martes, 7 de febrero de 2023

                               El vaciamiento de la democracia en México

Oscar Yescas Domínguez

07 de febrero de 2023

Hace tan solo seis años el mundo entero estaba sometido a liderazgos políticos que se basaban en un extremo autoritarismo social para lograr la imposición de medidas neoliberales y este estilo de dirigir en forma autoritaria se extendía a nuestras vidas cotidianas, sobre todo en los ambientes laborales y educativos. En el caso de México, a pesar de varios años de resistencia social expresada en la irrupción de movimientos colectivos que rechazaban las reformas neoliberales, rechazo a la corrupción, reclamando democracia y justicia, la representación social de la política estaba reducida a la política electoral.

Pero a pesar de que un amplio sector de la población mostraba un alejamiento a la política y rechazo a los gobernantes del prianismo, aún así en el discurso oficial se hablaba de que vivíamos en un mundo democrático porque teníamos la libertad de elegir a nuestros gobernantes, pero en cada período electoral se seguían cometiendo fraudes que burlaban la voluntad popular y terminaban por imponer en el poder a candidatos del prianismo que se caracterizaron por una descarada corrupción y por favorecer los intereses de las grandes transnacionales y oligarquías nacionales. La democracia social estaba muerta en la vida cotidiana porque el constante adoctrinamiento de los medios masivos de difusión construyó una percepción social de la misma que se limitaba a la democracia electoral, aún cuando en las jornadas electorales no se respetaba el voto de la mayoría de la población.

La inconformidad por los continuos fraudes electorales fue creciendo con el paso del tiempo y este sentimiento aumentó con el crecimiento de la desigualdad social, con el aumento de la explotación laboral, de la destrucción de la naturaleza y de la corrupción existente en las más altas esferas de los gobiernos, de tal forma que creció hasta llegar a niveles de hartazgo social que se expresó en grandes movilizaciones de sectores sociales que salieron a las calles para luchar por la democracia, por la justicia y por recuperación de derechos perdidos, recibiendo como respuesta la acción violenta de cuerpos represivos del Estado.

Los medios masivos colaboraron con la cúpula del poder para crear una percepción social de condena a los manifestantes e intentaron criminalizar las protestas sociales, pero la inconformidad social era tan grande que la población vio con claridad los intentos de manipulación de estos medios masivos por lo que terminaron sumidos en una crisis de credibilidad y el rating de audiencias de los mismos disminuyó drásticamente.

El nivel de inconformidad social creció con las injusticias de la Guardería ABC, el caso de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, la prolongada huelga de los mineros de Cananea y llegó a niveles de hartazgo social que amenazaba con producir un estallido social violento ante el surgimiento de grupos armados en varios lugares de México, en varias comunidades rurales sus pobladores decidieron tomar las armas para defenderse a sí mismos y a sus familias en contra de la violenta actuación de la delincuencia organizada. De esta manera, surgieron grupos armados que se autodenominaron guardias comunitarias en Estados de Guerrero, Chiapas, Veracruz, Oaxaca, pero también surgieron grupos armados que se autodenominaban abiertamente grupos guerrilleros que luchaban por un cambio de sistema político en México.

En este contexto se presentaron las elecciones presidenciales del 2018 en México y por las razones anteriores se pudo afirmar en aquel entonces, que las mismas representaban la última oportunidad de conseguir un cambio social por la vía pacífica, utilizando la vía electoral como forma de transición de un estilo de gobierno basado en un extremo autoritarismo, a un nuevo régimen social emanado de elecciones libres y orientado a consolidar un Estado donde prevaleciera una auténtica democracia. Las experiencias de fraudes electorales previos, el autoritarismo gubernamental, la agudización de la crisis económica y de la crisis política, crearon un ambiente de inconformidad y hartazgo social, que de haberse presentado un nuevo fraude electoral, la inconformidad social no lo hubiera permitido y sin duda alguna se hubiera presentado un violento estallido social.

Afortunadamente, la enorme participación social de la población mexicana en las elecciones de 2018, permitió evitar los innumerables intentos de fraude electoral y el partido de Morena que se presentaba por primera vez en una contienda electoral representado por Andrés Manuel López Obrador, quien contendía por tercera ocasión en elecciones presidenciales, después de haber sufrido dos grandes fraudes electorales, lograron triunfar de forma clara en aquella histórica jornada electoral.

La derrota del Prian en México, significó la caída de la dictadura más longeva de América latina, la dictadura perfecta del prianismo, que sumaba más de 70 años en el poder, pero sobre todo, representó el triunfo de la voluntad popular, el respeto al voto en una jornada electoral y el triunfo de la democracia en elecciones presidenciales, un triunfo realizado en condiciones difíciles por los innumerables intentos de fraude, que se lograron evitar por la masiva participación del pueblo mexicano.

Un triunfo electoral que sorprendió a los propios mexicanos que vivieron toda una vida de fraudes electorales y el haber logrado hacer respetar la voluntad popular fue motivo de festejo nacional, la noche misma del día de las elecciones y los días posteriores a los comicios electorales. El triunfo de la democracia electoral en México llamó la atención de todo el mundo, no sólo porque significaba el fin de una “dictadura perfecta” que logró que la imagen de México fuera inevitablemente asociada con la imagen de gobiernos corruptos, sino también porque representó el anuncio de que la democracia renació de las cenizas de la corrupción, demostrando que estaba viva y que su resurgimiento dependía de la participación social colectiva y de la unidad en la acción de millones de personas que con una pequeña acción individual, lograron un gran cambio social. En ese sentido, se puede hablar de que el triunfo electoral de Morena y Andrés Manuel López Obrador en México, representó una bocanada de aire fresco en Latinoamérica y el mundo entero, sobre todo en aquellos países que se encontraban todavía sumidos en el autoritarismo de sus gobernantes.

El triunfo en México alimentó la esperanza de construir un mundo nuevo y demostró que el cambio social era posible utilizando medios pacíficos, como lo fue en este caso, la democracia electoral, por lo que sirvió de ejemplo para que en otras naciones que lograron posteriormente triunfos similares utilizando el voto electoral y lograron cambiar el horizonte geopolítico en Latinoamérica: Evo Morales en 2019, Luis Arce en Bolivia al recuperar el poder después del golpe de Estado en este mismo país, Pedro Castillo en 2021, Gabriel Boric en Chile en 2021, Gustavo Petro en Colombia en 2022, Luis Ignacio Lula Da Sila en Brasil en 2022, etc.

La recuperación de la democracia por la vía electoral no ha estado exenta de reacciones de grupos conservadores de derecha y de representantes de los intereses económicos de las grandes transnacionales, porque en fechas recientes se han dado dos golpes de Estado en Latinoamérica, uno para deponer de su cargo a Evo Morales como Presidente en Bolivia y otro con Pedro Castillo en Perú. En el primer caso, la aventura golpista duró poco tiempo, porque el pueblo boliviano se organizó, logró recuperar el poder en nuevas elecciones y poner tras la cárcel a Jeaninne Áñez, quien con la biblia en la mano se autoproclamó Presidenta de Bolivia y desató una feroz represión en contra de quienes se manifestaron en contra del golpe de Estado. En el caso de Perú, Pedro Castillo continúa preso y sigue imperando el autoritarismo policiaco de Dina Boluarte quien se autonombró Presidenta del Perú, en contra de la voluntad popular que sigue tomando las calles a pesar de sufrir una sangrienta represión policiaca que ha dejado como saldo más de 64 muertos, centenares de detenidos y varios heridos. En el caso de Brasil, hubo un intento de golpe de Estado para impedir la toma del poder a Luis Ignacio Lula Da Silva, pero no tuvo éxito porque fue abortado por la lealtad institucional de Jefes militares y representantes políticos.

Estas fuerzas oscuras que manejan la ideología neoliberal, intentan continuar con la imposición de políticas de privatización que violan derechos humanos, saquean las riquezas naturales de los países latinoamericanos, destruyen la naturaleza y provocan la exclusión y marginación económica y social de amplias capas de la población, condenándolas a vivir en condiciones de pobreza extrema.

Mientras que en los países de origen de las grandes corporaciones los políticos se autodenominan “democráticos” y se presentan como “democracias modelo”, en su afán de imponer las políticas neoliberales en el mundo entero, llegan al extremo de acusar de “antidemocráticos” a aquellos gobernantes y países que se niegan a aceptar las políticas privatizadoras y de explotación de recursos naturales por parte de las compañías transnacionales. El neoliberalismo que comenzó como una teoría económica y ha evolucionado hasta convertirse en una ideología que nos conduce a pensar que aquellos gobiernos que no aceptan la soberanía del capital, son gobiernos antidemocráticos y autoritarios.

La premisa de que “todo el poder emana del pueblo y la soberanía popular”, pierde importancia para algunos gobernantes que ceden ante las presiones de las grandes potencias mundiales que con el apoyo de organismos financieros internacionales y terminan por aceptar la imposición de la premisa neoliberal que dice “la democracia tiene que ser conforme al mercado”, decidiendo dejar atrás la soberanía popular que los llevó al poder y optan por gobernar a favor de las grandes corporaciones, mientras que manejan simultáneamente un discurso a favor de la democracia, provocando que éste concepto (democracia) pierda nuevamente sentido y significado para convertirse nuevamente en letra muerta.

¿Cómo es que sucede esto? Podríamos entenderlo si reconocemos que en el contexto de la economía de libre mercado en la que vivimos, los medios masivos de comunicación (que son propiedad privada), cumplen una función importante al difundir la idea de que la opinión pública son las opiniones publicadas a favor de alguna decisión gubernamental o privada, o a favor de algún candidato en época de elecciones. Con estas acciones, los medios masivos de comunicación silencian las voces de protesta, oprimen la disidencia y logran convertirse en instancias de control de la opinión pública mientras manejan la bandera de la libertad de opinión.

También debemos identificar a uno de los participantes más importantes en todas las elecciones que es el poder económico, porque contribuye con financiamiento y apoyo a partidos y candidatos para impulsar una campaña electoral, previo acuerdo de beneficiarse con concesiones de estos candidatos cuando se conviertan en gobernantes. La presencia de este poder es invisible porque los medios masivos de difusión no sólo no la mencionan, sino que participan en su encubrimiento para crear la ilusión de que las elecciones “son limpias y la contienda electoral se realiza en condiciones de igualdad”.

Cuando las masas muestran indiferencia hacia “la política” decepcionados por aquellos políticos que manejan un doble discurso porque dicen gobernar para el pueblo cuando en realidad están actuando a favor de las grandes empresas y se alejan de ella, están renunciando a su derecho a participar en la toma de decisiones de gran relevancia política, están renunciando también a su soberanía como país y aceptando que los recursos naturales que pertenecen a la nación sean entregados al poder económico en la forma de “acuerdos comerciales internacionales”, pero sobre todo, están aceptando un vaciamiento de la democracia porque el pueblo pierde su soberanía y queda indefenso ante el poder económico que adopta la forma del capital.

Cuando triunfó Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del 2018, el pueblo mexicano sintió que finalmente estaba en el camino de la liberación social por haber derribado la dictadura del Prianprd, pero, como en la mayoría de los procesos revolucionarios y movimientos sociales, al interior de Morena ha surgido un nuevo termidor que ha desviado el propósito de la consigna que captó la atención de millones de personas para actuar juntos de manera organizada, unida y colectiva: Juntos haremos historia.

Carlos Marx usó este término (termidor) para describir el apropiamiento de la revolución francesa por parte de la burguesía desplazando al proletariado, León Trotsky lo usó para describir la desviación stalinista de la revolución rusa, en México tuvimos un termidor con el surgimiento del Partido Revolucionario Institucional que desvió el camino de la revolución mexicana a extremos que ya conocemos.

El asunto es que la mayoría de los procesos revolucionarios que logran grandes avances en la transformación del entorno social, terminan por ser contenidos por procesos conservadores encabezados por figuras destacadas dentro del nuevo poder o por intelectuales que redefinen el sentido del movimiento popular, traicionando los principios que dieron origen al mismo al crear una ortodoxia del movimiento revolucionario que transforma las ideas de la revolución, las redefine y procede a legitimar el nuevo poder político con una orientación diferente a los motivos que dieron origen

Este pensamiento legitimador del nuevo poder se convierte en un pensamiento ortodoxo representa a la nueva élite gobernante y se convierte en el nuevo pensamiento dominante que no acepta críticas o cuestionamientos, porque aquellos que se atrevan a cuestionar al nuevo régimen son catalogados de “voceros del viejo régimen”, “reaccionarios” o “agentes desestabilizadores del nuevo orden social”.

En México tenemos un nuevo termidor que está desviando el movimiento de revolución de las consciencias iniciado en 2018 y toma cuerpo en las legiones de elementos procedentes del Pri, Pan, Prd que han tomado el poder al interior de Morena ocupando posiciones clave en la dirección del partido en el poder. Estos elementos oportunistas conocidos popularmente como “Chapulines políticos”, en su lucha interna por conquistar el poder del partido y en su ambición de ocupar puestos de alto mando en las estructuras del Gobierno mexicano en sus tres niveles, han desplazado a auténticos militantes de Morena, han provocado un alejamiento del partido en el poder de los movimientos colectivos que continúan en pie de lucha, han ignorado las demandas de la población que los llevó al poder y se han negado a realizar elecciones internas para elegir candidatos a puestos de elección popular.

Mientras que a nivel internacional se siguen presentando resistencias a la implementación de políticas neoliberales y luchando por conquistar una verdadera democracia que consiste en la participación colectiva en la toma de decisiones relevantes para la mayoría de la población, en México estamos retrocediendo por la acción del termidor que se ha apoderado de Morena porque ante la cercanía de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en México en el 2024, la dirigencia de Morena intenta manipular la opinión pública al presentar a ciertos personajes como pre-candidatos presidenciales, manejando la idea de que dichos nombres surgieron como resultado de encuestas realizadas y se perfilan como los que tienen más popularidad o mayor aceptación de la población. Quienes dirigen al partido que llegó al poder mediante la democracia electoral, actúan negando su esencia original al negar la realización de ejercicios de democracia interna para seleccionar candidatos a puestos de elección popular en las elecciones presidenciales del 2024 y pretenden engañarnos nuevamente con el truco sucio que utilizaron en el 2021, al usar las encuestas para seleccionar a candidatos de elección popular, con el argumento de que son métodos científicos de selección de candidatos. Ahora resulta que quienes se encuentran disfrutando del poder, pretenden eternizarse en el mismo y llegan al extremo de pretender decirnos por quien debemos votar en las elecciones del próximo año.

Es evidente que los partidos del Pri, Pan, Prd y demás corifeos del régimen del prianismo se encuentran desgastados, rodeados de desconfianza, incredulidad y enfrentan un rechazo social por representar a quienes en el pasado realizaron prácticas de corrupción, injusticias y antidemocracia. Por estas razones, la mayoría de la población mexicana no desea un regreso de estos partidos, porque representan a una delincuencia organizada que hizo mucho daño al país y este rechazo popular le da una gran ventaja a Morena para obtener el triunfo electoral el año que entra.

Pero, si la direcciones nacionales y estatales de Morena insisten en negar la participación de sus militantes en la elección de los candidatos que contenderán para puestos de elección popular, corren el riesgo de que suceda lo acontecido en la capital sonorense en las elecciones del 2021, cuando el autoritarismo de Alfonso Durazo, en aquel entonces candidato de Morena, quien hoy ocupa el cargo de Gobernador, intentó imponer la reelección de Célida López como Presidenta municipal de Hermosillo ignorando el repudio de la ciudadanía hermosillense hacia esta persona por su mal manejo del gobierno en los años 2018-2021 y por ese empecinamiento, Morena recibió un voto de castigo, por lo que pasó a ser debut y despedida en la capital sonorense porque recibió un voto de castigo en su contra y el candidato del Pan ganó las elecciones.

Es indudable e incuestionable que Andrés Manuel López Obrador ha impulsado grandes programas de combate a la corrupción y de bienestar social que han favorecido a una gran cantidad de la población. También está fuera de duda que AMLO tiene la capacidad de convocatoria para movilizar a millones de personas. Pero, por otro lado, no se puede negar que la pobreza continúa creciendo, que sigue aumentando la distancia abismal entre pobres y ricos, así como que también es cierto que funcionarios del Gobierno federal y de gobiernos estatales se están enriqueciendo con el presupuesto público al recibir sueldos mayores a los que percibe el propio Presidente, mientras que los trabajadores de los diferentes niveles del gobierno en nuestro país, perciben sueldos bajos y en consecuencia, cuando se jubilan reciben pensiones bajas.

Representa una verdadera contradicción que en varios países latinoamericanos estén regresando al régimen del sistema universal de pensiones, abandonando las afores, mientras que en México, el propio gobierno apoya la privatización de las pensiones. La llamada Cuarta Transformación no ha realizado reformas estructurales que permitan el regreso de los derechos eliminados por reformas neoliberales impulsadas por el prianismo, los programas de bienestar social corren el riesgo de desaparecer si toma el poder un partido que no sea Morena y es precisamente ese peligro es el que se utiliza como amenaza para invitar a la población a que vote por Morena en las próximas elecciones, para mantener el gobierno de la “cuarta transformación”.

Lo que también es claro para la población también es que AMLO no es Morena y viceversa, Andrés Manuel es el Presidente mexicano que tiene más aceptación popular en la historia del país, su popularidad, lejos de disminuir ha ido en ascenso, pero Morena presenta una situación distinta, porque ha cambiado mucho en estos cuatro años que tiene en el poder y este cambio, lejos de mejorar, presenta una gran descomposición interna, tan grave que la forma de gobernar en varios Estados del país, ha provocado grandes decepciones en varios Estados de la república y esto se reflejó en las elecciones del 2021 al disminuir el número de votos a su favor.

Morena ha dejado de ser el partido de la esperanza, la consigna Juntos haremos historia ha quedado en el olvido, los dirigentes de Morena se han distanciado de los movimientos colectivos y de la población mexicana. La promesa de combatir la corrupción está siendo olvidada y en algunos casos se actúa protegiendo a quienes incurrieron en actos de corrupción durante el prianismo, como sucedió con Claudia Pavlovich a quien Andrés Manuel López Obrador la protegió otorgándole el nombramiento de Cónsul de México en Barcelona, España.

Morena dejó de ser movimiento social se distanció del pueblo mexicano y los funcionarios de alto nivel del nuevo gobierno ignoran los reclamos de la población cuando exigen justicia o democracia y sólo se acercan a los ciudadanos en período de elecciones para solicitar el voto a favor de un candidato que será elegido por el Presidente o la cúpula en el poder.

En vísperas de las elecciones presidenciales del 2024, la Dirección Nacional de Morena pretende usar la misma fórmula de las encuestas para seleccionar candidatos y promueven la candidatura de Claudia Scheinbaum, a quien según afirman, las encuestas la colocan en el primer lugar de “las preferencias del electorado” y en algunos actos se le recibe ya con el grito de “Presidenta, Presidenta”. La opinión de los militantes de Morena y de la población mexicana se intenta ignorar argumentando que se debe presentar un frente unido para no permitir el regreso de la oposición conservadora y reaccionaria conformada por el prianismo y representantes del capital privado. Todas estas acciones representan un vaciamiento de la democracia en momentos en los que, a nivel internacional, se están dando grandes luchas para recuperar derechos perdidos, en contra de medidas neoliberales, reclamos de justicia y democracia.

El pueblo mexicano necesita terminar con el vaciamiento de la democracia que están provocando las prácticas autoritarias del partido que hoy se encuentra en el poder y proceder a democratizar la democracia para reasignarle el significado original que obtuvo cuando surgió en la historia de la humanidad por la necesidad de encontrar un equilibrio entre la diversidad de opiniones existentes dentro de un conglomerado social.

Durante décadas hemos sido engañados al decirnos que vivíamos en gobiernos democráticos y el argumento principal para convencernos era que se nos permitía elegir a nuestros gobernantes, pero que ¿pasa después de las elecciones? La democracia en su sentido original significa un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

Después de más 4 años de gobierno de Morena, no ha realizado ninguna acción de educación política con el pueblo mexicano que sigue percibiendo que la democracia se limita a una democracia electoral en la que la población sólo tiene participación política a través de un voto electoral y después regresa al ámbito de lo privado y deja a los políticos “hacer su trabajo”, al reducir el significado de la democracia a la participación electoral estamos asesinando a la democracia porque la democracia debe ser un estilo de vida y no sólo ejercicios electorales periódicos. Son más de cuatro años de disposición al cambio de parte de la población mexicana que han sido desperdiciados y en muchos casos, tiende a desaparecer por las constantes decepciones de los gobiernos de Morena a lo largo y ancho del país que provocan alejamiento de la política de amplios sectores de la población.

Hasta el momento hemos sido gobernados por el sistema de la democracia representativa que históricamente ha favorecido a la clase en el poder, en la medida de que la toma de decisiones relevantes se da al interior de pequeños grupos que que forman parte de instancias de representación popular, en donde se toman decisiones que afectan los intereses de la población al beneficiar a intereses particulares, por lo que puede decirse que este tipo de democracia ha demostrado su fracaso como forma de gobierno porque en realidad no representa a la población y la creciente participación social en movimientos colectivos que están surgiendo en el ámbito internacional nos muestra que se encuentra en la etapa final de su vida.

En su lugar se está construyendo desde abajo una democracia participativa, en la que los integrantes de las comunidades sociales ven como algo necesario la participación en política para encontrar la solución a sus problemas. Ante el vacío de liderazgo que presenta la crisis de Morena como institución política, surgen movimientos ciudadanos colectivos, integrados por ciudadanos que no pertenecen a ningún partido y buscan construir organizaciones autónomas de ciudadanos que contribuyan a lograr un equilibrio social, participando como un cuarto poder en la vida social que contribuya a construir una verdadera democracia social. En la medida que aumenta la participación social, se fortalece la democracia participativa y los partidos políticos que se alejaron de la ciudadanía, pierden sentido y futuro porque disminuye su base de apoyo social.

Para construir una verdadera democracia necesitamos incentivar la participación ciudadana en asuntos de interés público y de relevancia social en la toma de decisiones, a esto se conoce como democracia participativa en la que los ciudadanos actúen como sujetos políticos desde el interior de sus comunidades, realizando reuniones vecinales, comunitarias, expresando sus opiniones personales en una discusión colectiva en el cual analicen su situación social, identifiquen los problemas más relevantes que les están afectando, tomen decisiones bajo consenso y construyan conjuntamente estrategias para enfrentar los problemas previamente detectados.

La búsqueda de la democracia como forma de gobierno sigue siendo el motor que impulsa el surgimiento de diversos movimientos sociales a lo largo y ancho del mundo entero, que presentan una gran resistencia en contra del autoritarismo de sus gobiernos y de la implementación de políticas neoliberales. Francia, Inglaterra, Perú, Bolivia, Colombia, Brasil, entro otros países muestran el camino a seguir en la lucha por la defensa de los derechos de los trabajadores y la construcción de la democracia participativa.

En México existen movimientos colectivos que siguen presentando resistencia a la implementación de políticas neoliberales, luchan por la democracia y por la recuperación y defensa de derechos laborales, lo que contradice el discurso oficial de la existencia de una Cuarta Transformación y de un “humanismo mexicano”. A pesar de tener una gran capacidad de convocatoria, Andrés Manuel López Obrador, no ha convocado a la aprobación de contrarreformas que recuperen los derechos perdidos por los trabajadores en los regímenes prianistas, no ha combatido a fondo la corrupción de gobiernos anteriores y al contrario, ha protegido a figuras como Claudia Pavlovich ex-Gobernadora de Sonora de investigaciones en su contra dándole inmunidad diplomática como Cónsul de México en Barcelona. Los intereses de las corporaciones transnacionales y de la oligarquía local siguen siendo siguen siendo protegidos por las instituciones creadas por el prianismo (Poder Judicial de la Federación, Secretaría del trabajo, Instituto Nacional Electoral, etc.) y la democracia en México sigue siendo un anhelo del pueblo mexicano.

Para terminar con el vaciamiento de la democracia en México, la ciudadanía debe empezar a creer en sí misma y participar en el concierto mundial de voces emanadas por participantes de movimientos colectivos que están enfrentando una lucha en contra del neoliberalismo, por la recuperación reconociendo que el trasfondo de la crisis que padecemos en México es la crisis del capitalismo como sistema social y esta consideración nos empuja a romper la pasividad social y terminar con el alejamiento de la política.

La renovación y saneamiento de las instituciones políticas y gubernamentales en México, no provendrán de la acción de un sólo hombre, porque sólo podrá lograrse a través de la participación de los trabajadores en forma organizada y colectiva. La consolidación de la democracia social requiere de la creación de nuevas instituciones que, como toda creación humana, deben ser producto de la participación colectiva impulsada por la movilización del pueblo trabajador.

El pueblo mexicano debe tomar consciencia de su historicidad, es decir, de su capacidad para hacer historia, cambiando el rumbo de los acontecimientos a través de su participación social y proceder a la democratización de las organizaciones a las que pertenecen, sean Asociaciones civiles, movimientos ciudadanos, sindicatos de trabajadores organizados o militantes de Morena. Es evidente que la población mexicana experimenta un fuerte rechazo a volver hacia atrás, presenta una gran resistencia al regreso del prianismo, pero al mismo tiempo, experimenta una gran inconformidad con el funcionamiento actual de Morena como partido en el poder, ya que desea una verdadera transformación social de la estructura, cultura y funcionamiento del Gobierno mexicano.

En esa línea de pensamiento diversos movimientos colectivos enarbolan banderas de lucha con las siguientes demandas:

  • Rechazo a las concesiones mineras

  • Defensa del derecho de huelga

  • Derecho a la estabilidad en el empleo después de 6 meses

  • Retorno al sistema de solidaridad en las pensiones

  • Rechazo al uso de las UMAS en el pago de las pensiones

  • No a la entrega del agua y recursos naturales a empresas transnacionales y privilegiar su uso para consumo humano

  • Rechazo al aumento de la edad de jubilación

  • Aumento salarial de emergencia

  • Solución a la huelga de los mineros de Cananea

  • Disminución del sueldos a funcionarios de alto nivel en la estructura de gobierno de los tres niveles

La democracia en su sentido original significa un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. No debe limitarse su práctica a las jornadas electorales y debe formar parte de nuestro estilo de vida, tanto en el ámbito público como en el privado, en la vida familiar  en los ambientes laborales. 

Para terminar con el vaciamiento de la democracia en México y construir una verdadera democracia, necesitamos incentivar la participación ciudadana en asuntos de interés público y de relevancia social, participar en la toma de decisiones que contribuyan a su solución. A esto se conoce como democracia participativa en la que los ciudadanos actúen como sujetos políticos desde el interior de sus comunidades, realizando reuniones vecinales, donde los participantes sientan la libertad de expresar sus opiniones en el marco de una discusión colectiva, analizando la situación social, identificando los problemas más relevantes, tomando decisiones bajo consenso y construyendo en forma conjunta estrategias para enfrentar los problemas detectados y luchando unidos construyendo una nueva identidad social como agentes de cambio social. AMLO ha dicho una y otra vez: "sólo el pueblo, salvará al pueblo". La solución a los problemas sociales que afectan a la población, sólo podrá realizarse cuando la población actúe en forma unida, organizada y colectiva, retomando la vieja consigna con la que Morena llegó al poder y que hoy quienes se encuentran disfrutando del poder han olvidado: Juntos haremos Historia. 

Alguien podría preguntar en este punto: ¿Cuál es el papel de quienes hoy son diputados y senadores en la construcción de la democracia participativa? Si alguien puede responderla, su aportación será bienvenida.

Yescas, Oscar: Acerca del método de las encuestas utilizado en política

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Yescas, Oscar: ¿Democracia por encuestas?

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Yescas, Oscar El agente de cambio social

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Yescas, Oscar: Horizontes de un paradigma emancipatorio

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Yescas, Oscar: En busca de la política

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Yescas, Oscar: La política detrás de la política

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Yescas, Oscar: La democracia y los partidos políticos

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Yescas, Oscar; Un parto placentero: la creación del Frente Estatal de Jubilados de Sonora

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Yescas, Oscar: Contra el autoritarismo y por la democracia participativa

https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/10/contrael-autoritarismo-y-por-la.html

Yescas, Oscar: La Cuarta Transformación en Sonora

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