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domingo, 25 de noviembre de 2018

Día internacional contra la violencia de género
Oscar Yescas Domínguez

25/11/18
"Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte". Minerva Mirabal
        La humanidad ha padecido la violencia de muchas formas, algunas de ellas toman la figura de conflictos bélicos, es decir, guerras donde perecen miles o millones de personas innecesariamente, por motivos económicos, religiosos o ideológicos. Tan solo recordemos que en nombre de Dios se han cometido los mayores crímenes de la humanidad.
        Otros tipos de violencia que han dejado profundas heridas en la humanidad han sido la existencia de dictadores que han tomado el poder de un país y gobiernan con puño de hierro reprimiendo a la población, asesinando o desapareciendo a cientos y miles de personas que se atreven a enfrentar el autoritarismo de sus gobernantes. En Latinoamérica se padecieron diferentes tipos de dictaduras, inolvidable la dictadura del traidor Augusto Pinochet, Anastasio Somoza en Nicaragua, Alfredo Stroessner en Uruguay, La junta militar en Argentina, Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, etc.
        Estos sangrientos personajes tuvieron su contrapartida, individuos y grupos que dieron sus vidas luchando contra las dictaduras y dejando un legado seguido por las siguientes generaciones en la búsqueda de libertad, justicia y democracia real.
        En el caso de república Dominicana tres heroínas desconocidas por la mayoría de la gente dieron un gran ejemplo de lucha. Me refiero a las hermanas Minerva, Patria y Maria Teresa Mirabal, quienes a pesar de pertenecer a familias acomodadas en la década de los sesentas, con estudios universitarios, casadas y con hijos, tuvieron un activismo político durante más de diez años, antes de aparecer sus cuerpos asesinados un 25 de noviembre de 1960, a manos de la policía secreta dominicana, quienes se ensañaron con ellas ahorcándolas y apaleándolas hasta la muerte y abandonadas en el interior de su vehículo.
        Con sus muertes le pusieron un rostro humano a la violencia ejercida por un régimen dictatorial que no toleraba la disidencia política. El asesinato de estas tres hermanas fue la gota que derramó el vaso y propició un incremento de la resistencia en contra de la dictadura de Rafael Trujillo, quien murió asesinado a tiros en un "ajusticiamiento" como se conoce en República Dominicana a la muerte de Trujillo a tiros en una carretera el 30 de mayo de 1961 cuando iba con su chófer a visitar a una joven amante, “con ello las hermanas Mirabal sacaron sus brazos de la tumba de forma fuerte" para derrocar a quien las asesinó.
        En 1999 la Onu convirtió en día internacional contra la violencia de género el 25 de noviembre de cada año en reconocimiento a la lucha y asesinato de estas tres valientes mujeres que demostraron un gran compromiso social.

        Hoy es 25 de noviembre y no podemos dejar pasar este día sin una reflexión sobre lo que es considerado como violencia de género.
¿Qué es violencia de género? Para algunos será un concepto de nueva creación, pero para millones de mujeres es parte de su vida cotidiana que han padecido toda su vida. Una violencia de la que son objeto por el simple hecho de ser mujer, una discriminación por su condición de género. El hecho de ser mujer todavía en nuestra sociedad es sinónimo de estar en alto riesgo de sufrir violencia.
Una violencia que se presenta al interior de la familia a través de la violencia intrafamiliar, con mujeres maltratadas, golpeadas y violadas por sus maridos, padres, hermanos, tíos, vecinos, etc.
Una violencia que las mujeres reciben al caminar por las calles y son objeto de acoso sexual disfrazado de “piropos”, o manoseos descarados en transportes colectivos. Una violencia que se traduce en una tremenda inseguridad y miedo de las mujeres cuando caminan solas por las calles y sienten pavor y terror cuando se cruzan con hombres en lugares despoblados, oscuros y desiertos, porque temen ser insultadas, ultrajadas, violadas y hasta asesinadas.
En mi clase de educación sexual en la universidad de Sonora, les pedí a mis alumnos (la mayoría mujeres) que escribieran un ensayo sobre el acoso sexual callejero y describieran experiencias personales sobre este tema. Al leer los ensayos no pude evitar conmoverme al enterarme de que la mayoría de ellas habían sido objeto de manoseos, insultos, persecuciones y hasta violaciones por desconocidos. Me contagió su sentimiento de impotencia, coraje y frustración por experimentar un gran temor cuando caminan solas por las calles. Sin embargo, la mayoría de las personas ven como algo “normal” “piropear” a las mujeres que encuentran en su camino, sin ponerse a pensar en cómo se siente la mujer aludida.
El acoso sexual a las mujeres se da también en los lugares menos esperados como universidades, centros de investigación, oficinas de gobierno, empresas privadas, etc. El problema es que tanto hombres como mujeres ven como algo normal este tipo de acoso y no se atreven a denunciarlo ya que ignoran que este tipo de acosos es una violación a sus derechos humanos, laborales y sexuales.
Una violencia que se manifiesta en el alto grado de mujeres asesinadas en Latinoamérica en general y México en Particular, donde existen cifras altas de feminicidios y desapariciones de mujeres, sin que las autoridades decreten la alerta de género, atribuyendo a motivos personales las desapariciones y asesinatos de cientos de mujeres.
Una violencia hacia las mujeres cuando son secuestradas para violarlas, golpearlas y forzarlas a dedicarse a la prostitución, entregando su cuerpo a un público masculino, que no muestra interés alguno sobre la mujer y solo la ve como un objeto sexual que le proporcionará placer, sin pensar que con el dinero que paga por ese forzado acto sexual está fortaleciendo económicamente a una delincuencia organizada que se enriquece con la trata de personas que son principalmente mujeres y niñas.
La lucha contra la violencia de género implica destruir las imágenes de hombres y mujeres que nos han enseñado desde el interior de nuestros hogares cuando a las mujeres se les limitan sus libertades, se les supervisan sus vestimentas y amistades, se restringen sus oportunidades de educación y diversión, a nombre de que son mujeres. Por su condición de género son obligadas a realizar los trabajos domésticos como hacer limpieza, lavar platos, lavar ropa, hacer comida, cuidar a los niños etc., tareas que con consideradas “de naturaleza femenina”.
Mientras que a los hombres, por el simple hecho de traer un pene colgando en medio de sus piernas, se les otorgan privilegios como mayores libertades para salir solos y a altas horas de la noche, mayor libertad sexual, se les estimula un aprendizaje sexual precoz, tiene mayores oportunidades de educación y diversión, no se les supervisa sus amistades, etc.
La violencia de género se aprende en casa, se reafirma a través de la televisión, confirmada por medios de películas, series de televisión, de la publicidad y por supuesto, a través de la difusión de la pornografía, que exhibe a la mujer como un objeto sexual creado para dar placer al hombre.

Los roles sexuales estereotipados que presentan al hombre como un individuo fuerte, que no expresa sus emociones, mujeriego, infiel e incapaz de contraer un compromiso emocional y a la mujer como una persona sumisa, débil, dependiente, con poca inteligencia, que no sabe decir no ante un acercamiento sexual de otra persona, etc., son roles que ya no deben existir.
Pero para destruir estos roles necesitamos construir nuevas imágenes de lo que es ser hombre y lo que es ser mujer. Esto solo podrá lograrse en la medida que se implementen programas de educación sexual en todos los niveles del sistema de educación formal y en todas las instituciones gubernamentales.
Necesitamos una verdadera revolución sexual que incluya una revolución de nuestras conciencias para lograr cambios de actitudes, de valores, de autoimagen y sobre todo una gran disposición para el cambio, sobre todo por parte de los hombres que debemos aceptar perder gran parte de los privilegios que tenemos por el simple hecho de ser hombres.
Necesitamos aprender y comprender que detrás del acoso sexual callejero, del maltrato a las mujeres al interior de sus familias, de los delitos sexuales cometidos en contra de las mujeres, de la violencia en general hacia las mujeres y del feminicidio que hoy presenciamos, se encuentra el común denominador de una ausencia de educación sexual.
Se requiere la implementación de una educación sexual colectiva que nos enseñe a vernos a hombres y mujeres con mutuo respeto y a no valorarnos por las dimensiones de nuestros físicos. No debemos valorar a las mujeres por el tamaño de sus glúteos, senos o piernas, las mujeres al igual que los hombres son seres humanos que merecen respeto y un trato social igual que los hombres.
Los hombres debemos evitar valorarnos socialmente en función del número de conquistas sexuales o del tamaño de nuestro pene, el machismo y el patriarcado afecta también a los hombres porque los somete a un estado de tensión de cumplir constantemente con el rol sexual estereotipado y demostrar en forma constante que son hombres piropeando mujeres en las calles, conquistando a cuanta mujer se deja, etc.
La mejor manera de conmemorar el día internacional contra la violencia de género es realizar una reflexión personal acerca del significado que tiene para nosotros el ser hombre y el ser mujer. En mi clase de educación sexual acostumbro a aplicar un ejercicio que consiste en identificar las ventajas y desventajas de ser hombre y de ser mujer. Lo peculiar de este ejercicio es que son las mujeres las que discuten las ventajas y desventajas de ser hombres y son los hombres quienes discuten las ventajas y desventajas de ser mujer. Por lo regular, los hombres son quienes tienen más ventajas sobre las mujeres y las mujeres quienes tienen más desventajas por el simple hecho de ser mujeres.
La democracia se construye dentro de una sociedad fomentando la igualdad social, la justicia y la democracia, y esto implica aplicar estos principios en nuestra vida personal, familiar y de pareja. No podemos ser democráticos por fuera y seguir actuando como machos patriarcales dentro de nuestros hogares. En ese sentido, el cambio social tiene como origen el cambio individual. Necesitamos cambiar nuestra autoimagen actual por una autoimagen que incluya el autorrespeto y el respeto a los demás, la conciencia y conocimiento de que todos tenemos derechos humanos, laborales y sexuales que debemos respetar.
En la medida que implementemos este tipo de cambios la violencia hacia las mujeres, es decir, la violencia de género irá desapareciendo. La violencia de género es fundamentalmente una violencia hacia la mujer, debemos terminar con esta discriminación de género porque todos tenemos madres, hermanas tías, primas, sobrinas, esposas que no queremos que sean objeto de violencia de género.   
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