El
tigre y la Boa en México
Oscar
Yescas Domínguez
13
de junio de 2,020
La
manipulación del sistema capitalista que nos redujo a la condición
de homo consumens, el modelo de ciudadano ideal que se
requiere para un sistema que se basa en una producción masiva que
requiere de un consumo masivo para mantener su equilibrio, nos hizo
perder nuestra condición de homo sapiens que habíamos
logrado gracias a la evolución de la humanidad y que nos
diferenciaba de otras especies conformadas por animales al
desarrollar la capacidad para pensar por nuestra cuenta y usar
nuestra inteligencia.
No
fue suficiente con reducirnos previamente a la condición de homo
videns a través de la dictadura de la televisión que controló
a millones de personas en el mundo entero y logró que hiciéramos a
un lado el pensamiento, sobre todo el pensamiento crítico, al crear
una cultura audiovisual a través de la tecnología mutimedia, que
generó una adicción a la televisión logrando crear una sociedad
teledirigida que crea el estereotipo de una sociedad perfecta
Esta
misma sociedad teledirigida creó a su vez una cultura de la
imagen que impide la capacidad de razonamiento y nos limita a la
observación de las imágenes que aparecen en la caja de televisión,
a la que se tomó como única fuente de información y distracción
por parte de generaciones enteras.
El
culto a la televisión inhibió el hábito de la lectura e impidió
la búsqueda de información o distracción por medio de la letra
impresa generando una enorme masa de analfabetos funcionales
contemporáneos que sabían leer pero no podían expresar sus
pensamientos por la palabra escrita.
Aún
así, eso no era suficiente para mantener un mayor control social de
la población para crear ese ciudadano que necesitaba la sociedad de
consumo. Se necesitaba algo más para crear al ciudadano acrítico,
pasivo y apolítico que funcionara acorde a la maquinaria de
producción masiva y consumo masivo, en el contexto de una sociedad
donde la desigualdad social a pasos agigantados.
El
desarrollo tecnológico, la creación de internet, la telefonía
celular y las redes sociales fueron el marco perfecto para crear al
homo consumens al alejarnos del hábito de la lectura, impedir el
desarrollo de pensamientos autónomos y lograr un estado colectivo
que proporcionaba la sensación de estar en “un mundo feliz” en
la sociedad que nos indujo a pensar que la felicidad se obtenía a
través del consumo.
La
cultura de la imagen y el consumo compulsivo creó un nuevo tipo de
discriminación por el simple aspecto físico, en la cual las
personas eran aceptadas o rechazadas por la apariencia, se
sobrevaloraba la imagen externa, el ser de las personas perdió
importancia y se creó mayor importancia al tener.
Nuestra
felicidad antes del covid-19 dependía del consumo permanente de
“novedades” en nuevos artículos o nuevas versiones de artículos
ya existentes. Esto nos mantenía permanentemente a la expectativa de
que surgiera “algo nuevo y mejor” impidiéndonos valorar
lo que ya teníamos. Veíamos nuestras vidas como ver un vaso medio
vacío que sólo podíamos llenar a través del consumo.
Vivíamos
en el marco de una crisis económica, política y ecológica que para
muchos no les importaba, encerrados en su zona de confort crearon
una actitud de insensibilidad social hacia los problemas de los
demás, mientras seguíamos inmersos en una serie de cambios
sociales, tecnológicos, políticos y económicos que nos hacían
perder la capacidad de asombro.
En
e momento en el que pensábamos que ya nada nos sorprendería llegó
el año 2,020 con una serie de “sorpresas” que nos impactaron en
forma desagradable, y han sido tantas sorpresas que hemos llegado al
grado de que a nadie les gustaría ser objeto de alguna nueva
sorpresa.
Vivimos
un momento histórico en el que deambulamos en este 2,020 como la
estrofa de la canción Pedro Navajas que interpretaba magistralmente
Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida,
ay Dios”.
El
problema es que las constantes sorpresas que hemos tenido en lo que
va de este año que será sin duda inolvidable y plena de anécdotas
para los sobrevivientes de esta pandemia, han sido en verdad
estremecedoras, aterradoras y nos han creado una sensación de temor
que parece que se quedará entre nosotros. La gran sorpresa de este
año fue sin duda la parálisis total de nuestro sistema de vida por
la cuarentena sanitaria provocada por la pandemia del covid-19, algo
que jamás imaginábamos que pudiese suceder. Cierran las fábricas,
las escuelas, las universidades, los centros comerciales y nos
obligan a quedarnos en casa guardando una cuarentena.
Una
cuarentena de la que se dijo desde un principio que nos ayudaría a
sacar lo mejor o peor de nuestra naturaleza humana y que contribuyó
a desnudar la desigualdad social y la serie de injusticias y
contradicciones en las que se basaba la “normalidad” de nuestra
vida cotidiana antes del covid-19.
Cabe
decirlo una vez más, una cuarentena que se ha prolongado por nuestra
incapacidad para actuar como entes colectivos al no acatar las
instrucciones de las autoridades de salud de quedarnos en casa y
tomar medidas preventvas como el uso de tapabocas, gel desinfectante
y limitar el contacto social.
Hoy,
en los días en los que nos encontramos en momentos previos para
llegar al pico de la curva de contagio del covid, nos encontramos con
una situación que hace sólo algunos meses no hubiésemos creído,
cuando nos piden con mayor énfasis quedarnos en casa porque estamos
en los días de mayor contagio social, la clase rica, la que puede
quedarse en casa sin problema alguno porque tiene comida en la mesa y
sus necesidades básicas satisfechas, sale a manifestarse en algunas
ciudades del país, conduciendo sus automóviles en caravana para
protestar contra un Presidente al que califican de “Dictador”,
“Comunista”, “Socialista”, “Tirano”, etc., y exigen su
renuncia “porque no ha cumplido lo que prometió”.
Antes
eran los trabajadores que ante la violación de sus derechos
laborales o sufrían alguna injusticia, salían a manifestarse,
porque las autoridades no les atendían. Trabajadores y ciudadanos
que eran objeto de violación de sus derechos eran quienes tomaban
las calles para protestar y los los mismos conductores de los autos
de lujo que hoy desfilaron, manifestaban su descontento y rechazo
contra los manifestantes gritándoles “pónganse a trabajar
huevones” y pedían a la policía que restableciera “el orden
social”.
Pero
los tiempos cambian, las condiciones políticas también cambiaron y
aquellos que estaban encumbrados manejando el poder económico y el
poder político beneficiándose de la corrupción, fueron sacados de
la jugada por un cambio a través de la vía electoral, un cambio que
intentaron impedir a través del fraude electoral pero que no les
funcionó y perdieron las posiciones que tenían que les permitían
seguirse enriqueciendo con el dinero y recursos del gobierno.
Aquellos
que perdieron el poder político en la contienda electoral, hoy salen
a protestar contra un gobierno que les quitó la fuente de sus
riquezas, el manejo del presupuesto público. Sabíamos que existía
corrupción en México pero ignorábamos hasta qué punto estaba el
sistema de gobierno estaba corroído por la corrupción. Sólo cuando
AMLO llegó al poder nos enteramos de la magnitud de la corrupción
en nuestro país cuando nos enteramos del huachicoleo, de miles de
plazas fantasma, de diversos actos de corrupción, etc.
El
gobierno legítimo de nuestro Presidente Andrés Manuel López
Obrador apenas lleva año y medio y se puede decir que han cambiado
bastantes cosas en nuestro país, también debemos reconocer que
falta mucho por hacer todavía para decir que vivimos en un Estado de
Derecho porque persisten injusticias que llevan años esperando, tan
sólo mencionemos los casos de la tragedia de la Guardería ABC, la
desaparición de 49 normalistas de Ayotzinapa, el desvío de mas de
6,200 millones de pesos del ISSSTESON por parte de Teresa Lizárraga
quien exhibe impunemente su mansión de 5 pisos en un lugar exclusivo
de Bahia de Kino en Sonora.
Pero
haciendo el balance de las cosas es indudable que es más lo que se
ha hecho para favorecer al pueblo mexicano, que lo que no se ha
hecho, pero sobre todo debemos tener presente que estamos hablando de
un gobierno que llegó de manera legítima e irrefutable al poder con
el voto masivo de más de 30 millones de mexicanos. Un gobierno que
llegó para durar seis años y no menos, claro está que en caso de
que la mayoría de los mexicanos nos sintiéramos inconformes
podríamos solicitar su dimisión y convocar a elecciones, pero el
índice de aprobación a su gestión sigue con niveles altos e
incuestionables.
Pero
que un pequeño grupo de resentidos prianistas estén intentando
desestabilizar a nuestro gobierno legítimo es algo que no podemos
permitir ni aceptaremos bajo ninguna circunstancia. Estas personas
que se manifiestan desde sus autos de lujo son quienes se
beneficiaban de la corrupción de gobiernos anteriores y que hoy ya
no tienen forma de robar del dinero del gobierno porque hay medidas
anticorrupción que lo impiden.
Quienes
desfilaron exigiendo la renuncia de Amlo representan a la derecha de
nuestro país, no sólo están contra Amlo, están en contra del
pueblo de México, en contra de la democracia que llevó a Amlo a la
Presidencia. Estos “manifestantes” representan a quienes
saquearon, robaron y empobrecido a la población mexicana.
No
representan una verdadera lucha popular, es un segmento de nuestra
sociedad que representa a los beneficiarios de la corrupción que
existía en nuestro país. Su lucha no es sólo en contra de Amlo es
en contra del pueblo mexicano que decidió en forma libre y
democrática darle la oportunidad de gobernar a Amlo y Morena y
hasta el momento quienes protestan son los que perdieron la
oportunidad de seguir robando del presupuesto público.
Al
ver los membretes de BOA y FRENA, de manera inevitable viene a mi
memoria la figura del tigre que se utilizó durante la campaña
electoral del 2,018, cuando se afirmaba que si pretendían cometer un
nuevo fraude electoral, despertaría tigre mexicano y arrasaría con
los delincuentes electorales. Juego con mi imaginación y veo a un
gran tigre sentado tranquilo pero atento, viendo como a su alrededor
circula una pequeña viborita que sueña con ser una boa y un pequeño
convoy de vehículos que intenta frenar el funcionamiento del nuevo
gobierno federal.
Ese
tigre representa el moderno Leviatán mexicano, aquella figura que
describió Thomas Hobbes como un gigante que crecía más en la
medida que cuerpos de ciudadanos se fusionaban con él y que
simbolizaba la figura del Estado moderno que sustituyó a la
monarquía, Pero también viene a mi mente la imagen del águila
mexicana devorando a una serpiente y que se encuentra ilustrada en la
bandera mexicana.
Pero
la Boa y Frena serán aniquilados, no por la fuerza del Estado porque
vivimos en un país democrático, sino por la movilización de los
ciudadanos mexicanos en defensa de la democracia y de su Presidente
elegido en forma democrática.
Estos
animalitos amenazan con un “golpe de Estado” en contra de AMLO, en
lo personal la sola expresión golpe de Estado, me hace recordar los
golpes de Estado que sufrió el pueblo Chileno cuando el Presidente
Salvador Allende llegó al poder impulsado por un frente denominado
Unidad popular y fué objeto de un golpe de Estado que encabezó
Augusto Pinochet.
Algo
parecido pasó con el pueblo argentino cuando la Presidenta Maria
Estela Martínez de Perón fue derrocada por un golpe de Estado
encabezado por una junta militar. En ambos casos hubo miles de
muertos, torturados y desaparecidos por los militares que apoyaron el
derrocamiento de un gobierno que llegó al poder legalmente a través
de la vía electoral.
Esas
experiencias ajenas fueron fuente de inspiración para que se formara
en mi persona una actitud de defensa de los derechos humanos y
decidiera a participar en política intentando combatir la opresión,
la violencia institucional y la defensa de los marginados y excluidos
que forman la mayoría de nuestra sociedad.
Cuando
decidí a finales del siglo pasado utilizar la palabra escrita como
instrumento de lucha para participar en la lucha ideológica para
enfrentar la ideología dominante de un gobierno opresor y represivo
como lo fueron los distintos sexenios del Prian, jamás imaginé
escribir para defender a un gobierno legalmente establecido y luchar
en contra de una oposición que intentara derrocarlo.
Fueron
tantos años de estar en la oposición desempeñando un papel de
agente de cambio social que me hacían ver como algo muy lejano el
momento de ver a un gobierno que realmente representara los intereses
del pueblo mexicano. Las continuas frustraciones por los fraudes
electorales fueron muy intensas en su momento pero finalmente, llegó
el momento del cambio social por la vía electoral en el 2,018 cuando
Morena y Andrés Manuel López Obrador conquistaron el poder con un
tsunami de votos que impidió que se consumaran los distintos
intentos de fraude que intentaron
impedir el triunfo de Morena.
Me
llena de orgullo poder decir que pertenezco a aquella generación de
mexicanos que contribuyó al cambio social en México, no solamente a
través de mi voto personal, porque utilicé la palabra escrita
publicando diferentes artículos que no tengo duda alguna que
influyeron en más de una persona para decidirse a votar por Morena.
Cualquiera puede checar mi blog personal y leer los artículos que
publiqué en el primer semestre del 2,018.
Gracias a AMLO, en México logramos un cambio social pacífico por la vía electoral, de haberse consumado un fraude más, el pueblo mexicano no lo hubiera soportado y se hubiera presentado un levantamiento por la vía armada, ese era el nivel del hartazgo popular hacia la dictadura perfecta del Prian. Por eso el triunfo de Morena y Amlo tuvo resonancia mundial, el cambio en México se dio por la vía pacífica, en un ejemplar ejercicio de democracia electoral.
Gracias a AMLO, en México logramos un cambio social pacífico por la vía electoral, de haberse consumado un fraude más, el pueblo mexicano no lo hubiera soportado y se hubiera presentado un levantamiento por la vía armada, ese era el nivel del hartazgo popular hacia la dictadura perfecta del Prian. Por eso el triunfo de Morena y Amlo tuvo resonancia mundial, el cambio en México se dio por la vía pacífica, en un ejemplar ejercicio de democracia electoral.
El
asunto es que después de tantos años de luchar nos encontramos hoy
en México con un Presidente que representa una gran diferencia con
los Presidentes del Prian que lo precedieron, no sólo por la forma
como llegó al poder, sino también por la forma de gobernar, un
gobierno que está beneficiando a las mayorías excluidas.
Por
eso resulta extraño y a la vez no, el ver en México a una
“oposición” que demanda la destitución de AMLO reclamando el
incumplimiento de promesas de campaña, argumentando que existen
demasiados problemas sociales que no reciben atención del gobierno
federal.
La
pobreza estructural, la corrupción sistémica, la impunidad y las
injusticias acumuladas durante años, son las banderas de lucha que
utilizan estas “fuerzas oscuras” que olvidan mencionar que estos
problemas son el resultado de décadas de corrupción e impunidad del
Prian.
Esta
oposición no representa al pueblo mexicano, defiende los intereses
de aquellos que perdieron los privilegios que tenían cuando la
corrupción invadía las estructuras de los tres niveles del sistema
de gobierno mexicano.
Detrás
de estos manifestantes que se expresan conduciendo automóviles de
lujo y tocando bocinas tratando de llamar la atención, se encuentran
los dueños de las grandes empresas que disfrutaban de la impunidad
de no pagar impuestos al sistema tributario.
Se
encuentran aquellos propietarios de los grandes medios masivos de
difusión (televisión, radio y prensa) que estaban acostumbrados a
recibir grandes cantidades del presupuesto de gobierno para callar la
verdad, distorsionar la realidad, silenciar y criminalizar a los que
protestaban por las injusticias, para contribuir con ello a mantener
el control social en una sociedad con gran desigualdad social.
Son
impulsados por los políticos que se enriquecieron por la corrupción
en su gestión como legisladores aprobando leyes que beneficiaban a
intereses particulares y perjudicaban intereses colectivos al mutilar
de nuestra constitución una serie de derechos laborales que fueron
conquistados por la lucha de los trabajadores.
Son
los mismos que se impulsaron reformas laborales y energéticas que
beneficiaron al capital privado nacional y extranjero con la entrega
de los recursos naturales de nuestro país.
Son
impulsados por quienes forman parte de una especie en proceso de
extinción como lo son los Gobernadores Priístas y Panistas que
viven los últimos meses de su existencia y que indudablemente
perderán el poder en las próximas elecciones.
Todos
en su conjunto forman parte de un cártel de delincuencia organizada
que está tomando el poder a nivel mundial implementando políticas
neoliberales que aumentan la desigualdad social, pero que en México
se estrelló con la fuerte voluntad popular que en una histórica
jornada electoral emitieron más de 30 millones de votos apoyando a
Morena y a Amlo para echar al basurero de la historia al Prianismo.
Este
cártel es el “poder corporativo”, un nuevo poder
transnacional que creció después de la extensión de la
globalización, al caer el muro de Berlín e instaurarse la economía
de “libre mercado” a nivel mundial.
Lo
que estamos viviendo es en esencia una lucha por el poder librada por
parte de fuerzas reaccionarias en contra de un sistema de gobierno
electo democráticamente y que mantiene el control político.
Un
gobierno cuyo Estado está recuperando su soberanía en momentos en
los que a nivel internacional la mayoría de los Estados se enfrentan
al divorcio entre la política y la economía y se subordinan a las
fuerzas del Mercado, o lo que es lo mismo, se entregan a los
intereses de las grandes corporaciones que imponen cambios en las
constituciones para eliminar derechos laborales y prestaciones
sociales para proceder a una mayor explotación de los trabajadores y
de los recursos naturales de cada país.
Estas fuerzas oscuras quedaron
en estado de estupor después del triunfo de la democracia en México,
hoy se lanzan a la ofensiva realizando una guerra ideológica en la
que la mentira, la calumnia, el engaño y la provocación son parte
de sus armas.
La
lucha que están realizando en contra de Amlo y el gobierno que
representa, es una lucha en contra de la democracia, es una lucha en
contra de todos los
mexicanos que votamos para lograr un cambio de gobierno en nuestro
país. Es una lucha en contra de las aspiraciones de millones de
mexicanos que todavía están sumidos en la pobreza y la miseria,
porque quieren regresar a los tiempos de corrupción e impunidad.
El
momento histórico que estamos viviendo exige la definición política
de todos los mexicanos, una definición que nos exige elegir entre
seguir en el camino de la construcción de un sistema político en el
cual exista una democracia participativa, una justicia para todos y
el logro de la igualdad social por un lado y por el otro, renunciar
al sueño de construir una realidad más equitativa y regresar a un
pasado oscuro de corrupción, impunidad, desigualdad social,
injusticia, etc.
El
camino es claro, no debemos pensarlo mucho y decidirnos a actuar
manifestando nuestra defensa de un Presidente que llegó al poder
gracias a la voluntad de pueblo mexicano. Esto sólo lo podremos
lograr en la medida que fortalezcamos nuestro sentimiento de
pertenencia a un comunidad, que construyamos una identidad como
sujetos históricos que podemos tomar el timón para mantener el
rumbo de la historia de nuestro país, de la misma forma que lo
hicimos en la jornada electoral del 2,018 cuando derrotamos al Prian
y lo echamos fuera del poder político.
Es
decir, en la medida que aumentemos nuestra participación social en
asuntos de política, que logremos organizarnos para actuar en forma
colectiva y unida, podremos seguir construyendo espacios de
democracia en nuestros centros de trabajo, escuelas y comunidades
para discutir libremente asuntos colectivos y tomar decisiones
conjuntas para lograr a través de nuestra participación social la
solución a nuestros problemas sociales.
El
cambio social en México comenzó con el cambio electoral, pero es
sólo el inicio de todo un proceso de transformación social que
requiere de la participación de todos los mexicanos. El futuro de
las nuevas generaciones está en nuestras manos, la historia de
México no ha terminado, Juntos sigamos construyendo la historia, de
nosotros depende el rumbo que tenga la historia del futuro.
Recordemos las palabras de aquel trabajador mexicano que viajaba en un autobus de transporte urbano en la ciudad de México, junto al cual pasó a caravana de autos protestando contra AMLO, y este trabajador sacando el brazo izquierdo por la ventana les gritó: "Ésta es la fuerza que mueve a México, los trabajadores movemos a México, pinches ridículos"¡
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