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sábado, 25 de julio de 2020


¡Algo está pasando y usted no sabe que es!
(alborotando consciencias tranquilas)
Oscar Yescas Domínguez
25 de julio del 2,020

Prólogo
La generación del cambio social
Algo está pasando y usted no sabe que es
El mundo en la era del posmodernismo
El fin de la Historia moderna
El empoderamiento de las comunidades
El impacto social del covid-19
Conclusiones
Prólogo
Hace algunas semanas facebook bloqueó mi cuenta por quinta ocasión, al intentar indagar los motivos del bloqueo sólo obtenía como respuesta que algunas de mis publicaciones infringían las normas de facebook, sin especificar cuáles normas fueron violadas. Cabe mencionar que desde hace décadas decidí utilizar la palabra escrita como instrumento de lucha para participar en la guerra ideológica que se libra diariamente en la dinámica de la sociedad en que vivimos.
Con esa intención en mente empecé a utilizar redes sociales y escogí inicialmente como tribuna a Monografías.com, lugar donde logré publicar 49 artículos, todos con un fuerte contenido de crítica social. Algunos de estos artículos los utilicé como material de discusión en mi labor como profesor universitario, logrando destacar con esta acción por ser de los pocos profesores universitarios que escribían, publicaban y utilizaban sus escritos como materiales didácticos para ser utilizados como material de discusión en temas académicos, acción que facilitó grandemente el aprendizaje de mis alumnos.
Algunos colegas profesores me criticaron por asignar a mis alumnos como tarea escolar, la lectura y discusión en clase de escritos de mi autoría acusándome de autoreferenciarme, otros compañeros docentes llegaron al extremo de prohibir a sus estudiantes que citaran mis artículos con el argumento que no estaban redactados con el formato APA.
Eso no me importó porque en lo personal jamás he usado el APA y mi intención original era ir más allá de escribir un texto académico dirigido a estudiantes universitarios, lo que en realidad intento con mis publicaciones es socializar el conocimiento científico de tal forma que partiendo de la Psicología social realizo análisis de problemas sociales utilizando un discurso que fuese entendido por cualquier persona, por lo que evito evitar utilizar tecnicismos complejos o abstracciones teóricas muy elevadas y con esa finalidad desarrollé un estilo de escribir comprensible para cualquier persona.
Más adelante abrí un blog personal que es mi actual plataforma de difusión, lugar donde publico mis artículos y les doy difusión. Hasta el momento llevo publicados 212 artículos en este blog y me causa gran placer ver que el mismo es visitado por personas de más de 20 países y suman ya cerca de 33,000 las visitas a este lugar. Estos mismos artículos los comparto en mi muro personal de facebook y en los muros de facebook que abrí para estar en contacto virtual con mis alumnos en las materias que impartí durante mas de 33 años.
La primera ocasión que facebook me bloqueó experimenté algo así como la “ansiedad del adolescente”, una sensación de malestar por “no estar conectado”, lo que me llevó a reflexionar acerca del grado de mi dependencia hacia el teléfono celular en particular y hacia las redes sociales en general.
En esta última ocasión el castigo duró diez días y volví a ser conectado de nuevo, pero mi actitud hacia facebook cambió, ya había recuperado el control de mi tiempo y de mí mismo. Había reaprendido a estar “desconectado” sin experimentar ansiedad y de ahí en adelante disminuí el tiempo dedicado a “feisbukear” y aumenté el tiempo para realizar mis lecturas pendientes. Sin embargo, esta experiencia de censura en facebook fortaleció mi perspectiva de concebir a esta plataforma virtual como una tribuna educativa y tratar de generar una influencia social positiva en el sentido de usar la crítica social en todo tipo de publicaciones a compartir en el futuro.
Con esas intenciones en mente decidí iniciar el proceso de escribir un nuevo libro que elegí bautizar con el provocador título “Alborotando consciencias tranquilas” (idea que me dio mi amigo Manuel Santillana, cuando comenté que facebook me había bloqueado por quinta ocasión y él me respondió que eso me sucedía por ser un “alborotador de consciencias tranquilas”, esa forma de describirme me pareció que reflejaba mi motivación para escribir y publicar de manera constante, por lo que decidí elegir ese nombre como título secundario al presente escrito.

La generación del cambio social
Pertenezco a aquella generación que vivió su juventud en la década de los setentas, al sector juvenil de aquellos tiempos que intentó hacer realidad nuestro sueño de construir un mundo mejor basados en un romanticismo revolucionario, inspirados por la gran influencia que obtuvimos de la música y de la lectura en tiempos donde no existía internet ni redes sociales, de tal forma que dedicar tiempo considerable a la lectura y a escuchar música se convirtieron en hábitos que formaron parte de nuestras vidas en forma permanente.
Recuerdo muchos rostros de aquella generación que intentó cambiar el mundo, algunos quedaron en el camino víctimas de la represión de la violencia institucional de un Estado autoritario al ser encarcelados, otros desaparecidos o asesinados.
Otros claudicaron en la lucha, abandonaron la rebeldía temporal propia de la juventud, varios fallecieron por causas diversas, algunos se tornaron en aquello en contra de lo que estábamos luchando, llegando a formar parte del sistema que estábamos combatiendo y sólo unos pocos de aquellos miles permanecemos todavía firmes en la lucha el día de hoy en pleno siglo XXI, convertidos en veteranos de varias luchas sociales y guiando todavía nuestro comportamiento con los mismos principios y valores de nuestra juventud de antaño y hemos llegado a un punto en el que alcanzamos a comprender que la lucha no sólo continúa una tras otra, sino que hemos entendido que la lucha por la transformación de nuestra realidad social es en realidad una lucha continua.
Mirando hacia atrás creo que aquella generación que creció alejada de la televisión a la que llamábamos “caja idiota”, que vivíamos sin internet, sin teléfonos celulares y mucho menos con redes sociales, logramos desarrollar un alto grado de crítica social gracias a la lectura y a la música que ayudaron en gran medida para una toma de consciencia social e influyeron en el desarrollo de nuestra personalidad psicosocial para filtrar con ojos críticos la percepción de la realidad social circundante.
Fuimos la generación que en lugar de traer teléfonos celulares, portábamos libros en nuestros bolsillos, aquellos libros pequeños impresos en el tamaño adecuado para caber en los bolsillos traseros de nuestros pantalones de mezclilla o simplemente los que no cabían en nuestros bolsillos los portábamos en las manos o morrales y prestábamos nuestros libros con la confianza de que nos serían devueltos al corto tiempo, lo cual invariablemente sucedía porque existía algo que hoy ya no se ve: el respeto a las personas y sus objetos personales, prestar un libro era como prestar un espejo de tu vida, ya que los libros contenían partes subrayadas que marcábamos porque habían despertado nuestro interés y eso revelaba lo que nos parecía más importante, el acto de subrayar develaba nuestros gustos e intereses por lo que nos desnudaba psicológicamente.
No había marcatextos en aquel entonces y yo acostumbraba utilizar una pluma de tinta roja para subrayar párrafos enteros de las partes que me parecían interesantes. No sucedía lo que hoy es práctica común de que la gente considera “inapropiado” subrayar algún libro porque los libros son muy caros o que prestas alguno de tus libros favoritos y jamás lo vuelves a ver de regreso porque hasta el que consideras tu mejor amigo se queda con tus mejores libros. Algunas personas confunden la nobleza y generosidad con la ingenuidad o la candidez y con estas acciones sólo contribuyen a que surja la desconfianza entre las amistades.
A través de nuestras lecturas y discusiones grupales tomábamos consciencia de que vivíamos una época de grandes convulsiones sociales y buena parte de la juventud de aquellos tiempos éramos los protagonistas del cambio por lo que queríamos cambiar el mundo para terminar con un autoritarismo asfixiante que encontrábamos en nuestras escuelas, al interior de nuestras casas, en las calles y en lugares de trabajo.
Padecíamos un sistema social en el que predominaba el autoritarismo como sistema de liderazgo y la antidemocracia como forma de control social ya que se impedía la libertad de expresión, por ello luchábamos protestando en contra de una educación cuya misión central era el adiestramiento, la domesticación, la sumisión y la adaptación social, es decir, nos manifestábamos contra una educación y un destino que nos habían asignado que tenía como finalidad la obediencia social.
Luchábamos de múltiples formas, éramos rebeldes con causa, expresábamos nuestra rebeldía usando los hombres el cabello largo, las mujeres minifalda y ambos sexos usando pantalón de mezclilla (que era símbolo de trabajador asalariado o de ser un obrero y de rebeldía ante la formalidad en la vestimenta como sinónimo de éxito económico). Con nuestra simple apariencia causábamos escándalo y rechazo por parte de quienes vestían con ropa formal, y actuaban “con entera normalidad” adaptados socialmente.
Nuestra rebeldía la manifestábamos en nuestra apariencia, vestimenta, forma de hablar y de caminar, pero también participando en nuestras clases cuestionando en base a nuestras propias lecturas los contenidos de la enseñanza, el desempeño de nuestros profesores y a la sociedad misma.
Era una rebeldía que cuestionaba el autoritarismo vigente y exigíamos libertad, democracia, igualdad social, respeto a los derechos de las mujeres, de homosexuales y lesbianas. Protestábamos en contra de la guerra de Vietnam, del racismo en Estados Unidos de Norteamérica y del golpe de Estado que encabezó Augusto Pinochet en Chile y que derivó en el asesinato de Salvador Allende, Víctor Jara y miles de ciudadanos chilenos.
Éramos jóvenes ingenuos, nos inspiraba un romanticismo revolucionario, tan ingenuos que no nos dábamos cuenta de que no estábamos solos, pensábamos que nuestra lucha era local o sólo nacional e ignorábamos que en realidad en ese momento éramos parte de millones de jóvenes que se movilizaban en el mundo entero enarbolando las mismas banderas de lucha, libertad, igualdad, justicia, democracia, amor y paz.. Estábamos cambiando el mundo sin saberlo, pensábamos que con sólo la imaginación, paz y amor tomaríamos el poder, queríamos tomar el mundo para cambiarlo y lo queríamos ahora y Jim Morrison fue uno de varios músico de rock que nos representó perfectamente cuando gritaba cantando en sus conciertos “We want the world and we want it NOW”.
La década de los setentas fue el marco donde se consolidó el inicio de una serie de cambios sociales que se iniciaron en la segunda mitad de los años sesenta y los jóvenes de aquella época nos rebelábamos contra el autoritarismo, fue cuando surgió el movimiento feminista, la lucha por los derechos de homosexuales y lesbianas, la lucha en contra de la guerra en Vietnam, las protestas en contra del golpe de Estado en Chile, el movimiento de liberación sexual, etc.
Todo eso y más estaba pasando, el mundo entero presentaba convulsiones sociales, teníamos la experiencia previa de la primavera de Praga en enero de 1968, el movimiento de mayo del 1968 en París, la represión estudiantil en México el 2 de octubre de 1968 por el ejército mexicano, etc., millones de jóvenes nos encontrábamos en pie de lucha participando en un movimiento colectivo a escala internacional, estábamos empezando a cambiar el mundo, pero en ese momento no sabíamos que lo estábamos haciendo, sólo sentíamos que “Algo estaba pasando y no sabíamos que era”.
Debido a esas vivencias puedo confirmar que sí es cierto que hay libros que contribuyeron a cambiar nuestra percepción de la realidad social, cambiaron nuestra percepción de los demás e inclusive modificaron la percepción que teníamos acerca de nosotros mismos, ya que esas lecturas dejaron una marca en nuestra existencia porque las leímos en alguna etapa vital de nuestro desarrollo psicosocial como puede ser nuestra adolescencia, juventud e inclusive en la vida adulta, o en momentos que presentaron algún acontecimiento histórico relevante y contribuyeron de esta manera a formar nuestra personalidad psicosocial, es decir, nuestra manera de pensar, sentir y actuar.
Para hablar con lenguaje claro, quisiera definir la personalidad psicosocial como “una determinada forma de pensar, sentir y actuar que es el resultado de la interinfluencia que hemos tenido con figuras significativas en los distintos grupos sociales a los que pertenecemos o hemos pertenecido”. Sólo agregaría a esta breve definición: “y resultado también de los libros que hemos leído y la música que hemos escuchado”. En esta línea de pensamiento podríamos entonces comprender que pedir a alguien que mencione un libro que lo haya influido podría ser fácil para algunas personas, pero para otros sería una tarea muy compleja porque han sido varios libros los que contribuyeron a nuestra formación.

Algo está pasando y usted no sabe que es
He leído algunas publicaciones en facebook que piden que escribamos el título de un libro que nos haya marcado la vida y la verdad he ignorado esta petición (no porque me parezca una pérdida de tiempo ya que esta iniciativa de mencionar libros y la forma como marcaron nuestra vidas me parece mucho más productivo que publicar selfies o fotos de alimentos que consumimos), porque me colocan en una difícil posición al tener que elegir uno solo de tantos libros que he leído en mi existencia y que han dejado honda huella en mi vida personal.
Pero en un intento de participar en esta petición de nombres de libros que ejercieron gran influencia en mi persona, puedo decir que hace algunos días recibí un paquete por Correos de México (sí, leyeron bien, aún cuando no lo crean, en este año 2,020 todavía existe esta dependencia paraestatal que se llama Correos de México, es de las pocas que todavía no han desaparecido para privatizar sus servicios).
El asunto es que este paquete contenía un libro que compré y leí a la edad de 20 años en 1975 y que marcó mi existencia al ampliar la visión que tenía de la realidad social de aquella época. Este libro formó parte de mis tesoros literarios que llevé conmigo cuando viajé miles de kilómetros para estudiar psicología cargando una maleta y una caja llena de libros (del noroeste de México al sureste del mismo, es decir, de Sonora a Veracruz).
Durante mi estancia en aquel bello Estado de la república (¡sólo Veracruz es bello chico¡) este libro que recibí por servicio de paquetería se lo presté a mi amigo Manuel Emilio Ossorio Méndez (qepd) aproximadamente en el año de 1983 y al siguiente año regresé a Sonora por lo que ya no volví a ver a mi amigo, ni saber más de él hasta que me localizó 30 años después por facebook y reanudamos contacto, ahora de manera virtual y mantuvimos comunicación frecuente por este medio.
En una de nuestras charlas virtuales le informé que viajaría a Veracruz, a visitar algunos familiares tomando un vuelo de Hermosillo a la ciudad de México y del aeropuerto me trasladaría a la terminal de autobuses de oriente para tomar un camión rumbo a Veracruz. Ambos teníamos una fuerte amistad y como era de esperarse me dijo que estaría esperándome en el aeropuerto para vernos aún cuando fuera solo unos minutos y saludarnos después de mas de 30 años sin vernos.
Así sucedió efectivamente, al salir del área de pasajeros en tránsito allí estaba recibiéndome con su característica principal como todo buen jarocho: una amplia sonrisa y ojos que reflejaban alegría. Después del pertinente y prolongado abrazo fraternal se ofreció a llevarnos a mi esposa y a mí en su auto a la terminal de autobuses de Oriente para tomar un camión rumbo a Veracruz.
Pero en el trayecto mientras platicábamos como adolescentes enfiestados haciendo alguna travesura, nos invitó a mi esposa y a mí a que lo acompañáramos a su casa para pasar junto con su esposa la noche platicando, bebiendo y ponernos al día de todo lo que habíamos hecho de nuestras vidas durante los últimos treinta años que teníamos sin vernos. Para cuando respondí que dije sí aceptaba su invitación, soltó una gran carcajada y fue cuando me di cuenta de que en realidad ya estábamos en la carretera saliendo de la ciudad de México rumbo al Estado de México donde radicaba y la Estación de autobuses de Oriente desde hacía rato había quedado atrás.
En algún momento de la larga conversación que tuvimos en esas horas que compartimos en su casa y que realmente disfrutamos, se me ocurrió preguntarle por aquel libro que le había prestado hacía más de 30 años y me sorprendió cuando recibí como respuesta que todavía lo tenía pero tendría que buscarlo y que en ese momento prefería disfrutar mi compañía pero me aseguró que después me lo regresaría porque sabía que ese libro tenía un gran significado para mí, es más, hasta se comprometió a entregarlo en persona porque prometió visitarnos unos meses adelante en mi casa de Hermosillo.

Lamentablemente la muerte le sorprendió antes y no pudo cumplir su promesa de visitarnos y cuando me enteré de su muerte el libro ya no me importaba porque sentía el dolor de haber perdido a uno de los mejores amigos que he tenido en mi vida, honestamente lloré su partida porque sentía por él algo más que amistad, era como un hermano de siempre para mí y lo que más me dolía fue el haber dejado pasar más de 30 años sin haberlo buscado antes.
Mucho tiempo después de su muerte aprovechando que tengo contacto con su hijo a través de facebook, me atreví a pedirle localizara este libro y que me hiciera el favor de enviármelo, petición que hizo con prontitud y gran gentileza cumpliendo la promesa que su padre me hizo de regresar ese libro a mis manos, lo cual agradezco profundamente ¡Gracias Emiliano Ossorio¡

Cuando recibí el paquete y saqué el libro, lo primero que observé era su estado de deterioro físico, el libro venía prácticamente en dos piezas ya que se despegaron sus páginas desde la mitad del mismo. De inmediato realicé una práctica en la que me he convertido en especialista: la restauración de libros, procedí a ensamblarlo de nuevo utilizando cinta y lo dejé en condiciones de ser leído sin problema alguno.
Experimentando una doble satisfacción: recuperar este apreciado libro, tenerlo en mis manos de regreso y haberlo reparado de una manera eficiente, procedí a releer parte de su contenido y al hacerlo fue como si viajara al pasado, como si viviera lo que estaba sucediendo hace 45 años pero con toda la experiencia y conocimientos que ahora tengo a mis 64 años.
El libro del cual estoy hablando tiene un título que encaja perfectamente en los tiempos actuales: “Algo está pasando y usted no sabe que es”, este inusitado nombre del libro atrapó mi atención en los años setentas porque así me sentía en aquel entonces a mis 20 años como todos los miembros de la juventud de aquella época, los tiempos están cambiando nos decía Bob Dylan, sabíamos que algo estaba pasando en aquellos momentos de la historia, pero no sabíamos qué era.
Con la relectura del libro vinieron a mi memoria toda una serie de recuerdos de vivencias de aquellos años tan lejanos, pero en un momento dado experimenté una especie de Deja Vú al pensar que en pleno 2,020, es decir, aquí y ahora, en plena era de la información, hay millones de personas de todas las edades que están experimentando en forma permanente aquella sensación que yo tuve hace 45 años: esa sensación de que “Algo está pasando y usted no sabe que es”.
El libro en cuestión traía una fotografía provocadora, totalmente irreverente para la moral hipócrita y conservadora de aquel entonces, era la figura de un hombre semidesnudo en su portada. En la primera parte de su contenido titulada La crisis inicia con el poema Aullido de Allen Guinsberg, quien junto con Jack Kerouak, William Burroughs y Gregory Corso formarían el grupo Beat que daría inicio a la generación Beat, que tuvo enorme influencia ideológica para los jóvenes de aquella década.

La primera frase de este poema era impactante y estremecedora: “Vi a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas, histéricas y desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo...”
Este poema-denuncia social era seguido por un artículo de Erich Fromm titulado “nuestra forma de vida nos hace desdichados”, donde de manera profética define la “patología de la normalidad” vigente en aquella época, denunciando que nuestro sueño de bienestar material no conduce a la felicidad y que es solo eso, una ilusión. Retomo sólo una parte del mismo que me parece relevante: “los filósofos humanistas de los siglos XVIII y XIX opinaban que la finalidad de la vida radicaba en el pleno desarrollo de las potencialidades de la persona; lo importante era la persona que es mucho, no la que tiene mucho...Cada sociedad crea su tipo de personalidad de acuerdo a su manera de educar a los hijos dentro de la familia, sus sistemas de enseñanza, sus valores afectivos, es decir,, aquellos valores se recompensan y no solamente se predican”.
En este momento, releyendo este viejo y profético libro y utilizando una visión retrospectiva, ahora sé que no era el único en sentirse así, fuimos millones de jóvenes en el mundo entero los que sentíamos que algo estaba pasando y no sabíamos qué estaba sucediendo, sabíamos que estábamos cambiando el mundo y sentíamos que el mundo que conocíamos estaba desapareciendo, para dar lugar a un mundo diferente, pero ese nuevo mundo era desconocido para nosotros en aquel entonces.
Este mundo nuevo con una cauda permanente de cambios sociales empezó a tomar forma después de la caída del muro de Berlín, que derivó en la desaparición de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la consecuente desaparición del conflicto Este vs. Oeste, es decir, el espionaje mutuo y constantes amenazas de guerra que existía entre Estados Unidos Y la URSS. Todos estos cambios sociales se fueron sucediendo al grado de transformar la geopolítica del mundo entero y crear un mundo diferente en el cual surgió la globalización de la economía como motor principal.
Cabe mencionar que en este momento histórico que estamos viviendo en el año 2,020, vivimos la continuidad de aquella cauda de cambios sociales que iniciaron en los sesentas, se agudizaron en los setentas, arreciaron en los ochentas, se incrementaron en los noventas y en los primeros 20 años del siglo veintiuno, continúa esta imparable oleada de cambios sociales.
Una cauda de cambios sociales expresada en cambios tecnológicos, económicos, políticos, culturales, etc. La velocidad de estos cambios es tal que estamos viviendo una era de incertidumbre debido a que lo único que no cambia es la premisa de que todo está cambiando.
Pero diferencia de los años setenta, en base a mi experiencia, conocimientos y vivencias, ahora sí sé que es lo que está pasando. Comprender lo que está sucediendo me costó muchas lecturas, muchas horas sentado, leyendo, estudiando y escribiendo. Muchas vivencias y muchos años de arduo trabajo como profesor-investigador universitario, desarrollando un trabajo intelectual para poder estar en condiciones de saber qué es lo que sucede en nuestra sociedad contemporánea.
Si alguien me pregunta qué está pasando en el mundo el día de hoy, a diferencia de hace 45 años , el día de hoy tengo elementos para aportar una respuesta, una opinión como un ciudadano más, pero que está basada en décadas de experiencia como trabajador de la educación, realizando actividades como trabajador intelectual y que me permiten aportar una opinión desde mi perspectiva personal sobre lo que está sucediendo hoy en la década del 2,020.

El mundo en la era del posmodernismo
Lo que hoy está sucediendo es que nos encontramos en un momento histórico en el que estamos presenciando la emergencia de un nuevo poder mundial que funciona a la manera de un cártel de delincuencia organizada que opera a nivel internacional de acuerdo a la globalización que estamos viviendo y este es el que se conoce como poder corporativo.
Esta nueva organización que opera de manera informal y que está tomando el control de nuestro mundo está integrada por los Directivos de los grandes organismos financieros internacionales tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización de Estados Americanos (OEA), etc, quienes dictaminan las políticas financieras a nivel mundial, otorgan préstamos a países bajo condiciones que les obligan a aplicar políticas de corte neoliberal, reduciendo la estructura de los Estados-nación, desapareciendo instituciones que ofrecían servicios sociales de manera gratuita, para permitir la privatización de esos servicios en perjuicio de la población.
Junto a ellos se encuentran los directivos de las grandes corporaciones transnacionales que ante la expansión de la economía de libre mercado a nivel internacional, han creado una dictadura del mercado en la que los necesidades sociales pasan a un segundo plano y los intereses de las grandes compañías transnacionales son los más favorecidos por la globalización.
A estos directivos se han sumado Presidentes de varios países que aceptan firmar acuerdos y aplicar reformas estructurales que modifican las constituciones de sus países, a través de las cuales eliminan derechos laborales, prestaciones sociales y dejan en estado de indefensión a la clase trabajadora y población en general, todo a nombre de favorecer al mercado.
Los Presidentes y representantes de partidos políticos en las Cámaras de Legisladores de diferentes países, también forman parte de esta delincuencia organizada al obedecer las instrucciones de promover y aprobar iniciativas de leyes que desmantelan las constituciones eliminando leyes que consagraban derechos laborales y prestaciones sociales que fueron aprobadas después de grandes luchas sociales, traicionando así a quienes dicen representar en su trabajo como legisladores.
Los Gobernadores y Presidentes municipales que promueven y aceptan la corrupción en el manejo de las finanzas públicas para desmantelar el Estado y permitir la privatización de servicios públicos juegan un papel importante al traicionar a la población que los llevó al poder y actuar en contra de los intereses colectivos para favorecer a intereses privados.
Finalmente, los propietarios de los medios masivos de difusión que utilizan los mismos para distorsionar la realidad, ocultar y tergiversar la información con la intención de mantener una aceptación social de las nuevas medidas que favorecen políticas neoliberales, al criminalizar las protestas sociales y pedir castigo a quienes se atrevan a protestar por el despojo de derechos laborales y sociales.
Este es el nuevo escenario que vivimos, es la realidad actual que estamos viviendo en pleno siglo XXI, un mundo nuevo en el que la globalización y el neoliberalismo han permitido el surgimiento de una dictadura del Mercado que hace que nuestros políticos gobiernen a ciegas y de forma incondicoinal a los intereses del mercado que en última instancia es a favor de los intereses de los propietarios de las grandes corporaciones internacionales, un momento histórico en el cual la desigualdad social ha alcanzado niveles nunca antes vistos en la historia de la humanidad.
El siglo XIX presenció la caída de los reyes y el nuevo mundo tardó en construirse porque incluía desterrar el discurso religioso del discurso gubernamental y eliminar toda referencia Dios, implicaba aceptar la idea de que todos los seres humanos somos iguales y que no existía un ser superior a otro o una raza superior a las demás en un mundo en el que prevalecía la idea de la existencia de nobles y plebeyos.
El siglo XX se convirtió en el siglo de los movimientos colectivos (sindicalismo, feminismo, acción política, movimientos de liberación nacional, movimientos antibélicos, etc.), un siglo en el que a través de las luchas sociales se logró la conquista de derechos laborales, humanos y sociales que se consagraron en nuestras constituciones en cada país.
En los primeros veinte años del siglo XXI, vemos que la sociedad moderna que combinaba una sociedad industrial con desarrollo económico y tecnológico, intervenciones del Estado y progreso de la justicia social, ya se encuentra en un estado de agotamiento propiciado por el predominio de la dictadura del mercado en nuestras vidas y por la globalización de la economía que queda fuera del alcance de las instituciones políticas y sociales. Estamos viviendo la tragedia del divorcio de la economía y la política, que implica la pérdida de control de nuestras decisiones más trascendentales.
El predominio del capital financiero en nuestras vidas nos impacta al promover una desigualdad social ya que su finalidad principal es la extracción de sus propias ganancias y las necesidades sociales quedan sin apoyo gubernamental alguno porque lo social queda fuera de los objetivos financieros y gubernamentales e inclusive están ausentes del discurso de la vida cotidiana, ya que la palabra social tiende a desaparecer del mismo y es el momento en el que la economía se separa del conjunto de la sociedad y es cuando se presenta el estallido de lo social.
El Estado moderno está en una crisis sin aparente solución, enfrentando problemas locales que tienen un origen global. Desde la década de los noventas cuando surgió la globalización, los gobernantes empezaron a gobernar a ciegas, sin rumbo fijo, determinados por políticas económicas que ellos no definían, sino que eran decididas por organismos financieros internacionales y las grandes corporaciones.
Las instituciones gubernamentales perdieron fuerza y recursos, el Estado abandonó su papel de guardián del bienestar social de la población que se encontraba dentro de su territorio y se convirtió en administrador de los intereses de las grandes compañías transnacionales. Los sistemas de salud pública fueron abandonados por el sistema de gobierno, siguiendo las políticas de adelgazar al Estado para privatizar sus servicio.
El abandono del Estado de la filosofía del servicio público, se agudizó con el crecimiento de la corrupción que es una parte estructural del neoliberalismo, las instituciones estatales vieron reducidas sus finanzas y buena parte de los recursos financieros se desviaron para enriquecer fortunas personales.
En los inicios del 2,020 el mundo continuaba en plena transformación experimentando una serie de cambios sociales que iniciaron en la década de los setentas, destacando los cambios tecnológicos, políticos y económicos. La aplicación de la ciencia y la tecnología a los procesos de producción permitió generar una producción masiva cuyo ritmo de mantenimiento exigía un consumo masivo.
En los últimos años el mundo posmoderno se encontraba inmerso en una severa crisis social provocada por el mantenimiento de una producción masiva de productos y el fomento de un consumo masivo de los mismos. El mantenimiento de este equilibrio entre producción masiva y consumo masivo creaba a su vez una grave crisis económica, acompañada de una crisis política, a la cual se sumaba una irreversible crisis ecológica que amenaza la destrucción de nuestro planeta por una explotación irracional de los recursos naturales que provoca verdaderos ecocidios, mientras que el consumo excesivo genera mucha basura y contaminación generando un cambio climático que afecta a gran parte de los países del mundo entero.
El mundo se dirigía a una inevitable autodestrucción por la explotación irracional de recursos naturales por parte del sistema capitalista, analistas y científicos de la ONU pronosticaron que el mundo colapsaría en el 2,050 si se seguía manteniendo ese equilibrio entre producción masiva y consumo masivo.
El fin de la sociedad moderna
Estamos presenciando el colapso de la sociedad moderna cuyas instituciones garantizaban el bienestar social de los ciudadanos ofreciendo servicios públicos gratuitos de salud, educación, trabajo, etc. Aquella sociedad que existía garantizando una jubilación a los 60 años con el 100% del sueldo de los trabajadores, que defendía los intereses de los trabajadores, institucionalizando una jornada laboral de ocho horas durante cinco días a la semana, una estabilidad en el empleo y un salario mínimo acorde a las necesidades de las familias para poder vivir con decoro a través del trabajo.
Pero en este momento las instituciones gubernamentales han perdido contenido y sentido, se han ido debilitando gradualmente de tal forma que el Estado moderno se debilita cada vez más ante las fuerzas del mercado y con esto se avizora la manifestación del fin de una época de la historia moderna, el fin de la modernidad.
Anteriormente el Estado mantenía regulaciones ante el capital, ponía políticas que protegían en cierta medida a los ciudadanos de la voracidad de las transnacionales, pero hoy en día el capital circula libremente por el mundo entero, gracias a la globalización. Pero todo eso quedó atrás, poco a poco ha ido desapareciendo la función del Estado como garante del bienestar social, en varios países se han hecho reformas a sus constituciones para eliminar la estabilidad en el empleo, reducir sus prestaciones, eliminar los servicios de salud pública y educación gratuita, todo esto provocado por lo que se ha llamado el neoliberalismo
El Estado moderno ha ido perdiendo soberanía ante la presión de fuerzas exteriores que lo obligan a imponer políticas económicas que afectan directamente el bienestar de sus ciudadanos y favorecen al mercado. Estamos siendo testigos de un cambio en la historia que consiste en una creciente decadencia del Estado Nación que antes representaba el sueño de una nación fundada en un sistema de gobierno.
Aquello que garantizaba la unidad de una nación era la fuerza del Estado para asegurar la seguridad y el bienestar social, así como su capacidad para resolver aquellos conflictos que se fueran presentando. Pero hoy en día, la Globalización despojó al Estado de los poderes que tenía en el pasado, provocó que los beneficios que el Estado brindaba a sus ciudadanos se redujeran, fueran desapareciendo y aumentando la privatización de aquello que antes eran servicios públicos.
En estos momentos el sistema social creado por la sociedad moderna, es decir, el predominio de los Estados-nación, se encuentra agotado sin posibilidad de influir en la dinámica social por la presión del poder corporativo que vigila sus intereses, por lo que se puede decir que nos encontramos en el inicio de una nueva era en el desarrollo de la humanidad, una nueva era en la que el capitalismo industrial ha sido reemplazado por un capitalismo global, este nuevo capitalismo da nueva forma a todos los ámbitos de nuestra convivencia social al propiciar nuevas formas de comunicación, nuevas formas de consumir y pagar, al modificar el ejercicio de nuestra sexualidad al elaborar productos sexuales y la difusión del sexo virtual, etc., e inclusive al modificar la manera de producir bienes y servicios.
Asistimos al fin de la era de las sociedades basadas en el predominio del Estado sobre la economía y la política. El capitalismo global genera un divorcio entre la política y la economía, dejando a los políticos inermes ante una sociedad cambiante que está determinada por una emergente dictadura del Mercado.
Por todo lo anterior podemos decir que vivimos tiempos de mutación social y nos encontramos en un período de interregno, un término acuñado por Antonio Gramsci en su texto Escritos desde la Cárcel,con el cual describía un estado social en el que el viejo régimen ha dejado de funcionar y está desapareciendo, sus instituciones ya no funcionan y el problema se agrava porque el nuevo régimen, el nuevo mundo no termina de construirse, todavía no aparece y a diferencia del cambio de Monarquía a un gobierno de ciudadanos libres cuando tenían una idea clara del nuevo mundo, nosotros no sabemos todavía qué tipo de sociedad surgirá en el futuro, por lo que nos encontramos indefensos y en un lugar parecido al limbo social.
En el mundo que agoniza, los Estados-nación concentraban los recursos en manos de un poder central que era tan poderoso que dio impulso a la economía moderna que incluía el comercio internacional y la presencia de bancos que financiaban proyectos de desarrollo económico y el desarrollo de la industria.
Pero los cambios geopolíticos y económicos posteriores a la caída del muro de Berlín permitieron el desarrollo de la economía de libre mercado en la mayoría de los países del mundo y el surgimiento de la globalización permitió el surgimiento de la dictadura del mercado y con ello el divorcio entre la economía y la política que debilitó a los Estados-nación de tal forma que fueron presa fácil de un naciente poder corporativo que exigió la implementación de políticas de corte neoliberal que contribuyeron a debilitar aún más al estado al desaparecer instituciones gubernamentales, privatizar servicios que antes eran públicos y con ello se produjo un empobrecimiento de las poblaciones que perdieron derechos laborales y prestaciones sociales al ser reformadas las constituciones de varios países.
El mundo moderno tal y como lo conocíamos se dirigía a su inminente desaparición en la segunda década del nuevo milenio, así nos lo advertían grandes pensadores sociales cuando hablaban de El fin de las sociedades (Alan Touraine, 2,016), o cuando nos decían que vivíamos en La Sociedad sitiada (Zygmunt Bauman, ,013).
En nuestro siglo XXI el mundo moderno que inició con la destrucción de la monarquía y la instauración de la república con Estados soberanos e independientes bajo el lema de Igualdad, igualdad y fraternidad, que fue el marco en el cual se desarrolló el capitalismo con un Estado, ha perdido la igualdad social como una de sus premisas principales.
Aquel gigante descrito magistralmente por Thomas Hobbes en su libro El Leviatán, que tomaba fuerza de la unión de la ciudadanía cuyos cuerpos se mezclaban en uno solo, empieza a desmoronarse con el surgimiento de otro gigante que lo está desplazando y debilitando: El Mercado que adquirió gran poder con la globalización, el debilitamiento de los estados y la imposición de un modelo neoliberal en la mayor parte del mundo.
El mundo tal y como lo conocemos agoniza, la figura del Estado Nación ha perdido fuerza y abandonado su misión principal de proteger el bienestar social de la población, y todavía no sabemos cual será el mundo que lo sustituya.
El empoderamiento de las comunidades
En el transcurso de la segunda década del sixlo XXI, en el mundo entero existía un totalitarismo de la vida cotidiana vigente en varios países, la democracia se perfilaba como una más de las utopías que tendían a desaparecer con el sistema neoliberal y se predecía que seguiría el mismo camino que la igualdad social, la justicia y la libertad, es decir, dejaría de existir. La desigualdad social creció a principios de este nuevo milenio a niveles nunca antes vistos perjudicando a millones de personas en el mundo entero y beneficiando a sólo unos cuantos.
Esta desigualdad social es el resultado de la implementación de las políticas neoliberales que han contribuido a aumentar la desigualdad en la distribución social de la riqueza socialmente producida y con ello están contribuyendo a desterrar la idea de igualdad social en nuestra vida cotidiana a pesar de que fue una de las banderas de lucha que dieron origen al Estado moderno. La ideología promovida por el neoliberalismo consiste en señalar el hecho de que no todos somos iguales, porque el concepto de mercado desde una perspectiva mercadológica nos dice que “el mercado es el conjunto de personas que comparten deseos, expectativas y necesidades que desean satisfacer y que cuentan con los recursos económicos para demandar el producto o servicio que las satisfará”.
Desde esta perspectiva no todos somos parte del mercado porque la pobreza y el desempleo han crecido y millones de personas podrán compartir necesidades, deseos y expectativas, pero si no cuentan con recursos económicos no podrán adquirir los productos que satisfarán esas necesidades. Los seres humanos pierden la igualdad social en el neoliberalismo ya que promueve una ideología individualista y competitiva, a mismo tiempo que tiene como prioridad la maximización de las ganancias sin importar las necesidades sociales y con ello ayuda a la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, mientras que millones de personas son empujadas a vivir en condiciones de miseria.
El desmantelamiento del Estado, la desaparición de las instituciones públicas por la implementación de políticas neoliberales que buscaban privatizar todo tipo de servicios y el incremento de la desigualdad social con un aumento considerable de la población viviendo en condiciones de pobreza, provocó una oleada de revueltas en varios países que dejaban ver que a nivel internacional se levantaba un gran descontento social a través de la rebelión de las masas empobrecidas que se oponían a la violación de sus derechos y a un mayor empobrecimiento en sus condiciones de vida.
Primero fue el pueblo mexicano quien en en el año 2,018, logró un cambio electoral sin precedentes al lograr derrotar a las fuerzas del Pri y del Pan, pilares del prianismo que mantuvieron durante décadas una dictadura perfecta, entregando los recursos de la nación al capital privado nacional y extranjero, manteniendo bajo control policiaco a la población mientras los políticos se enriquecían con sus prácticas de corrupción. El hartazgo logrado por una serie de injusticias, innumerables fraudes y un sinnúmero de actos de corrupción motivó a más de 30 millones de mexicanos a dar su voto electoral a un nuevo partido encabezado por Andrés Manuel López Obrador, quien contendía por tercera ocasión por la sucesión presidencial.
El triunfo electoral de López Obrador y del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que participaba por primera vez en una contienda presidencial, repercutió en el ámbito internacional al demostrar en los hechos que la democracia se construye a partir de la acción organizada de millones de personas. Este triunfo de la democracia electoral fue un respiro, una verdadera bocanada de aire fresco en el ámbito internacional dominado por un totalitarismo que permeaba en la vida cotidiana de varios países.
Después de México fuimos testigos del levantamiento popular en Ecuador donde una mayoría de población indígena se opuso a un paquete de medidas antipopulares, logrando dar marcha atrás a su implementación y sentando en la mesa del diálogo a representantes del gobierno con líderes populares e indígenas.
Le siguió el ejemplo el pueblo chileno, cuna del neoliberalismo y con la terrible experiencia de haber tenido un sangriento golpe de Estado, misma que no le impidió al pueblo chileno manifestarse en las calles.
El golpe de Estado en Bolivia orquestado por el poder corporativo a través de la OEA, recibió el rechazo del pueblo boliviano y de la opinión pública internacional, pero no fue suficiente para impedir que la bota militar oprimiera estas manifestaciones de protesta y consolidar una dictadura militar de corte religioso y racista en contra del pueblo indígena boliviano.
Vientos de cambio soplaban en el ambiente internacional cuando de repente, el mundo cambió drásticamente con el surgimiento de la pandemia del corona virus que obligó a paralizar el sistema capitalista en prácticamente todo el mundo.
A manera de conclusión
Cuando impartía los seminarios y cursos a estudiantes de Psicología de la Universidad de Sonora, acostumbraba iniciar cada semestre lectivo describiéndoles las características de la sociedad contemporánea. Empezaba diciéndoles que nos encontrábamos en un momento de la historia en la que la característica principal de nuestra sociedad es que nos encontrábamos bajo una cauda de cambios sociales ya que todos los días enfrentábamos cambios económicos, políticos, tecnológicos, culturales, etc., que no podíamos enfrentar las nuevas situaciones con las mismas respuestas que habíamos dado en el pasado porque éstas ya no funcionaban en el nuevo escenario social.
La dinámica de cambios sociales que estábamos viviendo era tal que nos encontrábamos en una situación en la que lo único que no cambiaba era la premisa de que todo estaba cambiando. Los cambios que estábamos viviendo generaban un ambiente social de incertidumbre que nos impedía saber lo que pasará al día siguiente por lo que les decía que la clave del éxito en estos tiempos de cambios que generaban gran incertidumbre social se encontraba en nuestra capacidad de desarrollar nuevos comportamientos que nos permitieran adaptarnos y enfrentar con nuevos comportamientos los nuevos retos que surgían con estos cambios sociales.
Estos nuevos comportamientos debían ser el desarrollo de nuestras habilidades sociales para lograr un adecuado autoconocimiento, el conocimiento científico de nuestra realidad social y el aprendizaje de una gran bagaje teórico que nos permitiera diseñar adecuadas estrategias de intervención psicológica en los individuos, grupos, organizaciones y comunidades que conforman nuestra sociedad.
De manera un tanto ingenua definía a la globalización como la apertura de las fronteras y eliminación de aranceles para permitir el libre paso de las mercancías en nuestros países, con lo cual las grandes empresas transnacionales venían a nuestros países a competir con las organizaciones mexicanas en una competencia desleal y desigual, ya que las transnacionales venían con mayor tecnología, personal más capacitado y con mayores recursos financieros que les permitían sostener una guerra de precios con las empresas latinoamericanas que por lo regular, la mayoría de las empresas en nuestro país eran micro, pequeñas o medianas empresas que no contaban con capital suficiente, personal capacitado o recursos tecnológicos los cual estaba provocando la desaparición de miles de empresas en nuestros países.
Al mismo tiempo en diversos países se observaba un crecimiento inusitado de la desigualdad social ya que aumentaba el número de personas que eran empujados a vivir en condiciones de pobreza y miseria. Todo este cuadro social representaba una demanda social de ayuda psicológica planteada de manera implícita y explícita por millones de personas que veían como bajaba el nivel de calidad de sus vidas.
Con el paso de los años mi discurso formativo fue cambiando de tal forma que de la exhortación a desarrollar nuevos comportamientos para enfrentar los cambios sociales, pasé a explicitar la necesidad de formarnos como verdaderos agentes de cambio social y cambiar la historia asumiendo nuestra identidad como sujetos históricos para responder a la demanda social de ayuda expresada en forma explícita e implícita por millones de personas que vivían en condiciones de pobreza, miseria y marginación, de construir una sociedad donde realmente existiera la igualdad, la justicia y la democracia social.
De manera frecuente les insistía en la toma de consciencia de que vivíamos en un mundo en el que los contrastes de poder y riqueza aumentaban constantemente y que su presencia en las aulas universitarias debían considerarlo como un privilegio porque millones de jóvenes mexicanos no pudieron ingresar a las universidades y que tenían frente a ellos un gran compromiso social con nuestras comunidades por haberse formado profesionalmente en una Universidad pública ya que el pueblo pagaba su educación.
El día de hoy me encuentro con dos cambios de gran relevancia que cambian mi apreciación de la situación en la que nos encontramos.
En primer lugar, la presencia de la pandemia del covid-19 que vino a cambiar el escenario social al paralizar el funcionamiento del sistema capitalista mediante un apagón total que ayudó a evidenciar la enorme desigualdad social en la que nos encontramos, una desigualdad que era invisible para la mayoría, ya que actuaba de tal forma que con su indiferencia ante el sufrimiento ajeno contribuía a invisibilizar la pobreza y el sufrimiento ajeno, pero que hoy es evidente al ver que tan sólo unos cuantos tenemos oportunidad de guardar cuarentena porque una gran mayoría tiene que salir de casa para obtener los alimentos diarios.
Al mismo tiempo esta pandemia nos exhibe las condiciones de explotación en la que trabajan millones de trabajadores en ambientes de explotación laboral que se caracterizan por el pago de bajos salarios, largas jornadas, ausencia de prestaciones sociales e inestabilidad laboral.
En segundo lugar, debo decir que mi labor como docente concluyó hace año y medio debido a que me otorgaron la jubilación como Maestro de tiempo Completo en la Universidad de Sonora, por lo que ya no tengo contacto con mis alumnos y los objetivos que persigo con mi labor de escritor ya no son de índole académico, sino que se han transformado en objetivos políticos en el sentido de que llamo abiertamente a incrementar la participación social para lograr una verdadera transformación social de la realidad en la que vivimos.
Creo que los educadores, académicos, científicos e intelectuales debemos manifestar nuestro compromiso social de una manera más abierta porque los tiempos exigen una definición política en momentos en los que se presiona para volver a una normalidad social que desde una perspectiva científica sabemos que aquella normalidad que existía antes del covid-19 no regresará jamás.
El sistema capitalista se encuentra dentro de una crisis de carácter irreversible debido a que se basa en la lógica de producción masiva y consumo masivo. Esta dinámica era la que nos estaba llevando a la destrucción de nuestros recursos naturales reservas ecológicas y ecosistemas, así como a la explotación irracional de la clase trabajadora. La nueva realidad social que surja después del covid-19 debe ser una realidad distinta a aquella que nos estaba llevando a la autodestrucción de nuestro planeta y de nuestras vidas como seres humanos.
La vida de los seres humanos es mucho más importante que las ganancias que puedan recibir los propietarios de los medios de producción. Salvar la economía debe ser un elemento secundario debajo de la prioridad número uno que debe ser el cuidar de la salud pública y evitar más muertes por covid-19.
El cambio social no debe limitarse a un cambio electoral ni continuar con el sistema de democracia representativa, debemos educar a la población para que contemple la necesidad de participar en política y la manera de hacerlo es evidenciar el vínculo existente entre lo público y lo privado. Debemos vincular la idea del cambio social con la noción del cambio individual, para cambiar el sistema social se requiere de una revolución de nuestras consciencias que nos permita ver la necesidad de cambios individuales y cambios estructurales.
Debemos clarificar el vínculo existente entre las luchas de las feministas, grupos de liberación homosexual y lesbianas, grupos ecologistas, grupos indígenas, grupos políticos, etc., con las luchas de los trabajadores organizados en sindicatos. La lucha política no necesariamente debe llamarse política, es suficiente con luchar por derechos humanos, derechos sexuales o derechos ciudadanos o derechos laborales. Todas estas luchas tienen en común el enfrentamiento que tendrán tarde o temprano con políticas neoliberales que intentan lograr una maximización de sus ganancias.
Por todo lo anterior se requiere de un alto grado de participación de la comunidad científica y miembros de nuestras comunidades para discutir acerca del nuevo sistema social que regirá una vez que salgamos del confinamiento voluntario, debemos tener presente que la pandemia y las medidas de control sanitario pueden servir de pretexto para la implementación de medidas de control social que no obedezcan criterios médicos sino más bien objetivos políticos, por lo que debemos educar a la población acerca de la necesidad de incrementar su participación social en la discusión de problemas colectivos para generar acciones colectivas que contribuyan a su solución.
Por ese motivo debemos formarnos como agentes de cambio social cada uno de nosotros, tanto académicos como intelectuales, artistas y ciudadanos en general para contribuir con nuestra participación individual en movimientos colectivos al diseño de la nueva realidad social, de tal forma que podamos recuperar todos los derechos que perdimos por la voracidad del poder corporativo y lograr un cambio social hacia una sociedad donde exista realmente una igualdad social, una justicia social y sobre todo una democracia participativa en la que todos los integrantes de nuestra sociedad percibamos la importancia de la participación en política y dejemos de darle el paso libre a los llamados políticos para que retomemos el control de nuestros gobiernos y podamos construir un verdadero poder popular que se oponga al poder corporativo.
El pueblo mexicano ya dio un gran paso en la construcción de la democracia electoral, ahora debemos seguir adelante con nuestra participación social para construir una verdadera democracia social en la que la relación entre Estado y ciudadanía se consolide en base a una simetría del poder en la que ambas partes se vean de igual a igual, esto sólo lo lograremos al empoderarnos a través de la democracia participativa.


1.- Bauman, Zygmunt: Modernidad líquida. Fondo de cultura económica, México, 2,017

2.- Bauman, Zygmunt: La globalización. Consecuencias humanas. Fondo de Cultura Económica. México 2,017

3.- Bauman, Zygmunt: El fin de las sociedades. Fondo de Cultura Económica. México, 2,016

4.- Fromm, Erich y otros: Algo está pasando y usted no sabe que es. Editorial Futura Buenos Aires, 1976

5.- Lipovetsky, Gilles: De la ligereza: Hacia una civilización de lo ligero. Ed. Anagrama. Colección Argumentos 501. Ciudad de México, 2,018https://beeg.com/

7.- Lipovetsky, Gilles: El imperio de lo efímero:La moda y su destino en las sociedades modernas. Editorial Anagrama. Colección compactos 347. Barcelona, 2,013
8.- Lipovetsky, Gilles: La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Editorial Anagrama, Colección compactos 324. México, 2,017

9.- Lipovetsky, Gilles: La felicidad paradójica. Esnsayo sobre la sociedad del hiperconsumo. Editorial Anagrama. Colección compactos 529. Barcelona, 2013

10.- Touraine, Alan: Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy. Editorial Paidos 2,005

11.- Touraine, Alan: El fin de las sociedades. Fondo de Cultura Económica. México. 2,016

12. Yescas, Oscar: El club de los privilegiados

13.- Yescas, Oscar: Psicología, consumo y alienación
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/psicologia-consumo-y-alienacion.html

14.- Yescas, Oscar: El Dios Mercado, la nueva religión en el siglo XXI.
15.- Yescas, Oscar: La revolución ecuatoriana
16.- Yescas, Oscar: Golpe de Estado en Bolivia
17.- Yescas, Oscar: Chile, de nuevo la pesadilla
18.- Yescas, Oscar: Sabe usted qué es el neoliberalismo?
19.- Yescas, Oscar: El Agente de cambio social
20.- Yescas, Oscar El Leviatan mexicano











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