“Su México” y “nuestro
México”
Oscar Yescas Domínguez
Coreando consignas que en un principio podrían generar
simpatía como “México”, “México”, pero que al escuchar la siguiente consigna te
das cuenta de que esa simpatía es por el diablo: “Es un error estar con Obrador”,
cientos de mexicanos marchan por las calles de la ciudad de México expresando
su rechazo a la cancelación de la construcción del aeropuerto en Texcoco, el
difunto NAICM, o Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México.
Como una muestra de la diversidad que existe en México, no
precisamente sexual, sino de pluralidad de ideologías, ejerciendo su derecho a
la libertad de expresión un nutrido grupo de ciudadanos desfilaron por la
ciudad de México expresando su rechazo a las consultas, reclamando en forma
contradictoria su exigencia de procesos democráticos bajo la consigna “Queremos
procesos democráticos, la consulta no fue democrática”, “No más consultas”.
El pueblo mexicano tuvo su primer consulta democrática con la
consulta nacional para decidir si se continuaba con la construcción del NAICM
en Texcoco. Más de un millón de votantes participaron en esta consulta, si se
toma en cuenta al número de personas que participaron como organizadores, que
estuvieron al frente de las casillas, que participaron en el conteo de los
votos, fácilmente ese número aumenta considerablemente.
La consulta fue una expresión de democracia en nuestro país,
una práctica a la que no estamos acostumbrados después de años de autoritarismo,
sin embargo, la participación social fue de tal forma que el millón de boletas contempladas
fue insuficiente en virtud de las filas que se formaron en las diferentes casillas
a lo largo y ancho del país. Sólo aquellos cuyos intereses particulares se
oponen a los intereses de la mayoría se opusieron a esta medida.
Dentro de los manifestantes se encontraba Mariana Gómez del
Campo, exsenadora del Pan, quien apoyó con su voto las reformas estructurales
que sumieron a la población mexicana en la pobreza que hoy padece y quien
manifestó a pregunta de un reportero que era la marcha de los “ciudadanos
libres” de México ejerciendo su derecho a manifestarse libremente. La misma
senadora que protegió a su familiar, una de las socias de la guardería ABC,
para no ser juzgada por ese homicidio colectivo, el mismo personaje que apoyó
la represión de los maestros de la CNTE que defendían sus derechos laborales
violados por el intento de imponer una Reforma Educativa. La misma senadora que
guardó silencio ante el reclamo de aparición con vida de los 43 estudiantes
normalistas de Ayotzinapa y la misma mujer que estando en posición de poder,
nada hizo para frenar la ola de feminicidios que continúa azotando hoy a
nuestro país.
Una de las consignas reclamaba a López Obrador que con la
cancelación del aeropuerto del NAICM se detendría el progreso de México. Una
consigna que merece ser analizada. ¿Cómo puede ser concebido que la
construcción de un nuevo aeropuerto implica el progreso de un país en el que
existe una enorme desigualdad social y una inmensa mayoría de la población se
encuentra sumida en la pobreza y en la miseria?
El uso de un aeropuerto está destinado a un porcentaje
reducido de la población mexicana que goza de una condición socioeconómica que
le permite disfrutar de vuelos aéreos pagando el precio de boletos que no son accesibles
para una inmensa mayoría de mexicanos.
La inmensa mayoría de mexicanos tiene otra idea de progreso en
nuestro país, en virtud de que enfrentan problemáticas diferentes. Enfrentan
bajos salarios, padecen el problema del desempleo o subempleo, carecen de
medios de transporte propio, están condenados a utilizar el transporte público
con todas sus deficiencias y sobre todo enfrentan la gran inseguridad pública
que se vive en las calles de la mayoría de las ciudades de nuestro país.
Progreso para la inmensa mayoría de mexicanos significaría
mayor inversión en fuentes de empleo, en aumentar el número de oportunidades de
estudio para la juventud mexicana, en fortalecer y ampliar el sistema de salud
pública para llegar a toda la población mexicana, en disminuir el hambre de
nuestra población aumentando el salario mínimo, en construir viviendas que
puedan ser adquiridas con menores costos de lo que hoy son ofertadas. Esto
realmente sería un progreso que permitiría garantizar un bienestar social de la
mayoría de la población.
La construcción de un nuevo
aeropuerto no significa en sí mismo un progreso para México, lo único que
significa es un beneficio más para a aquella población pudiente que tiene el
dinero suficiente como para disfrutar viajando en líneas aéreas a diferentes
destino nacionales e internacionales, es decir, aquella población que se
beneficia con el reparto desigual de la riqueza social que se produce en
México.
Los manifestantes exhibían la enorme contradicción de expresar
en una gran manta la leyenda “No más consultas”, mientras que en otra pancarta
se leía “Queremos procesos democráticos, la consulta no fue democrática”. ¿Una
muestra más de la diversidad social? O una contradicción más. La consulta sobre
la cancelación del aeropuerto en Texcoco fue el éxito rotundo de un ejercicio
de democrático masivo en el que participaron más de un millón de personas. Un
ejercicio cuestionado por centenas de manifestantes que desconocen el momento
histórico que estamos viviendo, que se resisten al cambio social que
experimentamos que consiste precisamente en la construcción social de la
democracia realmente representativa en nuestro país, que implica un alto grado
de participación social de la población.
Una participación social que tenderá a institucionalizarse en
la medida de que las consultas sociales se sigan practicando. La de consulta
sobre la construcción del aeropuerto fue la primera de nuestra era después de
la tiranía del Prian, con toda seguridad no será la última.
La marcha en contra de la cancelación del aeropuerto se
presenta entonces como un intento patético de aquellas fuerzas sociales que se oponen al cambio social, mismas fuerzas
que están destinadas a desaparecer o aceptar las nuevas condiciones sociales
existentes que incluyen la participación social en la toma de decisiones
relevantes en la vida social de nuestro país.
El pueblo mexicano ya decidió el rumbo por el cual desea ser
conducido con el próximo gobierno, el nuevo gobierno, aun cuando todavía no
toma posesión, ya está cumpliendo las promesas que incluyó en su campaña. El
cuestionamiento a las decisiones colectivas por parte de pequeños grupos
sociales no afectará el vínculo existente entre el nuevo gobierno representado
por Andrés Manuel López Obrador y la población mexicana, al contrario, solo
contribuye a reforzarlo en la medida que con este tipo de acciones se exhiben
los intereses a los que realmente están defendiendo, intereses de índole
particular, que están muy alejados de los intereses sociales de las grandes mayorías.
El México que defiende este grupúsculo de manifestantes es el
México de la corrupción, de la impunidad, de la pobreza de grandes mayorías y
los lujos de pequeñas minorías. Un México con gran desigualdad social y con una
población sometida por la ignorancia, la pasividad, fácilmente manipulable.
Ese México está destinado a desaparecer y lograremos borrarlo
de nuestra realidad social en la medida de que incrementemos nuestra
participación social, que nos da un progresivo empoderamiento al darnos cuenta
de que existe un construccionismo social de la realidad, una realidad que
construimos en forma colectiva a través de nuestra incorporación en los
distintos grupos, organizaciones y comunidades a las que pertenecemos.
La toma de conciencia de que somos nosotros quienes
construimos la realidad social y que juntos hacemos historia, nos da la
oportunidad de reflexionar acerca de que si somos nosotros quienes hacemos historia y
construimos nuestra realidad, nosotros podremos cambiar esta realidad si
actuamos en forma colectiva y organizada para darle el rumbo que queramos a
nuestra historia, de la misma forma que lo hicimos el pasado primero de julio
cuando 30 millones de mexicanos decidimos apoyar a Morena y López Obrador para
arrojar al basurero de la historia a las fuerzas el Prian que tanto daño
hicieron a nuestro país.
Los que hoy se manifestaron en contra de la cancelación del
NAICM pertenecen a esas fuerzas retrógradas que pretenden hacernos retroceder
en la historia y volver a los tiempos de autoritarismo de antaño.
El México que por nuestro lado estamos construyendo día a día
se caracteriza por una progresiva democratización social, un aumento de la
participación social y por la tendencia a vincular pueblo con gobierno, a la
construcción de una democracia participativa en la que nuestros legisladores
nos consulten antes de decidir sobre temas de gran relevancia nacional. Las
consultas sociales formarán parte importante en la construcción de la
democracia social en nuestro país. Un México donde realmente impere la
democracia social, con cero tolerancia a la corrupción y a la impunidad.
La historia la estamos construyendo día a día, la historia no
ha terminado, de nosotros depende el rumbo que tenga la historia porque juntos estamos haciendo historia.
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