follow me

domingo, 25 de agosto de 2019



La revolución del siglo XXI tiene rostro de mujer
Oscar Yescas Domínguez
25/agosto/2,019
“Los tiempos están cambiando”
La ignorancia colectiva en la era de la información
El construccionismo social contemporáneo
La sociedad red
Un nuevo paradigma social
La lección mexicana de democracia
La revuelta feminista en México
La revolución del siglo XXI tiene rostro de mujer


“Los tiempos están cambiando”
Si algo debemos tener presente en estos días es que nos tocó vivir un momento histórico caracterizado por constantes transformaciones sociales en el cual los cambios sociales se suceden uno encima del otro, sin previo aviso. La cauda de cambios sociales iniciada en la década de los sesentas y continuada en forma intensa en las décadas posteriores, nos proporcionó una serie de derechos humanos, laborales y sexuales que fueron el resultado de varias luchas sociales y que hoy en día disfrutamos como algo “natural”, pero también debemos reconocer que hemos llegado a un punto en el que a pesar de vivir en la era de la información, somos ignorantes de muchas cosas y en este momento de la historia es de gran relevancia reconocer que una de estas lagunas en nuestro conocimiento es que desconocemos lo que está pasando actualmente con nuestra realidad social.
Vivimos tiempos de incertidumbre social acompañados de angustia y ansiedad individual, porque todo cambia tan rápidamente que no terminamos de procesar un cambio cuando ya se presentaron nuevos cambios sociales que reclaman nuestra atención.
Esta sensación de incertidumbre social me hace recordar que en la década de los setentas cayó en mis manos un libro titulado “Algo está pasando y usted no sabe que es”, este libro contenía ensayos de grandes pensadores de aquella época como Erich Fromm, Sigmund Freud, Herbert Marcuse, Wilhelm Reich, Simone de Beauvoir, que intentaban dar una explicación al surgimiento de movimientos contraculturales como el hippismo, el movimiento de liberación femenina, el movimiento de liberación homosexual, la lucha contra la guerra, el enfrentamiento entre jóvenes y adultos, la difusión masiva de música de rock, etc., movimientos que eran nuevos para todos en aquel entonces.
La lectura de ese libro y de otros más nos ayudó a comprender lo que estaba pasando en aquellos momentos, a entender muchas cosas que sentíamos los jóvenes de aquella época y sobre todo nos ayudó a definir lo que en realidad queríamos y lo que queríamos la gran mayoría era cambiar el mundo para gozar de la libertad en sus diversas expresiones: libertad en nuestra vestimenta y en el largo de nuestro cabello, libertad para escuchar nuestra propia música, libertad sexual, libertad política, libertad en el manejo de la información, libertad en la educación, libertad de expresión, en suma una libertad que podíamos definir como el derecho a tener una vida libre de todo tipo de autoritarismo ante el cual nos rebelábamos expresando nuestra rebeldía en muchas formas.
Los inevitables recuerdos de aquellas épocas y la observación de lo que está pasando en el aquí y ahora en pleno siglo XXI, me hace sentir como si estuviera en una especie de Deja Vú, por lo que en base en aquellas vivencias y en la experiencia acumulada durante varias décadas puedo decir que a las generaciones actuales les hace falta tener un libro como aquel que cayó en mis manos hace 45 años, aunque debo precisar que cuando hablo de ese libro en forma singular (la anécdota es real), en realidad me refiero a todos los libros que la juventud de aquel entonces leíamos sobre filosofía, Sociología, Economía, Psicología, Feminismo, etc.
La juventud de aquel entonces teníamos necesidad de saber que estaba pasando y leíamos con gran avidez, buscando información que nos permitiera obtener respuestas a nuestras preguntas, que pudiera despejar las inquietudes, nuestras dudas, etc. Actuábamos como investigadores naturales y lo hacíamos porque en aquel entonces teníamos algo que hoy no existe entre los jóvenes contemporáneos: el hábito de la lectura, el desarrollo de un pensamiento autónomo y sobre todo la capacidad de ejercer una crítica de la realidad social asumiendo una actitud de rebeldía ante el autoritarismo irracional imperante, pero esa actitud tenía un fundamento en las lecturas que realizábamos porque realmente deseábamos cambiar al mundo, quizá de una manera muy romántica, pero realmente honesta ya que experimentábamos un compromiso social, nos sentíamos parte integrante de nuestras comunidades ya que el individualismo no estaba tan arraigado como lo está el día de hoy.
Por eso podemos decir que no todos los cambios que se han presentado desde que Bob Dylan acuñara la frase “Los tiempos están cambiando”, han resultado del todo positivos, ya que actualmente podemos observar que una inmensa mayoría de jóvenes se encuentra inmerso en una ignorancia supina sobre lo que sucede a su alrededor, enfrentamos una decadencia de lo social, reflejada en una indiferencia hacia el dolor ajeno y se observa el predominio de una ideología individualista.


La ignorancia colectiva en la era de la información Aparte del desconocimiento de la dinámica social, buena parte de nuestra juventud cae en el “pecado” de la soberbia y creen saber todo, cuando en realidad ignoran mucho, siguen siendo esclavos del problema que genera esa actitud de dar todo por sentado, como algo “natural y normal”, creen que todo ha sido igual siempre, desconocen la historia inclusive la más reciente, menosprecian la búsqueda de información objetiva para comprender el mundo actual porque sencillamente no les interesa y sobre todo carecen de información que les permita realizar una crítica social fundamentada en argumentos científicos.
Muchos jóvenes de hoy ejercen la crítica es cierto, pero aparte de que varios confunden la crític con la simple expresión de quejas e inconformidad, cuestionan sin fundamento aquello que no coincide con su línea de pensamiento y construyen una barrera en la comunicación conocida como “escucha selectiva de la información”, es decir, solo escuchan lo que quieren escuchar, aceptan únicamente aquello que está de acuerdo con sus posturas y no muestran capacidad para el debate respetuoso.
Pero creo que lo que más les hace falta a las generaciones de jóvenes de hoy es aquella confianza que teníamos la juventud de los setentas de que podíamos cambiar el mundo, aquel tipo de empoderamiento individual y social que nos permitía confiar en que podíamos “arreglar” el mundo y sabíamos que nos necesitábamos unos a otros para cambiar el mundo. De una manera prematura y empírica nos veíamos a nosotros mismos como agentes de cambio social y deseábamos cambiar el mundo de aquel entonces para construir un mundo mejor para nosotros y para las siguientes generaciones
Regresando al aquí y ahora echando una ojeada a nuestra realidad contemporánea podría decirse que no logramos nuestro objetivo de cambiar el mundo ya que el sistema nos venció de muchas formas, cuando no usó la represión física, utilizó el control ideológico para alienar nuestra existencia por lo que podría afirmarse que la lucha por lograr un cambio social se mantiene después de varias décadas, o sea que la lucha por cambiar el mundo no sólo continúa, sino que en realidad es una lucha continua y permanente.

El construccionismo social contemporáneo
La situación actual es muy diferente a la de aquel entonces, en la actualidad a muchas personas les es más fácil imaginar el fin del mundo que imaginar que podemos cambiar el mundo en que vivimos, creen que el sistema capitalista es la última forma de organización social de la humanidad.
Ignoran que la historia de la humanidad ha evolucionado gracias a la acción social, a la intervención humana y no a designios divinos. Por esta desconfianza y desconocimiento de nuestro potencial humano debemos insistir en todo momento que existe un construccionismo social a través del cual los seres humanos construimos la realidad social en la que vivimos y esta construcción social se logra a través de nuestra participación e interacción en los diferentes grupos, organizaciones y comunidades a las que pertenecemos.
La sociedad contemporánea existe gracias al funcionamiento de un sinnúmero de organizaciones que nos proporcionan productos y servicios para poder sobrevivir y estas organizaciones son conformadas por grupos formales de personas que interactúan entre sí y los grupos están conformados por individuos.
La realidad social la construimos todos, es un proceso colectivo de interacción social y si aceptamos nuestra participación en la construcción social de la realidad podemos aceptar que tenemos la capacidad de cambiar nuestra realidad y darle el rumbo que nosotros queramos. El reconocimiento de nuestra capacidad de modificar nuestra realidad debe ayudarnos a fortalecer nuestra identidad social y propiciar un empoderamiento individual y colectivo.
Reconozcamos que a lo largo de todos estos años diferentes generaciones hemos logrado transformar aquel mundo dominado por el autoritarismo en todos los ámbitos de convivencia social, a través de la conquista de varios derechos que hoy disfrutamos y que las nuevas generaciones ven como algo “natural” en sus vidas, sin pensar que otras generaciones de jóvenes dieron sus vidas para conquistarlos. Pero todavía existe la desigualdad social, económica y sexual en la sociedad contemporánea por lo que podemos estar seguros de que todavía hay mucho por qué luchar.
Es algo que deberían comprender muchas personas que hoy en día disfrutan de varios derechos sin cuestionar su origen, los derechos que hoy tenemos a votar, a la educación, a la salud, al matrimonio igualitario, al aborto, a los métodos anticonceptivos, etc. Son derechos que se conquistaron gracias a grandes movilizaciones, a luchas sociales de varias colectividades y sobre todo gracias a la participación social.
Esa fue nuestra forma de cambiar el mundo y la lección más importante que debemos destacar es que podemos seguirlo cambiando para darle el rumbo que deseemos teniendo presente que los grandes cambios en la historia de la humanidad se lograron a través de movilizaciones colectivas, a movimientos colectivos que desarrollaron una participación social, donde las personas dejaron atrás su esfera de confort para salir a las calles dar una lucha social.
Necesitamos tener presente en todo momento que la historia de la humanidad no se refiere sólo a hechos del pasado, sino que incluye los hechos que se presentan en nuestra vida cotidiana. La historia de la humanidad la escribimos todos los días al participar en los diversos grupos sociales a los que pertenecemos, al interactuar con las diversas organizaciones que conforman la sociedad contemporánea y al incluirnos de manera activa en las comunidades a las que pertenecemos. Esto es lo que se conoce como “construccionismo social” y es el lema que utilizó con mucho éxito Morena en México para incentivar la participación social en las pasadas elecciones presidenciales en México con el lema “Juntos haremos la historia”.

La sociedad red
Una de las grandes ventajas que tenemos hoy en día para continuar con la transformación de nuestra realidad social es que vivimos un momento en el que nuestra sociedad está conectada por una red, vivimos en la “sociedad red” tal y como nos lo describe el sociólogo español Manuel Castells quien nos ha dado grandes elementos para comprender el papel que juegan estas “redes de indignación y esperanza” en nuestra sociedad contemporánea y sobre todo en el papel que han jugado para impulsar grandes cambios sociales.
En este nuevo mundo que vivimos vemos que la información juega un papel importante ya que la revolución tecnológica ha permitido su circulación libre y sin censura alguna y los efectos de esta revolución tecnológica son visibles en todas partes. Algo que la juventud de los setentas anhelaba y veía como una condición necesaria para la liberación social el acceso libre y gratuito a la información.
Esta tremenda facilidad que nos proporcionan las redes sociales para comunicarnos ha sido un factor clave en la generación de los cambios sociales del siglo XXI, tan sólo recordemos el momento en el que el Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador fue informado de su triunfo arrollador en las elecciones presidenciales del 2,018 y se refirió al papel que jugaron las redes sociales en su campaña presidencial con las palabras: “benditas redes sociales”.
Las redes sociales nos permiten comunicarnos en forma masiva e instantánea, e internet nos proporciona acceso libre a todo tipo de información. Estos recursos tecnológicos deberían ser utilizados de una mejor forma de lo que se hace actualmente ya que lamentablemente se confirma la advertencia que nos dio alguna vez Umberto Eco cuando nos advirtió: “internet ha dado voz a una legión de idiotas” lo cual podemos comprobar cuando vemos el uso superficial, la falta de argumentos y el uso de descalificativos en las discusiones que tienen lugar en redes sociales.
Debemos tener la humildad de reconocer nuestra ignorancia sobre algunos temas de gran relevancia social y no hablar con ligereza sobre algunos de ellos, como se está haciendo en estos días con el tema del feminismo en México que es abordado con gran ligereza por varias personas sin tener una idea de lo que significa el término o la historia de este movimiento.
Debemos tener presente que la situación actual de nuestra realidad social nos genera una incertidumbre sobre el terreno que estamos pisando, un terreno sinuoso bien definido por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman como la sociedad de los tiempos líquidos, haciendo referencia a que nuestras convicciones, creencias,  instituciones, etc., muestran una gran fragilidad, pierden firmeza y se diluyen con facilidad. Por ello es necesario acudir a lecturas científicas que nos proporcionen elementos objetivos para comprender nuestra realidad contemporánea y evitar estar ante “algo que está pasando y no saber que es”. Es decir, si queremos saber que está pasando con nuestras vidas personales y el comportamiento social, necesitamos leer, estudiar para usar la teoría y estar en condiciones de comprender la práctica social, de tal forma que terminemos con la separación que existe entre el conocimiento científico y su aplicación en el desarrollo de nuestra vida cotidiana.
Hoy en día ser ignorante es resultado de una decisión porque todos tenemos las herramientas adecuadas para autoeducarnos, informarnos a través del uso adecuado de internet que nos da acceso a cualquier tipo de información y las redes sociales nos permiten estar informados y conectados con miles de personas al instante. Pero sucedió todo lo contrario a lo que esperábamos lograr en los setentas cuando luchábamos por democratizar el acceso a la información. Tenemos acceso a una gran cantidad de información, tanta información que lamentablemente, la mayor parte de ella es “información chatarra” o "falsas noticias" (fake news), que nos llega como si fuera un Tsunami y no nos permite procesarla porque no terminamos de analizar la información de un evento en forma adecuada cuando nos llega más información y dejamos atrás el evento anterior. Lo que necesitamos hacer es construir una actitud similar a la del investigador científico que analiza su realidad social con una alerta epistemológica que implica estar atento a los problemas sociales que se presentan en nuestras comunidades y elegir en forma adecuada nuestras fuentes de información.

Un nuevo paradigma
Al analizar la realidad social debemos tomar como punto de partida la consideración de que nuestra sociedad contemporánea está ubicada en la era del posmodernismo, lo que quiere decir que la sociedad moderna tal y como la conocíamos está desapareciendo en el sentido de que las instituciones base de nuestro sistema social dejan de funcionar como lo estaban haciendo y entran en un estado de “liquidez” en el sentido que nos plantea Zygmunt Bauman, es decir, nuestras instituciones se disuelven, pierden su fortaleza, dejan de funcionar y están destinadas a desaparecer.
En esa misma línea de pensamiento el también sociólogo francés Alan Touraine afirma que ante la transformación de nuestra sociedad y la inminente desaparición de nuestras instituciones tenemos necesidad de crear un nuevo paradigma para comprender el mundo actual, es decir, debemos crear una nueva forma de entender nuestra realidad social, porque los paradigmas políticos y económicos utilizados en el pasado ya no nos ayudan a comprender lo que estamos viviendo en este mundo en constante transformación. La realidad ha cambiado y no podemos seguir intentando imponer paradigmas que funcionaron en el pasado pero que hoy no funcionan. Un paradigma es una concepción de la realidad social, es una representación social colectiva, es decir, es construida socialmente. Es una forma determinada de comprender el mundo que nos rodea utilizando nociones, conceptos, modelos y teorías.
Este “estado de transición” hacia un rumbo que desconocemos genera una incertidumbre social ya que no sabemos qué es lo que está pasando, por lo que nos encontramos en un estado de confusión similar a la incertidumbre social que prevaleció hace más de doscientos años durante el surgimiento del Estado moderno, cuando en su momento desplazó a la monarquía como sistema de gobierno creando un ambiente de incertidumbre colectiva porque las referencias constantes a Dios y la expresión de ideas religiosas que antes predominaban de repente perdieron el lugar central que habían ocupado porque el nuevo gobierno y su uso perdió todo significado en el nuevo mundo laico, el nuevo Estado estaba conformado por civiles y establecieron una separación entre la Iglesia y el Estado moderno, excluyendo del discurso oficial el discurso religioso.
En este momento histórico que estamos viviendo nos encontramos ante una crisis de las estructuras económicas y políticas sin precedentes. Vivimos un resquebrajamiento de los referentes políticos, económicos, culturales e institucionales que mantuvieron una estabilidad y tuvieron un sentido social durante más de dos siglos, es decir, durante la existencia del Estado moderno.
Las ideologías religiosas y políticas perdieron credibilidad y las instituciones pilares de nuestra sociedad contemporánea, tales como dependencias de gobierno de los tres niveles,  partidos políticos,  universidades, sindicatos, Hospitales, las Iglesias, Cuerpos de seguridad pública, Centros de readaptación social, la familia, etc., se encuentran inmersos en una profunda crisis de credibilidad social, una crisis que se manifiesta con toda claridad en la relación dirigente-dirigido, es decir, estamos una crisis de liderazgo institucional nunca antes vista.
Todo lo anterior nos coloca ante un verdadero parteaguas civilizatorio, ante el cual no podemos permanecer inactivos o indiferentes ya que es un momento de la historia contemporánea en el cual se están presentando cambios de gran relevancia social que determinarán el futuro de la humanidad por lo que no hay lugar para la indiferencia, la neutralidad o la ambigüedad.
Por eso es importante comprender que ante la incertidumbre generada por los tiempos de cambios que estamos viviendo, es natural experimentar cierta ansiedad y angustia porque estamos perdiendo los marcos de referencia habituales que antes funcionaban para describir y comprender nuestra realidad, una realidad que hoy presenta un rostro diferente cada día y por ello debemos trabajar en forma colectiva no sólo en una descripción de la misma, sino también en el rumbo que está tomando esta nueva realidad para construir un mundo mejor y la manera de hacerlo es a través de la creación de un nuevo paradigma.
Hoy nos encontramos en un momento de cambios en la historia de la humanidad en el cual es necesario cambiar nuestra mirada sobre nosotros mismos, sobre nuestro entorno y sobre nuestra propia historia. Por eso requerimos de la construcción de un nuevo paradigma sobre la representación de nuestra vida cotidiana, tanto en nuestra vida colectiva como en nuestra vida personal.

La lección de mexicana de democracia
Durante más de 80 años México padeció una “dictadura perfecta” a manos del Partido Revolucionario Institucional y del Partido Acción Nacional cuyos representantes gobernaron durante un período de tiempo que se caracterizó por un autoritarismo de corte vertical, centrado en la figura presidencial, basado en una enorme corrupción y causante del empobrecimiento de la población al mismo tiempo del enriquecimiento ilícito de políticos y gobernantes que desviaron fondos públicos para su beneficio personal.
La desigualdad social creció enormemente durante el Prianismo y el sufrimiento de la población aumentó en los últimos 30 años por la implementación de políticas neoliberales que adelgazaron al Estado, por la desincorporación de instituciones gubernamentales y la privatización creciente de servicios que antes eran públicos.
Todo esto cambió en el 2,018 cuando en las elecciones presidenciales llegó al poder Andrés Manuel López Obrador encabezando al Movimiento de Renovación Nacional (Morena) un movimiento que obtuvo registro como partido político y participó por primera vez en unas elecciones presidenciales y logró obtener un Tsunami de votos a su favor que le arrebató el poder político al Pri y al Pan logrando un triunfo arrollador en todo el territorio mexicano.
Con estos resultados México se convirtió en el centro de la atención mundial ya que políticos y población de todo el mundo voltearon su mirada a nuestro país preguntándose cómo había hecho el pueblo mexicano para conquistar la democracia después de décadas de una dictadura por todos conocida.
El lema de campaña de Morena fue “Juntos haremos historia” el cual funcionó perfectamente al motivar una participación electoral nunca antes registrada en la historia de México. Junto a este lema incluyó la propuesta de votar “cinco de cinco” que funcionó a la perfección porque mas de 30 millones de mexicanos votaron por los candidatos de Morena
Con estos resultados la esperanza llegó al poder en México y la masiva participación del pueblo mexicano en las elecciones presidenciales se convirtió en un ejemplo a seguir a nivel internacional ya que se llegó a pensar que la democracia estaba en agonía en el mundo entero.
El cambio del poder político en México fue una lección para el mundo entero ya que sucedió en un momento histórico en el cual se pensaba que la democracia estaba en agonía debido al ascenso creciente de la derecha en varios países que procedieron a la implementación de políticas neoliberales que implicaban la privatización de servicios públicos, el adelgazamiento del Estado y la imposición de una dictadura del Mercado en perjuicio de las grandes mayorías.
La comunidad internacional vio los resultados de las elecciones presidenciales en México como un modelo a seguir ya que representó el regreso de una democracia que estaba en crisis, significó un cambio político y social obtenido por la vía pacífica a través de una masiva participación social que logró derrotar a poderosas fuerzas financieras que apostaron a cometer un fraude de escala descomunal, pero la enorme cantidad de votos emitidos a favor de Morena impidió que lograra consumarse de nuevo un fraude electoral en las elecciones mexicanas.
Las instituciones electorales mexicanas corroídas por la corrupción nada pudieron hacer para evitar que Morena arrebatara el poder político y gubernamental a los representantes de una era de corrupción e impunidad.
Las causas de la masiva participación en la jornada presidencial son ya conocidas: por un lado podemos mencionar la existencia de una inmensa insatisfacción social, un hartazgo generalizado, una pobreza en crecimiento, la desviación descarada de fondos públicos para enriquecer a políticos y gobernantes, el predominio de la corrupción en todas las instituciones gubernamentales y por otro lado, una alternativa política nueva que representaba una opción distinta a la del poder y contraria a los intereses de políticos y gobernantes encabezada por Andrés Manuel López Obrador a quien le robaron el triunfo en elecciones presidenciales en 2,006 y en 2,012.
Con la derrota del Pri y del Pan y el consecuente triunfo de Morena, México se convirtió en el centro de la atención internacional debido al ejercicio ejemplar de democracia por la vía pacífica que logró arrojar al basurero de la historia a las fuerzas que habían instaurado la “dictadura perfecta” basada en la corrupción y entrega de los recursos naturales del país al sector privado nacional y extranjero. Las elecciones presidenciales del año pasado demostraron al mundo entero que la democracia no había muerto y que es factible ejercerla a través de la participación social colectiva y organizada.
Esa fue la lección mexicana al mundo entero, cuando la población civil perdió el miedo, superó la indiferencia social, el pueblo mexicano actuó en forma masiva y organizada para ejercer su voto garantizar el triunfo de Morena. Con la enorme participación social el fantasma del fraude y las amenazas de violencia social se disiparon y el pueblo mexicano barrió con el Prian apoyando a una nueva fuerza política denominada Movimiento de Renovación Nacional (Morena).
La atención internacional siguió de cerca estos acontecimientos y a la gran participación social se sumó el relevante papel jugado por las redes sociales que posibilitaron acciones colectivas debido a la comunicación masiva e instantánea que posibilitó su uso. La enorme importancia histórica del cambio social en México después de las elecciones radica en el hecho de que es posible hablar de un “antes” y un “después” del triunfo de Morena en la mayor parte del territorio nacional.
Este cambio electoral que permitió el arribo de un nuevo gobierno es lo que llamó la atención de la comunidad internacional que se preguntaba: ¿Cómo hicieron los mexicanos para lograr un cambio social por la vía pacífica? La respuesta obvia es: ejerciendo la democracia a través de la masiva participación social del pueblo mexicano que se unió en torno a un objetivo común: echar fuera al Pri y al Pan del control político del país y del gobierno mexicano. Estos resultados electorales demostraron al mundo entero que la utopía de la democracia seguía con vida y podía materializarse en pleno siglo XXI por lo que se concretaba la esperanza de construir un mundo diferente con verdadero rostro humano, por lo que el ejemplo del pueblo mexicano reactivó la lucha de otros pueblos.

La revuelta feminista en México
Hoy en día un año después de las elecciones presidenciales, la población mexicana se coloca nuevamente a la vanguardia en la dinámica internacional acerca de como construir un mundo nuevo, pero en esta ocasión las protagonistas de la acción son mujeres, hombres no están incluidos por el momento y no todas las mujeres están participando precisamente. Son varios grupos de mujeres que se manifestaron protestando en varias ciudades del país por el alto grado de violencia hacia el género femenino que existe en México, un país que según las estadísticas oficiales ocupa los primeros lugares en casos de feminicidio, violaciones y abusos sexuales hacia las mujeres en Latinoamérica. Son mujeres que decidieron romper el silencio, tomar las calles para gritar su coraje, exigir justicia y castigo a los responsables de agresiones sexuales y demandar alto al asesinato de mujeres en México.
Con estas acciones expresaron su determinación a ya no seguir callando ante la violencia de que son objeto, a ya no aceptar formar parte de las cifras de feminicidio en este país, con estas manifestaciones de protesta rompieron un silencio que cobijaba en la impunidad la violencia hacia las mujeres, traducida en un número infinito de violaciones, secuestros, asesinatos, mutilaciones y todo tipo de horrores inimaginables, en la mayoría de los casos los culpables de estos delitos ya sea porque las mujeres no denuncian la agresión, porque la policía no investiga y no hay detenidos o porque cuando son detenidos reciben penas muy bajas y logran salir en libertad.
Como sucede en la mayoría de movimientos colectivos de protesta, un caso singular fue el detonante para que miles de mujeres en todo el país salieran a las calles a expresar su indignación, coraje, impotencia y frustración, ante la inseguridad que padecen al poner diariamente en riesgo sus vidas tanto en lugares públicos como en lugares privados. La gota que derramó el vaso fue la impunidad que recibió el caso de la violación de una joven por parte de cuatro policías de la ciudad de México a bordo de una patrulla y su inminente liberación desató una oleada de indignación, que se canalizó a través de las redes sociales logrando concentrar a cientos de mujeres protestando y exigiendo justicia fuera del edificio de la policía en la ciudad de México.

Al no ver respuesta inmediata de las autoridades, la indignación pasó a la acción y los cristales de puertas y ventanas del edificio que alberga policías de la ciudad de México fueron rotos, las paredes pintadas y parte del mobiliario fue destrozado. Las protestas se extendieron más allá del recinto policíaco el Ángel de la independencia fue pintarrajeado, algunos comercios cercanos, y una estación del metro capitalino sufrieron daños por parte de las manifestantes.

Esta protesta generó gran indignación en redes sociales, pero para sorpresa de unas y otros, el motivo de la protesta: el feminicidio existente en todo el país, la violencia hacia las mujeres, el asesinato de una mujer cada dos horas y media en territorio mexicano, diez mujeres muertas por día asesinadas por hombres, todos estos indignantes crímenes pasaron a un segundo término y las participantes en “los actos de violencia” de la marcha de protesta feminista recibieron una condena en redes sociales por parte de personas (hombres en su mayoría) que exigían castigo para las manifestantes por la violencia que exhibieron durante las manifestaciones. Bajo el argumento de que “esas no son las formas de manifestarse”.
Junto a ello, las declaraciones de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México expresando su intención de iniciar proceso de averiguación previa para detener a las mujeres que participaron en el rompimiento de cristales y en el destrozo de inmobiliario del recinto policiaco contribuyeron a elevar la indignación de las mujeres mexicanas.
Sin embargo, todos estos eventos contribuyeron a abrir en redes sociales el debate sobre la situación de las mujeres en México, sobre el problema del feminicidio, sobre la violencia hacia las mujeres. Como en redes sociales todo mundo puede opinar, las manifestaciones a favor de la represión a las mujeres que protestaron recibieron respuesta de otras personas que no habían participado en las marchas pero apoyaban las demandas de las manifestantes feministas.
Las agresiones hacia quienes se manifestaron demostraron que el dolor ajeno no forma parte de las vidas de una gran mayoría de personas, exhibieron la falta de empatía social en algunos sectores de la población, la ausencia de solidaridad se evidenció en quienes se indignaron más por los cristales rotos y monumentos pintarrajeados que por la violación, tortura y el asesinato de cientos de mujeres en nuestro país.
La vigencia de una cultura de consumo en la cual importa más la imagen que el dolor ajeno, ha sido el contexto de las agresiones hacia la mujer, una cultura patriarcal donde la mujer ha sido reducida a la condición de objeto sexual al servicio del hombre, un objeto que una vez usado es desechable para cientos de hombres. Una cultura con una ideología machista que “ve como algo natural el acoso sexual a mujeres en las calles ante la indiferencia de miles de hombres que prefieren voltear hacia otro lado cuando ven las agresiones hacia mujeres que no forman parte de su círculo familiar, sin siquiera pensar que las mujeres que integran ese círculo cercano podrían estar siendo víctimas de esta violencia hacia las mujeres en el mismo momento que fingen no ver las diferentes manifestaciones de violencia hacia la mujer.
La agresión hacia quienes luchan por un derecho a ser respetadas provino de una gran mayoría de personas en redes sociales. Mientras que una minoría se sintió agredida por estas exigencias de castigo hacia las manifestantes, afortunadamente esta minoría va creciendo en la medida que se visibiliza el problema que antes estaba oculto, en la medida de que deja de percibirse como “algo normal” el que un hombre agreda a una mujer.
La fuerte declaración de Umberto Eco acerca de que internet da voz a legiones de idiotas se confirmó de manera clara en este problema. Miles de personas tomaron su teléfono celular y expresaron su opinión de condena a todo tipo de protesta de las mujeres condenando al feminismo como un “cáncer de nuestra sociedad” que debía ser extirpado. Hablaron como expertos en temas feministas exhibiendo su ignorancia sobre este tema sin recato alguno, mostraron el macho oculto que llevaban dentro, exigiendo una vuelta a la “normalidad” castigando a las mujeres que se atrevan a protestar nuevamente.
Esa “normalidad” que recuerda la “paz social” denunciada en los setentas por Franco Basaglia en su libro Los crímenes de la paz, una paz que reposa en el ejercicio de varios crímenes sociales, la explotación laboral, la pobreza social, la desigualdad social, etc. En este caso la “normalidad y la Paz social” que reclaman los “expertos críticos” en redes sociales significa seguir tolerando y aceptando que las mujeres mexicanas sigan siendo violadas, agredidas, torturadas y asesinadas de manera impune “porque ellas se lo buscaron al vestir de esa forma, al andar solas por las calles, al salir de noche”, etc., y que los responsables de estas agresiones sigan en la absoluta impunidad.
Muchas expresaron su indignación por haber manchado monumentos históricos con pintas exigiendo justicia para las mujeres, una indignación que se levanta iracunda a pesar de la evidente ignorancia de quienes se indignan sobre la propia historia que cuenta ese monumento. El rompimiento de cristales en edificios públicos y de comercios generó una indignación que contrastó enormemente con el alto grado de indiferencia ante los asesinatos de las mujeres mexicanas.
“Esas no son formas de protestar”, “así no” se leía en redes sociales, pero las diferentes intervenciones que se expresaron en ese sentido, jamás incluyeron algo parecido a un “así sí”, es decir alguna propuesta para canalizar ese enorme descontento. Estas condenas a la violencia de las manifestantes exhibían su enorme ignorancia acerca de cómo los grandes cambios que se han presentado en la historia de la humanidad han incluido diferentes formas de violencia. Sin violencia no hay cambio social, sin violencia no se rompe el silencio que cobija la impunidad del feminicidio. Ninguna revolución en la historia de la humanidad se ha ganado regalando flores o actuando con gentileza o cualquier otro tipo de “comportamientos socialmente aceptables” .

Aquellos hombres que nos atrevimos a expresar nuestra opinión apoyando las demandas de justicia de las manifestantes feministas fuimos agredidos por dos diferentes frentes: por un lado de parte de hombres que veían como una traición que algún hombre exigiera castigo a asesinos y violadores de mujeres y por el otro lado, de parte de mujeres que se autodenominaban feministas afirmando que ningún hombre debe apoyar las demandas feministas porque no son mujeres y por eso no entienden las luchas feministas. Mujeres rechazando la participación de hombres en la lucha "feminista", manteniendo una concepción reduccionista y literal del movimiento feminista, acusando al hombre por ser hombre.
Aún a pesar de estas reacciones, el logro principal de las marchas de protesta de grupos feministas es que se logró romper el silencio sobre la violencia hacia las mujeres y se puso en el tapete de la discusión pública un gran problema social que se mantenía oculto en la invisibilidad pública: el feminicidio en México. Con estas acciones entramos en una nueva etapa en México ya que vivimos un momento histórico de gran relevancia en el que se ha roto el silencio que garantizaba la impunidad y obediencia a la violencia contra las mujeres. Por esta situación se puede afirmar que hay un "antes y un después" en la historia de México.

La revolución del siglo XXI tiene rostro de mujer
En la década de los sesentas surgieron grandes movimientos sociales que evolucionaron y lograron conquistar varios derechos que hoy disfrutamos. Sin embargo con el paso del tiempo aquellos movimientos sociales se agotaron posteriormente al ser absorbidos por la sociedad de consumo que los mercantilizó. Las conquistas sociales del movimiento obrero que lograron crear sistemas de protección social dentro del contexto del Estado benefactor, se encuentran hoy en día en franca desaparición afectando la salud, educación, estabilidad laboral y bienestar social DE HOMBRES Y MUJERES.
Las pocas organizaciones obreras independientes se ven en la necesidad de implementar estrategias de defensa y retroceso para mantener una cobertura aceptable en la atención a la salud, en el pago de pensiones y jubilaciones, etc.
Las instituciones y organizaciones diversas que conforman la base de nuestra sociedad dejan de cumplir su función y tanto hombres como mujeres quedan desprotegidos en diversas formas ante el avance del poder corporativo que toma el control mundial por encima de los gobiernos de cada país, que se ven obligados a ceder concesiones para seguir formando parte “del sistema financiero internacional” y diseñan políticas que abandonan el enfoque social de apoyo a las minorías desprotegidas y priorizan los beneficios de las grandes corporaciones privadas.
La idea de que estamos progresando pierde sentido y credibilidad ante los hechos que enfrentamos en nuestra vida cotidiana de pérdida de nuestra capacidad adquisitiva y aumento de las utilidades de las grandes empresas. La dinámica social en las ciudades entra en un proceso de descomposición al igual que las zonas rurales y la violencia viene a formar parte de nuestras vidas. La crisis social sin precedentes que vivimos hoy en día ha generado un caos en el cual están presentes la violencia, la dominación de los mercados, el debilitamiento del Estado benefactor, la crisis de las instituciones, etc.
Todo lo anterior nos dice Alan Touraine conforma la descomposición de lo social, la desaparición de nuestra sociedad, los cambios que provienen desde arriba en el contexto de la globalización tienden a perjudicar a las mayorías, por lo que es necesario invertir la dinámica social para impulsar cambios desde abajo, desde las comunidades, desde los grupos sociales que forman parte de nuestras comunidades.
Se requiere continuar con la lucha por un cambio social para realmente construir una sociedad democrática, igualitaria y justa. El triunfo de Morena en México representó un gran cambio social en la vida política y cotidiana de millones de mexicanos en la medida de que fue sin duda alguna un parteaguas histórico, el fin de una era de autoritarismo, corrupción e impunidad y grandes sectores de la población anteriormente desprotegidos, reciben hoy apoyos del nuevo gobierno.
Pero a pesar de lo anterior y de la gran participación social que se dio en su momento, no se puede afirmar que el cambio de poder político en México sea en sí mismo una revolución social. Sobre todo cuando la vida cotidiana nos recuerda que siguen en la agenda de discusión temas pendientes que requieren solución a través de la participación social de hombres y mujeres sin distinción o exclusión alguna.
Ya no es posible buscar en el nivel político una explicación a lo que está sucediendo en nuestra realidad social, necesitamos una revolución cultural. Los cambios geopolíticos generados en la sociedad contemporánea han generado una descomposición de los paradigmas políticos y económicos utilizados para analizar la realidad social.
La destrucción de los social implica la desincorporación, el desprendimiento del individuo contemporáneo de los grupos sociales y comunidades a las que pertenece. Esto impide generar una participación social, sobre todo porque la demanda de reformas estructurales se ve como algo externo al individuo, como algo ajeno al mismo.
Se requiere la construcción de un nuevo paradigma que contribuya a generar la participación social y este incremento puede lograrse si se apela directamente a la violación de derechos humanos de los individuos. En ese sentido los nuevos actores sociales pueden identificarse con mayor facilidad en un redescubrimiento de sí mismos en la defensa de su libertad personal y la restauración de sus derechos violados, sean estos, derechos humanos, laborales o sexuales.
El sujeto social contemporáneo puede lograr su afirmación individual y su reincorporación a lo social al luchar contra todas las formas de la vida social que tienden a destruirle. Uno de estos grandes temas lo es sin duda alguna la desigualdad social que padecen millones de mexicanos por la implementación de políticas de corte neoliberal que realizó el Prian en perjuicio de millones de mexicanos.
Pero la revuelta feminista en México nos pone enfrente de nosotros la necesidad de discutir como resolver otro tipo de problema que también requiere urgente atención: la desigualdad de género, las enormes diferencias sociales económicas, políticas, sexuales y sociales que existen entre los hombres y las mujeres, pero sobre todo, nos obliga a discutir de manera urgente como terminar con el feminicidio y la violencia hacia las mujeres.
Esta situación nos coloca en un momento de la historia en el cual necesitamos construir un paradigma de corte incluyente, que contemple la perspectiva feminista, que considere las demandas de colectivos de grupos feministas que exigen la intervención del Estado para que termine la violencia de que son objeto y que las instituciones de seguridad pública así como el poder judicial realicen su trabajo para terminar con la impunidad de la cual gozan actualmente violadores y asesinos de mujeres y que se den garantías de seguridad a todas las mujeres mexicanas.
Esta exigencia de seguridad pública y respeto a las mujeres representa la necesidad de implementar un cambio en la cultura predominante en nuestro país, ya que para lograr construir una real equidad de género necesitamos una nueva forma de vernos a nosotros mismos, un nuevo enfoque de relaciones interpersonales. El nuevo paradigma social implica la construcción de nuevas imágenes de lo que significa ser hombre y lo que significa ser mujer, implica un proceso de deconstrucción masculina en el cual reconozcamos los privilegios que tenemos por el simple hecho de ser hombres y estemos dispuestos a renunciar a los mismos.
Los hombres debemos ver en la lucha feminista la oportunidad de despojarnos de roles sexuales estereotipados que nos hacen reproducir comportamientos que generan desigualdad de género, pero principalmente nos impiden ver la "violencia" utilizada por las las mujeres en sus manifestaciones como una expresión del hartazgo y temor de ser asesinadas o violadas dentro de la "normalidad" patriarcal.
Ya no es posible seguir manteniendo un silencio acerca de la violencia que sufren nuestras mujeres a manos de ciertos “omvres”, ya no es posible ocultar el infierno en el que se ha convertido la sociedad patriarcal y machista para las mujeres ya que éste se ha exhibido en toda su magnitud.
La acción de romper cristales, gritar insultos a violadores, asesinos y autoridades incompetentes, cantar a favor del aborto y hacer pintas en monumentos y edificios, ha cumplido una función importante: llamar la atención hacia un problema que ya no debe ser ignorado.

De todos nosotros depende escuchar estos gritos de rebeldía y lucha femenina para contribuir con nuestra acción individual a la generación de cambios en las relaciones de hombres y mujeres en nuestra sociedad, o permitir que se siga con la violencia hacia las mujeres y que se haga costumbre romper el silencio con mayor violencia cada año y exponer públicamente las agresiones de las que sean objeto las mujeres. Cada hombre que se precie de serlo debe observar y escuchar a las mujeres que se encuentran a su alrededor, poner atención a la palabra de las mujeres que tienen mucho que decir acerca de como han sido violentadas en calles, escuelas, oficinas, hogares, etc., pero más importante aún, es que cada hombre descubra el macho que lleva oculto dentro de sí mismo.
Si no queremos que se sigan rompiendo cristales y haciendo pintas debemos sumar nuestra voz a las protestas feministas en demanda de justicia y seguridad pública. El testimonio experiencial de nuestras mujeres debe ser escuchado, su demanda de justicia debe ser atendida, hombres y mujeres debemos marchar juntos en la construcción de un mundo donde realmente prevalezca la justicia, la igualdad y la democracia. La lucha feminista es el preludio de una verdadera liberación social que implica también una liberación masculina del adoctrinamiento del cual es objeto en una sociedad capitalista neoliberal, de fuerte contenido patriarcal y que crea desigualdad social hacia hombres y mujeres, pero en mayor medida, desigualdad y violencia hacia las mujeres.
El cambio que necesitamos es de índole sociocultural lo que quiere decir que no será de la noche a la mañana ya que estamos hablando de un proceso de deconstrucción de actitudes, valores, autoimagen, etc., Que requirió toda una vida construirlas y hoy estamos cuestionando el mundo tal y como es, sin saber siquiera como debe ser el nuevo mundo, tenemos solo la idea, pero la razón está de nuestro lado, sigamos adelante que todavía falta mucho por deconstruir pero tengamos presente que en estos días hemos avanzado enormemente ya que los ojos del mundo entero están enfocados en México por estos eventos ya que la lucha de las mujeres en México en contra del feminicidio ha recibido expresiones de apoyo de varias partes del mundo.

La liberación femenina es una parte inevitable de la liberación de los hombres y paso previo para lograr la liberación social. Es decir, no se trata de que los hombres "ayudemos" a las mujeres, nos estamos ayudando mutuamente en la medida de que los hombres reconozcamos el macho que llevamos dentro, que identifiquemos aquellos micromachismos en nuestra conducta cotidiana antes de que se expresen en actos machistas y en violencia en contra las mujeres.
La lucha por el cambio social no continúa después del triunfo de Morena en México. En realidad la lucha por construir un mundo mejor al actual es una lucha continua ya que forma parte de un proyecto de lucha a largo plazo y parte de nuestro compromiso es superar aquellos falsos antagonismos, como el pensar que los hombres estamos en contra de las mujeres, o que las mujeres están en contra de los hombres. Participar activamente apoyando esta rebelión femenina es una cuestión de principios, de congruencia, de valor civil, de solidaridad y por qué no decirlo: de orgullo y satisfacción de asumir conscientemente el rol de agentes de cambio social para cambiar nuestra realidad.

Castell, Manuel: La sociedad red

Castells, Manuel: Redes de indignación y esperanza

Touraine, Alan: Un nuevo paradigma para comprender al mundo de hoy

Yescas, Oscar: Notas para comprender la sexualidad humana
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/08/notas-para-comprender-la-sexualidad.html

Yescas, Oscar: En defensa de las mujeres
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/08/endefensa-de-las-mujeres-oscaryescas.html

Yescas, Oscar: La educación en sexualidad humana como contribución al cambio social
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/06/la-educacion-en-sexualidad-humana-como.html

Yescas, Oscar: Liberación femenina o liberación social
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/03/liberacionfemenina-o-liberacion-social.html

Yescas, Oscar: El agente de cambio social
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/01/el-agente-de-cambio-social-oscar-yescas.html

Yescas, Oscar:La construcción social de la equidad de género
https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/10/la-construccion-social-dela-equidad-de.html

Yescas, Oscar: Notas sobre la condición femenina
https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/10/notas-sobre-la-condicionfemenina-desde.html

Yescas, Oscar Democracia y educación sexual
https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/10/democracia-yeducacion-sexual-oscar.html

Yescas, Oscar: La revolución sexual de la pornografía
https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/09/la-revolucion-sexual-dela-pornografia.html

Yescas, Oscar: La prostitución: ¿mal necesario?
https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/09/la-prostitucion-mal-necesario.html
Videos



1 comentario:

coloca tu nombre y correo electronico antes de comentar gracias