La madre de
nuestros hijos es mucho más que eso
Oscar
Yescas Domínguez
10 de mayo
de 2,020
En el día
de las madres la mayoría de las personas piensan en homenajear a su
progenitora. Digo la mayoría porque no todos tuvieron las mismas
experiencias que nosotros al interior de sus familias y hay personas
que prefieren no recordar a su papa o mamá, mientras que otros los
adoramos.
Debemos
respetar los sentimientos y opiniones diferentes a las nuestras y
reconocer que nuestras experiencias fueron únicas y tienen
significado especial sólo para nosotros.
El festejo
del día de las madres es una institución en los países
latinoamericanos, especialmente en México. Lo de “institución”
se refiere a que es un comportamiento colectivo, un comportamiento
socialmente aceptable y compartido por millones de personas, una
tradición, una herencia de los muertos sobre los vivos.
Todos
pensamos en quien nos dio la vida, pero creo que a veces los hombres
en nuestro afán de demostrar que somos buenos hijos y reafirmar el
amor hacia nuestras madres, descuidamos homenajear a otra institución
que se encuentra a nuestro lado, esta es la madre de nuestros hijos y
dejamos que sean los hijos quienes las festejen ese día pensando que
son ellos quienes tienen mayor deuda con ella porque los parió,
cuando que en realidad aquellos que tenemos pareja y ella nos dio no
sólo hijos, sino su vida misma al acompañarnos durante décadas
enteras, también merece un reconocimiento especial por parte de
aquel quien es el padre de sus hijos y no sólo de éstos últimos.
La mujer
que nos ayudó a satisfacer nuestra necesidad de trascendencia a
través del proceso de maternidad, nos ha dado mucho más que eso.
Ella ha sido quien nos ha enseñado el significado real de la palabra
éxito, al quitar de la misma el significado económico y dimensionar
la parte afectiva y emocional del éxito.
Estamos en
deuda eterna con nuestra pareja porque fue ella quien nos ayudó a
sacar nuestro niño interno, nuestro yo auténtico, nos ayudó a ser
auténticos, a desnudarnos psicológicamente, hizo lo mismo, puso su
vida en nuestras manos, nos acompañó en la aventura que ha sido
nuestras vidas y se mantuvo a nuestro lado en las buenas y en las
malas. En suma, nuestra pareja de vida nos enseñó dando muestras de
gran paciencia y mucho amor, el proceso de convertirnos en persona y
a madurar psicológicamente.
El amor a
nuestra madre es infinito y permanente, el amor a nuestra pareja es
diferente tipo de amor pero también debe ser infinito, permanente y
debe ser alimentado diariamente y este día es una ocasión especial
para expresarle nuestro reconocimiento no sólo por su desempeño en
el rol materno, sino por la gran labor que ha hecho como “nuestra
compañera de vida”.
Quizá
algunos no me sigan y piensen que estoy divagando, lo entiendo porque
cada quien vive su experiencia de manera personal. Es algo difícil
de expresar porque sólo quien ha establecido la conexión con su
pareja al grado de rebasar el enamoramiento (en el sentido que decía
Freud de la seducción de alguna característica de la persona que
amamos o creemos amar) y logrado esa “fusión de personalidades en
una sola identidad que es el concepto del amor, podrá comprender el
sentido de lo que estoy diciendo y reconocer la enorme deuda que
tenemos hacia el amor de nuestras vidas que se ha mantenido firme al
pie del cañón en todas las tempestades que hemos enfrentado, que nos
ha ayudado a levantarnos cuando hemos caído y nos ha servido de
fuente de fortaleza para seguir adelante con nuestras vidas.
Con el
apoyo de “nuestra” mujer hemos soportado privaciones y
situaciones difíciles que quizá si estuviésemos solos no
aguantaríamos. Con ella hemos subido a alturas que nos permiten
besar el cielo y estar en los cuernos de la luna, al reconocer el
significado de la palabra éxito: al vivir la increíble experiencia
de ser padre, de ser parte importante en la formación de una
familia, de aprender de nuestros hijos en la medida que los educamos,
de desaprender ciertos comportamientos que reflejaban individualismos
e inmadurez, etc.
Ese éxito
que se refleja en la madurez de nuestros comportamientos, logrado
gracias a la paciencia y el amor de nuestra compañera de vida, quien
siempre nos retroalimentó, apoyó de manera incondicional y se
sacrificó de múltiples formas para llegar a un “aquí y ahora”
y vernos reflejados como una pareja estable, con varios logros
obtenidos.
Entre éstos
últimos la satisfacción de ver a nuestros hijos ya adultos y
formando su propia familia. Estoy de acuerdo de que los hijos son los
que deben homenajear a sus madres en este día, pero creo también
que los hombres debemos voltear a ver a la mujer a nuestro lado que
nos ha acompañado toda la vida e inclinarnos ante ellas a manera de
reconocimiento, homenaje y humildad ante lo grandes que son estas
mujeres que nos siguieron por todos los vericuetos que formaron los
sinuosos caminos que transitamos en nuestra vida sin dudar en ningún
momento.
El día de
hoy la madre de nuestros hijos merece que le expresemos cuánto
valoramos todo lo que ha hecho a nuestro lado y cuánto le
agradecemos el que seamos lo que hoy somos porque sin su ayuda no
hubiésemos llegado hasta el punto en el que nos encontramos.
Gracias
querida, soy lo que soy en gran parte gracias a ti¡
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