Envejecer satisfactoriamente en el marco de una crisis global
Oscar Yescas Domínguez
7 de octubre 2023
Introducción
El estudio científico de la vejez
Envejecer satisfactoriamente
La vejez avanzada o cuarta edad
Envejecimiento y política
Conclusiones
Introducción
Creo que una idea socialmente aceptable es pensar que toda persona esperaría cubrir todas las etapas del ciclo vital, es decir, hombres y mujeres aspiramos atravesar todas las etapas que forman parte del desarrollo psicosocial: infancia, adolescencia, adultez y vejez hasta llegar al final de nuestras vidas. Sin embargo, una gran mayoría de las personas ignora que somos seres en constante proceso de evolución transformadora, no piensa en la temporalidad de sus vidas y en consecuencia no siempre está consciente de su condición de seres mortales. Este desconocimiento está tan generalizado que varias personas incurren en excesos que desgastan sus cuerpos y llegan a exponer en riesgo sus vidas de forma imprudente e innecesaria.
La ignorancia colectiva que predomina en nuestros días, impide ver que miles de vidas se pierden de manera prematura por diferentes causas, sin haber logrado cumplir su anhelo de llegar a la vejez y cerrar el ciclo vital de sus vidas. Por mencionar sólo un ejemplo puede retomarse la información proporcionada por la Organización Mundial de la Salud, que brinda el dato de que la pandemia del covid-19 causó la muerte de casi 15 millones de personas en todo el mundo, e informó que el número de muertes atribuidas directa o indirectamente a la pandemia fueron subestimadas, porque los 194 países que son miembros, sólo reportaron de manera oficial 6,2 millones de decesos por covid.
Si a estas cifras de fallecimiento colectivo, sumamos las muertes violentas que suceden en el mundo entero cada año, más las ocurridas por suicidios, accidentes automovilísticos, drogadicción, delincuencia común, problemas de salud, etc., nos dan un panorama realmente desolador por la gran cantidad de personas que fallecen en forma prematura.
En este contexto, podría afirmarse que llegar a la vejez con vida se presenta como un privilegio porque no todas las personas que llegaron a nacer logran rebasar la edad de 60 años, por lo que quienes llegan a la edad de adultos mayores pueden ser considerados como verdaderos sobrevivientes porque son personas que pertenecen a generaciones que vivieron la guerra fría, el fin de la misma, la creación de un nuevo orden internacional unipolar encabezado por Estados Unidos, el surgimiento y expansión de la globalización, la invención de internet, de la telefonía celular, de redes sociales y en la etapa final de su existencia todavía siguen con vida presenciando el surgimiento de un nuevo orden internacional multipolar.
Son personas que tuvieron la capacidad para desarrollar los nuevos comportamientos que les exigieron estos cambios económicos, políticos y tecnológicos, para poder encajar en un nuevo mundo en el cual vieron la invención de las computadoras, el surgimiento de internet, la aparición de los teléfonos celulares, el desarrollo de las redes sociales y mostraron grandes habilidades de aprendizaje que les permitieron adaptarse a estos cambios radicales para poder continuar con sus vidas hasta lograr ingresar al exclusivo club de los adultos mayores del siglo XXI.
Pero de esta larga cauda de cambios sociales que iniciaron en los setentas y que seguimos experimentando en nuestros tiempos, ha surgido un cambio de gran relevancia social al que no se le ha prestado la suficiente atención y me refiero a los cambios que se están presentado en este segmento de la población mundial al que pertenecen las personas que se encuentran en el rango de edad de sesenta y ochenta años.
Los integrantes de este grupo etario, aparte de ser sobrevivientes que atravesaron por dos milenios, dos siglos y más de seis décadas de vida, son los protagonistas silenciosos de un cambio en el concepto de envejecimiento, porque son los responsables del aumento en la esperanza de vida, han aumentado su longevidad sin darse cuenta y se encuentran en un momento en el que no se perciben a sí mismos como “viejos”, porque tienen todavía fuerza y exhiben gran vitalidad, lejos de esperar pasivamente el momento de sus muertes, continúan manteniéndose activos y siguen realizando actividades que personas de su edad no realizaban hace tan sólo 40 años.
Si se toma el criterio de la Organización de las Naciones Unidas de que la vejez empieza a los 60 años, podemos observar que el envejecimiento de la población es uno de los principales cambios demográficos que caracterizan a la sociedad contemporánea a nivel global y este tipo de envejecimiento se define como el aumento progresivo de las personas mayores de 60 años, con respecto a la población total.
La prolongación de la vida de los adultos mayores es lo que ha provocado como consecuencia inmediata un aumento en la esperanza de vida, porque hoy en día es un hecho real que las personas tienden a vivir más tiempo de lo que vivían adultos mayores en tiempos pasados. Junto a este fenómeno del cambio de la mortalidad por causas naturales, se encuentra otro que también tiene relevancia y es el hecho de que estamos frente a una reducción de la natalidad, porque un número importante de jóvenes y adultos decide no tener hijos, o planear la natalidad de su descendencia para años más tarde.
A pesar de que en base a estos cambios se habla de “envejecimiento de la población”, la mayoría de los adultos mayores están rompiendo viejas creencias y estereotipos que se asociaban a la vejez porque siguen trabajando, tienen relativa buena salud, se mantienen activos, continúan siendo autónomos e independientes y mantienen una vida social activa. Aquellas ideas de que las personas que llegan a la vejez, siempre estaban enfermas, que son dependientes de otras personas, que no pueden valerse por sí mismos, que tienen deterioro cognitivo, que muestran incapacidad para aprender cosas nuevas, que sólo desean descansar y que son socialmente aisladas se derrumban con una simple mirada a nuestro entorno social, porque podemos encontrar a varios adultos mayores que viven sus vidas en forma productiva, autónoma y satisfactoria.
Estos estereotipos ya no corresponden a la cambiante realidad que estamos viviendo y seguir alimentándolos sólo podrían ocasionar un efecto negativo para aquellas personas que al ser tratadas de esta forma, puedan verse afectadas al aceptarlas como verdades y empezar a actuar en la forma que esperan aquellas personas que siguen alimentando tales falsas creencias.
Dentro de los efectos negativos del uso de estos estereotipos es el “edadismo”, que consiste en dar un trato discriminatorio hacia las personas mayores en ámbitos públicos o privados, y esta discriminación se ve con más claridad en las políticas de contratación de personal que utilizan algunas empresas, que reducen cada vez más en forma innecesaria el rango de edad como requisito para conseguir empleo, discriminando a personas mayores que tienen amplia experiencia laboral y conocimientos que fueron adquiridos durante muchos años.
Por todas estas razones, en los tiempos actuales estamos viendo a un nuevo grupo de adultos mayores que al presentar nuevos comportamientos se muestra radicalmente diferente a los adultos mayores de otras generaciones, porque “los viejos de hoy no se sienten viejos” porque continúan activos, realizando funciones productivas, demuestran un aceptable estado de salud, se ejercitan de forma regular y son capaces de valerse por sí mismos .
El surgimiento de este nuevo grupo de adultos mayores nos recuerda el surgimiento de la adolescencia como un nuevo objeto de estudio a mediados del siglo XX, porque en aquel entonces fue el momento en el cual se descubrió la existencia de una nueva etapa de desarrollo psicológico que se presentaba cuando los niños dejaban atrás su identidad infantil, empezaban a tener cuerpos de adultos sin llegar a serlo y atravesaban por una crisis de identidad, previa a la construcción de su identidad como jóvenes.
Años atrás la imagen de alguien de 60 años de edad que se representaba en el imaginario social era percibida como una “persona vieja” que mostraba en su rostro y cuerpo el paso de los años, con una evidente reducción de sus capacidades laborales, con un evidente detrimento de su salud física y que vivía en condiciones de aislamiento social. Esta imagen quedó en el pasado porque ya no coincide con el estilo de vida e imagen de este nuevo grupo de adultos mayores que viven en pleno siglo XXI, porque nos encontramos ante algo inédito que es la presencia de personas que envejecen en forma satisfactoria, viviendo una vida en forma activa, productiva y si esta etapa de envejecimiento es acompañada de una jubilación, la satisfacción es mucho mayor, porque están viviendo una vejez digna.
Adicionalmente a la sorpresa que provoca ver a adultos mayores que no se aceptan como “viejos”, encontramos el surgimiento de lo que se ha llamado “la cuarta edad”, que está conformado por adultos mayores de 80 años de edad que sorprenden porque, contrariamente a lo que se esperaría, se muestran como personas con buen estado de salud, activos socialmente, autosuficientes, por lo que rompen el estereotipo del adulto octagenario dependiente, afectado por enfermedades y están demostrando con su ejemplo que se puede vivir hasta el último minuto sin padecer graves enfermedades.
El estudio científico de la vejez
El envejecimiento de la población, la destrucción de los estereotipos en torno a la vejez, el aumento de la esperanza de vida, el surgimiento de nuevos comportamientos en el grupo de adultos mayores y la aparición de “la cuarta edad”, son motivos más que suficientes para que la vejez moderna sea analizada desde una perspectiva científica y deje de ser percibida con el uso de creencias y estereotipos que son rebasados y destruidos por la realidad. Tal tipo de estudios, debe tener como objetivo el diseño de políticas públicas que permitan que millones de personas puedan vivir su vejez en condiciones satisfactorias y no sufran discriminación social “sólo por ser viejos”.
El estudio de la vejez ha tenido un interés ancestral y al analizar la historia podemos ver que a diferencia de nuestros tiempos, en las culturas antiguas se brindaba una atención y trato especial a los más viejos porque la edad se asociaba con la sabiduría y experiencia acumulada durante varios años y las palabras de las personas de mayor edad llegaron a tener una gran autoridad sobre los más jóvenes, por lo que las personas mayores eran tratadas con un gran respeto y en algunas comunidades la máxima autoridad era el “consejo de ancianos”.
Pero las condiciones sociales han cambiado tanto que el día de hoy se hipervalora la juventud y se observa un trato de discriminación a quienes llegan a su vejez , lo que impide a millones de personas disfrutar de una vejez digna. La relevancia del estudio de esta etapa de la vida a la cual no todos alcanzan a llegar, se fundamenta en el hecho de que es una etapa importante del ciclo vital y es una etapa del desarrollo psicosocial en la que se presenta una ambivalencia al experimentar sensaciones de fragilidad, acompañadas de expresiones de resistencia y fortaleza, porque es el momento en el que se toma consciencia de la cercanía inminente de la muerte, por lo que de manera natural se presenta un deseo de seguir permaneciendo vivo y es la etapa de la vida humana cuando la percepción de la vida adquiere otro sentido, al valorar como lo más importante en esta vida la salud física y mental.
Es el momento en la vida de cada persona en el que las inquietudes que antes se experimentaban, las expectativas que se tenían sobre la vida y las metas que guiaron la etapa adulta, ya no tienen valor alguno y en la vejez la vidas de los adultos mayores requieren de un nuevo significado, de la construcción de una nueva identidad que sólo los adultos mayores pueden construir actuando con sabiduría.
Los primeros estudios sobre la vejez estuvieron enfocados en las expresiones patológicas de la misma, por lo que partieron de un modelo médico que aceptaba como un proceso natural el deterioro continuo de las funciones fisiológicas y psicológicas, pero fue a partir de la década de los 50 cuando empezó a construirse un enfoque científico más integral de la vejez y este nuevo enfoque partió desde la Psicología de tal forma que en forma paralela a la intervención médica de la vejez, surgieron intervenciones de psicólogos en grupos de adultos mayores, que fueron más allá de la atención a las patologías propias de la vejez y lograron descubrir que el envejecimiento no es necesariamente patológico y degenerativo.
Partiendo de una perspectiva psicológica, se puede comprender a la vejez como una parte del ciclo vital, es decir, como una etapa más del desarrollo psicosocial que comienza en el nacimiento, continúa en la infancia, sigue en la adolescencia, continúa en la juventud, pasa por la adultez y finalmente llega a la vejez.
Aún cuando la Psicología brinda grandes aportaciones que permiten explicar gran parte de la vejez, el estudio de esta etapa final de la vida de todo ser humano debe ser abordado desde un enfoque multidisciplinario, considerando que el ser humano es integral, de tal forma que se puedan retomar las aportaciones de varias disciplinas que comparten el estudio de la vejez y evitar incurrir en cualquier tipo de reduccionismo científico que esté restringido a la visión de una sola disciplina científica. Esta visión integral no impide que se tome como punto de partida y enfoque central de la vejez, la perspectiva de la Psicología social.
Todas las ciencias sociales surgieron en algún momento de la Historia como disciplinas de ayuda para analizar diversos problemas sociales que fueron presentándose a la humanidad y se requería del desarrollo de un conocimiento científico que ayudara a comprender lo que estaba sucediendo y las diferentes disciplinas sociales ayudaron a encontrar alternativas de solución a los problemas que afectaban a nuestras comunidades. Los tiempos actuales exigen la construcción de una Psicología de la vejez que nos permita comprender los nuevos comportamientos que muestran los adultos mayores y compartir esta información con la población en general, para evitar que se sigan utilizando falsas creencias y estereotipos que han sido rebasados por el peso de la realidad.
El día de hoy nos encontramos ante las evidencias de que la vejez no significa necesariamente el surgimiento de patologías físicas o psicológicas, se observa que en la medida que aumenta la población de adultos mayores, surgen cambios en las conductas de este grupo de edad que no coinciden con lo que antes se considera como “comportamientos de viejos”, los adultos mayores actuales viven más años de vida que las generaciones que les antecedieron y una muestra de ello es el surgimiento de un nuevo segmento demográfico al cual se le conoce como "la cuarta edad", conformado por adultos mayores de 80 a 100 años que siguen con sus vidas en forma productiva e independiente, de tal forma que ante este ejemplo aquellos adultos mayores que son menores de 70 años, llegan a experimentar un sentimiento de rejuvenecimiento y despejan de sus mentes los temores de una muerte cercana inminente para empezar a alimentar la esperanza de que pueden vivir más allá de los ochenta años, haciendo lo que más les gusta, viviendo en forma productiva, envejeciendo satisfactoriamente.
Por estos comportamientos que presentan los integrantes los grupos etarios comprendidos entre los 60 y 80 años, que actúan de forma distinta a los comportamientos de grupos de la misma edad en generaciones anteriores y los comportamientos que muestran los mayores de 80 años que los ubican como un nuevo grupo etario al cual se le llama “la cuarta edad”, el estudio psicosocial de la vejez puede utilizar una perspectiva optimista, porque es factible encontrar formas satisfactorias de envejecimiento de los adultos mayores, de tal forma que tengan una vejez digna, satisfactoria, activa y productiva, al mismo tiempo que se renueve la atención a los integrantes del grupo de vejez avanzada o cuarta edad.
Envejecer satisfactoriamente
Aún cuando existe un sentimiento de insatisfacción generalizada en la sociedad contemporánea, por los efectos discriminatorios de una creciente desigualdad social, es posible aceptar la idea de que un amplio segmento de la población de adultos mayores se encuentra envejeciendo en forma satisfactoria. El envejecimiento satisfactorio puede ser concebido como un tipo de envejecimiento en el que a pesar del riesgo de padecer enfermedades propias de la edad, no se padece una enfermedad grave, ni dependencia alguna de parte del adulto mayor.
El funcionamiento físico y facultades psicológicas de quien envejece en forma satisfactoria, son tan elevadas que le permiten continuar con actividad social, mantener una tendencia estable en su salud e inclusive se puede llegar a admitir la posibilidad de lograr un mejoramiento de la misma.
El envejecimiento satisfactorio se caracteriza porque las personas mayores de 60 años presentan una baja probabilidad de padecer enfermedades graves o ausencia de discapacidad de tal forma que presentan una elevada autonomía para realizar actividades físicas, muestran conductas de autocuidado, mantienen su capacidad cognitiva de manera aceptable y conservan una facilidad para establecer vínculos sociales.
Quienes envejecen en forma satisfactoria muestran una buena salud física, mantienen bajo control las enfermedades que padecen, tienen estabilidad emocional, experimentan satisfacción consigo mismos, con la vida que han llevado y tienen un gran sentido del control personal. Mantienen relaciones interpersonales satisfactorias y son capaces de establecer vínculos de apoyo instrumental para dar y recibir ayuda de las personas que los rodean.
Son capaces de mantenerse a sí mismos, de contribuir al mantenimiento de sus familias y al desarrollo de la comunidad a la que pertenecen al participar en forma activa como ciudadanos que pertenecen a una comunidad. Sus vidas cotidianas incluyen experiencias que les proporcionan satisfacción, relajación, ausencia de problemas y sensaciones positivas que en algunos casos se traduce en sensaciones subjetivas de felicidad. Estos contenidos en sus vidas les permiten seguirse sintiendo vivos y mostrarse en forma auténtica para seguir creciendo como personas, presentando capacidad para adquirir nuevos aprendizajes, plantearse nuevas metas y darle un nuevo sentido a sus vidas.
Es necesario destacar que las personas adultas mayores que envejecen en forma satisfactoria han mostrado una gran capacidad para superar los obstáculos que se les han presentado en sus vidas al desarrollar nuevas habilidades y presentar nuevos comportamientos que les permiten adaptarse a los cambios sociales de la vida moderna y a los cambios individuales propios de su edad.
La presencia de personas que envejecen en forma satisfactoria, permite aceptar la idea de que en la etapa de la vejez continúa el aprendizaje individual y quienes se encuentran viviendo en estas condiciones son el mejor argumento para reconocer el potencial humano que aún tienen los adultos mayores y por lo tanto, representan la razón principal que fundamenta la necesidad de invalidar los estereotipos que todavía persisten y que tienden a incapacitar laboral y socialmente a quienes llegan a la etapa de su vejez, porque están demostrando que siguen teniendo capacidad para aprovechar oportunidades laborales, de integración social, de esparcimiento, de diversión y por todas estas razones, estas personas merecen más que oportunidades, muestras de respeto.
A diferencia de la crisis de identidad que caracteriza a quienes atraviesan por la etapa de la adolescencia, lo que vemos hoy en día en los adultos mayores, no es una crisis identitaria porque son personas que ya lograron su independencia económica y mantienen una autonomía social. Son individuos que con su comportamiento cotidiano están dejando atrás un verdadero funeral de identidades para empezar a construir una nueva identidad que los defina y enfrentan una constante lucha para que no se les encasille como “personas viejas”, porque se encuentran en un momento de sus vidas en los que, después de haber laborado toda su vida están en condiciones de realizar las actividades que más les gustan y se encuentran disfrutando de sus vidas, mucho más que aquellos adultos que todavía siguen laborando, porque ahora son dueños de su tiempo y lo utilizan realizando las actividades que les producen mayor satisfacción.
Son adultos mayores que disfrutan haber llegado a la vejez y disfrutan de su envejecimiento en forma satisfactoria, lejos de la rutina laboral que mantuvieron durante décadas, libres de la crianza de sus hijos, viven en sus “nidos vacíos” con la satisfacción del deber cumplido como padres y como trabajadores, no experimentan temor alguno al ocio o a la soledad porque se han reencontrado a sí mismos y sobre todo, han encontrado el amor principal en la vida adulta que es el amor propio, el amor a uno mismo, por lo que la soledad no les asusta. Están reconstruyendo una nueva identidad en la que las palabras “viejo” o “anciano”, han perdido el significado peyorativo para adquirir un nuevo significado de índole más positiva.
Estas personas que conforman un nuevo segmento de la población son una prueba viviente de que algo está pasando con nuestra población: el aumento de la longevidad y el aumento de la esperanza de vida, el retraso del momento del final de las vidas de millones de hombres y mujeres a los que algunos políticos neoliberales y ciertos sectores sociales ya los “daban por muertos”.
Los adultos mayores ubicados entre los 60 y 80 años de edad, están plenamente conscientes de que cuando ellos eran jóvenes, las personas de su edad eran considerados viejos, inútiles, dependientes y cerca de la hora de su muerte. Pero ellos no se sienten así, porque se sienten vivos, realizan actividades físicas de manera normal, caminan, hacen ejercicio, algunos van al gimnasio, otros realizan actividades que no pudieron realizar mientras laboraban.
Es importante recalcar el hecho de que el haber llevado una vida en forma saludable durante su juventud y adultez, les permite ahora disfrutar de una vejez satisfactoria sin importar que tengan 60, 70 u 80 años de edad. Partiendo de la premisa de que se envejece de acuerdo a la vida que se haya tenido previamente, se puede comprender que para llegar a formar parte de este grupo de hombres y mujeres ubicados entre los 60 y 80 años de edad que disfrutan de un envejecimiento satisfactorio, dependerá en gran parte de la calidad de vida que cada persona haya tenido en su juventud y adultez.
Pero aún a pesar de haber tenido una vida previa con excesos o descuidos en años anteriores, la naturaleza humana es tan generosa que nunca es tarde para empezar a cuidar de la salud y aquellos que llegan a la edad de adultos mayores, empiezan a valorar más su salud física, proceden a cambiar sus rutinas alimenticias, empiezan a hacer ejercicio, porque han tomado consciencia de que actuando de esa forma, aumentan las posibilidades de vivir más tiempo.
Les favorece mucho que, a diferencia de adultos mayores de hace décadas, los “viejos modernos” tienen acceso a la información que les permite comprender que si logran institucionalizar el ejercicio físico como hábito cotidiano, combinado con dieta balanceada y cuentan con supervisión médica periódica, aumentarán las posibilidades de vivir más años y podrán envejecer en forma satisfactoria. Ese es el secreto que explica la longevidad de los adultos mayores de nuestros tiempos, es la simple decisión de dejar hábitos destructivos para empezar a cuidar su alimentación y ejercitar diariamente para poder seguir disfrutando de la vida
El ejemplo de estos “viejos modernos” que envejecen en forma satisfactoria, nos enseña a todos los adultos mayores que podemos seguir el mismo camino para disfrutar de nuestras vidas sin la angustia de que cada día podría ser el último, porque pensar de esa manera puede llegar a provocar el efecto contrario al estresarnos innecesariamente. Si queremos una vejez satisfactoria, debemos ponernos las pilas y ejercitar nuestros cuerpos, nunca es demasiado tarde y nuestra salud nos lo agradecerá. Bailar es un excelente ejercicio, así que simplemente vivamos el carpe diem y bailemos al ritmo de la música que la vida nos pone, mostrando nuestros mejores pasos, manteniendo siempre el control sobre la vida que llevamos.
La vejez avanzada o cuarta edad
La OMS clasifica la edad adulta como adulto joven de 18 a 44 años de edad; adulto medio de 45 a 59 años; adulto mayor (o anciano joven) de 60 a 74 años; anciano de 75 a 90 años y anciano longevo de 90 años en adelante. Una gran mayoría de nuestra sociedad se encuentra ubicada en estos rangos de edad y es por eso que se habla de “envejecimiento de nuestra sociedad”
Sin embargo, debido al aumento de la expectativa de vida, estamos presenciando el surgimiento de una nueva franja demográfica que tiende a ubicarse entre los 80 y 100 años de edad y como de manera tradicional se conoce a los mayores de 60 años como miembros de “la tercera edad”, a los mayores de 80 años se les llama el grupo de “la cuarta edad” a cuyos integrantes se tiende a asociar como personas que presentan una gran fragilidad, pérdida de fuerza y presentan un mayor nivel de dependencia.
El concepto de “cuarta edad” surgió por el aumento de la longevidad que se presentó a nivel mundial y este incremento despertó el interés de la comunidad científica para analizar las causas y efectos de la misma en los integrantes de este nuevo grupo etario. En la década de 1970, investigadores ingleses y franceses lograron establecer una diferencia entre viejos-jóvenes y viejos-viejos y después de largas investigaciones con población muy envejecida, lograron establecer una distinción entre ancianos de la tercera edad y ancianos de la cuarta edad.
Según sus descubrimientos, el grupo de la tercera edad está conformado por individuos que actúan en forma independiente y autónoma, lo que les permite actuar de manera funcional socialmente, mientras que los integrantes del grupo de la cuarta edad presentaron índices de gran morbilidad y mortalidad.
Pero estudios posteriores lograron descubrir que no todas las personas mayores de 80 años viven en forma dependiente y tampoco se puede generalizar que muestran gran fragilidad, deterioro físico y mental. Por lo que entonces surgieron dos enfoques sobre el grupo de la cuarta edad. El primero, que vincula a los mayores de 80 años con altos niveles de patología y una inevitable mortalidad y un segundo enfoque que acepta la presencia de fragilidad, pero también reconoce la existencia de personas mayores de 80 años que viven sus vidas con altos niveles de autonomía y muestran una gran capacidad para funcionar socialmente.
Investigaciones posteriores, confirmaron que sí existe una disminución de actividad social después de los 80 años, pero describieron la existencia de numerosos casos de personas que no muestran fragilidad alguna y en cambio exhiben una gran capacidad para funcionar en forma autónoma, sin presentar problema alguno. Este tipo de investigaciones son las que permiten exhibir la impertinencia de creencias que asocian a las personas de la cuarta edad con vidas en sufrimiento continuo, en proceso rápido de deterioro físico y mental, que sólo tienen frente a sí un presente de dependencia que los acompañará hasta el momento de sus muertes, porque la realidad es que en el grupo de la cuarta edad existe una gran diversidad en sus formas de vida y está confirmado que no todos presentan altos niveles de deterioro físico y mental, porque muchos ancianos llegan al final de sus vidas sin haber experimentado situaciones de fragilidad o dependencia alguna antes de morir.
Envejecimiento y política
Envejecer dentro del capitalismo no es una tarea fácil, sobre todo si se parte del reconocimiento de que todo en esta vida está regido por la política y en el momento histórico que estamos viviendo, envejecer satisfactoriamente se presenta como un problema político, porque desde una perspectiva neoliberal, la prolongación de las vidas de los adultos mayores, tiende a ser visto como una “carga presupuestal” no contemplada, que “desvía recursos públicos en forma innecesaria”, porque los adultos mayores (tercera y cuarta edad) padecen enfermedades propias de la edad, necesitan de consultas médicas con mayor frecuencia de la que tenían en la madurez de sus vidas y tienen necesidad de un mayor consumo de medicamentos y el aumento en la esperanza de vida implica una mayor inversión del presupuesto gubernamental.
En un mundo globalizado, debemos reconocer que somos sujetos globales y aceptar que nuestros problemas personales tienen un origen global, los impedimentos para lograr un envejecimiento satisfactorio provienen de las cúpulas más altas del poder financiero. Desde el 2012, representantes del Fondo Monetario Internacional solicitaron a los gobiernos de los países que bajaran el gasto en asistencia social, disminuyeran el número y monto de pensiones, porque “el hecho de que las personas vivan más de lo esperado, tendrá grandes repercusiones financieras que afectarán la economía internacional” y solicitaron que se ajustara la edad de jubilación a los cambios presentados en la esperanza de vida de la población.
Desde ese año en adelante se reformaron las constituciones de varios países eliminando derechos laborales, mutilando contratos colectivos de trabajo para eliminar prestaciones sociales, se aumentó la edad para lograr la jubilación de hombres y mujeres, se observa una tendencia a restringir el presupuesto de salud pública y limitar el número de jubilaciones que han sido solicitadas.
En la economía capitalista el mercado se ha colocado como el ser supremo para el ser humano, los políticos gobiernan para favorecer los intereses del poder económico y las políticas que impulsan están dirigidas a “favorecer la economía”, lo que significa garantizar las condiciones para que el poder corporativo continúe maximizando sus grandes beneficios acaparando la mayor parte de la riqueza social que se produce y condenando a un destino de incertidumbre económica a una amplia mayoría de la población al provocar un crecimiento de la desigualdad social.
La pandemia del covid-19 dejó una cantidad estratosférica de muertes provocada por dos razones, por un lado, la irresponsabilidad ciudadana de no seguir las instrucciones de las autoridades sanitarias que solicitaron quedarse en casa, usar cubrebocas, guardar distancia y evitar asistir a reuniones en las fechas de mayor contagio del covid.
Pero la principal razón del aumento del contagio del covid fue que los gobiernos de todo el mundo priorizaron la economía y decidieron mantener abiertas las puertas de comercios, fábricas, centros comerciales, universidades, etc., priorizando el desarrollo de la economía por encima de la defensa de las vidas de quienes estaban gobernando.
Las constantes agresiones a los derechos a la salud de trabajadores activos, familiares de los mismos, pensionados y jubilados se traducen en graves deficiencias en el sistema de salud pública que presenta una falta de atención de médicos especialistas para atender una demanda creciente de sus servicios, un prolongado desabasto de medicamentos que pone en riesgo la vida de derechohabientes del sistema de salud pública, principalmente la de adultos mayores, una espera de varios meses para recibir estudios de imagenología, carencia de insumos necesarios en los hospitales, principalmente en quirófanos y área de urgencias, etc.
A estas agresiones a los derechos a la salud, se suman las agresiones al derecho a la jubilación, porque existe un prolongado período de espera para recibir el derecho de jubilarse, se han recortado las cifras del número de jubilaciones autorizadas y se han aumentado los requisitos para la jubilación con aumento de 5 años más para poder jubilarse.
El cúmulo de agresiones a los derechos de los trabajadores, pensionados y jubilados han logrado avanzar porque no han encontrado resistencia debido a la crisis que afecta a las organizaciones sindicales que actúan en forma pasiva o indiferente sin cumplir con la misión para la cual fueron creados, convocando a una lucha en defensa de los intereses de los trabajadores. Los mismos trabajadores activos viven un eterno carpe diem, sin reaccionar a las agresiones que ponen en riesgo su derecho a la jubilación, mostrando un conformismo generalizado y una gran indiferencia a lo que pasa a su alrededor.
Este vacío de liderazgo social ha estado siendo llenado por grupos sociales emergentes conformados por pensionados y jubilados que han reaccionado enfrentando estas agresiones que ponen en riesgo sus vidas, actuando en forma organizada, colectiva y unida para defender los derechos a la salud y a la jubilación.
Los adultos mayores que ven afectado su derecho a envejecer satisfactoriamente y con dignidad, surgen en el horizonte social como un nuevo paradigma de luchadores sociales que están participando como sujetos activos, abandonando su retiro laboral, rompiendo los estereotipos que encasillan a los adultos mayores en figuras de personas pasivas, sin fortaleza y en espera del momento de su partida, para actuar como sujetos políticos iniciando una lucha de resistencia para exigir respeto a su derecho a la salud y a la jubilación digna.
Conclusiones
Vivimos en un contexto de crisis social globalizada que tiene un origen estructural, la forma como está organizado el sistema social y económico en que vivimos impide que millones de personas puedan cumplir con el ciclo vital de sus vidas, porque mueren de forma anticipada por la enorme desigualdad social que existe en nuestros días. Debido a la existencia de una enorme brecha social que separa a unos cuantos ricos de millones de personas que viven en condiciones de pobreza, el llegar a la vejez se ha convertido en un verdadero privilegio que goza sólo una parte de la población, porque caen víctimas de la guerra social que tiene lugar dentro del capitalismo y que provoca un genocidio social, porque miles de personas pierden sus vidas de forma anticipada al no contar con servicios médicos oportunos o por carecer de dinero para comprar alimentos.
En la economía de libre mercado la vida del ser humano y sus derechos universales no tienen valor moral alguno, la vida de las personas se cuantifica usando valores económico utilizando conceptos tales como “capital humano” (nivel de estudios, experiencia laboral, grado o tipo de conocimientos, habilidades, etc.), “capital social” (presencia social o grado de influencia sobre otras personas dentro de la comunidad o en redes sociales), “capital erótico” (una amalgama de atractivo físico y social que provoca que determinadas personas, tanto hombres como mujeres, sean atractivos para todos los miembros de la sociedad, especialmente para los del sexo opuesto).
En la economía de libre mercado, la condición humana ha perdido valor al imponerse la condición social que refleja la presencia o ausencia de las características mencionadas anteriormente, que reducen lo humano a lo económico y al ser humano como consumidor. En la sociedad de consumo las ciudades modernas se han convertido en algo parecido a una jungla en la que la lucha por sobrevivir se da diariamente porque estamos sujetos a un determinismo económico. El Mercado se ha impuesto como el ser supremo para el ser humano y al privatizar una serie de servicios públicos elimina la igualdad social provocando la exclusión social y marginación económica de una amplia masa de seres humanos.
Si llegar a viejos es un privilegio que no todos disfrutan, obtener una jubilación después de laborar más de tres décadas, es un derecho que puede disfrutar un porcentaje cada vez más reducido de la población porque las políticas neoliberales buscan eliminar el derecho a la jubilación o proceder a su privatización, por lo que en el contexto actual se limitan las posibilidades de tener una vejez digna y satisfactoria para millones de personas.
Envejecer satisfactoriamente implica tener independencia económica y en el contexto del neoliberalismo actual, millones de trabajadores están endeudados, la mayor parte de sus ingresos son destinados al pago de sus deudas y una gran mayoría de trabajadores activos no tienen derecho a la jubilación, se ven en la necesidad de seguir laborando hasta el final de sus vidas, sin lograr disfrutar de una vejez vivida en condiciones de dignidad, por lo que millones de adultos mayores viven los últimos años de su existencia en condiciones de precariedad porque no tienen dinero suficiente y ya no son sujetos de crédito porque llegar a viejo es motivo suficiente para ser objeto de discriminación económica.
En el marco de una crisis económica globalizada, en un gran número de países desarrollados, aumenta cada vez más el número de personas que pierden sus empleos por los despidos masivos que realizan las grandes corporaciones bajo el argumento de “perdidas económicas”, cuando que en realidad no son tales, sino que son disminución de ganancias económicas. Los trabajadores despedidos pierden sus casas y automóviles por la incapacidad para seguir pagando sus créditos hipotecarios y son obligados a vivir en la calle como personas “sin hogar”. Aumenta el número de personas que mueren de hambre porque la economía de libre mercado “deja morir” a quien no tiene dinero para comprar alimentos o medicamentos, en lo que puede calificarse como una verdadera “guerra social”.
Los políticos y funcionarios públicos que ven a jubilados y pensionados como una “carga presupuestal”, olvidan de manera conveniente que ellos han cumplido con su responsabilidad social, al trabajar toda una vida y cumplieron de manera oportuna el pago oportuno de sus cuotas de servicios médicos y de aportación al fondo de jubilaciones, para garantizar el poder vivir su vejez contando con una jubilación digna. La vida del ser humano no termina con la carrera laboral, la sociedad entera debe tener plena consciencia que el tiempo de la vida no se limita a la vida productiva, el tiempo de la vida también incluye el vivir una vejez en condiciones de dignidad, la libertad de ejercer el derecho de tener tiempo libre y la libertad para decidir que desea hacer el adulto mayor con su tiempo libre: que puede ser el no hacer nada, leer, escribir, pintar, cantar, leer, estar con los seres queridos, etc. Envejecer satisfactoriamente significa disfrutar el derecho de ser realmente humanos y todas las personas tienen el derecho a vivir sus vidas de la manera que mejor les plazca, después de haber laborado toda la vida.
De entre todas las naciones del mundo, México es el país que tiene la excepcional situación de contar con un programa de bienestar social financiado con fondos gubernamentales que garantiza una pensión universal a todas las personas mayores de 65 años con una cantidad que se incrementará en el 2024 a $6,000 pesos bimensuales, por el “simple hecho” de ser viejo, no importa si el adulto mayor ya recibe una pensión por jubilación, también tiene derecho a recibir esta pensión universal, por lo que miles de personas reciben una doble pensión que les permite aumentar sus niveles de bienestar en la etapa final de sus vidas.
Pero aún cuando esta cantidad es una ayuda significativa, no representa la solución a los problemas que genera el neoliberalismo, porque continúa el genocidio económico neoliberal que produce una gran insatisfacción social y un sufrimiento colectivo, por lo que el recibir esta pensión (sea doble o no), no nos excluye de la responsabilidad moral de luchar en contra del genocidio social que provoca la muerte prematura de miles de personas y de la obligación moral de participar en la defensa del derecho a la salud pública y en defensa de la jubilación, derechos que deben ser defendidos aún por aquellos que ya los están disfrutando.
No podemos envejecer satisfactoriamente en el marco de una sociedad en crisis que provoca un sufrimiento colectivo, porque ignorar las injusticias que suceden a nuestro alrededor significaría actuar de forma patológica mostrando una gran insensibilidad social, una indiferencia al sufrimiento ajeno y un alto grado de egoísmo personal, características que son la expresión de la sociopatología de la sociedad contemporánea.
Envejecer en forma satisfactoria no se limita a cuidar nuestra salud y aceptar como algo extraordinario el hecho de que cada día despertamos con vida, que podemos mirar con nuestros ojos, que tenemos movilidad en nuestros cuerpos. La máxima satisfacción proviene del hecho de tomar consciencia de que somos seres sociales que somos lo que somos gracias a los demás y que somos figuras significativas para nuestros seres queridos. El aceptar nuestra condición de seres sociales, implica reconocer que pertenecemos a diferentes grupos, a una comunidad, a una nación y en el terreno de lo social, se obtiene felicidad al superar el individualismo para ayudar al necesitado, al desarrollar un sentimiento de solidaridad y generosidad social, al lograr ser empático y percibir el sufrimiento de los otros y ayudarlos en la medida de nuestras posibilidades.
El sentimiento de pertenencia a la sociedad contemporánea, nos conduce de manera inevitable a percibir el alto grado de sufrimiento colectivo que sufre buena parte de los integrantes de nuestra sociedad, por lo que envejecer satisfactoriamente implica actuar como un “viejo sabio” y alguien con sabiduría logra identificar y rechazar la “adiaforización” de la que nos habla Zygmunt Bauman, es decir, esa sensación de indiferencia al sufrimiento colectivo que padece una inmensa mayoría de personas en nuestra sociedad. No podemos envejecer satisfactoriamente manteniendo una actitud neutral e indiferente ante los grandes problemas sociales, porque esos problemas sociales afectan a nuestros seres queridos, a nuestras amistades, compañeros de trabajo, vecinos, etc. Si no somos capaces de distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo justo y lo injusto, estamos presentando una ausencia total de ética en nuestro comportamiento social, que nos lleva a percibir como moralmente neutros o irrelevantes los crímenes sociales en los que se basa la paz social.
Desde una perspectiva psicosocial, no puede haber felicidad individual o existir un envejecimiento satisfactorio dentro un contexto social en crisis social en el cual existen injusticias, violaciones a derechos sociales que provocan un sufrimiento colectivo, porque vivir en estas condiciones, lo natural, lo esperado es que todas las personas muestren su lado humano, solidarizándose con las víctimas de violaciones a los derechos humanos, participando hombro con hombro (en la medida de las posibilidades de cada quien) en procesos de cambio social, que permitan la la transformación de la sociedad actual para construir un mundo nuevo y mucho mejor al que estamos viviendo.
Para envejecer satisfactoriamente necesitamos participar activamente en nuestras comunidades a las que pertenecemos, aportando la sabiduría, conocimientos y habilidades que hemos acumulado a lo largo de nuestra existencia, para actuar como agentes de cambio social influyendo sobre quienes nos rodean, para sensibilizarlos acerca de la necesidad de reconstruir el tejido social y crear un sentimiento de pertenencia a la comunidad, actuando como educadores que clarifican a los demás que los seres humanos somos seres sociales, que tenemos una identidad social, mantenemos una interdependencia y una interinfluencia con las demás personas.
Envejecer satisfactoriamente no se reduce a garantizar las condiciones de tener un ingreso económico a nivel individual que sea suficiente para cubrir las necesidades básicas, la fuente real de satisfacción en la vejez debe ser el orgullo personal por el tipo de vida que hemos llevado, la tranquilidad mental de tener integridad, sensibilidad social ante el sufrimiento ajeno y satisfacción individual por la aportación social que estamos dejando con nuestro legado para construir un mundo mejor al que nos tocó vivir. Esta satisfacción personal proviene de que a pesar de que ya disfrutamos de derechos y privilegios, participamos en la lucha por derechos que ya estamos disfrutando, pero que una gran mayoría carece de los mismos.
Una prueba de ellos es el cambio climático, que dio un cambio drástico al dejar atrás la era del calentamiento global y entrar a la era de la ebullición. No podemos vivir tranquilos en la etapa final de nuestras vidas sabiendo que nuestros hijos, nietos y la humanidad entera enfrentan un momento histórico en el que el mundo se va a acabar si la humanidad no hace algo para defender al planeta, combatir el cambio climático y defender a la naturaleza porque actuando de esa forma es defender a la vida misma.
Envejecer satisfactoriamente es aceptar nuestra condición de seres mortales que estamos por cerrar el ciclo de nuestras vidas escribiendo el capítulo final de la historia de nuestras vidas en la que somos los protagonistas principales. La mejor manera de escribir el capitulo final y cerrar el ciclo vital de nuestras vidas, es actuar como agentes de cambio social, para enseñar con el ejemplo que los derechos se defienden de la misma forma como fueron conquistados: luchando y que podemos construir un mundo nuevo, mucho mejor que el actual en que vivimos si nos decidimos todos (hombres y mujeres, jóvenes y viejos, trabajadores activos, pensionados y jubilados) a actuar en forma unida, organizada y colectiva para construir nuevas organizaciones que realmente nos representen para luchar por la defensa y la recuperación de derechos como la salud y la jubilación.
Aceptar construir una nueva identidad social como agentes de cambio social, proporciona a los adultos mayores un nuevo sentido a su existencia, les proporciona una satisfacción personal y una tranquilidad social que les permite disfrutar en paz la caricia del viento y la sensación de satisfacción por continuar siendo de utilidad social, compartiendo nuestras opiniones en forma pública, de tal forma que demostremos con nuestro ejemplo que adquirir nuevos aprendizajes son posibles dentro de la vejez y que ser viejo no es sinónimo de incapacidad para funcionar socialmente, porque se sigue creciendo como personas superando desafíos y siguiendo metas que dan un nuevo sentido a nuestra existencia.
Envejecer satisfactoriamente es continuar con un constante proceso de transformación que inició en el nacimiento y llegar al punto final en el que nos convertimos en la persona que debimos haber sido desde un principio, porque valoramos lo que realmente es importante y encontramos el sentido a nuestra existencia antes de que llegue el momento de pasear en la canoa conducida por Caronte.
Covid: el número real de muertes por la pandemia en todo el mundo es de casi 15 millones (y qué países de América Latina tienen mayor exceso de mortalidad)
https://www.bbc.com/mundo/noticias-61333739
Pide
el FMI bajar pensiones por el riesgo de que la gente viva más de lo
esperado
https://elpais.com/economia/2012/04/11/actualidad/1334133453_457282.html
La cuarta edad: La fragilidad en cuestión
https://www.teseopress.com/sociologiadelasedades/chapter/la-cuarta-edad-la-fragilidad-en-cuestion/
Inolvidable discurso de Salvador Allende en Guadalajara, México
https://www.retoricas.com/2009/04/discurso-historico-salvador-allende.html
Triadó, Carme/Villar, Feliciano: Psicología de la vejez
Alianza Editorial. Madrid, 2014
Yescas, Oscar: La revolución paradigmática de los jubilados
https://oscaryescasd.blogspot.com/2023/04/la-revolucion-paradigmatica-de-los.html
Yescas, Oscar: Horizontes de un paradigma emancipatorio
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/12/horizontesde-un-paradigma-emancipatorio.html
Yescas, Oscar: La felicidad personal y el compromiso social
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/07/lafelicidad-personal-y-el-compromiso_29.html
Yescas, Oscar: Caminar una milla en los zapatos del otro
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/06/caminaruna-milla-en-los-zapatos-del.html
Yescas, Oscar: Psicoterapia y política
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/04/psicoterapiay-politica-oscaryescas.html
Yescas, Oscar: El jovenismo y la decadencia de lo viejo en la sociedad contemporánea
https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/08/eljovenismo-y-la-decadencia-de-lo-viejo_9.html
Así es amigo Oscar, en la nueva generación de sexagenarios, hay algunos conocidos, que se sienten tan bien de salud, que entre serio y en broma, dicen que son sexalescentes. Saludos 🙂
ResponderEliminar