sábado, 22 de mayo de 2021

 

Colombia: rebelión juvenil contra el autoritarismo neoliberal

Oscar Yescas Domínguez

21 de mayo del 2,021

Colombia: rebelión juvenil contra el autoritarismo neoliberal

Introducción

Antecedentes

El turno de Colombia

Conclusiones


Introducción

Es una jungla afuera” era el tema musical de una serie de televisión de nombre Monk, que trataba de un detective germofóbico que tenía problemas de contacto social, la letra de la canción decía: “hay una jungla ahí afuera, desorden y confusión en todas partes, a nadie parece importarle...” y la situación actual a nivel mundial me recuerda esa melodía porque la verdad el mundo contemporáneo se presenta como una jungla en la que se requiere luchar para sobrevivir porque vivimos una especie de Darwinismo social ya que nada es gratis en esta vida.

Las redes sociales se han convertido en las principales fuentes de información y a través de ellas nos enteramos de acontecimientos que se presentan en todas partes del mundo. También en redes sociales encontramos opiniones de todo tipo sobre estos acontecimientos nacionales e internacionales. De repente, surgen especialistas en todos los temas que actúan como opinólogos subiendo comentarios que reflejan un gran desconocimiento del tema del cual están hablando y contribuyen a generar más confusión. Vivimos tiempos de convulsiones sociales en varios países y para comprender qué es lo que está sucediendo en el contexto internacional, necesitamos utilizar un enfoque sistémico, integral holístico que nos permita visualizar la sociedad contemporánea como un sistema social que está integrado por diferentes subsistemas que están en estrecha interdependencia e interinfluencia, de tal forma que lo que afecta a un subsistema, afectará al conjunto del sistema social, o sea a la sociedad en su conjunto.

Esta interdependencia la vimos con claridad cuando se presentó la pandemia del covid-19, no lo entendimos al principio, tardamos en reaccionar, observamos que en el otro lado del mundo, en un país alejado a miles de kilómetros de distancia de donde vivimos: en China, la gente comenzaba a enfermarse y a morirse por un virus desconocido hasta el momento. Poco a poco, esa enfermedad se fue extendiendo, salió de las fronteras de China y afectó a los países cercanos y con ello el número de gentes que fallecían crecía rápidamente y los hospitales se llenaban de personas contagiadas de una enfermedad desconocida.

Pero seguíamos observando desde la distancia, pensando que jamás nos pasaría aquella horrible situación, porque siempre tendemos a pensar que las cosas malas les pasan a otras personas por alguna razón, pero no a nosotros, porque nosotros “somos gente buena”. Mientras la enfermedad mortal que estrenaba el nombre del virus de covid-19 se extendía a más países y llegaba a Europa sembrando el terror con escenas de hospitales saturados, médicos agotados, los gobiernos de los países que viven en el continente americano (que somos muchos por cierto ya que algunos tienden a pensar que América es Estados unidos), seguían sin reaccionar y mientras los gobiernos de los países afectados por la pandemia ordenaban un confinamiento obligatorio para disminuir la movilidad social restringiendo la libertad de movimiento como medida de contención de la pandemia, en los países de América seguíamos con nuestras rutinas disfrutando de nuestras libertades individuales, sin saber que el virus ya estaba en nuestro continente llegando de múltiples formas porque la globalización nos acercó demasiado y el contacto entre los países del mundo entero se incrementó por lo que de un día para otro nuestros hospitales ya estaban enfrentando la pandemia del covid recibiendo una gran cantidad de gente enferma.

La pandemia del covid nos enseñó varias cosas, primero: veíamos al mundo sin darnos cuenta de que la leyenda que aparece en el espejo lateral derecho de los automóviles es cierta: los objetos en el espejo están más cerca de lo que aparentan. Traduciendo: en el mundo contemporáneo, gracias a la globalización los países lejanos están más cerca de lo que aparentan. Gracias a la globalización el mundo es más pequeño y la tecnología redujo las distancias de tal forma que a través de redes sociales podemos lograr un impacto en varios puntos distantes de nuestro país. La pandemia nos demostró que nuestro comportamiento individual tiene un impacto sobre las demás personas, porque tenemos una estrecha interdependencia e interinfluencia con los habitantes del mundo entero, lo que permite que lo que suceda al otro lado del mundo, nos afectará tarde o temprano.

Segundo: en nuestra sociedad existe una enorme desigualdad social, la pandemia nos enseñó que quedarse encerrado en casa, sin salir durante meses enteros para prevenir contagios, es un privilegio de clase que no todas las personas pudieron disfrutar. Hay millones de personas en el mundo entero que tienen que salir para trabajar y conseguir comida, es decir, vivimos en un mundo en el que existe una enorme desigualdad social, hay una inmensa población mundial viviendo en condiciones de precariedad, teniendo una vida que no pueda llamarse vida ya que se limitan a sobrevivir, mientras que un porcentaje reducido de la población acumula una riqueza escandalosa e inmoral porque está basada en el sufrimiento colectivo.

La expresión “Es una jungla ahí afuera” permite describir un escenario de una terrible desigualdad social que afecta a millones de personas quienes viven sufriendo diariamente una violación sistemática de sus derechos humanos y esta desigualdad social crece día a día y llega al extremo de matar literalmente a miles de personas por causas desnutrición, por enfermedades que pudieron haber sido superadas si esas personas tuvieran dinero para pagar atención médica, alimentos o comprar medicinas. Esta misma desigualdad social es la causa de la inseguridad pública que afecta a millones de personas que viven con el diario temor de ser víctimas de asaltos al salir de sus casas. Por estas razones se puede afirmar que en el capitalismo salvaje que estamos viviendo, la desigualdad social genera un sufrimiento colectivo de millones de personas que viven en condiciones de pobreza, miseria y exclusión social, mientras unos cuantos se enriquecen cada día más.

Con mi mente inmersa en estas reflexiones mientras escribo y escucho “canción para un niño de la calle” de Mercedes Sosa en la que hace la denuncia del problema que se observa en la mayoría de ciudades latinoamericanas, donde hay presencia de niños sin hogar deambulando por las calles, mendigando, limpiando vidrios de autos, vendiendo dulces, o pidiendo ayuda, de manera inevitable empiezo a sustituir en mi mente la letra original de esa canción por otra que en mi mente dice: “A esta hora exactamente hay miles de jóvenes en la primera línea de las barricadas en varias ciudades de Colombia que están arriesgando sus vidas para defender sus derechos humanos y los intereses de sus comunidades”.

Esta asociación me sale de forma natural porque la verdad, después de más de tres semanas de paro nacional en Colombia, ya es imposible ignorar el llamado de ayuda a la comunidad internacional hecho por miles de jóvenes colombianos que mediante el uso de redes sociales e internet denuncian que la policía Colombiana está realizando una sistemática y brutal represión policiaca, cometiendo una serie de violaciones a los derechos humanos de quienes están participando en un paro nacional que comenzó el 28 de abril y que se ha extendido por más de tres semanas y que todavía no se vislumbra posibilidad alguna de solución al problema.

Debo mencionar también que en estos últimos días los ojos del mundo entero realizan un movimiento pendular en dos puntos geográficos en el que se están violando descaradamente los derechos humanos: Colombia y Palestina. Por motivos de economía de espacio, centraré mi atención en estas líneas solamente en el caso de Colombia, sin que esta delimitación signifique en ningún momento indiferencia alguna de mi parte hacia el genocidio que realiza Israel en contra del Pueblo Palestino. Curiosamente en redes sociales no veo a los opinólogos que inundaron redes sociales con sus análisis sobre la pandemia y la forma que utilizó el gobierno mexicano para combatirla y tampoco veo opiniones sobre lo que está ocurriendo en Colombia. Por estos motivos es que decidí escribir estas líneas en solidaridad con el pueblo Colombiano que está recibiendo una feroz embestida de su gobierno y una brutal represión por parte de la policía colombiana.

En el caso de Colombia estamos viendo una expresión particular de una creciente rebelión popular que está creándose en varios países en contra de la implementación de medidas neoliberales que las grandes corporaciones intentan imponer en varios países del mundo especialmente en Latinoamérica, el poder corporativo está utilizando su poder económico para corromper al poder político en los gobiernos de Latinoamérica y lograr que cada país acepte implementar reformas a sus constituciones para eliminar derechos laborales, servicios médicos y prestaciones sociales, para proceder a la privatización de los servicios que antes eran públicos y así asegurar las condiciones que les permitan continuar maximizando su beneficio económico.

En ese contexto vale recordar el tentador slogan que promueve el turismo en Las Vegas, aquel Estado de la Unión Americana que dice “Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”. Porque parafraseando ese slogan, podría decir, “Lo que pasa en Colombia, no se quedará ahí, se extenderá a otros países”. La rebelión popular que hoy vemos en Colombia, tarde o temprano se replicará en otros países latinoamericanos que enfrentan la implementación de reformas en sus constituciones que al eliminar derechos laborales y prestaciones médicas y sociales, contribuyen a aumentar la desigualdad social porque generan una mayor precariedad en las condiciones de vida de millones de personas. El Paro Nacional en Colombia que inició el 28 de abril no es la causa de la crisis que enfrenta el pueblo Colombiano, en realidad este Paro Nacional es la respuesta a la crisis económica, política y social que se vive en ese país, ya que forma parte de un sistema económico y político del cual formamos parte todos los países de Latinoamérica, el sistema capitalista neoliberal que está inmerso en una profunda crisis que nos conduce hacia nuestra propia autodestrucción y a la destrucción de nuestro medio ambiente.

Este sistema social que es excluyente en la medida que genera desigualdad social y margina a un grueso de la población que vive en condiciones de precariedad y no pueden formar parte del equilibrio social basado en una producción masiva y un consumo masivo. Estamos siendo testigos de la rebelión de una juventud Colombiana que grita “Nosotros también existimos” y se niegan a continuar viviendo en mayores condiciones de precariedad, se levantan a combatir arriesgando sus vidas porque en realidad no tienen mucho que perder, porque en realidad no tienen nada, sólo se tienen a sí mismos y han descubierto la enorme fuerza y poder que pueden construir al actuar en forma organizada, colectiva y unida.

Antecedentes

Los antecedentes de lo que está sucediendo en Colombia se encuentran fuera de sus fronteras porque el origen de este problema es la crisis del capitalismo neoliberal que intenta cargar el peso de la crisis económica en las espaldas de los trabajadores y ciudadanos, el neoliberalismo intenta eliminar lo público y convertirlo en privado, es decir, eliminar la función del Estado-Nación como guardián del bienestar social de su población, adelgazar al Estado eliminando instituciones que ofrecen servicios públicos, reformar las constituciones y privatizar los servicios que antes eran públicos para garantizar la maximización del beneficio económico que obtienen las grandes corporaciones transnacionales en sus operaciones en cada país. Esto ocurrió antes en México cuando Felipe Calderón mediante el uso de la fuerza policiaca y la corrupción del Gobierno y los legisladores mexicanos, logró la aprobación de una Reforma laboral que implementó en el 2,012, que eliminó la jornada laboral de 8 horas, la estabilidad en el empleo y condenó a un futuro de incertidumbre laboral a generaciones enteras de trabajadores mexicanos que el día de hoy sufren con trabajos mal pagados, horarios prolongados y ausencia de estabilidad en el empleo. En aquel entonces fue insuficiente la resistencia que presentaron miles de trabajadores que rodearon el edificio del Congreso de la Unión exigiendo la no aprobación de esa reforma, porque la policía mexicana fuertemente armada impidió el acceso de los protestantes y reprimió con fuerza las protestas.

Pasó también en México con la Reforma energética que impuso a través de la fuerza Enrique Peña Nieto que permitió la venta de recursos energéticos y parte de las operaciones de Petróleos Mexicanos (PeMex) al capital privado. Intentaron hacer lo mismo con una Reforma educativa pero la resistencia y combatividad de los maestros mexicanos durante tres años, impidió su implementación.

Sucedió también en el 2,019 cuando en Ecuador intentaron imponer un paquete de reformas económicas que agravaban las condiciones de vida del pueblo Ecuatoriano que se lanzó a las calles y enfrentó a la policía de su país, logrando detener esas medidas que los conducían a una mayor precarización en su condiciones de vida. Pasó también en ese mismo año en Chile la capital del neoliberalismo mundial, cuando el gobierno chileno intentó imponer un aumento en el costo del boleto del Metro, el transporte colectivo de la capital chilena y la juventud chilena se rebeló en contra de esta medida y los enfrentamientos entre jóvenes chilenos y miembros del cuerpo de Carabineros (los famosos “pacos” o policías chilenos), subieron de intensidad y se extendieron a otras ciudades chilenas, logrando al final detener ese incremento al pasaje urbano.

Es el mismo esquema que se sigue en varios países, las grandes compañías internacionales utilizan su poder económico para doblegar al poder político en turno en cada país, para implementar reformas en sus constituciones de tal forma que la riqueza social producida por la clase trabajadora se distribuya en forma cada vez más desigual, porque lo que están haciendo es hacer más ricos a los ricos y crear una mayor cantidad de personas viviendo en condiciones de pobreza debido a la desigualdad social que se genera al forzar e los Estados nación a eliminar derechos y prestaciones contempladas en sus constituciones y aumentar los impuestos a la mayoría de la población.

El turno de Colombia

Eso es lo que está sucediendo en Colombia, el intento de imponer una Reforma tributaria (fiscal) que pretendía aumento de impuestos en un porcentaje más alto a quienes perciben sueldos más bajos y un aumento de impuesto menor a quienes perciben sueldos más altos. Sin embargo, esta reforma no contemplaba a las grandes corporaciones, no importó que al igual que en varios países Latinoamericanos, las grandes empresas en Colombia no pagan impuestos, utilizan grandes cantidades de recursos naturales, pero no pagan impuestos. Pero el Presidente Colombiano Iván Duque cometió el error de elegir el momento más inoportuno para tratar de imponer esta reforma tributaria: después de más de un año de pandemia del covid que obligó al confinamiento masivo y al cierre y quiebra de más de 500 mil negocios, por lo que la cifra del desempleo aumentó en un país donde casi cerca de la mitad de su población se dedica al empleo informal y el aumento de impuestos contemplado en esa reforma contribuiría a un mayor empobrecimiento de la población.

Pero esta receta neoliberal que se intenta imponer en varios países a nivel global, encontró una fuerte resistencia en Colombia protagonizada por nuevos actores sociales que son los jóvenes marginados de los barrios más pobres de las ciudades Colombianas que emergieron desde la precariedad de sus condiciones de vida para oponerse a esta reforma dando grandes muestras de organización comunitaria y han enfrentado durante las últimas tres semanas a los cuerpos policiacos que respondieron con el uso de armas de fuego disparando a multitudes de jóvenes que se manifestaban en forma pacífica, usando tanquetas y equipo bélico de alta tecnología, deteniendo manifestantes, violando a jóvenes colombianas detenidas y desapareciendo a un número indeterminado.

Esta represión brutal despertó la indignación de otros sectores de la población como los indígenas que viajaron a la ciudad de Cali en varios camiones para apoyar a los manifestantes, pero en su camino se tropezaron con vehículos de familias ricas que llevaban guardias armados que por motivos no esclarecidos del todo, desenfundaron sus armas y dispararon en contra del grupo de indígenas dejando muertos y heridos. Otro incidente que alimentó aún más la rebeldía y la participación ciudadana en las protestas y en el paro nacional, fue la detención y violación masiva por parte de la policía del ESMAD, de una joven de 17 años que estaba filmando la actuación represiva de dicho cuerpo, dicha joven fue liberada y antes de suicidarse denunció las agresiones sexuales de que fue objeto por parte de la policía.

Quienes lideran las protestas y mantienen guardia en calles con barricadas, son los llamados muchachos de “primera línea”, jóvenes que han improvisado escudos de lámina, plástico o de barril para proteger ciertos puntos de entrada a barrios comunitarios en escenas que hacen recordar las luchas de los guerreros vikingos, porque utilizan sus escudos en forma similar, avanzando unos metros y arrodillándose protegiéndose con escudos, viene otra línea de jóvenes detrás de ellos y coloca sus escudos por encima de sus cabezas y se protegen mutuamente mientras combaten cuerpo a cuerpo contra policías armados con uniformes de combate que protegen todo su cuerpo, cascos y caretas que protegen sus cabezas y rostros, mientras que los jóvenes sólo usan escudos, palos, piedras y telas cubriendo sus rostros.

Es una lucha realmente desigual que según comentaba el Director de Canal 2 de Cali, Colombia José Tejada que reportea en persona desde el lugar de los enfrentamientos realizando una excelente labor de periodismo actuando como “corresponsal de guerra”, es una lucha de “picapiedra contra Terminator”, jóvenes colombianos participan en enfrentamientos en una lucha totalmente desigual, usando hondas lanzando piedras y palos contra una policía fuertemente armada que utiliza francotiradores policiacos que disparan a la multitud, tanquetas que lanzan fuertes chorros de agua contra manifestantes, estrenan un arma llamada Venom que lanza 30 casquetes cargados con perdigones que estallan y provocan heridas en los jóvenes, algunos de ellos han perdido sus ojos por el uso de esta arma. Utilizan un aparato inhibidor de señales de wifi y de internet para dejar incomunicados a los jóvenes y que no puedan usar internet para transmitir en vivo los combates o participar en redes sociales. Estos policías disparan sus armas de fuego a manifestantes desarmados que se protegen con escudos de fabricación casera, enfrentando a policías montados en motocicletas que actúan en grupo para disparar, golpear, detener a quienes se cruzan en su paso.

Quienes están protestando no son jóvenes universitarios, son jóvenes que han sido excluídos del progreso social, que no tuvieron oportunidades de educación, no tienen opciones de empleo, son aquellos que apodaron la generación nini, pero no estudian ni trabajan porque no tienen oportunidad de educación ni oportunidad de empleo, son los desocupados, quizá muchos de ellos fueron niños de la calle, no están vinculados a ningún tipo de organización, son parte de los que Zygmunt Bauman denominó “consumidores defectuosos” que no tienen capacidad de compra por no tener ingresos y que no tienen nada qué perder, por lo que arriesgan sus vidas encabezando una rebelión en Colombia, manejando un discurso claro y profundo que denuncia la profunda desigualdad social en la que han estado sometidos por un sistema social excluyente.

No esperan nada regalado, sólo piden oportunidades de estudio, opciones de capacitación para formarse e incorporarse al mercado laboral y que las ofertas de trabajo no contengan sueldos precarios, sino que sean suficientes para mejorar sus vidas individuales y las condiciones de vida en sus comunidades. Estos jóvenes enfrentan a un gobierno que se niega a escucharlos, que ha ordenado utilizar toda la fuerza policiaca para despejar las calles, que quiere eliminar las barricadas que bloquean el paso de vehículos y desea acabar con las protestas cuanto antes. La dureza y brutalidad policiaca sólo ha encendido más la llama de la indignación y de la rebeldía que se extiende cada vez más por el territorio Colombiano.

Más de tres semanas de movilizaciones, protestas y represión policiaca y la situación lejos de vislumbrar alguna solución, empeora porque aumenta el número de muertos, heridos, desaparecidos y jóvenes violadas por elementos policiacos. Pareciera ser que la actuación del gobierno en estos días de paro en varias ciudades colombianas, busca que las protestas aumenten, que el país se incendie para crear las condiciones y formar una dictadura o se dé un golpe de Estado.

Estos muchachos que están gritando “nosotros también existimos, también tenemos voz e ilusiones” no están solos, porque pertenecen a las comunidades en donde están protestando y sus vecinos los conocen y apoyan , es común ver a familias completas participando en las protestas, padres acompañados de sus hijos o que apoyan a sus hijos en las guardias nocturnas que realizan, que es la hora en que la policía acostumbra atacar, bajo el manto de la oscuridad como ladrones o asesinos. En estas condiciones, la percepción popular ve a los jóvenes, principalmente a los de “primera línea” como los héroes de sus comunidades y no dudan en participar en acciones comunitarias, realizando “ollas comunitarias”, es decir, cocinas comunitarias donde cada vecino aporta ingredientes en forma individual para cocinar comida para centenares de personas.

Este es otro elemento que le da un carácter único a la revuelta Colombiana, la participación comunitaria, donde los los integrantes de los barrios, sin importar edades, se unen a las protestas y ven la luchas de los muchachos como una lucha propia. Se ha fortalecido el sentimiento de pertenencia a las comunidades y en un sentido contrario, ha crecido el rechazo a la policía y al gobierno Colombiano, ya que reprueban el comportamiento de ambos en la represión a las protestas pacíficas de la juventud colombiana. En estos días, los vecinos que ven a policías acercarse a las comunidades huyen y se esconden y si algún joven es perseguido por policías en sus motocicletas que ingresan por grupos a los barrios de las comunidades, es común que la puerta de alguna casa habitación se abra para darle refugio al perseguido y se cierre cerrando el paso a los policías.

El Estado Colombiano se está derrumbando, las instituciones fallan en su misión de proteger a la ciudadanía Colombiana, los partidos políticos están inmersos en una crisis de credibilidad, rodeados de acusaciones de corrupción, los cuerpos policiacos, lejos de proteger están reprimiendo a los manifestantes, secuestrando jóvenes, torturándolos, violando mujeres y asesinando jóvenes. La inconformidad y la rebeldía crece porque aparentemente no hay poder que detenga la violencia del Estado Colombiano en contra de su propia gente.

Es en verdad imposible permanecer indiferente ante las brutales imágenes de policías fuertemente armados disparando a civiles desarmados que se manifestaban en forma pacífica en diferentes ciudades de Colombia. La facilidad de acceder a través de mi computadora a los diferentes grupos que utilizan internet para informar en vivo de lo que está pasando me empuja a brincar de sitio en sitio y en todos están dando la misma información: Grupos de seguridad de familias ricas en Cali, Colombia dispararon a contingente de indígenas que llegó a Cali para apoyar el paro del pueblo de esa ciudad, comparten videos de policías en motocicleta disparando contra grupos de manifestantes, principalmente jóvenes desarmados, aumenta el número de heridos y se refugian en la Universidad del Valle y las ambulancias no llegan para atender a quienes necesitan auxilios médicos, una vecina que difunde un video de una bodega denunciando que patrullas policiacas han estado llevando a jóvenes detenidos a ese lugar y sugiere que si alguien no encuentra a un familiar cercano, probablemente esté detenido en ese lugar de detención clandestina. La solidaridad empieza a tomar presencia en el ámbito internacional: el juez Baltazar Garzón advierte a Iván Duque que no cometa el error de Pinochet porque será llevado a la justicia internacional, ciudadanos Colombianos que residen en la Ciudad de México se manifiestan a favor del paro, la situación es incendiaria literalmente y no hay quien detenga la masacre en contra de jóvenes, adultos, indígenas y todo el pueblo Colombiano que decidió terminar con el silencio y alzar su voz de protestas.

Las protestas por el intento de imponer una Reforma Tributaria ya quedaron atrás, se detuvo esa Reforma, pero ese intento fue la chispa que encendió una indignación acumulada durante décadas, el pueblo Colombiano ya no lucha para impedir que les aumenten los impuestos, se encuentra luchando para sobrevivir en medio de una represión policiaca que recuerda las atrocidades de Pinochet en Chile, de la Junta militar en Argentina, de todos aquellos dictadores militares que asesinaron a miles de gentes en países latinoamericanos en la década de los setentas y ochentas del siglo pasado.

El espacio democrático que representaba internet que funcionaba como tribuna de denuncia pública, el día de hoy está siendo limitado por la censura de las publicaciones que proceden de Colombia informando puntualmente de los acontecimientos. Esto hace temer que se avecinan golpes mayores al pueblo Colombiano, existe el riesgo de mayores asesinatos, por lo que es realmente importante que el mundo deje un momento la comodidad de que disfruta y voltee su mirada a lo que sucede en Colombia, porque lo que está pasando en ese país, se repetirá el día de mañana en otros países.

Es la guerra de la oligarquía financiera y política en contra de una población que se atrevió a rebelarse, cerrar calles, protestar y llamar a un paro nacional. No les importa que exista pandemia de covid, porque están luchando en contra de un gobierno que los está matando literalmente, Iván Duque es un títere manipulado por las grandes corporaciones, es un gobierno que no representa al pueblo colombiano, sino que en realidad defiende los intereses de las grandes compañías internacionales, de las personas que tienen las manos metidas en el narcotráfico y la rebelión del pueblo Colombiano pone en peligro la “paz social” que les permita continuar con sus negocios.

Es demasiada violencia, no se puede ignorar lo que está pasando en aquel país, una población civil que sale masivamente a las calles a protestar pacíficamente, que realiza actos artísticos como forma de protestar, que grita su rebeldía y que ante la represión policiaca empieza a tomar medidas defensivas como la construcción de escudos de lámina gruesa para usarlos como los antiguos vikingos. Se están preparando porque saben que la represión aumentará, Iván Duque se enfrenta a una generación que no es de cristal, sino que resultó ser de acero, una generación de jóvenes que no tienen otra alternativa que luchar, que están cansados de protestar y no ser escuchados y que hoy luchan para defender sus vidas.

El Presidente Duque ha hecho caso omiso a la petición de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que les permita ingresar a ese país y observar la situación interna que prevalece en el mismo. Cualquiera pudiera pensar que Iván Duque ha enloquecido y actúa en forma irracional usando toda la fuerza represiva para terminar con el paro sin importarle la opinión internacional, pero recordemos que este Presidente es una marioneta de las grandes corporaciones internacionales que ya han manipulado a organizaciones como la Organización de Estados Americanos cuando se prestaron a la maniobra sucia de desconocer el triunfo de Evo Morales en Bolivia.

Los artistas Colombianos de fama internacional que participaron en concierto musicales para denunciar al gobierno venezolano guardan un cómplice silencio ante el asesinato de su propio pueblo, los académicos e intelectuales callan de una forma que avergüenza porque con su silencio permiten que continúe la masacre de todo un pueblo. 

Las últimas denuncias revelan que varios jóvenes fueron detenidos y concentrados en las instalaciones del centro comercial Exito donde fueron torturados, al lugar llegaron familiares y prensa para pedir que liberaran a los jóvenes, sólo pudieron entrar después de varias horas, cuando salió un camión de basura y camiones de la policía colombiana. En el lugar encontraron rastros de sangre pero ningún cuerpo. El día de hoy aparecieron en el río Cauca los cuerpos de diez jóvenes que participaban en el paro, algunos de ellos desmembrados. La masacre continúa en forma impune y no parece que el Gobierno Colombiano tenga intenciones de detenerse. 

Pero el pueblo Colombiano no está solo, los ojos del mundo ya están fijos en Colombia y no se saldrán con la suya, la solidaridad empieza a manifestarse. El día de hoy sábado 22 de mayo se realiza una jornada internacional de apoyo al pueblo Colombiano en varios países donde los ciudadanos saldrán a las calles a expresar su solidaridad a quienes participan en el Paro Nacional que el próximo 28 de mayo cumplirá un mes.

Conclusiones

Después de 24 días de Paro Nacional en Colombia, las protestas no sólo han recibido una brutal represión policiaca, han obtenido grandes triunfos, dentro de ellas pueden mencionarse que se tumbó la Reforma tributaria que intentaban imponer y se logró la renuncia del Ministro que la propuso, con ello ya no le van a subir el precio a los alimentos, ya no les cobrarán a los trabajadores el equivalente a un mes de salario a los trabajadores por concepto de impuesto sobre la renta. Otro gran triunfo es la caída del intento de implementar una reforma a la salud que contemplaba la contratación de pólizas particulares por cada enfermedad. Las movilizaciones populares y la consecuente represión policiaca sirvieron de argumento para que Colombia no fuera la sede de futbol América, con lo que el Presidente Duque perdió la oportunidad de utilizar el futbol como instrumento de distracción nacional e internacional para seguir reprimiendo a su propio pueblo.

El gobierno de Iván Duque ignoró la realidad en la que vive el pueblo Colombiano, una realidad de gran desigualdad social, donde se encuentra una juventud que vive en condiciones de marginación y exclusión, que no tiene nada que perder y mucho por qué luchar. No tienen comida asegurada todos los días, no tienen servicios de salud, no tienen oportunidades de educación, opciones de trabajo, mucho menos oportunidad de jubilación y tampoco tienen miedo a enfrentarse a la policía. Ambos bandos policías y manifestantes están armados, la policía con material bélico de alta tecnología y armas de alto poder, los jóvenes colombianos están armados de valor para enfrentar en forma unida, organizada y colectiva a los cuerpos policiacos que se supone deberían protegerlos.

En Colombia se ve con toda claridad la lucha entre dos poderes reales, es la lucha del poder corporativo contra el poder popular, el pueblo colombiano está enseñando el camino a seguir para otros pueblos que comparten las mismas características: una gran desigualdad social, miseria, hambre y pobreza, coexistiendo con una gran corrupción en las altas esferas de un gobierno que traiciona a su pueblo y prefiere defender los intereses de las grandes corporaciones transnacionales.

Es la hora del cambio en Colombia, un cambio que no se detiene, que empezó pacíficamente y recibió una violenta respuesta, pero que no ha impedido que cada día participen más ciudadanos colombianos en el Paro Nacional. El Paro continúa, el día 28 de mayo cumplirá un mes, este paro es el inicio del cambio, mismo que de manera inevitable se expresará en las urnas en las próximas elecciones en Colombia. El pueblo colombiano que, al igual que otros pueblos latinoamericanos, vive en condiciones que podrían traducirse como si estuvieran viviendo el castigo de Sísifo en la posmodernidad, es decir, viviendo una vida injusta, como si fuese un castigo, sin posibilidades de superar las limitaciones económicas, laborales, educativas y de otra índole, ha encontrado el camino para lograr la transformación social a través de un empoderamiento individual y un fortalecimiento comunitario.

Recordemos que los grandes cambios sociales en la historia de la humanidad se han logrado por la irrupción de movimientos colectivos que se han rebelado a las condiciones negativas de su existencia y con la participación social organizada, unida y en forma colectiva, se lograron conquistar derechos que hoy el neoliberalismo y el poder corporativo están eliminando de las constituciones de varios países. El fortalecimiento del sentimiento de pertenencia a nuestras comunidades, el empoderamiento individual y colectivo puede crear un poder que permite enfrentar al poder opresor que genera la gran desigualdad social que hoy padece buena parte de la población mundial. Este poder no es otro que el poder popular que se construye a través de la participación individual en asuntos de interés público, la implementación de políticas neoliberales mediante reformas a las constituciones es una guerra no declarada del capital privado contra las poblaciones de nuestros países latinoamericanos. Los jóvenes de primera línea que arriesgan sus vidas en las calles de varias ciudades de Colombia son los héroes de un movimiento colectivo que está cambiando la historia en Colombia y que, debido a la interinfluencia e interdependencia que tenemos entre nuestros países, su ejemplo sin duda alguna se replicará en otros países.

El pueblo Colombiano enfrenta al mismo enemigo que oprime a otros pueblos: el poder corporativo que impone políticas neoliberales a escala internacional porque no reconoce fronteras. En ese sentido debemos ver nuestra realidad en el espejo de la realidad colombiana, se impone el desarrollo de una solidaridad internacional como una tarea inmediata y una acción impostergable, porque el pueblo colombiano nos está dando un gran ejemplo de historicidad y está pagando un alto precio con las vidas y sangre de su juventud, por esos motivos debemos sumarnos sin dudar un segundo a las jornadas internacionales que exigen alto a la violación de derechos humanos en Colombia, alto a la masacre y represión policiaca contra los que participan en manifestaciones pacíficas y van desarmados.

La globalización nos ha acercado mucho más de lo que quisiéramos y hoy la población de un país hermano, un pueblo latinoamericano: Colombia, necesita de la solidaridad internacional en una lucha que no ha sido estéril, han logrado detener dos reformas que atentaban contra sus derechos humanos, pero la lucha continúa, porque en realidad, la lucha es continua, es en contra de un sistema opresor que viola derechos humanos al crear una enorme desigualdad social a nivel internacional, por esos motivos debemos construir una solidaridad internacional con el pueblo colombiano que se encuentra combatiendo al mismo enemigo que nos mantiene oprimidos en nuestros propios países.

Es una lucha desigual que no puede seguir siendo ignorada por el mundo entero, los ciudadanos de cada país podemos participar apoyando a los jóvenes y pueblo colombiano realizando una pequeña tarea, partiendo de la premisa de que si todos realizamos en forma colectiva, unida y organizada una pequeña tarea, esta se convertirá en una gran acción que tendrá peso y podrá ser escuchada. Alcemos nuestra voz desde nuestras tribunas en redes sociales exigiendo el alto a la represión policiaca a los participantes en el paro en Colombia, pidamos la liberación de los cientos de jóvenes detenidos, impulsemos la demanda de castigo a los responsables de la violación masiva de derechos humanos, sobre el esclarecimiento de los asesinatos ocurridos durante estas jornadas de lucha. Al mismo tiempo pidamos a los cancilleres y Presidentes de nuestros países se pronuncien utilizando vías diplomáticas para pedir se autorice la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en suelo colombiano. Deben exhortar a evitar continuar con el uso de cuerpos policiacos que pelean contra ciudadanos que se manifiestan pacíficamente y desarmados. Los partidos políticos que se encuentran en campaña en México, deberían liderar campañas de solidaridad internacional con el pueblo Colombiano utilizando su poder de convocatoria y peso político para pedir al Presidente Andrés Manuel López Obrador un fuerte pronunciamiento exigiendo alto a los asesinatos de civiles por parte del Estado Colombiano.


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En apoyo al paro nacional Colombia 21 de noviembre

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Paro nacional contra la reforma tributaria 

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Yescas, Oscar: ¿La política en la crisis, o la crisis de la política?

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Yescas, Oscar: ¡Lo que pasa en Colombia no se queda ahí¡

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Yescas, Oscar: Psicoterapia y política

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Yescas, Oscar: En defensa de nuestra sociedad

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Yescas, Oscar: El castigo de Sísifo en la posmodernidad

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Yescas, Oscar: La historicidad y el fortalecimiento comunitario

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Yescas, Oscar: Poder corportivo vs. Poder popular

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Yescas, Oscar: ¡Algo está pasando y usted no sabe que es¡

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lunes, 17 de mayo de 2021

 

¿La política en la crisis, o la crisis en la política?

Oscar Yescas Domínguez

17 de mayo del 2,021


Introducción

La eterna lucha por el cambio social

¿La política en la crisis, o la crisis en la política?

¿Lucha electoral o lucha política?

La verdadera transformación social

Conclusiones


Introducción

Quienes somos fans del grupo musical Pink Floyd disfrutamos la creatividad musical y visión futurista de este grupo considerado uno de los mejores del mundo. Al ver el arcoiris, sin duda alguna nos recuerda su innovador álbum “El lado oscuro de la luna”, que anunciaba el inicio de una nueva era en estilos musicales y la diversificación de la música de rock al incorporar una creatividad musical elevada a niveles infinitos. Pero también reconocemos que esa misma imagen del arcoiris fue tomada posteriormente como símbolo de las luchas que iniciaron en los setentas los grupos minoritarios con orientación sexual diferente a la mayoría heterosexual (homosexuales, lesbianas, transexuales, etc.,), para manifestarse, exhibir su presencia, defender su libertad para ejercer su sexualidad libremente y demandar respeto a sus estilos de vida que diferían de la mayoría heterosexual, estos grupos denominados “minorías sexuales” estaban demostrando con su sola presencia el surgimiento de una creciente diversidad sexual en la sociedad contemporánea.

Recuerdo que en una ocasión invité a la clase de educación en sexualidad humana que impartía en el Departamento de Psicología y Comunicación de la Universidad de Sonora a una pareja de hombres jóvenes homosexuales que habían contraído matrimonio en la ciudad de México. Después de compartir una serie de vivencias sobre el trato de rechazo social que ambos recibieron después de “salir del clóset” y de las dificultades que enfrentaron para legalizar su unión como pareja, un estudiante hizo una intervención en el cual les expresó su reconocimiento por la lucha que realizaron en defensa de sus derechos sexuales y agregó que los demás, (la mayoría heterosexual), deberíamos comprender sus sentimientos y “ser más tolerantes” a la presencia de personas homosexuales o lesbianas en nuestra sociedad. De inmediato, uno de estos jóvenes gays replicó con firmeza que lo que ellos buscaban no era “tolerancia” a su forma de vida, sino más bien lo que buscaban era un “respeto” a su orientación sexual, a sus derechos sexuales y a sus estilos de vida. Fue un momento aleccionador ya que la claridad de su intervención impresionó a todos los presentes, porque nos hizo ver que, por lo regular vemos con recelo a quien a quien actúa de manera diferente a como lo hacemos la mayoría, porque estigmatizamos a quien se comporta diferente a la mayoría y de manera inconsciente nos dejamos llevar por micromachismos o actos que reflejan intolerancia y violan derechos de otras personas. Este joven actuó como un maestro y nos ayudó a entender que existe una gran diferencia entre “tolerancia” y “respeto”.

Por otro lado, desde fines del siglo pasado se podía encontrar en varias ciudades del mundo entero a personas de diferentes nacionalidades y culturas conviviendo dentro de un mismo mismo espacio geográfico y tiempo histórico, interinfluyéndose entre sí y contribuyendo con ello a aumentar la riqueza cultural de ciudades cosmopolitas que incluyen dentro de su dinámica interna una extensa variedad de expresiones culinarias, artísticas, lingüísticas, musicales, culturales que reflejan la gran diversidad social que existe en nuestra sociedad contemporánea. 

La globalización que nos ha acercado mucho más de lo que quisiéramos (por aquello de la pandemia), provocó un incremento del fenómeno migratorio a nivel internacional, que sumado al surgimiento de internet y de las redes sociales, nos permitieron una mayor libertad de expresión (que antes era inhibida por gobiernos autoritarios), generó una reducción de las distancias al permitir un acercamiento virtual con personas de otros países, de tal forma que la sociedad en que vivimos muestra hoy una gran diversidad social, racial, cultural, sexual y política.

En este contexto de una sociedad en la que coexisten diferentes expresiones culturales, grupos raciales, orientaciones sexuales e ideologías políticas, etc., debemos tener presente que el respeto es la clave para coexistir, no la tolerancia, sino el respeto como un valor que debemos reincorporar a nuestra escala de valores. La democracia en una sociedad se caracteriza por la coexistencia pacífica de diferentes ideologías políticas, diferentes formas de pensamiento, diferentes formas de comportamiento y el respeto debe estar presente en toda interacción social incluida, sobre todo en la actividad política.

Pero la libertad de expresión, el desarrollo de un pensamiento autónomo e independiente y el ejercicio de la crítica social son parte de las bajas que se observan en nuestra sociedad, porque al parecer los temores que inspiraron al filósofo francés Herbert Marcuse para escribir su libro “El hombre unidimensional”, en el cual denunciaba que en la sociedad de fines del siglo pasado se estaba perfilando una tendencia a uniformar el pensamiento de millones de personas en el mundo entero, para crear una misma forma única de pensar en millones de personas y que se estaba eliminando la variedad y diversidad en estilos de vida, lenguaje, ideología y comportamientos para dar lugar a expresiones de autoritarismo y control social, todos esos temores se están concretando en este Siglo XXI.

Hoy podemos percibir evidencias de esas profecías filosóficas al observar que estamos padeciendo un proceso de aculturación, es decir un choque de culturas a nivel mundial, en el cual se afianza cada día una cultura dominante, la cultura del consumo como forma de vida y búsqueda de felicidad, el llamado “modo americano de vida”, que está venciendo a otras culturas regionales o nacionales, creando una crisis de valores humanísticos, porque estamos viviendo una mundialización de una cultura orientada a la acumulación de riqueza y al consumo desmedido

Esta cultura mundial se puede constatar en hechos como el que millones de personas veamos las mismas series de televisión, consumamos las mismas marcas de ropa y calzado, utilicemos nuestro tiempo libre en formas similares o generemos los mismos tipos de adicciones: tele adicción, drogadicción, adicción a alcohol, al tabaco, al sexo, ludopatía, etc. En otras palabras nos han convertido en homo consumens, en individuos consumidores y sin darnos cuenta nos han quitado la capacidad para pensar en forma autónoma, nos han despojado de nuestra condición de homo sapiens y han destruido el tejido social al desarrollar una ideología individualista que nos hace ver con indiferencia los problemas que afectan a los demás, nos han convertido en personas conformistas e insensibles a los grandes problemas sociales y sobre todo, lo más grave, nos han educado de tal forma que nos mantengamos alejados de la política.

Desde mucho antes de que se presentara la pandemia, padecíamos un autoritarismo en nuestra vida cotidiana y llegamos a considerar natural su presencia, ya fuera dentro de la dinámica familiar en la relación padres e hijos, en el ambiente escolar en la relación entre maestros y alumnos, en ambientes laborales en la relación jefes y subordinados, o en la vida pública en la relación entre gobernadores y ciudadanía. 

En México, el autoritarismo formó parte de nuestras vidas durante cerca de ochenta años de dictadura del prian y gracias al conformismo, indiferencia y alejamiento de la política en la que nos educaron, llegamos a soportar décadas de abusos de las autoridades, escandalosos casos de corrupción e impunidad y grandes injusticias sociales. Recordemos que un estereotipo de los mexicanos era la figura del individuo durmiendo junto a un nopal, mostrando indiferencia a lo que sucede a su alrededor.

Los mexicanos no éramos los únicos que padecíamos autoritarismo, era una forma de gobierno internacional y lo sigue siendo en varios países, pero el hartazgo acumulado durante décadas por la población mexicana permitió que en las elecciones presidenciales del 2,018, pudiéramos terminar con esa sensación de opresión, injusticias e impotencia, al llevar al poder a un nuevo gobierno que tenía a Morena como partido en el poder y a Andrés Manuel López Obrador como la figura presidencial, ambos representaron en aquel entonces la esperanza del cambio social, un cambio que de manera sorpresiva para todo el mundo y para los propios mexicanos, se dio de forma pacífica a través de la vía electoral y se evitó con esa masiva participación electoral un inminente estallido social, previamente anunciado por masivas movilizaciones del pueblo mexicano, que no pudieron impedir la imposición de reformas a nuestra constitución que incluían el despojo de derechos laborales y sociales.

Pero durante estos tres últimos años hemos tenido la oportunidad de gozar de una forma de conducir a un país sin autoritarismo de por medio, con una gran libertad de expresión, gracias a nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien impulsó programas y proyectos de gobierno que representan mejoras en las condiciones de vida para millones de mexicanos, porque a diferencia del Prian, el gobierno encabezado por AMLO ha tomado acciones que han contribuido a recuperar parte del bienestar social perdido durante décadas, por lo que puede decirse que cumplió la mayoría de las promesas que hizo durante su campaña presidencial y por ello nuestro Presidente mexicano tiene un gran respaldo social de la población mexicana y tiene un gran prestigio como hombre de Estado a nivel mundial.

Pero en el caso de Morena como partido en el poder, la situación es totalmente diferente porque entró en un proceso de descomposición interna debido a la disputa por el poder que libraron los diferentes grupos que conformaron la construcción del partido en su origen y actualmente la Dirección Nacional y el control del Partido está bajo personas que representan fuerzas políticas que no dudaron en traicionar a sus militantes utilizando el método del fraude disfrazado como encuesta para seleccionar a sus candidatos a las elecciones de este próximo 6 de junio.

Las protestas de los militantes de Morena que se opusieron a la imposición de candidatos se presentaron en 15 Estados de la república y en varios de ellos, como lo es el caso de Sonora, los militantes tomaron el edificio del Partido, realizaron una Asamblea Estatal Extraordinaria, en la que decidieron rechazar la imposición de candidatos y eligieron a sus propios candidatos para participar en la próxima contienda electoral. 

Como respuesta a su rebeldía han recibido el rechazo de la dirigencia Estatal y el silencio de la Dirección Nacional del Partido, además de ser señalados como “traidores” y acusados de ”dividir a Morena” para favorecer los intereses del Prianrd y del MC. Lo cierto es que la Dirección de Morena impidió el ejercicio de la democracia participativa para seleccionar a sus candidatos y hoy se presenta en estas elecciones intermedias como un partido dividido, con una lista oficial de candidatos cuyos nombres aparecen en la boleta electoral y una lista de “candidatos no registrados” que están llamando a votar por ellos en el cuadro en blanco de la boleta electoral.

En este escenario es en el cual el fantasma del autoritarismo amenaza con regresar de nuevo a México, ya sea con el rostro de un Morena dividido como partido, con sus dirigentes actuando con autoritarismo, intransigencia para imponer a sus candidatos seleccionados en forma no democrática, exhibiendo una gran intolerancia hacia la crítica sobre su actuación, o con el portal que se abre para que regresen las fuerzas del Prianrd a gobernar, debido al descontento y decepción popular provocado por el comportamiento de los dirigentes de Morena y aquellos militantes que les siguen incondicionalmente, que guardan un silencio y no protestan por el atropello de derechos electorales de otros militantes dentro de su propio partido. Cualquiera de las dos opciones es inaceptable, porque interrumpen el proceso de construcción de la democracia en nuestro país.
La eterna lucha por el cambio social

Después de haber participado en un sinnúmero de luchas sociales a lo largo de mi sexagenaria vida, luchas que en algunos casos lograron sus demandas y en la gran mayoría no, aprendí a manejar la frustración en política y a comprender que la lucha por una verdadera transformación de nuestra sociedad no se dará en un sólo día, ni con el triunfo de una sola lucha.

Hoy en día nos encontramos en una sociedad que forma parte de un sistema político y económico que está inmerso en una profunda crisis, genera una gran desigualdad social a nivel mundial y es por ello nos encontramos en un escenario global en el que puede observarse con claridad que se enfrentan dos proyectos que se oponen mutuamente: por un lado, tenemos al poder corporativo que representa los intereses de las grandes compañías transnacionales, que promueven la corrupción para lograr impulsar reformas a las constituciones de varios países, que exigen la eliminación de instituciones gubernamentales para privatizar los servicios públicos que prestan y lograr el adelgazamiento del Estado y terminar con su función de guardián del bienestar social, provocando el empobrecimiento de la población, la precarización de las condiciones de vida de millones de personas y el enriquecimiento ilícito de unos cuantos gracias a que las instituciones están rodeadas de corrupción y esto permite la vigencia de la impunidad en varios casos de injusticias sociales.

Por otro lado, se encuentra el proyecto de transformación del sistema social en el que vivimos, representado en diferentes frentes de lucha que se están dando en varios países de Latinoamérica y del mundo, en el que participan varios movimientos colectivos, que resisten a las agresiones a sus derechos humanos, laborales y sociales, que han decidido romper el silencio, alzar la voz y luchar en defensa de sus propias vidas. Estas luchas se oponen con firmeza a la implementación de políticas neoliberales, se niegan a aceptar reformas a sus constituciones porque éstas representan una precarización de la población, un mayor sufrimiento colectivo, es por ello que luchan en defensa de sus derechos y por la democratización de su sociedad.

Es este el contexto mundial en el que debemos ubicar las luchas que hoy vemos en la defensa de derechos humanos, laborales, políticos, electorales o sexuales, que coinciden en la lucha que se da en contra de la violencia hacia las mujeres y del feminicidio, por la defensa del medio ambiente, en contra de la privatización de espacios públicos y de la privatización de servicios de salud pública, etc., para utilizar un enfoque integral y verlas como expresiones particulares de una lucha más amplia, que es en realidad una lucha política, una lucha cuyas causas las provoca un sistema social explotador, excluyente y patriarcal que tiene presencia internacional y que está representado por un poder corporativo cuyos dirigentes tienen como meta principal la maximización de su beneficio económico a costa del sufrimiento y muerte de la población de nuestras comunidades.

Si logramos visualizar que los grandes problemas que se presentan en nuestra sociedad, las injusticias, la impunidad y las diferentes luchas sociales, están intervinculados, no están aislados y que el vínculo que los une es la política, podremos comprender con claridad que no se trata de ir brincando de un frente de resistencia a otro bajo la premisa de que la lucha continúa, porque puede obtenerse un triunfo en una lucha particular, pero son varios los frentes de lucha que hoy existen y que se pueden observar como decía Eduardo Galeano, como “un mar de fueguitos” porque luchan en forma aislada y cada día surgen nuevas injusticias, nuevas violaciones de derechos humanos o laborales que movilizan a nuevos sectores sociales para luchar en defensa de sus derechos que están siendo violados.

El asunto es que debemos tener presente que la lucha es larga porque de lo que se trata es de cambiar el sistema económico y político en el que vivimos, que se encuentra inmerso en una crisis social general que nos afecta en forma desigual ya que empobrece a una gran mayoría, mientras enriquece en forma escandalosa e inmoral a unos cuantos. 

Se trata de construir una sociedad donde exista realmente una justicia para todos, una igualdad social sin discriminaciones de ningún tipo y sobre todo una verdadera sociedad democrática en donde el respeto a las personas y a los derechos humanos, laborales, sexuales y sociales se refleje en las relaciones interpersonales, tanto en el ámbito público como en el ámbito privado. Por esas razones en lugar de decir la lucha continúa, la experiencia de participar en varias luchas nos ha enseñado que la afirmación correcta es decir: la lucha es continua, es decir, las luchas en contra de las reformas a nuestras constituciones, las luchas sindicales, las luchas electorales, las luchas por defender el medio ambiente, la lucha feminista, etc., forman parte de una lucha que es política.

¿La política en la crisis, o la crisis en la política?

La lucha por construir una sociedad en la que realmente exista una democracia participativa, una justicia para todos, una verdadera igualdad social y equidad de género, sigue siendo parte de la agenda social en la que participan diferentes movimientos colectivos sociales en varios países del mundo. No podemos ponerle etiquetas al tipo de sistema social que reúna estas características, pero lo que sí podemos hacer es tomar consciencia de que algo está mal en nuestra sociedad y lo que realmente es una evidencia de que este sistema está mal es la presencia de una profunda y creciente desigualdad social, que existe en nuestros países y que provoca un gran sufrimiento colectivo.

Esta desigualdad social no es un problema exclusivo de un sólo país ya que la desigualdad social existe en la mayoría de los países del mundo occidental que se encuentran bajo el sistema económico y político denominado capitalismo. El poder corporativo es internacional, no reconoce fronteras y en consecuencia, la resistencia a la implementación de políticas neoliberales y las reformas a las constituciones debería tener una resistencia internacional, una solidaridad global similar a la obtenida por el movimiento feminista que ha crecido en los últimos años, porque la violencia hacia las mujeres tiene presencia en todos los países del mundo y las mujeres nos han enseñado el camino al organizarse en forma internacional para expresar su rebeldía en forma masiva dos días del año.

Las revueltas populares que se registraron en el 2,019 en Ecuador, Chile Argentina, Francia, Bolivia, etc., son expresiones de resistencia y rechazo a políticas neoliberales que promueven el incremento de la desigualdad social y deberían tener una coordinación internacional o al menos expresiones de solidaridad internacional. Lo que está pasando en Colombia en este 2,021 no es otra cosa que la rebeldía de una población que se resiste a aumentar la precariedad en sus condiciones de existencia, y se rebela en contra de un Gobierno que sólo es el títere de los grandes capos del poder económico y realiza una guerra en contra de su propio pueblo.

 Es un pueblo que rompió el silencio, dijo ya basta, lucha en contra del autoritarismo y defiende con firmeza sus derechos humanos que están siendo violados, o amenazados de ser violados con la aprobación de reformas fiscales, reformas al sistema de salud y al sistema de pensiones. Como respuesta a esa rebelión están recibiendo una feroz ofensiva policiaca que ha dado como resultado decenas de muertos, centenares de desaparecidos, decenas de violaciones sexuales por parte de efectivos policiacos en contra de mujeres jóvenes indefensas y cientos de desparecidos.

Ese mismo escenario se vivió en México cuando se impuso por la fuerza la reformas laboral en el sexenio de Felipe Calderón, la reforma energética y el intento fallido de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto. En aquel entonces circulaban en internet llamados de ciudadanos mexicanos similares a los que comparten nuestros hermanos Colombianos en este 2,021: “Nos están matando”.

Si hubiera ganado el Prian en las elecciones presidenciales del 2,018 utilizando nuevamente el mecanismo del fraude electoral, estaríamos en similares condiciones a las que se encuentra en este momento el pueblo Colombiano, pero el pueblo mexicano mediante una masiva participación logró imponer una democracia electoral al brindarle más de 30 millones de votos a Andrés Manuel López Obrador y con ello terminó con la dictadura del Prian.

Pero en este 2,021 que habrá elecciones intermedias en México el próximo 6 de junio, el ambiente electoral es totalmente diferente al que se respiraba en el 2,018 cuando se anticipaba el triunfo de Morena y Amlo meses antes del día de las elecciones. En este año, a sólo unas semanas de las elecciones del próximo 6 de junio, el ambiente político que se respira es de incertidumbre, de indecisión, de decepción colectiva y se percibe una derrota anticipada, que consiste en la pérdida de autoridad moral por la incongruencia que existe entre el discurso y la acción de parte de los dirigentes de Morena.

En este año el llamado al voto masivo por Morena no tiene el mismo eco que en el 2,018 y no lo tendrá porque no existe “el efecto Amlo” que motivó a millones de mexicanos a votar por la nueva opción que representaba Morena, pero sobre todo no tendrá la misma respuesta porque no se puede ignorar la forma como gobernaron algunos representantes de Morena, aquellos personajes que habiendo militado en el Pri, en el Pan o el Prd, brincaron como chapulines políticos a Morena, lograron conquistar puestos de poder político y gobernaron de una manera contraria a lo que se esperaba, no sólo a las expectativas populares, sino en contra de los estatutos de Morena. 

Un claro ejemplo de quienes gobernaron mal en nombre de Morena se dio en la capital sonorense, donde ocupó el cargo de Presidenta Municipal una exmilitante del Pan Célida López, quien fue impuesta para representar a Morena para ese cargo y durante su gestión insultó a la población hermosillense, se burló de ella e intentó vender predios públicos sin importarle las protestas masivas que se opusieron a esa venta, que afortunadamente no se concretó por intervención presidencial que proporcionó flujo de efectivo para pavimentar calles de la ciudad capital, eliminando con ello el argumento que se utilizaba para vender el predio El Cárcamo.

En estos momentos la incertidumbre que enfrentamos miles de sonorenses no es si votar a favor de Morena o a favor del Prianrd o del MC, porque para los mexicanos todavía están abiertas las heridas de años de corrupción e impunidad de gobiernos priístas y panistas, los apellidos de los candidatos de la “alianza opositora” forman parte de la memoria colectiva y representan a dos clanes de gente millonaria que se enriqueció con los dineros del pueblo y en Sonora somos miles las personas que no queremos que regrese a gobernar el Prian de nuevo por lo que votar por ellos está descartado de antemano. 

 Pero la incertidumbre surge porque el partido que hace tres años representaba la opción del cambio, hoy se encuentra dividido, secuestrado por una dirección nacional que actúa con engaños y en forma autoritaria. Imponiendo candidatos para estas elecciones con trucos baratos como lo es el uso de una encuesta y lo más grave, presenta en sus listas de candidatos a expriístas, expanistas, familiares de funcionarios de Morena.

Como una cereza en el pastel del engaño y la imposición, en ese llamado al voto masivo por Morena está la petición de votar por Célida López quien pretende reelegirse como presidenta Municipal de Hermosillo. porque su nombre apareció en el truco de la encuesta para elegir candidatos, desplazando a veteranos militantes de Morena. En esta lista oficial de candidatos de Morena se puede encontrar corrupción por un lado, nepotismo por el otro, cerrazón al diálogo, autoritarismo en la toma de decisiones, ausencia de democracia participativa y obediencia ciega a la autoridad de parte de algunos militantes que se disciplinan ante las decisiones de la dirección del partido, aún cuando éstas contradigan al sentido común, estén alejadas de la lógica y sean realmente inmorales porque incluyen a connotados expanistas y expriístas en la lista oficial de candidatos de Morena.

Lejos quedaron las expectativas que generó la consigna que aglutinó a millones de mexicanos que decía “Juntos haremos historia”, la verticalidad en la dirección del partido en el poder, el engaño del uso de las encuestas y el autoritarismo mostrado ante las inconformidades surgidas a nivel nacional ha creado un movimiento alterno de morenistas que se rebelan a la imposición de candidatos en varios Estados del país, que muestran su indignación ante el autoritarismo de los dirigentes de su partido.

Los mexicanos estamos observando que en varios Estados del país están surgiendo movimientos contestatarios, agrupamientos informales, candidatos electos de manera formal mediante asambleas extraordinarias, con la asistencia de representantes de direcciones estatales de Morena, pero que no son reconocidos por las autoridades de Morena y tampoco por el Instituto Nacional Electoral. En este contexto surge una propuesta del diputado potosino Ricardo Del sol Estrada para votar el próximo 6 de junio por los candidatos “No registrados”, explicando que “la iniciativa está fundamentada en los artículos 35 de la Constitución Política Mexicana y en los números 253 “J” y 277 “C” del Código Federal de las instituciones y procesos electorales (COFIPE). En las boletas aparece un recuadro para “Candidatos no registrados” que podría ser utilizado para anotar el nombre del candidato(a) que no aparezca en los recuadros.

Lo que no queda claro es si esos votos tendrán validez legal ante las autoridades electorales porque por un lado dice este Diputado que “Esos votos tendrán validez y deberán ser contados por los funcionarios de casilla o admitidos ya sea por el Instituto Nacional Electoral (INE) o por el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC) según sea el caso". Pero por otro lado, en entrevista que realizó Cayetano Lucero a la Delegada el Instituto Nacional de Electores en Sonora, la funcionaria hizo un ejercicio similar a peras y manzanas, donde concluyó que los votos que obtengan los candidatos no registrados no serían reconocidos para asignar triunfo a algunos de ellos. https://www.facebook.com/vigilia.sonora/videos/1870927843081416

En estas condiciones nos encontramos, sin poder usar nuestro derecho a votar para elegir, porque no queremos votar por los candidatos del Prianrd y MC y las personas que aparecen oficialmente como candidatos de Morena están ahí por un fraude disfrazado de encuesta y a las personas por las que desearíamos votar no están registradas y votar por éstos últimos implica el riesgo de aumentar las posibilidades de que la alianza Prianrd obtenga más votos que Morena. 

Por esos motivos creo que atender el llamado de “voto masivo por Morena” en este 2,021, no tendrá los resultados que obtuvo en el 2,018. Porque después del engaño de la encuesta ¿Con qué autoridad moral los candidatos de Morena piden el voto cuando avalan con su silencio el fraude cometido en perjuicio de otros militantes que aspiraban a ocupar puestos de candidatos a elección popular? Cabe mencionar que la campaña electoral que estamos presenciando se caracteriza por una pobreza en propuestas de trabajo, con algunas excepciones como Wendy Briseño que ha realizado un buen trabajo como legisladora, el resto de candidatos hacen campaña actuando como los viejos políticos del Prian, reuniendo gente, prometiendo resolver problemas y pidiendo el voto.

En resumidas cuentas el Prianrd y Movimiento Ciudadano no son la opción que garantice reconstruir el Estado de bienestar social del pueblo mexicano, Morena ya no es un partido de izquierda, ya no representa lo que simbolizaba cuando nació, es un partido que se muestra dividido e invadido por elementos oportunistas. Pero aún así, abstenerse de votar no es la opción, necesitamos usar nuestro voto de una manera que no sólo refleje el verdadero sentir de la población. 

En estos momentos es cuando debemos recordar algo de gran relevancia, todos los ciudadanos tenemos derecho al voto, el derecho al voto es un derecho que fue conquistado y no fue un obsequio de origen divino. El voto es la piedra angular de la construcción de la democracia en nuestra sociedad, así sucedió en el 2,018 y así debe continuar funcionando como forma de expresar la opinión de la mayoría de la población que integra nuestra sociedad. Con este escenario podemos afirmar que estamos observando en esta campaña una crisis de la política, en el contexto de una sociedad en crisis, una crisis que es económica, política, ecológica y sanitaria. La crisis de la política se manifiesta en las formas de hacer campaña, en la indiferencia a la política que muestra un gran sector de la sociedad mexicana que ve con decepción que “todos los políticos son iguales”, esta crisis se observa en la concepción de la política como forma de llegar al poder en el contexto de una sociedad en crisis internacional.

La verdadera transformación social

Andrés Manuel López Obrador Presidente de México, ha manejado un discurso en el cual afirma que encabeza un proceso de transformación social al que llama “La Cuarta Transformación de la República”, diversas acciones que ha realizado a lo largo de sus casi tres años de gobierno respaldan esta afirmación porque desde que asumió el poder Presidencial ha impulsado varias acciones, programas y proyectos con el apoyo de Morena, que han contribuido a recuperar parte del bienestar social perdido que desapareció durante la dictadura del Prian. Debido a esas acciones de protección de sectores desprotegidos y lucha contra la corrupción el liderazgo presidencial de AMLO ha crecido y esto se refleja en el aumento en los niveles de aceptación social hacia su figura por parte del pueblo mexicano y por parte del reconocimiento internacional del que es objeto como figura de hombre de Estado.

Pero al mismo tiempo, en la medida que crece su liderazgo, se fortalece un vínculo de dependencia de una parte importante de la militancia de Morena y del propio pueblo mexicano hacia su persona. Pero llega un momento en el que la creación de este vínculo de dependencia se convierte en un obstáculo para la construcción de la democracia en México, porque la dependencia de una enorme masa de ciudadanos hacia la figura de un solo individuo, impide que la población fortalezca su identidad como sujetos con historicidad y corra el riesgo de depender de las decisiones tomadas por una sola persona, o también puede suceder que amplios sectores de la población sean objeto de manipulación por quienes dicen ser aliados o personas cercanas a nuestro Presidente. 

Este vínculo de dependencia hacia la figura presidencial en el que vivimos nos impide ver que en la medida de que una comunidad o grupo social hace oír sus voces en los espacios públicos, para reclamar y defender sus derechos sociales, políticos y humanos, se están realizando acciones políticas que tendrán un impacto en la comunidad y en las instituciones que forman parte de nuestra sociedad. El propio Andrés Manuel López Obrador ha declarado en más de una ocasión que “sólo el pueblo salvará al pueblo”.

En esa línea de pensamiento debemos clarificar el concepto de transformación social y considerar que ésta sólo puede darse cuando los integrantes de nuestras comunidades participan en actividades políticas. Los cambios que provienen desde la figura presidencial se consolidarán y convertirán en una verdadera transformación social sólo si aumentamos nuestra participación social en asuntos públicos. 

Para lograr una verdadera transformación social existe una condición necesaria que consiste en realizar una reconceptualización de nosotros mismos, necesitamos cambiar la percepción que tenemos de nosotros y de los demás, de nuestra actuación como individuos dentro de una sociedad organizada, ubicándonos como personas que formamos parte de una comunidad o sociedad y que al transformar esa comunidad o sociedad nos estamos transformando a nosotros mismos. La pandemia del covid nos demostró que no somos individuos aislados, que estamos en constante contacto social, que vivimos en una sociedad en la que quedarse en casa sin salir por la pandemia es un privilegio por la presencia de una enorme desigualdad social, por lo que urge transformar esta realidad para disminuir el sufrimiento colectivo que provoca esa desigualdad social.

Transformar una sociedad es un proceso diferente a sufrir pasivamente los efectos de una dinámica de cambios sociales constantes y limitarnos a buscar la adaptación a los mismos. Una verdadera transformación social debe contar con la participación y compromiso de los ciudadanos que integran nuestras comunidades, organizados en grupos en los cuales se discutan las necesidades colectivas sentidas por esas comunidades para generar programas de acción que estén diseñados para satisfacer esas necesidades o resolver problemas sociales transformando la realidad social que los circunda. En consecuencia, sólo se puede hablar de transformación social cuando se busca promover y lograr la participación social de los integrantes de las comunidades en la discusión colectiva y en los procesos de toma de decisiones colectivas.

En México, tenemos la fortuna de contar con un gobierno que promueve acciones de bienestar social y por ello enfrenta una lucha de difamaciones y de distorsión de la información por quienes hoy forman parte de “la oposición política”, es decir, aquellos quienes detentaban el poder y gobernaban con actos de corrupción desviando cantidades enormes del presupuesto gubernamental a bolsillos privados. 

Pero no podemos esperar que todos los cambios provengan desde arriba y de afuera de nosotros. Necesitamos generar cambios individuales que produzcan un empoderamiento individual y colectivo. Una forma de hacerlo es manejando el concepto de empoderamiento, el cual se ha popularizado y es conocido pero su uso se ha limitado al empoderamiento individual, en el contexto de una sociedad en crisis, necesitamos construir un empoderamiento colectivo, es decir, un fortalecimiento comunitario para construir una verdadera transformación social.

Este proceso de empoderamiento es un proceso de cambio psicológico, a través del cual se cambian las creencias y actitudes acerca de uno mismo y acerca de los demás, de tal forma que se construya una nueva autopercepción en la cual reconozcamos que tenemos el potencial y las capacidades para cambiar y mejorar en forma individual y colectiva. 

El empoderamiento es un cambio de actitud que lleva a las personas a percibirse a sí mismas como personas con capacidad para ejercer un control de sus vidas y se utiliza en psicoterapia y en tratamiento de adicciones de todo tipo. De este cambio proviene la famosa expresión “Sí se puede” que ha impulsado movimientos colectivos que descubren el fortalecimiento comunitario y han logrado grandes cambios sociales. En el caso del fortalecimiento comunitario, el empoderamiento se basa en reconocer dónde “lo personal es político”.

Esto es lo que está pasando en Colombia, una población que se rebela ante la implementación de políticas neoliberales que intentan imponer reformas que lesionan sus derechos humanos, laborales, de salud, etc., y llevan 17 días en paro nacional, enfrentando a una policía fuertemente armada que no duda en disparar. Los habitantes de barrios populares están empoderándose, apoyándose mutuamente, se organizan poniendo barricadas, vigilancias nocturnas, bailes populares, cocinas comunitarias, enfrentamientos colectivos contra la policía, etc. 

 Cuando los integrantes de una comunidad, población o nación, toman consciencia de sí mismos como sujetos históricos dentro de un contexto social determinado, cuando dejan de percibir como algo natural los aspectos negativos de la vida social y desean cambiar esa realidad, surge la motivación para participar en actividades públicas y se convierten en actores políticos, que participan en la toma de decisiones que permitirán lograr una transformación social. Necesitamos conceptualizarnos como actores políticos que tenemos el potencial y capacidad para generar un empoderamiento colectivo que genere un fortalecimiento comunitario y nos permita evitar la dependencia hacia los partidos políticos y construir una autonomía individual y colectiva para transformar nuestra realidad social.

Conclusiones

¿Por quién votar? Es la pregunta que muchos mexicanos se hacen en estos momentos y no encuentran una respuesta porque saben que su voto no debe ser para alguno de los candidatos del Prianrd, ni del MC, porque representan verdaderas amenazas para la población mexicana y se puede predecir su comportamiento futuro mirando su trayectoria, estas opciones están completamente descartadas. Pero por otro lado, Morena ya no presenta la figura de “partido de izquierda”, de partido democrático, incluyente que presentó en su origen, porque sus dirigentes violaron sus propios estatutos, rompieron la premisa moral de “no mentir, no robar y no traicionar”, al crear una lista de los candidatos de Morena obtenida de forma inmoral, antidemocrática, que puede ser legal, pero es ilegítima desde un sentido ético y moral porque provino de un acto que impidió el ejercicio de democracia participativa y violó derechos de los propios militantes de Morena.

Debemos tener presente que en nuestras vidas constantemente estamos tomando decisiones, toda decisión tiene sus consecuencias, el acto de votar es tomar una decisión, pero considerando que las elecciones son sólo una parte de una lucha que en realidad es continua, en el contexto descrito líneas arriba, la pregunta correcta es ¿Qué vamos a hacer? Antes de votar lo recomendable es tomar la decisión de cambiar nuestra percepción de lo que entendemos por política, debemos dejar la percepción limitada de la política como la libertad para participar en elecciones cada tres o seis años. Esta representación de la política es lo que permitió que la dictadura del Prian durara tanto tiempo, porque miles de personas siguen pensando que la democracia en política es la libertad para elegir candidatos a puestos de elección popular usando el poder de nuestro voto y después regresan a seguir con sus vidas cotidianas y se olvidan de la política.

Eso es lo que se conoce como “democracia representativa”, donde con el poder de nuestros votos le damos el poder político a algunos candidatos y ellos nos gobiernan tomando decisiones sin consultarnos en ningún momento y en la mayoría de los casos usan ese poder en contra de intereses colectivos enriqueciendo fortunas personales con presupuesto público, esto sucede porque esas personas no tienen un verdadero compromiso social con las comunidades que prometen representar y por el conformismo e indiferencia hacia la política de buena parte de la población.

Por eso es necesario empezar por cambiar la imagen que tenemos de nosotros mismos, para empezar a vernos como seres sociales que formamos parte de una comunidad, dejar de percibirnos como individuos aislados y reconocer el poder que construimos cuando nos organizamos y actuamos en forma masiva, organizada y unida. Ese poder que creamos cuando construimos la idea de que “todos somos uno”, la misma premisa que manejan los grupos feministas “Si tocan a una nos tocan a todas”, nos ayudará a cambiar la relación que tenemos con quienes ocupan cargos de poder político y lo usan en forma asimétrica, desigual, ubicándose por encima de la masa de individuos que se perciben a sí mismos como sujetos individuales e ignoran el poder que tienen si se unen y actúan en forma masiva. 

Cambiar nuestra autoimagen y construir una identidad social, que incluya la pertenencia a una comunidad, nos permite usar el lenguaje del “nosotros” y vernos como un Leviatán en proceso de construcción, es decir, esa metáfora utilizada por Thomas Hobbes para describir el nacimiento del Estado moderno después de la caída de la monarquía, esa figura de un gigante que crece cada vez que más personas aceptan formar de ese cuerpo que surge al firmar un contrato social en el que las libertades individuales llegan a un acuerdo para beneficio común y que garantice la seguridad y bienestar de todos los ciudadanos.

En pleno siglo XXI necesitamos construir un nuevo Leviatán para defender nuestros derechos sociales y la manera de hacerlo es cambiando la función del poder y construyendo relaciones sociales en las que podemos identificar expresiones de poder en cada uno de los integrantes de una comunidad o sociedad, al reconocernos como sujetos con historicidad, es decir, con la capacidad de cambiar el rumbo de la historia si se actúa en forma colectiva, organizada y unida. La unidad en la acción de los integrantes de una comunidad o nación, permite construir un empoderamiento colectivo que dará como resultado un fortalecimiento comunitario.

La construcción de un empoderamiento individual y colectivo nos permitirá concebirnos como agentes de cambio social y nos hará cambiar de actitud para reconocer que podemos cambiar la realidad social y política si actuamos en forma organizada, colectiva y unida. Bajo esta percepción podremos construir un poder liberador de tal forma que logremos un empoderamiento comunitario basado en la percepción de que en las relaciones sociales podemos construir una simetría del poder, que consiste en percibirnos como personas iguales, en dejar de ver a dirigentes políticos como personas superiores a nosotros porque tienen el poder político. Ellos tienen ese poder porque nosotros se los dimos con nuestros votos, pero si actuamos como movimiento masivo, colectivo y organizado, construiremos un poder social que es igual o mayor al que tienen los dirigentes políticos.

Con el enfoque del empoderamiento comunitario, podemos cambiar nuestra concepción y dejar de depender de los partidos políticos para ejercer la voluntad popular, tal como sucedió en Chile en estas elecciones intermedias de este fin de semana pasado, en el cual los candidatos independientes y representantes de la izquierda lograron derrotar a la derecha que tenía el poder desde que desapareció la junta militar presidida por Augusto Pinochet. El desgaste y descrédito de los partidos políticos en aquel país, provocaron un alto abstencionismo electoral, pero aún así se logró el triunfo de los candidatos de movimientos colectivos.

En México observamos un desgaste y descrédito de los partidos políticos que están contendiendo en estas elecciones intermedias. Debemos recordar que la lucha electoral es sólo una parte de una lucha que es continua, así que no debería importar qué candidato o partido gane las elecciones este próximo 6 de junio, porque la lucha es continua y lo más relevante es construir ese empoderamiento individual y colectivo para lograr un fortalecimiento comunitario

La manera de hacerlo es construir organizaciones ciudadanas que realmente provengan y representen a las comunidades, para que participen en reuniones con representantes de los diferentes movimientos colectivos que existen en nuestras comunidades, para que cada movimiento particular (movimientos sindicales en defensa de sus derechos laborales, movimientos colectivos en defensa del medio ambiente, grupos feministas, comités de ciudadanos, etc.), presente su lista de demandas particulares y se integren a un plan de trabajo que se presente a las las autoridades que resulten electas y acepten dicho plan como el plan de trabajo a desarrollar por el nuevo gobierno, con esto se garantizaría ampliar las posibilidades de solucionar los problemas que enfrentan nuestras comunidades.

Pero debemos tener presente que actuar de esta forma implica construir una democracia participativa que consiste en el compromiso de los integrantes de las comunidades en participar en la discusión de los asuntos públicos, en un proceso participativo que incluiría una vigilancia ciudadana en la forma de conducción del próximo gobierno de tal forma que no permitamos que se desvíe el presupuesto público para otros fines privados. Recordemos que una verdadera transformación social se logra cuando los integrantes de las comunidades se convierten en actores políticos, que participan en la toma de decisiones que permitirán lograr una transformación social. Eso es lo que tenemos que hacer, dejar nuestra pasividad, superar la indiferencia hacia la política, reconocer que nuestros problemas personales son políticos, es decir, tienen origen en la política y la política incluye la participación colectiva en asuntos públicos y de ser necesaria realizar movilizaciones colectivas, en forma organizada y unida.

Debemos tener presente que la amenaza del autoritarismo está latente sobre nuestras cabezas, recordemos que estamos inmersos en una crisis del sistema neoliberal que se manifiesta en crisis económica, política, ecológica y sanitaria. Necesitamos unir fuerzas para combatir la desigualdad social, si los partidos políticos presentan un alto grado de desprestigio, la alternativa para continuar en la lucha por el cambio social se encuentra en el empoderamiento colectivo, desarrollando nuestra capacidad para cuestionar a la sociedad, a nuestros gobernantes y a nosotros mismos, partiendo de la premisa de que el desarrollo de la autonomía individual, de la crítica y autocrítica, nos conduce por el camino de construcción de la democracia y una sociedad democrática se construye con ciudadanos autónomos que participen en decisiones colectivas en un ambiente de libertad.

La crisis de la política que hoy estamos padeciendo se refleja en el hecho de que la mayoría de los políticos que están en campaña sólo tienen como objetivo permanecer en el poder y esto provoca decepción en los votantes. Cuanto más se retira la gente de la actividad política bajo la premisa de que “todos los políticos son iguales”, “no se puede hacer nada”, más se aprovechan los políticos oportunistas diciendo: “tomo la iniciativa porque la gente no hace nada”. Podemos cambiar esta situación, combatir la desigualdad social y construir una verdadera democracia si construimos una identidad social donde cada individuo se vean a sí mismo como agentes de cambio social, reconociendo el poder que tienen en forma individual al influir sobre otras personas con nuestra presencia y actuación y en forma colectiva, al participar en acciones comunitarias que permitan avanzar en la consolidación de una democracia realmente participativa.

 Con estos cambios psicológicos y comportamentales podremos combatir esa especie de “terrorismo de pensamiento único” en una sociedad que presenta una gran diversidad social y que requiere promover el desarrollo de pensamientos autónomos que son la base del pensamiento crítico y de la crítica social en un ambiente de respeto a las diferencias ideológicas.

Finalmente, recordemos que la globalización es un proyecto político neoliberal que beneficia los intereses de los grupos financieros y de las grandes compañías transnacionales, que buscan lograr un debilitamiento del Estado, esta embestida a los derechos de nuestras comunidades de parte del poder corporativo nos plantea el problema del rol que deben tener los ciudadanos en la lucha por la defensa de sus derechos humanos, laborales y sociales que están siendo violados en varios países del mundo. Este rol deseado es el rol de actores políticos que actúan como agentes de cambio social, de luchadores sociales en defensa de sus derechos participando en forma masiva, organizada y unida en acciones que procuren la defensa del bienestar social. Necesitamos romper vínculos de dependencia y construir vínculos de colaboración entre los integrantes de nuestras comunidades para crear un poder de liberación social. 

La política no es un asunto de especialistas, la crisis social obliga a la participación política y la crisis que presenciamos en la política nos plantea la necesidad de participar en actividades políticas teniendo presente que no hay una ciencia de la política. La construcción de la democracia entonces es un asunto de ciudadanos, la política es la forma de construirla y se construye a través de la participación activa de los integrantes de nuestras comunidades en los asuntos públicos y la participación social es una necesidad ineludible para todo ciudadano hoy en día.

Castoriadis, Cornelius: Los dominios del Hombre. Ed. Gedisa. 2,005

Hobbes, Thomas: El Leviatán. Fondo de Cultura Económica. México. 1992

Marcuse, Herbert: El hombre unidimensional. Editorial Planeta. México 1992

Yescas, Oscar: El agente de cambio social

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Yescas, Oscar: Psicoterapia y política

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Yescas, Oscar: La democracia y los partidos políticos

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Yescas, Oscar: El secuestro de Morena en México

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Yescas, Oscar: La evanescencia de la política en nuestros días

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Yescas, Oscar: Democracia participativa al interior de Morena

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Yescas, Oscar: Cuando la fama te precede y es tu perdición

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Yescas, Oscar: La unidad de los contrarios

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Yescas, Oscar: Cuando la ambición en política toma forma de locura

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Yescas, Oscar: Morena Hermosillo: durmiendo con el enemigo

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Yescas, Oscar: Acerca del método de las encuestas utilizado en política

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Yescas, Oscar: ¿Democracia por encuestas?

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