La
ceguera colectiva en materia de salud en tiempos del covid-19
Oscar
Yescas Domínguez
28
de mayo del 2,020
Si
alguna parte de nuestro cuerpo es fuente de dolor (dolor de cabeza,
dolor de estómago, dolor en garganta, etc.), decimos que estamos
enfermos y acudimos ante un médico para que nos haga un diagnóstico,
identifique nuestra enfermedad y nos de un tratamiento para
erradicarla. Ese tratamiento lo seguimos al pie de la letra porque
nos lo está brindando una figura de autoridad reconocida y aceptada
que es el médico, él es el experto, el que sabe de salud y nosotros
obedecemos sin rezongar porque no sabemos de enfermedades, mucho
menos de medicamentos y realmente deseamos aliviarnos y dejar atrás
aquella molesta enfermedad
Pero
qué pasa si en lugar de un individuo fuese una comunidad, una
colectividad o una sociedad entera la que presenta síntomas de que
algo está funcionando mal? No pasa nada porque en la era del
neoliberalismo hemos desarrollado un gran individualismo que ha
creado una adioforización, ese término inventado por Zygmunt Bauman
y que quiere decir la existencia de la indiferencia moral ante
determinados actos o comportamientos humanos y que se refleja en un
tipo de comportamiento insensible, cruel, inhumano y despiadado hacia
el sufrimiento de otras personas.
Esta
insensibilidad social nos lleva a una incapacidad para percibir los
síntomas tempranos de que algo anda mal en nuestras comunidades,
localidades o países en los que vivimos. Esta falta de percepción y
sensibilidad social es lo que provoca que los problemas que vivimos
cotidianamente empeoren porque no hacemos nada para mejorarlos,
porque “no es asunto nuestro”, “jamás nos pasará a nosotros”,
“por algo les pasa algo malo a las gentes”, etc.
Es
una especie de autoengaño similar al acto de la avestruz de meter la
cabeza en el agujero y fingir que no pasa nada, cuando en realidad
algo está pasando.
A
nivel global vivimos una crisis sanitaria que vino a complicar la
crisis social y política que se padecía antes de la pandemia del
covid19 y cambió nuestra realidad como nunca hubiéramos pensado.
Los
gobiernos de varios países desde un principio no supieron enfrentar
en forma adecuada la epidemia del covid que cruzó fronteras y muros
que separaban a los países. Era algo inédito, no tenían idea de
qué hacer y por la corrupción estructural existente en varios de
ellos los responsables de los sistemas de salud no eran las personas
idóneas para diseñar estrategias ante una epidemia de salud pública
porque vivimos tiempos en los que la meritocracia no existe y quienes
ocupan cargos de responsabilidad y de toma de decisiones no están
allí por sus capacidades sino por sus contactos políticos, por
amiguismo, nepotismo o simplemente por corrupción.
La
incapacidad de los gobernantes y la falta de credibilidad que padecen
por parte de sus ciudadanos tuvo altos costos en algunos países de
Europa. En Italia se vivieron grandes tragedias al permitir que las
personas volvieran a salir de sus casas antes de que el peligro
pasara y los hospitales públicos colapsaron. Su ejemplo fue seguido
y está siendo seguido por otros países tanto en Europa como en
Latinoamérica.
La
falta de capacidad para gobernar, la ineficiencia de los responsables
de tomar decisiones, la crisis de las instituciones y la
desobediencia de la ciudadanía fueron ingredientes que formaron un
coctel explosivo que provocó miles de muertes por covid, cifra que
sigue aumentando cada día.
Pero
¿qué pasa en México? En nuestro país estamos iniciando una nueva
era histórica, una nueva forma de gobernar, estamos dejando atrás
la corrupción y repartiendo los recursos públicos de una manera más
eficiente para lograr el bienestar social de la población.
Recordemos que el bienestar social requiere la distribución
equitativa de los recursos de una sociedad y actualmente hay
evidencias innegables de que el nuevo gobierno de López Obrador está
distribuyendo el presupuesto público para atender a las mayorías excluidas por regímenes anteriores.
Millones
de mexicanos que viven en condiciones de pobreza están recibiendo
recursos gubernamentales con este nuevo régimen, aumento al doble en
la pensión que reciben mayores, becas para estudiantes, construcción
de caminos rurales, pensiones para personas discapacitadas, apertura
de 100 universidades en zonas marginadas, etc.
Nuestro
gobernante máximo, el Presidente de la República, Andrés Manuel
López Obrador ha institucionalizado conferencias mañaneras para dar
información sobre lo que se está haciendo cada día, de tal forma
que hay libertad de expresión y transparencia en el manejo de los
recursos públicos.
Lo
que más ha sobresalido en el gabinete de AMLO es la acertada
decisión de tener como SubSecretario de Salud a un especialista en
Epidemiología con una brillante carrera y reconocimiento a nivel
internacional, el Dr. Hugo López Gatell, quien a lo largo de las
últimas semanas se ha ganado el corazón y la simpatía de millones
de mexicanos al mostrar gran habilidad como comunicador, ser un
verdadero experto en materia de epidemiología (al grado de que la
OMS lo invitó a formar parte de un Comité Internacional de atención
a las secuelas del covid-19) y gran paciencia al momento de informar
y responder preguntas de periodistas en las diarias conferencias
sobre el avance en la prevención del covid en México.
Honestamente
creo que los mexicanos deberíamos sentirnos afortunados y orgullosos
de ser mexicanos porque estamos viviendo un momento histórico de
grandes cambios en nuestro país, cambios que ciudadanos de varios
países quisieran.
Tenemos
el privilegio de tener expertos en materia de salud como responsables
de dirigir las estrategias en contra de la pandemia del covid, que ya
quisieran tener los presidentes de varios países, tenemos un
Presidente apoyando con palabras y hechos programas de apoyos
sociales, ambos personajes diariamente dan conferencias y se exponen
a cualquier tipo de preguntas.
En
las conferencias de las autoridades de salud nos han explicado la
situación del covid-19 como si estuviéramos tomando un Diplomado en
Epidemiología con los mejores maestros y han puesto énfasis en que
hasta el momento no hay cura, que la única alternativa de protección
para la población en esta epidemia es mantenernos en casa, saliendo
sólo si se es indispensable. El aislamiento voluntario como forma de
colaboración ciudadana con las autoridades de salud mexicanas que
han logrado mantener bajas las cifras del covid-19, si las comparamos
con las de otros países.
Pero
lamentablemente no hemos logrado lo que las autoridades de salud
pretendían que era levantar el programa Quédate en casa en el mes
de mayo y se extendió hasta junio porque un buen porcentaje de la
población no hizo caso, salió del confinamiento, siguió con su
vida normal, otro porcentaje salió de sus casas sin usar mascarillas
ni guardar sana distancia. Es decir, sin seguir las indicaciones de
las autoridades de salud que sólo pretendían proteger la salud de
la comunidad.
Varias
personas salieron de sus casas y visitaron a sus madres el día 10 de
mayo aún cuando las autoridades de salud advirtieron del peligro de
contagiar y ser contagiados porque estábamos en los días señalados
como los de mayor peligro de contagio previos a los días en que
llegaríamos al pico de la curva donde se presentaría el mayor
número de contagios.
Lo
más lamentable fueron aquellas escenas de varias personas haciendo
filas largas bajo el sol candente, sin guardar distancia, sin usar
cubrebocas, sólo para comprar un paquete de 24 cervezas.
Ahora,
las autoridades nos dicen que se extenderá hasta el 4 de junio el
programa Quédate en casa y el período de la pandemia seguirá hasta
el mes de agosto.
¿Qué
pasa con esa población que no atendió el llamado de las autoridades
de salud de quedarnos en casa? Por ese motivo, se retrasó la fecha
de llegar al pico de la curva y aumentará la cifra de contagiados y
de muertes por el covid19.
Aquellos
que desobedecieron el llamado dieron muestras de irresponsabilidad
social, de ignorancia del peligro al que se expusieron y expusieron a
sus familias.
Pero
sobre todo muestran un síntoma de que algo no está bien en el
comportamiento colectivo, cuando un gran número de personas
desobedecen a los científicos investidos con autoridad formal, lo
cual no hubieran hecho si hubiesen acudido en forma individual a
consulta con un medico particular.
Aquello
que anda mal es no darse cuenta de que vivimos en un México
diferente, de que nuestro país cambió de poder político y de que
estamos construyendo un sistema donde funcione la democracia y hoy
las autoridades del gobierno federal sí están tomando decisiones
que procuran el bienestar de la población.
Asumir
un rol de opositor al gobierno a un gobierno que demuestra con datos
científicos la validez de su petición de guarecernos en casa en un
momento de crisis sanitaria, muestra la confusión de pensar que el
consumo del alcohol es parte de nuestra cultura, sobre todo en la
cultura del sonorense. Me recuerdan aquella canción de Jimmy Buffet
“It´s five o´clock somewhere”, son las cinco de la tarde en
algún lugar, con la que algunos estadunidenses justifican el tomar
alcohol a cualquier hora. Las cinco de la tarde es la hora oficial de
salida del trabajo en norteamérica.
Pero
en el caso de Sonora no nos quedamos atrás porque se liga a nuestra
cultura regional el consumo constante de cerveza, recuerdan la frase
“Sonora, donde termina la cultura y comienza la carne asada” que
se atribuye a José Vasconcelos? El consumo de carne asada es parte
de la cultura regional y de manera inevitable se acompaña con el
consumo de cerveza. Se nos educa desde pequeños que es algo natural
el consumo de cerveza y llegó a aceptarse esta idea, tanto que
hasta una canción nos lo dice y que se retoma como himno de Sonora,
es la que interpreta el grupo Nunca jamás y que contiene la frase
“bienvenidos a Sonora, tierra del Bacanora, donde tomar no tiene
hora”
Viví
mi adolescencia y juventud en hermosillo, estuve ausente ocho años y
han pasado 35 años desde que regresé a la capital sonorense. Crecí
como muchos pensando que tomar alcohol todos los días era “algo
natural e inevitable” por las altas temperaturas que nos hacían
tener largos “summerime blues”, encerrados en casa la mayor parte
del día por el extremo calor y al salir era inevitable que en las
reuniones con amigos circularan las cahuamas de mano en mano.
Viví
ocho años en Veracruz y dejé de consumir cerveza en ese tiempo,
porque trabajaba y estudiaba los primeros cuatro años y después no
me apetecía por el clima de la ciudad de Xalapa.
Sin
embargo, debemos asumir que la idea de que tomar cerveza es parte de
la cultura del sonorense es falsa y nociva para la salud, porque
tomar alcohol desde temprana edad provoca la adicción al mismo si se
hace durante largo tiempo y esa adicción fue lo que provocó que
cientos de hermosillenses desafiaran a las autoridades de Sonora,
salieran a las calles e hicieran largas filas durante horas,bajo el
sol, sin tomar las debidas precauciones “tan solo” para comprar
un cartón de 24 latas de cervezas. O en aquellos casos extremos que
revendían rápidamente los cartones de cerveza al triple de su valor
sin dificultad algua en su venta, tolerada por las autoridades
municipales y aceptada por ciudadanos que no podían estar sin un
bote de cerveza en la mano.
No
confundamos las verdaderas tradiciones que forman parte de la cultura
regional con el consumo de productos que son nocivos a la salud. El
consumo de cerveza no nos hace más hombres, mejores sonorenses o
mejores mexicanos. Al contrario, nos embrutece y saca el lado más
siniestro de nuestra personalidad y se llegan a cometer actos de los
cuales se arrepienten e intentan justificar a nombre de que “estaba
ebrio”. El alcoholismo es una enfermedad social y el consumo de
alcohol es algo “socialmente aceptable”, eso impide reconocer que
puede llegar a convertirse en una verdadera adicción.
Nuestra
sociedad muestra síntomas de enfermedad, vivimos bajo una
sociopatología y confundir el consumo de alcohol como parte una
cultura regional (que a veces raya en el racismo al discriminar y
menospreciar a gente que viene del sur del país), es parte de una
falacia que sólo beneficia a las grandes compañías cerveceras.
Recordemos que educamos con nuestro ejemplo a nuestros hijos y
menores de edad, somos sus maestros y modelos de conducta a imitar en
el futuro.
Está
científicamente comprobado que un niño cundo sea adulto se
convierta en consumidor de alcohol si vivió su infancia viendo
consumir alcohol a sus padres. Tenemos esa responsabilidad en
nuestros hombros y no debemos olvidarla en ningún momento. Debemos
impedir que las próximas generaciones de niños y jóvenes terminen
esclavos de la adicción al consumo de cerveza, pensando que eso los
hace “más sonorenses” o “más hombres”. Lo mismo sucede con
el tabaquismo.
Debemos recuperar la sensibilidad social perdida y preocuparnos más por la salud nuestras y la de nuestros seres queridos asumiendo una responsabilidad social en nuestra conducta, de tal forma que gradualmente dejemos atrás el individualismo que hoy nos determina y construyamos una identidad social y sentimiento de pertenencia a nuestra comunidad. Nuestros actos individuales tienen repercusiones sociales, somos parte de un sistema social en el que existe una interinfluencia, lo que hagamos o dejemos de hacer tiene consecuencias sociales, evitemos conductas autodestructivas y tomemos consciencia del momento de crisis sanitaria que estamos viviendo para evitar aumentar la cifra de contagiados y muertos por el covid-19.
Debemos recuperar la sensibilidad social perdida y preocuparnos más por la salud nuestras y la de nuestros seres queridos asumiendo una responsabilidad social en nuestra conducta, de tal forma que gradualmente dejemos atrás el individualismo que hoy nos determina y construyamos una identidad social y sentimiento de pertenencia a nuestra comunidad. Nuestros actos individuales tienen repercusiones sociales, somos parte de un sistema social en el que existe una interinfluencia, lo que hagamos o dejemos de hacer tiene consecuencias sociales, evitemos conductas autodestructivas y tomemos consciencia del momento de crisis sanitaria que estamos viviendo para evitar aumentar la cifra de contagiados y muertos por el covid-19.
La
desobediencia a científicos con investidura de autoridades de salud
es un reflejo de esa sociopatología que confundimos con normalidad y
llega a casos extremos como el hostigar y golpear a personal que
trabaja en la Secretaría de salud (acoso a enfermeras y médicos),
mientras que en las tiendas comerciales Oxxos, reciben con mariachis
a camiones cargados de cerveza.
La
desobediencia de un segmento de la población a las autoridades de
salud, refleja ignorancia acerca de la gravedad de la crisis de salud
por la que estamos pasando, irresponsabilidad social al no pensar en
las consecuencias de su comportamiento ante sus familiares directos,
individualismo exacerbado y un incontrolable impulso hedonista que
les impidió pensar que lo más valioso que tenemos en estos
momentos es la salud.
Esa
ignorancia colectiva en materia de salud debemos combatirla porque es
una de las principales causas de que se agrave más la crisis de
salud por la que estamos atravesando y en estos días previos a
alcanzar “el pico de la curva” que tanto se ha anunciado,
combatir esta ignorancia se convierte en asunto de vida o muerte.
Quedarnos en casa continúa siendo la mejor opción todavía. Debemos
reconocer el profesionalismo de las autoridades de salud en México y
respetar sus indicaciones en el caso de la epidemia del covid-19
Bauman,
Zygmunt/Donskis, Leonidas.: Ceguera moral
Paidós,
2015
Buffet,
Jimy
Yescas,
Oscar: Por una conducción científica de nuestras organizaciones
Compras
de pánico de cerveza por temor a desabasto
Paciente
de covid escapo de las autoridades y viajó a nogales, Sonora
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