sistema capitalista. Es decir, si seguimos sin hacer nada, nuestras vidas tal y como la conocemos tenderán a desaparecer sin duda alguna.
Algunos podrán decir (motivados quizá por una ideología individualista): "yo ya viví suficiente", pero considerando nuestro carácter como seres sociales, no podemos seguir pensando de esa forma ya que otras personas dependen de nosotros: nuestros hijos, nietos, sobrinos, etc.
Partamos de la consideración de que somos millones de personas que compartimos un sueño: cambiar esta sociedad desigual e injusta por una que garantice el bienestar social, donde prevalezca la justicia, la igualdad y la democracia.
Es el momento de retornar nuestra mirada al pasado, hacia aquellos tiempos del siglo pasado cuando las juventudes de todo el mundo iniciaron los cambios sociales que lograron hacer realidad muchos de los derechos y libertades sociales que hoy disfrutamos hoy disfrutamos: oportunidades de empleo para las mujeres, derecho al voto femenino, derechos a la comunidad homosexual y lésbica, etc.
Esta visión retrospectiva tiene la intención de reconocer que los cambios sociales no se dan solos, que han sido los movimientos sociales y colectivos, tanto de la clase trabajadora como de la sociedad en general, que se movilizaron y lograron conquistar derechos, prestaciones y libertades.
Si bien, estos derechos, prestaciones y libertades se nos están quitando en este siglo XXI, depende en gran medida de que nosotros lo permitamos en la medida de que asumamos un cambio de actitud, de ideología y de comportamiento para decidirnos a involucrarnos en un gran movimiento social que se está gestando para cambiar este sistema social.
Es el momento de luchar para hacer realidad nuestro sueño de una sociedad más justa, es el momento de alimentar la polémica y señalar que la utopía de construir un mundo mejor, es utopía si actuamos en forma individualista, pero si reconocemos que construir un mundo mejor es una tarea colectiva, podemos hacer realidad ese sueño. En ese sentido la frase "otro mundo es posible" adquiere un significado real, al reconocer que en la construcción de un nuevo futuro las masas juegan un papel importante.
Es tiempo entonces de dejar de pensar en forma individual y percibirnos como integrantes de una comunidad cuyos derechos y condiciones de vida se ven afectado por el funcionamiento del sistema capitalista.
Tenemos que iniciar un empoderamiento individual y colectivo que nos permita reconstruir las potencialidades que tenemos hombres y mujeres para transformar nuestra sociedad.
Podrán quitarnos libertades económicas y políticas, derechos laborales y prestaciones sociales. Pero jamás podrán quitarnos nuestro derecho a imaginar primero y construir después un mundo mejor que el que vivimos actualmente.
En eso consistía la consigna de los movimientos juveniles de la década de los setentas "la imaginación al poder". Pero hoy en día tenemos una gran ventaja con relación a aquellos movimientos juveniles: tenemos la ciencia a nuestro alcance que nos proporciona teorías, modelos, herramientas y técnicas que nos permiten no solo reconocer las limitaciones y debilidades del sistema capitalista, sino que nos proporciona la metodología para lograr un cambio social.
Debemos superar ese desprecio por el análisis histórico para reconocer las condiciones concretas en las que se dieron los grandes cambios sociales y aplicarlo en el análisis de los actuales hechos sociales.
Debemos alimentar este sueño, esta utopía para confrontar la ausencia de toda posibilidad de lucha contra el sistema de explotación capitalista, que se basa en la idea pesimista de que no se puede hacer nada.
Tengamos presente que la derrota no empieza con la caída, sino con la falta de interés por levantarse. Evitemos que la incertidumbre sea la norma y que la negación de la verdad científica sea la estrategia a seguir. En estos tiempos de ideología única, la diversidad de pensamiento es necesaria. Los seres humanos no estamos destinados a vivir por y para el mercado.
Los cambios sociales no se dan solo, los hacen los seres humanos y hoy es tiempo de cambios sociales, urgen las trasformaciones sociales antes de que nuestras existencias se desvanezcan en la dinámica destructiva del sistema capitalista.
Referencias
Crónica: El totalitarismo de la normalidad. José Alberto Raymondi (Madrid)
http://blog.elp.org.es/all/cat19/cronica-el-totalitarismo-de-la/
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La miseria del mundo
http://es.scribd.com/doc/146991126/Bourdieu-La-miseria-del-Mundo-pdf#scribd
Desigualdad global: la distribución del ingreso en 141 países
http://www.unicef.org/socialpolicy/files/Desigualdad_Global.pdf
El oficio del sociólogo
Pierre Bourdieu
http://www.bsolot.info/wp-content/pdf/Bourdieu_Pierre-El_oficio_del_sociologo.pdf
Montero, Maritza
Introduccion a la psicología comunitaria
http://saber.ucv.ve/jspui/bitstream/123456789/4207/1/montero-introduccion-a-la-psicologia-comunitaria.pdf
Quiroz, Sergio
La utopía del siglo XXI: Otro mundo es posible
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http://www.monografias.com/trabajos101/sociedad-contemporanea-transito-del-autoritarismo-al-totalitarismo/sociedad-contemporanea-transito-del-autoritarismo-al-totalitarismo.shtml
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http://www.monografias.com/trabajos105/psicologia-influencia-y-cambio-social/psicologia-influencia-y-cambio-social.shtml
Autor:
Oscar Yescas Domínguez
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