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jueves, 20 de agosto de 2020


Poder corporativo vs. Poder popular
Oscar Yescas Domínguez
20 de agosto del 2,020

Introducción
La sociedad organizacional
El poder popular
El poder corporativo
La ceguera moral contemporánea
El empoderamiento ciudadano como fuente del poder popular
Conclusiones

Introducción
En el año 2,020 la humanidad en su conjunto debería estar disfrutando de los beneficios que aporta el desarrollo tecnológico, la tecnología digital y la aplicación de la ciencia y la tecnología al proceso de producción debido a que permite la fabricación masiva de productos alimenticios, prendas de vestir, medicamentos, etc. Todos sin excepción deberíamos beneficiarnos de los conocimientos que la humanidad ha acumulado durante miles de años y cuya aplicación nos permitirían estar disfrutando de una buena vida en condiciones de armonía, paz y tranquilidad social.
Lamentablemente esto es una utopía porque no es así debido a que vivimos en un sistema económico y político que se basa en la propiedad privada sobre los medios de producción, es decir, nos encontramos en el marco de un sistema capitalista que busca la obtención de la mayor plusvalía en el proceso del trabajo, es decir, se orienta a lograr la mayor cantidad de ganancias para los propietarios de los medios de producción y del capital privado. Por esta razón hoy en día enfrentamos la triste realidad de que la humanidad vive la mayor desigualdad social que se ha conocido en su historia, por la distribución desigual de la riqueza social que produce la clase trabajadora y la población en general.
Con el surgimiento de la globalización el sistema de economía de libre mercado se extendió por prácticamente la mayor parte del mundo y con ello fortaleció a las grandes corporaciones transnacionales que están en permanente búsqueda de mercados con los cuales puedan beneficiarse económicamente a través de la explotación de los trabajadores y de los recursos naturales. El desarrollo de la tecnología digital propició una separación entre el poder financiero y el poder político, de manera tal que el poder hegemónico actualmente se encuentra en el capital financiero en detrimento del poder de los políticos que gobiernan nuestros países prácticamente como si estuvieran navegando a la deriva en una total incertidumbre por la ola de cambios generados por los vaivenes del mercado.
El crecimiento y expansión de las grandes corporaciones se ha dado de manera proporcional al debilitamiento de los gobiernos de cada país que se ven obligados a aplicar políticas neoliberales y a abandonar su papel de protectores del bienestar social que fue la misión que les dio origen. Por esta razón debemos tener presente que los problemas locales tienen un origen global ya que estamos dentro de un contexto internacional en el cual las políticas neoliberales buscan privatizar todo tipo de servicios públicos y maximizar las ganancias de las grandes corporaciones.
En ese contexto los derechos laborales y prestaciones sociales que fueron conquistadas en el siglo pasado por luchas obreras y movimientos colectivos que lograron consagrarse en las constituciones de cada país, el día de hoy se encuentran en peligro de desaparición por la voracidad del poder corporativo, que exige la eliminación de prestaciones sociales consagradas en la constitución política de cada país, afectando las condiciones de vida de millones de personas en el mundo entero que pasan a formar parte de la población que vive en condiciones de pobreza.
El sistema capitalista desde hace décadas vive una crisis permanente cuyo peso recae cada vez más en las espaldas de los trabajadores y la población de nuestras comunidades. La crisis económica iniciada en el siglo pasado se agudizó con el incremento de una crisis política originada por la globalización y ambas se incrementaron con la crisis ecológica provocada por un sistema que existe gracias a una explotación irracional de los recursos naturales y provoca un consumo masivo que produce a su vez una enorme cantidad de basura que contamina nuestro planeta.
Las respuestas de resistencia y lucha por parte de la población en el mundo entero no se han hecho esperar y observamos diferentes luchas en defensa de derechos humanos, laborales, sociales y sexuales en distintos países. Las revueltas populares son parte de la historia contemporánea y reflejan un estado de inestabilidad social ante la crisis social y se han presentado en Francia, México, Ecuador, Chile, Bolivia, Estados Unidos, etc.
La respuesta a estos movimientos de rebelión social ha sido la represión policiaca y militar para sofocar las protestas, con la honrosa excepción de México que a través de la movilización popular logró un cambio electoral que está transformando al país con claros beneficios para los más desprotegidos.
Al conjunto de crisis que conforman la crisis social que estamos viviendo se ha sumado la crisis sanitaria provocada por la pandemia del covid-19 y que obligó a paralizar al mundo entero de manera temporal. Sin embargo, las violaciones a los derechos continúan en tiempos de pandemia por nuevas violaciones a derechos laborales, al igual que surgen nuevos frentes de batalla y resistencia social contra un sistema que nos lleva directamente a nuestra autodestrucción.
Por lo anterior, es necesario decir que los tiempos actuales no aceptan indefiniciones políticas, no permiten la abstención ni aceptan el silencio ante los grandes problemas que estamos enfrentando actualmente. Hoy la humanidad se enfrenta a la disyuntiva de continuar por el camino de mantener el equilibrio entre una producción masiva y un consumo masivo, en cuyo trayecto se cometen un sinnúmero de violaciones a nuestros derechos, o acepta incorporarse a un proyecto masivo de participación social que genere un empoderamiento de nuestras comunidades y enfrente en forma unida, colectiva y organizada a aquellos que representan la muerte y destrucción, enarbolando las banderas de defensa de derechos laborales, defensa del derecho a la salud, por una democracia participativa, justicia para todos y una igualdad social real.


La sociedad organizacional
Vivimos en un momento histórico en el cual la sociedad existe gracias a la existencia y funcionamiento de un sinnúmero de organizaciones formales que nos proporcionan productos y servicios. Desde que nacemos llegamos a este mundo en una organización que se llama hospital, la comida que consumimos no la producimos nosotros, la adquirimos en una organización comercial que a su vez la obtuvo en otra organización que se dedica a la fabricación de alimentos. La ropa que usamos no la creamos nosotros, la adquirimos en una organización comercial dedicada a ese giro, la cual obtuvo prendas de vestir de otra organización que se dedica a producir vestimentas, etc.
Todos los días estamos en contacto con alguna organización, si deseamos no salir y quedarnos en casa utilizamos los servicios de diferentes organizaciones que nos proporcionan el servicio de energía eléctrica, agua potable, suministro de gas, aire acondicionado, servicio de limpia pública, telefonía, internet, wifi, etc. La mayoría tenemos un teléfono celular, una computadora o una tableta que no hicimos nosotros, sino que la adquirimos en diferentes organizaciones. A través de estos aparatos nos conectamos a un mundo virtual en el cual participan diferentes organizaciones. Nuestras vidas están ligadas estrechamente a todo tipo de organización desde que nacemos hasta que fallecemos cuando usamos el servicio de una organización que se llama funeraria.
¿Qué pasaría si todas las organizaciones dejaran de funcionar? Ya hemos visto un ensayo del caos que se generaría con el cierre de empresas de todo tipo durante la pandemia para garantizar el confinamiento voluntario. De hecho hemos logrado sobrevivir más de cinco meses de aislamiento social gracias a diferentes organizaciones que nos ofrecen servicios como los ya mencionados y aquellos que ofrecen servicio a domicilio.
El trabajo moderno consiste en trabajar en grupos formales dentro del contexto de una organización por lo que la presencia de las organizaciones es parte de nuestras vidas. Una organización la podríamos definir como aquel “conjunto de personas que en el marco de una estructura interactúan realizando una serie de actividades utilizando tecnología para lograr objetivos comunes”. En el marco de la definición anterior podemos afirmar que cualquier conglomerado social que reúna esas características: personas, estructura, interacción, tecnología y objetivos comunes es una organización. Así podemos ver que hospitales, fábricas, escuelas, dependencias de gobierno, empresas de todo tipo, partidos políticos, sindicatos y hasta la delincuencia organizada son organizaciones en nuestra sociedad contemporánea.
Por todo lo anterior es que se afirma que vivimos en la era de las organizaciones porque hablar de sociedad moderna implica hablar de organizaciones formales. El individuo moderno es entonces un individuo rodeado de organizaciones que determinan su existencia, le indican qué comer, cómo vestir, cómo divertirse, qué es lo normal y qué es lo no socialmente aceptable.
Debemos tener presente que la sociedad organizacional está dentro del marco del sistema capitalista en el cual los medios de producción son de propiedad privada y el objetivo que persiguen es el lucro, la maximización de las ganancias en el proceso de producción y venta. La aplicación de la ciencia y la tecnología al proceso de la producción ha logrado un equilibrio entre una producción masiva y un consumo masivo. Este equilibrio se basa en la creación de un tipo de ser humano que responda a los intereses dominantes, por lo cual el individuo contemporáneo se ha convertido en un homo consumens que olvidó su condición de homo sapiens para disfrutar la realidad como si estuviera en el mundo feliz descrito por Aldoux Huxley y se nos ha convencido de que la felicidad se encuentra en el consumo constante en los grandes centros comerciales. Existe una íntima solidaridad entre una sociedad y un tipo antropología del ser humano para hacerla funcionar y en el momento histórico que vivimos, el homo consumens es el individuo ideal en la sociedad de consumo.

El poder popular
Desde las últimas cinco décadas se han estado librando diferentes batallas en el mundo para defender derechos que están siendo violados por las grandes corporaciones, lograr una liberación social, para salvar al mundo de su inminente destrucción, por la defensa de los espacios públicos, por la vida y derechos de las mujeres, por la construcción de una democracia participativa y no representativa, por la justicia para todos y por una verdadera igualdad social. Estas luchas se han dado en todos los rincones de un mundo que cada vez es más interdependiente y más pequeño en la medida que se acortan las distancias ante el desarrollo tecnológico, de tal forma que lo que pueda acontecer al otro lado del mundo tarde o temprano afectará la localidad donde vivimos.
El muro de Berlín cayó en 1989 y con él desapareció la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En su lugar apareció un nuevo tipo de guerra, una guerra comercial realizada por las grandes compañías transnacionales que buscaban conquistar nuevos mercados en el marco de la expansión de la economía de libre mercado en la mayor parte de los países de nuestro planeta.
Las luchas de liberación social las describió magistralmente en forma metafórica Eduardo Galeano cuando en su Libro Los abrazos nos dice que la tierra vista desde la luna se ve como “un mar de fueguitos”, estos fueguitos podrían simbolizar las luchas grandes y pequeñas que hemos presenciado o hemos sido participantes en diferentes puntos del planeta.
La mayoría de estos pequeños fueguitos fueron sofocados y apagados por el uso de los aparatos represivos del estado (siguiendo a Louis Althousser) y por ello las injusticias, la corrupción e impunidad han sido parte de nuestra vida cotidiana. Dentro de la derrota sufrida por las movilizaciones populares podemos mencionar los fraudes electorales en México en las campañas presidenciales del 2,006 y 2,012.
En México forman parte de las derrotas de las fuerzas de liberación la aprobación de la Reforma Laboral impulsada por Felipe Calderón, que significó eliminar derechos y prestaciones sociales consagrados en la constitución mexicana para favorecer a la parte patronal y dejar en estado de indefensión a los trabajadores ante los abusos y atropellos a sus derechos aborales. El futuro de la juventud mexicana se eliminó de un plumazo al aprobar la desaparición de la estabilidad laboral y la contratación por períodos cortos de tiempo, así como la implementación de largas jornadas de trabajo.
Enrique Peña Nieto tiene un rosario de cuentas pendientes con el pueblo mexicano, pero podemos destacar su apoyo irrestricto a la reforma energética que consiguió aprobar con el uso de la policía y sobornando a senadores y diputados para poner en venta los recursos de la nación y lograr la quiebra de petróleos mexicanos para beneficiar al capital privado creado con recursos públicos y al capital extranjero.
Pero no todo se perdió, algunos fuegos lograron crecer hasta detener embestidas en contra de los trabajadores y sus familiares, así como de la población entera. Recordemos la gran lucha que dieron los maestros de México organizados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), en contra de la Reforma Educativa y que lograron detener su implementación enfrentando a la Policía federal y demás cuerpos represivos que no dudaron en disparar en contra de maestros desarmados, pero que al final la gran resistencia de los maestros mexicanos se impuso y lograron detener la implementación de una reforma educativa que en realidad era una reforma laboral.
Otras luchas fueron victoriosas como el triunfo de Andrés Manuel López Obrador al frente del Movimiento de Renovación Nacional (Morena) en las pasadas elecciones presidenciales del 2,018. Esa jornada electoral en la que más de 30 millones de mexicanos actuamos como un moderno Leviatán participando en forma unida, colectiva y organizada en la defensa del voto y votando a favor de la opción de Morena, lo cual nos permitió quitar del poder a aquellos elementos corruptos que pensaban seguir entregando México al capital privado, seguir explotando al pueblo mexicano y despojar a los trabajadores mexicanos de todos sus derechos.
Esta democracia electoral representó un respiro a nivel internacional, ya que se dio en un momento histórico en el cual vivíamos un totalitarismo de la vida cotidiana y se pensaba que la democracia había muerto en el siglo XXI. El cambio de poder político en México representa un claro ejemplo de lo que significa el “poder popular” que significa la movilización colectiva, organizada y unida en la consecución de objetivos colectivos que benefician a la población de una sociedad determinada.
El problema es que seguimos percibiendo la democracia sólo como una democracia representativa y no hemos llegado a construir una democracia participativa, limitada a participar masivamente en elecciones y abandonar la participación social después de las mismas, por lo que los problemas sociales no logran ser solucionados por lo que seguimos viviendo explosiones de solidaridad ante la injusticia y contra la corrupción muy potentes pero muy breves, que se presentan como un “mar de fueguitos” que sucumben al poco tiempo terminando por desaparecer.
Por ese motivo en México todavía existen verdaderas injusticias que todavía no se han resuelto porque siguen estando cubiertas por la impunidad, al no lograr una verdadera justicia social y no aplicar el Estado de Derecho. Recordemos que la tragedia ocurrida hace once años en la guardería ABC ubicada en Hermosillo, Sonora donde murieron 49 niños y niñas en un incendio provocado aparentemente para desaparecer pruebas de corrupción del Gobierno estatal, todavía permanece impune y la herida sigue abierta provocando un prolongado sufrimiento a padres y familiares de las víctimas, mismo que se agudiza con la impotencia sentida en la conmemoración de esa tragedia cada año.
Igualmente la contaminación del Río Sonora que cruza el Estado del mismo nombre realizada por parte del Grupo México cuando la compañía minera de Cananea que pertenece a este consorcio derramó miles de litros de deshechos químicos afectando la ecología del lugar donde nace el Río Sonora y dañando severamente la salud de los habitantes de varios pueblos ubicados en las ladreas de este río, todavía permanece sin solucionar y deslindar responsabilidades penales correspondientes.
Los mineros agrupados en la Sección 65 del Sindicato nacional de mineros, cumplieron recientemente 13 años en huelga sin encontrar solución a sus demandas debido al poderío que tuvo el consorcio minero Grupo México con los sexenios del Partido Revolucionario Institucional y Partido Acción Nacional. Llevamos más de año y medio del nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la tragedia y conflicto laboral provocado por este consorcio sigue sin solucionarse ambas tragedias a pesar de las promesas del gobierno de la esperanza.
La ausencia de respuesta oficial a la demanda de aparición con vida de los 43 normalistas desaparecidos en el 2,014 es otro factor que nos indica que no es suficiente la democracia electoral, que no debemos estar esperando la llegada de un Mesías que venga a solucionar nuestros problemas. Necesitamos una democracia participativa en la que cada ciudadano asuma su responsabilidad social y reconozca la vinculación existente entre sus problemas personales y los problemas sociales provocados por la corrupción, desvío de recursos públicos, indiferencia gubernamental, etc.
Debemos llegar a un punto en el que podamos reconocer que lo personal es político, que el desempleo, los bajos salarios que percibe la clase trabajadora, las largas jornadas que padecen son el resultado de la reforma laboral implementada por políticos de sexenios pasados y que debemos exigir la derogación de la reforma laboral que aumentó la explotación de los trabajadores.
Tenemos que identificar que los altos precios que pagamos en la compra de gasolina y que los aumentos de precios en los productos que consumimos se deben en buena parte a la Reforma energética aprobada por los políticos corruptos que hoy están siendo denunciados por uno de ellos detenido recientemente y que ha declarado los nombres de senadores y diputados que aceptaron y las escandalosas cifras como soborno para aprobar dicha reforma.
Necesitamos revertir ambas reformas para mejorar nuestras condiciones de vida fundamental y la forma de lograrlo es cambiando nuestra actitud hacia la política y dejar de verla como una práctica realizada sólo por políticos corruptos. Al igual que nuestra vida cotidiana está determinada por la existencia y funcionamiento de un sinnúmero de organizaciones, la política rige nuestras condiciones de vida al determinar políticas de aumento o contención de sueldos, políticas de contratación y despido laboral, políticas de control de precios, políticas de distribución de los recursos públicos para presupuesto para salud, presupuesto para educación, presupuesto para seguridad pública, leyes que regulan el matrimonio, divorcio, etc.
Aquella actitud de pensar que los temas de política y religión son temas de los cuales no se debe hablar en público es lo que permitió en el pasado que quienes se dedicaban a la política se aprovecharan de la abstención popular y de la indiferencia masiva a la política para lucrar con los servicios públicos desviando recursos públicos para enriquecer fortunas personales.
En una sociedad donde existe una gran desigualdad social no puede afirmarse que exista democracia social y la democracia social no se limita a participar en las elecciones votando por algún candidato, debemos cambiar nuestra autoimagen y dejar de vernos como individuos aislados para construir una imagen de seres sociales, ciudadanos que pertenecemos a una comunidad cuyos integrantes enfrentan problemas colectivos que les afectan en forma individual y cuya solución sólo puede lograrse si actuamos en forma unida, organizada y colectiva.
Los problemas de transporte urbano, el alto índice de delincuencia social, la falta de vigilancia policiaca, la ausencia de escuelas cercanas a nuestros hogares, la falta de espacios públicos donde nuestra niñez y familias puedan salir a disfrutar de momentos de distracción y diversión, la falta de espacios deportivos donde la juventud pueda canalizar sus energías y alejarse de las drogas, alcoholismo y violencia, son problemas sociales generados por la ausencia de políticas gubernamentales y indiferencia popular, el conformismo social y una percepción equivocada de la política han sido los factores que permitieron llegar al punto en el que nos encontramos.
Para lograr construir una democracia participativa cada individuo debe incrementar su autoestima y empoderamiento individual, desarrollando una identidad como ciudadano responsable socialmente, que junto con otros individuos forma una comunidad en el lugar en que residen y deben por lo tanto desarrollar un sentimiento de pertenencia a sus comunidades y de tal forma que procedan a crear puentes de comunicación con sus vecinos, compañeros de trabajo, amigos, etc., para proceder a analizar y discutir en forma colectiva los problemas que les afectan, identificar alternativas de solución y proceder a la realizar acciones colectivas para demandar a las autoridades respectivas la solución de los problemas que es afectan. Mediante estas acciones se puede lograr un empoderamiento y fortalecimiento de nuestras comunidades para estar en condiciones de participar activamente en la política cotidiana y dejar de ver la política como un suceso que los toma en cuenta sólo en época de elecciones.
Ante la crisis de las instituciones vigentes que representan una crisis de liderazgo, los trabajadores organizados en sindicatos deben rebasar a las direcciones de las organizaciones que son aliados de la corrupción y que hace tiempo dejaron de representarlos en la lucha de sus intereses colectivos. De igual forma los ciudadanos deben construir sus propias organizaciones que realmente defiendan sus derechos como ciudadanos y actuar junto con sus representantes como un “agrupamiento de personas que interactúan en el marco de una estructura para lograr objetivos comunes”.
La democracia representativa en la que nos encontramos no es una verdadera democracia, es en realidad una pseudodemocracia que a nombre de la ciudadanía se siguen tomando decisiones que no representan los intereses colectivos, la democracia participativa implica el desarrollo de un compromiso social en cada individuo que conduzca a un empoderamiento de las comunidades de tal forma que vean que los problemas que enfrentan en forma individual, son en realidad problemas colectivos que sólo se podrán solucionar en forma colectiva, unida y organizada, ya que los problemas locales que enfrentamos en nuestra cotidianidad tienen su origen dentro del contexto de la globalización y la dictadura del Mercado que padecemos requiere la creación del poder popular para defender nuestros derechos.
Junto a la toma de consciencia de que somos seres sociales debemos construir una percepción de que somos sujetos históricos y que los integrantes de cada comunidad están creando la historia con su participación diaria en los diferentes grupos, y organizaciones que conforman sus comunidades, este cambio de percepción les debe crear consciencia de que la historia no se refiere a hechos del pasado, sino que estamos haciendo historia con nuestros actos de cada día y si somos capaces de crear la historia con nuestra participación social, si logramos actuar en forma unida, colectiva y organizada podremos cambiar la realidad social mediante el incremento de nuestra participación social para construir el futuro que queremos para nosotros y las nuevas generaciones actuando como sujetos históricos que tenemos el potencial para cambiar el rumbo de la historia de la sociedad en que vivimos.
De esta manera podemos concebirnos a nosotros mismos como agentes de cambio social porque con nuestra participación individual en acciones colectivas estamos cambiando la historia y logrando cambiar aquello que es actualmente para que sea de otra forma.
El poder popular se alimenta del empoderamiento individual a través del incremento de la participación social, lo cual contribuye a la construcción de un fortalecimiento ciudadano o empoderamiento comunitario, cuando cada integrante de nuestras comunidades logre rebasar una identidad individual y construir una identidad social como miembros que pertenecemos a una comunidad que enfrenta problemas sociales que pueden ser resueltos con acciones colectivas, organizadas y realizadas en forma unitaria. Es entonces cuando estamos hablando del poder popular que se puede construir en cada comunidad y cualquier país.
El poder corporativo
La creación del poder popular se presenta como una prioridad social ya que hoy en día nos enfrentamos al surgimiento de un nuevo poder nunca antes visto en la historia de la humanidad y que Peter Mclaren define como el “poder corporativo” que consiste en la prioridad que tienen los intereses de las grandes corporaciones en la toma de decisiones gubernamentales que ha logrado que los Presidentes de varios países realicen reformas en sus constituciones para limitar derechos laborales y prestaciones sociales, a través del adelgazamiento del Estado Benefactor desapareciendo instituciones que formaban parte de la estructura gubernamental que garantizaba el logro de la misión que dio origen al Estado moderno de proporcionar bienestar social a la población.
Hoy en día los políticos gobiernan a ciegas en el marco de una incertidumbre social en la subordinan programas gubernamentales a los cambios que se presentan en el Mercado. El desarrollo y ampliación de una economía de libre mercado a nivel global permitió el surgimiento de la globalización que no se limitó a la apertura de fronteras para la libre circulación de mercancías, sino que dio origen a una guerra comercial en la cual las grandes corporaciones transnacionales compiten en forma desleal e inequitativa con las empresas de cada país para conquistar el mercado de consumidores.
Las empresas nacionales por lo regular son pequeñas y medianas empresas, sin capital suficiente para invertir en infraestructura en sus negocios, sin personal calificado y administradas por lo regular en forma de patrimonio familiar. En cambio las grandes corporaciones tienen capital suficiente para soportar una guerra de bajos precios y debilitar a sus competidores al punto de llevarlos a la quiebra. Cuentan con personal capacitado y disfrutan de privilegios otorgados por los gobiernos de cada país quienes les regalan terrenos, construyen parques industriales, pagan bajas tarifas de consumo de agua y energía eléctrica ya que ven la llegada de empresas transnacionales como “creación de nuevos empleos y desarrollo económico”.
La globalización es un proyecto político que presenta un nuevo modelo social desde una perspectiva neoliberal responde a los intereses de los grupos financieros internacionales y los dueños de las grandes compañías transnacionales y que buscan el debilitamiento del Estado de Bienestar que existe desde hace más de 200 años, para generar ganancias desmesuradas a través de la explotación de los trabajadores y de los recursos naturales de diferentes países.
El poder corporativo es el nombre que recibe la unión de esfuerzos de Presidentes de organismos financieros internacionales FMI, BM, OEA, etc), Directivos de empresas transnacionales, Presidentes de varios países, Dirigentes de partidos políticos, legisladores de diferentes partidos, Gobernadores y Directivos de medios masivos de comunicación. Todos ellos trabajan como si fueran un cártel de delincuencia organizada al promover la implementación de políticas neoliberales que pretenden privatizar los servicios públicos que el Estado ofrecía en forma gratuita.
La ofensiva corporativa no se limita a debilitar al estado que nos proporcionaba bienestar social, sino que también se dirige al desmantelamiento de contratos colectivos de trabajo para disminuir prestaciones, eliminar derechos laborales conquistados (como estabilidad en el empleo, jubilación, servicios médicos, etc). La eliminación del derecho a la jubilación es uno de los objetivos del poder corporativo, ya lograron eliminar la estabilidad en el empleo con la aprobación de reformas laborales, pero la ofensiva del poder corporativo también contemplan la destrucción o debilitamiento de los sindicatos independientes que luchan por defender los intereses de los trabajadores.

Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en la revisión contractual que realiza el Sindicato de Trabajadores de Teléfonos de México y la empresa TelMex que no muestra disposición al diálogo y al contrario demanda eliminar la cláusula 49 del Contrato Colectivo de Trabajo que se refiere a la jubilación de los trabajadores de nuevo ingreso, con lo cual pretenden eliminar el derecho a la jubilación. La ambición desmedida de la parte patronal que alega “pérdidas de la empresa” exige además que el personal jubilado cambie una parte proporcional del 45% de sus ingresos por pensión jubilatorio contractual, para comprar acciones de la empresa.
El ISSSTESON en el caso de Sonora tiene años negando el derecho a la jubilación a los trabajadores adscritos a organizaciones que tiene registrados como derechohabientes. De igual forma, el derecho a la salud se ve afectado por los actos de corrupción en el Gobierno de la Gobernadora priísta Claudia Pavlovich al privar a los usuarios del ISSSTESON de los medicamentos recetados por los médicos de ese instituto. No importa si son trabajadores jubilados o trabajadores activos, no hay dinero para medicamentos, lo cual representa una clara violación al derecho a la salud de los trabajadores.
Una característica del funcionamiento de este cártel de delincuentes es la corrupción endémica del sistema político-económico que se ha transformado en un rasgo estructural sistémico y que hace ver la política como un negocio en al cual se puedan desviar presupuestos públicos para enriquecer bolsillos de funcionarios que acepten llevar a la quiebra las finanzas públicas, desaparecer instituciones de servicio público y proceder a privatizar aquellos servicios que antes eran gratuitos.

La ceguera moral contemporánea
Si una persona presenta síntomas de malestar acude a un doctor, el cual después de hacerle un diagnóstico e identificar el padecimiento le prescribirá una serie de medicamentos que lo ayudarán a recuperar su malestar. Los médicos utilizan el concepto de sistema en su intervención, podrán ser especialistas del corazón, del estómago, de pulmones, etc., pero siempre ven al sistema corporal en su conjunto y la parte afectada en la que se especializaron. Esto sucede en el caso de los individuos, pero ¿Qué pasa en el terreno de lo social?
El término social tiende a desaparecer en el neoliberalismo que promueve el poder corporativo al incentivar el desarrollo de una ideología extremadamente individualista que hace buscar refugio a las personas en su esfera de control personal y mostrar una indiferencia al sufrimiento ajeno, promoviendo la idea de que las personas se dividen en “triunfadores” y “perdedores”. Si alguien tiene éxito económico es porque tuvo los méritos suficientes para lograr sus sueños, aprovechar las oportunidades que “la vida le presentó” y vivir con recursos económicos suficientes para tener “una buena vida”. La buena vida la definen como la capacidad de tener un alto consumo. Si alguien vive en condiciones de pobreza es porque “no aprovechó las oportunidades” que la vida nos presenta y por ellos son perdedores.
En un momento histórico en el que la sociedad humana ha logrado niveles de desigualdad social nunca antes vistos en la historia de la humanidad, padecemos un vacío moral que es la raíz del crecimiento de una insensibilidad colectiva ante el sufrimiento ajeno. Las tragedias de otros no nos afectan, si algo malo les pasa a otras personas fue por algo, a nosotros no nos pasará nada, es la forma como piensa el individuo común. Sólo hasta que la tragedia nos golpea es cuando cuestionamos todo y nos quejamos del porqué nos suceden cosas malas.
Hoy en día vemos con mayor frecuencia la ausencia de reacción ante el sufrimiento de otras personas, la consigna “nada personal, son sólo negocios” resume la total indiferencia ante el dolor ajeno hoy en día. Si una persona desempleada es contratada en una organización y su misión es despedir a cientos de trabajadores, lo hará sin dudar un segundo reduciendo la condición humana a datos numéricos, cifras cuantitativas, estadísticas para ser utilizadas por el mercado en un robo de la individualidad de los seres humanos, un atentado a su dignidad y una clara violación a sus derechos humanos laborales y sociales.
Estamos ante una creciente adiaforización, un término acuñado por el sociólogo polaco Zygunt Bauman que hace referencia a la indiferencia moral que conduce a una insensibilidad social a los problemas que enfrentan otras personas. Esta insensibilidad social nos impide percibir los signos tempranos de que algo anda mal en nuestra sociedad. No nos damos cuenta de que estamos en el contexto de una sociopatología, de que nuestra sociedad está enferma y vemos como “algo natural o normal” los problemas sociales contemporáneos.
La insensibilidad moral hace referencia a un tipo de comportamiento que va desde un extremo de total indiferencia hacia el sufrimiento ajeno, hasta mostrar crueldad al actuar sin piedad alguna cuando se realizan acciones que perjudican directamente a otras personas.
De esta forma es que llegamos al punto de ver “como algo normal” que existan lugares de diversión exclusiva para hombres en los cuales mujeres bailan sensualmente desvistiéndose al ritmo de la música hasta mostrar sus cuerpos totalmente desnudos. Los visitantes a esos lugares pueden pedir “bailes privados” en recintos cerrados o inclusive solicitar los favores sexuales de algunas de las mujeres que ahí “trabajan”.
No cuestionamos porqué están en ese lugar dichas mujeres, no pensamos que son mujeres que sufren explotación sexual, que han sido domesticadas a través de la violencia constante para que se realicen por su propia voluntad dicha actividad. Los clientes de esos lugares no asocian a esas mujeres como “la hija de alguien”, “la madre o esposa de alguien”, son simples objetos de placer para los hombres y si sufren por sus vidas es algo que no les interesa. Es un estado extremo de adiaforización cuando los individuos actúan como consumidores y tratan a las mujeres que “trabajan” en centros nocturnos de diversión o se prostituyen como simples mercancías.
La extrema individualización en la que vivimos nos genera un estado en el que no se necesita evaluación social alguna. El filósofo griego Cornelius Castoriadis nos decía que la sociedad contemporánea ha perdido su capacidad para cuestionarse a sí misma, es decir, ha perdido su capacidad de crítica social.
La explotación laboral de hombres y mujeres con largas jornadas y bajos salarios, las injusticias sociales que se cometen con actos de corrupción, el despido de trabajadores, las violaciones a los derechos humanos, laborales y sexuales son percibidas “como parte de nuestras vidas”. La ceguera moral nos genera un sentimiento de conformismo, obediencia y sumisión ante las injusticias de la realidad que nos tocó vivir.

El empoderamiento ciudadano como fuente del poder popular
Para comprender el presente necesitamos estudiar el pasado y al comprender el pasado estaremos en condiciones de construir nuestro futuro. Al mirar la Historia de la humanidad podemos encontrar creación y destrucción, historia que se hizo e historia que se destruyó, ambas creación y destrucción fueron creaciones humanas, no hay ningún origen divino en la historia de la humanidad. Dios no tiene nada que ver con la historia de la humanidad, el ser humano ha evolucionado desde hace miles de años para llegar al punto en el cual nos encontramos en el 2,020.
Si la historia de la humanidad es una creación humana, recordemos que la historia no se limita a hechos del pasado, incluye también la historia del presente. Los grandes cambios en la historia de la humanidad fueron logrados a través de movilizaciones colectivas, los cambios de sistemas políticos y económicos fueron logrados por la acción humana. La percepción de que el ser humano construye su historia nos da la pauta para comprender que si nos lo planteamos podemos cambiar el sistema económico y político actual, así como cambiar el rumbo de la historia.
Los seres humanos como constructores sociales tenemos la capacidad para lograr grandes cambios sociales, cambiar la realidad actual caracterizada por una gran desigualdad social, por la existencia de millones de personas viviendo en condiciones de pobreza y miseria, por innumerables hechos de injusticia e impunidad, para construir otra realidad más democrática, más igualitaria y con verdadera justicia social.
La manera de lograrlo es retomar una de las creaciones humanas que hemos dejado en el olvido, nuestra capacidad de cuestionamiento, nuestra capacidad de ejercer la crítica social, situándonos como actores críticos contribuyendo a que lo que es hoy pueda ser de otro modo, de un modo diferente al actual. La historia pasada no la podemos cambiar, pero si podemos cambiar la historia por venir.
A través de la crítica social podemos superar el vacío ideológico que existe actualmente y con su ejercicio podremos lograr un renacimiento de un nuevo ciudadano que sólo podrá lograrse en la medida que se incremente la participación de los ciudadanos en la discusión de los temas relacionados con lo público. La construcción de la democracia social es un asunto de educación que nos permita romper ese alejamiento de la gente con los temas relacionados con la política.
La toma de consciencia de que somos seres sociales, individuos que pertenecemos a diferentes grupos, organizaciones y comunidades es el punto de partida para crear un poder popular. En la medida de que nos despojemos de la ideología individualista que nos proporciona el neoliberalismo dentro de la sociedad de consumo en que vivimos y que pasemos de una identidad individual a la construcción de una identidad social, basada en un sentimiento de pertenencia a la comunidad de la cual formamos parte, podremos avanzar en el proceso de empoderamiento individual.
Conclusiones
La globalización ha reducido las distancias gracias al desarrollo de la ciencia y la tecnología, el mundo hoy nos parece más pequeño de lo que era antes. Los cambios económicos y políticos propiciaron un aumento en las emigraciones de poblaciones enteras que se han dispersado a lo largo y ancho de nuestro planeta. Esto ha creado un aumento en la diversidad cultural, racial, ideológica y religiosa en las grandes ciudades de varios países.
A pesar de todas las diferencias que podamos tener con personas que provienen de culturas diferentes a la nuestra, tenemos un denominador común: vivimos en el mismo planeta. La humanidad no la representa un solo país, ni una sola raza ni una sola religión. La existencia de esta diversidad social nos presenta la necesidad del respeto a las diferencias y la manera de lograrlo es a través de la construcción de la democracia en nuestras sociedades. Hoy en día la humanidad se encuentra dividida entre dos fuerzas que se oponen entre sí:
Por un lado, se encuentran todos los movimientos de liberación social, defensa de derechos laborales, sociales y sexuales, movimientos ecologistas, movimientos feministas, defensores de la educación pública y universidades públicas, sindicalistas independientes y movimientos colectivos que luchan por justicia social. Todos ellos han actuado hasta el momento como un mar de fueguitos tal y como lo decía Eduardo Galeano, es decir, en una dispersión total, falta de unidad en la lucha y en la acción. Representan la lucha por la vida, por la dignidad, pelean por construir la democracia participativa, intentan defender la justicia y lograr la igualdad social. El objetivo de todos es construir el poder popular, es decir, un poder donde impere la democracia, el dominio de las mayorías, un poder salido del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Por otro lado, está el proyecto capitalista en su expresión neoliberal, representado por el conjunto de fuerzas que integran el poder corporativo que tiene como objetivo mantener el ritmo de producción masiva y consumo masivo que implica continuar con la explotación de los trabajadores eliminando sus derechos laborales, explotando de manera irracional los recursos naturales sin importar provocar ecocidios y crisis ecológicas que están llevando a la extinción de varias especies de animales que son capturados y colocados a la venta en el mercado como cualquier mercancía.
Su misión principal es la maximización de sus ganancias económicas sin importar que con el consumo masivo estén generando una basura masiva que contamina mares, ríos, lagunas y afecta la salud mental y física de millones de personas en el mundo entero. Intenta obligar a los gobiernos de varios países a imponer políticas neoliberales de privatización de servicios públicos, desaparecer contratos colectivos y sindicatos independientes a través de la corrupción de los políticos gobernantes y el totalitarismo como forma de gobierno
El poder económico se sitúa por encima del poder político y la concepción del poder es concebida como capacidad para ejercer un dominio sobre las vidas de los demás y utilizarlo para lograr un enriquecimiento personal.
Pero hay un poder que todos tenemos del cual no nos hemos percatado porque nos asumimos como individuos aislado, es un poder que sólo surge cuando actuamos en forma colectiva, unida y organizada, es el poder popular. Un tipo de poder que ha estado fuera de nuestro alcance porque el adoctrinamiento ideológico nos ha creado un prejuicio contra el término “popular” y lo asociamos con acciones en contra de lo establecido. Este tipo de poder puede expresarse de varias formas.
Por un lado, debemos reconocer que la globalización nos ha convertido en consumidores globales porque consumimos los productos y servicios de cualquier parte del mundo que nos ofrecen las grandes organizaciones y de manera malinchista hemos dado prioridad en nuestro comportamiento como consumidores a las transnacionales que se ubican en nuestro país dejando de consumir en las empresas nacionales o locales.
Nosotros somos quienes hemos alimentado el poder que las transnacionales ejercen en nuestra contra al elegir consumir los productos en sus grandes tiendas, evitando el consumo de productos nacionales, con lo cual perjudicamos la economía nacional.
Recordemos el caos que se creó cuando un sinnúmero de organizaciones dejaron de funcionar con la pandemia del covid-19, imaginemos el caos que crearíamos si los consumidores dejáramos de comprar los productos y servicios que necesitamos en las grandes corporaciones y nos dirigimos a los comercios locales para realizar el intercambio de nuestro dinero con los productos y servicios.
Si no hay ventas, las grandes corporaciones pierden ganancias y se perjudicaría el equilibrio entre la producción masiva y el consumo masivo. Este tipo de poder se llama el poder como consumidores y es una estrategia que podríamos seguir en la guerra comercial que diariamente se libra en el mercado y contribuiríamos a mejorar la economía nacional fortaleciendo a un Estado debilitado por el poder corporativo y podríamos generar ingresos para recuperar el estado de bienestar que nos están quitando.
Si actuáramos en forma colectiva, organizada y unida terminaríamos con la hegemonía de las grandes corporaciones a las cuales solo les interesa maximizar sus ganancias y esto ha quedado demostrado en esta pandemia con el aumento de precios en los productos que ofrecen en sus establecimientos. El poder como consumidores nos permitiría organizar boicots a empresas que abusan de los derechos de los consumidores con alzas en precios, mal servicio en la atención al cliente, discriminación por cualquier motivo, etc.
Por otro lado, ante el debilitamiento de las instituciones gubernamentales que aseguraban el bienestar social, los ciudadanos hemos quedado indefensos, abandonados a nuestros propios recursos ante el poder corporativo que está destruyendo la naturaleza y llegando al extremo de intentar eliminar derechos como la jubilación, la salud, etc., tenemos que canalizar la indignación que nos provoca la constante violación a los derechos laborales, humanos, sociales y sexuales de hombres y mujeres.
Las razones para indignarse son muchas y hasta el momento el denominador común en los movimientos colectivos que luchan por diferentes motivos es una creciente sensación de impotencia por la falta de justicia y la presencia de impunidad que afecta nuestra autoestima y dignidad.
Debemos canalizar esa indignación impulsando una auténtica democratización al interior de las organizaciones sindicales para rebasar el control impuesto por las direcciones que se están involucradas en actos de corrupción. Todos aquellos frentes de lucha social que han conformado el “mar de fueguitos” que se han presentado en los últimos años, debemos aprender del enemigo y crear nuestras propias organizaciones para crear un verdadero poder popular y enfrentar al poder corporativo.
Los movimientos sindicales que luchan en defensa de derechos laborales y derechos por la salud pública, los movimientos ecologistas que defienden el medio ambiente, los movimientos feministas que protestan contra el feminicidio y luchan por sus derechos sexuales y la liberación de la mujer, los maestros que defienden la educación pública y las universidades públicas, etc., deben dejar de actuar como un fueguito aislado y comprender que los problemas locales tienen un origen global, que la ofensiva a sus derechos proviene de un poder corporativo que actúa como delincuencia organizada, por lo cual las acciones para solucionarlos deben ser del mismo nivel.
Crear organizaciones que involucren a todos estos movimientos colectivos, a este mar de fueguitos para lograr encender un verdadero mar de fuego que pueda construir la democracia social, alimentar el poder popular y enfrentar en mejores condiciones el poder corporativo. En el marco de la globalización los derechos laborales de los trabajadores y los derechos humanos de la ciudadanía de todo el mundo están siendo violentados, por lo que la respuesta es crear “agrupamientos que interactúen en el marco de una estructura, utilizando tecnología para alcanzar objetivos comunes”. Las organizaciones llegaron para quedarse, si algunas organizaciones actúan en contra nuestra, es nuestro deber crear nuestras propias organizaciones que realmente defiendan nuestros derechos en el marco de una lucha que no es local, sino que es realmente global.
El momento histórico que nos tocó vivir exige definiciones políticas y no acepta la ambigüedad ni la indiferencia o abstención, nuestra casa, la tierra se encuentra en peligro, nuestras vidas están en riesgo, el futuro de las nuevas generaciones se vislumbra muy oscuro, mucho más que el presente de nuestra juventud actual. Estamos ante la disyuntiva defender la vida luchando en defensa de nuestros derechos construyendo el poder popular o aceptar la muerte y seguir con la explotación de los trabajadores y la destrucción de los recursos de nuestro planeta favoreciendo al poder corporativo actuando como ciudadanos consumidores.
La construcción de la democracia es una tarea colectiva en la que todos y cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar, recordemos que somos sujetos que creamos historia, de nosotros depende la historia que se escriba el día de mañana.

1.- Bauman, Zygmunt/Donskis, Leonidas: Ceguera moral
Editorial Paidós, Barcelona, 2,015.
2.- Castoriadis, Cornelius: Entrevistas El avance de la insignificancia
Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1997
3.- Yescas, Oscar: La eterna deficiencia del ISSSTESON y la necesidad del cambio social
4.- Yescas Oscar: Algo está pasando y usted no sabe qué es
5.- Yescas, Oscar: Cananea, 13 años de lucha minera
6.- Yescas, Oscar: La construcción social de la democracia
7.- Yescas, Oscar: El compromiso social del trabajador intelectual
https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/05/el-compromiso-social-deltrabajador.html
8.- Yescas, Oscar: Golpe de Estado en Bolivia
9.- Yescas, Oscar: Chile: de nuevo la pesadilla

3 comentarios:

  1. Hay otra página o enlace a parte de este blog, donde vayamos haciendo union y fuerza?

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  2. Sería ideal que fuera por lo menos posible el organizarse de manera grupal o colectiva.. el problema,(así lo veo)..es que todos quieren el poder,,qué pasa en MORENA,? Se pelean entre ellos por el poder y no llegaron a conciliar entre ellos, y ahora será el INE quien les imponga representante,,,el querer tener poder es cabrón,, porque es como el alkazeltzer,,si lo pruebas, te dan ganas de repetir...y entonces todos, queriendo imponer sus ideales,no llegan a nada,todos quieren (queremos) tener la razón...es compleja la naturaleza humana. Interesante artículo bro,cuidate,saludos.

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