¿Reuniones privadas para
discutir asuntos públicos?
Hace varios años viajé en camión con mi familia a Ciudad Juárez
a tramitar la visa de mi hija, en nuestro viaje de regreso el camión hizo una
parada en Agua Prieta, mi esposa e hija decidieron bajar y yo me quedé arriba
del camión.
Pasaban los minutos y mi esposa e hija no regresaban, por lo que
decidí bajar del camión e ingresar a la pequeña terminal de autobuses de esa
ciudad. Como hacía frío portaba una chamarra rompevientos que en el lado
izquierdo de mi pecho tenía bordado el logotipo de la Universidad de Sonora con
el lema escrito en un círculo de tela amarilla, la imagen de un búho y le
leyenda: “El saber de mis hijos hará mi grandeza” y me puse una gorra
beisbolera de color azul que también tenía bordado el logotipo amarillo de la
Unison y para completar el cuadro, usaba unas botas negras de motociclista, de
esas que tienen una argolla en el tobillo.
Ingresé al local y al abrir la puerta esta hizo un ruido (una
especie de chirrido) que hizo que unas 40 personas que estaban en el interior
donde había un pequeño restaurant voltearan a ver quien ingresó, yo me detuve
en la puerta y recorrí con mi mirada de izquierda a derecha el local buscando a
mi esposa e hija.
Mientras lo hacía noté que todas las personas que estaban dentro
mantenían una mirada expectante en mi persona, como esperando que movimientos
haría. Volvía a recorrer el local con mi mirada buscando a mi esposa e hija y
me percaté que aparte de mirarme al mismo tiempo, todos los que estaban dentro
del local guardaban un profundo silencio y el tiempo pareció detenerse en ese
lugar y todo dependería del movimiento que me decidiera hacer.
Ahí estaba yo, sin cruzar la puerta del todo, en la entrada del
recinto, preguntándome donde carajos estaban mi esposa e hija, cuando veo que
se me acerca un individuo a quien después identifiqué como el dueño del
restaurant quien me preguntó ¿Qué se me ofrecía?
Sin poder entender todavía porque seguían mirándome toda esa
gente, le pregunté si tenía fósforos o un encendedor porque deseaba fumar un
cigarrillo. El tipo abrió los ojos y de inmediato se volteó a hacia otro sujeto
que estaba cerca de una estufa y le dijo con voz imperativa: trae unos fosforos
que el señor desea fumar. El otro individuo se movilizó rápidamente y
acercándose a mí me entregó una caja de fósforos mientras me decía con voz
quejumbrosa: “puede usted quedarse con ellos”.
Le agradecí a ambos su gesto y me di media vuelta para salir del
local y encender mi cigarrillo. Mientras lo hacía me llegó la luz: Todos me
miraban expectantes porque pensaron que era algún tipo de agente de la policía
o migración y la mayoría de las personas que estaban dentro parecían ser inmigrantes centroamericanos.
Después que llegaron mi esposa e hija les platiqué lo sucedido y
veníamos riendo de esa situación.
Hoy lunes que fui a las oficinas del Staus para asistir a una
reunión de sindicatos cuyos representantes discutirían la problemática del
ISSSTESON, experimenté una sensación similar a la de Agua Prieta.
Llegué al local, salude a los empleados que ahí laboran y les
pregunte donde sería la reunión (pensé que sería la única reunión) y me
señalaron el salón que el STAUS utiliza para las reuniones grandes.
Me encaminé a ese espacio y abrí la puerta, no ví alguna cara
conocida en el primer momento, por lo que me mantuve unos segundos en la entrada
y los asistentes a esa reunión, un número aproximado de 25 personas (según
aprendí a calcular de un solo vistazo viendo películas) y todos los presentes
voltearon a verme y fijaron su mirada en mí.
Eso no me amilanó e ingresé al recinto, como ví algunas sillas
vacías del otro extremo me dirigí hacia un costado del salón. Ahora sé lo que
sienten las modelos porque mientras lo hacía las miradas de los presentes
estaban fijas en mí.
Llegué a una silla disponible que estaba cerca de la mujer que
dirigía la reunión, quien no dejaba de mirarme como caminaba, me acercaba a
ella y me sentaba a su lado.
Ella fue quien se dirigió a mí (mientras todos los demás seguían
mirando) y me preguntó que hacía ahí. Yo le respondí, perdón, ¿acaso no es esta
le reunión de sindicatos para discutir la problemática del ISSSTESON?
Ella me respondió: “No”, a mi vez le pregunte: “¿De qué es esta
reunión?” y su respuesta fue: “Es una reunión privada”. Ante esa respuesta, me
disculpé y abandoné el lugar. Una vez afuera les pregunté a las secretarias de
qué se trataba la reunión en ese lugar y me informaron que era la Comisión que
seleccionaría a los nuevos funcionarios de la administración municipal que Presidirá
Célida López Cárdenas.
Ante este nuevo dato, tuve el impulso de regresar a ese recinto
y reclamar a esa persona que me dijo que era una reunión privada, porqué
prácticamente de manera implícita me pidió abandonar el local. Pero me detuve porque
la reunión de sindicatos era en el siguiente piso y ya había comenzado y decidí
priorizar esa actividad.
Pero
no quiero quedarme con el deseo de hacer público mi malestar porque una reunión
en la que se elegirán funcionarios públicos municipales de primer nivel creo
que no debería ser privada porque es de interés público. Lo único que provoca
el reunirse en privado y en secreto es generar suspicacia y desconfianza. ¿Usted
que opina?
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