No hay planeta B
(El ecocidio del capitalismo globalizador)
Oscar Yescas Domínguez
24 de septiembre 2022
La palabra verano tiende a ser asociada a experiencias placenteras, quizá esto sea porque es una parte del año en la cual la mayoría de la población disfruta de un período de vacaciones de la escuela o del trabajo, por lo que comúnmente el término se asocia a recuerdos agradables. También puede ser que el placer que evoca esta palabra provenga de la lectura de algunas obras literarias, o de escuchar piezas musicales cuya temática se centra en romances surgidos en el contexto de unas veraniegas.
Lamentablemente este verano del 2023 será recordado por las siguientes generaciones, no precisamente porque hayan surgido “ amores de verano”, sino por la triste realidad de que fue el verano que registró las temperaturas más altas registradas en la historia de la humanidad lo cual lo convierte en “el verano más caluroso de la historia”, por lo que de aquí en adelante el uso de este término tendrá connotaciones que no se limitarán a provocar sensaciones agradables, sino que más bien, serán motivo de preocupaciones acerca del bienestar individual y colectivo.
El asunto es que el Secretario General de la ONU Antonio Gutérrez confirmó los temores que provocaron las predicciones que hicieron en más de una vez los científicos acerca de los efectos negativos del avance del cambio climático, al dar a conocer el informe de la Organización Metereológica Mundial, cuyos científicos al revisar los registros del clima confirmaron que el calor de este verano “no tiene precedentes por lo que puede afirmarse que el verano de este año 2023 es considerado como el verano más caluroso que ha experimentado la humanidad a lo largo de su historia” y aún hay más, porque agregaron que debemos prepararnos debido a que la tendencia en el aumento de la temperatura mantendrá una tendencia a la alza, por lo que se puede decir que los siguientes veranos serán igual o más calurosos al que terminó este 22 de septiembre y la situación se complicará aún más porque se acerca el fenómeno “El niño”.
En base a esta información el titular de la ONU dio una aterradora declaración “La era del calentamiento global ha terminado, porque ahora es el momento de la era de la ebullición global...El cambio climático está afectando a la gente y una muestra de ello son las muertes por “golpe de calor” que se han presentado en varias ciudades del mundo, afecta también a los ecosistemas al provocar la muerte de flora y fauna y los impactos negativos de la transición del cambio climático a la era de la ebullición se intensificarán en la medida que continúe el calentamiento global y este verano más caluroso puede ser considerado sólo el principio”.
Sin embargo, a pesar de la gravedad de esta noticia, la misma fue sepultada por el alud de información que recibimos diariamente, los medios masivos de difusión (que son propiedad privada y manejan la información como un producto que les genera ganancias) cumplieron su función de control social y no le dieron seguimiento, de tal forma que pasó lo mismo que cuando se informó acerca del derretimiento de enormes montañas de hielo en el polo norte que provocarían la elevación del nivel del mar en las costas del mundo entero y anunciaron una “ligera elevación de la temperatura”, es decir, se ignoró por completo esta relevante información y la población continúa sus vidas cotidianas sin presentar cambios en sus rutinas, al mismo tiempo que maquinaria industrial sigue trabajando, explotando recursos naturales para mantener el ritmo de una producción masiva, acompañada de un consumo masivo que garantice la maximización de beneficios para los dueños del capital privado.
Los únicos que se alegraron de la desaparición de grandes extensiones de hielo en el polo norte, fueron los dueños de las grandes corporaciones multinacionales porque están empezando a planear estrategias para explotar los enormes recursos naturales que la naturaleza está dejando al descubierto en lugares donde sólo existía hielo: petróleo, oro, cobre, madera, etc.
Esta ola de calor excepcional que afectó a todo el mundo fue registrada por científicos del Instituto Goddard de estudios espaciales de la NASA, quienes señalaron que este verano la temperatura aumentó 1.2 centígrados más que el promedio de registros globales que se anotan desde 1880. Por esa razón, este verano fue excepcional y todos los habitantes del mundo entero sin excepción alguna, llegamos a percibir el aumento inusitado de la temperatura.
El calentamiento global no es un fenómeno natural, es producto de la acción humana y como todo fenómeno social provocado por el ser humano, está relacionado con otros fenómenos sociales, por lo que al leer esta noticia lo relacioné con otras informaciones de acontecimientos que se observan actualmente en el escenario internacional. De inmediato recordé las intensas que provocaron grandes inundaciones en China, Grecia, España, las increíbles escenas de incendios que sucedieron en Hawái, fueron de tal intensidad que obligaron a los pobladores a arrojarse al mar para huir de las llamas, las cuales se extendieron rápidamente por amplias zonas en la isla de Maui y dejaron un paraíso reducido a cenizas.
También ocurrieron grandes incendios en California y Canadá, en este último país, las llamas provocaron tal cantidad de humo que, éste llegó a Nueva York y cubrió por completo la ciudad, impidiendo la visibilidad al conducir. No sólo son “desastres naturales” similares a los que han ocurrido en otros tiempos de la historia de la humanidad, sino que representan cambios bruscos de la temperatura y del clima, como lo fueron las fuertes tormentas de granizo en Florida y la terrible inundación que sufrió la ciudad de Las Vegas que está ubicada en una zona desértica, por lo que podemos afirmar que estamos en un momento histórico en el cual vemos que surgen cambios climáticos inesperados,
La tragedia más reciente fue la inundación que sucedió en Libia, donde cayó una enorme cantidad de agua en sólo unas cuantas horas, provocando la muerte de más de 20,000 personas y un sinnúmero de desaparecidos, principalmente en la ciudad de Derna, donde la lluvia provocó que el agua creciera a tal nivel y corriera con tanta fuerza que destruyó casas, edificios enteros y arrastró vehículos y todo lo que encontró en su paso rumbo al mar.
Estas noticias reflejan con claridad la existencia del cambio climático que se refleja con cambios bruscos del clima en varias partes del mundo, pero aún con todas estas evidencias, los dirigentes políticos siguen negando su existencia y se mantienen en la línea no implementar políticas de protección al medio ambiente y a la naturaleza, una omisión que es alimentada por el poder corporativo que invierte enormes fortunas en “cabildeo” para evitar leyes que puedan afectar su promesa de lograr un crecimiento infinito de la economía, sin considerar que vivimos en un mundo con recursos finitos y que al privilegiar el desarrollo de la economía se está permitiendo la devastación de bosques enteros, la desertificación de amplias zonas, la desaparición de bosques y selvas, por la creación de deshechos industriales que contaminan suelos, ríos, lagunas y mares.
Escribo estas líneas desde una ciudad ubicada a unos cientos de kilómetros de lugar que la NASA consideró ser “El lugar más más caliente del mundo en este verano del 2023: el desierto de Sonora, que registró una temperatura de 80 grados celsius. Esta ciudad es Hermosillo, Sonora, México, que según el Servicio Metereológico Nacional registró una temperatura récord de 50 grados lo cual la ubicó como la ciudad más calurosa de México.
Sin duda alguna los habitantes de Hermosillo, acostumbrados a resistir altas temperaturas, sentimos el calor de este verano con mayor intensidad que años anteriores, en lo personal logré percibir ese aumento de temperatura pero de manera ingenua lo atribuí a un error de percepción provocado por mi condición de adulto mayor. Sin embargo, al investigar sobre el cambio climático, me encuentro con la impactante noticia de que según la NASA, México es el país que ha aumentado más su temperatura en relación con el resto del mundo, debido al calentamiento global y el enterarme de esta información fue el detonante principal que me motivó a escribir estas líneas, que tienen la intención de llamar la atención sobre nuestra entrada en la era de la ebullición para crear una consciencia sobre los efectos negativos del cambio climático y la necesidad de unir esfuerzos de autoridades y ciudadanía para tomar medidas preventivas que nos permitan reducir el daño que estamos provocando a la naturaleza, al medio ambiente, al planeta entero y a nosotros mismos en nuestro comportamiento como consumidores y espectadores pasivos de la realidad cambiante que estamos viviendo.
La gravedad de la situación exige un despertar social, porque si bien el verano terminó este 22 de septiembre, por lo que podríamos decir que sobrevivimos al verano más caluroso de la historia de la humanidad, nada nos garantiza que logremos sobrevivir el siguiente año, porque debemos tener presente que los científicos auguran que el calor seguirá aumentando por lo que los siguientes veranos serán igual o más calurosos que este verano del 2023, lo cual seguirá provocando muertes por golpes de calor.
Al escribir estas líneas parto de la premisa de que la defensa del medio ambiente y de la naturaleza es la defensa de nuestras vidas y prueba de ello es que en Sonora murieron en este verano 50 personas en “situación de calle” por golpe de calor, 23 de ellas fallecieron en Hermosillo, 9 en Cajeme, 6 en San Luis Río Colorado, 4 en Caborca, 3 en San Miguel, 2 en Carbó, otras 2 en Guaymas y 1 en Etchojoa. Llama la atención que el mayor número de fallecimientos por “golpe de calor” se concentre en la ciudad capital del Estado en donde se encuentra el desierto de Sonora, porque de manera contraria, en los pueblos ubicados de manera más cercana al desierto se registró un menor número de fallecimientos causados por el calor.
Una posible explicación a esta diferencia de números, podría ser que la capital sonorense ha registrado un excesivo aumento de la mancha urbana, debido a que las empresas constructoras han tenido gran actividad construyendo un sinnúmero de fraccionamientos, lo que implicó desmontar terrenos en los cuales había árboles para poner planchas de concreto pavimentando calles y construir nuevas casas, por lo que la mancha de cemento se extendió considerablemente en los últimos años, mientras que la cantidad de árboles disminuyó considerablemente, todo esto influyó sin duda alguna a que aumente la temperatura en la zona urbana.
La situación se complicó porque una gran parte de estas compañías constructoras no tomaron la precaución de implementar campañas de reforestación que ayudaran a reponer los árboles que fueron talados y contribuir con ello a disminuir el impacto medioambiental provocado por la ampliación de la mancha de concreto y ayudar con ello a mitigar el aumento de la temperatura.
Las mismas autoridades municipales de la capital sonorense han procedido a talar árboles para realizar costosas obras innecesarias como la “reparación” del puente deprimido del boulevard Luis Encinas y la transformación de parque que estaba ubicado enfrente de lo que fue el Cinema 70, en una cancha de basquetbol, en ambas obras se destruyeron varios árboles y transformaron el escenario que antes era un parque en una mancha más de cemento.
Estas acciones muestran fallas en la planeación urbana omisión de parte de las autoridades municipales, porque su responsabilidad empieza desde la vigilancia del uso del terreno ubicado dentro de su jurisdicción y cualquier cambio de uso debería ser acompañado con acciones compensatorias. Pero la facilidad con la que se autorizan permisos de construcción sin estar acompañados de estudios que evalúen el impacto ambiental, salta a la vista porque hemos llegado a obtener el dudoso honor de ubicar a Hermosillo como la ciudad más calurosa de México.
Haber llegado a este punto sugiere la existencia de un mal desempeño de los funcionarios públicos, una falta de responsabilidad social de los mismos e inclusive sugiere también la posibilidad de vínculos de corrupción con los dueños de compañías constructoras, porque los funcionarios públicos actuaron como empleados del capital privado y abandonaron su rol de servidores públicos. Esto último se puede comprobar al ver que además del enorme crecimiento no planeado de la ciudad, parques, jardines y bulevares presentan una enorme falta de mantenimiento y el hecho real es que la capital sonorense se ha convertido en una enorme plancha de concreto que concentra el calor provocado por los rayos del sol, aumentando con ello la temperatura del medio ambiente.
Ampliando la mirada más allá de lo que sucede en la capital sonorense, es pertinente recordar que en los últimos años se ha observado una marcada tendencia a culpar a los consumidores individuales del cambio climático, de la contaminación ambiental y de la destrucción de la naturaleza. Hace un tiempo nos culparon de ser los principales responsables de la contaminación porque usábamos bolsas de plástico que nos entregaban en los supermercados al comprar nuestros alimentos y también nos dijeron que al usar popotes para tomar nuestras bebidas en los restaurantes, estábamos “destruyendo el medio ambiente”.
En un acto de simulación más que una acción real para evitar la contaminación ambiental, las autoridades gubernamentales procedieron a prohibir el uso de las bolsas de plástico en los grandes comercios y de popotes en restaurantes e intentaron sustituirlos por el uso de bolsas hechas con material reciclable, pero la omisión de estos productos fue temporal porque el día de hoy podemos ver el regreso de los mismos en comercios y restaurantes. Es verdad que nuestro comportamiento como consumidores individuales, contribuye a afectar el medio ambiente y generar más contaminación, porque somos millones los consumidores que generamos toneladas de basura que contamina el medio ambiente.
Pero la contaminación ambiental y de la destrucción de la naturaleza es en realidad un problema estructural, es decir, la forma como está organizado nuestro sistema social es la causa principal de destrucción de la naturaleza y del medio ambiente. Nuestro plantea está siendo destruido por el sistema económico y político que se basa en la economía del libre mercado y promueve un constante consumo para garantizar “el crecimiento de la economía” y con esta meta incurre en prácticas fraudulentas como lo es la implementación de la “obsolescencia programada”, que consiste en fabricar productos con vida temporal para obligar al consumidor a comprar nuevos productos.
En realidad, la temporal prohibición de bolsas de plástico y popotes, fueron intentos de desviar la atención acerca del irrefutable hecho de que son las grandes empresas las que provocan los mayores daños a la naturaleza y al medio ambiente, porque debemos tener presente que las organizaciones también son consumidoras y ellas consumen productos a gran nivel porque tienen un gran número de proveedores que les suministran aquellos productos que les permiten mantener un funcionamiento constante, por lo que la basura que las grandes organizaciones producen es mucho mayor que la que produce la ciudadanía en su rol de consumidores. Tan solo recordemos que los productos que compramos en los comercios son colocados en empaques de plástico y materiales que no son reciclables, por lo que comparadas con las bolsas de plástico, el daño al medio ambiente que provocan es mucho mayor.
Las grandes empresas actúan a nivel global invadiendo comercialmente países que tengan mano de obra barata, una deficiente legislación de protección al ambiente, controlando a los políticos para que les ofrezcan facilidades para saquear grandes cantidades de recursos naturales y obtengan sanciones menores o incluso la impunidad por el mal uso de desechos químicos. Recordemos el derrame de miles de litros de materiales tóxicos del Grupo México en la ciudad de Cananea, Sonora, que terminaron contaminando al Río Sonora provocando un verdadero ecocidio y daños a la salud de los habitantes de los pueblos ubicados a los lados cercanos a ese río.
El agua es un recurso finito y será motivo de conflictos bélicos en un futuro no muy lejano y como testimonio personal, puedo decir con orgullo que nací en Cananea y recuerdo que haber crecido en Cananea Vieja, una colonia de esa población situada a un costado trasero de la Compañía minera, me permitió ver mientras crecía, como los manantiales de agua limpia, fresca y cristalina que estaban cerca de mi casa, esas fuentes naturales de agua que brotaban del subsuelo y alimentaban arroyos, que acostumbrábamos visitar mis hermanos, amigos y yo para darnos un refrescante baño en los días de verano, fueron contaminándose con el paso del tiempo por los continuos deshechos industriales que arrojaba esta compañía, hasta lograr hacerlos desaparecer por completo.
Hoy en día, se puede observar que las sierras cercanas a Cananea han perdido gran parte de su flora y fauna, donde había abundante cantidad de agua (recordemos que en ese lugar nace el Río Sonora), la población de ese lugar se ve sometida a un racionamiento prolongado del vital líquido, porque la mayor parte del agua en esa población es acaparada por el Grupo México para realizar sus operaciones de minería, debido a que las autoridades federales, estatales y municipales han permitido que el uso del agua en esa región se destine en forma prioritaria para fines industriales y se dejan de lado la atención a las necesidades humanas.
Haber nacido en Cananea, me brindó la oportunidad de tener un despertar temprano a la contaminación ambiental provocada por el ser humano. Desde muy joven sentí la necesidad de hacer algo para intentar resarcir el daño ambiental que estábamos provocando en la naturaleza, por lo que al enterarme de que existía un agujero en la capa de ozono que estaba creciendo cada día y que los principales productos que contribuían a agrandar la capa de ozono eran gases que emanaban de fábricas, automóviles y principalmente de los desodorantes en aerosol que usábamos para que nuestras axilas olieran bien, decidí hacer algo para evitar que con mi conducta como consumidor individual contribuyera al crecimiento de dicho agujero. Como no conducía automóvil, ni trabajaba en fábrica alguna, la única opción de hacer algo al respecto, fue evitar el uso de los desodorantes en aerosol y por esa razón durante mas de 50 años evité el uso de desodorantes en aerosol, priorizando el uso de desodorante que vienen en presentación de barra o de gel.
Tengo algún tiempo asistiendo a un gimnasio motivado por la necesidad de cuidar mi salud para mantenerme en buena forma en mi condición de adulto mayor y de esta manera poder disfrutar de un envejecimiento satisfactorio sin padecer enfermedades graves. La asistencia rutinaria a este lugar me ha permitido observar que un buen número de miembros de este gimnasio, después de hacer ejercicio, ducharse y vestirse para salir, utilizan desodorante en aerosol de manera despreocupada y descargan pequeñas nubes de gas desodorante debajo de sus axilas, dejando el lugar inundado de varios aromas que hasta cierto punto resultan ser agradables por sus componentes químicos ya que son diseñados para producir tal efecto.
Ante la exposición cotidiana a este tipo de olores, caí en la tentación y decidí dejar temporalmente mi hábito de décadas de usar desodorante en gel, para comprar un paquete de desodorante en aerosol. Al usarlo sentí la diferencia desde el primer momento, porque me invadió una sensación de frescura acompañada de un aroma agradable. Pero después noté que el efecto de los aerosoles no es tan duradero como los desodorantes en gel, por lo que se hace necesario una nueva rociada “para seguir oliendo bien” y el contenido de esos productos se vacía mucho más rápidamente de lo que duran los desodorantes en gel, por lo que la contaminación provocada por el uso de desodorantes aumenta cuando se usa desodorantes en aerosol, porque además de contribuir al “efecto invernadero” con la emisión de gases, el empaque de desodorantes en aerosol es más hermético, duradero y en consecuencia, más difícil de que “desaparezca por sí mismo” con el paso del tiempo.
Confieso que durante los primeros días usando este tipo de producto, experimenté cierto sentimiento de culpa porque tenía plena consciencia de que el producto que estaba utilizando estaba provocando daños al medio ambiente y que el envase que tendría como destino la basura, estaba hecho de un material que tarda cientos de años en deshacerse, si no es que duran para siempre. Por esa razón en mi interior me preguntaba en forma ocasional: ¿cuantos envases de ese tipo evité arrojar a la basura durante los más de 50 años que utilicé desodorante en gel?, pero la pregunta más importante que circulaba en mi mente era: ¿que cantidad de gas evité arrojar a la atmósfera al no haber consumido desodorantes en aerosol durante más de 50 años?
Quizá algunos piensen que son pensamientos obsesivos, pero yo no lo veo así, más bien creo que son propios de personas que tienen consciencia de nuestra relación con el medio ambiente, de personas que piensan antes de actuar como consumidores y contemplan las consecuencias de su comportamiento individual. Existe mucha ignorancia sobre el daño al medio ambiente que provocamos en nuestro comportamiento como consumidores individuales. El daño ambiental provocada por el constante uso de desodorantes en aerosol, es tan sólo un ejemplo de las múltiples formas en las que provocamos un aumento en la contaminación ambiental y una de las causas por las que este verano del 2023 rompió récords a nivel mundial para colocarse como “el verano más caluroso en la historia de la humanidad”.
Siento que después de mas de 5 décadas de evitar el uso de desodorante en aerosol, he puesto mi grano de arena para evitar el crecimiento de la contaminación ambiental, pero veo que una acción individual es insuficiente, porque millones de personas no tienen idea del daño que provocan al medio ambiente con los productos que consumen y esto es lo que nos ha llevado al punto en el cual dejamos atrás la era del calentamiento global para entrar en la era de la ebullición, por lo que los siguientes veranos serán igual o más calurosos que éste que está terminando. Pero estoy plenamente consciente de que es sólo una acción individual que no tiene impacto real para solucionar el problema. Es por esa razón que escribo este artículo para compartir mi experiencia y generar un aprendizaje basado en la observación de las experiencias de otros, con la esperanza de que si millones de personas realizáramos una pequeña acción en forma organizada, unida y colectiva, podríamos lograr no sólo disminuir la contaminación ambiental, sino también podríamos cambiar el sistema social en que vivimos. Si no implementamos cambios en nuestra conducta como consumidores, seguiremos por un camino que sólo nos conduce a nuestra autodestrucción.
El dominio del capital corporativo se ve con claridad en este mineral, porque no hay poder político, ni autoridad alguna que proteja a los habitantes de esa ciudad, que padecen de constantes explosiones que se realizan para encontrar mayores recursos naturales que puedan extraer del suelo mexicano, por lo que la presencia del Grupo México en su localidad representa un daño mayor que el beneficio que podría proporcionar, ya que el funcionamiento de la compañía minera no se traduce en un beneficio para la comunidad.
Al contrario, sufren de exclusión laboral en dicha empresa porque Grupo México adoptó una política de no contratar a ninguna persona que haya nacido en Cananea, como una acción de represalia a la prolongada huelga de 16 años que mantienen los trabajadores mineros de la sección 65 del sindicato nacional de mineros, sin que las autoridades laborales o el Gobierno procedan a hacer respetar el Estado de Derecho.
El Grupo México es una muestra real de que las grandes corporaciones multinacionales explotan los recursos en forma irracional con tal de maximizar sus beneficios económicos, sin importar que en este proceso afecten a poblaciones enteras y aquellas corporaciones que se dedican a la industria refresquera, cervecera, minera y de la construcción, actúan de la misma forma porque utilizan grandes volúmenes de agua para la elaboración de sus productos y su funcionamiento y producción sólo dejan destrucción de los suelos, desertificación de grandes extensiones de terrenos, explotación de pozos subterráneos y con ello provocan aumento del calentamiento global.
El poder corporativo cabildea e invierte miles de millones de dólares para evitar que en los diferentes países se introduzcan políticas de protección al medio ambiente o leyes que prevengan el calentamiento global. Por esta razón, vemos que las diferentes instituciones gubernamentales (protección al medio ambiente, protección al consumidor, Secretaría de Salud, Secretaría de trabajo, etc.) no cumplen con sus responsabilidades de proteger el medio ambiente, de proteger la salud de la población, proteger los derechos laborales de los trabajadores y regular el funcionamiento de las grandes corporaciones de tal forma que sigan lineamientos internacionales que protejan derechos laborales y normas ambientales.
Por esas razones podemos decir que los ciudadanos cuando actuamos como consumidores individuales, no somos los principales responsables de haber llegado a este punto en el que dejamos atrás el calentamiento global y entramos a la era de la ebullición. Pero sí es necesario reconocer que no existe una cultura de cuidado del medio ambiente en la población en general, porque no hay una consciencia ecológica.
La gente común ignora los daños que provoca al medio ambiente en su su comportamiento individual como consumidor, simplemente actúa sin pensar en las consecuencias que su consumo individual pueda tener para con su propia salud, para con el medio ambiente que lo rodea, pero sobre todo muestra gran ignorancia sobre la necesidad de cuidar nuestro medio ambiente y continúa consumiendo productos sin importarle que tipo de mundo les vamos a heredar a las futuras generaciones. De seguir en estas condiciones, lo más seguro es que heredemos a las siguientes generaciones un mundo afectado por una gran contaminación, con una menor calidad de vida de la que tenemos en estos momentos históricos que nos tocó vivir.
Por esas razones lo que necesitamos hacer es generar una consciencia colectiva acerca de la necesidad de cuidar nuestro medio ambiente y a la naturaleza, pero nos encontramos en un medio social en el cual prevalece la ignorancia colectiva, la desinformación, el conformismo social, el individualismo, la indiferencia social y la irresponsabilidad gubernamental.
Entonces, mirando el panorama completo, podemos ver que nos enfrentamos en una situación difícil, porque todos estamos contribuyendo a destruir el planeta en que vivimos. Por un lado, se encuentra el funcionamiento de un poder corporativo que se opone a legislaciones que luchen contra el cambio climático, manejando el discurso de que éste no existe, mientras sostiene contra viento y marea un equilibrio entre una producción masiva y un consumo masivo, sin importar que esto implique explotación laboral, explotación irracional de recursos naturales, contaminación ambiental y destrucción del medio ambiente.
Por otro lado, encontramos autoridades gubernamentales de los tres niveles de gobierno, que en nombre de la flexibilidad laboral y el crecimiento de la economía, permiten el funcionamiento de las grandes corporaciones que incurren en constantes violaciones a los derechos laborales de los trabajadores, funcionan en base a una explotación irracional de los recursos naturales (como el caso del agua) y su sola existencia representa una amenaza para nuestro planeta. Pero, a pesar de ello, los políticos protegen los intereses del capital, gobernando a favor del poder corporativo, permitiendo que su funcionamiento provoque graves daños al medio ambiente. Este mismo gobierno que permite prácticas fraudulentas que generan enormes cantidades de basura y contaminación ambiental, como lo es la obsolescencia programada.
En un tercer plano, encontramos una ciudadanía ignorante del daño que provoca al medio ambiente y a la naturaleza con su comportamiento como consumidores, recordemos que la ignorancia es una característica de la sociedad de la información y una expresión de ella es la ignorancia acerca del daño que estamos provocando a la naturaleza y al medio ambiente, al realizar compras compulsivas, al arrojar basura en calles y lugares públicos, al dar muestras de indiferencia ante la suciedad y basura que se encuentra en nuestro entorno inmediato y al consumir productos como desodorantes en aerosol, baterías no recargables y al conducir por las calles de nuestras ciudades automóviles que arrojan demasiado humo, etc.
Para no caer en el error de la gente que habla de “la gente” como si ella no formara parte de la gente, debemos decir con claridad que somos todos nosotros los responsables del aumento de la temperatura global, somos nosotros quienes con nuestra indiferencia hemos provocado daños al planeta. Haber llegado al punto de dejar atrás la era del calentamiento global e ingresar a la era de la ebullición es el resultado de una acción colectiva, en consecuencia existe una responsabilidad social que es por todos compartida, por lo que todos debemos tomar medidas preventivas y evitar que continuemos por la senda del camino que conduce a la destrucción de nuestro planeta. Es este contexto social de ignorancia de la ciudadanía, irresponsabilidad de las autoridades gubernamentales y falta de compromiso social del poder corporativo, es lo que nos ha conducido al punto en el cual nos encontramos al registrarse en este año 2023 “el verano más caluroso en la historia de la humanidad”.
¿Cómo podríamos construir una consciencia colectiva sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente que nos rodea?, ¿Cómo podríamos lograr que las autoridades que nos gobiernan asuman su responsabilidad social de funcionarios públicos que tienen como misión garantizar el bienestar social y esto incluye la protección del medio ambiente? ¿Cómo podríamos detener la destrucción provocada por el poder corporativo?, no se necesita ser experto ecológico para responder a estas preguntas, porque cualquier persona que se respete a si misma, respete la vida de sus familiares, experimente amor a los seres humanos, a los animales y a todo tipo de vegetación, podría responderlas. Para responder a estas interrogantes, es necesario partir de la premisa de que defender el medio ambiente es defender nuestras vidas.
Necesitamos empezar a pensar que no existe un planeta B, que todos los seres humanos vivimos en el mismo planeta, en lugares diferentes, con idiomas diferentes, pero pero todos nos encontramos viviendo en el mismo planeta. Todos respiramos el mismo aire, pisamos la misma tierra, todos pertenecemos a la especie humana, que como especie su existencia también está amenazada por el cambio climático, y eso nos obliga a reconocer que el rumbo por el que nos está llevando la economía de libre mercado con su falsa promesa de un crecimiento infinito de la economía, nos conduce por un camino que sólo nos lleva a nuestra autodestrucción.
Colocar al Mercado como ser supremo del ser humano, nos lleva por una senda que nos dirige a la destrucción de la naturaleza, a una mayor contaminación del agua, del aire y en general, a la destrucción del mundo en que estamos habitando y en consecuencia, a nuestra propia autodestrucción. En ese sentido, debemos contextualizar el paso de la era del calentamiento global a la era de la ebullición como parte de una crisis ecológica que es a la vez una expresión particular de la crisis social que se ha manifestado en sus expresiones de crisis económica, crisis política y crisis sanitaria, es la crisis de un sistema social que prioriza salvar una economía que se basa en la desigualdad social.
El Mercado excluye a una amplia mayoría de la población mundial que vive en condiciones de pobreza y cuya capacidad adquisitiva se reduce en la medida que se agudiza la crisis económica y una amplia mayoría de esta población, son las primeras víctimas del cambio climático porque no cuentan con los recursos para refugiarse de las inclemencias del clima.
La defensa del medio ambiente es una demanda que cualquier persona puede aceptar y compartir, porque no es una demanda que aspire a cambiar radicalmente el sistema social, pero llega un momento que esta lucha se convierte en una lucha política porque se confronta de manera directa con los intereses del poder corporativo que en el marco de la globalización ha llegado a controlar el poder político con su poder económico, de tal forma que la lista de defensores del medio ambiente asesinados por su activismo ha llegado a ser tan alta que sólo es superada por los periodistas.
A pesar de que desde hace varios años, los científicos han alertado sobre los peligros del cambo climático, los políticos han ignorados sus advertencias y terminaos este verano del 2023, en una posición en la que el clima se presenta como una amenaza porque hemos dejado atrás la era del calentamiento global para ingresar a la era de la ebullición, que traerá consecuencias catastróficas porque seguirán desapareciendo grandes extensiones de bosques y selvas, aumentará la desertificación de tierras que eran cultivables, aumentará el número de incendios forestales, al igual que el número de huracanes que tendrán mayor fuerza destructora, se incrementará el nivel del mar y sobre todo, enfrentaremos olas de calor intenso con mayor frecuencia.
Todo esto repercutirá en la afectación de los canales de suministro comercial internacional, por lo que es posible predecir que enfrentaremos carestía de alimentos y productos, aumento de precios del petróleo y de gasolina, lo que repercutirá en un alza de precios generalizada, que a su vez agudizará la crisis económica, afectando a una inmensa mayoría de la población que vive en condiciones de precariedad y marginación económica.
El planeta entero está experimentando cambios de clima y alguien podría decir que siempre ha habido cambios de clima, pero los anteriores cambios de clima eran provocados por factores naturales, el cambio climático que estamos enfrentando, ha sido originado por el ser humano y el verano del 2023 nos ha dado un adelanto de lo que nos espera al haber tenido “el verano más caluroso de la historia de la humanidad”. Recordemos que las altas temperaturas iniciaron mucho antes de que iniciara oficialmente la temporada de verano el pasado 21 de junio, con una intensidad mayor a la de años anteriores.
Quien esto escribe y quien lea estas líneas puede decir que somos sobrevivientes del fin de una era climática y del inicio de otra era en la que inició con un aumento inédito de la temperatura en este verano y con el anuncio de que los próximos veranos serán igual o más calurosos de este que acaba de terminar, por lo que si bien, nosotros hemos sobrevivido a estas temperaturas extremas, muchas personas fallecieron por golpes de calor y en nuestros hombros recae la responsabilidad de la calidad de vida que tendrán las nuevas generaciones, si no hacemos algo para detener el cambio climático.
El paso de la era del cambio climático a la era de la ebullición es el resultado de un problema estructural que podemos denominar “ecocidio del capitalismo globalizador”. De la misma forma que la tiranía del Mercado genera un genocidio económico al privatizar servicios públicos, dejando morir a millones de personas por no tener dinero para comprar comida, medicinas o pagar asistencia médica, la economía de libre mercado está provocando un ecocidio global, al mantener un equilibrio entre una producción masiva y un consumo masivo que logra a través de acciones que provocan destrucción de la naturaleza, contaminación y muerte de varias especies de animales.
La presión que ejerce el poder corporativo para la aprobación de leyes que prevengan el cambio climático, convierte la lucha en defensa del medio ambiente en una acción política, porque implica enfrentar gobiernos que actúan protegiendo los intereses de las grandes corporaciones. Partiendo de la premisa de que la crisis ecológica es una expresión particular de la crisis social que se observa en el capitalismo globalizador, la lucha por la defensa del medio ambiente forma parte de las banderas de lucha enarboladas por los movimientos colectivos de liberación social que están surgiendo por todo el mundo en contra de un sistema capitalista, patriarcal y colonial.
¿Qué tenemos que hacer para evitar la destrucción de la naturaleza y de nuestras propias vidas? Responder a esta pregunta implicaría ampliar de manera extensa el presente artículo, pero para empezar, debemos reconocer que se requiere de una concientización masiva del grave daño que está provocando la producción industrial sobre los ecosistemas. Al promover una discusión colectiva sobre las consecuencias de haber entrado en la era de la ebullición, nos da la oportunidad de asumir un rol de agentes de cambio social.
Para tener un mejor desempeño en este rol debemos realizar un aprendizaje de las diferentes luchas sociales que se han dado en el pasado. Recordemos que la historia nos enseña que los grandes cambios sociales se han logrado a través de la acción de movimientos colectivos que lograron conquistar derechos laborales y sociales al participar en acciones colectivas, unidas y organizadas.
La lucha feminista nos enseñó que “lo personal es político” y que vivimos en una sociedad patriarcal que se manifiesta en nuestra vida cotidiana en la forma de innumerables micromachismos, de la globalización aprendimos que “nuestros problemas personales, tiene un origen global” y que tenemos una interdependencia e interinfluencia cada vez más estrecha, La pandemia del covid-19 nos enseñó que “todos formamos parte de un ecosistema” y lo que pase al otro lado del mundo nos afectará en un plazo corto en el lugar en que vivimos.
De la lucha en defensa del medio ambiente podemos extraer el aprendizaje de que todos somos parte de una sola especie como humanidad, que estamos vinculados con la flora y la fauna que nos rodea y de su existencia depende nuestra propia existencia, por lo que la lucha en defensa del medio ambiente es una lucha que nos involucra a todos los miembros de la sociedad contemporánea. La gravedad de la situación del cambio climático, nos obliga a realizar cambios en nuestro comportamiento como consumidores, pero también nos deja claro que no hay lugar para la neutralidad, para la indiferencia, porque la vida de nuestro planeta está en riesgo y en consecuencia, la vida de nosotros como seres humanos también corre peligro.
Ante la negligencia de las instituciones gubernamentales que tienen como misión la defensa de la salud de la población, el respeto de los derechos de los trabajadores y la defensa del medio ambiente, la ciudadanía debe y puede actuar en forma colectiva, organizada y unida, para crear nuevas organizaciones independientes de partidos políticos y del gobierno, estas nuevas organizaciones tener como objetivo la defensa del medio ambiente aún cuando esto implique luchar en contra de gobiernos insensibles al cambio climático y en contra de los intereses del poder corporativo.
La construcción de nuevas organizaciones independientes permitirá construir un poder popular capaz de romper la asimetría con la que el poder en turno trata a la ciudadanía dispersa y desorganizada, de tal forma que con estas nuevas organizaciones podamos crear auténticos representantes ciudadanos que actúen como interlocutores que se sitúen en el mismo nivel de aquellos que tienen el poder político, para plantear la exigencia de solución a sus demandas.
Este 22 de septiembre terminó el verano mas caluroso que se haya registrado en la historia de la humanidad, e inició una nueva era que de nosotros depende que sea de ebullición climática o se transforme en una era de ebullición social, al sumar fuerzas de diferentes movimientos que han estado actuando en forma aislada y desorganizada. A nivel global se están dando levantamientos populares en varios países, están surgiendo varios movimientos colectivos que enfrentan las políticas neoliberales que impulsa el capital privado, la defensa del medios ambiente que representa la defensa de nuestras vidas viene a sumarse como una bandera más de lucha en contra del poder corporativo.
De nuestra participación social dependerá que los próximos veranos sigan siendo igual o más calurosos, pero sobre todo, e nuestros hombros recae la responsabilidad de construir un mundo nuevo, mucho mejor al actual, porque esa será la herencia que dejaremos para las siguientes generaciones.
El lugar mas caliente del mundo está en México
https://www.youtube.com/watch?v=HFtk7gn1p2M&ab_channel=AtrapadosEnElTiempo
Yescas, Oscar: La defensa del medio ambiente es la defensa de nuestras vidas
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/07/ladefensa-del-medio-ambiente-es-la.html
Yescas, Oscar: El ecocidio de nuestra vida cotidiana
https://oscaryescasd.blogspot.com/2023/06/el-ecocidio-de-nuestra-vida-cotidiana.html
Yescas, Oscar: El Mercado como arma de destrucción masiva
https://oscaryescasd.blogspot.com/2023/03/el-mercado-como-arma-de-destruccion.html
Yescas, Oscar: En busca de la política
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/04/enbusca-de-la-politica-oscaryescas.html
Yescas, Oscar: Poder corporativo vs. Poder popular
https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/08/podercorporativo-vs_20.html
Yescas, Oscar: El Dios Mercado: la religión del siglo XXI
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/el-dios-mercado-la-religion-del-siglo.html
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