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jueves, 10 de junio de 2021

                         Pensamientos sobre política postelectoral

Oscar Yescas Domínguez

10 de junio de 2,021

Pensamientos sobre política postelectoral

En Sonora estaban las condiciones aseguradas para que Morena tuviera un arrollador triunfo en las elecciones del 6 de junio que acaban de pasar, porque después de varias décadas de corrupción del Prian se percibía en el Estado un ambiente social de gran descontento popular, de insatisfacción social que generó un sentimiento antiprianista generalizado que se podía palpar haciendo una atenta lectura política de los acontecimientos que se presentaban en nuestra entidad. Varios escándalos de corrupción e injusticia se mantuvieron sin resolver durante este sexenio encabezado por Claudia Pavlovich, continuó la impunidad en los casos de la Guardería Abc, aumentó el desfalco financiero del ISSSTESON agravando el problema del abasto de medicamentos y no olvidemos que la “Gobernadora represora” contribuyó a proteger a los dueños de la Guardería ABC y apoyó las reformas estructurales de Peña Nieto. Por estas y otras razones el gobierno de Pavlovich era considerado como el último de los gobiernos priístas en Sonora, por lo que con esas condiciones los comicios del 6 de junio representaban la oportunidad de de terminar con un gobierno caracterizado por escándalos de corrupción, impunidad, autoritarismo y sólo faltaba darles la estocada final para hacerlos desaparecer como partidos políticos a la alianza Prianrd.

Por si fuera poco el desgaste político de la marca del Prian, junto a estas condiciones se encontraba el hecho de que la alianza Prianrd lanzó como candidato a la gubernatura de Sonora a Ernesto Gándara alias el “Borrrego”, un personaje bastante conocido por la ciudadanía sonorense por pertenecer a una de las familias sonorenses que han disfrutado del poder económico y político en Sonora, así como por su participación en la creación de un manto de impunidad para los dueños y responsables en el incendio de la Guardería ABC, ya que en aquel entonces fungía como Presidente municipal de la capital del Estado y como un dato adicional era por todos sabido que participó con su voto cuando fue Senador en la aprobación de las reformas estructurales que impulsó Peña Nieto y que han provocado un aumento considerable de la pobreza en nuestro país.

Con este perfil Ernesto Gándara no era precisamente un candidato fuerte con arraigo popular sino todo lo contrario, tal y como acertadamente lo manifestaron los integrantes del movimiento 5 de junio al declarar días antes de las elecciones que “Es un insulto que Ernesto Gándara pretenda gobernar Sonora”. Si le sumamos el hecho de que las elecciones fueron programadas para realizarse un día después del doceavo aniversario de la tragedia de la Guardería ABC, que todavía representa una herida abierta para el pueblo sonorense y mexicano, era lógico suponer que Ernesto Gándara llevaba todas las de perder.

En este contexto electoral no es aventurado afirmar que cualquier candidato que Morena hubiera impulsado llevaría las de ganar porque la población sonorense experimentaba un hartazgo de los gobiernos del Prian, y tres años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador marcaron una gran diferencia entre los estilos de gobierno del prianismo y un gobierno de Morena como el que representa AMLO. Sin embargo, una vez pasadas las elecciones y viendo los resultados obtenidos por Morena en Sonora, podemos decir que el saldo de las mismas deja un sabor agridulce porque si bien Morena triunfó en las elecciones para la gubernatura y por fin el Prianrd queda fuera del Gobierno del Estado, este triunfo se opaca porque Morena perdió tres diputaciones locales (Armando Moreno Soto, Bernardeth Ruiz y Alma limón) además de perder un bastión importante como lo es la Presidencia municipal de la capital del Estado, o sea Hermosillo, Sonora.

No solamente es el hecho de que Morena y sus aliados perdieran en la capital sonorense, el problema es que quien ganó la Presidencia municipal en Hermosillo fue el candidato de la alianza del Prianrd, con lo cual el objetivo de darle una estocada de muerte a estos partidos no se logró, sino que obtienen un triunfo que les garantiza una bocanada de oxígeno para revitalizarse con recursos públicos y prepararse para seguir en la pelea en las elecciones presidenciales del 2,024.

Por estos resultados las elecciones dejan un sentimiento de emociones encontradas porque por un lado los electores sonorenses dijeron “Ya no más” al Prianrd en el Gobierno Estatal, por otro lado, el mismo mensaje recibió Morena en el Gobierno municipal y en tres diputaciones locales, además de que fue evidente de que el porcentaje de abstencionismo aumentó en estas elecciones. ¿Qué fue lo que pasó? El triunfo obtenido por Alfonso Durazo candidato de Morena no fue tan arrollador y contundente como debería haber sido (sólo el 51.5% de la votación general) y no lo fue porque su actuación al haber avalado el fraude disfrazado de encuesta que realizó la dirigencia nacional y estatal de Morena para elegir a los candidatos a los diferentes puestos de elección popular, le restó autoridad moral y apoyo popular al contribuir a la violación de los derechos políticos de los militantes de Morena de votar y ser votados.

Podría decirse que Alfonso Durazo llegó con el pie izquierdo a Sonora, es decir, tuvo un mal inicio porque de acuerdo al discurso de la cuarta transformación, se debería haber ejercido la democracia participativa en la elección de candidato de Morena a Gobernador del Estado, es decir, debieron haberse realizado elecciones internas para elegir el candidato a la gubernatura que representaría a Morena. Pero esto no sucedó porque Durazo llegó y simplemente se presentó como “El candidato” de Morena a la gubernatura de Sonora, extrañamente nadie lo objetó y el autodedazo funcionó.

Por otro lado, semanas antes del inicio de la campaña electoral se observaba en redes sociales que las preferencias de la ciudadanía hermosillense para elegir candidata de Morena a la Presidencia municipal de Hermosillo, Sonora se centraban fundamentalmente en dos personas: Wendy Briseño Zuloaga y Reina Castro Longoria. Durante algunas semanas circuló en internet la consigna “Yo con Wendy” y por otro lado se observaban diversas manifestaciones de apoyo a Reina Castro en las que la proponían para ocupar la candidatura a la Presidenta de la capital sonorense. En contra de las expectativas de los ciudadanos hermosillenses, Célida López anunció sus intenciones de reelegirse y muchos tomaron a broma esta autopostulación considerándola como una extravagancia más de este personaje, pero las muestras de animadversión popular hacia ella eran más que evidentes y cualquiera con tres dedos de frente podía decir que era una aventura destinada a la derrota en caso de que se presentara a la reelección, considerando que de una manera indebida obtuvo la oportunidad de gobernar y no supo hacerlo. En política no hay “segundas oportunidades” para quien gobierna mal y en contra de los intereses de quienes gobierna.

Pero la extravagante idea de la reelección de Célida lópez tomó seriedad cuando Alfonso Durazo anunció en una de sus intervenciones que “gobernaría con su queridísima amiga Célida López” en momentos en los que esta última todavía fungía como Presidenta Municipal de Hermosillo y mucho antes de que se “realizara la encuesta” de elección de candidatos, por lo que con esta declaración el candidato a la gubernatura de Morena reveló no sólo su preferencia personal hacia Célida López, sino también evidenció que los dados estaban cargados a favor de la reelección con encuesta o sin encuesta, es decir, Célida López sería postulada nuevamente por Morena en un franco ejercicio de antidemocracia y en contra de las expectativas de la ciudadanía hermosillense y en franca violación de los derechos políticos de las aspirantes a ese cargo.

La simulación de la encuesta en la que aparecieron nombres de forma inesperada como el nombre de Célida López y Celeste Taddei (hija del Delegado del Gobierno Federal en Sonora) mas la declaración de Alfonso Durazo, provocaron un cisma al interior de Morena ya que una fracción de militantes de ese partido se rebelaron, tomaron las oficinas de Morena Sonora en Hermosillo, realizaron asambleas populares, eligieron a sus propios candidatos y a pesar de no estar registrados realizaron campaña de proselitismo político, pero en un acto compartido de autoritarismo, fueron ignorados por la dirigencia de su propio partido, por quienes salieron favorecidos en las encuestas, por el propio Alfonso Durazo y otros militantes que guardaron silencio ante el fraude disfrazado de encuesta y no escucharon los reclamos de quienes se inconformaron. Algunos miembros de Morena llegaron al extremo de llamar “traidores” a quienes tenían tomado el edificio de Morena y una buena parte de la militancia de Morena aceptaron participar en el juego de la simulación de la encuesta, tomando partido por aquellos que salieron beneficiados en la lista de candidatos y colaboraron activamente promoviendo la campaña de votar “Cuatro de cuatro” por Morena, aceptaron que Célida López estuviera incluida en la boleta electoral y con ello asumieron la responsabilidad de los resultados de las elecciones que de manera ingenua esperaban que el “efecto AMLO” les beneficiara y funcionara la consigna “cuatro de cuatro”.

Pero el electorado fue sensible al distanciamiento que las dirigencias de Morena Hermosillo y Morena Sonora mantuvieron con la ciudadanía y con los movimientos colectivos durante los últimos tres años, así como también tomó nota del silencio que mantuvieron ante el reclamo popular que evitó la venta del predio El Cárcamo por parte de Célida López y también fue testigo de la división de Morena en Sonora, el autoritarismo de los dirigentes y del propio candidato al imponer una lista de candidatos bajo el disfraz de una encuesta, por lo que en días previos a las elecciones se percibía un ambiente de decepción ciudadana hacia Morena. No era el mismo ambiente que se percibía un día antes de las elecciones en el 2,018 cuando se anticipaba un triunfo inminente. En este 2,021, se percibía una incertidumbre porque buena parte de la población sentía la necesidad de votar para que el Prianrd recibiera la estocada final, pero al mismo tiempo, debido a la imposición de candidatos en Morena por parte de sus dirigentes, la ciudadanía no se sentía representada por quienes aparecían en la boleta electoral.

Ante los ojos del pueblo sonorense la división de Morena en Sonora no pudo ser más evidente, el ejercicio de autoritarismo implementado por los dirigentes en nuestra capital al ignorar a quienes tenían tomado el edificio de Morena Sonora durante más de 50 días, fue noticia de primera plana en semanas previas al día de las elecciones.

El asunto es que desde un principio Célida López con su mal gobierno y su distanciamiento provocó gran decepción entre los propios militantes y sobre todo en buena parte de la ciudadanía que observó con claridad el oportunismo político de personajes enquistados en Morena Sonora y el alejamiento de la dirigencia de este partido, no sólo de los movimientos colectivos y de la propia ciudadanía sonorense, sino también de su propia militancia. El día de hoy vemos que se hizo realidad la profecía de que Célida López se convertiría en “El caballo de Troya” dentro de Morena (¿o quizá lo correcto sería decir la Mula de Troya?), porque su nombre en la boleta electoral provocó un rechazo de la ciudadanía que generó actos de abstencionismo, votos que fueron anulados y votos que se canalizaron hacia candidatos de otros partidos y de todos es conocida la premisa de que a “río revuelto, ganancia de pescadores”, porque la división de Morena fue aprovechada por el candidato Antonio Astiazarán de la alianza Va por Sonora del Prianrd quien ganó la Presidencia municipal de Hermosillo.

En términos generales con estos resultados electorales, los sonorenses ganamos al sacar al Prianrd de la gubernatura del Estado, pero en asuntos particulares los ciudadanos de Hermosillo salimos perdiendo al ver que el dinosaurio del Prianrd toma el poder nada menos que en el Ayuntamiento de nuestra capital representado por Antonio Astiazarán, un miembro del Pan que estuvo como Presidente municipal de Guaymas, Sonora, donde aumentó la deuda del municipio con más 250 millones, procedió a privatizar el servicio de limpia pública por lo cual el municipio paga más de tres millones de pesos mensuales y no es descabellado pensar que algo parecido intentará hacer en el Ayuntamiento de Hermosillo.

Aquellos maestros universitarios que acompañaron a Célida López en su loca aventura perdieron su prestigio, capital político y sus empleos dentro del Ayuntamiento, pero quien a la larga saldrá con mayores pérdidas será la población que habita en la capital sonorense, sobre todo los sectores que viven en zonas marginadas, ya que Hermosillo es una ciudad que presenta grandes rezagos en servicios públicos (seguridad pública, seguridad vial, limpia pública, mantenimiento a parques y jardines, pavimentación de calles, alumbrado público, etc.), que resiente un crecimiento descontrolado y donde se requiere una gran inversión para resolver estos problemas.

En los próximos tres años presidirá el ayuntamiento una persona que deja mucho que desear en su actuación como Presidente municipal de Guaymas, Sonora y que representa a partidos que se caracterizan por la desviación del presupuesto público para beneficiar intereses particulares, por lo que el horizonte que se observa no es muy halagador ni tranquilizante.

¿Cómo podríamos estar felices con estos resultados?, ¿de quien es la responsabilidad de que los ciudadanos hermosillenses paguemos los platos rotos que dejará el Prianrd en los próximos tres años en la capital del Estado? Creo que existe una corresponsabilidad en estos resultados y debe decirse con toda claridad, por un lado, es responsabilidad de quienes emitieron sus votos a favor del Prianrd en nuestra capital eso es verdad se aplica la máxima de “el pueblo tiene el gobierno que merece”, pero también son responsables todos aquellos que impusieron la candidatura de Célida López a la Presidencia de Hermosillo, aún a sabiendas de que su figura provocaba un rechazo en la ciudadanía por lo que la derrota era un escenario previsible, pero la soberbia y el autoritarismo les impidió escuchar el reclamo de la ciudadanía. También deben asumir su cuota de responsabilidad todos aquellos que participaron en el fraude simulado de encuesta, que de manera consciente participaron en la “loca aventura de la Célida” y que contribuyeron a decepcionar a los ciudadanos al llamar a votar con la consigna “cuatro de cuatro”.

Morena ganó las elecciones en varios cargos en disputa electoral, pero perdió ante la ciudadanía hermosillense porque Morena dejó de ser el partido de la esperanza desde semanas antes del día de las elecciones y se transformó en el partido de la decepción invadido por elementos oportunistas, no hubo efecto AMLO y sí hubo corrupción en el comportamiento de los dirigentes de Morena, una situación muy lamentable porque los ciudadanos hermosillenses nos hemos visto marginados del discurso de la Cuarta transformación y en los próximos tres años esta marginación aumentará mucho más.

Nuevamente nos encontramos en un escenario en el que la Presidencia municipal de la capital sonorense está bajo la responsabilidad de un partido político diferente al que colocó a la persona que gobierna el Estado. Las experiencias que hemos tenido en años anteriores cuando no había matrimonio entre el Pri y el Pan, es que la falta de colaboración entre los políticos de diferentes partidos sólo contribuye a perjudicar a la población que dicen servir, en este caso, los afectados seremos los hermosillenses que seguiremos viviendo en el rezago en inversión pública para obras sociales, porque es de esperar que las finanzas municipales se inviertan en el pago de nómina de personal de confianza y el presupuesto para obras públicas se reduzca considerablemente.

Los resultados de estas elecciones nos muestran no sólo un partido en crisis, sino mas bien una crisis de la política en el sentido de que la concepción de la política que tenemos debe ser cambiada. Predomina todavía la idea de la democracia representativa, aquella idea de que la democracia se limita al acto de votar el día de las elecciones, elegir un candidato y una vez cumplida nuestra responsabilidad ciudadana de votar, retornar a nuestra esfera de confort en el ámbito de lo privado, dejando que quienes fueron electos hagan “el trabajo político”, tomando decisiones en nombre de nosotros y aplicando políticas públicas aprobadas sin nuestro conocimiento. Esta es la democracia representativa que permitió que durase tantos años la dictadura del Prian, una percepción de la política que engloba un conformismo, una indiferencia social, un individualismo y una ausencia de crítica social.

Debemos tener presente que la sociedad en la que vivimos está inmersa en una grave crisis social que se manifiesta en cuatro dimensiones: una crisis económica, una crisis política, una crisis ecológica y una crisis sanitaria. Esta crisis afecta a las instituciones que forman parte de nuestro sistema social y los partidos políticos no son la excepción, también están atravesando una seria crisis de credibilidad y de existencia. La pandemia del covid nos demostró que vivimos en una sociedad en la que existe una enorme desigualdad social que ya no podemos seguir ignorando por más tiempo porque la crisis económica se sigue agudizando afectando nuestra capacidad adquisitiva y esto lo podemos comprobar al ver los aumentos de precios cuando compramos despensa. Junto a ello, debemos aprender de esta pandemia que somos seres sociales que estamos conectados unos a otros, que tenemos una interinfluencia y que somos individuos que vivimos en una comunidad que enfrenta problemas sociales que nos afectan en nuestras vidas individuales. La toma de consciencia de que nuestros problemas individuales tienen un origen social o global, debe motivarnos a reconstruir un sentimiento de pertenencia a nuestras comunidades para encontrar juntos soluciones colectivas a problemas que afectan a la colectividad.

Debemos identificar el vínculo que existe entre nuestros problemas individuales y las políticas gubernamentales o la ausencia de las mismas, es decir, reconocer que lo personal es político. Esto implica cambiar nuestra percepción de la política e identificar que el salario que percibimos es debido a la implementación de una política salarial decidida por los políticos, el pago de nuestra casa, vehículos y alimentos que consumimos están determinados por políticas financieras. Los servicios de electricidad, consumo de agua, transporte público, limpia pública, educación, las opciones de entretenimiento o distracción, inclusive la existencia de espacios públicos para esparcimiento familiar, están determinados por la implementación de políticas de parte de quienes nos gobiernan.

En consecuencia debemos aceptar que somos “animales políticos” y reconocer la necesidad de aumentar nuestra participación social en asuntos públicos, es decir, en asuntos políticos. Debemos colaborar en un proceso de transformación social empezando por cambiar nuestra autoimagen y percibirnos como ciudadanos que tenemos derechos humanos, laborales, sexuales y políticos que en el marco del neoliberalismo están siendo violentados al impulsar políticas de privatización de servicios públicos, por lo cual debemos proceder a organizarnos para defender nuestros derechos en forma colectiva, organizada y unida con los integrantes de nuestra comunidad.

En esta nueva imagen de nosotros mismos debemos vernos como personas que tenemos el poder para cambiar la realidad social, no solamente en el día de elecciones, sino todos los días. Recordemos que la Historia de la humanidad ha tenido grandes cambios sociales y estos cambios se debieron al surgimiento de grandes movimientos colectivos en los que hombres y mujeres lucharon juntos en la conquista o defensa de sus derechos. La Historia no se limita a hechos del pasado, también incluye la historia presente, si nos percibimos a nosotros mismos como sujetos históricos, personas con historicidad, es decir, con capacidad para cambiar la historia, podemos romper la dependencia que tengamos hacia algún partido político, hacia alguna persona y crear nuevas organizaciones de ciudadanos que realmente representen nuestros derechos.

Lo que pase en los próximos tres años no dependerá de lo que haga Alfonso Durazo, Morena, el Prianrd, o Antonio Astiazarán, en realidad dependerá de lo que hagamos nosotros. No debemos seguir esperando que el cambio venga desde arriba o desde afuera de nosotros, debemos iniciar un proceso de empoderamiento individual y colectivo que nos permita crear un poder comunitario, popular en el que participemos todos los integrantes de nuestras comunidades en las decisiones que contribuyan a solucionar los grandes problemas sociales que nos están afectando.

Para lograr una verdadera transformación social existe una condición necesaria que consiste en realizar una reconceptualización de nosotros mismos, necesitamos cambiar la percepción que tenemos de nosotros y de los demás, de nuestra actuación como individuos dentro de una sociedad organizada, ubicándonos como personas que formamos parte de una comunidad o sociedad y que al transformar esa comunidad o sociedad nos estamos transformando a nosotros mismos.

El empoderamiento es un cambio de actitud que lleva a las personas a percibirse a sí mismas como personas con capacidad para ejercer un control de sus vidas y se utiliza en psicoterapia y en tratamiento de adicciones de todo tipo. De este cambio proviene la famosa expresión “Sí se puedeque ha impulsado movimientos colectivos que descubren el fortalecimiento comunitario y han logrado grandes cambios sociales. En el caso del fortalecimiento comunitario, el empoderamiento se basa en reconocer dónde lo personal es político”.

El desarrollo de una consciencia individual como sujeto político y una mirada crítica hacia las condiciones que prevalecen en nuestras vidas cotidianas nos permite romper con la percepción de que “es normal” que los políticos roben, que haya pobres y ricos, que exista desigualdad social en un país donde tenemos abundancia de recursos naturales. Una vez que percibimos que los aspectos negativos que existen en nuestras vidas sociales pueden ser cambiados, suele surgir una motivación para cambiar esa realidad social desigual y surge la motivación para participar en actividades públicas, lo cual nos convierte en actores políticos, en agentes de cambio social que participamos en la toma de decisiones colectivas que contribuirán a realizar una verdadera transformación social.

La transformación social no es un discurso, ni es algo que caracterice a un partido o agrupamiento, es en realidad un proceso que debe contar con la participación y compromiso de los ciudadanos que integran nuestras comunidades, a través de la organización en grupos en los cuales se analicen y discutan las necesidades colectivas y se identifiquen por consenso las formas más viables de satisfacerlas, de tal forma que se generen acciones colectivas que contengan programas de acción diseñados para satisfacer esas necesidades o resolver esos problemas sociales transformando la realidad social que los rodea. La política es el camino para solucionar los problemas y la manera de solucionarlos es construyendo una democracia participativa en la que todos los ciudadanos participemos en la discusión y análisis de asuntos de interés colectivo, sólo de esta forma podremos evitar regresar a tiempos de corrupción, injusticias e impunidad. Es el momento de realizar reuniones vecinales en cada colonia para analizar, discutir e identificar los problemas que nos afectan como colectividad para construir organizaciones ciudadanas que construir un frente de unidad de todos los movimientos colectivos que se encuentran luchando en estos momentos.

Hoy es más necesario que nunca plantearnos la necesidad de cambiar nuestra realidad social participando en un proceso de concientización de las personas que integran los grupos sociales a los cuales pertenecemos, de los individuos que pertenecen a las organizaciones que nos rodean y de todas las personas que forman de nuestras comunidades. Este proceso de discusión y concientización permitirá construir una política que sea concebida como un proceso de liberación social y no una forma de enriquecimiento rápido e ilícito.

La política crea hombres libres con pensamiento autónomo, combate el autoritarismo que busca imponer un pensamiento único desarrollando las capacidades para que los individuos puedan creer en sí mismos, que se vean a sí mismos como sujetos históricos que reconocen su historicidad, su potencial para implementar cambios sociales. La política busca crear las condiciones para lograr un empoderamiento colectivo, una toma de consciencia de que actuando en forma unida, colectiva y organizada, se pueden lograr cambios sociales relevantes.

La política nos enseña cómo realizar una anatomía de la sociedad humana y nos coloca en condiciones para construir una sociedad autónoma integrada por individuos autónomos, de libre pensamiento, con capacidad crítica, que sean capaces de gobernar y ser gobernados. La política busca estimular la participación social de los integrantes de la sociedad en el análisis de los problemas sociales que afectan a nuestras comunidades y encontrar la solución a los mismos a través de decisiones colectivas.

La política parte de la premisa de que todo mundo es capaz de gobernar, la política no es un asunto de especialistas, no hay una ciencia de la política y la sola idea de pensar que no hay especialistas de la política, sino de que todos podemos participar en política nos brinda una justificación para luchar por una democracia educando a la población en política, a través de la participación activa para lograr la transformación de las instituciones.

No se puede construir una sociedad democrática sin individuos libres y democráticos que participen en tomar decisiones de gran relevancia. El cambio social por la construcción de una sociedad mejor en la que exista realmente democracia, justicia e igualdad no se limita al uso de la vía electoral, continuará la lucha después de las elecciones, porque independientemente del gobierno que quede, las necesidades sociales seguirán existiendo y por lo mismo es tiempo que la ciudadanía voltee su mirada a sí misma y tome conciencia del poder comunitario que puede crear si se organiza, actúa en forma unida y masivamente para lograr transparencia en el manejo del presupuesto público de parte de quienes encabecen el próximo gobierno. La lucha no termina con las elecciones porque la lucha por la transformación social es una lucha continua.


¿La política en la crisis o la crisis en la política?

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Yescas, Oscar: Psicoterapia y política

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Yescas, Oscar: La democracia y los partidos políticos

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Yescas, Oscar: La evanescencia de la política en nuestros días

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