Mi
encuentro con Hammer
Oscar
Yescas Domínguez
19/08/18
Paseando
por las calles de Mackinac city al norte de Michigan, Estados unidos,
encontré otra vez a este camarada canino haciendo guardia afuera de
una tienda de mascotas. La primera vez que nos cruzamos me llamó la
atención el pañuelo verde atado alrededor de su cuello y el
sombrero sobre su cabeza (no es común encontrar un perro con este
tipo de atuendo, en Estados Unidos uno encuentra en las calles a cada
personaje que no puede uno evitar mirarlo más de una vez, pero este
perro se llevó la medalla de oro en ser el centro de atención de
todos los que por ahí pasaban). Por su parte, según me dijo
después, a él le llamó la atención la bandana que yo usaba sobre mi
cabeza con un diseño que afirmó no había visto antes, evidentemente de origen
mexicano.
Por
esos motivos cuando nos cruzamos después de recorrer nuestras
miradas por el cuerpo del otro mutuamente, hicimos contacto visual y
nos sonreímos mutuamente. Ese primer contacto y la aceptación
implícita en su mirada, me motivó a acercarme a él y entablar una
conversación.
Después
de saludarnos de manera efusiva (él levantando su pata delantera
derecha y yo chocando en ella el puño de mi mano derecha) porque
olió en mi cuerpo los humores de Sparky nuestra mascota canina,
empezamos una charla informal en la que intercambiamos impresiones
sobre la situación internacional, especialmente en Estados Unidos y
México.
Le
pregunté porqué usaba el pañuelo verde enredado en su cuello y al
hacerlo me miró sorprendido preguntándome si sabía el significado
del mismo, yo le respondí que el pañuelo verde simbolizaba la lucha
por el aborto libre y que surgió en las manifestaciones de miles de
mujeres en Argentina, el cual fue elegido porque representa la vida y
el aborto es un derecho humano que no se debe negar. La lucha pr el
aborto libre busca salvar miles de vidas de mujeres que hoy en día
abortan en condiciones de clandestinidad poniendo en riesgo sus vidas
y por ello mueren miles de ellas en Latinoamérica.
Después
de mi respuesta sus ojos se abrieron más y su mirada dejó de ser la
mirada de un can y se transformó en la mirada de un ser inteligente,
su rostro cambió y me pareció ver una sonrisa que dejaba entrever
su dentadura y colmillos. Fue en ese momento que me dijo que porqué
preguntaba algo si ya sabía la respuesta, con algo de pena, le dije
que era sólo para confirmar si esa era la razón por la que lo usaba
y que en ese momento ya tenía mi respuesta, pero me surgía otra:
porqué un perro apoya la lucha por el derecho al aborto? Me miró
otra vez como pensando tú ya sabes la respuesta, emitiendo un largo
suspiro me respondió: todo ser humano debe defender la vida de otro
ser humano, sin importar la raza, nacionalidad, sexo, edad, condición
económica u orientación sexual. Porque existe algo que se llama
derecho a la vida y cualquier ser viviente sin importar la especie a
la que pertenezca, puede y debe manifestar su derecho a la vida y
respetar este derecho de los demás seres vivientes.
A
esas alturas yo ya había dejado de verlo como un perro común y al
respeto que me inspira toda persona se sumaba la admiración por su
forma de pensar, sumamente liberal y progresista y en verdad
sorprendente porque ¡era un perro con el que estaba hablando!
Continuamos
conversando de varios tópicos que considerábamos cada quien
problemas sociales relevantes en este momento histórico que nos tocó
vivir y llegamos a un punto en la conversación que encontramos
varias convergencias en nuestras opiniones, como por ejemplo la
necesidad de apoyar la lucha feminista porque ambos pensamos que
representa el primer paso en la lucha por la liberación social. Nos
quedó claro a ambos que no puede haber liberación social sin
liberación femenina, porque la lucha feminista permite lograr la
liberación individual y social de hombres y mujeres en el sentido de
que no puede construirse una sociedad democrática sin practicar la
democracia en el entorno de lo privado, es decir en nuestros hogares
en las relaciones entre hombres y mujeres.
Aterrizando un poco en los temas que estábamos compartiendo, le platiqué la situación actual que prevalece en México donde la violencia hacia las mujeres alcanza niveles de escándalo por las violaciones, desapariciones y asesinato de mujeres y indignante pasividad, indiferencia y complicidad de las autoridades mexicanas para detener este tipo de violencia, lo cual ha generado irritación, descontento y rabia entre la población mexicana, especialmente en las mujeres.
Con ciertas dificultades de comunicación por manejar lenguajes diferentes, le narré los recientes sucesos en los que contingentes de mujeres protestaron por la falta de respuesta de las autoridades, quienes impulsadas por el descontento rompieron cristales en edificios de la policía capitalina exigiendo su actuación para detener este tipo de violencia y evitar que más mujeres sean asesinadas.
En este punto me interrumpió para decirme que en verdad se requería valor para hacer este tipo de actos, es decir, presentarse en un edificio policíaco con agentes fuertemente armados, protestar frente a ellos y al no encontrar respuesta proceder a expresar su indignación rompiendo los cristales y haciendo pintas en ese edificio.
En
términos caninos me dijo que se requerían muchos huevos para actuar
así ya que estas acciones evidentemente enfrentan repercusiones y
siendo mujeres las protagonistas esto denotaba un alto grado de
desesperación, pero sobre todo de gran valentía.
Pero lo que más llamó la atención de mi amigo canino fue cuando le conté de la reacción de varias personas (tanto hombres y mujeres, o eran onvres, no recuerdo) que se indignaban más por los cristales rotos que por el asesinato de miles de mujeres al año y condenaban enérgicamente la violencia ejercida por las mujeres al romper cristales y hacer pintas, exigiendo que las autoridades procedieran a detener a las participantes en estas acciones.
Su comentario me pareció lo más congruente que he escuchado sobre estos acontecimientos: ¿Qué clase de país es México en el que el romper cristales de edificios públicos por parte de una multitud que está exigiendo alto a los asesinatos de mujeres genera más indignación que los propios asesinatos que están denunciando?
Hay mucho trabajo por hacer concluyó mi amigo canino (cuyo nombre es Hammer por cierto), tanto en México como en el resto del mundo, porque este problema de violencia hacia las mujeres no es exclusivo de México, se presenta en todo el mundo. Es necesario seguir organizando mas acciones colectivas para obligar a las autoridades a disminuir la violencia hacia las mujeres, sólo la movilización de la ciudadanía obligará a las autoridades a cumplir con su responsabilidad de brindar seguridad pública a la población civil y otra demanda por la que hay que seguir luchando afirmó, es la aprobación del aborto como derecho de las mujeres.
Ya
habían pasado varios minutos desde que iniciamos nuestra
conversación y llegué a pensar que esta distrayendo a este camarada
canino de su función de vigilar la tienda de mascotas y para no
crearle problemas hice el ademán de despedirme, el cual entendió pero siguió hablando diciendo:
“En
nuestra sociedad existe una sociopatología que se refleja en el
hecho de que provoca mas indignación y enojo el rompimiento de
cristales y pintas en monumentos históricos que el asesinato diario
de diez mujeres, de miles de mujeres al año. Es decir, se valoran
más los objetos que la vida humana, sobre todo si las muertas son
mujeres. Triste, patético e indignante contexto social que genera
una rabia que en momentos se vuelve incontrolable y si para hacerse
oír es necesario romper cristales, ten la seguridad que volverán a
hacerlo hasta que esté en el centro de la discusión cómo salvar la
vida de las mujeres”
Finalmente, Hammer se despidió enviando un cálido saludo a las feministas latinoamericanas expresando su solidaridad con las mismas concluyendo: la lucha por construir una sociedad justa, libre, democrática e igualitaria no continúa, la lucha en realidad es continua y debe formar parte de nuestra vida cotidiana.
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