Democracia e
independencia sindical
Oscar Yescas Domínguez
Una de las consignas y objetivos contemplados en la cuarta
transformación encabezada por Andrés Manuel López Obrador es la democracia e
independencia de los sindicatos de trabajadores mexicanos.
Considero que plantear esta alternativa es un acto de
congruencia con el proceso de empoderamiento del pueblo mexicano que se inició
en el pasado proceso electoral y que dio como resultado el triunfo masivo de
Morena en la mayor parte del territorio nacional.
El hecho de que esta alternativa provenga de quien será nuestro
próximo Jefe de Estado nos debe estimular para tomarle la palabra y proceder al
reforzamiento de nuestras organizaciones sindicales. Recordemos que parte de
los millones de votos que se emitieron a favor de Morena provenían de miles de
trabajadores que en el pasado formaron parte del llamado “voto corporativo”,
que consistía en que los dirigentes de organizaciones obreras decidían por
quien votarían los miles de trabajadores que formaban parte de sus
organizaciones.
Pero también recordemos que la crisis social que atraviesa
nuestro país no se limita a una crisis económica o una crisis política, sino
que enfrentamos una verdadera crisis social que abarca al conjunto de las
instituciones que conforman nuestra sociedad.
Una
crisis que puede definirse como una crisis en la relación dirigente-dirigido,
es decir, una crisis de liderazgo. Esta crisis afecta a todo tipo de
instituciones de nuestra sociedad, dentro de las cuales se encuentran los
sindicatos mexicanos.
El
control social que antes ejercían los líderes corruptos sobre los trabajadores
organizados se ha debilitado por la agudización de las contradicciones
prevalecientes en la realidad social, dentro de las cuales destacan el
incremento de la desigualdad social y el aumento de la corrupción, factores que
fueron claves para generar un ambiente de insatisfacción social que alimentó el
deseo de cambio social del electorado mexicano.
Este
estado de insatisfacción fue también la que generó un incremento de la
participación social en la pasada campaña electoral. Al mismo tiempo esta
participación social en el contexto de la sociedad red en la que vivimos
permitió tomar consciencia de que no éramos unos cuantos los que deseábamos
cambiar el sistema político vigente en nuestro país y que en realidad, éramos
millones de mexicanos que estábamos hartos del Pri, del Pan, del Prd y de toda
la corrupción del anterior sistema de gobierno.
A
través de la participación social en la pasada campaña electoral y como
resultado de experiencias anteriores de participación civil (no olvidemos las increíbles
jornadas de solidaridad y rescate de la ciudadanía mexicana en los días
posteriores al sismo del 19 de septiembre de 2,017), el pueblo mexicano inició
un proceso de empoderamiento que conisitió en la toma de consciencia de que
somos sujetos históricos estábamos construyendo la historia actual con nuestra
participación social y en consecuencia podíamos cambiar el rumbo de la historia
de nuestro país si actuábamos en forma unida y colectiva.
Con estas consideraciones es fácil entender que la
reconstrucción de México no será lograda a través de la voluntad y acción de un
solo hombre, sino que se requiere continuar con la participación social de
nuestras comunidades en el análisis, discusión y descubrimiento de alternativas
de solución a los problemas que nos afectan a todos en lo general.
El pueblo mexicano ha dado un gran ejemplo y una gran lección al
mundo entero: participando en forma unida, organizada y colectivamente podemos
cambiar nuestra realidad social al hacer válida la premisa “Juntos hacemos
historia”.
En este contexto el llamado a la independencia y democratización
de los sindicatos que agrupan a millones de trabajadores mexicanos tiene
sentido, porque actuando de esta forma nos liberaremos de quienes han
traicionado los intereses de los trabajadores al actuar como su “representante”
cuando en realidad han actuado como sus verdugos.
Al mismo tiempo, este llamado a la democratización sindical es
un acto de congruencia al proceso de empoderamiento social que vive la
población mexicana que ha descubierto que con su participación social y acción
colectiva puede contribuir a la transformación social de nuestro país.
En este contexto se observa que algunas personas están haciendo
un llamado al regreso de Elba Esther Gordillo a la dirigencia nacional del Sindicato
nacional de trabajadores de la educación (SNTE), acción que considero un gran error
que refleja un no aprendizaje de las lecciones de autonomía, independencia y
empoderamiento realizado por el pueblo mexicano en el último año y que tuvo su
punto álgido el primero de julio pasado en las elecciones presidenciales.
Pedir el regreso de Elba Esther Gordillo a la dirección del SNTE
implica un grave retroceso en el camino recorrido por los trabajadores de la
educación en México en tanto que contribuye a construir un vínculo de
dependencia de los trabajadores de la educación con una persona que ya ha
estado ocupando cargos de dirección nacional en este sindicato y que utilizó su
poder para beneficio personal y estuvo involucrada en actos de corrupción.
Pero lo más grave es que contribuye a menoscabar el proceso de
empoderamiento sindical al interior del gremio docente y niega los
acontecimientos de la historia reciente en nuestro país.
Los trabajadores sindicalizados en general y los trabajadores de
la educación en particular y de manera más específica los trabajadores
afiliados al SNTE deben responder al llamado que la historia nos hace de
participar activamente en la democratización de nuestros sindicatos.
El cambio social que se está dando en nuestro país no podrá ser
logrado con la acción de un solo hombre, por más cualidades que tenga Andrés
Manuel López Obrador no podrá por sí mismo lograr que el cambio electoral que
se dio en nuestro país avance hasta convertirse en un verdadero cambio social
que erradique la desigualdad social, la antidemocracia, la corrupción, la
impunidad, etc.
Todo mexicano debe aportar su granito de arena para lograr la
reconstrucción de nuestro país, empezando por una revolución de nuestras
consciencias que nos permita lograr cambios individuales, partiendo de la
premisa de que el cambio social empieza por el cambio individual.
Necesitamos cambiar nuestra autoimagen, reconocer que tenemos el
potencial individual para contribuir al cambio social, aumentar nuestra
autoconfianza y pensar que SÍ podemos lograr cambios individuales y cambios
sociales.
Dentro de estos cambios debe encontrarse la expectativa de que
de las propias bases de los trabajadores sindicalizados pueden surgir nuevos
líderes que sean congruentes con los tiempos actuales que incluyen la
participación colectiva de los trabajadores en los procesos de toma de
decisiones relevantes para sus organizaciones.
Debemos cambiar la noción que tenemos acerca del proceso de
liderazgo, se nos ha enseñado que el liderazgo es la “capacidad que tiene una
persona para influir sobre otras personas para la realziación de un conjunto de
actividades que les permitan lograr objetivos comunes”.
Pero las ciencias sociales que han estudiado el comportamiento
humano, concretamente la psicología social, nos ha demostrado a través de la aportaciones
de Kurt Lewin y su concepto de dinámica de grupos que el liderazgo es en
realidad un proceso de interacción social, similar a la comunicación, la
participación, la interacción, etc.
Partiendo de los estudios científicos sobre las relaciones
interpersonales se ha descubierto el proceso de influencia social que consiste
en el hecho de que todas las personas nos influimos mutuamente, por medio de
nuestra apariencia, nuestra voz, nuestra vestimenta, nuestra forma de hablar,
nuestro lenguaje corporal, etc.
Al reconocer que existe este proceso de interinfluencia en las
relaciones interpersonales y al hablar de liderazgo debemos reconocer que el
liderazgo más eficaz es el liderazgo de tipo democrático que consiste en el
hecho de que se garantice la participación colectiva en los procesos de
interacción social y esto incluye la elección de los dirigentes sindicales.
Pedir que regrese Elba Esther Gordillo es negar nuestra
condición de seres sociales, con empoderamiento social y con gran potencial
humano. La democracia e independencia social exige que los trabajadores
sindicalizados sean ellos mismos quienes tomen sus propias decisiones y
construyan su futuro a partir del concepto de autonomía sindical
No abramos la puerta a un pasado que debemos sellar y liquidar
cuanto antes. El pasado de la corrupción y de la impunidad representado por figuras
que se caracterizaron por la corrupción no tiene cabida en el momento presente.
El momento actual es el fortalecimiento de la vida sindical a
través de la participación de sus integrantes y la garantía de libertad para
elegir libremente a sus dirigentes. México espera hoy en día que los
trabajadores de la educación sean congruentes con los nuevos tiempos de
democracia e independencia sindical, que permitan defender la educación pública,
la escuela pública y los intereses de los trabajadores de la educación.
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