El lado inmoral de la política
Oscar Yescas Domínguez
14 de octubre de 2,020
En toda sociedad existe una dinámica conformada por diferentes fuerzas sociales que luchan entre sí, unas fuerzas intentan cambiar el estado actual del sistema, mientras otro tipo de fuerzas intentan mantener el sistema ya instituido y socialmente aceptado. Esta dinámica se observa en la mayoría de países que integran nuestro planeta, si no es que en todos. En el contexto de la globalización y neoliberalismo que padecemos, por lo regular las fuerzas institucionalizadas defienden un orden que se basa en la corrupción, que produce desigualdad social, genera injusticias y mantiene la impunidad. Mientras que las fuerzas impulsoras del cambio actúan realizando acciones contrainstitucionales para subvertir lo establecido y lograr un cambio social que permita construir un nuevo orden social en el cual exista democracia, justicia e igualdad social.
En México asistimos a este choque de fuerzas de una manera diferente al como se da en el resto del mundo, en el caso mexicano las fuerzas impulsoras del cambio social lucharon contra aquellas fuerzas que intentaban mantener un régimen de corrupción, injusticias e impunidad, triunfaron de una manera exitosa en las pasadas elecciones presidenciales del 2 de julio del 2,018, cuando Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) lograron un triunfo arrollador acumulando más de 30 millones de votos a su favor. Con ese triunfo las fuerzas que lograron el cambio social se convirtieron en las fuerzas que defienden el cambio establecido con el uevo gobierno.
Fue tal la magnitud de la participación ciudadana en estas elecciones que impidieron que se cometiera un fraude electoral más en la historia de México y sorprendieron al mundo entero al demostrar que la democracia es posible a pesar del ambiente de autoritarismo que prevalecía en el ámbito internacional. Las denuncias de compra de votos, exhibición de bodegas con urnas llenas de boletas electorales marcadas a favor del Pri días antes de las elecciones, documentadas a través de videos, fotografías y testimonios, la presencia de observadores internacionales, etc., impidieron el fraude electoral y el cambio político se dio de una manera pacífica y segura, el Prian no tuvo otra que aceptar y entregar el poder, porque si insistía en el fraude el hartazgo social vaticinaba una revuelta popular violenta en su contra.
A casi dos años de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de México, la mayor parte de sus promesas de campaña han sido cumplidas y como Presidente ha cumplido su palabra de combatir la corrupción, mantener un manejo austero del gobierno, la transparencia en el manejo de las finanzas públicas y la implementación de programas de atención pública a sectores desprotegidos (aumento a pagos de pensionados, becas para estudiar a jóvenes, etc.). Tales acciones han aumentado el apoyo popular hacia su gobierno, lo cual se refleja en cada una de sus apariciones públicas en las constantes giras de trabajo que realiza por territorio mexicano.
Por eso digo que en México vivimos una situación distinta a la del resto del mundo, porque actualmente las autodenominadas “fuerzas impulsoras del cambio” son en realidad fuerzas reaccionarias que intentan volver al pasado, alimentadas por quienes perdieron los privilegios que disfrutaban en gobiernos anteriores a través de un entramado de corrupción que poco a poco se ha ido desmantelando. Estas fuerzas provienen de la derecha y desean retornar a un pasado que privilegiaba a unos cuantos en perjuicio de las mayorías, por eso no están callados, han estado realizando una serie de acciones que intentan opacar al gobierno, distorsionando la información, creando membretes de organizaciones que afirman tener miles de seguidores y reclaman la renuncia de uno de los Presidentes más queridos en la historia de México.
Las fuerzas que luchan por todos los medios para cambiar el estado actual de las cosas provienen de la derecha política de nuestro país, representan a la oligarquía financiera que perdió una fuente inagotable de ingresos. Estas “fuerzas impulsoras del cambio”, se enfrentan a otras fuerzas que representan al Gobierno mexicano, las fuerzas que representan a un gobierno institucionalizado, legítimo y que en verdad representa realmente al pueblo mexicano, porque se puede afirmar que una característica singular de los tiempos que vivimos, es que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene una real conexión con el pueblo mexicano, que lo reconoce como su presidente legítimo y lo respalda abiertamente defendiéndolo de los ataques en su contra, porque estamos viviendo un momento histórico en el cual cualquier ataque a nuestro Presidente se puede considerar como un ataque al pueblo mexicano.
Esta lealtad a nuestro presidente no impide el ejercicio de la crítica social a su gobierno y hacer señalamientos oportunos cuando sea necesario, pero en momentos en los que estamos frente a una guerra sucia no reconocida en contra de un Presidente que llegó al poder en unas elecciones democráticas y que cuenta con apoyo popular, la unidad de los mexicanos en defensa de nuestro gobierno es un acto imprescindible y necesario. Por otro lado, es necesario reconocer que Andrés Manuel López Obrador ya no es Morena, ni Morena es Andrés Manuel López Obrador. Mientras que Amlo ha crecido en estos dos últimos años, Morena ha perdido la unidad y el apoyo popular con el que inició el sexenio porque está sumido en luchas internas por el poder y pagando el costo de incluir en sus filas a elementos del Prianprd, así como a personalidades públicas reaccionarias y conservadoras.
Precisamente, en esta guerra contra el gobierno mexicano, la derecha está utilizando a una figura pública de dudosa calidad moral como lo es Lily Téllez, quien llegó a ocupar el cargo de Senadora representando a Morena en Sonora. Sin militancia política alguna, de trayectoria laboral como periodista y conductora de televisión aceptó sin recato alguno contender representando a Morena (un partido con ideología contraria a su personal forma de pensar), en unas elecciones cuyo triunfo ya estaba vaticinado por las encuestas de opinión.
Su oportunismo político e ideología conservadora y de derecha no tardó en exhibirla al expresarse en contra de temas como el aborto, olvidando que como Senadora su opinión personal es irrelevante y que debería actuar como portavoz de sus representados. Tampoco tardó en abandonar la bancada de Morena, para declararse independiente y posteriormente afiliarse al Pan, un partido de derecha, llevándose consigo las canonjías, privilegios, ingresos y recursos de los cuales dispone como Senadora, para tomar decisiones “a nombre del pueblo de Sonora”, sin consulta alguna con quienes dice representar, lo cual es realmente inaceptable desde un punto de vista moral, ético y político, porque en su corta trayectoria como política, traicionó al partido que la postuló, ignora a quienes le dieron su voto para representar a Morena y se alió con quienes contendió en las pasadas elecciones y representan un pasado de corrupción, impunidad e injusticias para el pueblo mexicano. Por esos motivos la sola presencia de Lily Téllez en el Senado de la República resulta molesta para los mexicanos en general y para los sonorenses en particular, porque no debería estar allí, ostentando el cargo de Senadora representando al pueblo de Sonora.
Esta persona sin calidad moral ni integridad personal es la elegida en estos momentos por la derecha mexicana para hacer el trabajo sucio de atacar a un funcionario público que en los últimos seis meses se ganó el respeto y reconocimiento de millones de mexicanos por su profesionalismo, conocimientos, paciencia y cortesía en el manejo de la pandemia del Covid-19 en México: el Doctor Hugo López Gatell.
En una intervención digna de una “reina del drama” Téllez intentó humillar a Gatell usando cifras manipuladas de afectados por la crisis del covid-19 en México, con las que intentó refutar las cifras oficiales. En el video de su intervención se puede observar a través de su lenguaje corporal cómo mostraba sentimientos de odio y desprecio mientras le decía epítetos como ciego, demente y mentiroso, mientras expresaba rabia y destilaba veneno en cada una de sus palabras.
Su intervención quedó muy lejos de ser una interpelación política entre adversarios, el uso de frecuentes alzas en el tono de voz revelaban un dramatismo innecesario e impertinente en una tribuna política, las miradas de reto que dirigía al SubSecretario de Salud resultaron realmente exageradas y resultaban en verdad patéticas en alguien acostumbrada a estar en los reflectores, frente a las cámaras de televisión. Intentó culpar a López Gatell de la enorme tragedia que viven en México los familiares de fallecidos del covid y los pacientes del mismo virus, ocultando la realidad de que el incremento de los casos de contagio y fallecimientos por, fueron resultado de la irresponsabilidad social de millones de mexicanos que ignoraron las constantes advertencias, instrucciones y sugerencias que López Gatell realizó en sus frecuentes comparecencias ante la prensa nacional e internacional.
Culpar a una persona del comportamiento irresponsable de millones de mexicanos que no guardaron distancia, que no usaron cubrebocas, que no se quedaron en casa en momentos críticos de la pandemia, es ocultar la enorme desigualdad social creada por los regímenes del pri y del Pan y que obligaron a salir de sus casas a millones desempleados, subempleados porque no tenían para comer.
Intentar culpar a la persona que ocupa un cargo de funcionario público del comportamiento irresponsable de una buena parte de la población, lleva la intención oculta de culpar al gobierno que este funcionario representa, es decir, detrás de estas acusaciones a López Gatell está el intento de desacreditar el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, para disminuir su credibilidad y apoyo popular.
¿Quién le dio el poder para realizar estos actos de drama en la Cámara de Senadores: ¿Alfonso Durazo?, ¿los militantes de Morena?, ¿quienes votamos por Morena en la fórmula 5 de 5? Muchas preguntas sin responder quedan acerca de cómo obtuvo la nominación para ser candidata a Senadora por Morena, lo cierto es que Lily Téllez representa actualmente una carga y una mancha para Alfonso Durazo (ExSecretario Particular del exPresidente Vicente Fox, actual Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana en el gabinete de Amlo y posible precandidato al Gobierno de Sonora en las elecciones del próximo año), porque morenistas de Sonora aseguran haber sido desplazados en la decisión de elegir candidato a Senador por Sonora y que fue Alfonso Durazo quien tomó la decisión de ofrecer la candidatura a Lily Téllez.
Lo cierto es que una vez más hemos sido burlados y vemos en la tribuna de la Cámara de Senadores a gente de la calaña de Lily Téllez hablando en su carácter de Senadora por Sonora, cuestionando, insultando, intentando ridiculizar a la persona que a lo largo de la crisis del covid-19 ha mostrado un gran profesionalismo, paciencia y gran conocimiento en el manejo de la actual pandemia. La agenda oculta de su intervención era cuestionar al gobierno del cual forma parte López Gatell, servir de ariete político en la guerra sucia contra del gobierno de AMLO.
Su trayectoria previa la descalifica, no tiene autoridad moral para tomar la palabra en la Cámara de Senadores, porque traicionó al partido que la llevó a ocupar la curul de senadora y traicionó a quienes dimos el voto a Morena votando por ella. Su actuación en la Cámara de Senadores es realmente cuestionable y habla mucho de su condición como ser humano y sujeto político. El insulto, la alteración de cifras, el engaño, la actuación dramática, los gritos fueron las armas que utilizó. Quien ocupa un cargo de representación popular para prestarse a intereses reaccionarios actuando de forma cuestionable, merece un cuestionamiento público. Líly Téllez representa el lado inmoral de la política en México. No debería estar ocupando ese lugar, creo que miles de sonorenses coincidimos al decir: ¡Lily Téllez no me representa en la Cámara de Senadores.
Detrás de Lily Téllez se encuentra la derecha política, los grupos conservadores y la oligarquía económica que perdieron los privilegios que disfrutaban bajo la dictadura perfecta del prian y desean regresar a aquellos tiempos en los que imperaba la corrupción, el desvío de cantidad multimillonarias del presupuesto público para sus cuentas privadas.
Estas “fuerzas impulsoras” quieren llevarnos por la senda de un cambio, no para lograr el bienestar social, sino al contrario, para seguir robando del presupuesto de la nación, seguir saqueando las finanzas públicas en perjuicio de la población mexicana. Para lograrlo, necesitan generar desestabilización social, inconformidad social, disminuir el apoyo popular y la credibilidad de los mexicanos hacia el actual gobierno.
Son fuerzas ocultas que no les interesa la nación, para ellos el dinero no tiene patria, mucho menos en tiempos de globalización financiera. Forman parte y tienen alianzas internacionales con grupos de derecha que en otros países han organizado golpes de Estado para derrumbar gobiernos elegidos democráticamente. Chile es un ejemplo claro de cómo la derecha derrumba a un presidente elegido a través de elecciones democráticas.
No debe subestimarse el peligro de una experiencia similar en México, la derecha intenta derrocar a un Presidente que fue electo por millones de mexicanos para gobernar seis años y no menos. Que sigan pidiendo su renuncia porque los mexicanos no lo permitiremos, son momentos de definiciones políticas, cada ciudadano debe identificar el vínculo entre su vida privada y las políticas públicas. Todos debemos reaccionar, tomar partido en esta guerra sucia y defender un sistema de gobierno democrático que vino a terminar con el saqueo de los recursos de la nación.
En este choque de fuerzas que tiene lugar en México, debemos recordar el grito de aquel trabajador mexicano que viajaba en un autobus urbano y que vio pasar a la caravana de autos de gente rica pidiendo la renuncia de López Obrador: “No se hagan pendejos, los trabajadores somos los que movemos a México”, mientras sacaba su brazo izquierdo enseñando su bíceps por la ventanilla del autobús. Hoy se requiere de que cada mexicano exprese su punto de vista sobre lo que está aconteciendo en la vida política del país, que tiene un impacto en la vida privada de cada ciudadano. La respuesta a las provocaciones de quienes actúan de forma inmoral en la política mexicana, debe ser la de un rechazo total, sobre todo de aquellos que no nos representan y actúan a nuestro nombre. ¡no en nuestro nombre¡ ¡Lily Téllez no nos representa¡
Cada mexicano tiene la obligación moral de defender al gobierno democrático que nos ayudó a echar abajo la tiranía del prian que hoy amenaza con regresar. El verdadero cambio se encuentra en el cambio de nuestro comportamiento, debemos dejar de ignorar la política y construir nuestra identidad como agentes de cambio social para construir autonomías individuales, sin las cuales la democracia no es posible. Hoy debemos fortalecer el proceso de cambio que inició con el cambio de poder político en el 2,018, con el cambio de una democracia representativa que es lo que permite comportamientos como los de Lily Téllez, por una democracia participativa, en la cual a través del incremento de nuestra participación social, cada legislador se vea obligado a consultarnos antes de tomar alguna decisión en la Cámara de Diputados o en la Cámara de Senadores. Los mexicanos debemos valorar que tenemos un gobierno democrático que habitantes de otros países quisieran tener en el suyo. No debemos permitir que nos arrebaten la democracia que hemos elegido mayoritariamente. La defensa de la democracia es responsabilidad colectiva.
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