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domingo, 23 de septiembre de 2018

La prostitución ¿mal necesario?


La prostitución ¿mal necesario?
Oscar Yescas Domínguez

        A fines de los noventas organicé un Simposio nacional sobre Democracia y Vida Cotidiana en la Universidad de Sonora al que acudieron psicólogos sociales de 8 universidades de México.
        Después de la clausura varios de ellos se subieron a mi carro y me pidieron que los llevara a un table dance para ver bailar a mujeres semidesnudas, cuando les respondí que no conocía la ubicación de un local así  en mi ciudad no pude dejar de percibir su cara de desconcierto, incredulidad y desaprobación. Ante esa respuesta volvieron a insistir pidiéndome que no jugara con ellos ya que ¿Cómo era posible que no conociera la ubicación de un lugar así en la ciudad donde vivo?
        El asunto es que me vi en la necesidad de detener un taxi para pedirle nos guiara a un local donde pudiéramos tomar cervezas y ver bailar a mujeres semidesnudas, también percibí en el rostro del taxista cierta incredulidad ante m petición, pero finalmente accedió y pude llevar a mis amigos a tener “un rato de diversión”.
        No quiero presentar una falsa imagen de “pureza” ya que reconozco que sí he estado en lugares de ese tipo, pero fue hace muchos años y no soy cliente asiduo de esta oferta de “servicios” o del tipo de personas que guste de este tipo de “diversión”.
        Quizá más de algún lector llegue a pensar que soy “menos hombre” por no compartir el gusto de acudir a este tipo de lugares, porque la educación sexual informal que recibimos nos empuja a los varones a tener aprendizaje sexual a temprana edad y este tipo de lugares suele ser muy frecuentado por quienes buscan algún tipo de aventura o actividad sexual ocasional, o simplemente la reafirmación de “ser hombres” por acudir a estos lugares.
        El asunto es que siempre he sido diferente a los demás y he pertenecido a una minoría que piensa y actúa en forma distinta a lo que la mayoría hace y en el asunto de la sexualidad humana no ha sido la excepción.
        Cabe mencionar que antes de cumplir 20 años tuve oportunidad de trabajar en Nogales, Sonora en una maquiladora y mi domicilio estaba ubicado a espaldas de la zona de tolerancia de aquella ciudad, por lo que dentro de mis amistades tuve mujeres que se dedicaban a esta profesión y fui testigo directo del rostro oculto de la prostitución: mujeres que provenían de lugares lejanos, madres solteras, mujeres abandonadas, mujeres violentadas desde temprana edad, con baja autoestima, que eran objeto de explotación sexual por parte de varios individuos y que se veían forzadas a prostituirse,  por lo que mi percepción acerca de la prostitución es totalmente negativa (hacia la actividad en sí, no hacia las personas que la ejercen).
         Sin embargo, parte del aprendizaje informal que adquirimos a través de los medios masivos de difusión, ya sea programas de televisión, películas o series televisivas, es una percepción de la prostitución como algo que forma parte de nuestras vidas. Una actividad que deja de ser realizada en las noches y en partes ocultas de nuestras ciudades, ya que en la televisión y en las películas nos presentan imágenes de mujeres que caminan por las calles vestidas de forma provocativa, sonriendo, coqueteando a todo desconocido, ofreciendo su cuerpo a quien lo desee y pueda pagar.
        Vemos a través de los medios masivos que parte de la vida moderna  en las ciudades incluye la presencia de “antros de diversión” en donde los hombres pueden tomar bebidas embriagantes mientras observan a mujeres bailando en forma erótica en torno a un tubo presentando poses que rebasan la imaginación y estimulan la libido, mientras se desnudan de manera progresiva en una actuación que busca excitar, estimular sexualmente al público asistente.
        Desde pequeños hemos visto estas imágenes en la intimidad de nuestros hogares y más de algún varón genera fantasías acerca de poder visitar dichos lugares y ver a mujeres hermosas y semidesnudas bailando en forma provocativa, con una imaginación encendida por la edad y por el uso de la sexualidad como gancho para producir un consumo exagerado al presentar imágenes de mujeres atractivas en todo tipo de productos en venta.
        Pero nadie nos dice que la presencia de esas mujeres en dichos lugares no es por voluntad propia ya que se encuentran ahí forzadas por personas que forman parte de una delincuencia organizada que ha hecho del sexo el negocio de su vida, obligando a mujeres jóvenes a prostituirse y quitarles el dinero que obtienen por esta actividad, en una verdadera explotación sexual donde el cuerpo de la mujer se reduce a la condición de un objeto, de una mercancía que puede consumirse y posteriormente desecharse una vez satisfecho el impulso o deseo sexual.
        Mucho se ha hablado acerca de la prostitución y el primer argumento que se esgrime es que es el oficio más antiguo del mundo, que es algo que siempre ha existido y siempre existirá. ¿Sera verdad esto? Francamente lo dudo y esto lo podremos comprobar cuando leemos acerca de la historia de la sexualidad en donde vemos que la prostitución surgió al imponer la monogamia a las mujeres por parte de los hombres que deseaban que sus mujeres tuvieran hijos suyos y no de otros.
Una monogamia no compartida por los hombres que siguieron con su libertinaje sexual que al surgir la religión cristiana se reprimió el ejercicio de la sexualidad con fines placenteros y solo era moralmente aceptable con fines de reproducción. La difusión de dos figuras de la mujer, la de María que representaba la pureza y con quien solo se podía tener actividad sexual con fines de reproducción y la de Eva, la sensual mujer, la pecadora que estimulaba la lujuria e inducía al pecado, que llevó a los hombres a buscar el placer fuera de sus hogares, lejos de sus esposas, en los nacientes prostíbulos donde podían hacer con las mujeres lo que no podían hacer sexualmente con sus esposas.
En realidad, si estudiamos la historia de la sexualidad humana a lo largo de la existencia de la humanidad, descubriremos un denominador común en todas las culturas que han existido: en la mayoría de ellas, la mujer siempre ha estado al servicio del hombre, siempre ha sido objeto de explotación sexual y laboral, siempre ha sido la esclava del hombre.
De ahí la importancia de estudiar la historia de la sexualidad humana a lo largo de la existencia de la historia de la humanidad, por lo cual recomiendo la lectura del artículo Notas para comprender la sexualidad humana cuyo link comparto aquí.
 El hecho de que la prostitución tenga siglos de existencia no es ninguna justificación para que exista en el presente ya que su sola existencia constituye una violación a los derechos humanos y sexuales de las personas que son obligadas a prostituirse ya que por lo regular esta actividad implica el secuestro de niñas y mujeres jóvenes, que son golpeadas, humilladas, torturadas, drogadas y obligadas a prostituirse.
Diariamente vemos en la prensa en la televisión o en redes sociales anuncios de mujeres y niñas que desaparecen sin dejar rastro y a pesar de una búsqueda intensa de sus familiares no se les llega a encontrar jamás. En algunos casos se les llega a encontrar sin vida y con huellas de tortura y violación.
Este 23 de septiembre se celebra el día internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, un tema que la realidad cotidiana nos ha llevado a percibir como algo “normal” de nuestra sociedad y que muchas personas consideran como “un trabajo” como cualquier otro, solo que “mejor pagado”.
La realidad de la prostitución es la de un rostro de violencia hacia las mujeres y niñas, ya que como toda mercancía, el cuerpo de las mujeres se vende a un mercado específico y últimamente este mercado de consumidores está demandando mujeres cada vez más jóvenes, inclusive niñas que todavía no han llegado a la pubertad.
        Creo que la prostitución debe atacarse enfrentando las causas que la originan. Si bien  la prostitución es un fenómeno estructural en el sentido de que la desigualdad social obliga a miles de  mujeres  a prostituirse para sobrevivir, esto no evita que sean presa de una mafia organizada que las obliga a tener el mayor número de encuentros sexuales sin importarle que esto afecte su salud y la de los clientes que utilizan este tipo de servicios.
        Al igual que el tráfico de drogas, la prostitución no existiría si no existiera una demanda de este tipo de servicios, es decir, existe un considerable número de hombres que ve como “algo natural” pagar por tener sexo con mujeres desconocidas a las que después no volverá  a ver.
        La demanda de “servicios de prostitución” existe por varias causas, pero creo que la motivación de los clientes asiduos a este tipo de servicios, son motivados por la vigencia de un modelo de sexualidad que restringe la sexualidad humana al mero acto genital, al solo sexo, al ayuntamiento de genitales. Sin considerar que la sexualidad humana incluye aspectos biológicos, psicológicos y sociales, dentro de los cuales se incluye el autoconocimiento, la identidad sexual, el comportamiento sexual, etc.
        La presencia de la prostitución existe porque hay un vacío de educación sexual formal en las escuelas que ven con incomodidad que en los libros de texto se incluyan contenidos sobre sexualidad humana. Esta incomodidad es producto de la desinformación sobre el tema, de la cultura sexofóbica que padecemos que nos lleva a percibir el tema de la sexualidad como un tema del cual no debe hablarse en público ya que genera morbosidad y pensamientos sucios.
        Por otro lado, la prostitución también se da porque existe un aprendizaje informal de la sexualidad a través de los medios masivos de información que utilizan imágenes a través de sus mensajes publicitarios en los cuales incluyen escenas de la mujer como objeto sexual destinada a dar placer a los hombres.
        Internet es también una fuente de aprendizaje sexual en la medida que ha facilitado el acceso a material sexualmente explícito conocido comúnmente como pornografía, en cuyos contenidos las mujeres son presentadas como personas con insaciable apetito sexual o personas con predisposición a la sumisión sexual y que disfrutan ser objeto de violencia sexual de todo tipo. La mujer continúa presentándose como un objeto sexual al servicio del hombre.   
        ¿Usted como hombre ha utilizado o utiliza los servicios de  mujeres que se dedican a la prostitución? Antes de hacerlo nuevamente, piense que no es una “actividad normal”, ni mucho menos natural y que con el pago económico que aporta por esta actividad está contribuyendo a mantener a una delincuencia organizada que se dedica a enriquecerse mientras explota sexualmente a mujeres a las que obliga a prostituirse y una vez que su belleza se marchita la desecha como un producto inservible.
        Diga no a la prostitución en cualquiera de sus formas de expresión: prostitución en la calle o en lugares específicos, “salas de masaje”, tables dance, etc. Piense que esas mujeres son las hijas, hermanas o madres de otras personas y que en las actuales circunstancias su propia hija, hermana, esposa o alguna mujer familiar cercana podría ser secuestrada el día de hoy para el día de mañana “dar placer” a personas como usted que ven como “algo natural” el que la mujer se prostituya.

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