Gracias
a la vida
Oscar
Yescas Domínguez
El
otro día al llegar a mi clase a las siete de la mañana con uno de mis grupos de
alumnos de Psicología de la Universidad de Sonora pude observar su lenguaje
corporal y detectar algunas señales de
indiferencia y fatiga, por lo que decidí
iniciar mi clase con la petición a cada uno de ellos que describieran algo
extraordinario que les haya acontecido ese día.
Para
esto debo decir que acostumbro usar la posición de círculo con mis alumnos de tal
forma que pueda observar sus expresiones faciales y todos aquellos mensajes que
engloban la comunicación no verbal, retomando y aplicando los estudios de
Psicología social que indican que en esta posición todos los integrantes del
grupo se sienten tomados en cuenta y tienen oportunidad de interactuar, al mismo
tiempo que la figura de autoridad disminuye y se ubica en el mismo nivel que la
de los alumnos.
En
esta ocasión todos los integrantes de este grupo (un grupo de 20 alumnos, pequeño
en realidad porque el máximo es de 40 integrantes por grupo, pero con ese
número ya que imparto materias en los últimos semestres), respondieron que nada
extraordinario había acontecido.
Al
escuchar sus respuestas les respondí a mi vez que lo realmente extraordinario que
nos acontece cada día es que despertamos y nos damos cuenta que podemos ver al
abrir nuestros ojos, porque nuestro sentido de la vista está intacto.
Nos
levantamos de nuestras camas y percibir que podemos caminar con nuestras
piernas y mover los brazos sin dificultad alguna, porque nuestras extremidades
funcionan normalmente.
De
igual forma nos damos cuenta de que podemos respirar normalmente porque
nuestros pulmones y corazón funcionan normalmente, al mismo tiempo que podemos
recordar lo acontecido el día anterior sin dificultad alguna ya que nuestra
memoria y cerebro funcionan normalmente.
Al
consumir nuestros alimentos podemos aspirar el olor que emana de los mismos
porque nuestro sentido del olfato funciona a la perfección, y también podemos
degustar nuestros saboreando y disfrutando cada uno de ellos porque nuestro
sentido del gusto funciona normalmente.
En
suma, les dije que lo extraordinario que acontece cada día es que despertamos
con vida y eso es lo más extraordinario que nos puede pasar. Igualmente
despertamos cada día con buena salud y
con ausencia de enfermedades, algo que algunas personas no pueden hacer porque
tienen problemas en su salud ya que padecen enfermedades diversas y su
bienestar depende del hecho de estar tomando medicamentos y citas periódicas
con médicos.
Mientras
que la gran mayoría tenemos el privilegio de disfrutar de una buena salud, pero
no nos percatamos de lo afortunados que somos al estar sanos y debido a esta
inconsciencia en lo que menos pensamos es en cuidar nuestra salud, solo llegamos
a pensar en nuestra salud cuando tenemos problemas con ella y experimentamos
algún malestar o padecemos alguna enfermedad. No tenemos una cultura que
incluya el cuidado de nuestra salud.
La
lección que quería dar a mis alumnos es que la mayoría de las veces no
valoramos lo que tenemos, por ejemplo no valoramos que tenemos buena salud e
incurrimos en excesos desvelándonos innecesariamente, consumiendo alimentos o
bebidas que dañan nuestra salud o llevando un ritmo de vida con malos hábitos para nuestra salud sin ponernos
a pensar que en un futuro no muy lejano nuestro cuerpo cobrará las facturas de
nuestro descuido personal.
El
contexto de nuestra sociedad de consumo nos incita a consumir alimentos o
productos que son nocivos para nuestra salud, fomenta en nosotros hábitos que
contribuyen a perjudicar a corto o mediano plazo nuestra salud física o
psicológica.
Vivimos
en un universo consumista que promueve un exagerado impulso al consumo
desmedido en nuestras vida cotidiana, incitándonos a abandonar la tranquilidad
del Carpe diem, es decir, una incitación a vivir el presente en forma intensa
sin pensar en el futuro.
Esta
tendencia al hedonismo y su exhortación a vivir sólo el “aquí y ahora”, sin
pensar en el “allá y entonces” no nos permite valorar el tiempo que tenemos
disponible para utilizarlo en un sentido productivo y de enriquecimiento
personal, de tal forma que por lo común lo desperdiciamos en actividades
improductivas y enajenantes a nombre de que son parte de nuestro derecho al
esparcimiento y diversión.
Lo
más lamentable es que no valoramos a nuestros seres queridos que se encuentran
con vida ya que tenemos la idea de que siempre estarán ahí. No pensamos en
ningún momento en que somos seres mortales que estamos de paso en esta vida,
que tuvo un inicio y que de manera inexorable tendrá un final en algún momento.
En
suma, no apreciamos realmente estar con vida y en un entorno social en el que
existen diferentes ámbitos d convivencia social. No nos percatamos de nuestra
naturaleza como seres sociales y que somos lo que somos gracias a otras
personas. No nos damos cuenta de que pertenecemos simultáneamente a diferentes
grupos sociales y que en cada grupo social hay diferentes figuras
significativas que contribuyen a formar nuestra personalidad psicosocial,
concepto que podemos definir como la individualidad de toda persona que le
permite tener una diferente forma de pensar, sentir y actuar que nos hace
diferentes a los demás y que ese carácter de ser únicos ha sido el resultado de
nuestra interacción con diferentes figuras significativas en los distintos
grupos a los que pertenecemos o hemos pertenecido.
Al
no tener presente nuestro paso por esta vida, nuestro esencia de seres mortales
y no interactuar con el tiempo suficiente con nuestras figuras significativas, (que
para esto, debemos tener también presente que si algunas personas son realmente
significativas para nosotros, también nosotros somos significativos para otras
personas), suele suceder que cuando alguien cercano o significativo fallece experimentamos un
gran dolor que en buena parte es motivado por los remordimientos y sentimientos
de culpa que sentimos por no haber
pasado más tiempo en compañía de quienes fallecen.
Todo
el año seguimos con nuestros hábitos nocivos para la salud y con nuestros
comportamientos hedonistas e individualistas que nos impiden pensar en que la
vida tiene su parte contraria que es la muerte, pero solo pensamos en la muerte
en el día de muertos.
Por
todas las consideraciones anteriores debemos despertar cada día con una actitud
positiva y constructiva hacia la vida y debemos tener presente que somos seres
sociales y que la vida se da en diferentes contextos de convivencia social en
el que se encuentran varia figuras significativas y al mismo tiempo, que somos
significativos para otras personas.
Demos
gracias por estar con vida y haber llegado a la edad que tenemos. Debemos
cambiar nuestros hábitos cotidianos de alimentación, de esparcimientos,
diversión y de interacción social.
La
toma de consciencia de que vivimos una vida que tendrá su final en cualquier
momento (porque los accidentes pasan en forma inesperada y estos pueden ser
fatales), debe hacernos madurar de tal forma que dediquemos nuestras energías,
tiempo y recursos disponibles para lograr nuestras metas, cumplir con las
expectativas que los demás tienen sobre nosotros y sobre todo ser más
productivos de tal forma que podamos contribuir a la construcción de una
sociedad más justa, democrática e igualitaria en la que prevalezca el bienestar
social y el desarrollo personal y colectivo de quienes integramos esta
sociedad.
Toda
persona es realmente significativa, todos y cada uno de nosotros podemos
contribuir al cambio social y actuar como agentes de cambio social, pero
primeramente debemos implementar cambios en nuestro entorno individual y
generar una revolución de nuestras consciencias.
La
vida tiene altibajos, contiene alegrías pero también tristezas, decepciones y
satisfacciones, amores y desamores. Nosotros somos arquitectos de nuestros
destinos, las decisiones que tomamos contribuyen a enriquecer o disminuir la
calidad de nuestras vidas.
Vivamos
nuestras vidas en forma intensa, tal y como la hacen los niños que viven el
aquí y el ahora, pero no perdamos de vista que con nuestro comportamiento
cotidiano estamos construyendo nuestro futuro. La vida vale la pena vivirla,
demos gracias a la vida por haber llegado al punto en que nos encontramos y doy
gracias a quien llegó en su lectura hasta este punto.
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