La
biblioterapia en tiempos de crisis
Oscar
Yescas Domínguez
28
de abril 2,020
Acerca
de la palabra crisis
La
palabra crisis nos ha acompañado durante varias décadas en los
últimos años, la hemos escuchado con gran frecuencia en la radio,
en la televisión, leído en los diarios, en revistas y en libros. La
hemos utilizado en nuestras conversaciones cotidianas, cuando
hablamos de los problemas económicos o financieros, ha sido usada
para justificar los aumentos de precios, etc. La palabra crisis
proviene del latín κρίσις,
que tiene varios significados “sentencia”, “disputa”,
“decisión”, crítico, etc.
Desde
hace tiempo vivimos en un contexto social en crisis, tan prolongada
ha sido esta crisis que nos hemos acostumbrado a vivir con ella. Al
menos así me pasó a mí y a muchos de mi generación quienes hemos
escuchado que estamos en crisis durante toda nuestra vida. Algunos
llegaron a asumirlo como parte “normal” de nuestra vida
cotidiana, otros decidimos intentar hacer algo actuando como agentes
de cambio social para salir de la crisis y la manera de hacerlo fue
participando activamente en diversos movimientos sociales que
luchaban . El principal lado de la crisis que hemos conocido ha sido
la crisis económica que reflejaba varias circunstancias
desfavorables en la economía. Llegó un momento en que la palabra
crisis perdió su significado original al limitar su uso a la crisis
económica.
Hacia
una nueva conceptualización de la crisis
Pero
el día de hoy, el concepto de crisis tiene un significado distinto
ya que nos provoca una idea de vivir en momentos de transición,
donde podemos pasar de un estado determinado a una condición
totalmente nueva. La palabra crisis empieza a recuperar su
significado y podemos asumirla como una transición necesaria para
pasar a un estado diferente y mejor de la condición actual.
Hoy
el concepto de crisis nos permite vislumbrar la situación actual
como una transición necesaria para poder crecer, el paso necesario
para madurar, para poder crecer, para llegar a un estado diferente
dando un paso adelante sin experimentar temor porque sabemos que hay
algo más allá de la situación de crisis actual ya que ésta es una
crisis momentánea, no permanente.
En
esa línea de pensamiento adquieren sentido aquellas expresiones de
personas que se recuperaron de una crisis, cuando se dice que
“tocaron fondo” y eso les ayudó a salir de la crisis, con ayuda
psicológica o sin ella, crecieron como personas y dejaron atrás sus
adicciones, sus temores, sus fantasmas y superaron su condición de
inestabilidad previa para llegar a una condición de mejoría actual
en sus vidas personales.
Todas
las personas cambian, todos podemos cambiar hábitos, costumbres,
valores, comportamientos, etc. Llegar a un estado de crisis puede ser
el inicio de un proceso de cambio permanente que nos permita lograr
una mejoría y salir de la crisis en la que se estaba encerrado sin
aparente salida alguna. En eso consiste el aprendizaje social, en el
cambio relativamente permanente de las personas después de atravesar
una experiencia de aprendizaje. Esta experiencia de aprendizaje puede
ser traumática o placentera, temporal o prolongada.
Todo
depende de nuestra actitud y disposición a cambiar parte de nuestro
comportamiento o de nuestro entorno social, o del estado de crisis en
la que nos encontremos. De ahí la necesidad de retomar el concepto
de crisis como algo positivo, algo que puede ser motivo de
creatividad, que desde una perspectiva optimista puede generar un
cambio, un crecimiento, un renacimiento posterior a un fracaso
sentimental, a una conducta autodestructiva o a una desintegración
grupal. Estar en crisis no es sinónimo de condena a la
destrucción, debemos concebirla como un factor de predisposición
que puede favorecer el cambio, todo depende de nosotros, de como nos
sentimos, qué deseamos y qué queremos.
La
crisis del posmodernismo
La
crisis actual que padecemos es multidimensional, tuvo su origen
cuando se derrumbó el muro de Berlín y se desintegró la URSS,
cambiando la geopolítica a nivel mundial, al expandirse la economía
de libre mercado en todo el mundo y el surgimiento de la
globalización. Desapareció el mundo que conocíamos como la “guerra
fría”, es decir, el conflicto entre Estados Unidos y Rusia que
muchas veces nos colocó al borde de una guerra nuclear que
destruiría a toda la humanidad.
Lejos
de generar paz y tranquilidad, el nuevo mundo que se construía con
el predominio de las grandes corporaciones aumentó la desigualdad
social al imponer el poder corporativo a los Estados de diferentes
naciones políticas neoliberales que tendían a la privatización de
los servicios públicos, el debilitamiento de las instituciones
estatales y el adelgazamiento del Estado afectando directamente
agudizando la crisis económica al afectar el bienestar social y
creando una mayor crisis política al provocar la pérdida de
soberanía de los Estados y la separación del poder económico del
poder político.
Pero
llegó un evento que vino a presentarse como un parteaguas a nivel
internacional y constituirse como un nuevo cambio de la dinámica
internacional. Me refiero a la caída de las torres gemelas en Nueva
York,que estremeció al mundo en la primera década del nuevo milenio
y el escenario social cambió de nuevo ya que la inseguridad y el
temor nos hizo aceptar perder libertad a cambio de tener seguridad de
nuestras vidas y resurgió la guerra como forma de resolver
conflictos internacionales en plena globalización.
De
manera paralela, nuestra vida cotidiana se caracterizó por el
predominio de una tendencia hedonista que se manifestaba en un
consumo compulsivo en una búsqueda permanente de una buena vida”
dentro del contexto de un sistema social que producía en forma
masiva y requería de un consumo masivo para mantener el equilibrio
social.
Esa
inseguridad permanente por vivir en una época caracterizada por
grandes cambios sociales que generaban un ambiente de incertidumbre
social, permitió el surgimiento de un mecanismo de defensa
psicológica que se centró en el aumento al consumo, creando lo que
Zygmunt Bauman denominó “Síndrome del Titanic” que se reflejaba
en la consigna “Disfrutemos mientras podamos”, gastando dinero
que no se tiene para disfrutar de la vida sin pensar en el futuro.
Aquí y ahora mirando hacia atrás podemos comprender que ese
comportamiento era un intento de sofocar la ansiedad que surgía por
ser testigos del desmoronamiento de toda la certeza que teníamos del
presente y de la incertidumbre que rodeaba nuestro futuro.
Pero
ese ritmo de producción masiva y consumo masiva nos estaba llevando
a la destrucción de nuestro medio ambiente y de nuestras propias
vidas al consumir productos industrializados que dañaban nuestra
salud. Surgió entonces un nuevo tipo de crisis, la crisis ecológica
ya que la explotación irracional de recursos naturales estaba
provocando un calentamiento global y el cambio climático.
Desde
una perspectiva sistémica podemos ver que todas las crisis están
ligadas entre sí, que son la expresión particular de una crisis
total, la crisis del sistema social en el que estamos viviendo.
La
dinámica social que nos tocó vivir consistió en que después de
una crisis surge otra nueva crisis, de la crisis económica pasamos a
la crisis financiera, luego entramos en la crisis política,
posteriormente enfrentamos la crisis ecológica por el calentamiento
global y todo esto en su conjunto nos condujo de manera inevitable al
surgimiento de una crisis psicológica que afecta a millones de
personas, creando comportamientos autodestructivos masivos tales como
diferentes tipos de adicciones (drogas, alcohol, ludopatía, sexo
desenfrenado, videojuegos, etc.), incapacidad para relacionarse
sentimentalmente, tendencia al aislamiento y soledad, generando
comportamientos patológicos en algunas personas que en algunos casos
extremos se llegó al suicidio o a conductas violentas y los
profesionales de la salud y también de las ciencias sociales
contribuyeron al engaño de interpretar y diagnosticar tales
conductas como crisis psicológicas individuales sin contemplar el
marco social de la crisis que padecemos que es la fuente principal de
todos nuestros males.
La
sociopatología de la normalidad
En
el 2,014 publiqué un artículo con el título “Sociopatología de
la sociedad contemporánea” en el que afirmaba que nos
encontrábamos dentro del contexto de una sociopatología porque la
crisis social, económica y política que vivíamos en ese año en
pleno aumento de la corrupción e impunidad que caracterizó el
sexenio de Enrique Peña Nieto en México, planteaba la necesidad de
aumentar la participación social de los integrantes de esa sociedad
para realizar un cambio social que condujera a otro tipo de sistema
social en el cual desapareciera la injusticia social, la corrupción
y la desigualdad social.
Del
2,014 en adelante la crisis social que vivíamos en México se
intensificó en la medida que aumentaba la corrupción e impunidad de
nuestros gobernantes y políticos que cometían injusticias tras
injusticia con la garantía de tener controlados a través de la
corrupción a los responsables de impartir justicia en nuestro país.
Era
en verdad frustrante ver que a pesar de que aumentaba la impunidad
ante los actos de corrupción, una buena parte de la población
mexicana seguía con su vida cotidiana aceptando vivir en condiciones
de austeridad y pobreza mientras que la clase política se enriquecía
con el robo de las finanzas públicas y el desmantelamiento de las
instituciones estatales.
Mientras
la desigualdad social crecía en el ámbito internacional debido a la
implementación de políticas neoliberales y la presión de las
empresas transnacionales y organismos financieros internacionales
para que en los Estados soberanos se modificaran las constituciones
de forma tal que se eliminaran derechos laborales y prestaciones
sociales, buena parte de la población mantenía un comportamiento de
adaptación y conformidad con la violación de sus derechos, el
empobrecimiento progresivo de sus vidas y el deterioro de su calidad
de vida.
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/07/psicologia-obediencia-y-cambio-social.html
El
arribo de la esperanza al poder en México
Pero
afortunadamente en México se hizo realidad aquel dicho de que “no
hay mal que dure más de 100 años” y llegamos a un punto en el
cual el hartazgo social motivó a que millones de mexicanos actuando
juntos cambiáramos la historia de nuestro país, al votar
unánimemente y en forma masiva por la fórmula electoral que en esos
momentos representaba la esperanza del cambio, representado por
Andres Manuel López Obrador.
Logramos
el cambio de poder político por la vía electoral y afortunadamente
el actual Gobierno mexicano ha estado respondiendo a las expectativas
populares con la implementación de políticas públicas que
favorecen a las mayorías populares. Muchos cambios tuvieron lugar en
los 18 meses de gobierno que lleva López Obrador en el poder.
Pero
aún así nuestra sociedad seguía inmersa en la crisis general del
sistema capitalista provocando un incremento en la desigualdad social
generando problemas locales que requieren soluciones globales. No fue
suficiente el cambio de poder político para cambiar el mundo, ya que
vivimos en el contexto de la globalización y estamos en la era del
divorcio entre el poder y la política.
A
pesar del cambio de poder político en México seguimos viviendo en
el contexto de la globalización acentuando una sociopatología de la
normalidad orientada al consumo masivo y apoyada en una acriticidad
de la vida cotidiana. Fingíamos no ver la desigualdad social, los
mendigos que encontrábamos a nuestro paso en las calles eran
invisibles a nuestras ojos.
Actuábamos
como ciegos pretendiendo no ver lo evidente, aquello que estaba
frente a nuestras narices, una enorme desigualdad social y estábamos
obsesionados por un consumo compulsivo e irracional que nos empujaba
a comprar lo que no necesitábamos, sólo para demostrar a los demás
que éramos diferentes a ellos, superiores económicamente a la
mayoría y que podíamos darnos una “buena vida”.
A
la crisis social se suma la crisis sanitaria
Pero
de repente el mundo entero cambió de nuevo, la globalización nos
acercó tanto que llegamos al punto en el cual lo que pasaba en el
otro lado del mundo llegó a afectarnos en nuestro entorno inmediato.
Una indiscutible prueba de esta interinfluencia y de la progresiva
pequeñez del mundo contemporáneo es la pandemia del corona virus.
Vivíamos
en un Estado de crisis como magistralmente lo demuestra Zygmunt
Bauman en su excelente libro que lleva ese nombre. Pero la crisis que
vivíamos antes no se compara a la que estamos viviendo hoy en día.
De un día para otro nos dimos cuenta de que no existe separación
entre los habitantes de la tierra, de que todos somos seres humanos y
que tratándose de salud, no hay discriminación alguna.
El
covid-19 demostró que por más que se cierren fronteras y se
construyan muros de contención, la raza humana en su conjunto
comparte el mismo mundo y hoy el mundo entero está sufriendo la
pandemia más grande de todas las pandemias, parafraseando una triste
frase, estamos ante “la madre de todas las pandemias” que no hace
distinción alguna.
No
se ha descubierto cura alguna hasta el momento , el número de
contagiados se acerca a los tres millones de casos y el de
fallecimientos por el covid rebasa los 200 mil casos y las cifras
siguen aumentando.
La
única forma de evitar la expansión de este virus es el aislamiento
social, evitar la interacción con otras personas, encerrarnos en
nuestras casas, esperar que pase el pico de crecimiento en el
contagio de personas y que se descubra una vacuna efectiva para su
cura.
De
esta manera, de un día para otro nos vimos en la necesidad de
permanecer en la privacidad de nuestros hogares, evitando salir para
no exponernos a un contagio innecesario. El encierro forzado es parte
de la crisis sanitaria que vino a complicar la enorme crisis social y
política que veníamos padeciendo desde hace tiempo. El elemento más
insoportable de esta crisis para la mayoría es el impedimento de
salir de nuestras casas ya que hoy en día millones de personas se
encuentran en aislamiento social.
Estar
en aislamiento social es uno de los mayores castigos que puede
recibir el ser humano, tan sólo recordemos que en las cárceles el
mayor castigo que puede recibir un prisionero que rompe las reglas es
padecer un aislamiento total por un período determinado. La
libertad de movimiento es algo que teníamos y no apreciábamos
cuando estaba a nuestro alcance porque nunca llegamos a pensar que
estaríamos aislados en las paredes de nuestra casa. Jamás pensamos
que nuestro hogar sería un sustituto de una prisión.
Con
el encierro forzoso surge un nuevo tipo de crisis, la crisis
psicológica, que cada persona la vive de diferente manera. En el
campo de la Psicología social se han hecho múltiples experimentos
que revelan que el hacinamiento produce reacciones de agresividad y
violencia. De igual forma la soledad prolongada y la incomunicación
genera depresión.
En
los grupos familiares en donde no hay armonía e integración
familiar, estar encerrado puede ser muy estresante e inclusive
peligroso. La imposibilidad de salir puede generar frustración y un
alto nivel de estrés que serían las condiciones ideales para que
los conflictos latentes o no resueltos resurjan al interior de la
familia. Como psicólogo, parto de la premisa de que la mayoría de
los problemas al interior de las relaciones interpersonales se deben
a fallas en la comunicación y la forma de resolverlos es con una
mejora en la comunicación.
Desafortunadamente
el desarrollo tecnológico ha propiciado una incomunicación entre
nosotros, las nuevas generaciones se han habituado a utilizar el
teléfono celular para “estar conectado” a través de redes
sociales con otras personas. Invierten buena parte de su tiempo a
estar interactuando de manera virtual con otras personas y llegan al
extremo de desarrollar una “nomofobia” que es un miedo irracional
a estar desconectado.
Lo
ideal sería que las personas que comparten un mismo techo y no
pueden salir, aprovecharan estas condiciones de encierro para hablar
entre sí, mejorar su comunicación, conocerse mejor y aceptarse
mutuamente. La comunicación podría servir para resolver problemas
no resueltos que existieran entre ellos o a mejorar su integración y
soportar en mejores condiciones el encierro.
También
es necesario reconocer que en condiciones de encierro el uso de redes
sociales, internet y teléfonos celulares permite mantenerse
conectado con otras personas. Debemos reconocer que en la sociedad
moderna existen muchos tipos de familia, no todos pertenecen a una
familia nuclear en la que están presentes padres e hijos.
Existe
un gran número de familias monoparentales y personas que viven
solas, a quienes el encierro puede ser sofocante y generador de gran
angustia. Sobre todo aquellos que están alejados de sus familiares o
que se encuentran lejos de su país viviendo el encierro en
condiciones de soledad. Digo esto último porque recientemente recibí
este mensaje:
“muy
buena tarde profesor, agradezco como siempre la amable atención que
tiene al enviar estos blogs, los leo y reflexiono me gustan son para
mi de interés y aprendizaje, no crea es grosería no falta de
interés que no responda a lo que usted me ha mandado, no me pregunta
verdad?...pero le comparto me quede en Chicago atorada pues aquí
puse mi negocio y llegó esto y tomo de sorpresa a todo el mundo.
No
pude regresar porque a México teníamos que llenar aplicaciones y
esperar indicaciones y esperar el apoyo del gobierno para mis
compañeros de trabajo, y después ya no te dejaron salir, he perdido
amigos por este virus aquí y créame es de mucha reflexión ver todo
esto que esta pasando, cuando leo sus blogs es de noche, pero quiero
sepa que son de apoyo, no se como es que fuimos amigos en esta red
social, cuando cambie mi fb a usted le mande solicitud pues lo que
usted ha compartido siempre es de mucho interés. Soy una maestra
jubilada, por incapacidad pues sufrí el cáncer mas de una vez
soy
madre sola y tuve esta grande oportunidad de salir de mi país
y
abrirme paso aquí en el extranjero. Empecé en Arizona y poco a poco
he brincado como todos porque tengo a mis dos hijos que estudian y
mis viejitos, le explico todo esto porque es que me gusta conservar
su amistad a distancia siempre
se aprende y eso me gusta a mi”
Las
benditas redes sociales nos permiten estar en contacto virtual con
otras personas y no sentirnos solos. El llamado de las autoridades a
permanecer en casa ha sido atendido por un porcentaje alto de la
población que decidió colaborar con las autoridades para resguardar
su seguridad personal. Sin embargo, un buen porcentaje de la
población mexicana sigue saliendo de sus casas por diversos
motivos, uno de ellos es por la desigualdad social vigente ya que no
todos viven en las mismas condiciones, hay personas que no tienen
casa y otras que no tienen comida y se ven forzados a salir para
comer.
Pero
de las personas que permanecen en casa, el prolongamiento del
encierro empieza a tener efectos en su salud psicológica, creando un
estado de estrés permanente, ansiedad e inclusive angustia. Estamos
frente a un nuevo Estado de crisis que afecta a las personas más
vulnerables. Se ha dicho que la pandemia está sacando lo mejor y lo
peor de cada uno de nosotros. Debemos hacer lo necesario para que lo
que salga de nosotros sea lo mejor y parte de ello sea nuestra
actitud de ayudar a quien sufre.
¿Cómo
podemos ayudar a otros si estamos encerrados? Un primer paso sería
ayudarnos a nosotros mismos, de la misma manera que las azafatas de
los aviones antes de iniciar el vuelo dan instrucciones de que en
caso de alguna falla del avión, primero nos pongamos la mascarilla
nosotros para estar en condiciones de ayudar a los demás, nosotros
debemos ayudarnos a nosotros mismos primero.
Estando
en condiciones de encierro tenemos una alternativa a nuestro alcance,
el apoyo de los libros, la lectura como terapia, los libros como
alternativa de superación en tiempos de crisis.
La
biblioterapia como alternativa a la crisis del encierro forzado
A
lo largo de la historia se han documentado testimonios de cómo la
lectura en tiempos de crisis permite no sólo sobrellevarla, sino
también tolerarla en mejores condiciones ya que la palabra escrita
ha permitido reconstruir la vida de personas en desgracia.
La
lectura de la palabra escrita permitió sobrevivir a miles de
personas que se encontraban encerradas en prisiones de dictaduras
militares en Argentina, Chile, Uruguay, etc. En condiciones de
encierro total hombres y mujeres redescubrieron la importancia vital
de los libros. Inclusive, tan importante ha sido la lectura que aún
cuando se está preso y no hay nada para leer, el recuerdo de lo que
se leyó evitaron que muchos presos políticos se suicidaran o
cayeran en la locura.
La
biblioterapia también funciona en la reconstrucción de uno mismo
después de atravesar una decepción amorosa, después de atravesar
por el duelo de un ser querido, después de haber perdido a un hijo
(a) o sufrir una enfermedad seria, la lectura en contextos de crisis
ha jugado un papel importante.
Por
eso se afirma que la lectura juega un papel terapéutico, no se trata
de alabar el hábito de la lectura por el simple placer, hablo de la
lectura en tiempos de crisis que nos permite no sólo soportar la
crisis, sino que también nos ayuda a reencontrarnos a nosotros
mismos y a conectarnos con los demás.
Hoy
en día vivimos una prolongada crisis sanitaria que nos obliga a
permanecer en condiciones de confinamiento. Una crisis para la que no
estábamos preparados, que nos genera ansiedad, miedo, angustia y
desesperación. En pocas palabras vivimos tiempos de crisis en un
aislamiento social que reactiva el miedo al abandono, que afecta
nuestra autoestima que abre viejas heridas y que hace que nuestra
vida actual pierda sentido.
Pero
es una crisis de la que podemos resurgir fortalecidos. Toda crisis
genera fuerzas de destrucción y fuerzas de creación. En términos
populares podría decirse que de algo malo puede surgir algo bueno y
una alternativa viable al alcance de todos en estos tiempos de crisis
es lo que se ha definido como “biblioterapia”.
La
biblioterapia surgió en contextos hospitalarios y consiste en la
utilización de materiales de lectura seleccionados como coadyuvantes
terapéuticos para los cuidados médicos y psiquiátricos utilizando
la lectura individual y la discusión grupal. Pero la biblioterapia
no debe limitarse al ámbito hospitalario, ya que puede ser aplicable
en otros contextos como por ejemplo, la actual crisis sanitaria que
tiene en aislamiento social a millones de personas en el mundo
entero. No es exagerado afirmar que el mundo entero es un espacio en
crisis.
Los
hospitales del mundo entero están siendo rebasados en demanda de
servicios por pacientes contagiados por el covid que hoy en día se
acerca el número de afectados a nivel mundial a los 3,000,000.
Pero
los efectos de la pandemia del covid no se limitan a los pacientes
infectados por el virus y a los fallecidos, también debemos contar
todas aquellas personas que en un número mayor viven la crisis
sanitaria con una crisis psicológica individual y grupal.
Nuestro
mundo está cambiando y nosotros debemos cambiar también. Debemos
considerar que cuando todo se derrumba, caen todas aquellas creencias
rígidas o comportamiento estereotipados, pero al mismo tiempo que
caen podemos vislumbrar otras formas de comportamientos, construir
nuevas formas de relacionarse.
El
año pasado estuve en Estados Unidos y deambulando por un pueblito de
Wisconsin encontré una librería, ingresé a su interior y me
encontré una frase pintada encima de una pared “A room without
books is like a body without a soul” (Un cuarto sin libros es como
un cuerpo sin alma). Una gran verdad para mí.
No
quiero regresar a esa normalidad insana que consiste en vivir para
trabajar, consumir, endeudarse y trabajar más! El mundo nuevo que
resurja después del covid tiene que ser diferente y no acepto que
prioricen la economía por encima de la vida. La economía tiene un
precio, debemos demostrar que reaprendimos que la vida no tiene
precio. No aceptemos salir de casa para salvar la economía!
Permanezcamos
en casa hasta que realmente sea seguro salir y que el encierro haya
servido no sólo para resguardarnos del coronavirus, sino que haya
sido la oportunidad para lograr elevar nuestra autoestima, este
proceso de elevar nuestra autoestima será en verdad un acto
revolucionario que nos permitirá actuar como agentes de cambio
social, para cambiar la realidad donde reina la desigualdad social
por otra sociedad mejor.
El ingrediente secreto de la paz interior que pregonaba el Kung Fu Panda, no está fuera de nosotros, es el autoconocimiento que nos proporcional la paz interior y ese autoconocimiento lo logramos a través de la lectura de los libros
El ingrediente secreto de la paz interior que pregonaba el Kung Fu Panda, no está fuera de nosotros, es el autoconocimiento que nos proporcional la paz interior y ese autoconocimiento lo logramos a través de la lectura de los libros
La
biblioterapia está al alcance de todos y los beneficios de la misma
son múltiples, los libros nos han dado tanto a los amantes de la
lectura que hemos desarrollado un amor por los libros, si tenemos un
sentimiento de amor hacia los libros, no es descabellado pensar que
los libros también sienten y lleguemos al punto de pensar que un
libro que se mueve, que es movido de su lugar para ser leído, es un
libro feliz, en cambio, un libro que no se mueve es un libro infeliz.
Hagamos felices a los libros que tenemos en casa¡ Si no tienes
libros, utiliza internet seleccionando buenos libros¡
1.-
Bauman, Zygmunt: Estado de crisis. Editorial Paidós, México, 2,016
2.-
Petit, Michelele: El arte de la lectura en tiempo de crisis. Ed.
Océano Travesía, Barcelona, 2,009
3.-
Yescas, Oscar. La esperanza en el poder en México
02
diciembre 2,018
4.-
Yescas, Oscar: Covid-19, desigualdad y cambio social. 25 marzo 2,020
5.
Yescas, Oscar: Sana distancia y quédate en casa
21
de marzo 2,020
6.-
Yescas, Oscar: Impacto psicosocial de los medios masivos de difusión
y redes sociales. 31 ocubre 2,013
7.-
Yescas, Oscar: Sociopatología de la sociedad contemporánea. 2,014.
muy interesante, colega!!!
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