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lunes, 17 de mayo de 2021

 

¿La política en la crisis, o la crisis en la política?

Oscar Yescas Domínguez

17 de mayo del 2,021


Introducción

La eterna lucha por el cambio social

¿La política en la crisis, o la crisis en la política?

¿Lucha electoral o lucha política?

La verdadera transformación social

Conclusiones


Introducción

Quienes somos fans del grupo musical Pink Floyd disfrutamos la creatividad musical y visión futurista de este grupo considerado uno de los mejores del mundo. Al ver el arcoiris, sin duda alguna nos recuerda su innovador álbum “El lado oscuro de la luna”, que anunciaba el inicio de una nueva era en estilos musicales y la diversificación de la música de rock al incorporar una creatividad musical elevada a niveles infinitos. Pero también reconocemos que esa misma imagen del arcoiris fue tomada posteriormente como símbolo de las luchas que iniciaron en los setentas los grupos minoritarios con orientación sexual diferente a la mayoría heterosexual (homosexuales, lesbianas, transexuales, etc.,), para manifestarse, exhibir su presencia, defender su libertad para ejercer su sexualidad libremente y demandar respeto a sus estilos de vida que diferían de la mayoría heterosexual, estos grupos denominados “minorías sexuales” estaban demostrando con su sola presencia el surgimiento de una creciente diversidad sexual en la sociedad contemporánea.

Recuerdo que en una ocasión invité a la clase de educación en sexualidad humana que impartía en el Departamento de Psicología y Comunicación de la Universidad de Sonora a una pareja de hombres jóvenes homosexuales que habían contraído matrimonio en la ciudad de México. Después de compartir una serie de vivencias sobre el trato de rechazo social que ambos recibieron después de “salir del clóset” y de las dificultades que enfrentaron para legalizar su unión como pareja, un estudiante hizo una intervención en el cual les expresó su reconocimiento por la lucha que realizaron en defensa de sus derechos sexuales y agregó que los demás, (la mayoría heterosexual), deberíamos comprender sus sentimientos y “ser más tolerantes” a la presencia de personas homosexuales o lesbianas en nuestra sociedad. De inmediato, uno de estos jóvenes gays replicó con firmeza que lo que ellos buscaban no era “tolerancia” a su forma de vida, sino más bien lo que buscaban era un “respeto” a su orientación sexual, a sus derechos sexuales y a sus estilos de vida. Fue un momento aleccionador ya que la claridad de su intervención impresionó a todos los presentes, porque nos hizo ver que, por lo regular vemos con recelo a quien a quien actúa de manera diferente a como lo hacemos la mayoría, porque estigmatizamos a quien se comporta diferente a la mayoría y de manera inconsciente nos dejamos llevar por micromachismos o actos que reflejan intolerancia y violan derechos de otras personas. Este joven actuó como un maestro y nos ayudó a entender que existe una gran diferencia entre “tolerancia” y “respeto”.

Por otro lado, desde fines del siglo pasado se podía encontrar en varias ciudades del mundo entero a personas de diferentes nacionalidades y culturas conviviendo dentro de un mismo mismo espacio geográfico y tiempo histórico, interinfluyéndose entre sí y contribuyendo con ello a aumentar la riqueza cultural de ciudades cosmopolitas que incluyen dentro de su dinámica interna una extensa variedad de expresiones culinarias, artísticas, lingüísticas, musicales, culturales que reflejan la gran diversidad social que existe en nuestra sociedad contemporánea. 

La globalización que nos ha acercado mucho más de lo que quisiéramos (por aquello de la pandemia), provocó un incremento del fenómeno migratorio a nivel internacional, que sumado al surgimiento de internet y de las redes sociales, nos permitieron una mayor libertad de expresión (que antes era inhibida por gobiernos autoritarios), generó una reducción de las distancias al permitir un acercamiento virtual con personas de otros países, de tal forma que la sociedad en que vivimos muestra hoy una gran diversidad social, racial, cultural, sexual y política.

En este contexto de una sociedad en la que coexisten diferentes expresiones culturales, grupos raciales, orientaciones sexuales e ideologías políticas, etc., debemos tener presente que el respeto es la clave para coexistir, no la tolerancia, sino el respeto como un valor que debemos reincorporar a nuestra escala de valores. La democracia en una sociedad se caracteriza por la coexistencia pacífica de diferentes ideologías políticas, diferentes formas de pensamiento, diferentes formas de comportamiento y el respeto debe estar presente en toda interacción social incluida, sobre todo en la actividad política.

Pero la libertad de expresión, el desarrollo de un pensamiento autónomo e independiente y el ejercicio de la crítica social son parte de las bajas que se observan en nuestra sociedad, porque al parecer los temores que inspiraron al filósofo francés Herbert Marcuse para escribir su libro “El hombre unidimensional”, en el cual denunciaba que en la sociedad de fines del siglo pasado se estaba perfilando una tendencia a uniformar el pensamiento de millones de personas en el mundo entero, para crear una misma forma única de pensar en millones de personas y que se estaba eliminando la variedad y diversidad en estilos de vida, lenguaje, ideología y comportamientos para dar lugar a expresiones de autoritarismo y control social, todos esos temores se están concretando en este Siglo XXI.

Hoy podemos percibir evidencias de esas profecías filosóficas al observar que estamos padeciendo un proceso de aculturación, es decir un choque de culturas a nivel mundial, en el cual se afianza cada día una cultura dominante, la cultura del consumo como forma de vida y búsqueda de felicidad, el llamado “modo americano de vida”, que está venciendo a otras culturas regionales o nacionales, creando una crisis de valores humanísticos, porque estamos viviendo una mundialización de una cultura orientada a la acumulación de riqueza y al consumo desmedido

Esta cultura mundial se puede constatar en hechos como el que millones de personas veamos las mismas series de televisión, consumamos las mismas marcas de ropa y calzado, utilicemos nuestro tiempo libre en formas similares o generemos los mismos tipos de adicciones: tele adicción, drogadicción, adicción a alcohol, al tabaco, al sexo, ludopatía, etc. En otras palabras nos han convertido en homo consumens, en individuos consumidores y sin darnos cuenta nos han quitado la capacidad para pensar en forma autónoma, nos han despojado de nuestra condición de homo sapiens y han destruido el tejido social al desarrollar una ideología individualista que nos hace ver con indiferencia los problemas que afectan a los demás, nos han convertido en personas conformistas e insensibles a los grandes problemas sociales y sobre todo, lo más grave, nos han educado de tal forma que nos mantengamos alejados de la política.

Desde mucho antes de que se presentara la pandemia, padecíamos un autoritarismo en nuestra vida cotidiana y llegamos a considerar natural su presencia, ya fuera dentro de la dinámica familiar en la relación padres e hijos, en el ambiente escolar en la relación entre maestros y alumnos, en ambientes laborales en la relación jefes y subordinados, o en la vida pública en la relación entre gobernadores y ciudadanía. 

En México, el autoritarismo formó parte de nuestras vidas durante cerca de ochenta años de dictadura del prian y gracias al conformismo, indiferencia y alejamiento de la política en la que nos educaron, llegamos a soportar décadas de abusos de las autoridades, escandalosos casos de corrupción e impunidad y grandes injusticias sociales. Recordemos que un estereotipo de los mexicanos era la figura del individuo durmiendo junto a un nopal, mostrando indiferencia a lo que sucede a su alrededor.

Los mexicanos no éramos los únicos que padecíamos autoritarismo, era una forma de gobierno internacional y lo sigue siendo en varios países, pero el hartazgo acumulado durante décadas por la población mexicana permitió que en las elecciones presidenciales del 2,018, pudiéramos terminar con esa sensación de opresión, injusticias e impotencia, al llevar al poder a un nuevo gobierno que tenía a Morena como partido en el poder y a Andrés Manuel López Obrador como la figura presidencial, ambos representaron en aquel entonces la esperanza del cambio social, un cambio que de manera sorpresiva para todo el mundo y para los propios mexicanos, se dio de forma pacífica a través de la vía electoral y se evitó con esa masiva participación electoral un inminente estallido social, previamente anunciado por masivas movilizaciones del pueblo mexicano, que no pudieron impedir la imposición de reformas a nuestra constitución que incluían el despojo de derechos laborales y sociales.

Pero durante estos tres últimos años hemos tenido la oportunidad de gozar de una forma de conducir a un país sin autoritarismo de por medio, con una gran libertad de expresión, gracias a nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien impulsó programas y proyectos de gobierno que representan mejoras en las condiciones de vida para millones de mexicanos, porque a diferencia del Prian, el gobierno encabezado por AMLO ha tomado acciones que han contribuido a recuperar parte del bienestar social perdido durante décadas, por lo que puede decirse que cumplió la mayoría de las promesas que hizo durante su campaña presidencial y por ello nuestro Presidente mexicano tiene un gran respaldo social de la población mexicana y tiene un gran prestigio como hombre de Estado a nivel mundial.

Pero en el caso de Morena como partido en el poder, la situación es totalmente diferente porque entró en un proceso de descomposición interna debido a la disputa por el poder que libraron los diferentes grupos que conformaron la construcción del partido en su origen y actualmente la Dirección Nacional y el control del Partido está bajo personas que representan fuerzas políticas que no dudaron en traicionar a sus militantes utilizando el método del fraude disfrazado como encuesta para seleccionar a sus candidatos a las elecciones de este próximo 6 de junio.

Las protestas de los militantes de Morena que se opusieron a la imposición de candidatos se presentaron en 15 Estados de la república y en varios de ellos, como lo es el caso de Sonora, los militantes tomaron el edificio del Partido, realizaron una Asamblea Estatal Extraordinaria, en la que decidieron rechazar la imposición de candidatos y eligieron a sus propios candidatos para participar en la próxima contienda electoral. 

Como respuesta a su rebeldía han recibido el rechazo de la dirigencia Estatal y el silencio de la Dirección Nacional del Partido, además de ser señalados como “traidores” y acusados de ”dividir a Morena” para favorecer los intereses del Prianrd y del MC. Lo cierto es que la Dirección de Morena impidió el ejercicio de la democracia participativa para seleccionar a sus candidatos y hoy se presenta en estas elecciones intermedias como un partido dividido, con una lista oficial de candidatos cuyos nombres aparecen en la boleta electoral y una lista de “candidatos no registrados” que están llamando a votar por ellos en el cuadro en blanco de la boleta electoral.

En este escenario es en el cual el fantasma del autoritarismo amenaza con regresar de nuevo a México, ya sea con el rostro de un Morena dividido como partido, con sus dirigentes actuando con autoritarismo, intransigencia para imponer a sus candidatos seleccionados en forma no democrática, exhibiendo una gran intolerancia hacia la crítica sobre su actuación, o con el portal que se abre para que regresen las fuerzas del Prianrd a gobernar, debido al descontento y decepción popular provocado por el comportamiento de los dirigentes de Morena y aquellos militantes que les siguen incondicionalmente, que guardan un silencio y no protestan por el atropello de derechos electorales de otros militantes dentro de su propio partido. Cualquiera de las dos opciones es inaceptable, porque interrumpen el proceso de construcción de la democracia en nuestro país.
La eterna lucha por el cambio social

Después de haber participado en un sinnúmero de luchas sociales a lo largo de mi sexagenaria vida, luchas que en algunos casos lograron sus demandas y en la gran mayoría no, aprendí a manejar la frustración en política y a comprender que la lucha por una verdadera transformación de nuestra sociedad no se dará en un sólo día, ni con el triunfo de una sola lucha.

Hoy en día nos encontramos en una sociedad que forma parte de un sistema político y económico que está inmerso en una profunda crisis, genera una gran desigualdad social a nivel mundial y es por ello nos encontramos en un escenario global en el que puede observarse con claridad que se enfrentan dos proyectos que se oponen mutuamente: por un lado, tenemos al poder corporativo que representa los intereses de las grandes compañías transnacionales, que promueven la corrupción para lograr impulsar reformas a las constituciones de varios países, que exigen la eliminación de instituciones gubernamentales para privatizar los servicios públicos que prestan y lograr el adelgazamiento del Estado y terminar con su función de guardián del bienestar social, provocando el empobrecimiento de la población, la precarización de las condiciones de vida de millones de personas y el enriquecimiento ilícito de unos cuantos gracias a que las instituciones están rodeadas de corrupción y esto permite la vigencia de la impunidad en varios casos de injusticias sociales.

Por otro lado, se encuentra el proyecto de transformación del sistema social en el que vivimos, representado en diferentes frentes de lucha que se están dando en varios países de Latinoamérica y del mundo, en el que participan varios movimientos colectivos, que resisten a las agresiones a sus derechos humanos, laborales y sociales, que han decidido romper el silencio, alzar la voz y luchar en defensa de sus propias vidas. Estas luchas se oponen con firmeza a la implementación de políticas neoliberales, se niegan a aceptar reformas a sus constituciones porque éstas representan una precarización de la población, un mayor sufrimiento colectivo, es por ello que luchan en defensa de sus derechos y por la democratización de su sociedad.

Es este el contexto mundial en el que debemos ubicar las luchas que hoy vemos en la defensa de derechos humanos, laborales, políticos, electorales o sexuales, que coinciden en la lucha que se da en contra de la violencia hacia las mujeres y del feminicidio, por la defensa del medio ambiente, en contra de la privatización de espacios públicos y de la privatización de servicios de salud pública, etc., para utilizar un enfoque integral y verlas como expresiones particulares de una lucha más amplia, que es en realidad una lucha política, una lucha cuyas causas las provoca un sistema social explotador, excluyente y patriarcal que tiene presencia internacional y que está representado por un poder corporativo cuyos dirigentes tienen como meta principal la maximización de su beneficio económico a costa del sufrimiento y muerte de la población de nuestras comunidades.

Si logramos visualizar que los grandes problemas que se presentan en nuestra sociedad, las injusticias, la impunidad y las diferentes luchas sociales, están intervinculados, no están aislados y que el vínculo que los une es la política, podremos comprender con claridad que no se trata de ir brincando de un frente de resistencia a otro bajo la premisa de que la lucha continúa, porque puede obtenerse un triunfo en una lucha particular, pero son varios los frentes de lucha que hoy existen y que se pueden observar como decía Eduardo Galeano, como “un mar de fueguitos” porque luchan en forma aislada y cada día surgen nuevas injusticias, nuevas violaciones de derechos humanos o laborales que movilizan a nuevos sectores sociales para luchar en defensa de sus derechos que están siendo violados.

El asunto es que debemos tener presente que la lucha es larga porque de lo que se trata es de cambiar el sistema económico y político en el que vivimos, que se encuentra inmerso en una crisis social general que nos afecta en forma desigual ya que empobrece a una gran mayoría, mientras enriquece en forma escandalosa e inmoral a unos cuantos. 

Se trata de construir una sociedad donde exista realmente una justicia para todos, una igualdad social sin discriminaciones de ningún tipo y sobre todo una verdadera sociedad democrática en donde el respeto a las personas y a los derechos humanos, laborales, sexuales y sociales se refleje en las relaciones interpersonales, tanto en el ámbito público como en el ámbito privado. Por esas razones en lugar de decir la lucha continúa, la experiencia de participar en varias luchas nos ha enseñado que la afirmación correcta es decir: la lucha es continua, es decir, las luchas en contra de las reformas a nuestras constituciones, las luchas sindicales, las luchas electorales, las luchas por defender el medio ambiente, la lucha feminista, etc., forman parte de una lucha que es política.

¿La política en la crisis, o la crisis en la política?

La lucha por construir una sociedad en la que realmente exista una democracia participativa, una justicia para todos, una verdadera igualdad social y equidad de género, sigue siendo parte de la agenda social en la que participan diferentes movimientos colectivos sociales en varios países del mundo. No podemos ponerle etiquetas al tipo de sistema social que reúna estas características, pero lo que sí podemos hacer es tomar consciencia de que algo está mal en nuestra sociedad y lo que realmente es una evidencia de que este sistema está mal es la presencia de una profunda y creciente desigualdad social, que existe en nuestros países y que provoca un gran sufrimiento colectivo.

Esta desigualdad social no es un problema exclusivo de un sólo país ya que la desigualdad social existe en la mayoría de los países del mundo occidental que se encuentran bajo el sistema económico y político denominado capitalismo. El poder corporativo es internacional, no reconoce fronteras y en consecuencia, la resistencia a la implementación de políticas neoliberales y las reformas a las constituciones debería tener una resistencia internacional, una solidaridad global similar a la obtenida por el movimiento feminista que ha crecido en los últimos años, porque la violencia hacia las mujeres tiene presencia en todos los países del mundo y las mujeres nos han enseñado el camino al organizarse en forma internacional para expresar su rebeldía en forma masiva dos días del año.

Las revueltas populares que se registraron en el 2,019 en Ecuador, Chile Argentina, Francia, Bolivia, etc., son expresiones de resistencia y rechazo a políticas neoliberales que promueven el incremento de la desigualdad social y deberían tener una coordinación internacional o al menos expresiones de solidaridad internacional. Lo que está pasando en Colombia en este 2,021 no es otra cosa que la rebeldía de una población que se resiste a aumentar la precariedad en sus condiciones de existencia, y se rebela en contra de un Gobierno que sólo es el títere de los grandes capos del poder económico y realiza una guerra en contra de su propio pueblo.

 Es un pueblo que rompió el silencio, dijo ya basta, lucha en contra del autoritarismo y defiende con firmeza sus derechos humanos que están siendo violados, o amenazados de ser violados con la aprobación de reformas fiscales, reformas al sistema de salud y al sistema de pensiones. Como respuesta a esa rebelión están recibiendo una feroz ofensiva policiaca que ha dado como resultado decenas de muertos, centenares de desaparecidos, decenas de violaciones sexuales por parte de efectivos policiacos en contra de mujeres jóvenes indefensas y cientos de desparecidos.

Ese mismo escenario se vivió en México cuando se impuso por la fuerza la reformas laboral en el sexenio de Felipe Calderón, la reforma energética y el intento fallido de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto. En aquel entonces circulaban en internet llamados de ciudadanos mexicanos similares a los que comparten nuestros hermanos Colombianos en este 2,021: “Nos están matando”.

Si hubiera ganado el Prian en las elecciones presidenciales del 2,018 utilizando nuevamente el mecanismo del fraude electoral, estaríamos en similares condiciones a las que se encuentra en este momento el pueblo Colombiano, pero el pueblo mexicano mediante una masiva participación logró imponer una democracia electoral al brindarle más de 30 millones de votos a Andrés Manuel López Obrador y con ello terminó con la dictadura del Prian.

Pero en este 2,021 que habrá elecciones intermedias en México el próximo 6 de junio, el ambiente electoral es totalmente diferente al que se respiraba en el 2,018 cuando se anticipaba el triunfo de Morena y Amlo meses antes del día de las elecciones. En este año, a sólo unas semanas de las elecciones del próximo 6 de junio, el ambiente político que se respira es de incertidumbre, de indecisión, de decepción colectiva y se percibe una derrota anticipada, que consiste en la pérdida de autoridad moral por la incongruencia que existe entre el discurso y la acción de parte de los dirigentes de Morena.

En este año el llamado al voto masivo por Morena no tiene el mismo eco que en el 2,018 y no lo tendrá porque no existe “el efecto Amlo” que motivó a millones de mexicanos a votar por la nueva opción que representaba Morena, pero sobre todo no tendrá la misma respuesta porque no se puede ignorar la forma como gobernaron algunos representantes de Morena, aquellos personajes que habiendo militado en el Pri, en el Pan o el Prd, brincaron como chapulines políticos a Morena, lograron conquistar puestos de poder político y gobernaron de una manera contraria a lo que se esperaba, no sólo a las expectativas populares, sino en contra de los estatutos de Morena. 

Un claro ejemplo de quienes gobernaron mal en nombre de Morena se dio en la capital sonorense, donde ocupó el cargo de Presidenta Municipal una exmilitante del Pan Célida López, quien fue impuesta para representar a Morena para ese cargo y durante su gestión insultó a la población hermosillense, se burló de ella e intentó vender predios públicos sin importarle las protestas masivas que se opusieron a esa venta, que afortunadamente no se concretó por intervención presidencial que proporcionó flujo de efectivo para pavimentar calles de la ciudad capital, eliminando con ello el argumento que se utilizaba para vender el predio El Cárcamo.

En estos momentos la incertidumbre que enfrentamos miles de sonorenses no es si votar a favor de Morena o a favor del Prianrd o del MC, porque para los mexicanos todavía están abiertas las heridas de años de corrupción e impunidad de gobiernos priístas y panistas, los apellidos de los candidatos de la “alianza opositora” forman parte de la memoria colectiva y representan a dos clanes de gente millonaria que se enriqueció con los dineros del pueblo y en Sonora somos miles las personas que no queremos que regrese a gobernar el Prian de nuevo por lo que votar por ellos está descartado de antemano. 

 Pero la incertidumbre surge porque el partido que hace tres años representaba la opción del cambio, hoy se encuentra dividido, secuestrado por una dirección nacional que actúa con engaños y en forma autoritaria. Imponiendo candidatos para estas elecciones con trucos baratos como lo es el uso de una encuesta y lo más grave, presenta en sus listas de candidatos a expriístas, expanistas, familiares de funcionarios de Morena.

Como una cereza en el pastel del engaño y la imposición, en ese llamado al voto masivo por Morena está la petición de votar por Célida López quien pretende reelegirse como presidenta Municipal de Hermosillo. porque su nombre apareció en el truco de la encuesta para elegir candidatos, desplazando a veteranos militantes de Morena. En esta lista oficial de candidatos de Morena se puede encontrar corrupción por un lado, nepotismo por el otro, cerrazón al diálogo, autoritarismo en la toma de decisiones, ausencia de democracia participativa y obediencia ciega a la autoridad de parte de algunos militantes que se disciplinan ante las decisiones de la dirección del partido, aún cuando éstas contradigan al sentido común, estén alejadas de la lógica y sean realmente inmorales porque incluyen a connotados expanistas y expriístas en la lista oficial de candidatos de Morena.

Lejos quedaron las expectativas que generó la consigna que aglutinó a millones de mexicanos que decía “Juntos haremos historia”, la verticalidad en la dirección del partido en el poder, el engaño del uso de las encuestas y el autoritarismo mostrado ante las inconformidades surgidas a nivel nacional ha creado un movimiento alterno de morenistas que se rebelan a la imposición de candidatos en varios Estados del país, que muestran su indignación ante el autoritarismo de los dirigentes de su partido.

Los mexicanos estamos observando que en varios Estados del país están surgiendo movimientos contestatarios, agrupamientos informales, candidatos electos de manera formal mediante asambleas extraordinarias, con la asistencia de representantes de direcciones estatales de Morena, pero que no son reconocidos por las autoridades de Morena y tampoco por el Instituto Nacional Electoral. En este contexto surge una propuesta del diputado potosino Ricardo Del sol Estrada para votar el próximo 6 de junio por los candidatos “No registrados”, explicando que “la iniciativa está fundamentada en los artículos 35 de la Constitución Política Mexicana y en los números 253 “J” y 277 “C” del Código Federal de las instituciones y procesos electorales (COFIPE). En las boletas aparece un recuadro para “Candidatos no registrados” que podría ser utilizado para anotar el nombre del candidato(a) que no aparezca en los recuadros.

Lo que no queda claro es si esos votos tendrán validez legal ante las autoridades electorales porque por un lado dice este Diputado que “Esos votos tendrán validez y deberán ser contados por los funcionarios de casilla o admitidos ya sea por el Instituto Nacional Electoral (INE) o por el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC) según sea el caso". Pero por otro lado, en entrevista que realizó Cayetano Lucero a la Delegada el Instituto Nacional de Electores en Sonora, la funcionaria hizo un ejercicio similar a peras y manzanas, donde concluyó que los votos que obtengan los candidatos no registrados no serían reconocidos para asignar triunfo a algunos de ellos. https://www.facebook.com/vigilia.sonora/videos/1870927843081416

En estas condiciones nos encontramos, sin poder usar nuestro derecho a votar para elegir, porque no queremos votar por los candidatos del Prianrd y MC y las personas que aparecen oficialmente como candidatos de Morena están ahí por un fraude disfrazado de encuesta y a las personas por las que desearíamos votar no están registradas y votar por éstos últimos implica el riesgo de aumentar las posibilidades de que la alianza Prianrd obtenga más votos que Morena. 

Por esos motivos creo que atender el llamado de “voto masivo por Morena” en este 2,021, no tendrá los resultados que obtuvo en el 2,018. Porque después del engaño de la encuesta ¿Con qué autoridad moral los candidatos de Morena piden el voto cuando avalan con su silencio el fraude cometido en perjuicio de otros militantes que aspiraban a ocupar puestos de candidatos a elección popular? Cabe mencionar que la campaña electoral que estamos presenciando se caracteriza por una pobreza en propuestas de trabajo, con algunas excepciones como Wendy Briseño que ha realizado un buen trabajo como legisladora, el resto de candidatos hacen campaña actuando como los viejos políticos del Prian, reuniendo gente, prometiendo resolver problemas y pidiendo el voto.

En resumidas cuentas el Prianrd y Movimiento Ciudadano no son la opción que garantice reconstruir el Estado de bienestar social del pueblo mexicano, Morena ya no es un partido de izquierda, ya no representa lo que simbolizaba cuando nació, es un partido que se muestra dividido e invadido por elementos oportunistas. Pero aún así, abstenerse de votar no es la opción, necesitamos usar nuestro voto de una manera que no sólo refleje el verdadero sentir de la población. 

En estos momentos es cuando debemos recordar algo de gran relevancia, todos los ciudadanos tenemos derecho al voto, el derecho al voto es un derecho que fue conquistado y no fue un obsequio de origen divino. El voto es la piedra angular de la construcción de la democracia en nuestra sociedad, así sucedió en el 2,018 y así debe continuar funcionando como forma de expresar la opinión de la mayoría de la población que integra nuestra sociedad. Con este escenario podemos afirmar que estamos observando en esta campaña una crisis de la política, en el contexto de una sociedad en crisis, una crisis que es económica, política, ecológica y sanitaria. La crisis de la política se manifiesta en las formas de hacer campaña, en la indiferencia a la política que muestra un gran sector de la sociedad mexicana que ve con decepción que “todos los políticos son iguales”, esta crisis se observa en la concepción de la política como forma de llegar al poder en el contexto de una sociedad en crisis internacional.

La verdadera transformación social

Andrés Manuel López Obrador Presidente de México, ha manejado un discurso en el cual afirma que encabeza un proceso de transformación social al que llama “La Cuarta Transformación de la República”, diversas acciones que ha realizado a lo largo de sus casi tres años de gobierno respaldan esta afirmación porque desde que asumió el poder Presidencial ha impulsado varias acciones, programas y proyectos con el apoyo de Morena, que han contribuido a recuperar parte del bienestar social perdido que desapareció durante la dictadura del Prian. Debido a esas acciones de protección de sectores desprotegidos y lucha contra la corrupción el liderazgo presidencial de AMLO ha crecido y esto se refleja en el aumento en los niveles de aceptación social hacia su figura por parte del pueblo mexicano y por parte del reconocimiento internacional del que es objeto como figura de hombre de Estado.

Pero al mismo tiempo, en la medida que crece su liderazgo, se fortalece un vínculo de dependencia de una parte importante de la militancia de Morena y del propio pueblo mexicano hacia su persona. Pero llega un momento en el que la creación de este vínculo de dependencia se convierte en un obstáculo para la construcción de la democracia en México, porque la dependencia de una enorme masa de ciudadanos hacia la figura de un solo individuo, impide que la población fortalezca su identidad como sujetos con historicidad y corra el riesgo de depender de las decisiones tomadas por una sola persona, o también puede suceder que amplios sectores de la población sean objeto de manipulación por quienes dicen ser aliados o personas cercanas a nuestro Presidente. 

Este vínculo de dependencia hacia la figura presidencial en el que vivimos nos impide ver que en la medida de que una comunidad o grupo social hace oír sus voces en los espacios públicos, para reclamar y defender sus derechos sociales, políticos y humanos, se están realizando acciones políticas que tendrán un impacto en la comunidad y en las instituciones que forman parte de nuestra sociedad. El propio Andrés Manuel López Obrador ha declarado en más de una ocasión que “sólo el pueblo salvará al pueblo”.

En esa línea de pensamiento debemos clarificar el concepto de transformación social y considerar que ésta sólo puede darse cuando los integrantes de nuestras comunidades participan en actividades políticas. Los cambios que provienen desde la figura presidencial se consolidarán y convertirán en una verdadera transformación social sólo si aumentamos nuestra participación social en asuntos públicos. 

Para lograr una verdadera transformación social existe una condición necesaria que consiste en realizar una reconceptualización de nosotros mismos, necesitamos cambiar la percepción que tenemos de nosotros y de los demás, de nuestra actuación como individuos dentro de una sociedad organizada, ubicándonos como personas que formamos parte de una comunidad o sociedad y que al transformar esa comunidad o sociedad nos estamos transformando a nosotros mismos. La pandemia del covid nos demostró que no somos individuos aislados, que estamos en constante contacto social, que vivimos en una sociedad en la que quedarse en casa sin salir por la pandemia es un privilegio por la presencia de una enorme desigualdad social, por lo que urge transformar esta realidad para disminuir el sufrimiento colectivo que provoca esa desigualdad social.

Transformar una sociedad es un proceso diferente a sufrir pasivamente los efectos de una dinámica de cambios sociales constantes y limitarnos a buscar la adaptación a los mismos. Una verdadera transformación social debe contar con la participación y compromiso de los ciudadanos que integran nuestras comunidades, organizados en grupos en los cuales se discutan las necesidades colectivas sentidas por esas comunidades para generar programas de acción que estén diseñados para satisfacer esas necesidades o resolver problemas sociales transformando la realidad social que los circunda. En consecuencia, sólo se puede hablar de transformación social cuando se busca promover y lograr la participación social de los integrantes de las comunidades en la discusión colectiva y en los procesos de toma de decisiones colectivas.

En México, tenemos la fortuna de contar con un gobierno que promueve acciones de bienestar social y por ello enfrenta una lucha de difamaciones y de distorsión de la información por quienes hoy forman parte de “la oposición política”, es decir, aquellos quienes detentaban el poder y gobernaban con actos de corrupción desviando cantidades enormes del presupuesto gubernamental a bolsillos privados. 

Pero no podemos esperar que todos los cambios provengan desde arriba y de afuera de nosotros. Necesitamos generar cambios individuales que produzcan un empoderamiento individual y colectivo. Una forma de hacerlo es manejando el concepto de empoderamiento, el cual se ha popularizado y es conocido pero su uso se ha limitado al empoderamiento individual, en el contexto de una sociedad en crisis, necesitamos construir un empoderamiento colectivo, es decir, un fortalecimiento comunitario para construir una verdadera transformación social.

Este proceso de empoderamiento es un proceso de cambio psicológico, a través del cual se cambian las creencias y actitudes acerca de uno mismo y acerca de los demás, de tal forma que se construya una nueva autopercepción en la cual reconozcamos que tenemos el potencial y las capacidades para cambiar y mejorar en forma individual y colectiva. 

El empoderamiento es un cambio de actitud que lleva a las personas a percibirse a sí mismas como personas con capacidad para ejercer un control de sus vidas y se utiliza en psicoterapia y en tratamiento de adicciones de todo tipo. De este cambio proviene la famosa expresión “Sí se puede” que ha impulsado movimientos colectivos que descubren el fortalecimiento comunitario y han logrado grandes cambios sociales. En el caso del fortalecimiento comunitario, el empoderamiento se basa en reconocer dónde “lo personal es político”.

Esto es lo que está pasando en Colombia, una población que se rebela ante la implementación de políticas neoliberales que intentan imponer reformas que lesionan sus derechos humanos, laborales, de salud, etc., y llevan 17 días en paro nacional, enfrentando a una policía fuertemente armada que no duda en disparar. Los habitantes de barrios populares están empoderándose, apoyándose mutuamente, se organizan poniendo barricadas, vigilancias nocturnas, bailes populares, cocinas comunitarias, enfrentamientos colectivos contra la policía, etc. 

 Cuando los integrantes de una comunidad, población o nación, toman consciencia de sí mismos como sujetos históricos dentro de un contexto social determinado, cuando dejan de percibir como algo natural los aspectos negativos de la vida social y desean cambiar esa realidad, surge la motivación para participar en actividades públicas y se convierten en actores políticos, que participan en la toma de decisiones que permitirán lograr una transformación social. Necesitamos conceptualizarnos como actores políticos que tenemos el potencial y capacidad para generar un empoderamiento colectivo que genere un fortalecimiento comunitario y nos permita evitar la dependencia hacia los partidos políticos y construir una autonomía individual y colectiva para transformar nuestra realidad social.

Conclusiones

¿Por quién votar? Es la pregunta que muchos mexicanos se hacen en estos momentos y no encuentran una respuesta porque saben que su voto no debe ser para alguno de los candidatos del Prianrd, ni del MC, porque representan verdaderas amenazas para la población mexicana y se puede predecir su comportamiento futuro mirando su trayectoria, estas opciones están completamente descartadas. Pero por otro lado, Morena ya no presenta la figura de “partido de izquierda”, de partido democrático, incluyente que presentó en su origen, porque sus dirigentes violaron sus propios estatutos, rompieron la premisa moral de “no mentir, no robar y no traicionar”, al crear una lista de los candidatos de Morena obtenida de forma inmoral, antidemocrática, que puede ser legal, pero es ilegítima desde un sentido ético y moral porque provino de un acto que impidió el ejercicio de democracia participativa y violó derechos de los propios militantes de Morena.

Debemos tener presente que en nuestras vidas constantemente estamos tomando decisiones, toda decisión tiene sus consecuencias, el acto de votar es tomar una decisión, pero considerando que las elecciones son sólo una parte de una lucha que en realidad es continua, en el contexto descrito líneas arriba, la pregunta correcta es ¿Qué vamos a hacer? Antes de votar lo recomendable es tomar la decisión de cambiar nuestra percepción de lo que entendemos por política, debemos dejar la percepción limitada de la política como la libertad para participar en elecciones cada tres o seis años. Esta representación de la política es lo que permitió que la dictadura del Prian durara tanto tiempo, porque miles de personas siguen pensando que la democracia en política es la libertad para elegir candidatos a puestos de elección popular usando el poder de nuestro voto y después regresan a seguir con sus vidas cotidianas y se olvidan de la política.

Eso es lo que se conoce como “democracia representativa”, donde con el poder de nuestros votos le damos el poder político a algunos candidatos y ellos nos gobiernan tomando decisiones sin consultarnos en ningún momento y en la mayoría de los casos usan ese poder en contra de intereses colectivos enriqueciendo fortunas personales con presupuesto público, esto sucede porque esas personas no tienen un verdadero compromiso social con las comunidades que prometen representar y por el conformismo e indiferencia hacia la política de buena parte de la población.

Por eso es necesario empezar por cambiar la imagen que tenemos de nosotros mismos, para empezar a vernos como seres sociales que formamos parte de una comunidad, dejar de percibirnos como individuos aislados y reconocer el poder que construimos cuando nos organizamos y actuamos en forma masiva, organizada y unida. Ese poder que creamos cuando construimos la idea de que “todos somos uno”, la misma premisa que manejan los grupos feministas “Si tocan a una nos tocan a todas”, nos ayudará a cambiar la relación que tenemos con quienes ocupan cargos de poder político y lo usan en forma asimétrica, desigual, ubicándose por encima de la masa de individuos que se perciben a sí mismos como sujetos individuales e ignoran el poder que tienen si se unen y actúan en forma masiva. 

Cambiar nuestra autoimagen y construir una identidad social, que incluya la pertenencia a una comunidad, nos permite usar el lenguaje del “nosotros” y vernos como un Leviatán en proceso de construcción, es decir, esa metáfora utilizada por Thomas Hobbes para describir el nacimiento del Estado moderno después de la caída de la monarquía, esa figura de un gigante que crece cada vez que más personas aceptan formar de ese cuerpo que surge al firmar un contrato social en el que las libertades individuales llegan a un acuerdo para beneficio común y que garantice la seguridad y bienestar de todos los ciudadanos.

En pleno siglo XXI necesitamos construir un nuevo Leviatán para defender nuestros derechos sociales y la manera de hacerlo es cambiando la función del poder y construyendo relaciones sociales en las que podemos identificar expresiones de poder en cada uno de los integrantes de una comunidad o sociedad, al reconocernos como sujetos con historicidad, es decir, con la capacidad de cambiar el rumbo de la historia si se actúa en forma colectiva, organizada y unida. La unidad en la acción de los integrantes de una comunidad o nación, permite construir un empoderamiento colectivo que dará como resultado un fortalecimiento comunitario.

La construcción de un empoderamiento individual y colectivo nos permitirá concebirnos como agentes de cambio social y nos hará cambiar de actitud para reconocer que podemos cambiar la realidad social y política si actuamos en forma organizada, colectiva y unida. Bajo esta percepción podremos construir un poder liberador de tal forma que logremos un empoderamiento comunitario basado en la percepción de que en las relaciones sociales podemos construir una simetría del poder, que consiste en percibirnos como personas iguales, en dejar de ver a dirigentes políticos como personas superiores a nosotros porque tienen el poder político. Ellos tienen ese poder porque nosotros se los dimos con nuestros votos, pero si actuamos como movimiento masivo, colectivo y organizado, construiremos un poder social que es igual o mayor al que tienen los dirigentes políticos.

Con el enfoque del empoderamiento comunitario, podemos cambiar nuestra concepción y dejar de depender de los partidos políticos para ejercer la voluntad popular, tal como sucedió en Chile en estas elecciones intermedias de este fin de semana pasado, en el cual los candidatos independientes y representantes de la izquierda lograron derrotar a la derecha que tenía el poder desde que desapareció la junta militar presidida por Augusto Pinochet. El desgaste y descrédito de los partidos políticos en aquel país, provocaron un alto abstencionismo electoral, pero aún así se logró el triunfo de los candidatos de movimientos colectivos.

En México observamos un desgaste y descrédito de los partidos políticos que están contendiendo en estas elecciones intermedias. Debemos recordar que la lucha electoral es sólo una parte de una lucha que es continua, así que no debería importar qué candidato o partido gane las elecciones este próximo 6 de junio, porque la lucha es continua y lo más relevante es construir ese empoderamiento individual y colectivo para lograr un fortalecimiento comunitario

La manera de hacerlo es construir organizaciones ciudadanas que realmente provengan y representen a las comunidades, para que participen en reuniones con representantes de los diferentes movimientos colectivos que existen en nuestras comunidades, para que cada movimiento particular (movimientos sindicales en defensa de sus derechos laborales, movimientos colectivos en defensa del medio ambiente, grupos feministas, comités de ciudadanos, etc.), presente su lista de demandas particulares y se integren a un plan de trabajo que se presente a las las autoridades que resulten electas y acepten dicho plan como el plan de trabajo a desarrollar por el nuevo gobierno, con esto se garantizaría ampliar las posibilidades de solucionar los problemas que enfrentan nuestras comunidades.

Pero debemos tener presente que actuar de esta forma implica construir una democracia participativa que consiste en el compromiso de los integrantes de las comunidades en participar en la discusión de los asuntos públicos, en un proceso participativo que incluiría una vigilancia ciudadana en la forma de conducción del próximo gobierno de tal forma que no permitamos que se desvíe el presupuesto público para otros fines privados. Recordemos que una verdadera transformación social se logra cuando los integrantes de las comunidades se convierten en actores políticos, que participan en la toma de decisiones que permitirán lograr una transformación social. Eso es lo que tenemos que hacer, dejar nuestra pasividad, superar la indiferencia hacia la política, reconocer que nuestros problemas personales son políticos, es decir, tienen origen en la política y la política incluye la participación colectiva en asuntos públicos y de ser necesaria realizar movilizaciones colectivas, en forma organizada y unida.

Debemos tener presente que la amenaza del autoritarismo está latente sobre nuestras cabezas, recordemos que estamos inmersos en una crisis del sistema neoliberal que se manifiesta en crisis económica, política, ecológica y sanitaria. Necesitamos unir fuerzas para combatir la desigualdad social, si los partidos políticos presentan un alto grado de desprestigio, la alternativa para continuar en la lucha por el cambio social se encuentra en el empoderamiento colectivo, desarrollando nuestra capacidad para cuestionar a la sociedad, a nuestros gobernantes y a nosotros mismos, partiendo de la premisa de que el desarrollo de la autonomía individual, de la crítica y autocrítica, nos conduce por el camino de construcción de la democracia y una sociedad democrática se construye con ciudadanos autónomos que participen en decisiones colectivas en un ambiente de libertad.

La crisis de la política que hoy estamos padeciendo se refleja en el hecho de que la mayoría de los políticos que están en campaña sólo tienen como objetivo permanecer en el poder y esto provoca decepción en los votantes. Cuanto más se retira la gente de la actividad política bajo la premisa de que “todos los políticos son iguales”, “no se puede hacer nada”, más se aprovechan los políticos oportunistas diciendo: “tomo la iniciativa porque la gente no hace nada”. Podemos cambiar esta situación, combatir la desigualdad social y construir una verdadera democracia si construimos una identidad social donde cada individuo se vean a sí mismo como agentes de cambio social, reconociendo el poder que tienen en forma individual al influir sobre otras personas con nuestra presencia y actuación y en forma colectiva, al participar en acciones comunitarias que permitan avanzar en la consolidación de una democracia realmente participativa.

 Con estos cambios psicológicos y comportamentales podremos combatir esa especie de “terrorismo de pensamiento único” en una sociedad que presenta una gran diversidad social y que requiere promover el desarrollo de pensamientos autónomos que son la base del pensamiento crítico y de la crítica social en un ambiente de respeto a las diferencias ideológicas.

Finalmente, recordemos que la globalización es un proyecto político neoliberal que beneficia los intereses de los grupos financieros y de las grandes compañías transnacionales, que buscan lograr un debilitamiento del Estado, esta embestida a los derechos de nuestras comunidades de parte del poder corporativo nos plantea el problema del rol que deben tener los ciudadanos en la lucha por la defensa de sus derechos humanos, laborales y sociales que están siendo violados en varios países del mundo. Este rol deseado es el rol de actores políticos que actúan como agentes de cambio social, de luchadores sociales en defensa de sus derechos participando en forma masiva, organizada y unida en acciones que procuren la defensa del bienestar social. Necesitamos romper vínculos de dependencia y construir vínculos de colaboración entre los integrantes de nuestras comunidades para crear un poder de liberación social. 

La política no es un asunto de especialistas, la crisis social obliga a la participación política y la crisis que presenciamos en la política nos plantea la necesidad de participar en actividades políticas teniendo presente que no hay una ciencia de la política. La construcción de la democracia entonces es un asunto de ciudadanos, la política es la forma de construirla y se construye a través de la participación activa de los integrantes de nuestras comunidades en los asuntos públicos y la participación social es una necesidad ineludible para todo ciudadano hoy en día.

Castoriadis, Cornelius: Los dominios del Hombre. Ed. Gedisa. 2,005

Hobbes, Thomas: El Leviatán. Fondo de Cultura Económica. México. 1992

Marcuse, Herbert: El hombre unidimensional. Editorial Planeta. México 1992

Yescas, Oscar: El agente de cambio social

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Yescas, Oscar: Psicoterapia y política

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Yescas, Oscar: La democracia y los partidos políticos

https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/04/lademocracia-y-los-partidos-politicos.html

Yescas, Oscar: El secuestro de Morena en México

https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/04/elsecuestro-de-morena-en-mexico.html

Yescas, Oscar: La evanescencia de la política en nuestros días

https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/03/laevanescencia-de-la-politica-en.html

Yescas, Oscar: Democracia participativa al interior de Morena

https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/02/democraciaparticipativa-al-interior-de.html

Yescas, Oscar: Cuando la fama te precede y es tu perdición

https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/02/cuandola-fama-te-precede-y-es-tu.html

Yescas, Oscar: La unidad de los contrarios

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Yescas, Oscar: Cuando la ambición en política toma forma de locura

https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/01/cuandola-ambicion-en-politica-toma.html

Yescas, Oscar: Morena Hermosillo: durmiendo con el enemigo

https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/02/morenahermosillo-durmiendo-con-el.html

Yescas, Oscar: Acerca del método de las encuestas utilizado en política

https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/02/acercadel-metodo-de-las-encuestas.html

Yescas, Oscar: ¿Democracia por encuestas?

https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/10/democraciapor-encuestas-oscaryescas.html

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