¿Por
qué se suicida la gente?
Oscar
Yescas Domínguez
24
de mayo 2,020
La
construcción de vínculos sociales
La
dictadura del Dios mercado
El
individualismo bajo el neoliberalismo
por
qué se suicida la gente?
Los
otros suicidios colectivos
A
manera de conclusión
Cuando
llegamos a este mundo en el momento de nuestro nacimiento, todos sin
excepción alguna salimos del vientre materno unidos a quien nos dió
la vida a través de un cordón umbilical que cumplía la función
de proporcionarnos los nutrientes necesarios durante los meses de
gestación.
Ese
cordón umbilical es cortado para que cada bebé pueda desarrollar su
vida y quedamos en un estado de indefensión tal que necesitamos los
cuidados de otros para poder sobrevivir, por eso mismo no es
exagerado decir que en sus primeros meses de vida el ser humano es
uno de los seres vivientes más indefensos que puedan existir.
El
cordón umbilical es sustituido por una serie de “cordones
psicológicos o vínculos psicológicos que construimos con las
personas que nos rodean en el proceso de socialización en el que
participan diferentes instancias socializantes: grupo familiar, el
grupo escolar, el grupo religioso, el grupo de amigos, el grupo
laboral, etc.
El
primer vínculo que establecemos en nuestra vida es con la madre con
quien llegamos a establecer una “metacomunicación”, es decir,
una comunicación que va mucho más allá de la comunicación que
entablamos con otras personas. A través de esta metacomunicación la
madre puede saber y sentir lo que desea su bebé sin que éste pueda
pronunciar palabra, si llora porque tiene hambre, frío o necesita
cambio de pañal, etc..
Este
vínculo madre-hijo se refuerza a través de la lactancia del pecho
materno la cual cumple una triple función, primero dar alimento sano
y nutrientes al bebé para su sano crecimiento. Una segunda función
sería proporcionar una sensación de protección, seguridad,
compañía y placer en ese acto y la tercera y más importante
función es la de dar amor, rodear de afecto, cariño y aceptación
del bebé, logrando alejar la sensación de abandono y soledad que
suele experimentarse en ese estado de indefensión que se presenta
durante el primer año de vida del bebé.
El
vínculo entre madre y su bebé se fortalece cada día y debemos
tener presente lo que nos plantea René Spitz en su libro El primer
año de vida del niño acerca de que en es en ese período de vida
cuando se establecen las bases para el desarrollo de la personalidad
de cada individuo. La manera como somos recibidos y tratados en este
mundo durante el primer año de vida influirá grandemente en el
desarrollo de nuestra personalidad.
Si
somos recibidos y tratados con amor desde la gestación, tendremos
las bases para desarrollar nuestro autoconocimiento, autoaceptación
y paz interior. Si sentimos rechazo, indiferencia y exclusión en esa
primera etapa de desarrollo tenderemos a desconfiar de los demás y
mostrar incapacidad para mostrar nuestros sentimientos y emociones.
Una
bienvenida a este mundo no depende sólo de la madre, también
depende de los otros integrantes del grupo familiar , no sólo de la
familia nuclear compuesta por padre, madre e hijos, sino también de
aquellos miembros de la familia extensa que tengan contacto con el
infante: abuelos, tíos, primos, etc.
El
grupo familiar es considerado como un grupo primario precisamente
porque las relaciones que entablan los miembros de este grupo son
primarias en el sentido de significativas, porque el vínculo que los
une es afectivo, preñado de sentimientos que son los que unen a la
familia.
Después
del grupo familiar llegamos a formar parte de varios grupos
simultáneamente debido a nuestra naturaleza social e interactuamos
con varias personas que pertenecen a diferentes grupos de manera tal
que logramos conectarnos directa o indirectamente con un número
infinito de individuos. De esta forma entablamos vínculos con
amistades, vecinos, compañeros de escuela, compañeros de trabajo,
con amigos y con amigos de nuestros amigos, vecinos, etc. Cada uno
de ellos está conectado con un número infinito de personas, y a
través de múltiples conexiones en nuestra interacción social
creamos un entramado social que es conocido como “tejido
social”, ya que
cada individuo no es un ser aislado, es imposible estar aislados ya
que estamos conectados a una cantidad enorme de personas a través de
vínculos psicológicos. Algunos vínculos son fuertes, otros
débiles, otros más desaparecen por la falta de interacción social
En
este proceso de socialización construimos nuestra personalidad
psicosocial ¿Qué es la personalidad psicosocial? Podríamos decir
que es una determinada forma de pensar, sentir y actuar que
caracteriza el comportamiento de un individuo singular y que es el
resultado de la interinfluencia que hemos mantenido con diferentes
figuras significativas de los distintos grupos a los que pertenecemos
o hemos pertenecido.
Cuando
se rompe el vínculo social que tenemos con otras personas se pone en
peligro nuestra estabilidad emocional y es la primera llamada de
atención de una enfermedad social que está creciendo sin parar en
nuestra época: la
soledad, el aislamiento social.
La
dictadura del Dios mercado
Vivimos
bajo un sistema social que construye una ideología colectiva que
beneficia y/o defiende los intereses de una clase dominante. La
mayoría de la gente piensa que tiene la libertad de pensamiento y
que sus ideas son propias, desarrolladas por ellos mismos. Pero en
realidad, nuestra percepción de la realidad, nuestra forma de pensar
ha sido determinado desde fuera de nuestras mentes, a través del
accionar de diferentes instancias que participan en el proceso de
socialización que determina la construcción de nuestra personalidad
psicosocial.
¿Qué
pasaría si les dijera que los habitantes de la antigua Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRSS) donde imperaba el
comunismo, no tenían idea siquiera de lo que es el comunismo?
Pensarían que estoy desvariando porque la ideología comunista era
el elemento de cohesión de los habitantes de los países que
integraban la URSS.
Pero
si les pregunto a mis lectores ¿Cuál es la ideología que domina
nuestras vidas en nuestra sociedad contemporánea? O de manera más
concreta ¿qué es
el neoliberalismo?
Estoy seguro de que la mayoría guardaría silencio porque desconoce
la respuesta, no sabría que decir. Algo está pasando a nuestro
alrededor y no sabemos que es.
Nuestro comportamiento
está siendo manipulado desde lo más íntimo que son nuestras
motivaciones, hasta las expresiones de nuestra conducta verbal, por
un sistema que funciona con un binomio: producción masiva-consumo
masivo. Este es el contexto que rodea la construcción de nuestra
personalidad psicosocial, el sistema capitalista no necesita personas
que piensen, para funcionar necesita personas que consuman sin
pensar, aún cuando la vida se les vaya en consumir y pagar sus
deudas de consumo.
Las
grandes corporaciones tienen un ejército de científicos y técnicos
trabajando para ellos. Utilizan el enfoque de la mercadotecnia para
lograr ventas masivas, muchas personas confunden mercadotecnia con
ventas, en realidad no es así
El
enfoque mercadológico en la conducción de las organizaciones
consiste en dirigirlas con un enfoque de “afuera hacia adentro”,
es decir, están atentos a lo que sucede en el mercado y el mercado
es “aquel conjunto de personas que comparten deseos y necesidades
que quieren satisfacer y que cuentan con los recursos económicos
para demandar la compra del producto o servicio que satisfará esas
necesidades y deseos”.
El
comportamiento de consumo cambia, ya no existe la lealtad a las
marcas, hay una gran diversidad de productos y servicios en el
mercado. Por ese motivo los mercadólogos realizan investigaciones
científicas para identificar el segmento del mercado hacia el cual
dirigirán el producto que fabricarán para satisfacer la demanda del
mercado.
Utilizan
grupos de enfoque, es decir, pequeños grupos conformados por
personas con características sociodemográficas similares para
conocer sus gustos, sus motivaciones, sus preferencias, es decir, sus
criterios que norman su comportamiento de consumo.
También
realizan estudios de mercado para identificar el perfil psicográfico
de los consumidores, o sea, conocer rasgos de personalidad, fuerzas
motivacionales, estilos de aprendizaje, estilos de toma de
decisiones, necesidades psicológicas, etc.
Con
esta información diseñan el proceso de producción del producto o
servicio que satisfará esa necesidad y deseo y proceden a su
producción masiva con la seguridad de que el producto se venderá
por sí mismo ya que su diseño se basó en la información obtenida
de consumidores potenciales.
La
publicidad es parte de la perversa campaña que transforma a los
ciudadanos contemporáneos de homo sapiens en simples homo consumens.
Nos inundan con mensajes e imágenes de figuras ideales del hombre y
de la mujer. Nos entrenan para valorar la apariencia, la imagen como
la parte más valiosa de nuestras personas, rinden culto a la belleza
y sobrevaloran lo juvenil menospreciando lo antiguo o lo viejo porque
“la onda” lo “cool” es ser joven.
Los
mercadólogos diseñan diferentes productos y servicios para
diferentes segmentos del mercado de consumidores. La intención es
que sigamos consumiendo en forma permanente, para lograrlo manipulan
nuestras necesidades y emociones ofreciendo la idea de que la
felicidad está en los centros comerciales comprando productos que
nos darán gran placer y la felicidad prometida. En este marco social
es como se construye nuestra personalidad psicosocial.
El
individualismo bajo el neoliberalismo
El
surgimiento de la sociedad
de masas como
resultado del desarrollo de la industria, que concentró centros de
producción en algunas ciudades no sólo debilitó al campo, sino que
propició el crecimiento de grandes ciudades y la emigración masiva
del campo a la ciudad y generó el desprendimiento de la identidad
comunitaria del individuo y generó una ideología individualista
centrada en una búsqueda permanente de una felicidad que sólo podía
obtener mediante el consumo.
Para tener capacidad de consumo
el individuo y obtener los bienes deseados sólo existen cuatro
formas: a) Mendigando, b) coerción (asaltando), c) trueque y c)
comprando. Para comprar se requiere tener dinero y el dinero se
obtiene a través del trabajo o delinquiendo.
La obtención de dinero se
convierte en la principal meta de millones de personas, la mayoría
se inclina por obtenerlo a través del trabajo, laborando en
condiciones de explotación con largas jornadas de trabajo, con bajos
salarios y con una obsesión por el consumo. Con estos ingredientes
surge una nueva esclavitud en pleno siglo XXI, trabajar como esclavo
para poder consumir los artículos que “nos dan felicidad”,
aumentar nuestras deudas consumiendo, trabajar más para poder pagar
nuestras deudas.
Nos encontramos en un momento
histórico de conmoción de la sociedad, de las costumbres, del
individuo contemporáneo en la era del consumo masificado, en la
irrupción de modo de socialización y de individualización inédito
que rompe con todo lo instituido hasta entonces.
Es una mutación histórica aún
en curso en la que ha surgido una nueva forma de control de los
comportamientos a través de la construcción de un universo de
objetos, de imágenes, de información y de valores hedonistas,
permisivos y psicologistas que han dado como resultado una nueva fase
del individualismo en la historia occidental.
Vivimos un duelo constante de
identidades, no sólo generadas por nuestro desarrollo psicológico
cuando pasamos de una etapa de desarrollo psicológico a otro
(infancia, pubertad, adolescencia, juventud, adultez y vejez), sino
que también cambiamos identidades manipulados la publicidad con
fenómenos como la moda que determinan “el buen gusto” en el
consumo.
En el contexto de la sociedad
de masas en la sociedad de consumo, los individuos desarrollan una
ideología individualista que orientados por una tendencia hedonista
los lleva a despegarse de los demás en esa búsqueda de la
felicidad prometida que se encuentra detrás de los cristales de las
grandes tiendas comerciales.
En
la sociedad moderna vivimos un proceso de personalización
que no termina de transformar todos los sectores de la vida social.
Este nuevo proceso de personalización fractura aquella socialización
basada en la disciplina en la que fuimos formados en generaciones
anteriores. La sociedad de hoy es más flexible, basada en el libre
flujo de la información y constante estimulación de las necesidades
humanas.
En este proceso de
personalización las instituciones se adaptan a las motivaciones y
deseos de los individuos en una psicologización de las modalidades
de socialización. Es decir, ya no se sumerge al individuo en un mar
de reglas sociales a seguir, el concepto nuevo de libertad contiene
nuevos valores que legitiman el placer y conducen a la realización
personal.
La sociedad posmoderna se
caracteriza por un individualismo hedonista en el que estamos
destinados a consumir y reina la indiferencia hacia las masas. En
este proceso de desarrollo del personalismo basado en una ideología
individualista, lo social se disemina, desaparece, se desvanece.
El
“tejido social” se
fue debilitando de manera progresiva en las últimas décadas debido
a la imposición de políticas de corte neoliberal que fomentaban el
desarrollo de una ideología individualista en el contexto de una
creciente sociedad de consumo. Los cambios políticos derivados de la
caída del muro de Berlín cambiaron la geopolítica a nivel mundial,
surgiendo lo que hoy conocemos como globalización
que fue mucho mas allá de la apertura de las fronteras para el libre
intercambio de productos en el comercio internacional.
La
ideología neoliberal que promueve nuestra sociedad de consumo
intenta encajonarnos en uno de dos bandos: “triunfadores” o
“perdedores”. Los triunfadores
son aquellos que logran el éxito económico en un sistema social en
el que la meritocracia no existe. Los méritos no son suficientes
para lograr el éxito, porque se enfrentan a un sistema invadido por
la corrupción o preñado del culto a la imagen y a lo juvenil.
Tener un alto nivel de estudios no garantiza lograr un buen trabajo,
se da la paradoja de que en solicitudes de empleo se soliciten años
de experiencia. La ideología neoliberal nos hace sentirnos solos aún cuando estemos rodeados de una multitud.
Los
perdedores vendrían
a ser aquellos que viven en condiciones de pobreza, con sueldos
bajos, largas jornadas de trabajo, hacinados en casas de mala calidad
en zonas de inseguridad pública, etc. Es decir, aquellos que no
lograron el éxito económico que demanda nuestra sociedad de
consumo. Los perdedores son los consumidores defectuosos que
menciona Zygmunt Bauman en su libro Trabajo, consumismo y nuevos
pobres. El neoliberalismo ha “fabricado” inmensas cantidades de
nuevos pobres al aumentar la desigualdad social permitiendo que un
grupo reducido de la población mundial (el 1%) sea el dueño de la
mayor cantidad de la riqueza social que produce toda la humanidad.
Mientras que miles de millones de personas viven y mueren en
condiciones de miseria, hambre, privación y son excluidos de los
beneficios que nos presenta la sociedad contemporánea.
La
ideología que divide a triunfadores de perdedores intenta ocultar la
enorme explotación social que se vive en nuestra sociedad
contemporánea y mantener a las personas en constante autoexplotación
y competencia contra los demás.
¿por
qué se suicida la gente?
Recientemente
a través de facebook recibí una invitación a compartir una
publicación que decía lo siguiente: “Hola... Podría un amigo o
miembro de la familia copiar y volver a publicar? Estoy tratando de
demostrar que alguien está siempre para escuchar” . Y se
acompañaba de un hatchtag #prevención del suicidio.
Sin
pensarlo mucho, considerando que el suicidio es un problema real en
nuestra sociedad decidí compartirlo y vi que como reacción en
cadena varios de mis contactos hicieron lo mismo. Pero después de
hacerlo quedé con una sensación de insatisfacción porque pensé
que no estaba ayudando en forma real a comprender este problema y
sobre todo a aportar formas de solución al mismo. Decidí entonces aporrear el teclado con los únicos cuatro dedos que uso para
escribir y dar una opinión más fundamentada sobre el tema. Ese
fue el motivo que originó este pequeño artículo.
Quizá
buena parte de la población vea el tema del suicidio como un
problema muy lejano que sucede sólo a personas que están inmersas
en demasiados problemas. Pensar de esta forma sería individualizar
un problema social y atribuir las causas a factores individuales,
cuando en realidad es todo lo contrario, veamos porqué.
¿Por
qué se suicidan algunas personas? Esta pregunta me la hice cuando en
la década de los setentas leí el libro de Erich Fromm
Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Surgió en mi mente
por la información que decía en aquel entonces dicho autor en el
sentido de que los países más desarrollados como estados Unidos,
Gran Bretaña, Francia y Alemania, mostraban las cifras más altas de
suicidios, comparadas con las cifras de otros países como
latinoamérica.
El
libro era una especie de diagnóstico de la sociedad a partir del
Psicoanálisis y puedo decir que fue una de las lecturas que influyó
posteriormente en mi decisión de estudiar Psicología. Fromm
explicaba que el producto interno bruto no tenía ninguna relación
con el grado de felicidad de la población
Es
decir, que no importaba la capacidad de consumo para lograr la
felicidad porque los números así lo demostraban. Un buen porcentaje
de ciudadanos que vivían en países con gran desarrollo económico,
que tenían acceso a servicios médicos, que tenían buen empleo y
buenos ingresos son los que formaban la mayor parte de la lista de
personas que se suicidaron. Algo anda mal en nuestra sociedad que
está generando altos niveles de insatisfacción en la población que
por más que actúe con “normalidad” no le encuentra sentido a la
vida y por eso algunas personas prefieren el suicidio a una seguir
con vida “normal”, decía Fromm.
Ese
algo anda mal lo confirmé cuando leí otros dos libros en la misma
época: El hombre unidimensional del filósofo francés
Herbert Marcuse en el que dicho autor nos alertaba en los
setentas acerca de un sofisticado sistema de control social que se
estaba consolidando en la nueva sociedad que se construía a partir
de la industrialización y que buscaba lograr que los integrantes de
esa sociedad pensaran de la misma forma y si alguien pensara
diferente o criticaba la forma de pensar de la mayoría, o se
opusiera a la adaptación social, sería un disidente, un desviado de
la norma, alguien que sería rechazado por diferir en su forma de
pensar porque el pensamiento autónomo no estaba tolerado en aquella
nueva sociedad que se estaba construyendo con el desarrollo de la
industrialización.
Aquel
hombre unidimensional denunciado por Herbert Marcuse lo estamos
viendo hoy en día, el homo consumens, aquel individuo cuya que vive
en la sociedad de la información y es un ignorante, es el nuevo
individuo que emerge de la mutación histórica que estamos viviendo
que personifica a los objetos y trata como objetos a las personas, en
los términos anunciados por otro autor Michael Schneider en su libro
Neurosis y lucha de clases cuando analizaba el surgimiento de las
muñecas sexuales que estaban siendo lanzadas al mercado como nuevo
producto.
El
nuevo individuo ha cedido el control de su comportamiento a quienes
producen objetos en forma masiva gracias a la aplicación de la
ciencia y la tecnología en el proceso de la producción. Un
personaje que se rinde a sus tendencias hedonistas y que percibe como
el sentido de su existencia el consumo desenfrenado y sin sentido.
El
vacío que experimenta al apagar su teléfono en un momento histórico
en el que la tecnología nos permite “estar conectados” a nivel
global a través del teléfono celular y las redes sociales lo
intenta compensar con compras compulsivas.
Pero
recordemos que vivimos en un momento en el que la sociedad humana ha construido el mayor nivel de desigualdad social que ha existido en
la historia. La producción masiva está dirigida a un mercado
definido y es importante precisar que no todos somos parte de esos
mercados previamente detectados con metodología científica, porque
no tenemos la capacidad adquisitiva para comprar el producto o
servicio que deseamos.
Encontramos
entonces esa enorme contradicción que enfrenta buena parte de la
humanidad: Por un lado vemos los escaparates de las grandes tiendas
comerciales nos ofrecen “la felicidad” materializada en productos
que nos proporcionarán bienestar y placer. Disponibles para todo
aquel que tenga dinero suficiente para comprar y pagar.
Pero
por el otro lado están los millones de “consumidores defectuosos”
que tienen deseos, expectativas y necesidades que quieren satisfacer
pero no cuentan con dinero para hacerlo.
La
frustración masiva de aquellos a quienes se ha catalogado como
“perdedores” genera un alto grado de insatisfacción por no poder
comprar lo que necesitan y desean. A esa frustración por incapacidad
de compra se suma otra insatisfacción que es la de aquellos
compradores compulsivos que quieren encontrar la felicidad en el
consumo y su placer es efímero porque la novedad en la compra de un
producto desaparece rápidamente, repiten el proceso de salir a
comprar para sentirse bien y al rato experimentan de nuevo ese vacío
y soledad porque son incapaces de construir relaciones afectivas que
les permitan encontrar la felicidad.
El
suicidio que cometen algunas personas y lo intentan otras, se debe a
ese vacío y soledad que experimentan ciertas personas en nuestra
sociedad de masas, sociedad de información y sociedad de consumo. El
suicidio es el resultado de la pérdida de vínculos con el exterior,
es la sensación de aislamiento social, de soledad extrema y es
consecuencia de no encontrar sentido a nuestra existencia, de no
encontrar motivos para vivir.
A
nivel mundial se registraron en los últimos doce meses 393,324
suicidios en el mundo entero. ¿Por qué? Cada caso es especial, cada
individuo lo hizo por motivos considerados personales, no podemos
preguntarles por qué lo hicieron, pero sí podemos ubicar el
contexto social en el cual se han presentado estas muertes
voluntarias. La depresión es el paso previo a los suicidios, la
depresión es n gran problema social que padecen millones de
personas.
De
las principales causas reportadas en México fueron problemas
familiares, problemas amorosos, depresión y ansiedad, consumo de
drogas y alcohol. 8 de cada diez casos d suicidio son cometidos por
hombres y la mayor parte de los casos los cometen jóvenes entre 20 y
29 años de edad. Esto nos alerta acerca de la necesidad de prestar
mayor atención a nuestro adolescentes y jóvenes y no permitirles
sumirse en un aislamiento desde temprana edad.
El
homo consumens contemporáneo no encuentra sentido a su existencia
porque ha errado el camino al seguir la senda construida por la
publicidad y caer en un endeudamiento económico y consumo masivo
que solo le genera insatisfacción. Los tiempos que vivimos son de
gran insatisfacción social, no importa el nivel socioeconómico,
obviamente si se es pobre se sufrirá más, pero el ser rico no
garantiza lograr la tan ansiada felicidad. Esa insatisfacción social
es parte de las causas que originan los suicidios.
Los
otros suicidios colectivos
Debido
a esa insatisfacción de vivir bajo una moderna esclavitud que
consiste en tener como destino de nuestra vida el consumo como máxima
meta a alcanzar y sinónimo de la felicidad, vivimos bajo una
permanente insatisfacción social porque la felicidad no se encuentra
en la compra de productos.
La
sociedad de consumo que alienta comprar productos que nos brindarán
satisfacción y placer efímeros, crea una permanente insatisfacción
social que resulta ser el ambiente ideal para el surgimiento de una
serie de adicciones y comportamientos autodestructivos que afectan
nuestra salud y nuestra economía.
El
hábito de consumo de tabaco imitado en forma masiva por la habilidad
de manipulación de ciertos mercadólogos y publicistas que vendieron
la falsa creencia de que fumar nos hacía lucir varoniles, sensuales
y adultos. El consumo de tabaco ha arrojado en este último año la
espeluznante cifra de 1,833,585 muertes a nivel mundial en los
últimos doce meses.
El
consumo inmoderado de alcohol, que afecta la economía familiar, la
salud individual de quien lo consume en exceso y la integración
familiar, ha llegado a niveles realmente alarmantes acumulando una
cifra de muertes cercana al millón en el último año a nivel
mundial: 917,371. La adicción al alcohol lleva a realizar conductas
imprudenciales que ponen en riesgo las vidas de personas, como
conducir en estado de ebriedad por las calles de nuestras ciudades, o
hacer largas filas bajo el sol afuera de un centro comercial en plena
pandemia, ignorando las instrucciones de las autoridades de salud de
quedarnos en casa, sólo para adquirir unas latas de cerveza.
A
manera de conclusión
La
organización Mundial de la Salud revela que el suicidio está dentro
de las 20 causas de defunción a nivel mundial e informa que cada año
se suicida un millón de personas en el mundo entero. Estas cifras
demuestran que el suicidio es un problema real que se presenta en
todos los países del mundo, en ese sentido no debemos tratarlo como
un problema que presentan individuos con problemas personales que no
saben resolver. Estamos ante un problema social que seguirá
creciendo en la medida de que pase el tiempo por el avance de la
descomposición de nuestro sistema social.
La
sociedad tal y como la conocíamos ya no existe, la realidad
contemporánea ha cambiado radicalmente, estamos padeciendo una
mutación histórica en el aprendizaje del proceso de socialización
que no ayuda a conformar nuestra personalidad psicosocial, al grado
de que hemos dejado de seres sociales por el extremo individualismo
que se ha adueñado de nuestras vidas. Vivimos un momento histórico
en el que el Estado ha abandonado su misión de garantizar el
bienestar social de los ciudadanos.
En
ese sentido, el suicidio representa el fracaso no de una persona,
sino de un proceso de socialización que fomenta el individualismo dentro de una sociedad que fomenta el consumo y promueve una
enajenación al valorar más a los objetos que a las personas y
valorar a las personas en función de sus propiedades materiales.
El
culto al individualismo contemporáneo no permite la construcción
de vínculos psicológicos con las personas que nos rodean, impide el
desarrollo de comportamientos auténticos y nos conduce a sentirnos
extraños aún cuando estemos rodeados de una multitud, sin importar
que ésta sea nuestra propia familia extensa.
Vivimos
en una era de vacío afectivo y emocional impulsados por una ética
hedonista que vacía los significados sociales atomizando a los
individuos en su esfera personal e intentamos compensar ese vacío
con el consumo de productos. Este individualismo nos impulsa a
abandonar la esfera pública incurriendo en un aislamiento social.
Es
a la vez el fracaso de un sistema social que privilegia la
maximización de las ganancias de los propietarios de los medios de
producción a través de la explotación laboral, la precariedad en
las condiciones de vida, la privatización de los servicios públicos
y la pauperización creciente de millones de personas.
Es la evidencia de la falla de un sistema social que no apoya el
crecimiento de la autoestima, no fomenta el autoconocimiento, ni la
autoaceptación, por fomentar en los individuos la búsqueda de la
felicidad fuera de ellos mismos. Un sistema social que nos ha
deshumanizado al destruir nuestra sensibilidad social ante el
sufrimiento colectivo. La humanidad no puede llamarse más tal, si su
existencia se basa en la destrucción del medio ambiente, la
explotación irracional de los recursos naturales y la explotación
del hombre por el hombre.
Por esas razones el suicidio debe ser considerado como una responsabilidad social compartida por la colectividad.
Por esas razones el suicidio debe ser considerado como una responsabilidad social compartida por la colectividad.
El
suicidio no es un problema que podemos considerar ajeno a nosotros, es
la expresión particular de una crisis social que nos conduce a la
autodestrucción, la destrucción del medio ambiente y de nuestras
vidas como individuos y como colectividad.
Antes de suicidarse las personas nos envían señales de sus intenciones y debemos tomar en serio cualquier declaración o amenaza de suicidio porque pudiera tornarse en un hecho real. Elegí la foto de Kurt Cobain posando con dos integrantes de su grupo Nirvana, donde aparece él apuntando su boca con la punta de un rifle. Fue un claro mensaje de su intención de suicidarse, tal y como lo hizo después con esa misma arma u otra parecida.
Antes de suicidarse las personas nos envían señales de sus intenciones y debemos tomar en serio cualquier declaración o amenaza de suicidio porque pudiera tornarse en un hecho real. Elegí la foto de Kurt Cobain posando con dos integrantes de su grupo Nirvana, donde aparece él apuntando su boca con la punta de un rifle. Fue un claro mensaje de su intención de suicidarse, tal y como lo hizo después con esa misma arma u otra parecida.
Para
prevenir el suicidio debemos retomar los valores que abandonamos por
el culto al dinero: la solidaridad, generosidad, empatía social,
autenticidad, amistad, amor a uno mismo y amor a los demás sin
discriminación de ningún tipo. El desarrollo de nuestra autoestima
se convierte en un concepto revolucionario en la medida de que
descubramos que debemos y podemos ser felices con nosotros mismos
antes de buscar el amor y la felicidad fuera de nosotros, consumiendo
o con otras personas.
En
la medida que descubramos que el primer amor en nuestras vidas debe
ser el amor a nosotros mismos, jamás experimentaremos ideas de
suicidio personal. Este amor propio nos revelará la constante
violación a nuestros derechos humanos por parte de un sistema que
está controlado por un poder corporativo que sólo busca maximizar
sus ganancias sin importar que su sola existencia provoca una
desigualdad social que mata lentamente generando adicciones o
provocando suicidios.
Debemos
reconstruir nuestra identidad como seres sociales, como personas que
pertenecemos a varios grupos simultáneamente y que en cada grupo
desempeñamos un rol que es significativo para las demás personas
integrantes del grupo.
La
toma de consciencia de estas violaciones a nuestros derechos humanos,
de nuestra naturaleza social como seres humanos y del potencial y
fuerza que adquirimos como ente colectivo cuando actuamos en forma
organizada y colectiva nos aportará un empoderamiento social que
posibilitará que retomemos el control social y político y
construyamos una nueva sociedad en la que desaparezca la
insatisfacción social al lograr construir un bienestar social de la
población.
Si
todos reconstruimos nuestra identidad social perdida y nos
comunicamos unos a otros la percepción de la realidad que nos rodea,
veremos que lo personal es político, que la esfera de lo privado
está determinado por la política y que la política no son los
partidos políticos, sino que en realidad es la participación de una
comunidad en la discusión colectiva de asuntos públicos.
Todos
juntos podemos participar como agentes de cambio social, cambiando
nuestros valores, actitudes y comportamientos de tal forma que nos
integremos más a los grupos sociales a los que pertenecemos con una
nueva mentalidad más solidaria y humanitaria
Lipovetsky,
Gilles: La era del vacío
Ed.
Anagrama. Barcelona 2,002
Yescas,
Oscar: Regreso a una nueva normalidad?
Yescas,
Oscar: ¿Sabe usted qué es el neoliberalismo?
Yescas,
Oscar: El Covid-19, desiguaaldad y cambio social
Las
muertes de la tristeza: las cifras del suicidio en México
Gracias Oscar por compartir esta producción intelectual muy interesante por su contenido responsablemente elaborado y porque conmueve al identificarse con el análisis reflexivo y sensible que plasmas aquí también. Sin más que agregar, solo me resta dejar escrito el reconocimiento a tu dedicación laboriosa y humanista. Agradecida y celebrando haberte conocido en otro escenario de red social (grupos Memes de Filosofía), te saludo fraternalmente extendiéndolo a tus afectos familiares y demás entorno afectivo, desde Argentina!!!
ResponderEliminar