follow me

martes, 16 de junio de 2020


El tigre y la Boa en México
Oscar Yescas Domínguez
13 de junio de 2,020

La manipulación del sistema capitalista que nos redujo a la condición de homo consumens, el modelo de ciudadano ideal que se requiere para un sistema que se basa en una producción masiva que requiere de un consumo masivo para mantener su equilibrio, nos hizo perder nuestra condición de homo sapiens que habíamos logrado gracias a la evolución de la humanidad y que nos diferenciaba de otras especies conformadas por animales al desarrollar la capacidad para pensar por nuestra cuenta y usar nuestra inteligencia.
No fue suficiente con reducirnos previamente a la condición de homo videns a través de la dictadura de la televisión que controló a millones de personas en el mundo entero y logró que hiciéramos a un lado el pensamiento, sobre todo el pensamiento crítico, al crear una cultura audiovisual a través de la tecnología mutimedia, que generó una adicción a la televisión logrando crear una sociedad teledirigida que crea el estereotipo de una sociedad perfecta
Esta misma sociedad teledirigida creó a su vez una cultura de la imagen que impide la capacidad de razonamiento y nos limita a la observación de las imágenes que aparecen en la caja de televisión, a la que se tomó como única fuente de información y distracción por parte de generaciones enteras.
El culto a la televisión inhibió el hábito de la lectura e impidió la búsqueda de información o distracción por medio de la letra impresa generando una enorme masa de analfabetos funcionales contemporáneos que sabían leer pero no podían expresar sus pensamientos por la palabra escrita.
Aún así, eso no era suficiente para mantener un mayor control social de la población para crear ese ciudadano que necesitaba la sociedad de consumo. Se necesitaba algo más para crear al ciudadano acrítico, pasivo y apolítico que funcionara acorde a la maquinaria de producción masiva y consumo masivo, en el contexto de una sociedad donde la desigualdad social a pasos agigantados.
El desarrollo tecnológico, la creación de internet, la telefonía celular y las redes sociales fueron el marco perfecto para crear al homo consumens al alejarnos del hábito de la lectura, impedir el desarrollo de pensamientos autónomos y lograr un estado colectivo que proporcionaba la sensación de estar en “un mundo feliz” en la sociedad que nos indujo a pensar que la felicidad se obtenía a través del consumo.
La cultura de la imagen y el consumo compulsivo creó un nuevo tipo de discriminación por el simple aspecto físico, en la cual las personas eran aceptadas o rechazadas por la apariencia, se sobrevaloraba la imagen externa, el ser de las personas perdió importancia y se creó mayor importancia al tener.
Nuestra felicidad antes del covid-19 dependía del consumo permanente de “novedades” en nuevos artículos o nuevas versiones de artículos ya existentes. Esto nos mantenía permanentemente a la expectativa de que surgiera “algo nuevo y mejor” impidiéndonos valorar lo que ya teníamos. Veíamos nuestras vidas como ver un vaso medio vacío que sólo podíamos llenar a través del consumo.
Vivíamos en el marco de una crisis económica, política y ecológica que para muchos no les importaba, encerrados en su zona de confort crearon una actitud de insensibilidad social hacia los problemas de los demás, mientras seguíamos inmersos en una serie de cambios sociales, tecnológicos, políticos y económicos que nos hacían perder la capacidad de asombro.
En e momento en el que pensábamos que ya nada nos sorprendería llegó el año 2,020 con una serie de “sorpresas” que nos impactaron en forma desagradable, y han sido tantas sorpresas que hemos llegado al grado de que a nadie les gustaría ser objeto de alguna nueva sorpresa.
Vivimos un momento histórico en el que deambulamos en este 2,020 como la estrofa de la canción Pedro Navajas que interpretaba magistralmente Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios”.
El problema es que las constantes sorpresas que hemos tenido en lo que va de este año que será sin duda inolvidable y plena de anécdotas para los sobrevivientes de esta pandemia, han sido en verdad estremecedoras, aterradoras y nos han creado una sensación de temor que parece que se quedará entre nosotros. La gran sorpresa de este año fue sin duda la parálisis total de nuestro sistema de vida por la cuarentena sanitaria provocada por la pandemia del covid-19, algo que jamás imaginábamos que pudiese suceder. Cierran las fábricas, las escuelas, las universidades, los centros comerciales y nos obligan a quedarnos en casa guardando una cuarentena.
Una cuarentena de la que se dijo desde un principio que nos ayudaría a sacar lo mejor o peor de nuestra naturaleza humana y que contribuyó a desnudar la desigualdad social y la serie de injusticias y contradicciones en las que se basaba la “normalidad” de nuestra vida cotidiana antes del covid-19.
Cabe decirlo una vez más, una cuarentena que se ha prolongado por nuestra incapacidad para actuar como entes colectivos al no acatar las instrucciones de las autoridades de salud de quedarnos en casa y tomar medidas preventvas como el uso de tapabocas, gel desinfectante y limitar el contacto social.
Hoy, en los días en los que nos encontramos en momentos previos para llegar al pico de la curva de contagio del covid, nos encontramos con una situación que hace sólo algunos meses no hubiésemos creído, cuando nos piden con mayor énfasis quedarnos en casa porque estamos en los días de mayor contagio social, la clase rica, la que puede quedarse en casa sin problema alguno porque tiene comida en la mesa y sus necesidades básicas satisfechas, sale a manifestarse en algunas ciudades del país, conduciendo sus automóviles en caravana para protestar contra un Presidente al que califican de “Dictador”, “Comunista”, “Socialista”, “Tirano”, etc., y exigen su renuncia “porque no ha cumplido lo que prometió”.

Antes eran los trabajadores que ante la violación de sus derechos laborales o sufrían alguna injusticia, salían a manifestarse, porque las autoridades no les atendían. Trabajadores y ciudadanos que eran objeto de violación de sus derechos eran quienes tomaban las calles para protestar y los los mismos conductores de los autos de lujo que hoy desfilaron, manifestaban su descontento y rechazo contra los manifestantes gritándoles “pónganse a trabajar huevones” y pedían a la policía que restableciera “el orden social”.
Pero los tiempos cambian, las condiciones políticas también cambiaron y aquellos que estaban encumbrados manejando el poder económico y el poder político beneficiándose de la corrupción, fueron sacados de la jugada por un cambio a través de la vía electoral, un cambio que intentaron impedir a través del fraude electoral pero que no les funcionó y perdieron las posiciones que tenían que les permitían seguirse enriqueciendo con el dinero y recursos del gobierno.
Aquellos que perdieron el poder político en la contienda electoral, hoy salen a protestar contra un gobierno que les quitó la fuente de sus riquezas, el manejo del presupuesto público. Sabíamos que existía corrupción en México pero ignorábamos hasta qué punto estaba el sistema de gobierno estaba corroído por la corrupción. Sólo cuando AMLO llegó al poder nos enteramos de la magnitud de la corrupción en nuestro país cuando nos enteramos del huachicoleo, de miles de plazas fantasma, de diversos actos de corrupción, etc.

El gobierno legítimo de nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador apenas lleva año y medio y se puede decir que han cambiado bastantes cosas en nuestro país, también debemos reconocer que falta mucho por hacer todavía para decir que vivimos en un Estado de Derecho porque persisten injusticias que llevan años esperando, tan sólo mencionemos los casos de la tragedia de la Guardería ABC, la desaparición de 49 normalistas de Ayotzinapa, el desvío de mas de 6,200 millones de pesos del ISSSTESON por parte de Teresa Lizárraga quien exhibe impunemente su mansión de 5 pisos en un lugar exclusivo de Bahia de Kino en Sonora.
Pero haciendo el balance de las cosas es indudable que es más lo que se ha hecho para favorecer al pueblo mexicano, que lo que no se ha hecho, pero sobre todo debemos tener presente que estamos hablando de un gobierno que llegó de manera legítima e irrefutable al poder con el voto masivo de más de 30 millones de mexicanos. Un gobierno que llegó para durar seis años y no menos, claro está que en caso de que la mayoría de los mexicanos nos sintiéramos inconformes podríamos solicitar su dimisión y convocar a elecciones, pero el índice de aprobación a su gestión sigue con niveles altos e incuestionables.
Pero que un pequeño grupo de resentidos prianistas estén intentando desestabilizar a nuestro gobierno legítimo es algo que no podemos permitir ni aceptaremos bajo ninguna circunstancia. Estas personas que se manifiestan desde sus autos de lujo son quienes se beneficiaban de la corrupción de gobiernos anteriores y que hoy ya no tienen forma de robar del dinero del gobierno porque hay medidas anticorrupción que lo impiden.
Quienes desfilaron exigiendo la renuncia de Amlo representan a la derecha de nuestro país, no sólo están contra Amlo, están en contra del pueblo de México, en contra de la democracia que llevó a Amlo a la Presidencia. Estos “manifestantes” representan a quienes saquearon, robaron y empobrecido a la población mexicana.
No representan una verdadera lucha popular, es un segmento de nuestra sociedad que representa a los beneficiarios de la corrupción que existía en nuestro país. Su lucha no es sólo en contra de Amlo es en contra del pueblo mexicano que decidió en forma libre y democrática darle la oportunidad de gobernar a Amlo y Morena y hasta el momento quienes protestan son los que perdieron la oportunidad de seguir robando del presupuesto público.
Al ver los membretes de BOA y FRENA, de manera inevitable viene a mi memoria la figura del tigre que se utilizó durante la campaña electoral del 2,018, cuando se afirmaba que si pretendían cometer un nuevo fraude electoral, despertaría tigre mexicano y arrasaría con los delincuentes electorales. Juego con mi imaginación y veo a un gran tigre sentado tranquilo pero atento, viendo como a su alrededor circula una pequeña viborita que sueña con ser una boa y un pequeño convoy de vehículos que intenta frenar el funcionamiento del nuevo gobierno federal.
Ese tigre representa el moderno Leviatán mexicano, aquella figura que describió Thomas Hobbes como un gigante que crecía más en la medida que cuerpos de ciudadanos se fusionaban con él y que simbolizaba la figura del Estado moderno que sustituyó a la monarquía, Pero también viene a mi mente la imagen del águila mexicana devorando a una serpiente y que se encuentra ilustrada en la bandera mexicana.
Pero la Boa y Frena serán aniquilados, no por la fuerza del Estado porque vivimos en un país democrático, sino por la movilización de los ciudadanos mexicanos en defensa de la democracia y de su Presidente elegido en forma democrática.
Estos animalitos amenazan con un “golpe de Estado” en contra de AMLO, en lo personal la sola expresión golpe de Estado, me hace recordar los golpes de Estado que sufrió el pueblo Chileno cuando el Presidente Salvador Allende llegó al poder impulsado por un frente denominado Unidad popular y fué objeto de un golpe de Estado que encabezó Augusto Pinochet.
Algo parecido pasó con el pueblo argentino cuando la Presidenta Maria Estela Martínez de Perón fue derrocada por un golpe de Estado encabezado por una junta militar. En ambos casos hubo miles de muertos, torturados y desaparecidos por los militares que apoyaron el derrocamiento de un gobierno que llegó al poder legalmente a través de la vía electoral.
Esas experiencias ajenas fueron fuente de inspiración para que se formara en mi persona una actitud de defensa de los derechos humanos y decidiera a participar en política intentando combatir la opresión, la violencia institucional y la defensa de los marginados y excluidos que forman la mayoría de nuestra sociedad.
Cuando decidí a finales del siglo pasado utilizar la palabra escrita como instrumento de lucha para participar en la lucha ideológica para enfrentar la ideología dominante de un gobierno opresor y represivo como lo fueron los distintos sexenios del Prian, jamás imaginé escribir para defender a un gobierno legalmente establecido y luchar en contra de una oposición que intentara derrocarlo.
Fueron tantos años de estar en la oposición desempeñando un papel de agente de cambio social que me hacían ver como algo muy lejano el momento de ver a un gobierno que realmente representara los intereses del pueblo mexicano. Las continuas frustraciones por los fraudes electorales fueron muy intensas en su momento pero finalmente, llegó el momento del cambio social por la vía electoral en el 2,018 cuando Morena y Andrés Manuel López Obrador conquistaron el poder con un tsunami de votos que impidió que se consumaran los distintos intentos de fraude que intentaron impedir el triunfo de Morena.
Me llena de orgullo poder decir que pertenezco a aquella generación de mexicanos que contribuyó al cambio social en México, no solamente a través de mi voto personal, porque utilicé la palabra escrita publicando diferentes artículos que no tengo duda alguna que influyeron en más de una persona para decidirse a votar por Morena. Cualquiera puede checar mi blog personal y leer los artículos que publiqué en el primer semestre del 2,018.
Gracias a AMLO, en México logramos un cambio social pacífico por la vía electoral, de haberse consumado un fraude más, el pueblo mexicano no lo hubiera soportado y se hubiera presentado un levantamiento por la vía armada, ese era el nivel del hartazgo popular hacia la dictadura perfecta del Prian. Por eso el triunfo de Morena y Amlo tuvo resonancia mundial, el cambio en México se dio por la vía pacífica, en un ejemplar ejercicio de democracia electoral.
El asunto es que después de tantos años de luchar nos encontramos hoy en México con un Presidente que representa una gran diferencia con los Presidentes del Prian que lo precedieron, no sólo por la forma como llegó al poder, sino también por la forma de gobernar, un gobierno que está beneficiando a las mayorías excluidas.
Por eso resulta extraño y a la vez no, el ver en México a una “oposición” que demanda la destitución de AMLO reclamando el incumplimiento de promesas de campaña, argumentando que existen demasiados problemas sociales que no reciben atención del gobierno federal.

La pobreza estructural, la corrupción sistémica, la impunidad y las injusticias acumuladas durante años, son las banderas de lucha que utilizan estas “fuerzas oscuras” que olvidan mencionar que estos problemas son el resultado de décadas de corrupción e impunidad del Prian.
Esta oposición no representa al pueblo mexicano, defiende los intereses de aquellos que perdieron los privilegios que tenían cuando la corrupción invadía las estructuras de los tres niveles del sistema de gobierno mexicano.
Detrás de estos manifestantes que se expresan conduciendo automóviles de lujo y tocando bocinas tratando de llamar la atención, se encuentran los dueños de las grandes empresas que disfrutaban de la impunidad de no pagar impuestos al sistema tributario.

Se encuentran aquellos propietarios de los grandes medios masivos de difusión (televisión, radio y prensa) que estaban acostumbrados a recibir grandes cantidades del presupuesto de gobierno para callar la verdad, distorsionar la realidad, silenciar y criminalizar a los que protestaban por las injusticias, para contribuir con ello a mantener el control social en una sociedad con gran desigualdad social.
Son impulsados por los políticos que se enriquecieron por la corrupción en su gestión como legisladores aprobando leyes que beneficiaban a intereses particulares y perjudicaban intereses colectivos al mutilar de nuestra constitución una serie de derechos laborales que fueron conquistados por la lucha de los trabajadores.
Son los mismos que se impulsaron reformas laborales y energéticas que beneficiaron al capital privado nacional y extranjero con la entrega de los recursos naturales de nuestro país.
Son impulsados por quienes forman parte de una especie en proceso de extinción como lo son los Gobernadores Priístas y Panistas que viven los últimos meses de su existencia y que indudablemente perderán el poder en las próximas elecciones.
Todos en su conjunto forman parte de un cártel de delincuencia organizada que está tomando el poder a nivel mundial implementando políticas neoliberales que aumentan la desigualdad social, pero que en México se estrelló con la fuerte voluntad popular que en una histórica jornada electoral emitieron más de 30 millones de votos apoyando a Morena y a Amlo para echar al basurero de la historia al Prianismo.
Este cártel es el “poder corporativo”, un nuevo poder transnacional que creció después de la extensión de la globalización, al caer el muro de Berlín e instaurarse la economía de “libre mercado” a nivel mundial.
Lo que estamos viviendo es en esencia una lucha por el poder librada por parte de fuerzas reaccionarias en contra de un sistema de gobierno electo democráticamente y que mantiene el control político.
Un gobierno cuyo Estado está recuperando su soberanía en momentos en los que a nivel internacional la mayoría de los Estados se enfrentan al divorcio entre la política y la economía y se subordinan a las fuerzas del Mercado, o lo que es lo mismo, se entregan a los intereses de las grandes corporaciones que imponen cambios en las constituciones para eliminar derechos laborales y prestaciones sociales para proceder a una mayor explotación de los trabajadores y de los recursos naturales de cada país.
Estas fuerzas oscuras quedaron en estado de estupor después del triunfo de la democracia en México, hoy se lanzan a la ofensiva realizando una guerra ideológica en la que la mentira, la calumnia, el engaño y la provocación son parte de sus armas.
La lucha que están realizando en contra de Amlo y el gobierno que representa, es una lucha en contra de la democracia, es una lucha en contra de todos los mexicanos que votamos para lograr un cambio de gobierno en nuestro país. Es una lucha en contra de las aspiraciones de millones de mexicanos que todavía están sumidos en la pobreza y la miseria, porque quieren regresar a los tiempos de corrupción e impunidad.
El momento histórico que estamos viviendo exige la definición política de todos los mexicanos, una definición que nos exige elegir entre seguir en el camino de la construcción de un sistema político en el cual exista una democracia participativa, una justicia para todos y el logro de la igualdad social por un lado y por el otro, renunciar al sueño de construir una realidad más equitativa y regresar a un pasado oscuro de corrupción, impunidad, desigualdad social, injusticia, etc.
El camino es claro, no debemos pensarlo mucho y decidirnos a actuar manifestando nuestra defensa de un Presidente que llegó al poder gracias a la voluntad de pueblo mexicano. Esto sólo lo podremos lograr en la medida que fortalezcamos nuestro sentimiento de pertenencia a un comunidad, que construyamos una identidad como sujetos históricos que podemos tomar el timón para mantener el rumbo de la historia de nuestro país, de la misma forma que lo hicimos en la jornada electoral del 2,018 cuando derrotamos al Prian y lo echamos fuera del poder político.
Es decir, en la medida que aumentemos nuestra participación social en asuntos de política, que logremos organizarnos para actuar en forma colectiva y unida, podremos seguir construyendo espacios de democracia en nuestros centros de trabajo, escuelas y comunidades para discutir libremente asuntos colectivos y tomar decisiones conjuntas para lograr a través de nuestra participación social la solución a nuestros problemas sociales.
El cambio social en México comenzó con el cambio electoral, pero es sólo el inicio de todo un proceso de transformación social que requiere de la participación de todos los mexicanos. El futuro de las nuevas generaciones está en nuestras manos, la historia de México no ha terminado, Juntos sigamos construyendo la historia, de nosotros depende el rumbo que tenga la historia del futuro.
Recordemos las palabras de aquel trabajador mexicano que viajaba en un autobus de transporte urbano en la ciudad de México, junto al cual pasó a caravana de autos protestando contra AMLO, y este trabajador sacando el brazo izquierdo por la ventana les gritó: "Ésta es la fuerza que mueve a México, los trabajadores movemos a México, pinches ridículos"¡


Yescas, Oscar: La Cuarta Transformación y la participación popular

Yescas, Oscar: La esperanza en el poder en México
Yescas, Oscar: La decisión que cambiará nuestras vidas
Yescas, Oscar: El Leviatán mexicano
Yescas, Oscar: Juntos hagamos historia

No hay comentarios:

Publicar un comentario

coloca tu nombre y correo electronico antes de comentar gracias