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viernes, 10 de agosto de 2018

El golpe a la democracia en Sonora


El golpe a la democracia en Sonora
Oscar Yescas Domínguez

     En un momento de la historia contemporánea en el que a nivel internacional predominaba una atmósfera de autoritarismo y regresión en las prácticas democráticas que nos hacía pensar que la democracia ya era parte del pasado y que nada podíamos hacer para cambiar nuestra realidad social, el pueblo mexicano sorprendió al mundo entero actuando como un moderno Leviatán que creó un enorme tsunami de votos electorales en las pasadas elecciones presidenciales  que le arrebataron el poder al PRI y al PAN, para darle oportunidad de dirigir al país a un nuevo movimiento social que con las siglas de Movimiento de Renovación Nacional (Morena) se estrenaba en nuestro país participando por primera vez como fuerza política en una contienda presidencial contando con sólo cuatro años de existencia, lo cual no le impidió convertirse en la primera fuerza política en México.
     El impacto de este zarpazo electoral fue tal que no sólo conquistó la Presidencia de la república, sino que también hizo lo mismo con la Cámara de Senadores y de Diputados conquistando  través de una aplastante victoria la mayoría de las curules en ambas cámaras, de tal forma que todo el país se vistió del color de Morena anunciando al mundo entero que en México se estaba dando un cambio social sin precedentes.
La enorme participación social que creó este moderno Leviatán generó más de 30 millones de votos a favor de Morena que hicieron que se lograra lo que se hasta hace poco se consideraba como algo imposible: esto es, quitar al PRI y al PAN del poder político e impedir un nuevo fraude electoral en este 2,018 para lograr que la democracia  hiciera prevalecer la voluntad popular.
     De la noche a la mañana los ojos del mundo voltearon a México sorprendidos del cambio social que se gestó por la vía electoral de una manera relativamente pacífica para dar inicio a lo que hoy se conoce como “la cuarta transformación de la república mexicana”.
La figura de Andrés Manuel López Obrador creció políticamente   en los últimos meses al grado de conquistar las preferencias electorales lo cual pudo percibirse semanas antes de las elecciones con el incremento de las preferencias electorales a su favor y que permitían predecir el triunfo seguro de su candidatura.
Después de estas elecciones su figura  ha llegado a ser reconocida en el ámbito internacional como un político de alto nivel, de aquellos que sólo se ven cada cierta época, que dejan honda huella y conquistan un lugar privilegiado en la historia conemporánea.
De la sorpresa inicial que se dio en el país por la derrota del PRIAN y el triunfo de Morena, se pasó a un estado de júbilo colectivo  a nivel nacional ya que fue compartido por millones de mexicanos.
Pero el actor principal de este cambio social viene siendo el pueblo mexicano que daba una gran lección de democracia al mundo entero. Esta lección consistía precisamente en  enseñar con el ejemplo que la democracia seguía viva en este siglo XXI y que los pueblos podían recuperar su autonomía y libertad social a través de la participación social.
Pero lo más importante fue que con las elecciones presidenciales del primero de julio se desarrolló un empoderamiento de la población mexicana, una reconfiguración de su identidad como pueblo y nación, un fortalecimiento de su identidad colectiva y una toma de consciencia de que actuando en forma unida podía cambiar el curso de la historia.
En ese sentido puede decirse lugar a dudas que en el México de hoy en día se está escribiendo un nuevo capítulo en su historia, que las elecciones del primero de julio pasado constituyeron un parteaguas en la historia mexicana, ya que a diferencia del pasado se observaba en una gran mayoría de la población un alto conformismo social, ausencia de compromiso social y altos niveles de analfabetismo político.
El día de hoy vivimos un inusitado incremento de la participación social de nuestras comunidades en la dinámica social que ha propiciado que salgamos del ámbito de lo privado y abordemos los espacios públicos. En estos nuevos procesos de interacción social, estamos recuperando el arte de rearmar los problemas privados para convertirlos en problemas públicos, al poner en la mesa de discusión temas como el bien público, la desigualdad social, la justicia y la democracia.
      Después de las elecciones de este pasado primero de julio hemos perdido el miedo a la autoridad en turno, hemos dejado atrás las actitudes de obediencia, conformismo y sumisión que antes nos impedían ver que lo que se hace en los edificios gubernamentales tiene cada vez menos consecuencias sobre los problemas que enfrentamos en nuestra vida cotidiana.
     La sociedad mexicana poco  a poco deja atrás el aislamiento, la reclusión, el individualismo y ha tomado consciencia de que el cambio no vendrá desde arriba, proveniente de las instituciones que han abandonado los principios que les dieron origen, sino que el cambio debe venir desde abajo, de la población misma.
     Las instituciones gubernamentales atraviesan por una seria crisis de credibilidad y les rodea un aura de desconfianza popular. La crisis social que afecta a la población mexicana alcanzó niveles nunca antes visto generando un sufrimiento colectivo. Pero al mismo tiempo se puede observar una innegable disminución de la responsabilidad social en las instituciones gubernamentales debido a la corrupción que las rodea que propicia la desviación del presupuesto público que es destinado para beneficios particulares, olvidando las necesidades sociales y el bienestar social.
Pero como bien es sabido, en todo proceso de interacción social existe una correlación de fuerzas, una dinámica social, cuya comprensión se nos facilita si retomamos la teoría del campo de fuerzas de Kurt Lewin con la que nos explicó su concepto de dinámica de grupo.
     En toda interacción social nada permanece estático, por un lado existe un conjunto de fuerzas que impulsan para lograr un cambio social, las cuales se enfrentan a otro tipo de fuerzas que intentan impedir este cambio social, para lograr permanecer en el mismo estado.
     Con esas consideraciones podremos entender que en el actual contexto de gran participación social, de empoderamiento social y triunfo de la democracia en México, los remanentes del PRI y del PAN no aceptarían fácilmente su derrota electoral, no dejarían el poder en forma pacífica.
En esa línea de pensamiento vemos que en Sonora se presenta el “golpe de Estado” a través del cual en el Congreso del Estado de Sonora, los diputados salientes, representantes de los partidos que perdieron en las elecciones pasadas, ignorando a la población sonorense y actuando en contra de ella, reforman la constitución estatal para otorgarle amplios poderes a la Gobernadora Claudia Pavlovich y darle el poder de vetar cualquier resolución que adopte la próxima legislatura conquistada en su gran mayoría por Morena.
     En el contexto de una oleada de participación social a través de la cual la población mexicana despierta y toma en sus manos la política, la Gobernadora Represora instruye a los legisladores que todavía actúan bajo sus órdenes para que en privado, encerrados en un Congreso rodeado por policías que impidieron el acceso al mismo, pero con cientos de acarreados en su interior, para que antes de terminar su gestión como legisladores y entreguen el poder político a los representantes de Morena, blinden su actuación para impedir que su actuación como gobernante sea objeto de investigación en la próxima legislatura.
     Un patético y desesperado intento de escapar al escrutinio y juicio político, sin importar las apariencias de hacerlo apresuradamente y abiertamente en contra de la población sonorense que ya había abortado un primer intento de imponer la ley veto.
     Un pequeño grupo de legisladores acostumbrados a dar la espalda a quienes dicen representar aprobó ésta ley y salió como los ladrones por la puerta trasera del Congreso del Estado para evitar el reclamo popular. Según ellos ya nada se puede hacer para revertir esa ley.
     Pero olvidan que estamos viviendo tiempos nuevos, momentos históricos en los que la población mexicana se quitó la venda de los ojos y la mordaza de su boca para expresar abiertamente su opinión.
     El Congreso del Estado no es una institución de origen divino es una institución creada por los hombres y los hombres pueden modificar su estructura, su funcionamiento y sus pronunciamientos, decreto o cambios de la constitución.
     De la misma forma que esta caterva de sicarios legisladores que previo pago por sus servicios modificaron la Constitución del Estado de Sonora, los nuevos legisladores pueden revertir ese cambio. Nada está escrito para siempre, sus intentos de evadir la justicia para evitar ser castigados por los delitos cometidos no fructificarán. Al juicio popular, expresado en las calles y en redes sociales, seguirá inevitablemente el juicio legal. Esto es lo que espera la población sonorense y mexicana.
Con gran orgullo nacional podemos decir que el pueblo mexicano está recuperando la capacidad de cuestionar a sus instituciones, a sus personajes políticos y a sí mismos. Junto a esta capacidad de cuestionamiento social el pueblo mexicano está aumentando su participación social en asuntos de interés público.
     Debemos continuar recuperando la capacidad de cuestionar el sistema social en que vivimos y la forma en que se conduce  a nuestras instituciones gubernamentales, porque el pueblo mexicano ha elegido una nueva forma de gobierno que implica una reconstrucción nacional, una reconfiguración de su identidad como pueblo y no olvidemos que las instituciones públicas se sostienen con los impuestos que paga el pueblo de México.
Es el momento ideal para dejar atrás la sociedad heterónoma en la que vivíamos. La sociedad heterónoma en los términos descritos por  Zygmunt Bauman “viene a ser aquella que se  niega a reconocer o admitir el origen humano de las leyes que ella misma insta a obedecer. Una sociedad conformada y guiada por una autoridad que ella no ha creado: una autoridad proveniente de una fuerza externa. Una sociedad en la que los ciudadanos carecen de la voluntad, el poder y la disposición para participar en la política y que crea legiones de analfabetos políticos que cumplen reglas y mandatos de otros que fomentan actitudes de obediencia, conformismo e indiferencia en las masas.
Es el momento de realizar el ejercicio de la crítica social ya que nos permitiría dejar atrás esta sociedad heterónoma para construir una sociedad autónoma en la que se admita que las leyes de la sociedad solo se mantienen en pie por la voluntad de las personas que las han promulgado y las siguen. La premisa fundamental de la sociedad autónoma es que todo lo que ha sido hecho por el hombre puede ser desecho por él.
     Este cuestionamiento hacia nuestra sociedad debe tomar como punto de partida la premisa de que todas las sociedades son autónomas por naturaleza, y que los problemas se presentan cuando no hay consciencia de esta autonomía social y se actúa en forma dependiente hacia el poder en turno.
     Una sociedad autónoma se caracteriza por el conocimiento colectivo, por la certeza que existe en la población de que las instituciones que la conforman tienen un origen humano, son construidas socialmente y no existe un origen divino.
La toma de consciencia de que somos sujetos históricos que estamos contribuyendo con nuestro comportamiento al funcionamiento de nuestra sociedad.
Si en ésta sociedad prevalecía la injusticia, la antidemocracia y la corrupción, es porque hemos contribuido con nuestro silencio, indiferencia y falta de participación social para que estemos en el punto en el que nos encontramos. En consecuencia, la conducción de una sociedad tiene una responsabilidad colectiva tanto en los méritos o fracasos que se observen en sus instituciones.
     Una sociedad autónoma es una sociedad que se autoconstituye, está integrada por individuos que se autoconstituyen a sí mismos, en base a un aprendizaje permanente. Bajo esta perspectiva ninguna institución social existente puede escapar a la posibilidad de ser criticada, evaluada y reformada.
     Tomar consciencia de nuestro carácter como individuos sociales autónomos, nos permite comprender la historicidad de nuestra sociedad, es decir, de que existe un construccionismo social a través del cual los individuos crean la historia día tras día, en forma continua y perpetua.
     Por esto mismo es importante que recuperemos la capacidad de cuestionar, de criticar y proponer mejoras a nuestro entorno social, de tal forma que se acepte la crítica social como una virtud que permite un mejoramiento social.
     Bajo esta perspectiva la construcción de una sociedad autónoma lleva consigo la admisión de una mayor libertad para el autoexamen, la crítica y la posibilidad de reformas. En este proceso de construcción adquieren gran validez preguntas tales como: ¿con que autoridad?, ¿para qué?, ¿en nombre de qué?, etc.
     La población mexicana está despertando a la actividad política, ha tomado consciencia del construccionismo social de  nuestra sociedad contemporánea y participa activamente en la construcción de procesos democráticos de cambio social.
          En la historia reciente de México, tanto la política como la democracia experimentada estaban lejos de lo que se plantea en una sociedad autónoma. Pero hoy en día estamos viviendo un despertar social, estamos en el inicio de una nueva era, en la construcción de una nueva identidad del pueblo mexicano, una nueva figura de lo que significa ser hombre, de lo que significa ser mujer y la construcción de estas nuevas figuras deben basarse en este empoderamiento como seres autónomos que decidimos voluntariamente construir en forma colectiva nuestro futuro con un gran sentido de responsabilidad social para hacer realidad el sueño de vivir en una sociedad realmente democrática.
     El golpe a la democracia que se dio un Sonora por parte de la Gobernadora represora, será revertido a través de la movilización social y del uso del Estado de Derecho. Si los representantes del antiguo régimen no respetaban el Estado de Derecho, corresponde a los ciudadanos mexicanos en proceso de liberación hacer valer sus derechos para defender la construcción de la democracia en nuestro Estado y país.

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