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domingo, 11 de noviembre de 2018


“Su México” y “nuestro México”
Oscar Yescas Domínguez


       Coreando consignas que en un principio podrían generar simpatía como “México”, “México”, pero que al escuchar la siguiente consigna te das cuenta de que esa simpatía es por el diablo: “Es un error estar con Obrador”, cientos de mexicanos marchan por las calles de la ciudad de México expresando su rechazo a la cancelación de la construcción del aeropuerto en Texcoco, el difunto NAICM, o Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México.
       Como una muestra de la diversidad que existe en México, no precisamente sexual, sino de pluralidad de ideologías, ejerciendo su derecho a la libertad de expresión un nutrido grupo de ciudadanos desfilaron por la ciudad de México expresando su rechazo a las consultas, reclamando en forma contradictoria su exigencia de procesos democráticos bajo la consigna “Queremos procesos democráticos, la consulta no fue democrática”, “No más consultas”.
       El pueblo mexicano tuvo su primer consulta democrática con la consulta nacional para decidir si se continuaba con la construcción del NAICM en Texcoco. Más de un millón de votantes participaron en esta consulta, si se toma en cuenta al número de personas que participaron como organizadores, que estuvieron al frente de las casillas, que participaron en el conteo de los votos, fácilmente ese número aumenta considerablemente.
       La consulta fue una expresión de democracia en nuestro país, una práctica a la que no estamos acostumbrados después de años de autoritarismo, sin embargo, la participación social fue de tal forma que el millón de boletas contempladas fue insuficiente en virtud de las filas que se formaron en las diferentes casillas a lo largo y ancho del país. Sólo aquellos cuyos intereses particulares se oponen a los intereses de la mayoría se opusieron a esta medida.
       Dentro de los manifestantes se encontraba Mariana Gómez del Campo, exsenadora del Pan, quien apoyó con su voto las reformas estructurales que sumieron a la población mexicana en la pobreza que hoy padece y quien manifestó a pregunta de un reportero que era la marcha de los “ciudadanos libres” de México ejerciendo su derecho a manifestarse libremente. La misma senadora que protegió a su familiar, una de las socias de la guardería ABC, para no ser juzgada por ese homicidio colectivo, el mismo personaje que apoyó la represión de los maestros de la CNTE que defendían sus derechos laborales violados por el intento de imponer una Reforma Educativa. La misma senadora que guardó silencio ante el reclamo de aparición con vida de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa y la misma mujer que estando en posición de poder, nada hizo para frenar la ola de feminicidios que continúa azotando hoy a nuestro país.
       Una de las consignas reclamaba a López Obrador que con la cancelación del aeropuerto del NAICM se detendría el progreso de México. Una consigna que merece ser analizada. ¿Cómo puede ser concebido que la construcción de un nuevo aeropuerto implica el progreso de un país en el que existe una enorme desigualdad social y una inmensa mayoría de la población se encuentra sumida en la pobreza y en la miseria?
       El uso de un aeropuerto está destinado a un porcentaje reducido de la población mexicana que goza de una condición socioeconómica que le permite disfrutar de vuelos aéreos pagando el precio de boletos que no son accesibles para una inmensa mayoría de mexicanos.
       La inmensa mayoría de mexicanos tiene otra idea de progreso en nuestro país, en virtud de que enfrentan problemáticas diferentes. Enfrentan bajos salarios, padecen el problema del desempleo o subempleo, carecen de medios de transporte propio, están condenados a utilizar el transporte público con todas sus deficiencias y sobre todo enfrentan la gran inseguridad pública que se vive en las calles de la mayoría de las ciudades de nuestro país.
       Progreso para la inmensa mayoría de mexicanos significaría mayor inversión en fuentes de empleo, en aumentar el número de oportunidades de estudio para la juventud mexicana, en fortalecer y ampliar el sistema de salud pública para llegar a toda la población mexicana, en disminuir el hambre de nuestra población aumentando el salario mínimo, en construir viviendas que puedan ser adquiridas con menores costos de lo que hoy son ofertadas. Esto realmente sería un progreso que permitiría garantizar un bienestar social de la mayoría de la población.
       La construcción de un  nuevo aeropuerto no significa en sí mismo un progreso para México, lo único que significa es un beneficio más para a aquella población pudiente que tiene el dinero suficiente como para disfrutar viajando en líneas aéreas a diferentes destino nacionales e internacionales, es decir, aquella población que se beneficia con el reparto desigual de la riqueza social que se produce en México.
       Los manifestantes exhibían la enorme contradicción de expresar en una gran manta la leyenda “No más consultas”, mientras que en otra pancarta se leía “Queremos procesos democráticos, la consulta no fue democrática”. ¿Una muestra más de la diversidad social? O una contradicción más. La consulta sobre la cancelación del aeropuerto en Texcoco fue el éxito rotundo de un ejercicio de democrático masivo en el que participaron más de un millón de personas. Un ejercicio cuestionado por centenas de manifestantes que desconocen el momento histórico que estamos viviendo, que se resisten al cambio social que experimentamos que consiste precisamente en la construcción social de la democracia realmente representativa en nuestro país, que implica un alto grado de participación social de la población.
       Una participación social que tenderá a institucionalizarse en la medida de que las consultas sociales se sigan practicando. La de consulta sobre la construcción del aeropuerto fue la primera de nuestra era después de la tiranía del Prian, con toda seguridad no será la última.
       La marcha en contra de la cancelación del aeropuerto se presenta entonces como un intento patético de aquellas    fuerzas sociales que se oponen al cambio social, mismas fuerzas que están destinadas a desaparecer o aceptar las nuevas condiciones sociales existentes que incluyen la participación social en la toma de decisiones relevantes en la vida social de nuestro país.
       El pueblo mexicano ya decidió el rumbo por el cual desea ser conducido con el próximo gobierno, el nuevo gobierno, aun cuando todavía no toma posesión, ya está cumpliendo las promesas que incluyó en su campaña. El cuestionamiento a las decisiones colectivas por parte de pequeños grupos sociales no afectará el vínculo existente entre el nuevo gobierno representado por Andrés Manuel López Obrador y la población mexicana, al contrario, solo contribuye a reforzarlo en la medida que con este tipo de acciones se exhiben los intereses a los que realmente están defendiendo, intereses de índole particular, que están muy alejados de los intereses sociales       de las grandes mayorías.
       El México que defiende este grupúsculo de manifestantes es el México de la corrupción, de la impunidad, de la pobreza de grandes mayorías y los lujos de pequeñas minorías. Un México con gran desigualdad social y con una población sometida por la ignorancia, la pasividad, fácilmente manipulable.
       Ese México está destinado a desaparecer y lograremos borrarlo de nuestra realidad social en la medida de que incrementemos nuestra participación social, que nos da un progresivo empoderamiento al darnos cuenta de que existe un construccionismo social de la realidad, una realidad que construimos en forma colectiva a través de nuestra incorporación en los distintos grupos, organizaciones y comunidades a las que pertenecemos.
       La toma de conciencia de que somos nosotros quienes construimos la realidad social y que juntos hacemos historia, nos da la oportunidad de reflexionar acerca de que  si somos nosotros quienes hacemos historia y construimos nuestra realidad, nosotros podremos cambiar esta realidad si actuamos en forma colectiva y organizada para darle el rumbo que queramos a nuestra historia, de la misma forma que lo hicimos el pasado primero de julio cuando 30 millones de mexicanos decidimos apoyar a Morena y López Obrador para arrojar al basurero de la historia a las fuerzas el Prian que tanto daño hicieron a nuestro país.
       Los que hoy se manifestaron en contra de la cancelación del NAICM pertenecen a esas fuerzas retrógradas que pretenden hacernos retroceder en la historia y volver a los tiempos de autoritarismo de antaño.
       El México que por nuestro lado estamos construyendo día a día se caracteriza por una progresiva democratización social, un aumento de la participación social y por la tendencia a vincular pueblo con gobierno, a la construcción de una democracia participativa en la que nuestros legisladores nos consulten antes de decidir sobre temas de gran relevancia nacional. Las consultas sociales formarán parte importante en la construcción de la democracia social en nuestro país. Un México donde realmente impere la democracia social, con cero tolerancia a la corrupción y a la impunidad.
       La historia la estamos construyendo día a día, la historia no ha terminado, de nosotros depende el rumbo que tenga la historia   porque juntos estamos haciendo historia.

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