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jueves, 14 de noviembre de 2019


Golpe de Estado en Bolivia
Oscar Yescas Domínguez
14 de noviembre 2,019


No cabe duda de que vivimos tiempos de grandes convulsiones sociales, por doquier se observan grandes manifestaciones colectivas de descontento, inconformidad e insatisfacción social. Treinta años después de la caída del socialismo soviético, el capitalismo sigue sin proporcionar el bienestar social basado en el “american way of life” que prometía, al contrario, lo que ha generado es una mayor desigualdad social y un enorme sufrimiento colectivo.
Debemos tener en cuenta que vivimos en un momento histórico en el que se derrumba el Estado moderno, aquella figura de gobierno que logró institucionalizarse gracias al Leviatán descrito por Thomas Hobbes. El Estado tal y como lo conocemos sustituyó a la Monarquía como forma de gobierno gracias a grandes movilizaciones colectivas, sobre todo gracias a la revolución francesa.
Con el surgimiento del Estado terminó también el predominio de la Iglesia en los gobernantes y de ahí en adelante toda referencia a Dios o creencias religiosas quedaron fuera del discurso gubernamental, ya que la nueva forma de gobernar era un gobierno creado por los hombres y para los hombres sin influencia divina de cualquier tipo.
Su etapa de consolidación se dio cuando la Nación se alió con el Estado legitimando las exigencias del estado de tener un control social. Con el surgimiento del Estado moderno el mundo se dividió según el area de dominio de los Estados-Nación y cada país generó un poder soberano sostenido por fronteras bien definidas e infranqueables.
Pero todo esto terminó con la aparición de la globalización que implicó no solo la liberación de las fronteras para el libre tránsito de las mercancías sino que también significó el despojo de la soberanía a los diferentes Estados de cada país que no tuvieron otra alternativa que subordinar el poder político a presiones externas que determinan su actual funcionamiento, de tal forma que las formas de gobernar, las políticas gubernamentales están determinadas por “las fuerzas del mercado” y no responden más a la necesidad de proporcionar bienestar social a los ciudadanos.
Con este giro los Estados abandonan su papel de institución que garantiza el bienestar social de quienes gobiernan en su nombre lo cual genera un gran distanciamiento entre los ciudadanos y sus gobernantes. Es lo que estamos viviendo en este momento histórico, una decadencia de la figura de los Estados-Nación que prevaleció desde la desaparición de la monarquía y que el día de hoy vemos como termina la idea de aquella Nación fundada en un sistema de gobierno conformado por instituciones gubernamentales que respondían a los intereses de los ciudadanos.
El Estado adelgaza y abandona su función social para la cual fue creado y cede a la “desregularización”, a la flexibilidad y procede el “recorte del gasto público”, eliminando instituciones que brindaban servicios que contribuían al bienestar social y estos servicios que eran gratuitos fueron privatizados y ahora son proporcionados por compañías privadas con un costo por los mismos.
El neoliberalismo es la nueva cara del capitalismo, esto es lo que genera una mayor desigualdad social y sufrimiento colectivo. Esto es lo que generó los levantamientos populares en Ecuador, Chile y otros países.
El caso de Bolivia es distinto, nos encontramos ante la presencia de un golpe de Estado, de manera muy ingenua llegué a pensar que los golpes de Estado formaban parte del pasado. Pensé que la lección había sido aprendida por la humanidad, que la experiencia de los golpes de Estado generan heridas sociales que nunca sanan, que permanecen abiertas de manera permanente y que la humanidad así lo había comprendido.
Quizá por esto en Bolivia los golpistas no se atreven a reconocer que fue un golpe de Estado y lo niegan mintiendo descaradamente diciendo que fue una transición pacífica del poder basada en la renuncia de Evo Morales al mismo. Pero hay que decirlo con claridad, en Bolivia se dió un golpe de Estado en contra de Evo Morales.
¿Quién es evo Morales? ¿Qué ha hecho por los bolivianos? Evo Morales es el primer presidente indígena de Bolivia, un país con gran población indígena. Durante su gobierno logró mejorar la situación económica y social de Bolivia, que era considerado uno de los países más pobres de latinoamérica.
Antes de llegar al poder Evo Morales el 63% de la población en Bolivia vivía debajo de la línea de pobreza (2,002), recientemente el Banco Mundial reconoció que hoy en día esta cifra disminuyó al 35%. La Unesco reconoció que Bolivia estaba libre de analfabetismo gracias al apoyo a la educación de Evo Morales. Se podría resumir la gestión de Evo Morales como Presidente, señalando que gobernó para su pueblo y en contra de las grandes corporaciones que explotaban al mismo.
¿Qué fue lo que sucedió en Bolivia?
Antes de terminar el conteo de votos de las elecciones del 20 de octubre de este año, el candidato conservador Carlos Mesa se proclama ganador de las mismas y descalifica el proceso electoral.
Después de esto Luis Fernando Camacho, líder religioso solicita la intervención de la organización de Estados Americanos (OEA) como árbitro y Evo Morales acepta la intermediación. De manera rápida la OEA avala los argumentos sin pruebas de fraude que presentaron los representantes de la derecha boliviana. Esta misma OEA que guardó silencio ante la represión del pueblo ecuatoriano y que hace lo mismo cuando el pueblo chileno está siendo reprimido por parte del presidente Piñera que prácticamente mantiene bajo control militar a la población.
Después de la declaración de la OEA, se desata una ola de violencia en contra de los partidarios de Evo Morales, quemando casas de simpatizantes, golpeando en las calles a los indígenas y las fuerzas armadas se amotinan y apoyan a Carlos Mesa y piden la renuncia de todo de Evo Morales y todo su gabinete.
La OEA con esta intromisión irregular y parcial revela su desnudez política y pierde autoridad moral y política para cualquier acción en el futuro.
Ante este clima de violencia Evo Morales decide renunciar para impedir una guerra civil y horas después Luis Fernando Camacho ingresa a palacio Nacional devolviendo el poder a las élites conservadoras bolivianas.
Mientras tanto miles de indígenas se movilizan en apoyo a Evo Morales rechazando el golpe de estado enarbolando la bandera Whipala que representa a los pueblos indígenas de Bolivia. La situación de insatisfacción se agudiza cuando al tomar edificios de gobierno los seguidores de Luis Camacho y policías amotinados, retiraron la bandera Whipala de los mismos, la quitaron de sus uniformes y la quemaron lo cual provocó mayor indignación en la población indígena de Bolivia.
La bandera Whipala representa la unión de los pueblos indígenas de Bolivia, sus colores representan el tiempo, la energía, la cultura, el planeta y el espacio cósmico. En su rebeldía miles de campesinos rebasaron a la policía que había reprimido con gran violencia a los manifestantes que rechazaban el golpe de estado.
El hecho real es que una de las democracias más avanzadas de América latina ha caído y el 10 de noviembre de 2,019 será registrado en la historia como la fecha del golpe de estado que terminó con un proyecto de gobierno plurinacional que se fundó en una asamblea constituyente.
En el contexto de una economía mundial regida por la dictadura del Dios Mercado, no tiene cabida un gobierno nacionalista que utiliza un discurso abiertamente anticapitalista. El golpe de Estado en Bolivia termina con 15 años de igualdad social y política, de prosperidad y progreso económico para la mayor parte de los bolivianos.
El golpe es encabezado por sectores que se consideran blancos y occidentales, que históricamente han discriminado, dominado y explotado a la población indígena altiplánica.
Los militares colocan la bandera presidencial a Jeanine Añez como presidenta interina, quien ingresa a Palacio Nacional cargando una Biblia en sus manos expresando: “gracias a Dios que la Biblia vuelve a entrar a Palacio. Que Él nos bendiga e ilumine”. Previamente había escrito en Twitter: “Sueño con una Bolivia libre de ritos satánicos indígenas, La ciudad no es para los indios que se vayan al Altiplano o a Chalco”. Olvida que el Estado moderno surgió cuando desapareció la monarquía y toda referencia a Dios fue eliminada del discurso gubernamental.
Inicia entonces un gobierno conservador que carece de legitimidad popular, apoyado por las fuerzas armadas y policiales, mientras que miles de bolivianos se aprestan a dar la lucha en contra del golpe de Estado y en defensa de Evo Morales.
Para entender los intereses ocultos detrás del golpe de Estado en Bolivia debemos recordar que recientemente se encontraron 21 millones de toneladas de Litio en el desierto de sal de Uyuni y también que Evo Morales había presentado el primer vehículo eléctrico fabricado totalmente en Bolivia. Este proyecto afecta los intereses de las grandes industrias del automóvil a nivel mundial, además de otras corporaciones.

Es de esperarse que la espiral de la violencia crezca en Bolivia al intentar defender un gobierno impuesto que no vacila en exhibir su vocación religiosa y faceta racista al disparar sus armas en contra de los manifestantes que protestan en contra del golpe de Estado. La comunidad internacional debe expresar su rechazo a esta violación de los derechos del pueblo boliviano y exigir el respeto a la voluntad popular del pueblo boliviano.
Históricamente los golpes de Estado son apoyados por intereses extranjeros y el caso de Bolivia no es la excepción, ya que hay denuncias previas de que se estaba preparando un gole de Estado en Bolivia.
Las lecciones que debemos extraer del caso de Bolivia es que la transformación social de un país requiere de la participación social de los integrantes de sus comunidades. La condición necesaria para lograr un cambio social es la acción colectiva, la participación de una masa crítica de personas que se unen para trabajar en la reconstrucción de la sociedad.
El cambio social no depende de una sola persona, sea Evo Morales en Bolivia o Andrés Manuel López Obrador en México, para evitar los riesgos de golpes de Estado de requiere posibilitar el aumento de poder de los actores sociales. La psicología comunitaria latinoamericana nos proporciona el marco teórico y metodológico para lograr la transformación social de una comunidad y de un país.
La estrategia adecuada es dar poder a las personas para que ellas puedan actuar por sí mismas, ya que el desarrollo y fortalecimiento de las comunidades y de los individuos es una forma de fortalecimiento de la sociedad civil y de la ciudadanía.
En estos momentos de grandes movilizaciones en América Latina (Ecuador, Chile, Bolivia), es importante considerar que en la medida que las comunidades se movilicen haciendo oír su voz en espacios públicos en defensa de sus derechos sociales, políticos y humanos, se está realizando acciones políticas con consecuencias para la sociedad. En ese sentido promover y lograr la participación es un objetivo inmediato dentro de una finalidad más amplia que es la transformación social.
Para lograrlo debemos cambiar nuestras nociones sobre el poder y el fortalecimiento, se nos ha enseñado que para hacer algo es necesario tener algún poder, lamentablemente pensamos que existe sólo una versión asimétrica del poder, el poder formal. Quien ocupa el poder político es quien tiene el poder, los que carecen de cargos públicos no tienen poder.
Pero la Psicología comunitaria latinoamericana nos plantea una versión simétrica del poder en el sentido de que en toda relación social, en ambos polos hay poder, el poder formal no existiría sin el poder informal. Mediante este enfoque de simetría en el poder, nos permite hallar poder en todos los sujetos de una relación.
Aún en las peores dictaduras los oprimidos pueden superar esa situación mediante acciones que ejercen formas de poder que no corresponden a la lógica del opresor. Pero esto implica que las personas cambien su percepción de sí mismas como individuos sin recursos, débiles o indefensos. El fortalecimiento de una identidad comunitaria, el desarrollo del sentimiento de pertenencia a una comunidad permite lograr un poder liberador que permita un empoderamiento social.
La simetría en el poder es entonces una estrategia para lograr una transformación social, es necesario que reconozcamos la simetría en el poder porque el poder asimétrico, la desigualdad social y la opresión se encuentran en todas partes y se basan en la asimetría en el poder.
El pueblo boliviano seguirá el ejemplo del pueblo ecuatoriano y del pueblo chileno, la resistencia como forma de lucha, la organización de manifestaciones colectivas de descontento e inconformidad social, ante un poder que actúa en su contra, siguiendo lineamientos de fuerzas externas que responden a intereses del mercado.

Vivimos un momento histórico en el cual Latinoamérica vive jornadas de lucha en contra de un modelo social que atenta contra la dignidad humana, contra la vida misma y que destruye nuestro medio ambiente. La lucha contra el capitalismo disfrazado de neoliberalismo se ha iniciado en Latinoamérica. 
En Bolivia, los golpistas no solo retrocedieron más de doscientos años al reivindicar la biblia y a Dios como su guía principal, retrocedieron más de 500 años, hasta aquellos tiempos de la conquista española cuando veían a los indígenas como seres inferiores que había que exterminar.
La vida de este gobierno espurio sin duda será corta, dependen de la lucha del pueblo boliviano y de la solidaridad internacional cuanto dure. En un momento histórico en el que la globalización ha generado fenómenos migratorios colectivos provocando que nuestras sociedades conforman poblaciones con gran diversidad cultural y racial, el racismo, la discriminación y la intolerancia religiosa no tienen cabida alguna. Tengamos presente que la lucha del pueblo ecuatoriano, chileno y boliviano tiene los mismos orígenes y los mismos objetivos: la defensa de la democracia, la justicia, libertad e igualdad. Objetivos que perseguimos millones de personas en el mundo entero.

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