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miércoles, 3 de febrero de 2021

 Unison: Laboratorio psicosocial de la modernización educativa (Imposición de la Ley Cuatro en 1991)

Hace treinta años escribí este artículo en el periódico Unísono, en un momento histórico en el que la Universidad de Sonora era blanco de agresiones externas, contando con apoyo interno para imponer una ley universitaria que terminaba con la democracia y el gobierno autónomo de la Universidad de Sonora. Este año 2,021, se cumplen 30 años en noviembre próximo de vigencia de la Ley Cuatro que permitió el surgimiento de un grupo privilegiado al interior de la Unison que recibe en sus sueldos la mayor parte del presupuesto destinado para nómina. Cuatro años con cuatro rectores que recibieron sueldos superiores a los $ 100,000 pesos mensuales, tres de los primeros se reeligieron y duraron 8 años en el cargo. En estos días se realiza una farsa de auscultación universitaria para “elegir” Rector, una jugada que intenta disfrazarse de “consulta universitaria”, pero la decisión final la tomarán 14 sujetos que no tienen vinculación alguna con la comunidad universitaria.

Unison: Laboratorio psicosocial de la modernización educativa

Oscar Yescas Domínguez 14 de noviembre de 1991

Extra UniSono Extra

Hablar de los acontecimientos que sacuden a la Universidad de Sonora, es un ejercicio de comunicación que constituye un compromiso que debe ejercitar todo universitario (maestro, estudiante o trabajador), que pertenezca a esta institución. Se trata de recuperar y hacer oír la voz de aquellos a quienes no se desea escuchar, sobre quienes se ha creado un muro de desinformación que los proyecta como villanos de la película. De ahí la necesidad de efectuar tal ejercicio en los momentos difíciles por los cuales atraviesa nuestra institución, para lograr esa claridad tan necesaria en este ambiente turbulento e impredecible que proyecta una imagen distorsionada de la realidad en la UniSon.

El ritmo vertiginoso que han tomado los acontecimientos a partir de noviembre de este año (1991), ha dificultado su reflexión, pues los hechos suceden tan de prisa que no permiten estudiar los acontecimientos y sus posibles consecuencias. Por ello, las siguientes consideraciones:

Nunca en la historia de la educación superior en nuestro país, universidad alguna había sido objeto de una agresión, en los niveles y formas con las que se está afectando actualmente a la universidad de Sonora. En un marco de desinformación, la UniSon enfrenta una encrucijada de cambios, impulsada por fuerzas externas e internas, que intentan dirigir el destino de nuestra Alma Mater. En un ambiente turbulento e impredecible, caracterizado por cambios radicales en el nivel estructural, la UniSon se encuentra sujeta a una dinámica cambiante llevada por fuerzas diversas, que la ponen en la bifurcación de cambios inminentes.

En el caso de la dinámica interna de la Universidad de Sonora, sus fuerzas cambiantes son el producto, y a la vez influyen, en la dinámica social de la comunidad en la que se encuentra instalada. El nivel cualitativo en las agresiones supera el factor cuantitativo, por su naturaleza sin precedente alguno. La embestida contra la Universidad de Sonora ha transgredido no solo el orden jurídico universitario, sino el orden social general, al sentar precedentes con las siguientes acciones antiuniversitarias:

a) Embargo de la nomina de la segunda quincena del mes de octubre por parte de Banamex, dejando sin salario a mas de 3,000 universitarios

b) Corte de la energía eléctrica por parte de la Comision Federal de Electricidad a las instalaciones universitarias, afectando la totalidad de labores académicas, administrativas y de investigación por espacio de 24 horas

c) Corte del servicio telefónico por Teléfonos de México con similares consecuencias, sumando ya varios días sin comunicación externa

La campaña permanente de hostigamiento orquestada en contra de la Universidad de Sonora, realizada desde hace tiempo por representantes de la iniciativa privada, adquirió matices nunca antes vistos, al confabularse agresiones a la UniSon por parte de sectores privados y del Gobierno del Estado encabezado por Manlio Fabio Beltrones Rivera, que sintonizaron sus acciones con el apoyo de los principales medios de difusión en el Estado, que en forma persistente crearon una imagen social negativa de la Universidad de Sonora.

Mas agudizó las contradicciones el propio rector matemático Marco Antonio Valencia Arvizu (quien en plena metamorfosis desconoce al Consejo Universitario e ignora a la comunidad universitaria que lo eligió para llegar al cargo que ocupa) , quien solicita al Congreso del Estado una auditoria al “ala financiera” de la UniSon, por suponer desvíos presupuestales. Con esta acción, Valencia Arvizu toma partido sirviendo de ariete de fuerzas externas a la Universidad para golpear contundentemente a la máxima casa de estudios en el Estado, hiriendo la parte fundamental de la esencia de su existencia: su autonomía universitaria, que no se reduce a la libertad de cátedra y expresión, sino que se refiere a la libertad que goza actualmente la comunidad universitaria para tomar sus propias decisiones, en un marco jurídico que aplica en su proceso de autocontrol, autodirección y autogobierno que le permite resolver sus problemas internos en un marco normativo.

La solicitud de auditoría complica y aumenta el conflicto, pues se realiza en forma unilateral y en condiciones de confusión y desinformación dentro y fuera de la UniSon, cuyas puertas son abiertas por el propio rector para que penetren los auditores gubernamentales, fortaleciendo con ello la imagen de la existencia de “un caos” en la UniSon. Una acción de esta índole solo puede ser entendida si se recuerda el abandono de la reunión del Consejo Universitario por parte del rector Valencia Arvizu. Acción insólita la de un rector en funciones de romper la comunicación con la máxima instancia de gobierno universitario, ensimismado en su rol de Presidente del Consejo Universitario incurre en un acto de megalomanía (delirio de grandeza-manía de poder) que reafirma al no asistir a la reunión del Consejo Universitario convocada por el mismo, la cual se efectuó aun con su ausencia.

La metamorfosis sufrida por el señor Valencia Arvizu consiste en el cambio de su papel institucional como Rector electo democráticamente que contaba con el apoyo de una mayoría universitaria, que lo eligió y encumbro en la estructura de gobierno universitario, al rol que voluntariamente asume de actuar como si fuese Director de una dependencia del Gobierno del Estado, que concibe la Rectoría como si fuese oficina gubernamental. En un proceso de continuo aislamiento, Valencia Arvizu y colaboradores se han marginado y han roto lazos con prácticamente todos los sectores universitarios (representantes incluidos): maestros trabajadores y estudiantes. Lo radical de la postura rectoril de voltear su vista hacia los intereses del Gobierno del Estado y de la iniciativa privada, trae como consecuencia que se vean afectados los intereses del conjunto de la comunidad universitaria, al golpear su autonomía y bloquear el funcionamiento de la máxima instancia decisoria: el Consejo Universitario.

Aquella comunidad ante la cual Valencia Arvizu adquiere una enorme deuda al golpearla, desconociendo su representatividad como funcionario universitario al metamorfosearse en un empleado de gobierno, que da una puñalada por la espalda a la autonomía universitaria en el momento de mayor distanciamiento entre Rectoria y la comunidad universitaria. La solicitud-denuncia de Rectoría de que el Congreso del Estado practique una auditoria bajo cargos que son objeto de acción penal, tiene las siguientes agravantes:

a) Rompe la normatividad jurídica universitaria al desconocer la autoridad del Consejo Universitario y dirigirse a una instancia externa (actitud congruente con su acción de abandonar la reunión del Consejo universitario)

b) Permite que a su nombre y representación se viole impunemente la autonomía universitaria de tomar sus propias decisiones en la solución de sus problemas internos.

c) Refleja el aislamiento y distanciamiento que mantiene con los sectores universitarios, evidenciando que su representatividad como Rector de la UniSon es solo un membrete formal, que se utiliza con fines antiuniversitarios.

Una acción sin precedentes obliga a generar nuevos comportamientos y la respuesta dada por la comunidad universitaria a esta escalada ofensiva ha estado a la altura de las circunstancias al crecer un movimiento de inconformidad y rebeldía en defensa de la UniSon, que se originó en el sector estudiantil y se hizo extensivo en los demás sectores universitarios, en una respuesta espontanea y generalizada en momentos de agudización del conflicto, como se refleja en las siguientes demostraciones:



a) Día lunes (noviembre 4): día del apagón en la uniSon que propició una movilización de protesta de una 200 universitarios aproximadamente que recorrió algunos puntos de la ciudad (oficinas del periódico El Imparcial, Congreso del Estado y Palacio de Gobierno).

b) Día martes (noviembre 5): expulsión de los auditores estatales del campus de la universidad, por alrededor de 1,500 universitarios, que realizaron una nueva movilización por las principales calles de Hermosillo.

c) Día miércoles (noviembre 6): nueva expulsión del grupo de 20 auditores gubernamentales por un grupo de más de 1,000 universitarios, mayoritariamente estudiantes, quienes después de tal acción realizaron una marcha en el interior de la Universidad.

d) Día jueves (noviembre 7): Marcha universitaria de un número aproximado a los 3,500 manifestantes, que recorrió las principales calles de la ciudad, coreando las siguientes consignas.

- No a la auditoria por elementos del Estado

- Respeto total a la autonomía universitaria

- Respeto al Consejo Universitario como máxima autoridad

- Abajo el Rector Valencia Arvizu

- Auditoria al gobierno del Estado

En todos los actos de protesta el sector estudiantil ha predominado entre los asistentes de tales eventos, en acciones que en momentos rebasaron las instancias tradicionalmente directivas en el movimiento universitario, esto es, los sindicatos universitarios se vieron rebasados por la impetuosidad estudiantil.

Sin embargo, el golpe grande proviene del “hermano mayor”, el gobierno del Estado, quien a través del Congreso del Estado se dispone a aprobar una nueva ley que proyecta cambios radicales en la estructura y funcionamiento de la uniSon, invalidando lo ya existente y desconociendo la autonomía de los universitarios de dirigir su propio destino, con las siguientes medidas:

- Desaparición del Consejo Universitario y Consejos Directivos

- “Nacen” nuevos órganos de gobierno (Junta Directiva, Colegio Académico, Consejos Académicos, Directores de División, Jefes de Departamento, Coordinadores de Programa)

- Surgen Vicerrectores en la unidades descentralizadas

La Universidad de Sonora se constituye así en un laboratorio psicosocial, sobre cuya comunidad se ensayan las mas diversas formas de intervención en el marco de una “modernización educativa” en el plano de la educación superior. El trasfondo de tales acciones consiste en transformar a la UniSon eliminando su autonomía en el proceso de toma de decisiones respecto a su destino institucional y social.



Se busca terminar con reductos potencialmente contestatarios del sistema sociopolítico actual, en la alborada de los cambios derivados de la firma del Tratado de Libre Comercio.

Nada de esto es nuevo, lo notable y lamentable es la complicidad del señor Valencia Arvizu que utiliza su cargo de Rector para encabezar este atropello a la institución y comunidad que representa.

El resultado que tenga el actual conflicto universitario, determinara su generalización en otras universidades del país, pues constituye la primera acción trascendental dirigida a la Unison por un gobierno que inicia su sexenio caracterizado por contradicciones de índole mayor a las que existen en la Unison, tales como el reconocimiento de una deuda pública del Gobierno anterior por el orden de los $ 216,000 millones de pesos, misma que se incremento en los hechos días después de iniciado el sexenio actual a $ 420,000 millones de pesos, inexplicablemente no justificados.

Sobre los órganos de Gobierno Universitario (Consejo Universitario, Consejos Directivos y representaciones sindicales) recae la responsabilidad de encarar este momento difícil en la historia universitaria en el estado.

Cada representante de maestros, estudiantes y trabajadores, debe retomar responsabilidad de su cargo y llamar a defender a la UniSon, su autonomía y a la forma de vida de los sectores universitarios y defender el derecho a su existencia. El compromiso de todo miembro de la UniSon para con la misma se acentúa en aquellos que ocupan cargos de representante ante el CU y CD. Sin embargo, este compromiso es y debe ser compartido por todo integrante de la comunidad universitaria, ya que estamos ante esta responsabilidad histórica de defender a la UniSon cerrando filas, fortaleciendo la unión de los universitarios y buscar el apoyo de otros sectores sociales.

Es el momento de demostrar que existe un liderazgo formal al interior de la estructura organizacional de la UniSon, que tiene mucho en coincidencia con la respuesta espontanea y en embrión del sector estudiantil, que es actualmente el sector predominante en el aspecto cuantitativo de la dinámica interna de la UniSon.

Cada universitario tiene ante si la oportunidad de cumplir con su responsabilidad histórica de frenar los cambios que manos ajenas a intereses universitarios pretenden imponer en nuestra forma de vida y lograr que la comunidad universitaria decida por si sola el rumbo de su destino. El momento que se vive en la Universidad de Sonora es de una importancia histórica trascendental que requiere que la comunidad de universitarios se manifieste al respecto y hacer oír su voz ante aquellos que se niegan a escuchar los planteamientos de los verdaderos universitarios que reivindican su autonomía a pesar de los horizontes negros que rodean a la máxima casa de estudios en Sonora.

Es el momento de crear y fortalecer un Frente Único de Defensa de la Autonomía Universitaria, en el que participen representantes de los sectores de la Universidad de Sonora, así como representantes de diversos sectores de la comunidad social.




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