sábado, 8 de diciembre de 2018


     Adiós a la Universidad de Sonora
Oscar Yescas Domínguez

     En mi labor como profesor-investigador en la Universidad de Sonora desarrollé el “complejo de Cristóbal Colón” descrito por el filósofo Lituano Leonidas Donskis en las excelentes conversaciones que mantuvo con Zygmunt Bauman y que se encuentran descritas en el libro de ambos autores denominado "Ceguera moral".
Según Leonidas Donskis el complejo de Cristobal Colón en ciencias sociales  es el proceso a través del cual los pensadores sociales llegan a un punto en el cual encuentran insuficientes las teorías y paradigmas de su disciplina particular y empiezan a incursionar en los campos de otras disciplinas retomando las aportaciones que éstas puedan brindar para enriquecer su práctica profesional.
Mi formación como Psicólogo social me llevó a elevar la crítica social al punto de cuestionar desde una perspectiva epistemológica mi labor como docente, como investigador, la función social de la Psicología y el tipo de formación que brindamos a los estudiantes de Psicología en la Universidad de Sonora. En esta labor necesitaba las aportaciones de otras disciplinas diferentes de la psicología.
Esta forma de actuar me permitió enriquecer mi labor como profesor-investigador durante los últimos 33 años y seis meses, de tal forma que fortaleció mi capacidad de análisis y crítica social para vincular mi labor como docente con las necesidades sociales observadas en la comunidad, al mismo tiempo que incrementó mi capacidad para escribir, publicar y utilizar mis artículos como material de consulta didáctica en los seminarios que conduje en la Universidad de Sonora.
En todo momento tuve presente que los motivos por los cuales decidí estudiar Psicología en la convulsa década de los setentas, fue por mi interés por formarme como agente de cambio social para contribuir a un cambio social que contribuyera el logro del bienestar social de nuestra población mexicana utilizando como arma el conocimiento científico. En ese sentido, tanto en mi labor como docente, como en mi función como investigador social, intenté aportar argumentos teóricos para construir una Psicología socialmente sensible a las problemáticas de nuestras comunidades.
Siguiendo esa línea de pensamiento los cursos y seminarios que impartí en mi labor como profesor universitario apuntaban a la formación profesional de mis estudiantes como agentes de cambio social. La temática de mis seminarios me facilitaba y comprometía a la vez con la meta de lograr desarrollar un pensamiento autónomo y el uso de la crítica social como parte de los objetivos de aprendizaje de mis alumnos.

Como psicólogo social y casi fundador del Departamento de Psicología y Comunicación de la Universidad de Sonora, me tocó crear los contenidos y diseñar los programas de las materias de dos áreas de la Psicología: Psicología social (hoy conocida como Intervención psicológica en convivencia social) y Psicología organizacional (antes conocida como Psicología industrial, área de la cual fungí como Jefe y posteriormente como Presidente de la academia de Psicología organizacional).
Otro de los campos en los cuales incursioné desde la década de los ochentas fue el de la Educación en sexualidad humana, coordinando un Diplomado con duración de 200 horas  e impartiendo talleres dispersos sobre este tema, hasta que se me ofreció la oportunidad de impartir una materia optativa denominada Estudios Especiales, que según esto, se le ofrece a considerado experto en algún tema, por lo que decidí darle el enfoque de la Educación en sexualidad humana.
Durante más de tres décadas trabajé en la docencia e investigación de estos grandes campos del conocimiento científico, al grado de que la inversión de energía, esfuerzo, dedicación y tiempo invertido, me ha convertido en un especialista con amplia experiencia, en estos cuatro grandes rubros del conocimiento científico: Psicología de grupos, Psicología de las organizaciones, Psicología comunitaria y Educación en sexualidad humana.
Definitivamente que el “complejo de Cristóbal Colón” y mi arraigado hábito por la lectura me ayudaron a perfeccionar mi labor como docente e investigador universitario, de tal forma que constantemente actualizaba contenidos de mis seminarios enriqueciéndolos cada vez más y mejorando semestre tras semestre mi habilidad como docente al dejar atrás la técnica expositiva y apoyarme cada vez más en dinámicas y ejercicios grupales, estimulando la participación de mis estudiantes, al mismo tiempo que reducía mi autoridad ante ellos actuando como un facilitador y como un agente de cambio realizando una intervención grupal que incluía como objetivos de aprendizaje no sólo el aprendizaje de teorías, sino que también estaban contemplados avances en el autoconocimiento de cada uno de mis estudiantes y el desarrollo de sus habilidades sociales, ya que la mayor parte de todos estos años la posición predominante que utilicé es la de estar todos sentados en forma de círculo.

En cada grupo con los que trabajé ayudé a obtener un aprendizaje grupal y como formaba parte del grupo, yo también aprendía en el mismo momento que mis alumnos aprendían. Es decir, aprendía enseñando, mientras mis alumnos aprendían jugando y también enseñando a través de sus opiniones, interacciones, pensamientos, sentimientos, etc.

Por eso digo que la docencia es la labor más hermosa que el ser humano puede encontrar como actividad ocupacional porque creo firmemente que el fin último de la humanidad es compartir el conocimiento y eso era lo que hacía con mis alumnos, pero al mismo tiempo aprendía de ellos también.
Pero como todo inicio tiene un final, en este momento me encuentro en un momento histórico de mi vida profesional en el cual en el cual finalizo una etapa de mi vida profesional y estar en este punto me provoca una ambivalencia de sentimientos. Para explicar esto último quisiera retomar un planteamiento del Sociólogo polaco Zygmunt Bauman.
     Uno de los conceptos o ideas que encontré en su lectura que me parece pertinente retomar en este momento se refiere al planteamiento de que nuestro paso por esta vida contiene un innumerable funeral de identidades, es decir, que, en nuestro paso por esta vida, vamos construyendo identidades basadas tanto en la etapa en que nos encontremos de nuestro desarrollo psicosocial, como en las diferentes ocupaciones que llegamos a realizar.
     Honestamente no recuerdo en cuál de sus libros lo leí este concepto de “funeral de identidades” pero coincido plenamente con este planteamiento. Desde que tuve conocimiento de la obra de Bauman compré varios de sus libros, los cuales he leído con gran placer y creo que debería difundirse su obra ampliamente. Entiendo perfectamente su planteamiento al recordar que todos atravesamos por un proceso de desarrollo psicológico que implica pasar de una etapa de desarrollo psicológico a otra: infancia, pubertad, juventud, adultez y vejez.
     En cada etapa de desarrollo generamos una identidad, misma que enterramos cuando pasamos a la siguiente identidad psicológica.   De la misma manera la ocupación a la que nos dedicamos nos genera una identidad, nos permite identificarnos: soy estudiante, soy ama de casa, soy servidor público, soy psicólogo, soy profesor universitario, etc.
     En este momento me encuentro en uno de esos duelos de identidad al concluir mi carrera como profesor universitario debido a que me llegó mi jubilación después de laborar durante 33 años y seis meses como maestro de tiempo completo desempeñando funciones como profesor-investigador.
     No es que esté cansado de mi actividad como profesor universitario, la verdad no quisiera irme “a descansar” porque amo mi ocupación, mi profesión y mi labor como docente universitario a la que me he entregado de manera total durante todo este tiempo sin pedir permiso sin goce de sueldo alguno, sin disfrutar de beca alguna y sin siquiera pedir un año sabático (algo que algunos podrían cuestionar como torpeza de mi parte, pero la verdad, no sentí necesidad de hacerlo porque estaba completamente entregado en mi rol de profesor-investigador, con plena consciencia de ser miembro del “club de los privilegiados” al ser maestro de tiempo completo en la Universidad de Sonora).
Siento que en este momento estoy en la etapa más productiva de mi carrera profesional ya creo sin engañarme que domino con destreza y gran experiencia los campos del conocimiento en los que me he especializado durante más de tres décadas: La Psicología de grupos, la psicología organizacional, la psicología comunitaria y la Educación en sexualidad humana. Los alumnos que han tomado clases conmigo pueden dar referencias acerca de mis competencias en cada uno de esos campos.

Cualquier persona puede acceder a mi cuenta de Youtube donde tengo videos en los que al final de cada semestre mis alumnos evalúan el aprendizaje obtenido, el logro de los objetivos del programa, la metodología utilizada, los contenidos teóricos y mi desempeño como docente universitario.
     Elegí la profesión de la Psicología para estar en condiciones de contribuir al cambio social de nuestra sociedad y por azares del destino ingresé a laborar como trabajador de la educación y descubrí que ser educador es la profesión más hermosa que pueda existir y la que brinda más satisfacciones que ninguna otra actividad profesional.
     La mayor satisfacción que he encontrado en esta hermosa actividad como docente es la satisfacción conmigo mismo, al realizar una actividad que me gusta, que en verdad amo y que me ha permitido lograr un crecimiento permanente como persona y como profesional. Cada semestre terminaba mis seminarios y cursos con un alto grado de satisfacción, cada vez más alto en la medida que pasaba el tiempo. Pero, sobre todo, terminaba con un mayor crecimiento personal en la medida que aumentaba el conocimiento de mí mismo, de mi carrera, de mi profesión, de mi realidad social.
     Pero sin duda alguna, unas de las mayores satisfacciones que he recibido es el reconocimiento y agradecimiento de mis estudiantes por haber propiciado un crecimiento similar en ellos, como personas y como futuros profesionistas.
     Como educador siempre estimulé en mis alumnos el desarrollo de un pensamiento crítico y autónomo, podría seguir laborando como profesor universitario otros diez años o más, pero aplicando precisamente ese análisis crítico del momento histórico en el que nos encontramos, concluí que, si no me jubilo ahora, dentro de diez años no habrá seguridad de que me den mi jubilación.
     Antes de que se adelante, quisiera hacer la aclaración de que ese análisis lo hice más de un año antes de que en México se diera el cambio social que hoy estamos viviendo con Andrés Manuel López Obrador y Morena en el poder.
     Creo que estarán de acuerdo cuando digo que hace año y medio las condiciones sociales, políticas y económicas en México eran muy difíciles y el ambiente era más bien de pesimismo social y no como el que hoy estamos disfrutando que se respira un optimismo colectivo.
     En aquel contexto decidí solicitar mi jubilación pensando que mi solicitud tardará años en resolverse porque dentro de la Universidad de Sonora, había una larga fila de más de 800 maestros con intenciones de jubilarse.   Inicié los trámites y a partir de ahí comenzaba mis cursos diciéndoles a mis alumnos: “les doy la más cordial bienvenida a este seminario y les informo que probablemente sea el último de mi carrera como profesor universitario porque inicié mis trámites de jubilación, así que es muy probable que ésta sea mi despedida como docente universitario”.
     Tres semestres incurrí en esta acción, cuando de repente, a fines del mes de octubre me llaman de la Jefatura del Departamento de Psicología y Comunicación y me recibe el titular de este Departamento con esta Frase: “Maestro Yescas, le informo que su solicitud de jubilación fue aprobada y a partir del 30 de octubre causará baja en la Universidad de Sonora, lo que sí le pido por favor es que siga impartiendo sus cursos para no afectar a los estudiantes”.
     Honestamente, de todo lo que me dijo en ese momento sólo sonaba en mis oídos la frase “causará baja en la Universidad de Sonora” y experimenté una ambivalencia de sentimientos imposibles de describir pero que podría resumir como alegría, estupor, incredulidad y tristeza.
     Creo que en ese momento el nombre de Zygmunt Bauman cruzó por mi cabeza porque sentí que perdía algo, como que algo me era arrebatado y ese algo era mi identidad de profesor universitario activo.
     Después de ese aviso, todo el mes de noviembre estuve en algo parecido a un estado de negación, deambulando por los pasillos de los edificios del Departamento de Psicología y Comunicación de la Universidad de Sonora (pasillos que recorrí durante más de tres décadas y fui testigo de la construcción y ampliación de sus edificios, al igual que el crecimiento de infraestructura de nuestra hermosa universidad de Sonora), mientras concluía mis seminarios pero con la sensación de ya tener un pie fuera de la Unison.
     En ese inter recibí varias felicitaciones de alumnos, exalumnos y colegas por mi reciente jubilación y algunos llegaron a preguntarme ¿qué va a hacer una vez jubilado? Eso me recordaba una experiencia que tuve en los noventas cuando forzado por la crisis de 1994 con amenaza de embargo de mi casa y automóvil, decidí participar en un proceso de selección de una plaza de Director de Desarrollo Organizacional de Aeroméxico.
En este proceso participamos 110 personas que fuimos entrevistadas y pasamos a la ronda final solo 3 personas que fuimos citados a la Ciudad de Culiacán donde el Director General de Aeroméxico seleccionaría al ganador de este importante puesto en esa empresa.
Cuando llegó mi turno tuve la entrevista con este directivo y después de varias preguntas, me hizo una pregunta final: ¿Si tuviera resueltos sus problemas económicos y no tendría necesidad de trabajar, qué actividad le gustaría realizar?
Mi respuesta, basada en la honestidad fue la siguiente: “Seguiría haciendo lo que actualmente estoy haciendo” y ¿que es lo que hace actualmente? Me reviró y yo respondí: Seguir con mi hábito de la lectura, leyendo varias horas al día, seguiría escribiendo artículos, desarrollando investigaciones  y buscaría la forma de transmitir y compartir todo ese conocimiento adquirido”.
Su respuesta me sorprendió: “Sr. Yescas, le agradezco haber participado en este proceso de selección, ha sido un placer conocerlo, pero no podemos contratarlo, está usted sobrecalificado para el puesto al que aspira, muchas gracias”.
El día de hoy cuando me preguntan qué voy a hacer de jubilado, partiendo de la premisa de que elegí estudiar Psicología para contribuir al cambio social, mi respuesta es similar, la verdad, pienso invertir mi tiempo en mayores lecturas, porque siento que me falta saber mucho más todavía, seguir escribiendo y publicando en mi blog personal y en redes sociales, porque creo que en este momento histórico que nos encontramos en México iniciando una transformación social, es cuando mayor necesidad existe de que los académicos y científicos sociales apoyemos con nuestras aportaciones el proceso de cambio cultural y social, para fortalecer el proceso de  transición y contribuir como educadores sociales utilizando las tribunas públicas que tengamos a nuestro alcance para contrarrestar los intentos de frenar o desvirtuar el cambio social que provienen de aquellas fuerzas sociales que se oponen a la transformación de México.
     Mientras tanto, me veo a mi mismo como una persona que entró por la puerta grande a la Universidad de Sonora, al haber ganado un concurso de oposición de manera limpia y sin objeción alguna, y salgo con la frente en alto sintiendo con gran orgullo la satisfacción del deber cumplido.
     Pero sobre todo recibiendo el reconocimiento de quienes más me importaron siempre: mis alumnos, ya que siento que cerré con broche de oro mi actuación como docente en estos últimos semestres, sobre todo en éste último (2,018-2) que ha sido el mejor semestre de mi carrera.
     Por todas estas razones, a través de este medio digo adiós a mi segunda casa, la Universidad de Sonora, la institución que me ayudó a crecer profesionalmente, que me permitió realizarme como docente, como investigador, la institución que por más de tres décadas fue mi segunda casa, porque prácticamente vivía en ella. Con el corazón en la mano, les digo que llevo muy dentro de mi corazón mi amor por la Universidad de Sonora y lo que me resta de vida seguiré siendo orgullosamente búho.
      
 Videos de Oscar Yescas en Youtube
Videos de la reunion de clausura del curso educacion en sexualidad humana impartido por Oscar Yescas en el semestre 2,018-2
Evaluación grupal 2,018 2 convivencia social dos
Clausura del seminario Psicologia organizacional dos de Oscar Yescas

Video introduccion a la Psicologia organizacional 2,018 2
Yescas, Oscar. El Club de los privilegiados
Intervención psicológica con grupos sociales
Introducción a la psicología de las organizaciones
Por una conducción científica de nuestras organizaciones
Introducción a la Psicología Comunitaria Latinoamericana
Yescas, Oscar: Por una psicología socialmente sensible
Consideraciones sobre la problemática sexual juvenil
La educación en sexualidad humana como contribución al cambio social
Apuntes de intervencion psicosocial en grupos organizaciones y comunidades
Psicología ideología y cambio social

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