A 29 años de la caída del
muro de Berlín
Oscar Yescas Domínguez
En la década de los setentas se iniciaron una serie de
movimientos colectivos que lucharon contra el autoritarismo y la antidemocracia
que prevalecía en la sociedad de aquellos tiempos. La juventud de aquellos
tiempos rechazaba el futuro que se les estaba imponiendo como engranajes de un
sistema social que se perfilaba como la sociedad de consumo que tenemos en
nuestros días. En esencia, rechazaban el autoritarismo como forma de gobierno y
estilo de vida y reclamaban su participación en la toma de decisiones
relevantes en su dinámica social.
Estos
movimientos sociales tuvieron una expresión internacional ya que se manifestaron
en varios países: Francia, estados Unidos, México, Checoslovaquia, etc. La cúspide
de estos movimientos de liberación se vivió en Alemania cuando el 9 de
noviembre de 1989 (hoy hace 29 años) se derrumba el muro de Berlín y con él cae
estrepitosamente la cohesión mantenida por la fuerza de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS), con lo cual da inicio una nueva era en la
historia de la humanidad al desaparecer formalmente la guerra fría sostenida
entre Estados Unidos y Rusia reconocidos representantes del sistema capitalista
y el socialista.
Con
la caída del muro de Berlín se inició la desintegración de la URSS al reclamar
las poblaciones de los países integrantes de la misma su independencia y
autonomía en su forma de vida, produciéndose así la desaparición del llamado “bloque
soviético”.
Este
hecho fue interpretado por muchos como el triunfo del capitalismo sobre el
socialismo, percepción que fue reforzada por la expansión del modelo de libre
mercado por la mayor parte del mundo, incluidos aquellos países en los que
antes imperaba el socialismo.
Al
margen de que sea discutible esta apreciación porque en última instancia podría
cuestionarse el tipo de socialismo imperante en la Unión soviética en aquel
entonces, un socialismo burocratizado en el que surgió una casta que centralizó
el poder representada por los miembros del partido comunista que gozaban de privilegios que el resto de la
población no disfrutaba y dentro del cual se ejercía un control autoritario
reprimiendo cualquier tipo de disidencia en contra del “socialismo” o del
partido”.
Posteriormente
a estos cambios políticos de gran relevancia en la vida internacional, tuvieron
lugar otro tipo de cambios, en este caso económicos cuando surge el fenómeno
conocido como globalización que en un
principio fue definido como “la apertura de las fronteras para el libre
tránsito de las mercancías” que dio lugar al surgimiento de una nueva guerra,
si bien desapareció la “guerra fría” entre el Este y el Oeste, ahora surge la “Guerra
comercial” en la cual el pez más grande se come al pez más chico.
Con
la globalización ya no hubo necesidad de importar productos extranjeros porque
ahora las grandes cadenas comerciales, las compañías transnacionales se
instalaron en nuestros países y establecieron una competencia con las organizaciones
comerciales de nuestros países latinoamericanos.
Una
competencia realmente desleal porque la que las grandes compañías tenían más
capital, mejor tecnología y personal más capacitado compitiendo con las
empresas latinoamericanas que por lo regular son empresas pequeñas (inclusive
microempresas familiares), sin muchos recursos para invertir y sin personal
capacitado.
La
situación se complicó porque los gobiernos latinoamericanos con la meta de “atraer
inversiones y fuentes de trabajo a sus países”, dieron grandes estímulos a las
grandes compañías que consistían en regalarles grandes extensiones de terreno
para su establecimiento, pavimentarles vías de acceso, proporcionarles agua sin
costo alguno y sobre todo exención de impuestos.
El
resultado de esta competencia desleal ha sido la desaparición de miles de organizaciones
mexicanas, con el consecuente desempleo y ruina de sus propietarios, mientras
que las grandes corporaciones
comerciales se
posicionaron dominando el mercado con lo cual crearon las condiciones para
obtener el control político de los países en que se encuentran asentados
influyendo en las políticas gubernamentales para lograr modificaciones en las
constituciones de los países “invadidos comercialmente” para promover la
privatización de servicios que antes eran proporcionados gratuitamente por el
Estado, aumentar el número de ganancias económicas en virtud de que el “mercado”
estaba aumentando, al mismo tiempo que se imponen topes salariales para
continuar con la explotación laboral.
En este punto es pertinente definir el concepto de “mercado”,
desde una perspectiva mercadológica, el mercado podría definirse como “el
conjunto de personas que comparte deseos, necesidades y expectativas que desea
satisfacer y que cuenta con la capacidad económica para comprar el producto o
servicio que satisfará ese deseo, necesidad o expectativa”.
Es aquí donde radica el origen de los muchos problemas
sociales que hoy enfrentamos. Al abandonar el Estado su función y
responsabilidad de velar y proporcionar el bienestar social de la población,
permitiendo la mutilación de derechos
laborales y sociales para asumir una función de guardián de los “intereses del
mercado”, en realidad lo que está haciendo es doblegarse a las presiones de las
grandes corporaciones que le exigen crear las condiciones para aumentar sus
ganancias económicas a través de la explotación de la población y el saqueo de
los recursos naturales de nuestros países latinoamericanos. Estamos en lo que
se ha dado en denominar “la era del Dios Mercado”.
Una era en la que los medios masivos de difusión realizan una
labor de manipulación y enajenación constante para promover el consumo de
productos y servicios que ofrecen las grandes transnacionales, haciendo ver que
la felicidad está en el consumo de tales o cuales productos. Mientras tanto
enajenan a la población haciendo creer que la realidad actual es
"normal", que es normal que haya ricos y pobres y que miles mueran de
hambre mientras otros fallecen de obesidad y excesos de alimentos. Los
gobiernos, con contadas excepciones apoyan a las transnacionales mientras
explotan a su población.
Vivimos
en un sistema social que fomenta el consumo como forma de vida, a través del
cual adquirimos una identidad y un sentimiento de pertenencia. La trilogía
ideología, medios masivos y mercadotecnia nos producen un estado de enajenación
social en donde los valores humanos dejan de tener importancia para ceder su
lugar a la búsqueda del dinero como finalidad principal y clave del éxito para
obtener la felicidad.
La
realidad es que al despojar de servicios de salud, educación, esparcimiento,
empleo, etc., el Estado traiciona la misión para la que fue creado ya que al
reducir la calidad de vida de la población en la empuja a vivir en condiciones de
pobreza y miseria, por lo que ya no logra formar parte del mercado, en virtud
de que no tiene la capacidad económica para comprar los productos y servicios
que se ofrecen en nuestra sociedad de consumo.
Con ello se convierten en lo que Zygmunt Bauman denomina “consumidores
defectuosos”, es decir, aquella masa de la población que no puede consumir
porque no tiene capacidad adquisitiva por estar desempleada, recibir bajos
sueldos o empleos temporales, lo que le impide integrarse a la dinámica de
producción y consumo del sistema capitalista en el que vivimos.
La tendencia gubernamental a privilegiar intereses de las grandes
corporaciones comerciales y descuidar la atención a las grandes necesidades
sociales en el marco de una enorme corrupción, es el contexto social que da
lugar al agudizamiento de los grandes problemas sociales que padecemos:
crecimiento de la pobreza, agudización de la desigualdad social, incremento de
la violencia y de la inseguridad pública.
Vivimos un momento histórico caracterizado por la existencia
de una enorme desigualdad social nunca antes vista, que produce un sufrimiento
colectivo en millones de personas que sobreviven en condiciones de miseria y
pobreza mientras que un reducido porcentaje de individuos se queda con el mayor
porcentaje de la riqueza socialmente producida. Todo con el aval de las autoridades
de gobierno.
Este es el contexto en el que nos encontramos a 29 años de la
caída del muro de Berlín y del tan pregonado triunfo del capitalismo sobre el
socialismo. ¿Realmente el capitalismo es la fase superior de organización de la
humanidad? A pesar de que vivimos en plena desigualdad social, siendo testigos
del empobrecimiento paulatino de millones de personas y del crecimiento
desmesurado de la pobreza social, la mayoría de las personas tiende a pensar
que “no hay lugar para otra forma de sistema social diferente al capitalismo”.
Por increíble que parezca, la mayoría de las personas tienden
a aceptar como destino inevitable la autodestrucción de la humanidad por el
ritmo masivo de la producción y por el consumo masivo que se estimula alrededor
de ésta, acabando con nuestros recursos naturales y contaminando ríos, mares y
lagunas con nuestros desechos de materiales imperecederos.
En sus mentes no hay espacio para la idea de otro mundo con
otro sistema de organización social más equitativo socialmente, menos
destructivo de nuestros recursos naturales, menos contaminante del medio
ambiente. No cabe duda que el consumo siempre existirá pero sí podremos lograr
reducir su crecimiento y hacerlo más sostenible. En el sistema capitalista se produce
para vender, no para satisfacer necesidades sociales. Las predicciones de
muchos expertos coinciden en que si seguimos con esa lógica de producción
masiva y consumo masivo, el mundo colapsará dentro de 30 años.
No sé si estaré vivo para entonces, pero sí deseo contribuir
con mi aportación para lograr una concientización acerca de que el capitalismo
nos lleva a un proceso de involución en el que en las condiciones actuales, en
lugar de estar disfrutando los avances de la ciencia y la tecnología, millones
de personas no ven satisfechas sus necesidades básicas y se limitan a
sobrevivir en condiciones de pobreza y miseria. Precisamente por eso se le
llama “capitalismo salvaje”
Creo que otro mundo es posible y necesitamos reconocer que el
capitalismo es un fracaso social que no
contribuye al bienestar social porque beneficia a unos cuantos y perjudica a
millones. Hoy a 29 años de la caída del muro de Berlín, la mejor manera de
conmemorarlo es haciendo una reflexión acerca de la realidad capitalista en la
que nos encontramos para definir si seguimos en este rumbo a la barbarie o nos
decidimos a construir otro sistema social con mayor beneficio social
En defensa de la
universidad pública y de una educacion emancipadora
Introducción a la
psicología de las organizaciones
El Dios Mercado: la
religión del siglo XXI
Psicología ideología y
cambio social
Psicología, consumo y
alienación
La inexorable
evanescencia de nuestras vidas en el capitalismo
sonoraluz@hotmail.com
ResponderEliminarTriste realidad, los grandes capitalistas como como defensores de un sistema que les beneficia han sabido utilizar armas para introducirnos una ideología de tal manera que ni nos damos cuenta del daño que nos causamos en lo general, espero que las nuevas generaciones reaccionen y sepan luchar por un nuevo sistema económico en el cual se apoye realmente el bienestar de la sociedad y no sigamos trabajando en lo individual, egoistamente, saludos maestro, muy buen artículo