Libertad
individual vs. Control social
Oscar
Yescas Domínguez
18
de junio de 2,020
La
muerte tocando a nuestras puertas
El
pico de la curva se ve tan lejano
La
libertad individual y el aprendizaje social
El
liderazgo situacional en tiempos de crisis
Libertad
individual versus control social
Conclusiones
La
muerte tocando a nuestras puertas
En
estos días en los que la muerte nos rodea y es una constante amenaza
para todos, la muerte de una persona en particular podría perder
importancia en el mar de información que nos llega cada día y que
incluye las noticias de fallecimientos varios.
Pero
hay dos notas informativa que llamaron mi atención, la primera era el
aviso de la muerte por covid-19 de un trabajador del servicio de
recolección de basura del ayuntamiento de Hermosillo y el
aislamiento de otros seis trabajadores de la misma área
diagnosticados como positivos asintomáticos.
Sinceramente
no sé quien fue la persona que falleció, desconozco su identidad,
pero su muerte me conmovió porque conozco a quienes recogen la
basura de mi domicilio y reconozco el
trabajo pesado y cansado que hacen sin importar las altas
temperaturas del medio ambiente y en ocasiones sin contar con el
equipo adecuado para hacerlo y mucho menos contando con equipo de
protección para prevenir el contagio del covid. Me refiero a que no
siempre usan cubrebocas, o guantes, a pesar de que tienen contacto
con todo tipo de desperdicios.
Con
estos trabajadores que recogen la basura de mi casa he construido un
vínculo más allá de la simple formalidad de sacar mi basura a
tiempo debidamente guardada en bolsas, colocada en un bote de basura
y rociado éste con desinfectante a petición de ellos por esta
pandemia. Me
consta que los trabajadores de esa área son responsables,
comprometidos con su trabajo y siempre han sido amables, al grado de
que cuando he olvidado sacar la basura de mi casa me tocan el timbre
y han sido tan gentiles de esperarme a que salga corriendo para sacar
mi basura.
A manera de reconocimiento a su diligente labor y
gentil trato para conmigo y mi familia, con frecuencia les regalo
botellas con agua ( hace tiempo que dejé de consumir botellas de
agua para evitar crear mas basura de plástico y sólo las compro
eventualmente para obsequiarlas a estos trabajadores), en ocasiones
les he obsequiado calzado, ropa usada (y también nueva) e
invariablemente en el día del trabajador de limpia pública, les
obsequio una cantidad de dinero en efectivo. Tengo años haciendo
esto, ellos me conocen y yo los conozco a ellos al grado de reconocer
cuando viene un trabajador nuevo porque no es cara conocida.
Algunas
personas quizá menosprecien a otras por el tipo de trabajo que
desarrollan, aprendí de mis padres que todo trabajo honrado que nos
permite generar un ingreso y mientras se haga en forma responsable y
con cortesía es de respetarse. Nadie debe ser excluido o
menospreciado por la actividad que realizan para ganarse la vida, así
que no hago diferencia alguna entre quienes dan clases en una
universidad o aquellos que recogen la basura de nuestras casas.
Bueno,
confieso que podría decir que sí veo diferencias en estos dos
ejemplos de trabajo porque he conocido maestros universitarios actúan
como “divas académicas” y menosprecian a los que no
tienen títulos académicos actuando con soberbia, mientras que los
trabajadores de la limpieza que he conocido podrían dar clases de
cortesía, respeto, humildad y relaciones humanas a los primeros.
La
otra nota informativa fue la del deceso de un trabajador de la Planta
Ford en Hermosillo en la segunda semana de este mes, su muerte
cuestiona la validez de la decisión que tomaron nuestras autoridades
federales y estatales de permitir la apertura de centros de trabajo
en los días más peligrosos de la pandemia, lo cual permitía
predecir que algunos trabajadores fallecerían por estar en contacto
con otros en espacios cerrados. Nuestro gobierno cedió a las
presiones de priorizar la economía y autorizó la apertura de la
industria automotriz, minería y construcción y aquí tenemos los
primeros resultados la muerte de un obrero de la Planta Ford, a la
cual sin duda alguna se sumarán otras más adelante.
Como
siempre, los más desprotegidos son los más afectados en nuestra
sociedad y nos queda claro que el quedarnos en casa atendiendo las
insttrucciones de las autoridades sanitarias es hoy un privilegio de
clase. Al parecer sólo nosotros podremos protegernos de la muerte y
la única forma hasta el momento es quedarnos en nuestras casas
aquellos que podamos hacerlo, porque la muerte circula por nuestras
calles en forma invisible tocando puertas insistentemente y no
debemos abrirla, no debemos salir de nuestras casas si no queremos
estar envueltos en la tragedia de perder la vida o la de algún ser
querido.
El
pico de la curva se ve tan lejano
La
muerte de estas personas se da en el contexto de un incremento
considerable de la curva de contagio en el mundo entero y México no
es la excepción. A pesar del optimista pronóstico inicial de
nuestras autoridades sanitarias todavía no logramos llegar al pico
de la curva (que significa que el número de contagios diarios
comenzaría a disminuír), porque el informe diario del estado del
covid-19 en nuestro país indican que las cifras de contagio siguen
aumentando cada día sin parar y esto lo podemos comprobar al ver que
tan solo hace tres días el martes 16 de junio se registraron 4,599
casos de personas que se contagiaron del covid, mientras que el día
siguiente el miércoles 17 la cifra aumentó a 4,930 contagios, y
ayer jueves 18 de junio se disparó la cifra a 5,662 casos
registrados en un solo día. Este incremento diario de las cifras es
lo que realmente preocupa porque se ve muy distante el llegar al
momento en el que lleguemos al pico de la curva de contagio, ya que a
pesar de toda la información disponible acerca de cómo evitar el
contagio las cifras de personas contagiadas aumentan cada día.
Algunos
podrían decir que éstas son cifras muy bajas si se comparan con la
que obtuvo Brasil que en el día 16 de junio rompió récord de
contagios al superar los 38,918 casos en un solo día, pero pensar de
esa manera sería un consuelo de tontos porque no veríamos el
problema principal que tenemos frente a nosotros, ya que todo indica
que seguirá prolongándose la cuarentena por tiempo indefinido
debido al aumento de personas circulando por las calles de nuestras
ciudades cuando deberían estar confinados en sus domicilios, lo que
traerá consigo un mayor número de contagios y seguirá manteniendo
el mapa de la república mexicana en color rojo que significa grave
riesgo de contagio.
En
varias ciudades de nuestro país la población ha contribuido de
manera directa al aumento de estas cifras al realizar reuniones
sociales los fines de semana con fines de diversión sin importarles
estar en plena cuarentena, ignorando totalmente las indicaciones de
las autoridades de salud. Aquellos que salen de sus casas sin tener
necesidad alguna también han contribuido a la prolongación de la
pandemia al exponerse a contagiar o ser contagiados, porque no
reconocen que vivimos en convivencia social y estamos en contacto
unos con otros. Nada puedo decir en contra de quienes se ven
obligados a salir de sus casas para conseguir comida, sólo que
lamento la situación de hambruna por el que atraviesan millones de personas en el mundo entero y reconocer que el quedarse en casa es un
privilegio de clase en estos momentos históricos.
Por otro lado,
las autoridades municipales de la ciudad donde vivo dieron muestras
de irresponsabilidad al haber efectuado reuniones como aquellas que
hicieron en sus intentos de concretar la venta de El Cárcamo, un
terreno público utilizado como zona deportiva por grupos deportivos
y ciudadanía. Pero lo que habla mal de su gestión es la muerte de
este trabajador del servicio de limpia y el contagio de otros seis,
porque evidencia las condiciones de peligro en las que laboran sin
contar con equipamiento adecuado. Es su responsabilidad proteger a
los trabajadores municipales proporcionándoles el equipo de
protección contra cualquier tipo de enfermedad, principalmente del
contagio del covid-19.
Por
todos esos motivos, llego a la conclusión de que llegar al pico de
la curva de contagio se ve como una meta muy lejana, porque muchas
personas ya “se dieron de alta”, se cansaron de estar confinados
y realizan reuniones sociales en sus casas, salen a las calles por
cualquier motivo y no todos están usando cubrebocas ni guardando la
distancia necesaria en su cruce con otras personas
La
libertad individual y el aprendizaje social
Mientras
no se asuma como responsabilidad individual el protegernos del covid,
las cifras irán aumentando, la tragedia se seguirá extendiendo mientras algunos siguen insistiendo que el coronavirus no existe.
La realidad de las cosas es que se observa resistencia de un
sector de la población para acatar las instrucciones de las
autoridades de la Secretaría de Salud. Algunos no pueden quedarse en
casa porque no tienen alimentos y necesitan salir para conseguir
dinero y poner comida en la mesa. Pero otras personas no han tenido
reparo alguno en realizar reuniones con familiares y amistades en sus
domicilios particulares en los días que se informaron que se
presentaría un incremento de la cantidad de contagios. Se nos había
anunciado que la cuarentena se levantaría en mayo, después que en
junio y ahora nos dicen que será en agosto.
En
la capital del Estado de Sonora, las autoridades municipales
emitieron un decreto que limita la circulación libre de las personas
en el horario de 6 de la tarde a 6 de la mañana. Quien desee
circular en ese horario deberá tramitar un permiso que mostrará a
las autoridades que lo requieran al ser interceptado en la vía
pública. Esta medida ha despertado cierta polémica y se le ha
etiquetado como una medida autoritaria. Algunos celebran la medida,
otros la critican y cuestionan. ¿Qué es lo que está pasando?,
¿porqué no hemos llegado al pico de la curva de contagio?, ¿porqué
se ha prolongado el período de cuarentena?, ¿porqué las
autoridades implementan un “toque de queda” de doce horas? Sin
duda alguna son preguntas que más de alguno se estará haciendo en
estos momentos y debemos tener claridad sobre cómo damos respuesta a
las mismas.
Algunas
personas hablan de defender su derecho a la libertad de circulación
y se oponen a medidas de las autoridades de cualquier nivel para
impedir su libertad de tránsito, otros han tomado la decisión de
tramitar amparos legales para impedir ser objetos de sanción por
circular en horas no autorizadas. Lo que olvidan estas personas es
que estamos en el marco de una grave crisis sanitaria que ya ha
dejado sin vida a miles de mexicanos y sufriendo a sus familiares que
quedaron atrás y la pandemia amenaza con seguir entre nosotros por
tiempo ilimitado. Quienes defienden el derecho a circular libremente
por nuestras calles en los días de mayor contagio, no reconocen la
relación de causa efecto que existe entre el aumento de la cantidad
de personas que circulan libremente en las calles y el imparable
aumento diario en el número de contagios por el covid-19.
Todos
tenemos derechos de circular libremente por nuestras calles, pero
todos tenemos también el derecho de protección a nuestra salud. Las
autoridades sanitarias en México han hecho una gran labor
manteniéndonos informados sobre las formas de prevención del
contagio del covid-19 e insistieron con bastante frecuencia sobre la
necesidad de quedarnos en casa porque el aislamiento social es la
mejor medida hasta el momento pra prevenir el contagio.
Lamentablemente,
muchas personas hicieron caso omiso a estas sugerencias de nuestras
autoridades y salieron de sus casas atendiendo a sus deseos de
circular libremente por las calles de nuestra ciudad. Miles de
personas salieron a visitar a sus madres el diez de mayo, miles de
personas hicieron largas colas afuera de las tiendas Oxxo para
comprar cerveza, cientos de personas realizan reuniones no
autorizadas y miles circulan libremente por las calles de nuestras
ciudades sin importarles contagiar o ser contagiados del covid-19.
Sin
duda alguna, esta movilidad social ha sido un factor determinante
para que los pronósticos oficiales de fechas para llegar al pico de
la curva de contagio no se cumplieran, el gran número de personas
circulando libremente por nuestras calles ha contribuido a que el
levantamiento de la cuarentena se haya ido postergando mes tras mes y
hoy en día no hay seguridad de cuándo terminará el período de
cuarentena. Una cuarentena que ya está provocando daños
psicológicos en varias personas.
Todos
tenemos esa libertad de circulación y de tránsito por nuestro país,
pero debemos recordar que nuestra libertad individual termina
donde empiezan los derechos de los demás. Algo que debemos
aprender de esta pandemia es que todos vivimos en convivencia social,
no estamos solos, lo que hagamos o dejemos de hacer perjudica o
beneficia a los demás.
La
situación actual de crisis sanitaria exige el aprendizaje de nuevos
comportamientos que implican aceptar las limitaciones de circulación
social en período de crisis sanitaria, el quedarnos en casa si no
tenemos necesidad de salir, el uso de cubrebocas, guardar distancia
social cuando nos encontremos fuera de casa, uso de gels
antibacterial, etc. Pero sobre todo debemos aprender que nuestra
libertad depende de la libertad y derechos de los demás En tiempos
de crisis sanitaria la libertad de movimientos debe disminuir para
garantizar el derecho a la salud de los demás.
El
liderazgo situacional en tiempos de crisis
Siempre
he estado en contra del autoritarismo gubernamental y he dedicado
buena parte de mi vida a combatirlo a través de la educación. Antes
del gobierno de Amlo y Morena vivíamos sumergidos en un
autoritarismo en nuestra vida cotidiana. La forma de gobernar ha
cambiado en favor de las mayorías desprotegidas, todavía padecemos
este autoritarismo en aquellos Estados de la república en los cuales
tenemos gobernadores priístas o panistas.
Pero
hay ciertas situaciones en las que se requiere de un liderazgo
autoritario, no siempre podemos ser democráticos, ni siempre debemos
dejar hacer. Depende de la situación como debemos ejercer un
determinado estilo de liderazgo. ¿Cómo educamos a nuestros hijos?
A veces los dejamos hacer que lo que quieren, a veces les consultamos
antes de tomar una decisión y en otras ocasiones simplemente
nosotros decidimos y ellos deben obedecer. Nuestra guía de
inspiración es el amor que sentimos por ellos y sabemos lo que les
conviene y les es más beneficioso. A eso se llama liderazgo
situacional.
No
quisiera extenderme en este escrito sobre el origen de la teoría del
liderazgo situacional, sólo quisiera retomar las investigaciones que
Kurt Lewin realizó en los Laboratorios Nacionales de Entrenamiento
en Estados Unidos, en donde realizó el experimento de los tres
climas de liderazgo (quien desee mayor información sobre esto le
adjunto el link del artículo Intervención Psicológica en grupos
sociales).
Después
de los descubrimientos de la importancia del liderazgo democrático en
el funcionamiento de los grupos sociales y del vínculo informal
entre los miembros de una organización, surgió la teoría del
liderazgo situacional que nos dice que el liderazgo democrático
funciona si y solo si, existe su complemento que es la madurez
de los seguidores.
Es
decir, si los miembros de un grupo, organización o comunidad no
tienen la madurez suficiente como para hacerse responsables de su
comportamiento individual dentro de un contexto social determinado,
no funcionará el liderazgo democrático. La conclusión fue de que
no siempre podremos ser democráticos, no siempre debemos dejar hacer
y tampoco siempre debemos ser autoritarios. Depende de la situación
elegir el tipo de liderazgo que debemos elegir.
Debemos
reconocer que la situación en la que nos encontramos es de una
emergencia sanitaria, una crisis de salud que está enfermando a
miles de personas diariamente, aumentando el número de fallecidos
por el covid-19 y que a pesar de que se nos informó y advirtió que
dependía de nuestro comportamiento el tiempo de cuarentena y el
número de contagiados y fallecidos, un buen número de personas no
hizo caso de las indicaciones de quedarse en casa y tomar medidas
preventivas para evitar el contagio.
La
situación es realmente grave por lo que deben tomarse medidas
preventivas para controlar el movimiento social y evitar que siga
aumentando el número de víctimas. En este contexto de crisis
sanitaria es válido que las autoridades tomen el control y adopten
medidas que impidan la interacción social en forma temporal mientras
dure la cuarentena. Lo que sí debemos estar pendientes es de que
este control se realice con los propósitos de cuidar la salud
pública y no con fines políticos.
La
inmadurez social, la incapacidad para aprender y la confusa idea de
la libertad individual permitió que las proyecciones del tiempo
estimado de cuarentena y número de víctimas por parte de las
autoridades fueran rebasadas por el comportamiento de unos cuantos
que no siguieron las indicaciones de las autoridades de salud y
debido a eso hoy estamos pagando las consecuencias.
Libertad
individual versus control social
De
la misma forma que perdimos libertad para ganar seguridad en las tres
últimas décadas, cuando nos vimos forzados a poner rejas en
nuestras ventanas y entradas a nuestras casas. Cuando la crisis
económica aumentó la delincuencia social y surgieron nuevos diseños
residenciales que se basan en la construcción de casas protegidas
por vallas y calles cerradas, de esa misma forma nuestra libertad
para circular libremente se ve afectada en estos momentos en el
contexto de una crisis sanitaria provocada por un virus que ha
generado una pandemia global y para el cual no hay vacuna disponible
todavía.
La
ideología neoliberal destruyó el vínculo que manteníamos con
nuestra comunidad al eliminar la palabra social del lenguaje
cotidiano, al cambiar la identidad psicológica del individuo
contemporáneo y borrar el uso del “nosotros” de su vocabulario.
Al eliminar a la familia extensa del concepto de familia moderna y
considerar únicamente a los miembros de la familia nuclear. El
neoliberalismo reforzó una ideología individualista que rechaza
cualquier intento de control por parte del Estado.
Pero
en las condiciones actuales la libertad de tránsito individual pone
en riesgo a los integrantes de nuestras comunidades porque respiramos
el mismo tipo de aire, compartimos el mismo espacio geográfico y no
sabemos si quien pasa a nuestro lado es portador asintomático del
covid-19, o si está en condiciones de contagiarnos.
En
esta pandemia millones de personas fueron confinadas a la reclusión
en sus domicilios, a nivel internacional se toman medidas sanitarias
que nos hacen recordar a Michel Foucault y su libro Vigilar y
castigar.
El
castigo en reclusión ha sido la forma principal de defensa de la
propiedad privada, la cárcel como institución de destino de quienes
se atrevan a realizar algún tipo de crimen social para ser objeto de
corrección social. Las formas de control social bajo el sistema
capitalista han tenido como objeto lograr una disciplina en los
integrantes de nuestra sociedad y la escuela usada para instruir
alumnos con la ideología dominante, la fábrica diseñada para hacer
trabajar a los obreros, el hospital para guardar los llamados locos
y en algunos casos disidentes políticos, han desempeñado una
función social de disciplinamiento de quienes ingresan en su seno.
Ese
era el concepto de biopoder descrito por Michel Foucault, que
consistió en la aplicación de técnicas diversas para lograr el
control social. Este autor utiliza como ejemplo el manejo de la peste
en el siglo XVIII que generó un modelo de control de las
poblaciones. En este modelo no sólo se excluía a los enfermos, sino
que también regulaba el comportamiento de aquellos que podían
infectarse. La forma de lograrlo era logrando un control
estricto de la movilidad social y cambiando los hábitos de los
ciudadanos, diciéndoles cuando podían salir, a qué horas, qué
debían hacer en sus casas, que tipo de alimentos debían consumir,
etc.
En
tiempos de epidemias el poder estatal puede realizar registros a discreción como los que se hacen al entrar a algún establecimiento
comercial cuando nos toman la temperatura corporal, también tiene la
facultad de mantener en el encierro a buena parte de la población.
Lo que debemos tener cuidado y prestar especial atención es a la
posibilidad de que los gobiernos actuales intenten tomar la crisis
del coronavirus para oportunidad para fortalecer los mecanismos de
control social a través del miedo colectivo y el aumento del poder
coercitivo.
Debemos
tener presente que la pandemia del covid-19 se presentó en el marco
de una crisis del capitalismo agravada por una crisis económica,
política, ecológica y ahora una crisis sanitaria. El reforzamiento
del control social de la población es posible que sea retomado para
evitar posibles rebeliones o revueltas populares.
Si
en México, las autoridades de salud nos informan acerca de las
medidas de prevención del contagio del covid-19 y buena parte de la
población hace caso omiso y las cifras de contagio se disparan, las
autoridades tienen la responsabilidad y la facultad de tomar medidas
de contención para reducir la movilidad social que es la principal
fuente de contagio del covid-19.
Por
esos motivos debemos examinar la relación existente entre las
autoridades gubernamentales y la población social y la manera de
evitar la aplicación de medidas coercitivas es a través de la
participación social. Si se nos pide con información confiable que
nos quedemos en casa para evitar contagios, lo menos que podemos
hacer es atender esta solicitud realizando un encierro voluntario.
Debemos tener una claridad sobre que no es lo mismo una reclusión
voluntaria por motivos de salud a una reclusión obligada por
motivos políticos.
El
encierro voluntario es una condición de privilegio social dado el
incremento de la desigualdad social en nuestra sociedad. El encierro
en el que se encuentran millones de personas debe ser motivo de
análisis por parte de todo pensador social y considerar los
distintos escenarios que podrían surgir después de la pandemia.
¿Qué
es lo que se nos viene a corto plazo?¿Un futuro de mayor control
social de la población ejercida con coerción?, o un futuro en el
cual se incrementa la participación social de los integrantes de
nuestras comunidades, colaborando con las autoridades asumiendo su
responsabilidad social como ciudadanos que mantienen convivencia
social con otros semejantes?
Debemos
tener presente que vivimos tiempos de crisis y debemos hacer de la
reflexión un hábito que nos ayude a encontrar soluciones a la
aparente polaridad existente entre la libertad individual y el
control social. La libertad de movimiento es una de nuestras
libertades mejor valoradas, pero en tiempos de crisis sanitaria la
sobrevivencia es la prioridad en estos momentos.
Conclusiones
La
crisis sanitaria que se ha prolongado más de lo planeado
inicialmente nos obliga a reaprender nuevos comportamientos, en los
que se incluye una justificación de un mayor control social con
propósitos de proteger la salud pública. La pandemia exhibe las
contradicciones de nuestras formas de vida que antes considerábamos
como “normales”.
El
covid-19 nos muestra que vivimos en una sociedad de clases en la cual
los más pobres y marginados son los primeros en fallecer. La
libertad individual tiende a desaparecer en el marco de la búsqueda
de la sobrevivencia como prioridad pública.
Las
experiencias de China, Japón y Corea muestran una sociedad en la que
existe una biopolítica que incluye una vigilancia de las
comunicaciones, de los cuerpos y de la salud de sus ciudadanos. Esta
vigilancia digital les ha permitido controlar en mejores condiciones
la expansión de la pandemia.
El
covid-19 perfila la posibilidad de la conformación de estilos de
autoritarismo en nuestras sociedades, una posibilidad que aumenta en
la medida de que la ciudadanía no asuma una responsabilidad social
en su comportamiento cotidiano.
La
obligatoriedad de utilizar mascarillas cuando salimos de nuestras
casas no debe ser una imposición, sino un hábito personal de
cuidado de la salud propia y de los demás.
La
desigualdad social está relacionado con la distribución desigual de
la riqueza social, debemos construir un mundo en el que la salud sea
un derecho para todos, no podemos aceptar vivir en un mundo en el que
se proteja más a unas personas y a otras no.
La
pandemia del covid-19 significó un apagón del sistema capitalista,
una desaceleración en su funcionamiento. La reducción de la
producción y del consumo ha permitido un respiro a nuestros
ecosistemas y a la fauna que todavía existe. Pero este apagón es
temporal y las presiones para abrir centros de trabajo contribuyen a
aumentar el número de muertes porque la pesadilla del covid-19 no ha
terminado.
En
aquellos lugares en los que se han reanudado actividades públicas el
número de contagios se ha disparado y la pandemia obtiene un repunte
en su avance. Mientras siga en aumento el número de contagiados no
llegaremos al pico de la curva de contagio y brindaremos una mayor
justificación a la implementación de medidas de control social.
Cada
persona debe asumir su responsabilidad social de cuidar su salud y la
de los demás acatando las medidas preventivas de contagio del
covid-19: aislamiento social (en estos momentos es claro que el
distanciamiento social es un acto de distinción social, un
privilegio de clase), asimilar el hábito de la higiene y cuidado de
nuestra salud corporal, utilizar cubrebocas al salir de casa
(recordemos que hasta el momento el encierro es voluntario, de
nosotros depende si se prolonga el período de confinamiento o si
deja de ser voluntario y se convierte en encierro obligado por
motivos de salud).
Los
tiempos están cambiando y la sociedad liberal con su libertad de
movimientos que no aceptan la intervención estatal está quedando
atrás. El futuro que nos espera depende de nuestro comportamiento
actual, contribuyamos a actuar en forma colectiva de forma tal que se
reduzca la cifra de contagio y lleguemos al ansiado pico de la curva,
por el bien nuestro y el de los demás.
El
control social será uno de los ganadores de esta pandemia, la
libertad individual perderá parte de sus derechos. De nosotros
depende que el control social se realice en contra nuestra o que
participemos en forma comunitaria y personal con la implementación
de nuevas formas de control social. La relación entre autoridades y
ciudadanía debe fortalecerse a través de la participación social
en la creación de políticas públicas que incluyan un
fortalecimiento ciudadano, un empoderamiento de nuestras comunidades
que contribuyan a dejar atrás vínculos de dependencia y la
construcción de vínculos de colaboración social.
Es
hora de un despertar ciudadano, de la construcción de un nuevo
modelo de ciudadano que asuma su responsabilidad en la construcción
de una nueva realidad social donde las decisiones gubernamentales
sean tomadas con el consenso de nuestras comunidades. La democracia
participativa es lo que impedirá la coerción en la implementación
de medidas de control social en el futuro. Nuestras vidas están en la orilla del precipicio, depende de nosotros permanecer de este lado o cruzar la barrera.
Foucault,
Michel. Vigilar y Castigar. Ed. Siglo XXI. México, 1980.
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Mis derechos
terminan donde empiezan los de los demás
Tu libertad
termina donde comienza la mía
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