viernes, 16 de junio de 2023

 

La agonía del Leviatán contemporáneo frente al totalitarismo del Mercado

Oscar Yescas Domínguez

16 de junio 2023


(Arundhati Roy ​ es una escritora, periodista y activista india. Ganó el Premio Booker en 1997 por su primera novela, El dios de las pequeñas cosas.​​ También es una activista política que ha tomado parte en causas por los derechos humanos y de protección del medio ambiente)

Existen libros que después de leerlos, provocan un gran impacto y cambian la vida de quien los lee, no creo exagerar si digo que una gran mayoría de personas puede mencionar algún libro que le dejó honda huella en su corazón y mente, al grado de que su lectura se convirtió en algo inolvidable. Los libros no solamente cambian la vida de las personas que los leen, algunos libros logran tener un impacto tan amplio que contribuyen a lograr un cambio colectivo porque son leídos por millones de personas al convertirse en “los más vendidos” (aún cuando su volumen de ventas no garantice una alta calidad), pero también hay otros libros que han contribuido a cambiar todo un sistema socioeconómico y político en la historia de la humanidad.

Uno de estos libros que puedo mencionar es el que escribió en 1651 el filósofo e historiador inglés Thomas Hobbes, que tituló “El Leviatán” y fue publicado justo dos años después de que el Rey Carlos I de Inglaterra fuera decapitado en la capilla de WhiteHall después de 11 años de un reinado que pasó a la historia como “once años de tiranía”, porque su mandato se caracterizó por la aplicación de numerosos impuestos que aplicó a la población para aumentar su riqueza, a costa de la miseria y pobreza de los habitantes de su reino y estas medidas fueron los motivos que dieron origen a la revolución inglesa que inició en 1642.

El Rey Carlos I fue llevado a juicio bajo los delitos de alta traición y otros crímenes, proceso durante el cual el miembro de la realeza alegaba que su autoridad como Rey le había sido dada por Dios cuando le entregaron la corona y se negó en repetidas ocasiones a pedir súplica como le ofreció la Corte como condición para perdonar su vida, pero el Rey respondía preguntando “¿en nombre de qué autoridad se le juzgaba? y recibía una respuesta novedosa para aquellos tiempos: “en nombre del pueblo que os ha elegido”, ese pueblo que, después de Dios, se erigía por primera vez en la historia como el origen de todo lo justo. Finalmente, el Rey Carlos I terminó siendo decapitado el 30 de enero de 1649, bajo la histórica premisa de que “No hay hombre sobre la ley”.

En el libro Leviatán, Hobbes habla de la naturaleza humana y de la forma cómo éste se desenvuelve en la sociedad, a la cual describe como resultado del poder que crean los hombres al estar reunidos y señaló la necesidad de que existiera un Estado que actuara como ente regulador de la dinámica social, porque de no existir esta instancia de control social, el hombre terminaría destruyéndose a sí mismo como especie, porque “el hombre es el lobo del hombre”, es decir, el ser humano tiene un poder de violencia que no tiene límites y en ocasiones puede desbordarse.

En su libro que puede considerarse como la respuesta de Thomas Hobbes al caos político-social que prevalecía en su época, el autor afirmó que el poder no emana de Dios alguno, porque cada persona tiene derechos individuales y que la convivencia social requiere de la construcción de un contrato social, a través del cual los individuos acepten vivir en armonía dentro de las comunidades a las que pertenecen, respetando acuerdos y normas sociales.

El Leviatán representa una teoría sobre un gobierno civil (que todavía no existía en esa época), el cual estaría representado por un gigante que tiene un gran poder y su fuerza se alimenta de la participación de seres humanos que acepten actuar en forma unida, organizada y colectiva, para resolver los problemas sociales, mientras más ciudadanos se sumen a la causa, más crecerá la fuerza de este gigante y en consecuencia más poderoso será.

El Leviatán, en este caso es el Estado conformado por ciudadanos que aceptan cogobernar para que quienes representen al Estado tomen decisiones a nombre de todos. La misión del Estado es crear las condiciones para que los ciudadanos disfruten de su libertad, renunciando a guiar su conducta motivado por sus pasiones individuales. Los hombres ceden su derecho a gobernarse a sí mismos, abandonando su individualismo y asumiendo una identidad social, construyendo un sentimiento de pertenencia a una sociedad y el Estado son las personas que han sido elegidas para garantizar la paz y el bienestar social.

138 años después de ser publicado El Leviatán, el pueblo francés siguió el ejemplo del pueblo inglés, cuando el 5 de mayo de 1789 se produjeron una serie de estallidos sociales, protestas violentas que conformaron una guerra civil, un conflicto social que se conoció como “la revolución francesa”, un movimiento ciudadano que enarboló como banderas de lucha las consignas “Libertad, igualdad y fraternidad”, que duró diez años y culminó con la decapitación de Luis XVI y Maria Antonieta, en un acto que simbolizó el final de la Monarquía como forma de gobierno.

Durante el período posterior a esos eventos, el pueblo francés y europeo en general vivió en un estado de “interregno”, que significa un período en el cual un Estado o país carece de gobierno, porque quienes gobernaban (la monarquía) eran desconocidos por quienes supuestamente gobernaban y quienes eran gobernados no sólo desconocían al sistema de gobierno representado por la monarquía, sino que procedían a decapitar a los integrantes de la Monarquía.

La burguesía de aquellos tiempos aprovechó la revuelta popular para deshacerse de los reyes y contribuyó con su participación en la creación de un mundo nuevo en el cual ya no existía la monarquía y desaparecía la influencia determinante que tenía la Iglesia católica en los asuntos de la sociedad en su conjunto.

Sin duda alguna, el libro El Leviatán sirvió de inspiración para construir un sistema de gobierno civil que sustituyera el sistema de gobierno basado en la monarquía, representó un punto de partida para el surgimiento del Estado moderno, pero no debemos olvidar que la parte relevante en el cambio del sistema de Monarquía a la creación de un Estado Nación integrado por ciudadanos libres, que se veían a sí mismo como iguales y actuaban en fraternidad, se logró gracias a la participación ciudadana en movimientos colectivos que actuaron en forma unida y organizada, logrando un verdadero cambio social, al destruir el mundo que existía en su momento, para construir un mundo nuevo. Una parte de la historia que resume de manera magistral Herman Hesse en su libro Demian: “El pájaro pelea para salir del huevo. El huevo es su mundo. Quien quiera nacer, debe destruir primero su mundo” (Demian).

El Estado moderno se consolidó al desaparecer la monarquía como forma de gobierno y ser sustituida por la creación de nuevos Estados-Nación en lo que antes fueron reinados, representados por gobiernos civiles cuyas autoridades llegaban al poder en base a elecciones democráticas en condiciones en las que todos los ciudadanos eran gobernados y tenían la posibilidad de gobernar retomando el principio de la igualdad conquistado por el pueblo francés.

En este nuevo sistema de gobierno, los Estados Nación consolidaron lo que hoy se conoce como “democracia representativa”, que consiste en la elección democrática de las autoridades en turno y que ha estado funcionando desde hace más de 200 años, logrando configurar un modelo de sistema social aceptado en una gran mayoría de las naciones que conforman el mundo entero.

Todavía existen en pleno siglo XXI, un número aproximado de diez naciones que reconocen a miembros de la realeza como Jefes de Estado, la mayoría de ellos ubicados en el medio oriente, algunos de estos monarcas sólo figuran de nombre porque no tienen un poder formal, como lo es en el caso de Inglaterra, Bélgica, España, Suecia, Noruega, Países Bajos, Dinamarca, entre otros.

Destaca entre este club de privilegiados en proceso de extinción el caso del Rey Carlos III, actual Jefe de Estado no solo del Reino Unido, sino de otros 14 reinos de una mancomunidad de naciones que incluyen a Canadá y Australia. Aún con lo anteriormente dicho, podría decirse que la monarquía es un cadáver viviente, un “muerto caminante”, porque su aprobación social disminuye con el paso del tiempo, porque la democracia tiende a consolidarse como forma de gobierno internacionalmente reconocida, al grado de crear instituciones internacionales conformadas por representantes de la mayor parte de naciones existentes en el mundo, como lo es por ejemplo la Organización de Naciones Unidas.

En cada cambio social surgieron movimientos colectivos que lucharon por conquistar derechos y prestaciones laborales, por lo que los Estado-Nación se vieron obligados a crear instituciones gubernamentales que compartieran la misión de garantizar el bienestar social atendiendo aspectos relacionados con el trabajo (Secretaría del trabajo para actuar como mediadores en las relaciones obrero-patronales), en la salud pública (Hospitales generales, hospitales infantiles, hospitales para la mujer, etc.), en la educación pública (educación primaria, secundaria, media superior y superior), deportes (beisbol, futbol basketbol, etc.), en seguridad pública (cuerpos policiacos dotados de vehículos y armamento para combatir la delincuencia común y organizada), en pensiones (jubilaciones para hombres y mujeres), en cultura (pintura, lectura, arte, danza, etc.), etc.

Sin embargo, aún con la creación de la figura del Estado moderno con la que se pretendía mantener bajo control la violencia humana, la humanidad en su conjunto continuó sufriendo varios conflictos sociales expresados en la forma de revueltas, revoluciones que cambiaron el sistema sociopolítico y se presentaron dos guerras mundiales que dejaron daños incuantificables en las naciones involucradas y un saldo de una enorme pérdida de vidas humanas.

Por estas razones, después de la segunda guerra mundial, muchos países quedaron destrozados en sus economías nacionales y en ese contexto fueron creados el Fondo Monetario y el Banco Mundial en 1944, en una conferencia internacional celebrada en Estados Unidos en Breton Woods, Nuevo Hampshire, con la intención de establecer un marco de recuperación económica internacional que permitiera crear una economía mundial más estable y próspera.

El 26 de junio de 1945 en San Francisco, California, se creó la Organización de las Naciones Unidas, cuando 51 países firmaron la Carta de la ONU, como una organización internacional que se fundó para mantener la paz y la seguridad internacional, con el compromiso de fomentar entre las naciones relaciones de amistad y promover el progreso social, la mejora de la vida y la protección de los derechos humanos.

Los países que se vieron involucrados en la segunda guerra mundial terminaron con sus economías destrozadas, la infraestructura del país en ruinas y con una gran deuda externa que impedía su despegue económico, por lo que recibieron un trato especial de parte de los organismos financieros internacionales que consistió en la anulación completa de todas sus deudas, el otorgamiento de nuevos créditos sin intereses, se aplicaron nuevos impuestos al capital y a los altos ingresos, se estableció como un límite superior de los pagos de la deuda externa de cada país, el 3% de los ingresos por exportaciones.

Con estas acciones se fortaleció el Estado social, otorgando ayuda financiera para aumentar el presupuesto destinado a la atención de las necesidades sociales, y con ello crear las condiciones que permitieran garantizar el bienestar social de la población en general, lo cual permitió definir como prioridad del Estado Nación, el logro del bienestar social, estas medidas dieron origen a la expresión el “rostro humano del capitalismo”.

En estas condiciones, el Leviatán concebido por Thomas Hobbes hace más de 200 años, logró consolidarse y transformarse hasta ser reconocido como el Estado de bienestar social, representado por múltiples Estados-Nación que tienen como misión principal garantizar el bienestar social de los ciudadanos y los funcionarios que forman parte de este gobierno y deberán funcionar como guardianes de los intereses colectivos, por lo que los integrantes de las estructuras del gobierno asumieron desde entonces un rol de servicio al público y esa es la razón por las que se les reconoce como “servidores públicos”, porque su trabajo consiste en el diseño e implementación de políticas públicas que priorizan el uso del presupuesto público para garantizar la atención a las necesidades sociales.

En esa línea de pensamiento, las cualidades más valoradas en los personas que aspiraran a trabajar en el gobierno eran una evidente vocación de servicio, un fuerte compromiso social y la consciencia permanente de que la existencia del Estado, de las instituciones y de los sueldos que perciben sus empleados, era posible gracias a las aportaciones de la población que genera ingresos públicos a través del pago de diversos impuestos.

Pero, el mundo ha cambiado mucho desde aquel entonces y en la situación que prevalece en el aquí y el ahora, el Estado moderno tiende a diluirse en una sociedad líquida, sus instituciones se debilitan por el avance de la globalización que en un principio se presentó como una simple apertura de las fronteras para posibilitar el libre tránsito de las mercancías, pero que con el paso del tiempo, la globalización ha creado un monstruo llamado Mercado que está enfrentando al Leviatán de nuestros tiempos, utilizando el poder económico se está imponiendo al poder político para obligarlo a realizar una serie de cambios estructurales que consisten en reformas a las constituciones de los Estados-Nación para eliminar derechos laborales y prestaciones sociales.

Después de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, al expandirse la economía de libre mercado por la mayor parte del mundo, surgió un nuevo poder que intenta tomar el control del mundo entero, es como dice Peter McLaren, una “nueva delincuencia organizada globalmente, a la cual denomina “el poder corporativo”, que está conformado por los Presidentes de los organismos financieros internacionales, los Directivos de las grandes corporaciones, los Presidentes corruptos de varios países, los Presidentes de partidos políticos, los dueños de los medios masivos de comunicación, los legisladores de cada país, etc.

Todos actúan para garantizar la maximización del beneficio económico del gran capital y reciben grandes compensaciones por su participación en actos de corrupción, al implementar cambios en las constituciones que permitan la implementación de medidas neoliberales que eliminan derechos laborales y sociales que fueron conquistados en el siglo pasado a través de grandes movimientos colectivos que lograron arrancar del capital ciertos beneficios sociales.

La corrupción que forma parte estructural del sistema capitalista pervirtió la cultura organizacional de las diferentes dependencias gubernamentales, provocando que el concepto de servicio público fuese quedando en el olvido y el acto de gobernar se convirtiera en un botín político, porque permite el acceso a las finanzas públicas que durante varias décadas han sido desviadas a través de actos de corrupción, para enriquecer fortunas personales, descuidando la atención a las diferentes necesidades sociales que experimenta la población civil.

En los últimos 30 años de implementación de políticas neoliberales en el contexto de la globalización, los Estados-Nación de la mayor parte del mundo han perdido soberanía, independencia y autonomía. Mientras que los pueblos que forman parte de esos Estados-Nación han visto disminuir su capacidad adquisitiva por la agudización de la crisis económica y por el despojo de derechos laborales, sociales y humanos.

Al igual que los individuos, los gobiernos de diferentes naciones han adoptado la medida de endeudarse para gobernar y gran parte de estas deudas externas se deben al desvío de finanzas pública de gobiernos corruptos y a la impunidad con la que son protegidos por los gobiernos que los suceden, que en lugar de combatir a fondo la corrupción, decomisar cuentas bancarias y bienes materiales de quienes estuvieron involucrados en actos de corrupción para sanear las finanzas gubernamentales, prefieren mirar hacia adelante y salir de la crisis financiera solicitando nuevos créditos que sólo contribuyen a aumentar la deuda del Estado, tapando un hoyo financiero con la construcción de un hoyo mucho más grande.

Los políticos que actúan de esta forma tienen plena consciencia de sus actos y de las consecuencias de los mismos, pero no sienten remordimiento alguno porque padecen una ceguera moral y no les afecta el sufrimiento ajeno, mientras ellos puedan asegurar su futuro económico, porque sienten que “están de paso en el poder” y el día de mañana podrían ya no estar en la cima del mismo.

Motivados por su ambición de poder quienes nos gobiernan aprueban la existencia de una enorme brecha salarial entre los trabajadores de base y los altos funcionarios gubernamentales, ya que éstos últimos perciben sueldos tan altos que son manejados con gran discrecionalidad. Por estas razones, los puestos de dirección en instituciones públicas son codiciados por individuos sin escrúpulos que deciden “vivir de la política”, incorporándose al partido en el poder para enriquecer sus fortunas personales, percibiendo altos sueldos, al mismo tiempo que participan en otros actos de corrupción, ya que recibir altos sueldos en instituciones en estado de crisis financiera, constituye en sí mismo un acto de corrupción.

Existe una característica común entre las grandes compañías transnacionales que se involucran en escenarios donde hay conflictos bélicos, las grandes compañías que tienen varias filiales o sucursales en varios países, los organismos financieros internacionales y el poder corporativo que financia las campañas electorales para colocar a sus candidatos: esta característica que les es común, es el reclutamiento de personas que ocuparán cargos de alta dirección y el principal requisito es tener un “corazón de hielo”.

Las primeras, contratan mercenarios para saquear recursos de las naciones invadidas y asesinar personas fríamente, las segundas reclutan ejecutivos que tienen como tarea planificar y ejecutar el cierre de centros de trabajo y tramitar el despido de miles de personas. Los organismos financieros internacionales tienen ejecutivos que tienen la tarea de aprobar créditos que aumenten la deuda externa de diferentes países, en condiciones de desventaja financiera para los gobiernos de los Estado_Nación que ven vulnerada la soberanía e independencia de sus naciones al someterse a lineamientos que provienen de los organismos financieros internacionales.

Las terceras, seleccionan personas sin escrúpulos que promueven la corrupción, otorgando financiamiento para campañas electorales de determinados políticos, para que una vez que lleguen al poder, actúen apoyando políticas neoliberales que tienen como objetivo principal eliminar derechos laborales, mutilar contratos colectivos de trabajo para eliminar prestaciones sociales, desaparecer sindicatos independientes, violando derechos humanos y laborales, sin importar que estas acciones eliminen las fuentes de ingresos para millones de personas, lo cual equivale en los hechos a condenarlos a una muerte lenta pero segura.


Los organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial, utilizan las deudas externas de los países para presionar a los gobiernos y exigirles la implementación de nuevas políticas neoliberales que afectan los derechos de los trabajadores y de la población en general. Con el argumento de la globalización y de la primacía del Mercado como entidad superior al ser humano, las grandes corporaciones exigen de los Estados-Nación una política de “flexibilidad laboral” que consiste en la no intervención del Estado en el funcionamiento de las corporaciones transnacionales en sus territorios nacionales.

De esta manera, se crean las condiciones para garantizar la maximización de beneficios económicos del capital, a través de una mayor explotación laboral, implementación de topes salariales, una explotación irracional de los recursos naturales de diferentes naciones y total impunidad en la contaminación de ríos, mares y lagunas provocada por los desechos químicos que surgen como resultado del funcionamiento de las grandes organizaciones.

La figura del Estado Nación se debilita de manera progresiva, en la medida de que se observa una tendencia internacional de disminución del presupuesto para las instituciones públicas que dan servicios de atención a las necesidades sociales (salud, educación, trabajo, deportes, esparcimiento, seguridad pública, etc.), pero de manera contradictoria, se registra un notable aumento del presupuesto para gastos militares y de “defensa”, lo cual pone en entredicho la salud mental de quienes nos gobiernan, porque el desarrollo tecnológico ha permitido el diseño y construcción de nuevo armamento con mayor capacidad de destrucción, de tal forma que su uso fácilmente podría acabar con la vida entera de nuestro planeta.

Por todo lo anterior, debemos tomar consciencia de que nos encontramos viviendo un momento histórico en el cual, después de más de 200 años de existencia de la figura del Estado-Nación soberano e independiente como figura de gobierno predominante ésta se encuentra en estado de agonía, porque el poder económico concentrado en el poder corporativo, ha doblegado al poder político y los políticos que nos gobiernan, ya no gobiernan para los pueblos que los han elegido, porque sus acciones tienden a proteger los intereses de las grandes corporaciones multinacionales, es decir, gobiernan a favor del capital.

Junto a la agonía del Leviatán contemporáneo, podemos observar que en el ámbito internacional, la humanidad entera se encuentra viviendo nuevamente un “estado de interregno” similar al que se vivió en la transición del feudalismo al capitalismo, porque estamos dentro de un estado de discontinuidad en nuestras vidas como entes políticos, ya que estamos presenciando la desaparición del orden internacional unipolar que mantuvo el control mundial en manos de una sola nación: Estados Unidos de América.

El control mundial que mantuvo esta nación utilizando su poder militar y económico, tiende a desaparecer cada vez y cada día aumenta el número de naciones que se levanta para defender su soberanía como nación aumentando su distancia y su independencia económica y política con la potencia estadounidense. Al mismo tiempo, estamos asistiendo a un momento histórico de gran relevancia, que consiste en el surgimiento de varias naciones emergentes que pugnan por la destrucción de ese orden unipolar y la sustitución del mismo por un nuevo orden multipolar en el cual tengan voz y voto un amplio número de naciones en el concierto mundial.

De manera contradictoria, la democracia que dio origen al Estado moderno, cuando la ciudadanía rechazó la teoría del origen divino del poder de la Monarquía y se constituyó al ser humano como el ser supremo del ser humano, de tal forma que el poder del Estado-Nación surgiera desde abajo, a través de elecciones democráticas y libres, hoy en día la democracia sólo existe en el discurso de los políticos que nos gobiernan, porque mientras están en el poder, deciden a nuestro nombre sin consulta popular alguna y se enriquecen viviendo de la política.

En épocas electorales, quienes se encuentran en el poder y quienes aspiran a formar parte del mismo, voltean su mirada hacia aquellos que han ignorado de manera permanente, para simular que ahora sí son democráticos y solicitan el voto popular para seguir en el poder. Ocultan que detrás del simulacro electoral se encuentra el financiamiento de las grandes corporaciones que apoyan a ciertos candidatos con los cuales ya pactaron en secreto para que sigan gobernando a su favor y en contra de aquellos a quienes le solicitan sus votos.

Necesitamos renovar el contrato social descrito por Jean Jacques Rousseau en 1762, en el cual definía el pacto social suscrito entre personas que viven juntas en la sociedad, estableciendo las reglas de un comportamiento moral y político. La situación de crisis del capitalismo salvaje que estamos viviendo, que ha llegado al extremo de percibir como algo normal el dejar morir a millones de personas, sólo porque “es legal y no constituye un delito”, debe empujarnos a romper el marasmo colectivo creado por la dictadura del Mercado, sacudir la indiferencia social al sufrimiento ajeno y rechazar la idea de que el Mercado es el ser supremo del ser humano, para recuperar la noción de que el ser humano debe estar en el centro de la sociedad.

Debemos echar abajo toda idea o sistema de creencias en la cual el ser humano sea un ser humillado, abandonado y considerado como algo sin valor alguno. Necesitamos construir una praxis de liberación. Debemos recuperar al Leviatán que proviene de la sociedad civil, que surge desde abajo, que proviene de las entrañas del pueblo trabajador, e impedir que se consolide un nuevo sistema de gobierno que manipula desde las tinieblas a quienes llegan al poder político. Debemos fortalecer al Estado-Nación para que a través de ellos se implementen intervenciones en los mercados que limiten la voracidad del capital y disminuya la maximización de los beneficios económicos de los propietarios de las grandes corporaciones multinacionales.

Necesitamos reconstruir la democracia, recuperar la libertad de opinión luchando en contra de la intención de construir una cultura de pensamiento único y uniforme. La ciudadanía debe recuperar su capacidad para controlar las burocracias gubernamentales y exigirles un cumplimiento de su misión como servidores públicos. No permitamos que los funcionarios de gobierno se sigan enriqueciendo con altos sueldos que provienen del pago de los impuestos de la población. La actual coyuntura de cambios internacionales, nos permite confirmar la validez de la premisa de que otro mundo es posible y de la construcción de un mundo nuevo donde realmente exista democracia, libertad e igualdad social, depende la existencia y futuro de la humanidad entera.

Detrás de la crisis económica y política internacional, se encuentra una crisis antropológica universal que ha permitido la negación de la primacía del ser humano y aceptado la premisa de que el Mercado es el ser supremo del ser humano, es decir, la economía es más importante que la vida de millones de personas. Esta supremacía del Mercado en la vida social, representa el surgimiento de una nueva dictadura, una dictadura sin rostro que promueve la expansión de la economía de libre mercado, que sólo beneficia al capital y perjudica a la humanidad entera al eliminar la igualdad social y aumentar en forma exponencial la desigualdad social.

Necesitamos entonces reconstruir la imagen del ser humano, construir una nueva imagen de hombres y mujeres concebidos como sujetos sociales, con capacidad de pensamiento libre y autónomo, que puedan tomar decisiones colectivas construyendo consensos acerca de cómo será el nuevo mundo que surgirá de este estado de interregno en el que nos encontramos. Los tiempos exigen una definición política, no hay cabida para la neutralidad, actitudes conformistas o de indiferencia social porque en el horizonte internacional se observan intentos de construcción de un totalitarismo del Mercado y esto ha provocado el surgimiento de nuevos paradigmas emancipatorios representados por las luchas de resistencia en contra de las políticas neoliberales y por la construcción de un mundo nuevo.

Por tales razones debemos adoptar una nueva mentalidad que incluya la creación de lazos de solidaridad, basados en sentimientos de pertenencia a nuestras comunidades y construir una identidad como sujetos sociales asumiendo un rol de agentes de cambio social, para priorizar la vida de todos por encima del enriquecimiento de unos cuantos.

    Sin duda alguna, la lectura de los libros es una parte importante en nuestras vidas, en la medida que funcionan como fuente de inspiración y aprendizaje, pero el mejor libro no es el que leemos, sino aquel libro que escribimos con nuestro comportamiento individual y colectivo que será leído por las generaciones venideras en un futuro, así que debemos organizarnos para actuar en forma unida y colectiva, para construir un mundo nuevo, diferente al  actual que se está cayendo en pedazos y hagamos válida la premisa planteada por Herman Hesse: para construir un mundo nuevo, debemos primeramente destruir el mundo que promueve sufrimiento colectivo por la gran desigualdad social  que lo caracteriza y promovamos una verdadera transformación social que provenga desde abajo y no desde arriba.


Hinkelammert, Franz: Totalitarismo de mercadotecnia. Ed Akal. México, 2018

Hobbes, Thomas: El Leviatán o la materia, forma y poder de un república eclesiástica y civil. Fondo de cultura económica. México, 2018

Yescas, Oscar: El Mercado como arma de destrucción masiva

https://oscaryescasd.blogspot.com/2023/03/el-mercado-como-arma-de-destruccion.html

Yescas, Oscar: El vaciamiento de la democracia en México

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Yescas, Oscar: Mi experiencia con la mercadotecnia

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Yescas, Oscar: De la guerra fría a la guera comercial

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Yescas, Oscar: La totalitaria mano invisible del mercadotecnia

https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/12/latotalitaria-mano-invisible-del.html

Yescas, Oscar: La otra política

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