El profesor como intelectual público
“Si no somos capaces de pensar en una vida mejor, no tendremos una vida mejor y si no somos capaces de hacer unas cuantas cosas que irrespeten nuestra rutina, no tendremos una vida mejor” (Irma Serrano-García-Ricardo Vargas Molina. 2,013).
25 de diciembre del 2025
Introducción
La semilla del cambio social
Mi (des)encuentro con la Psicología
La construcción de mi identidad como profesor universitario
El profesor como agente de cambio social
El profesor jubilado como intelectual público
Conclusiones
Introducción
Nuestras vidas tienen grandes similitudes con la elaboración de los libros, llegamos a este mundo con una entidad corpórea basada en la genética, pero con la mente en blanco como si fuera una tabula rasa o la primera página en blanco de un libro sin contenido. Sobre la base de la interacción social recibimos la influencia de los demás que van generando una impronta y de manera progresiva empezamos a construir una personalidad psicosocial que consiste en una determinada forma de pensar, sentir y actuar que es el resultado de la interinfluencia que hemos mantenido con figuras significativas de los diferentes grupos a los que pertenecemos.
De esta manera las páginas que conforman el libro de nuestras vidas, se van escribiendo con cada interacción social, con cada vivencia experiencial porque algo que debemos tener presente es que el aprendizaje no se limita a lo que aprendemos en las escuelas a través de los maestros, sino que aprendemos en cualquier lugar, en cualquier momento, con cualquier persona y a esto se le llama aprendizaje informal.
Nuestras mentes y corazones van reaccionando a cada experiencia, a cada interacción y el libro de nuestras vidas va registrando capítulos que representan informes de etapas de nuestras vidas en las que construimos identidades que terminan por desaparecer al terminar cada capítulo y empezamos a escribir uno nuevo que consiste en la construcción de una nueva identidad psicológica que marca el inicio de otra etapa en nuestro desarrollo psicosocial.
Todos vivimos en el contexto de una sociedad que funciona sobre la base del crecimiento de una desigualdad social, una inmensa mayoría vivimos bajo un determinismo económico que nos atraviesa y condena a la desaparición de los sueños, aspiraciones y planes de millones de historias de vida que la realidad aplasta hasta desaparecer en la medida que aumenta la opresión, explotación y la exclusión social.
En psicoterapia es común el uso de diarios personales para permitir que las personas puedan procesar emociones difíciles como la ira, la depresión o la ansiedad, porque la escritura reflexiva aclara ideas, fortalece la resiliencia, ayuda a reconocer logros no percibidos, permite reducir el estrés, aumentar la autoconsciencia y al plasmar pensamientos y sentimientos en un espacio seguro y privado ayuda a transformar problemas en verdaderos aprendizajes que se traducen en cambios en el comportamiento individual (1).
Si todos escribiéramos un diario de nuestras vidas y nos detuviéramos para leerlo que llevamos escrito, tendríamos un mayor autoconocimiento y nos daríamos cuenta de que a lo largo de nuestras vidas atravesamos por un funeral de identidades que van desapareciendo en la medida que crecemos. Pero también nos daríamos cuenta de que muchos sueños que construimos en la infancia o en la juventud, se fueron con el viento, las tormentas o ventiscas que azotaron nuestras vidas, nos impidieron avanzar por los caminos que aspirábamos caminar y junto a esos sueños también desaparecieron las esperanzas de cambio personal, de construcción de una autonomía y soberanía individual, dejando detrás de sí la semilla de una resignación que crece con la edad y que nos dice “lo que hay, es lo que hay”, porque nos vemos obligados a renunciar a nuestras necesidades de logro que forman parte de las necesidades psicológicas, para encontrar formas de resolver nuestras necesidades básicas de existencia.
En un momento histórico caracterizado por la presencia de una policrisis, escribir un libro sobre la historia de nuestras vidas, podría ser un buen guion de una telenovela que nos hiciera sonreír, suspirar de alegría en los inicios, para hacernos llorar después al ver que nuestros sueños reventaron como si fueran globos pinchados con una aguja, porque una inmensa mayoría de la población, las frustraciones se van acumulando de tal forma que comparten una gran insatisfacción social en sus vidas, en virtud de que no pudieron lograr los sueños que en su infancia y juventud se plantearon al intentar responder a la pregunta ¿que quieres ser cuando seas grande?
La espontaneidad infantil, el entusiasmo, imaginación y rebeldía juvenil fueron derrotados por las diferentes instancias que participan en el proceso de socialización que atravesamos en las diferentes etapas de nuestro desarrollo psicosocial: la familia, la iglesia, los medios masivos de difusión, redes sociales y por supuesto: el sistema educativo que funciona con gran eficiencia para inhibir la creatividad, golpear la imaginación, destruir la capacidad de pensamiento autónomo, construir las bases para el surgimiento de una actitud de obediencia a la figura de autoridad y transformar a cada alumno en otro ladrillo que formará parte de un muro de contención social.
Bien lo decía el psicoanalista argentino Rodolfo Bohoslavsky en su escrito Psicopatología del vínculo profesor- alumno: “los estudios de primaria, secundaria y preparatoria, funcionan como un curso de 12 años que enseñan como aprender a ser un buen esclavo” (2), porque llegan a la universidad en condiciones en las que habrán olvidado lo que aprendieron en sus clases de Historia, Ciencias sociales, Literatura,, Geografía, etc., pero lo que no han olvidado es a obedecer a la figura de autoridad, porque fueron educados construyendo vínculos de dependencia con sus maestros.
La crisis económica impide que una inmensa mayoría de la juventud logre concretar su sueño de realizar estudios universitarios, porque se vieron en la necesidad de trabajar para contribuir a la economía familiar y poder subsistir, por lo que se ven obligados a resignarse a una vida caracterizada por una precariedad creciente y se culpan a sí mismos pensando que su destino lo construyeron al tomar malas decisiones.
El determinismo económico y el desarrollo tecnológico han construido una sociedad que ha sofisticado los mecanismos del control social al mezclar estrategias descritas en dos utopías que fueron escritas en el siglo pasado: Un mundo feliz de Aldoux Huxley y 1984 de George Orwell, obteniendo como resultado que millones de personas vivan sus vidas como si vivieran la pesadilla diaria de Sísifo, pero al mismo tiempo, una inmensa mayoría se encuentra confortablemente aturdida, mostrando comportamientos de conformismo colectivo, obediencia generalizada, insensibilidad social y una gran ignorancia, no sólo de conocimientos y derechos, sino de la historia de la humanidad, porque padecen amnesia histórica.
Ayudaría mucho a sentar las bases para lograr un cambio individual si utilizamos nuestra imaginación y capacidad de abstracción si percibiéramos nuestra existencia como si fuera un libro que estamos escribiendo con nuestro comportamiento, porque utilizar esta metáfora nos permitiría sentir que somos los autores de ese libro, nos daría la oportunidad de reflexionar sobre lo que hemos hecho con nuestras vidas, nos facultaría a reescribir pasajes de nuestra historia personal al observarlos con una mirada diferente que nos da la edad y la experiencia, podríamos arrancar y eliminar aquellas hojas que se convirtieron en fuentes de dolor, pero lo mas importante de todo lo anterior es que nos daría la oportunidad de ver que todavía tenemos muchas hojas en blanco, cuyo contenido podemos escribir con nuestras acciones futuras y ese reconocimiento es lo que nos pondría en condiciones de construir un empoderamiento individual .
Al participar en la creación de una autonomía de pensamiento y vincular esta acción con cambios en el comportamiento, se crean las condiciones para lograr un despertar social del aturdimiento confortable que presenta una mayoría de la población, la vinculación de la autonomía de pensamiento con la acción permite aterrizar el concepto de historicidad planteado por el sociólogo Alan Touraine que consiste en reconocer que todas las personas tienen la capacidad desarrollar una autonomía que les permite tomar el control el control de sus vidas y cambiar su historia individual y esa historicidad también existe a nivel colectivo (3).
Tomar la decisión de vivir nuestras vidas como si estuviéramos escribiendo un libro, adquiere mayor relevancia para aquellas personas que tuvimos la oportunidad de acceder al conocimiento científico porque al aumentar el nivel educativo, aumenta el nivel de comprensión acerca de como funciona el mundo.
Pero la invitación a vivir nuestras vidas como si estuviéramos escribiendo un libro adquiere un significado especial para aquellas personas que por diferentes razones terminamos trabajando en la docencia y construimos una identidad laboral como profesores, porque como trabajadores de la educación cargamos sobre nuestros hombros una responsabilidad social debido a que en el contexto de policrisis en que nos tocó vivir existe un sufrimiento de las mayorías marginadas.
Vivir nuestras vidas como docentes de una forma como si estuviéramos escribiendo un libro, denunciaría las condiciones de proletarización del trabajo intelectual y tomar consciencia de ello ayudaría a aceptar la necesidad de realizar acciones que permitan rescatar la dignidad del docente que realiza un metaaprendizaje porque su enseñanza va más allá del acto de transmitir información, porque con sus al hacer uso de la crítica social crea las condiciones para construir pensamientos autónomos y al actuar como agente de cambio forma nuevos agentes de cambio que contribuirán a lograr una verdadera transformación social.
En el contexto de una sociedad que es reconocida como “la sociedad de la ignorancia” (4) en la que se observa una ignorancia colectiva, los académicos representamos la élite pensante de nuestra sociedad y el contexto de crisis global, violencia, destrucción, muerte y sufrimiento colectivo, nos exige participar en la transformación de nuestra sociedad, dejando de actuar como funcionarios del consenso para construir las bases de la democracia desde el seno de las aulas, partiendo de la premisa de que el salón de clases representa uno de los pocos espacios donde todavía se pueden realizar ejercicios democráticos.
Escribir sobre nuestras experiencias en la docencia, no solo servirá de ejemplo para las nuevas generaciones de docentes, contribuirá a mejorar la educación, y si se escribe de tal forma que la población pueda entenderlo, permitirá que ellos comprendan que también pueden ser agentes de cambio social que las condiciones actuales exigen. En esa línea de pensamiento comparto este escrito como una parte del libro de la historia de mi vida, esperando sea del agrado de los lectores.
La semilla del cambio social
Nunca he olvidado mis orígenes como miembro de una familia de la clase trabajadora, llevo con mucho orgullo el apellido de mi padre Víctor Manuel Yescas y Eribes, un trabajador minero y militante sindicalista en la sección 65 del sindicato nacional de mineros con sede en Cananea, Sonora, lugar donde nací, viví mi infancia y marcó mi destino al grabar en mi mente la consciencia de clase. A través de la observación aprendí de mi padre hábitos personales como la lectura constante de libros, la necesidad diaria de estar informado de los acontecimientos de la situación nacional e internacional y de su comportamiento como minero sindicalizado, aprendí la importancia de actuar en forma colectiva, organizada y unida para lograr objetivos comunes.
Cuando mi padre decidió mudarnos a la capital sonorense para que tuviéramos oportunidad de realizar estudios superiores y teniendo doce años, yo vendía periódicos para contribuir el ingreso familiar, esta actividad me permitió ver el gran despliegue de camiones llenos de militares del ejército mexicano que llegaron para romper una huelga estudiantil con el uso de las armas desalojando el edificio principal de nuestra Alma Mater sonorense, en una clara violación de la autonomía de la Universidad de Sonora en 1967 (5).
Seis años después, al ingresar a la Preparatoria central de la Universidad de Sonora y participar como activista en el movimiento estudiantil que luchaba por democratizar su funcionamiento a través de un cambio de ley universitaria que incluyera un cogobierno que se caracterizara por institucionalizar la democracia al interior de la estructura universitaria, me tocó sufrir de manera directa una violenta represión y persecución policiaca (6,7).
Como parte de millones de jóvenes de aquella época, vivencié experiencias que me provocaron un prematuro despertar a la política al ser parte de la generación que desarrolló un pensamiento crítico a partir de la lectura y discusión grupal de libros que acostumbrábamos portar en el bolsillo trasero de nuestros pantalones de mezclilla. Las discusiones dentro del aula de clases continuaban en reuniones en círculo sentados en el césped del campus universitario, donde abordábamos temas relacionados con filosofía, psicoanálisis, marxismo y educación, por lo que llegamos a un punto en el que cuestionábamos el tipo de educación que recibíamos de nuestros profesores que se centraba en imponernos la adopción de un rol pasivo tanto en el aula como en la futura vida social.
Junto a las lecturas, recibimos también la influencia de la música de rock que se caracterizaba por un espíritu de rebeldía juvenil y llamados al cambio social, como lo hizo el grupo Ten Years After en su melodía titulada “Me encantaría cambiar el mundo” (8), en la que hablaban del deseo de cambiar el mundo de aquel entonces donde existían monstruos, ausencia de cordura social, la necesidad urgente de alimentar a los pobres, de hacer pagar impuestos a los ricos, etc. Es justo mencionar que también recibimos la influencia de la música latinoamericana que en aquellos tiempos se como como “música de protesta”, con canciones de Victor Jara, Mercedes Sosa, Inti Illimani, Violeta Parra, etc.
Todas estas experiencias vivenciadas en forma simultánea lograron revolucionar las consciencias de generaciones completas y dar inicio a una revolución cultural en la que millones de jóvenes llegamos a coincidir en un sueño colectivo que se expresaba en una simple frase: “Yo quiero cambiar el mundo”. Por estas razones la participación en marchas colectivas de protesta se daba en forma espontánea y frecuente a pesar de la represión policiaca.
La lucha en contra de aquel movimiento estudiantil incluyó el uso de un grupo de choque denominado Movimiento de integración cristiana integrado por jóvenes con gran fervor religioso e ideología de derecha, varios de los miembros de este grupo fueron compañeros míos en la secundaria 24, recuerdo que rechacé varias invitaciones suyas a asistir a reuniones de tipo religioso y con el paso del tiempo nos reencontramos participando en bandos contrarios. Este grupo que fue bautizado por los estudiantes universitarios como “los micos” mientras que la prensa reaccionaria nombró a quienes participábamos en ese movimiento estudiantil como “los activistas”, actuaban como provocadores de violencia y llegaron a lograr que algunos estudiantes reaccionaran a sus provocaciones de confrontamiento físico, por lo que los micos presentaban denuncias de agresiones con nombres y apellidos ante los cuerpos policiacos que integraron una enorme lista de órdenes de aprehensión y realizaron varias detenciones por fuera de la Universidad y en las puertas de domicilios de los jóvenes denunciados.
Pero la combatividad estudiantil era tan grande que el uso de cientos de micos y las detenciones durante horas o días, resultaron insuficientes para contener las marchas de miles de estudiantes que pasaban por encima de ellos, por lo que la represión de los cuerpos represivos del Estado aumentó para pasar de las detenciones realizadas en forma arbitraria, a detenciones acompañadas de torturas y desapariciones selectivas de jóvenes estudiantes que sólo pedían democracia universitaria.Ante el nivel que alcanzó la violencia institucional, un pequeño número de jóvenes abrazó la lucha armada al integrarse a grupos como la Liga comunista 23 de septiembre que operó en los Estados de Sinaloa, Chihuahua y Sonora, algunos de ellos se fueron llamados “los enfermos” porque consideraban su radicalismo de izquierda como una enfermedad, pero su existencia fue corta porque México formaba parte de la “Operación Cóndor”, una operación coordinada desde Estados Unidos que reprimió movimientos estudiantiles, manifestaciones colectivas, exterminó grupos guerrilleros, desapareció a miles de personas e impulsó golpes de Estado en varios países latinoamericanos en esa época.
En más de una ocasión acepté participar en reuniones políticas con un grupo de amigos cercanos que eran estudiantes brillantes, participaban en clase aportando gran información, intercambiaba y comentaba libros con ellos. En esos encuentros me enteré de que formaban parte de una célula de la Liga Comunista 23 de septiembre, que ante la represión policiaca decidieron elegir la lucha armada como estrategia de cambio social.
Escuchaba con atención sus intervenciones porque me ayudaron a tener una mayor claridad política y eventualmente participaba dando mi opinión, su energía me contagiaba y viendo su entusiasmo revolucionario, estuve tentado de aceptar su petición de unirme y seguir su ejemplo de lucha, sin embargo algo me detuvo y decidí postergar esa decisión para reflexionar sin presión , pero días después me enteré que algunos de ellos habían sido aprehendidos, encarcelados y otros desaparecidos por lo que abandoné esa idea en forma definitiva.
Por esa razón no me resulta exagerado parafrasear a Allen Guinsberg (9) y decir que vi a las mejores mentes de mi generación desaparecer por la brutalidad de la represión policiaca en la década de los setentas. Pero aún a pesar de la represión violenta, el deseo de cambiar el mundo seguía sintiéndose como una necesidad urgente, las marchas de protesta estudiantil aumentaban en número, al igual que las detenciones y ante varios intentos fallidos de ser detenido al llegar a mi domicilio, me vi en la necesidad de abandonar la ciudad y suspender temporalmente mis estudios universitarios de Preparatoria.
Estuve un año trabajando como obrero dentro de una maquiladora y como en aquel tiempo no existía internet, redes sociales ni teléfonos celulares, me refugié en la lectura y después de leer varios libros relacionados con el psicoanálisis, como las obras de Sigmund Freud, quien a través de sus teorías sobre el inconsciente, la sexualidad y la interpretación de los sueños, abrió un camino que aún sigue siendo objeto de debate, pero que cambió el rumbo de la psicología.
Los libros de Wilhelm Reich (médico, psicoanalista y teórico social que investigó la relación entre la energía sexual y el carácter, sostuvo la teoría de que la represión de la sexualidad juvenil tenía un trasfondo político), La lucha sexual de los jóvenes, la revolución sexual, psicología de masas del fascismo, incluían un planteamiento que me pareció realmente interesante al afirmar que al someter a los jóvenes en el control de su sexualidad, evitaba que invirtieran su energía en un despertar político.
Las obras de Erich Fromm lograron integrar el psicoanálisis con el estudio de las condiciones sociales y económicas, al hacer una crítica a la sociedad moderna capitalista y exploró los efectos del aislamiento y enajenación social. La lectura de sus libros Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, El arte de amar, El miedo a la libertad, Anatomía de la destructividad humana, Sobre la obediencia y otros más, también tuvieron gran influencia sobre mis pensamientos de tal forma que en base a estas lecturas decidí estudiar psicología para tener una mayor comprensión de la realidad social, usar el conocimiento científico como herramienta de lucha, actuar como agente de cambio social y contribuir a cambiar el mundo a través de métodos no violentos.
La violenta represión de diversos movimientos colectivos que surgieron en varios países del mundo no impidieron que la semilla del sueño de lograr un cambio social se sembrara en las mentes de varias generaciones porque aquellos movimientos colectivos que tuvieron lugar en la década de los setentas como una revolución cultural, marcaron el inicio de una cauda de cambios sociales que ha ido aumentando con el paso de los años porque se han ido sumando cambios políticos, cambios económicos, cambios tecnológicos, cambios ambientales, etc.
Esta estela de cambios sociales continuos se ha incrementado durante los últimos 50 años de tal forma que hoy en día vivimos en una sociedad tan cambiante, que se le ha denominado como “sociedad líquida” que se caracteriza por la falta de estructuras sólidas y cambios que se presentan con una gran rapidez en las relaciones sociales, porque las normas, valores y estructuras tienden a ser volátiles y cambiantes, impidiendo la construcción de relaciones duraderas y estables, generando un estado de incertidumbre constante (10).
Cada día que pasa se avanza en la destrucción de derechos laborales y prestaciones sociales a nivel mundial por la implementación de políticas neoliberales y el ascenso al poder de fuerzas políticas de ultraderecha, por esas razones cada día surgen nuevas injusticias que se convierten en nuevos motivos para levantarse en pie de lucha y participar en movimientos colectivos para detener las agresiones a los trabajadores y población en general.
Aquí y ahora a finales del 2025, veo con una mezcla de optimismo y pesar, que aún cuando quienes vivimos nuestra juventud en la década de los setentas, logramos conquistar con nuestras luchas derechos laborales, sexuales y prestaciones que antes no existían, con el paso del tiempo el sistema capitalista logró neutralizar la rebeldía, enajenar las mentes de millones de personas, promover un conformismo generalizado y consolidar una “paz social” que descansa sobre una desigualdad social creciente. A pesar de que existe un conformismo generalizado, que ha sido construido por una educación que tiene como principal objetivo inculcar la obediencia a la figura de autoridad y la presencia de una anestesia social que mantiene a una gran mayoría de la población “confortablemente aturdida”, el aumento en las injusticias provocadas por la desigualdad social no se puede ocultar que sigue existiendo la necesidad de cambiar el mundo.
En estos días quienes vivimos nuestra juventud en la década de los setentas, experimentamos un “deja Vu”, porque las condiciones actuales tienen mucha semejanza con las condiciones históricas que se vivieron hace 50 años, cuando se estaban presentando grandes cambios históricos, cuando no sabíamos que éramos los protagonistas de los cambios al actuar como sujetos políticos, sabíamos que algo estaba pasando en el mundo entero, pero no sabíamos que era lo que estaba sucediendo (11).
Pero a diferencia del final de la canción en la que decía Alvin Lee: “me gustaría cambiar el mundo pero no sé que hacer, así que te lo dejo a tí”, aquí y ahora, tenemos acceso al conocimiento científico que nos permite dar respuestas a la pregunta planteada décadas atrás acerca de ¿cómo cambiar el mundo?, y con el uso del conocimiento teórico podemos comprender que al continuar viviendo bajo una espiral de cambios constantes, el cambio es inevitable, pero lo que sí podemos hacer es construir una identidad como agentes de cambio social de tal forma que podamos dirigir la cauda de cambios sociales en direcciones que nos permitan generar cambios planeados y actuar en forma colectiva, organizada y unida para cambiar el sistema social.
Mi (des)encuentro con la Psicología
En la historia de mi vida, el reto de concretar el sueño de estudiar Psicología presentaba un alto grado de complejidad porque en aquellos lejanos tiempos la Universidad de Sonora no ofrecía esa opción educativa, lo cual representaba un problema por mi condición de integrante de la clase trabajadora ya que no tenía los medios materiales para financiar los gastos que implica viajar a otro Estado y estudiar en otra universidad.
Pero mis metas estaban claras, mi motivación era fuerte y se basaba en el deseo de estudiar psicología “para ayudar a las personas”, al mismo tiempo que era una manera de honrar a los camaradas caídos en la lucha por cambiar este mundo, por lo que después de investigar elegí la facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana. Con esas ideas en mi mente, durante el año que trabajé en una maquiladora en la frontera, construí un fondo de ahorro que estaba destinado pagar los gastos de viaje y subsistir los primeros meses mientras encontrara trabajo en una ciudad desconocida.
A diferencia de amigos y conocidos que tenían garantizado recibir apoyo de sus familias para estudiar fuera del Estado, en mi caso solo pude recibir un apoyo familiar parcial para subsistir los primeros meses, pero el resto dependía de lo que yo hiciera para generar ingresos y construir una autonomía económica. Por lo que me vi en la necesidad de hacer realidad el mito del “hombre formado por sí mismo”, que según Frederick Douglas son los hombres que le deben poco o nada al nacimiento, la relación, al entorno amistoso, a la riqueza heredada, por lo que logran ser lo que son, sin la ayuda de ninguna de las condiciones favorables por las cuales otros hombres generalmente se levantan en el mundo y logran grandes resultados (12).
Con estas expectativas regresé a Hermosillo, terminé mis estudios de Preparatoria mientras seguía trabajando para ahorrar y en 1976 me lancé a la aventura de viajar mas de 2,150 kilómetros, del noroeste al sureste de México, me inscribí en el curso propedéutico para estudiar psicología. Estudié un año en la Facultad de Medicina (la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana estaba adscrita a la unidad de ciencias biológicas y de la salud).
Finalmente, llegó el día en que entré al edificio de la Facultad de Psicología para iniciar mis estudios de Psicología, pero mi alegría se empañó porque me encontré con la desagradable sorpresa de que a través de esa universidad, estaba ingresando el conductismo a Latinoamérica y el plan de estudios estaba preñado de este nuevo enfoque. Mi primera reacción fue de rechazo porque mi decisión de estudiar psicología se basó en lecturas de psicoanálisis y marxismo, por lo que fue un momento en el cual me vi en la disyuntiva de decidir entre aceptar formarme como psicólogo conductista o abandonar no solo mis estudios universitarios, sino también mi sueño de ser un profesional de la psicología y con ese sueño se limitaban mis planes de contribuir al cambio social ayudando a las personas.
Después de algunas semanas de indecisión, cayó en mis manos un folleto mimeografiado en forma clandestina que tenía un título que me pareció bastante atractivo: Lecturas prohibidas en Psicología”, en su contenido se reproducían unos capítulos del libro Psicología, ideología y ciencia de Néstor Braunstein (13), psicoanalista argentino, en los cuales realizaba una fuerte crítica al conductismo y destruía el mito de carácter científico al desnudar su uso como técnica que surgió para reforzar el control social.
La lectura de este documento “clandestino” me permitió tomar consciencia de que la psicología no era una ciencia acabada, que aún cuando mis profesores hablaban del conductismo como la ciencia de la psicología y descalificaban otras corrientes psicológicas, la psicología seguía siendo una construcción social, se revelaba ante mis ojos que esta disciplina se estaba reinventando, que había “otras lecturas prohibidas de psicología” que coincidían con mi suelo de cambiar el mundo y al formarme como psicólogo podía usar una posición de poder para construir una nueva psicología con abierta orientación social, por lo que finalmente, decidí continuar estudiando en esa universidad, cumplir con mis tareas en mi rol de estudiante, pero al mismo tiempo continuar con mis propias lecturas de psicología con autores de mi elección.
Pero el determinismo económico es una realidad aplastante y se me dificultaba seguir subsistiendo porque no tenía ingresos económicos, por lo que estando en el segundo semestre me encontraba a punto de abandonar los estudios por insolvencia económica, pero afortunadamente se presentó una oportunidad de trabajo al participar en una investigación realizada por el Instituto Mexicano del Café, que buscaba identificar el impacto que provocó en la economía local, en el encarecimiento de la vida y el incremento de precios en el mercado inmobiliario, la llegada a esa ciudad de cientos de familias que aceptaron mudarse de la ciudad de México a la capital veracruzana cuando ese instituto se descentralizó.
Mirando al pasado, ahora creo que esa investigación fue el primer estudio social sobre gentrificación realizado en México y fue un honor haber formado parte de la misma porque la globalización y la migración constante han colocado a la gentrificación como uno de los graves problemas que se viven en varias ciudades en todos los países.
Mi participación en esa investigación me permitió demostrar habilidades sobre la técnica de la entrevista, manejo estadístico de datos y conocimientos sobre metodología de investigación social, porque fue una de las materias que acababa de cursar y me apasionó, por lo que eligieron a dos personas para participar en la redacción del informe de la investigación y así logré ser contratado en el Inmecafé para trabajar en el Departamento de Estudios laborales junto a otros psicólogos organizacionales.
Esto no sólo me aseguró una fuente de ingresos estable que me permitió seguir viviendo en Xalapa y continuar con mis estudios universitarios, sino que la experiencia de trabajar durante ocho años en esa noble institución significó para mí un gran aprendizaje porque fortaleció mi identidad como psicólogo, debido a que tuve la fortuna de que mis jefes fueran psicólogos que vieron potencial en mi persona y “me adoptaron” como uno de los suyos.
Después de entregar el informe de la investigación sobre el impacto de la descentralización del Inmecafé me pedían diversos trabajos (diseño e impartición de cursos de capacitación, elaboración de catálogos de puestos, estudios de clima organizacional, reclutamiento y selección de personal, diagnósticos organizacionales, valuación de puestos de trabajo,), para los cuales no tenía la formación teórica suficiente ya que me encontraba apenas en el segundo semestre de la Facultad de Psicología, por lo que fui objeto de un trato especial por mi condición de estudiante y mi jornada laboral se dividió en tres horas de lecturas, cuatro horas de práctica y plazos razonables para entregar resultados.
En estas condiciones saqué mi carrera para formarme como psicólogo aprendiendo sobre psicología organizacional de manera empírica, laborando en el Inmecafé de 8 a 3 de la tarde y estudiando en la Universidad Veracruzana de 3 a 9 de la noche. Aún en esas condiciones me di margen para militar en una organización de izquierda clandestina durante varios años, lo que me impulsó a crear un periódico sindical denominado Emancipación, el cual era el director, productor y distribuidor, logrando una proyección tal que participé como candidato a Secretario General de la sección uno del Sindicato Nacional de trabajadores del Inmecafé, elecciones que no gané porque mi discurso sonaba muy radical para mis compañeros porque les hablaba de una posible desaparición del Inmecafé y el tiempo me dio la razón lamentablemente.
Mientras tanto, mis participaciones en clase se basaban en una constante crítica al conductismo, por lo que fui un verdadero dolor de cabeza para algunos maestros y apreciado por otros, pero durante los primeros semestres obtuve como resultado promedios bajos porque “no daba las respuestas correctas”.
Las calificaciones no me importaban, lo que realmente buscaba fue aprender sobre psicología y mi vida como estudiante dio un cambio cuando llegué al séptimo semestre de la carrera e ingresé al área de Psicología social que era lo que yo buscaba y ahí me encontré con excelentes profesores, todos psicólogos sociales que compartían un gran profesionalismo, un rechazo al conductismo y dentro de ellos se encontraban dos maestros guatemaltecos y un argentino, tres psicólogos sociales extranjeros que llegaron a México en calidad de refugiados políticos porque venían huyendo de sus países debido a que su actuación como psicólogos sociales al ayudar a integrantes de comunidades a organizarse para defenderse de la violencia militar, los puso como blancos de la represión de las dictaduras militares que existían en sus lugares de origen.
Fue entonces que sentí que al fin encontré lo que andaba buscando: un lugar académico donde encontrar fundamentos teóricos para contribuir con la ciencia de la Psicología a lograr un cambio social, porque fue ahí donde aprendí las bases teóricas y comprendí que la Psicología social estudia el entorno social, las interacciones y relaciones que influyen en los pensamientos, sentimientos y comportamientos de los individuos. Aprendí que es la disciplina social que forma profesionales de la psicología para realizar intervenciones en grupos, organizaciones y comunidades, para enfrentar los problemas sociales utilizando conocimientos teóricos que permitan lograr un cambio social.
Pero más allá de la parte teórica, la mayor parte del aprendizaje lo aportaron los maestros extranjeros que nos leyeron los libros de sus vidas al compartir sus vivencias personales y profesionales en sus países de origen. Describieron en relatos muy conmovedores cómo sus familias fueron asesinadas por dictaduras militares y como ellos arriesgaron sus vidas al mostrar gran compromiso social para actuar como agentes de cambio social en un ambiente de represión militar, de asesinatos colectivos.
Estando en una asamblea de estudiantes y profesores de todos los semestres del área de Psicología social, nos llegó la información del asesinato del Arzobispo Oscar Arnulfo Romero en San Salvador a manos de un francotirador que disparó desde un automóvil estacionado en la puerta de la iglesia donde el sacerdote daba misa (14) y su muerte fue motivo de discusión sobre la necesidad de impulsar un proceso de transformación social utilizando a la psicología como ciencia de la liberación.
Fue en ese contexto cuando conocí la obra del sacerdote español Ignacio Martín Baró, fundador de la Psicología de la liberación, psicólogo social de origen español y profesor de psicología social en la universidad Centroamericana y quien fue asesinado en 1989 junto a otros tres sacerdotes en 1989 (15). Sus muertes fueron argumentos fuertes que cuestionaban por sí mismas la existencia de una psicología social importada de estados Unidos y Europa, porque no correspondían a la realidad latinoamericana ya que ignoraban la pobreza, la corrupción, el militarismo, la violencia, etc.
Por esas razones fue el mismo Ignacio Martín-Baró quien señaló que los psicólogos sociales latinoamericanos necesitaban “un baño de realidad” porque actuaban como si no existieran problemas sociales por lo que afirmó que para construir una psicología de la liberación, necesitábamos primero lograr una liberación de la psicología.
Esta realidad latinoamericana fue el contexto que dio origen a figuras como la psicóloga venezolana Maritza Montero quien junto otros psicólogos sociales crearon la Psicología comunitaria latinoamericana, que representó un cambio paradigmático en ciencias sociales al abandonar la objetividad científica positivista en la que se basa la relación del investigador con su objeto de estudio y construir la metodología de la investigación-acción, involucrándose con los habitantes de las comunidades en la identificación y solución de problemas sociales.
La psicología comunitaria latinoamericana es única en el mundo porque surgió de la necesidad de enfrentar de manera científica los problemas que la represión, el militarismo y los golpes de Estado provocaban en los países latinoamericanos. A esta corriente de la psicología social se le conoce como “la ciencia del cambio social” (16), porque involucra a los integrantes de las comunidades objeto de intervención en procesos de transformación social.
Después de terminar mis estudios universitarios continué trabajando en el Inmecafé acumulando una antigüedad de ocho años y renuncié para regresar a Sonora por motivos familiares, poco tiempo después me enteré del decreto de desaparición del Inmecafé, lo cual me dolió porque fue otra universidad para mí porque fue donde me formé como psicólogo organizacional, ahí aprendí la importancia de la psicología organizacional como parte necesaria del bagaje teórico del psicólogo social, adquirí experiencia en el diseño e impartición de cursos de capacitación, logré un dominio en la conducción de grupos y conocí el uso de las dinámicas grupales como técnicas de enseñanza-aprendizaje.
De mis maestros del área de psicología social aprendí que era posible y necesario construir una psicología que rebasara el enfoque en el individuo y estuviese del lado de las mayorías marginadas, comprendí la necesidad de manejar la psicología de grupos en toda actividad pedagógica y clarificar la dinámica de grupos en cada intervención grupal.
La construcción de mi identidad como profesor universitario
De regreso a Hermosillo, después de laborar como Coordinador de capacitación en el Gobierno del Estado, tuve el honor de recibir el título de “Instructor perfecto” al recibir varias evaluaciones de distintos grupos a quienes impartí cursos en las cuales me evaluaron con el máximo puntaje 100 de calificación en mi desempeño como instructor.
Al enterarme de que en la Escuela de Psicología de la Unison se lanzaron dos convocatorias para participar en concursos de oposición para ocupar una plaza de Maestro de tiempo completo desempeñando el rol de profesor-investigador como Jefe de área de Psicología Clínica o Jefe de área de Psicología industrial, decidí participar en ambos procesos simultáneamente y puedo decir con honestidad que fui el primer sorprendido cuando me informaron que gané los dos concursos, por lo que tenía que elegir una de las dos plazas. Por la experiencia como psicólogo organizacional en el Inmecafé, elegí ocupar el área de Psicología industrial.
Este logro representó para mí algo parecido a ganar la lotería porque no solo obtuve un empleo bien pagado que me brindaba estabilidad laboral y económica, sino que conseguí un empleo que nunca en mi vida había soñado tener: ser un maestro universitario, lo cual me permitió ampliar mi capacidad para influir sobre otras personas para contribuir a la generación de cambios sociales, partiendo del aprendizaje individual en contextos grupales dentro del sistema de educación superior.
De la misma manera que no recibimos capacitación para afrontar grandes cambios en nuestras vidas como aprender a construir una buena relación de pareja, o aprender a ser padres, por lo que nos vemos obligados a aprender por ensayo y error, en el inicio de mi carrera como profesor universitario tuve que empezar a construir mi identidad como profesor-investigador de tiempo completo partiendo de mis propios recursos porque en mi calidad de Jefe de una naciente área de Psicología industrial, tuve que actuar como profesor fundador de dicha área de conocimiento, así como del diseño de los seminarios de psicología social.
Fue de gran ayuda mi experiencia previa en el campo de capacitación laboral, porque aprendí a utilizar la taxonomía desarrollada por el psicólogo Benjamín Bloom que permite clasificar objetivos de aprendizaje en distintos niveles, según el tipo de pensamiento que requieren y sirve de gran ayuda para que los docentes puedan planificar de una manera más eficiente sus clases, actividades y evaluaciones. Pero aún así, tuve que leer mucho sobre la función social de las universidades públicas, las características de la educación superior, metodología de la investigación social y sobre la marcha fui construyendo mi rol de docente universitario manteniendo siempre un fuerte compromiso social.
Llegué en un momento crítico porque la Escuela de Psicología de la Universidad de Sonora había sido creada apenas tres años antes y me tocó recibir en el aula a los estudiantes que serían las primeras generaciones de egresados de la escuela de Psicología, por lo que me vi en la necesidad de partir de cero en el diseño de los programas de las materias del séptimo, octavo y noveno semestre que representaban mi carga de trabajo en docencia porque era la primera vez que se impartirían.
Mi experiencia previa como instructor de capacitación laboral en la que se esperaban resultados inmediatos después de una intervención de 20 horas que es la duración mínima para que un curso tenga validez ante la Secretaría del trabajo y Previsión social, me permitió vincular la teoría con la práctica al combinar la técnica expositiva con el uso de diferentes técnicas grupales para reforzar el aprendizaje teórico, pero aún así enfrenté dificultades porque existen grandes diferencias entre el campo de la andragogía y el de la pedagogía.
Pero en base al aprendizaje de ensayo y error en los primeros semestres y a la investigación constante, de manera progresiva logré encontrar el punto intermedio entre ambos campos para diseñar programas de materias que contemplaran objetivos de aprendizaje que no se limitaran a la transmisión de información y su entendimiento (el qué), por lo que retomando el ejemplo de mis maestros evité gradualmente el uso excesivo de la técnica expositiva, prescindí del cañón proyector de diapositivas, coloqué al grupo en posición de círculo para facilitar la participación e incluí como parte de las experiencias de enseñanza-aprendizaje el análisis de la dinámica del grupo (el como).
Diseñé guias didácticas que privilegiaron el proceso grupal al incluir técnicas grupales como el test sociométrico, el psicodrama, el sociodrama y retomando mi experiencia como instructor de capacitación laboral, incluí el uso constante de la técnica del Grupo T (Training Group o Grupo de Entrenamiento) que es una técnica grupal experiencial y poco estructurada que busca crear el autoconocimiento y la mejora de las habilidades interpersonales a través del análisis de las propias interacciones y comportamientos dentro del grupo, usando la retroalimentación entre los participantes para que pudieran entender el impacto que su presencia su impacto en los demás y generar un cambio de actitud positivo y una mayor empatía (17).Como ya había probado estas técnicas en mi rol de Instructor de capacitación laboral con cientos de grupos, sabía de antemano que el uso de estas técnicas no solo garantizaba el aprendizaje individual y grupal, sino que sensibilizaban a los integrantes de mis grupos para crear un sentimiento de pertenencia al grupo que facilitara la construcción de una identidad grupal y con el entrenamiento constante en el uso de retroalimentación positiva y negativa, se producía un aprendizaje que se reflejara en cambios visibles de actitudes y de comportamiento. Inclusive, la práctica de la técnica del grupo T, derivó a que en varias ocasiones las reuniones en mis seminarios se convirtieran en verdaderas terapias de grupo porque producían auténticas catarsis y se convertían en reuniones que se caracterizaban por desnudos psicológicos grupales.
Al inicio de cada seminario, haciendo uso de dominio en la teoría, construía un marco conceptual que incluía el uso de conceptos teóricos que permitían identificar desde la perspectiva de la psicología social el contexto social que describía una realidad en crisis continua y permanente, que se presentaba como un reto porque reclamaba la necesidad de un cambio social y por ese motivo, surgía como una exigencia el formarnos como agentes de cambio para implementar cambios planeados en grupos, organizaciones y comunidades.
Para ese entonces, partiendo de la premisa de que la psicología es un construcción social, el campo de la psicología social se había redefinido y conceptualizado como el estudio de la interinfluencia que existe entre el individuo y la sociedad, por lo que se crearon teorías psicosociales que abordaran diferentes niveles de análisis: análisis del grupo, análisis de la organización, análisis de las comunidades y análisis de la sociedad.
En las primeras reuniones de mis seminarios, con la intención de crear una atmósfera de apertura en la comunicación, explicaba conceptos como el aprendizaje, definiéndole como el cambio relativamente permanente en el comportamiento de las personas después de atravesar una experiencia de aprendizaje.
Describía las diferencias entre aprendizaje formal y aprendizaje informal para resaltar el proceso de interinfluencia que se da en las relaciones interpersonales y clarificar la importancia de la participación porque todos enseñábamos y aprendíamos al mismo tiempo, los alumnos aprendían, pero también influían a los demás con sus comportamientos, el maestro enseñaba, pero también aprendía de sus alumnos al recibir la influencia de los mismos, porque cada grupo lograba construir una personalidad grupal y por esa razón, a pesar de impartir los mismos seminarios durante años, cada semestre era una experiencia diferente que me dejaba nuevos aprendizajes y crecía como profesional al concluir cada período lectivo.
Me fue de gran ayuda usar desde el inicio de actividades el concepto de contrato psicológico que describe las expectativas mutuas que existen entre una organización y sus integrantes (en este caso, los estudiantes eran integrantes de la organización que era la Universidad de Sonora), por lo que aplicaba técnicas grupales en las que cada alumno describía sus expectativas, es decir, que esperaban aprender en mis seminarios, que es lo que deseaban que no sucediera y que esperaban de mi comportamiento como profesor. Por mi parte yo hacía lo mismo, describir que esperaba de ellos como estudiantes de mis seminarios y a qué me comprometía durante el semestre.
Después ubicaba mi relación con el grupo de estudiantes explicando el concepto de socialización organizacional que se refiere a un proceso por el cual la organización integra a sus nuevos miembros enseñándoles las metas y valores que conforman la cultura organizacional y crea las condiciones para desarrollar los comportamientos más pertinentes para lograr dichas metas.
Con el uso de estos conceptos y con la pedagogía participativa abandoné mi rol de experto en el grupo, para construir una identidad como facilitador, lo cual me permitió reducir la distancia con los alumnos y logré construir sobre la marcha un liderazgo ideal que consiste en la fusión del liderazgo formal (autoridad formal por el hecho de tener un rol de liderazgo dentro del grupo) con un liderazgo informal que se caracteriza por lograr ser aceptado como líder por los alumnos del grupo por haber demostrado tener un capital humano que incluía contar con los conocimientos necesarios sobre los temas teóricos, por tener experiencia en el campo de la enseñanza y habilidades de conducción en grupos.
De esta manera evité la creación de un vínculo de dependencia en el cual los alumnos se limitaran a obedecer mis instrucciones por el simple hecho de tener una autoridad formal al ser el profesor y logré construir un vínculo de colaboración aplicando ejercicios de desarrollo de pensamiento autónomo, ejercicio libre de la crítica, partiendo de la autocrítica.
Con estas acciones se avanzaba gradualmente en la construcción de una democracia grupal en la que existía un liderazgo situacional, que contribuyó de manera significativa al desarrollo de empoderamientos individuales y grupales. Esta estrategia de enseñanza-aprendizaje despertó el entusiasmo de mis alumnos, aumentó la participación al interior del grupo y mostraron un entusiasmo que se reflejó en un estricto respeto a la puntualidad, asistencia a cada una de las reuniones contempladas en mis seminarios y entrega de tareas académicas.
De una manera progresiva, en la medida que me sumergía en la construcción de mi labor como profesor-investigador, me apoyé en el uso de una pedagogía crítica que contemplara mi participación en la docencia universitaria construyendo una identidad como un “profesor intelectual con compromiso social” que utilizara la crítica social del objeto de estudio.
Construir esta nueva identidad se me facilitó por mi formación como psicólogo social y por ser el titular de materias relacionadas con la psicología social, que incluían el análisis del momento histórico que estábamos viviendo que se caracterizaba por encontrarnos en una realidad social inmersa en una crisis social que provocaba un sufrimiento colectivo que afectaba a las mayorías marginadas, generando millones de crisis individuales, por lo que era necesario crear una toma de consciencia grupal sobre la necesidad de impulsar un cambio social vinculando la teoría con la práctica y construir una identidad como agentes de cambio social.
Gracias a las lecturas seleccionadas y a la metodología utilizada puedo decir que se logró provocar en las mentes de mis jóvenes estudiantes una revolución en sus consciencias, que les permitió aceptar la necesidad de impulsar un cambio social y comprender que el aprendizaje de la psicología podría ayudarles a construir en ellos una identidad como agentes de cambio social planeado que les facilitaría realizar intervenciones psicológicas en individuos, grupos, organizaciones y comunidades para impulsar una verdadera transformación social.
Sin planearlo inicialmente, pero haciéndolo de manera mas consciente con el paso de los años en los que estuve trabajando como profesor universitario, estuve desempeñando de manera cada vez más consciente un rol de agente de cambio social, al decidir enseñar haciendo, al decidir dejar de lado las exposiciones y utilizar a mis grupos de estudiantes como objeto de intervención para hacerlos pasar por experiencias de aprendizaje estructuradas que les permitieran generar cambios planeados, enseñándoles en la práctica por medio del aprendizaje vivencial, lo que se esperaba que ellos hicieran en sus prácticas como profesionales de la Psicología una vez egresados.
Logré perfeccionar este rol con el paso del tiempo y hacerlo se convirtió en una fuente de satisfacción compartida porque mis alumnos al mismo tiempo que desarrollaban habilidades sociales aumentando su participación en el contexto grupal, obtenían un dominio en el manejo de varias teorías, vivenciaban experiencias de aprendizaje previamente estructuradas y participaban en ejercicios grupales que posteriormente podrían reproducir en sus prácticas profesionales.
Esto representaba una satisfacción personal para mí porque en cada semestre sentía que crecía como profesional y experimentaba una sensación de logro al finalizar cada semestre, pero sobre todo porque comprobaba una y otra vez que el cambio social, tiene desde su origen un cambio individual y la ciencia de la psicología social permite crear las condiciones para lograr una verdadera transformación social al impulsar empoderamientos individuales grupales, organizacionales y comunitarios (18|).
Partiendo de la premisa de que “para comprender el interior de un individuo, es necesario reconocer el medio ambiente social en el que se desenvuelve” (19) siempre enseñé a mis alumnos la necesidad de contextualizar la intervención psicosocial utilizando un pensamiento autónomo y la crítica social, por lo que de manera inevitable describía la existencia de una crisis global que generaba desigualdad social creciente, sufrimiento colectivo e insatisfacción social que demandaba de una manera urgente un cambio social.
Viendo las condiciones en las que recibía a mis alumnos en el séptimo semestre, que reflejaban ausencia de hábito de lectura y escritura, deficiencias en manejo de teorías psicológicas, evidente falta de compromiso en su rol como estudiantes, reportes de que en los semestres iniciales sus maestros conductistas les invalidaron sus expectativas de estudiar psicología para “ayudar a los demás”, bajo el argumento de que serían formados como investigadores conductuales no como terapeutas, me vi en la necesidad de actuar con congruencia como agente crítico que pasa de la teoría a la práctica y viceversa, por lo que cuestioné desde una perspectiva epistemológica el tipo de psicología que se estaba enseñando en la Universidad de Sonora, señalando que a mis colegas les faltaba “un baño de realidad social”.
Esto generó roces con mis colegas profesores que fueron formados en la corriente conductista y reproducían ese modelo en su rol de profesores, porque resintieron mis declaraciones hechas tanto en el aula como en eventos públicos, sobre el reduccionismo científico en el que se incurría, que no sólo se limitaba a caer en un psicologismo intentando explicar el comportamiento humano sólo con la manipulación de variables psicológicas, ignorando la influencia de factores económicos, políticos, tecnológicos, culturales, etc.,
El daño provocado en la formación de estudiantes de psicología se magnificaba porque sus maestros incurrían en el corrientismo psicológico al casarse con la corriente del conductismo y rechazar como “acientíficas” todas las demás corrientes psicológicas. Esto representaba un error epistemológico grave que repercutiría en la práctica profesional de los futuros psicólogos que harían más daño que beneficio, porque sus intervenciones psicológicas estarían encuadradas en el enfoque de la psicología individual que ignora el contexto social en el que se encuentra el objeto de intervención y que solo busca la adaptación de aquellos que se comportan de manera diferente a la mayoría.
Ian Parker describe con claridad la necesidad de superar el corrientismo psicológico al señalar que la psicología es como un gran árbol del cual se desprenden varias ramas que son las corrientes de psicología y cada rama de ese árbol tiene un nombre particular pero todas tienen el mismo apellido: Psicología (20).
La labor de enseñar psicología se complicaba porque impartía mis seminarios en los últimos semestres de la carrera de Psicología (séptimo, octavo y noveno) y al revisar los expedientes de mis estudiantes veía que la mayoría tenían altos promedios en sus calificaciones, pero al interactuar con ellos observaba que padecían grandes lagunas teóricas, cargaban una gran ignorancia sobre conocimientos básicos.
Todo esto me hizo cambiar en mas de una ocasión el programa de mis seminarios y modificar la guía didáctica que había diseñado para iniciar las actividades, porque estas lagunas representaban un obstáculo para construir el marco teórico necesario para contextualizar la intervención psicológica, por lo que tuve que invertir tiempo en explicar cosas que ya deberían saber al estar en séptimo semestre de la licenciatura de la Psicología.
Ante la ausencia del hábito de la lectura (algo inaceptable en jóvenes universitarios), decidí solicitarles la entrega semanal de un ensayo de cinco cuartillas donde describieran con sus propias palabras su aprendizaje de las lecturas que discutiríamos en el aula. Esto provocaba una reacción inicial de rechazo porque aunque parezca increíble, varios de mis alumnos no sabían escribir, pero me mantuve firme y declaré que la entrega de dichos ensayos era un requisito para ingresar al salón de clases y con esta medida aumentó mi fama de “profesor exigente”.
Al ver la excesiva atención que prestaban a sus teléfonos e interactuar en redes sociales, decidí abrir tres perfiles en facebook, para utilizarlos como tribunas virtuales a través de las cuales interactuaba con los grupos de los diferentes seminarios que impartía, compartir a través de ellos artículos, libros, videos y eventualmente pedirles que sacaran sus teléfonos y en subgrupos discutieran y resumieran alguna de las referencias bibliográficas o video que se encontraba en esos espacios.
Esta iniciativa fue recibida con agrado por mis alumnos porque decían que preferían leer los artículos en sus teléfonos celulares que estar escuchando a profesores mientras veían diapositivas en un cañón proyector y la discusión en subgrupos les permitía compartir dudas entre sus compañeros. La incorporación de tecnologías de la información y redes sociales como estrategia educativa funcionó porque facilitó la participación en la discusión posterior que se realizaba en el grupo ampliado y no fueron pocas las ocasiones que dos horas de clase eran insuficientes porque la dinámica del grupo crecía en calidad al crear un ambiente de apertura en la comunicación y una libertad para expresar pensamientos e inclusive sentimientos, por lo que paulatinamente se avanzó en la integración y surgía una identidad grupal al crear un sentimiento de pertenencia al grupo.
En virtud de que algunas lecturas eran temas que debían ser estudiados no simplemente leídos y con la intención de facilitar el aprendizaje del material teórico, decidí escribir artículos donde analizaba desde mi perspectiva personal los contenidos teóricos que discutíamos en mis seminarios utilizando un lenguaje accesible, también decidí crear un blog y publicarlos en internet para que cualquier persona pudiera leerlos y estos materiales los incluí como material didáctico para ser discutido en clases. En los hechos, en aquel entonces era un psicólogo social irreverente que sin importar estar rodeado de profesores de psicología que fueron formados en el conductismo y que reproducían esa corriente en sus alumnos, se atrevía a cuestionar lo incuestionable y la discusión de artículos míos en clase me convirtió en el único profesor universitario que escribía, publicaba e incluía sus artículos como material didáctico de discusión con sus alumnos.
Para algunos de mis colegas, esto fue una acción inaceptable, por lo que fui acusado de autoreferenciarme y algunos llegaron al extremo de prohibir a sus alumnos citar mis artículos en las tareas que les pedían, bajo el argumento de que “no estaban escritos en el formato APA”. Tales restricciones no causaron mella alguna en mi desempeño como profesor universitario y seguí creando nuevos comportamientos al institucionalizar en mis seminarios el dedicar como actividad final del semestre previa al examen final, dedicar la última reunión para permitir que mis alumnos realizaran una descripción del aprendizaje obtenido, criticar al programa del seminario, retroalimentar tanto la metodología utilizada como mi desempeño como profesor y concluir con la toma de una foto grupal para subirla en redes sociales.
Esas reuniones las filmaba y las subía a mi cuenta de YouTube y me complace decir que eran reuniones caracterizadas por un ambiente de alegría y satisfacción compartida, porque en sus intervenciones afirmaban estar sorprendidos del aprendizaje obtenido en el tiempo que duró el seminario y sobre todo agradecidos por haberles exigido la entrega del ensayo de 5 cuartillas, porque no solo aprendieron a escribir, ya que también aprendieron a desarrollar un pensamiento autónomo y la tarea de escribir un ensayo dejó de parecerles una tarea difícil porque ya podían expresar sus pensamientos por escrito ya que al desarrollar el hábito de la lectura enriquecieron su vocabulario y aprendieron a comunicarse por esa vía (21,22,23).
El profesor como agente de cambio social
En virtud de que el objeto de análisis en mis seminarios era la realidad social, el contenido de las discusiones grupales incluía vincular la aplicación de políticas neoliberales en sus vidas cotidianas y el punto de partida que escogía era el impacto negativo que tales políticas tuvieron en su rol de estudiantes desde que el neoliberalismo tomó por asalto a las universidades públicas, ya que abandonaron su función social y las convirtieron en universidades empresas al servicio del capital privado (24).
Al inicio de la década de los noventas, el Gobernador del Estado Manlio Fabio Beltrones, actuando como líder de una delincuencia organizada, asestó un terrible golpe a la Universidad de Sonora, al eliminar por decreto la ley universitaria vigente que garantizaba el ejercicio de la democracia interna e imponía con el uso de la fuerza policiaca una nueva legislación denominada Ley 4, que se bautizó como la “Ley Beltrones” convirtiendo a la Unison en un laboratorio experimental del neoliberalismo como lo denuncié en un artículo que publiqué en 1991 (25, 26).
Mientras que en el marco de la anterior Ley 103, la estructura organizacional de la Unison era de tipo horizontal, con un liderazgo distribuido y compartido, permitía la participación de estudiantes, trabajadores y académicos en la toma de decisiones relevantes en la vida académica a través del funcionamiento de un Consejo Universitario.
En cambio, la nueva Ley 4 erigió una estructura organizacional de forma piramidal (en un sentido contrario a lo que los estudiosos de las organizaciones sugieren en el sentido de crear organizaciones con estructuras horizontales), que excluía la participación de los integrantes de la comunidad universitaria en procesos de toma de decisiones, sobre todo en lo correspondiente a la elección de las autoridades. Junto a la muerte de la democracia interna en la Unison, la Ley 4 introdujo el culto a la personalidad centrada en la figura del Rector, quien concentró un gran poder de decisión sobre los recursos universitarios y a quien en lo sucesivo deberían dirigirse con el trato de “El señor Rector” (27).
La incursión del neoliberalismo en las universidades restringió la libertad de cátedra al destinar gran parte del presupuesto universitario para creación de plazas administrativas con sueldos que triplicaban los ingresos de los profesores de mayor antigüedad y nivel académico, se violaron contratos colectivos de trabajo al impedir que las plazas que quedaban vacantes por renuncia jubilación o defunción, se ocuparan a través del procedimiento de convocar a concurso de oposición y simplemente desaparecieron esas plazas y sus lugares fueron ocupados por maestros contratados por el régimen de horas sueltas.
Se violentaron contratos colectivo de trabajo al modificar unilateralmente el Estatuto de Personal Académico e incrementar de manera exagerada los requisitos para ocupar plazas de tiempo completo, condenando a miles de profesores a una proletarización docente que les impidió especializarse en las materias que impartían porque trabajaban bajo el régimen de horas sueltas, sumergiéndoles en la incertidumbre laboral al no tener la garantía de ser contratado el siguiente semestre e impartir las mismas materias.
Todo lo anterior afectó la calidad de la educación brindada a los estudiantes, porque la mayoría de los maestros que trabajaron con ellos previamente, laboraban bajo el sistema de horas sueltas y no tenían tiempo para realizar labores de investigación, por lo que muchos de ellos no eran especialistas en las materias que impartían, sino maestros improvisados cuya principal preocupación era acumular horas clase para aumentar sus ingresos sin importar las materias que les asignaran.
La lucha en contra de la imposición de la Ley 4 se perdió no sólo porque el Ex-Gobernador Manlio Fabio Beltrones utilizó las fuerzas policiacas para reprimir a miles de estudiantes y cientos de académicos que nos opusimos, porque el factor decisivo para su implementación fue la débil resistencia de trabajadores y académicos universitarios, además de la colaboración abierta de autoridades y profesores que vieron en el conflicto una oportunidad para aumentar sus ingresos económicos al aceptar puestos administrativos dentro de la nueva estructura que contemplaba el cambio de ley universitaria.
Este fue el contexto en el cual laboré la mayor parte de mi carrera como profesor universitario, enseñando psicología social rodeado de profesores conductistas, construyendo una nueva identidad como militante sindical participando en asambleas generales y marchas de protesta en defensa de derechos laborales, en una lucha constante por la defensa del contrato colectivo de trabajo, en abierta rebeldía en contra del autoritarismo de autoridades administrativas corruptas y enseñando con el ejemplo a mis alumnos la construcción de una mueva psicología, totalmente diferente a la que aprendían con otros profesores que estaba centrada en la psicología individual y aislada del contexto sociohistírico que estamos viviendo, enseñaba una psicología socialmente sensible (28).
Cuestionando la tibieza y concesiones de líderes sindicales en la pérdida de derechos laborales, negándome a aceptar formar parte de las diversas pandillas académicas que surgieron para luchar por ocupar puestos administrativos a través de la organización de complots para juntar firmas para que algunos de sus integrantes fueran seleccionados para recibir reconocimientos como “profesores o investigadores del año”. En su búsqueda de mejorar sus ingresos y afán de conquistar posiciones de poder, los integrantes de estos agrupamientos de académicos terminaron por abandonar la crítica social para conformar una élite privilegiada de intelectuales enajenados que se aislaron del contexto social (29).
En esas condiciones llegué a padecer el mal que caracteriza a los psicólogos sociales que cuestionamos las normas sociales y la adaptación a las mismas: nos convertimos en individuos aislados porque al realizar la crítica social verbalmente o por escrito, terminamos por ganarnos un distanciamiento social.
Un aislamiento que aumentó cuando rechacé avalar con mi firma como Presidente de Academia, documentos de investigaciones apócrifas, o proyectos de investigación que presentaban mis colegas en los cuales detecté que se presentaban en forma repetitiva y sólo cambiaban el título o los nombres de sus autores, acción que me provocó mayor aislamiento social porque el rostro seductor del neliberalismo fue la implementación de un “programa de evaluación del desempeño académico”, que premiaba con ingresos económicos extra la productividad de los académicos con un sistema de puntos, cada investigación, conferencia, curso, asesoría en exámenes profesionales, etc., significaba puntos extra.
Como respuesta a mi negativa a avalar una simulación creciente en el trabajo académico, fui excluido del banco de jurados de exámenes profesionales por “ser psicólogo social”, según me informaron varios estudiantes a quienes les negaron su solicitud de que yo fuera su Director de tesis.
De manera paradójica, me encontraba en un trabajo de sueño, en el que me pagaban por hacer lo que más me gustaba (leer, investigar, escribir, enseñar, publicar), en el cual crecía como profesional y como persona cada año, que me daba la oportunidad de cumplir mi sueño de juventud de cambiar el mundo formando psicólogos como agentes de cambio social, pero el clima organizacional era muy desgastante, las fricciones eran constantes, los apoyos de quienes eran mis jefes (algunos de ellos fueron mis alumnos, que después ingresaron como profesores y al formar parte de las pandillas académicas lograron ocupar puestos administrativos) eran muy limitados. El trabajo de un docente universitario que realiza funciones de investigación, docencia y extensión de manera comprometida es realmente estresante en ciertas épocas del año y en momentos agitador, pero laborar en esas condiciones de aislamiento social resultaba aún más desgastante.
Por esas razones, en algunos períodos padecí los síntomas del “síndrome del quemado” que se caracteriza por desgaste físico, mental y un constante estrés, por lo que decidí presentar mi renuncia a la presidencia de la academia de psicología organizacional, rehusarme a participar como jurado en concursos de evaluación curricular porque no se respetaban los resultados y terminaban contratando en forma unilateral nuevos profesores que no tenían el perfil adecuado y opté por refugiarme en mi cubículo para concentrarme en la docencia y la investigación.
A mediados de los años noventa, organicé un Simposium Nacional sobre Democracia y Vida Cotidiana en el que asistieron psicólogos sociales de varias universidades del país (30), algunos de ellos con quienes trabé relaciones de amistad al haber coincidido en varios congresos de Psicología, después de ver las condiciones en que laboraba, me preguntaron: “¿como soportas trabajar rodeado de profesores conductistas en una Universidad dirigida con gran autoritarismo?”, mi respuesta se limitó a decir que era un trabajo que me proporcionaba más satisfacciones que frustraciones y dentro de las primeras se encontraba la libertad de cátedra que defendía con gran convicción, la satisfacción de contribuir al cambio social al tocar las mentes y corazones de estudiantes para ayudarles a convertirse en agentes de cambio social y el constante crecimiento como profesional que obtenía al finalizar cada semestre.
En mi rol como maestro universitario que asume un rol de agente de cambio social, construí una nueva identidad como militante sindical, participando activamente en la defensa del contrato colectivo de trabajo ante las agresiones de las autoridades universitarias que realizaron varias mutilaciones a su contenido desapareciendo derechos que fueron conquistados a través de la lucha sindical.
Una muestra de ellos es mi participación en la huelga que el Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora (STAUS) realizó en el 2012, que duró 28 días, tiempo durante el cual escribí 9 artículos que pueden consultarse en este link (31) y como las autoridades universitarias siguieron agrediendo derechos laborales de los trabajadores manuales y administrativos, el STEUS se lanzó a la huelga, un conflicto laboral que duró 68 días, lapso en el cual publiqué 30 artículos y los incluí en un documento cuyo link puede ser consultado en internet (32).
Cuando los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en México (CNTE) se pusieron en pie de lucha para rechazar la reforma educativa que intentó implementar de manera violenta el régimen de Enrique Peña Nieto, percibí esa acción como parte de la implementación del neoliberalismo en el terreno de la educación, afectando a miles de maestros, por lo que no dudé en apoyar su movimiento de la mejor forma que podía hacer: escribiendo artículos y difundirlos en internet y redes sociales (33,34).
De manera indirecta, puse mi granito de arena al hacer un denunciar el autoritarismo del prianismo en varias ocasiones, desde la denuncia que hice en el 2012 del impacto que tendría la reforma laboral que implementó Felipe Calderón que destruiría el futuro de los jóvenes en México (35), pasando por la socialización del conocimiento científico al publicar artículos destinados a un público masivo con información relacionada con la psicología y el cambio social (36, 37)
El profesor jubilado como intelectual público
Aquí y ahora, mientras escribo este artículo, me parece que fue ayer cuando me encontraba recibiendo a jóvenes estudiantes de psicología con un discurso introductorio en el que hablaba sobre como todo está cambiando rápidamente por lo que necesitamos desarrollar nuevos comportamientos para responder a las condiciones cambiantes y el tiempo me ha dado la razón porque este pasado 30 de noviembre del 2025 cumplí ocho años de estar jubilado y estos años en los que estoy construyendo una nueva identidad como profesor universitario jubilado, han pasado volando porque la cauda de cambios sociales intensifica su velocidad en la medida que pasa el tiempo(38) .
Me encontraba laborando en el mejor momento de mi carrera como profesor universitario, con un dominio pleno de conocimientos relacionados con los temas teóricos de los seminarios que conduje durante 33 años, pero al ver a cientos de profesores que tenían una antigüedad mayor que la mía, sufrían un retraso de 3 o 4 años en recibir su jubilación después de solicitarla, por lo que después de analizar la situación política, económica y social, vislumbré un panorama en el cual la implementación de políticas neoliberales amenazaban con desaparecer el derecho a la jubilación, por lo que decidí entregar mi solicitud de retiro laboral.
Esto significó dejar atrás mi identidad como profesor universitario activo, por lo que dejé de pertenecer al club de privilegiados que son los profesores universitarios que ocupan una plaza de tiempo completo (39), quienes tienen la oportunidad de especializarse en su campo porque perciben un sueldo suficiente que les permite realizar funciones de investigación, docencia y extensión.
Al abandonar mi actividad como profesor universitario, ingresé a las filas de otro club de privilegiados que también está en proceso de extinción y este club está formado por los jubilados que se retiran con el 100% de su sueldo, un grupo exclusivo porque no todos los trabajadores pueden jubilarse y esto se puede confirmar al ver las estadísticas que nos informan que tan solo en el caso de México, más de 3.3 millones de personas mayores de 65 años continúan trabajando sin poder jubilarse (40), ya sea porque no tienen derecho a la jubilación, o porque al jubilarse se reducen drásticamente sus ingresos, por lo que prefieren seguir laborando.
Llegar a la tercera edad implica atravesar por un funeral de identidades previas y dejar atrás una de las identidades más importantes como lo es la identidad laboral que nos sirvió de uniforme social durante décadas, para iniciar reconstruirnos con una nueva identidad que es la de jubilado académico.
Como miembro de la generación de jóvenes que con su rebeldía en la década de los setentas iniciaron la cauda de cambios sociales que contribuyeron a cambiar la historia, en mi condición de adulto mayor mantuve esa actitud y rechacé el rol socialmente asignado a los jubilados que consiste en percibirlos como individuos que dejan de ser productivos, pasan varias horas sentados en un sillón viendo televisión, perdiendo de manera paulatina su autonomía y cordura mientras esperan “sentados en una piedra” que llegue el momento de la muerte.
Con gran placer vi que mi negativa a aceptar ese rol asignado y continuar produciendo no era un rechazo individual, porque la mayor parte de las nuevas generaciones de jubilados continúan realizando actividades productivas, construyendo nuevas identidades ocupacionales o simplemente disfrutando el estar con vida de una manera creativa y satisfactoria.
Seguimos haciendo historia porque estamos impulsando un cambio demográfico que consiste en que una buena parte de los individuos que estamos ubicados en la franja demográfica que se encuentra entre los 60 y 80 años de edad, “no nos sentimos viejos” y continuamos realizando actividades productivas, al mantener nuestra independencia económica, manejarnos con autonomía de movimiento y dentro de estos cambios ha surgido un nuevo segmento demográfico a nivel global al cual se le ha etiquetado como la “cuarta edad” y está conformado por adultos mayores que viven entre los 80 y 100 años de edad que en una gran mayoría, envejecen en forma satisfactoria (41).
Hay oficios y profesiones que al desempeñarlas por varias décadas consolidan una rutina que establece una separación entre el ámbito laboral y el ámbito privado, por lo que cuando llega el momento de la jubilación, puede surgir lo que se ha dado en llamar la “crisis del jubilado” (42), porque la jubilación implica el final de una etapa en la vida de quien se jubila y el inicio de otra, pero si no se está preparado para dejar la vida laboral, si no se tiene un propósito o actividad ocupacional que llene el espacio de tiempo que se dedicaba a la jornada de trabajo, se corre el riesgo de enfrentar una rutina vacía, sin objetivos claros y sin una estructura diaria que puede ser fuente de ansiedad o angustia.
Pero también hay profesiones con las que la identidad personal se fusiona con el desempeño laboral y se construye un estilo de vida que resulta realmente difícil desprenderse de ella cuando llega el momento de la jubilación, dentro de éstas se encuentra la docencia que es una profesión que absorbe la energía de buena parte de nuestras vidas y logra construir una entrega a través de la construcción de una auténtica vocación.
Quien encuentra placer en la noble actividad de la docencia, se entrega a la misma, trabaja en su oficina, en su casa y en el aula, por lo que al estar en estas condiciones la docencia se transforma en un estilo de vida con el cual se vive “hasta que la muerte nos separe” y esta vocación es lo que ha dado lugar a la expresión “un maestro siempre será un maestro”, porque la docencia nos permite ver con ojos diferentes la realidad que estamos viviendo.
Cuando se invierten más de 3 décadas investigando una realidad social inmersa en una crisis global desde la perspectiva del conocimiento de las ciencias sociales, se logra obtener un conocimiento objetivo acerca de cómo funciona el mundo y si el docente al percibir la educación como instrumento de liberación y emancipación social, el sentimiento de compromiso social llega a formar parte de la personalidad del docente y este compromiso no desaparece el día que se recibe la jubilación.
Sobre todo cuando el contexto histórico en que vivimos se caracteriza por una agudización de los problemas sociales provocados por el crecimiento de la desigualdad social, la crisis ambiental, la reducción del presupuesto para atender necesidades sociales, el aumento a gastos de defensa, armamentismo y la amenaza de una tercera guerra mundial.
La misma fórmula que aplicó el neoliberalismo en las universidades públicas de crecimiento de una burocracia administrativa, pago de altos sueldos a funcionarios directivos, reducción del número de maestros de tiempo completo y baja en la calidad de la educación, se repitió en todas las instituciones gubernamentales, sobre todo en el sector salud, por lo que en mi nueva identidad de jubilado vi que se violaba mi derecho a la salud al destinar la mayor parte del presupuesto del sector salud en el pago de nóminas dentro de la que se encuentran altos sueldos para funcionarios directivos por lo que la población enfrenta problemas de desabasto de medicamentos, demora en conseguir cita con médicos especialistas, negativa de realización de estudios de imagenología y lo más grave, se perfilaba la amenaza de quitarnos nuestras pensiones y reducir los aguinaldos.
De nueva cuenta me vi involucrado en la creación de un movimiento colectivo que surgió para defender los derechos de pensionados y jubilados del Isssteson y aplicando la metodología de intervención social basada en la investigación-acción, partiendo de la premisa de que la defensa del derecho a la salud es la defensa de nuestras vidas y la relación entre el Isssteson y los jubilados es como el matrimonio porque dura hasta el momento de nuestra muerte, participé en el Movimiento 30 de julio ocupando un rol de liderazgo en negociaciones con autoridades de ese instituto, al mismo tiempo que actué como intelectual público al publicar varios artículos que funcionaron para construir la identidad del movimiento, darle cohesión interna, educación política a sus integrantes (43, 44,45, 46, 47, 48, 49) para construir un movimiento que a través de la acción colectiva, unida y organizada, logramos restablecer el abasto de medicamentos, recuperar servicio médico y de farmacia los fines de semana, compra de equipo médico, entre otras cosas.
Pero las agresiones a los derechos de pensionados y jubilados han aumentado y el siguiente grupo que fue agredido fueron los pensionados y jubilados del ayuntamiento de Hermosillo, porque desde su llegada al poder municipal, Antonio Astiazarán eliminó derechos y prestaciones que se contemplaban em un convenio que existía desde hace varios años entre esa agrupación y el gobierno municipal. En respuesta, los jubilados realizaron un plantón en Palacio Municipal, el cual fue desalojado de manera violenta por elementos policiacos, por lo que el Movimiento 30 de julio y quien esto escribe se sumaron a las movilizaciones de protesta para denunciar el autoritarismo del Presidente municipal exigiendo justicia (50, 51, 52, 53, 54).En un contexto en el que por un lado se observaba un aumento de agresiones a la clase trabajadora y a la población en general, y por otro lado, se presentaba un silencio y falta de respuestas de los trabajadores organizados en sindicatos, los trabajadores pensionados y jubilados nos vimos en la necesidad de levantarnos en pie de lucha y defensa de nuestro derecho a la salud y pensiones, por lo que sobre la marcha construimos una nueva figura de luchadores sociales: la de adultos mayores que tomaron las calles actuando como sujetos políticos.
Gran parte de estos pensionados y jubilados que con su lucha enseñaban a los jóvenes trabajadores activos como se defienden los derechos: luchando en forma organizada, colectiva y unida, vivieron su juventud en la década de los setentas y formaron parte de aquellas generaciones de trabajadores que en el siglo pasado a través de luchas colectivas lograron conquistar derechos laborales y prestaciones sociales que hoy pretenden quitarnos con la implementación de medias neoliberales.
En nuestra participación en estas luchas sociales nos dimos cuenta que estaba emergiendo en el horizonte social un nuevo paradigma emancipatorio representado por pensionados y jubilados de varias dependencias que se organizaban y estaban luchando por los mismos derechos por los cuales estábamos peleando (55). Diferentes agrupaciones de pensionados y jubilados cambiamos la historia cuando a pesar de la resistencia de trabajadores activos, logramos ocupar un lugar en los contingentes de trabajadores que marcharon el 1o. de mayo del 2022, fue la primera ocasión que un grupo de jubilados participó en la marcha internacional del día de los trabajadores en Sonora y a partir de esa fecha, se institucionalizó la participación de jubilados en ese evento (56, 57).
En esa ocasión, diferentes asociaciones de pensionados y jubilados nos encontramos marchando en las calles por las mismas consignas y tomamos conciencia de que estábamos haciendo historia porque lo viejo se estaba convirtiendo en algo nuevo y aquellas personas que por nuestra edad nos condenaban al ostracismo social, éramos quienes estábamos encabezando una lucha para lograr un cambio social que representara una verdadera transformación (58).
Después de esa experiencia, de una manera natural surgió la necesidad de unir en la acción a todas las agrupaciones de pensionados y jubilados en una sola organización, por lo que realizamos varias reuniones de conocimiento, integración y discusión sobre quienes éramos, porqué estábamos luchando y finalmente en el marco de un taller conducido por quien esto escribe, decidimos en votación unánime a mano alzada construir un Frente Estatal de Pensionados y Jubilados de Sonora para luchar juntos por nuestros derechos (59, 60, 61).
Con estas acciones tuve la oportunidad de vincular la teoría con la práctica, al utilizar la psicología de los grupos sociales para lograr la integración como grupos a agrupamientos, compartir conocimientos sobre la psicología de las organizaciones para pasar de movimientos a organizaciones formales de ciudadanos, contribuir a un despertar político y una revolución de las consciencias en ciudadanos a quienes se les percibía como indefensos y se había condenado al retiro social, pero que en la práctica estaban construyendo nuevas identidades de luchadores sociales con las cuales estaban educando con el ejemplo a las nuevas generaciones de trabajadores activos, sobre la necesidad de luchar por los derechos y mantener viva la consigna: los derechos se defienden gobierne quien gobierne.
De manera reciente, el autoritarismo que caracteriza al Gobernador del Estado de Sonora Alfonso Durazo, le llevó a cometer un error político de declarar muerta la presa Abelardo Rodríguez y anunció sus intenciones de fraccionar dichos terrenos para venderlos y con esos fondos construir tres presas en el cauce del río Sonora, lo cual despertó un sentimiento de indignación entre los habitantes de se río que han estado padeciendo las secuelas de la contaminación provocada por el derrame de desechos tóxicos de la compañía Buena Vista del cobre propiedad del Grupo México en el año 2014.
Como profesor intelectual público, participé en el rechazo a este proyecto unilateral que se reveló como un acto de corrupción al filtrarse la información de que el Gobierno federal destiní una bolsa de $7,500 millones de pesos para construir presas sin la participación de las comunidades de los pueblos aledañoñs al río que serían los más afectados y sin presentar un proyecto de manera pública. Mi colaboración fue a través de la publicación de seis artículos (62, 63, 64, 65, 66), en los cuales apoyaba la resistencia y rechazo popular a la imposición de una acción vertical que afectaría al medio ambiente, a la naturaleza y a los pobladores, ya que la construcción de esas presas están diseñadas para garantizar el agua beneficiar al Grupo México y no a la población sonorense.
Mis aportaciones se basaban en la metodología de la Psicología comunitaria latinoamericana que contempla que todo proyecto de intervención comunitaria debe contar con la participación de los integrantes de las comunidades afectadas, desde la fase del diseño hasta la terminación del proyecto. Conocimiento científico que proviene de una psicología socialmente sensible que toma partido a favor de las mayorías marginadas, explicando que las comunidades pueden construir un contrapoder al actuar en forma organizada, unida y colectiva en condiciones de simetría de poderes, al construir un empoderamiento popular que enfrentaría al poder económico y político.
El libro que representa la historia de vida todavía tiene páginas en blanco que seguiré escribiendo con mi comportamiento futuro y el presente artículo es una pequeña aportación que sirve como ejemplo de que un profesor, aún cuando esté retirado, puede actuar como intelectual público, participando en un proceso de educación informal, cuyo objeto de análisis es la realidad social, explicando las causas globales de los problemas privados, clarificando el vínculo que existe entre lo personal y lo político, creando las condiciones para lograr empoderamientos individuales y grupales, cumpliendo con la responsabilidad moral, histórica y política de utilizar la crítica social para explicar el momento histórico que estamos viviendo y clarificar que otro mundo es posible si actuamos en forma organizada, unida y colectiva.
Conclusiones
A pesar de que el mundo que existía en mi lejana juventud ha cambiado radicalmente el día de hoy, veo con pesar de que no son los cambios que esperábamos obtener porque en el mundo contemporáneo millones de personas viven una realidad de pesadilla sufriendo una rutina desgastante cada día como si sus vidas fueran una versión moderna del castigo de Sísifo, (67), al trabajar largas jornadas, recibiendo bajos salarios, resistiendo una crisis económica interminable, padeciendo los efectos de una desigualdad social creciente.
La necesidad del cambio social se presenta con carácter de urgencia ante un sistema social en el cual la desigualdad social no es un error, sino que el crecimiento de la desigualdad social refleja que el sistema está funcionando correctamente, porque el capitalismo fue diseñado para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. La aceptación de esta realidad que se caracteriza por un aumento de injusticias, violaciones a derechos humanos, laborales, sexuales y de otro tipo, es motivo suficiente para que diferentes personas digan “Ya basta” y decidan ponerse de pie para luchar por derechos que les son arrebatados por un capitalismo voraz, por lo que desde mi condición de profesor universitario jubilado veo que aquel sueño de cambiar el mundo sigue existiendo, porque como nos dijo una vez John Lennon: “Un sueño que sueñas solo, es solo un sueño, pero un sueño que sueñas junto con otros es una realidad”.
Durante las últimas décadas he mantenido una mirada crítica del mundo en que vivimos y en una línea de congruencia e integridad, he alimentado con acciones de intervención social en varios movimientos colectivos utilizando el método de investigación-acción, el sueño de cambiar el mundo porque si miramos con ojos críticos el mundo en que vivimos, podremos ver que hoy en día, millones de personas del sur global luchan por diferentes causas pero comparten el mismo sueño de cambiar el mundo ya que luchan en contra de un mismo enemigo que es el sistema capitalista, colonialista y patriarcal que produce relaciones de opresión, un sinnúmero de injusticias, sufrimiento colectivo, porque se nutre del aumento de la desigualdad social creciente. (68),
El mundo sigue cambiando a una velocidad mayor cada día y cualquiera puede advertir que la geopolítica se está transformando radicalmente, al disolverse alianzas entre bloques políticos y nuevas alianzas que revelan la desaparición del mundo unipolar que prevaleció durante las últimas décadas y el surgimiento de un nuevo orden mundial multipolar que viene acompañado de una sombra oscura que se extiende por todo el mundo intentando apagar toda luz de esperanza de cambio social, esta sombra amenazante es la figura del fascismo, porque en varios países políticos de ultraderecha lograron conquistar el poder político (69).
Estos avances de la ultraderecha se lograron por la presencia de una ignorancia colectiva, de una amnesia histórica y de un control social que los mantiene a millones de personas confortablemente aturdidos y a las masas de la política, por lo que, surge la necesidad de combatir la ignorancia colectiva, para lograr una toma de consciencia social que conduzca a luchar por una verdadera transformación social. La educación se perfila como un medio para lograr una liberación social, porque es a través de ella que es posible cambiar esta situación con la implementación de una estrategia basada en una educación masiva que permita lograr una toma de consciencia de que otro mundo es posible y que podemos aspirar a una verdadera transformación a través de un proceso de liberación social” (70).
Necesitamos construir una educación emancipadora que al mismo tiempo que combata la ignorancia, rompa las cadenas de un adiestramiento en la obediencia y que contribuya a tomar consciencia de que nos encontramos viviendo en un momento histórico en el que está emergiendo un nuevo orden mundial multipolar, por lo que necesitamos actuar como sujetos políticos para participar en la construcción del nuevo mundo que está emergiendo y evitar que éste sea construido solamente por políticos para favorecer a una minoría de hiperricos.
Esto puede sonar como una utopía, pero la lucha por concretar utopías ha sido la fuente de varios cambios sociales y el uso de una educación con compromiso social, en el cual los docentes tenemos una responsabilidad social histórica porque la docencia es la única profesión en la que se puede ejercer la crítica social y aplicar la teoría del conocimiento científico en la práctica para generar todo tipo de cambios. La responsabilidad social que tenemos los docentes es que podemos revitalizar la vida pública al utilizar la educación como forma de política cultural que nos permite analizar la realidad social para impulsar cambios planeados que nos conduzcan a la construcción de una sociedad más justa.
Vivimos en el contexto de una policrisis que nos exige una redefinición de los profesores como intelectuales públicos, cuyos conocimientos fueron adquiridos en universidades públicas por lo que no sólo deben servir para que tengan un éxito profesional individual, sino que también deben ser usados para contribuir al análisis de las condiciones sociales, políticas y económicas que conforman el contexto social que rodea la institución escolar (71).
La crisis multidimensional que estamos viviendo coloca a los profesores intelectuales en una situación que recuerda la advertencia que hizo en la década de los setentas el psiquiatra italiano Franco Basaglia, cuando dijo que “ llegará un momento en el que el científico social se enfrentará a la disyuntiva de elegir entre actuar como funcionario del consenso o bien como catalizador de la disidencia” (72).
Es decir, aquellos que tuvimos el privilegio de acceder al conocimiento científico, tenemos que elegir entre usar nuestros títulos académicos para seguir ocultando el sufrimiento colectivo, actuando como si todo fuese normal para avalar la paz social que descansa sobre el ejercicio de crímenes económicos y políticos, o asumir el compromiso histórico de actuar como agente de cambio social, utilizando el conocimiento científico para descubrir la verdaderas causas de los problemas sociales y denunciar las condiciones de opresión, injusticia, desigualdad que afectan a una inmensa mayoría de la población mundial y actuar como agentes de cambio social para llamar a una disidencia colectiva que abra el camino para impulsar una cambio social.
En el terreno de la educación significa responder a la pregunta: ¿Cuáles son los fines a los cuales sirve la escuela?, ¿La educación favorece a intereses privados o a intereses públicos?. Esto significa elegir entre aceptar ser parte del engranaje de una educación que promueve la obediencia al servicio del poder corporativo, o construir una identidad como profesores intelectuales comprometidos en la construcción de un paradigma de enseñanza que perciba a la educación como instrumento de emancipación social, actuando como agentes de cambio planeado para contribuir a una transformación social que beneficie a las mayorías marginadas.
Aplicando la máxima “el maestro luchando, también está enseñando”, en un acto de congruencia, para ser profesor intelectual público, los docentes no solo deben cuestionar las condiciones materiales en las que trabajan, porque para actuar como profesores intelectuales, los docentes deben luchar para crear las condiciones estructurales que les permitan leer, escribir, investigar y trabajar como profesionales de tiempo completo, sino que también deben educar con su ejemplo al actuar como educadores de crítica social y al pronunciarse sobre los problemas políticos que enfrenta la sociedad de la cual forman parte y en congruencia con su rol de agentes de cambio salir de la institución escolar para participar en movimientos colectivos que luchan en contra del autoritarismo y por la construcción de una democracia social.
Esto implica que para actuar como intelectuales, los profesores deben contribuir a que los alumnos descubran las relaciones de poder que generan las condiciones materiales en las que se reproduce la desigualdad social, la pobreza, la exclusión y la opresión social.
Tal como puede observarse, necesitamos reconstruir el sistema educativo, dejar atrás una educación que promueve la obediencia y crear las condiciones para que florezca el pensamiento crítico en cada estudiante y en cada ciudadano. Necesitamos varios tipos de educación, educación financiera, educación ambiental, educación ciudadana, educación sexual, pero sobre todo, necesitamos una educación política que provoque una revolución de las consciencias y un despertar colectivo sobre la necesidad de impulsar un cambio social.
Por otro lado, los docentes que cumplimos el tiempo necesario para obtener la jubilación y tuvimos la oportunidad de tocar las mentes y corazones de miles de estudiantes, en una interacción que nos permitió crecer profesionalmente y como seres humanos, tenemos una responsabilidad moral mayor porque logramos construir un capital humano de gran valor social, que debemos compartir y la idea de escribir libros sobre la historia de nuestras vidas, aparte de servir de terapia ocupacional, nos permitiría aportar nuestro granito de arena para contribuir a un despertar social y contribuir a un cambio social planeado.
Desde mi perspectiva personal, en el contexto de la policrisis la responsabilidad social del profesor no termina cuando nos llega el momento de la jubilación, porque la docencia no es sólo una profesión más, ya que en realidad es la madre de todas las profesiones y desde esa perspectiva, si escribimos y publicamos nuestras experiencias como docentes, contribuiríamos a una revalorización de la figura del profesor que hoy está en proceso de devaluación.
Ayudaríamos a detener la continua proletarización del trabajo académico que realiza el neoliberalismo al transformar a las universidades públicas en empresas, a la educación como mercancía, a los profesores como asalariados y fomenta la ignorancia colectiva para garantizar un mejor control social.
Los académicos jubilados tenemos el compromiso moral de compartir nuestras experiencias para contribuir al cambio social, una manera de cumplir con este compromiso social es escribir el libro de la historia de nuestras vidas, un libro cuyo contenido tendrá gran valor porque estará basado en la interacción que tuvimos con miles de estudiantes con quienes tuvimos la oportunidad construir un aprendizaje que fue mutuo.
Los profesores intelectuales públicos somos trabajadores de la educación y como tales formamos parte de una inmensa mayoría que conforma el 99% de la población mundial que sueña con cambiar la realidad en que viven y desea construir un mundo nuevo.
Bajo esa perspectiva, en mi etapa de jubilación he decidido seguir cumpliendo con el compromiso social que caracterizó mi labor como docente universitario, construyendo paulatinamente una nueva identidad como escritor, para seguir realizando la labor de análisis social que permita un despertar social, con la diferencia de que hoy en día utilizo las nuevas tecnologías para difundir en redes sociales mi percepción de la realidad en forma de ensayos que reflejan opiniones personales debatibles y discutibles porque nadie es poseedor de la verdad absoluta.
Mirando hacia atrás desde mi perspectiva de adulto mayor, veo que no sólo cumplí el sueño de mi juventud que fue formarme como psicólogo para contribuir al cambio social, sino que rebasé mis expectativas al trabajar 33 años como profesor universitario de tiempo completo, lo cual me permitió contribuir a la construcción de una nueva psicología que funcionara como ciencia del cambio social (73), al mismo tiempo que logré tocar mentes y corazones de miles de jóvenes para sembrar la semilla del cambio social que consiste en unir fuerzas para actuar en forma organizada, unida y colectiva, para construir un nuevo poder social que logre concretar el sueño colectivo de cambiar este mundo y construir uno nuevo en el cual se haga realidad el sueño de vivir en paz, un derecho legítimo que tenemos todas las personas y todos los pueblos, como nos cantaba Víctor Jara.
1.- Escribir para terapia: que saber sobre el diario terapéutico
https://www.counselingschools.com/blog/therapeutic-journaling
2.- Psicopatología del vínculo profesor-alumno. Bohoslavsky, Rodolfo
3.- 4.- Un nuevo paradigma. Touraine, Alan
https://books.google.com.co/books?id=53WOj8Y_SuwC&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false
4.- La sociedad de la ignorancia
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/10/lasociedad-de-la-ignorancia-oscaryescas.html
5.- El día en que el ejército tomó la Unison
https://www.elimparcial.com/son/sonora/2017/05/17/el-dia-en-que-el-ejercito-tomo-la-unison/
6.- Las movilizaciones estudiantiles 1970-1973 en la Universidad de Sonora
https://lamiradadelbuho.unison.mx/docs/coleccion8.pdf
7.- El movimiento estudiantil en Sonora 1970-1974
https://libros.colson.edu.mx/index.php/colson/es/catalog/book/41
8.- Me gustaría cambiar el mundo. Ten Years After
https://www.youtube.com/watch?v=RSigiI-GYeo
9.- Aullido. Guinsberg, Allen
https://www.zendalibros.com/aullido-allen-ginsberg/
10.- Modernidad líquida. Bauman, Zygmunt
11.- Algo está pasando y usted no sabe que es
https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/07/algoesta-pasando-y-usted-no-sabe-que-es.html
12.- Hombres hechos a sí mismos. Douglass, Frederick
https://academia-lab.com/enciclopedia/hombres-hechos-a-si-mismos/
13.- Psicologia, ideologia y ciencia. Baunstein, Nestor y otros
14.- Así fue como mataron a Monseñir Oscar Arnulfo Romero Galdamez
15.- Psicología de la liberación. Martin-Baro, Ignacio
https://www.academia.edu/98459512/Psicologia_de_la_Liberacion_Ignacio_Martin_Baro
16.- Introducción a la psicología comunitaria latinoamericana. Montero, Maritza y otros
17.- Técnica del grupo T
https://www.gerza.com/tecnicas_grupo/todas_tecnicas/grupos_t.html
18.- La transformaciòn social desde una perspectiva cientìfica
https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/09/latransformacion-social-desde-una.html
19.- Psicología de los grupos. Blanco, Amalio
20.- La Psicología como ideología (contra la disciplina). Parker Ian
Ediciones La Catarata, Madrid, 2007
https://www.proletarios.org/books/Parker-La-psicologia-como-ideologia.pdf
21.- Evaluación grupal convivencia social 2018-2
https://www.youtube.com/watch?v=oEpqbTF4awM&t=46s
22.- Evaluación grupal del curso de Psicologia organizacional de Oscar Yescas
https://www.youtube.com/watch?v=MlxhmMvThb0&t=43s
23.- Clausura del curso educacion en sexualidad humana impartido por Oscar Yescas en la Unison
https://www.youtube.com/watch?v=FJFeGsOLiEw&t=1043s
24.- El asalto neoliberal a las universidades y como debería ser la educación. Chomsky, Noam
https://www.redalyc.org/pdf/5350/535056128004.pdf
25.- Unison: Laboratorio psicosocial de la modernización educativa (Imposición de la Ley Cuatro en 1991)
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/02/unisonlaboratorio-psicosocial-de-la.html
26.- El neoliberalismo y su impacto en las universidades públicas
https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/10/elneoliberalismo-y-su-impacto-en-las.html
27.- Anatomía del poder en la Universidad de Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/07/anatomia-del-poder-en-la-universidad-de.html
28.- Por una psicología socialmente sensible
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/11/por-una-psicologiasocialmente-sensible.html
29.- Las pandillas académicas y el aislamiento social de profesores-investigadores
https://oscaryescasd.blogspot.com/2023/02/las-pandillas-academicas-y-el.html
30.- Simposium Nacional sobre Democracia y Vida Cotidiana
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/publicado-miercoles-28-de-octubre-de.html
31.- Apuntes psicosociales de una huelga universitaria
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/apuntes-psicosociales-de-una-huelga.html
32.- Testimonios psicosociales de una huelga universitaria basada en la dignidad. STEUS, 2014
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/07/testimonios-psicosociales-de-una-huelga.html
33.- El maestro luchando, también está enseñando
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/el-maestro-luchando-tambien-esta.html
34.- En defensa de la universidad pública y de una educación emancipadora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/en-defensa-de-la-universidad-publica-y.html
35.- Intervención de Oscar Yescas sobre la reforma laboral en México
https://www.youtube.com/watch?v=rB5O7rwfT78&t=2s
36.- Psicología, ideología y cambio social
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/psicologia-ideologia-y-cambio-social.html
37.- Psicología, obediencia y cambio social
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/07/psicologia-obediencia-y-cambio-social.html
38.- Adiós a la Universidad de Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/12/adios-la-universidad-de-sonora-
39.- El club de los privilegiados
https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/07/el-club-de-los-privilegiados.html
40.- Mas de 3 millones de personas mayores de 65 años apun trabajan en México
https://expansion.mx/economia/2025/06/05/mexico-el-pais-donde-el-retiro-nunca-llega
41.- Envejecer satisfactoriamente en el marco de una crisis global
https://oscaryescasd.blogspot.com/2023/10/envejecer-satisfactoriamente-en-el.html
42.- Spindrome del jubilado: crisis y depresión
https://secotbilbao.org/sindrome-jubilado/
43.- Nuevos actores en la escena política en Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/09/nuevosactores-en-la-escena-politica-en.html
44.- El aprendizaje social en la lucha de los jubilados
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/09/elaprendizaje-social-en-la-lucha-por-el.html
45.- Un paso adelante en la lucha del Movimiento 30 de julio
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/10/un-pasoadelante-en-el-movimiento-30-de.html
46.- Hasta que la muerte nos separe: Derechohabientes del Isssteson
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/10/hastaque-la-muerte-nos-separe.html
48.- Jubilados del Isssteson: primera línea en la defensa del derecho a la salud y jubilación
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/11/jubilados-delisssteson-primera-linea-en.html
49.- En defensa del movimiento 30 de julio
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/11/en-defensadel-movimiento-30-de-julio.html
50.- La lucha de los jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/01/lalucha-de-los-jubilados-del.html
51.- La deshumanización de la política
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/02/ladeshumanizacion-en-la-politica-elcaso.html
52.- Pensamientos sobre la lucha de los jubilados de Hermosillo
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/02/pensamientossobre-la-lucha-de-los.html
53.- Por la recuperación de nuestros derechos
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/03/porla-recuperacion-de-nuestros-derechos.html
54.- El abuso de poder y la resistencia ciudadana
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/03/elabuso-de-poder-y-la-resistencia.html
55.- Horizontes de un paradigma emancipatorio
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/12/horizontesde-un-paradigma-emancipatorio.html
56.-Por qué los jubilados debemos marchar el primero de mayo?
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/04/porque-los-jubilados-debemos-participar.html
57.-Notas sobre la marcha de los jubilados el primero de mayo en Hermosillo
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/05/notassobre-la-marcha-de-jubilados-el.html
58.- Cuando lo viejo se transforma en nuevo y transforma la realidad
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/05/cuandolo-viejo-se-convierte-en-nuevo-y.html
59.- El renacimiento de los jubilados
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/06/elrenacimiento-de-los-jubilados.html
60.- Apuntes sobre la construcción del Frente Estatal de jubilados de Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/06/apuntessobre-la-construccion-del-frente.html
61.- Un parto placentero: la creación del Frente Estatal de Jubilados de Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/10/unparto-placentero-la-creacion-del.html
62.- Sonora entre la continuidad del autoritarismo y la necesidad de construir la democracia participativa
https://oscaryescasd.blogspot.com/2025/08/sonora-entre-la-continuidad-del.html
63.- El verdadero origen de la crisis hídrica en Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2025/09/el-verdadero-origen-de-la-crisis.html
64.- El aprendizaje social detrás de la lucha en defensa del agua en Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2025/09/el-aprendizaje-social-detras-de-la.html
65.- Resistencia ciudadana al autoritarismo en Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2025/10/resistencia-ciudadana-al-autoritarismo.html
66.- Pensamientos sobre el intento gubernamental de imponer la construcción de presas en Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2025/10/pensamientos-sobre-el-intento.html
67.- El castigo de Sísifo
https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/11/elcastigo-de-sisifo-en-la-posmodernidad.html
68.- El despertar político mundial provocado por el genocidio de Gaza
https://oscaryescasd.blogspot.com/2024/06/el-despertar-politico-mundial-provocado.html
69.- una mirada social al surgimiento de un nuevo orden mundial
https://oscaryescasd.blogspot.com/2025/03/una-mirada-social-al-surgimiento-de-un.html
70.- Ignorancia colectiva y la educación como proceso de liberación social
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/01/ignoranciacolectiva-y-la-educacion-como.html
71.- Los crímenes de la paz. Basaglia, Franco etg al
72.- Los profesores como intelectuales. Goriux, Henry
https://es.scribd.com/document/445262833/Henry-Giroux-Profesores-como-Intelectuales
73.- La psicología como ciencia del cambio social
https://oscaryescasd.blogspot.com/2025/05/la-psicologia-como-ciencia-del-cambio.html








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