El hombre modular y la transformación social
Oscar Yescas Domínguez
04 agosto 2022
La sensación de temporalidad social
Cuando estudié Psicología social en la década de los setentas en la Universidad Veracruzana, tuve tres maestros que provenían de Chile, Argentina y Guatemala, quienes llegaron a México en calidad de refugiados políticos porque venían huyendo de la represión militar de sus respectivos países que habían sufrido golpes de Estado y se encontraban bajo el yugo de dictaduras militares que reprimían a su población. Debido a sus antecedentes como académicos universitarios destacados, la Universidad Veracruzana les abrió sus puertas, les contrató como profesores universitarios y por esas razones coincidimos en tiempo y espacio como alumnos y maestros que integraban el colectivo del área de Psicología social de la Facultad de Psicología
Dicho colectivo era un grupo pequeño comparado con el resto de la comunidad estudiantil y docente de dicho centro de estudios porque la demanda de estudios en Psicología social era relativamente baja, comparada con otras áreas como Psicología industrial, clínica, educativa, etc. El tamaño de los grupos de esta área de especialización en Psicología no fue un obstáculo para el aprendizaje, al contrario, aprendí que el trabajo en grupos pequeños es mucho más efectivo que con grupos grandes.
De manera particular me encantó trabajar con estos maestros “extranjeros” y con otros nacionales porque el método psicopedagógico que utilizaban incluía realizar asambleas grupales donde nos reuníamos todos los alumnos (quinto, Séptimo y noveno semestre, Sexto y Octavo respectivamente) y todos los maestros para realizar discusiones grupales en las que cuestionábamos los contenidos de las materias, los métodos de aprendizaje, la participación de alumnos y docentes y compartíamos experiencias personales. No tardé en comprender que esas reuniones eran autoevaluaciones del trabajo realizado por los maestros y del desempeño de los estudiantes.
Una de mis maestras era una Psicóloga social Guatemalteca que llegó a México huyendo de su país, perseguida por el ejército guatemalteco por realizar su trabajo como Psicóloga social, al atender a sobrevivientes de comunidades indígenas que fueron objeto de represión militar y habían perdido a sus familias, sus hogares y se encontraban huyendo de los militares. Como buena Psicóloga social, ayudaba a campesinos e indígenas a organizarse para para defenderse de la represión que sucedió después del golpe militar ocurrido en el país.
Esta labor social le costó la muerte de su esposo e hijos asesinados por un grupo de élite militar llamado kaibiles, entrenados por militares estadunidenses en la técnica de arrasar aldeas enteras para terminar con las protestas sociales y apoderarse de grandes extensiones de terrenos para instalar grandes empresas con fines productivos. Ella se salvó de la muerte porque logró evadir un cerco militar antes de llegar a su casa y al enterarse de lo sucedido a su familia se internó en la selva guatemalteca, atravesó selvas y montañas para cruzar la frontera e ingresar a México donde solicitó y se le concedió asilo político y posteriormente obtuvo un trabajo como docente de horas sueltas en la Universidad Veracruzana.
Recuerdo que en una reunión participó y comentó que agradecía el recibimiento que le dio el Gobierno mexicano y de manera particular el trato que recibía de colegas y alumnos universitarios, pero confesó que le embargaba una sensación de temporalidad, es decir, sentía que “estaba de paso” en esa ciudad, sentía que algo le impedía echar raíces, pero que al mismo tiempo sentía desazón porque no podía regresar a su país ya que hacerlo implicaba ser asesinada y desaparecida, pero no tenía otro lugar a donde ir.
Fue un momento muy emotivo para todos escuchar este testimonio y fue secundado por los maestros de Argentina y de Chile quienes confesaron estar en las mismas condiciones compartir esa sensación de temporalidad, ya que para los tres sólo habían pasado unos cuantos meses del desarraigo brusco de su lugar de origen. Por mi parte creí entender en parte a qué se referían ya que yo me encontraba alejado 3,000 kilómetros de mi lugar de origen y sabía que tarde o temprano regresaría a Sonora, pero ellos no tenían esa opción, por lo que experimenté en ese momento una gran empatía hacia ellos y todavía los recuerdo con cariño porque sus enseñanzas teóricas y dramáticas experiencias personales contribuyeron a fortalecer mi formación profesional y aumentar mi sensibilidad hacia las personas en desgracia.
La emergencia de hombres y mujeres modulares
44 años después de aquella inolvidable reunión, releyendo el libro “En busca de la política” de Zygmunt Bauman aquí y ahora, encuentro una descripción muy parecida de aquella sensación de temporalidad de la que hablaba mi ex Maestra guatemalteca, cuando leo en mi libreta de apuntes que este autor habla de la “emergencia del hombre modular” (creo innecesario precisar que al usar la palabra hombre, Bauman se refería a hombres y mujeres). Según refiere el filósofo polaco, fue Ernest Gellner quien acuñó este término “hombre modular”, para describir a un nuevo tipo de ser humano que está emergiendo en la posmodernidad. Utiliza este término en forma de metáfora porque originalmente se usó en la industria mobiliaria para promover la venta de un mueble ya sea en una sola pieza o la compra por partes de ese mismo mueble, de tal forma que se pueda ir ensamblando poco a poco cada parte hasta conseguir la pieza completa y tener la ventaja adicional de poder reacomodar las diferentes partes para tener distintos modelos con un mismo mueble.
Aplicando este término al ámbito de lo social, si revisamos las redes sociales podríamos observar la presencia en ellas de miles de hombres y mujeres que actúan como seres modulares y no podemos menos que dar la razón a Zygmunt Bauman cuando afirma que el hombre modular es el producto más notable de la sociedad moderna ya que el individuo contemporáneo, al igual que el mueble modular no tiene una única forma determinada y “correcta” de ser, las personas que encajan dentro de este tipo de nueva persona carecen de ideología, no tienen un pensamiento autónomo, tampoco poseen un perfil o características que lo definan.
Pero lo que sí podemos observar es que una gran cantidad de personas que conocemos y las que vemos en redes sociales, son personas con cualidades móviles, es decir, que pueden ser descartables e intercambiables a conveniencia individual de acuerdo a la situación. Vemos que el día de ayer abrazaban una causa o un partido político y el día de hoy cambian de ideología y de partido, convirtiéndose en los más férreos defensores del nuevo partido al que han ingresado hace sólo horas o meses.
Por su falta de ideología, por la fragilidad de sus valores y por el oportunismo que exhibe su comportamiento hasta llegar al grado de prostitución ideológica, podría decirse que el hombre modular contemporáneo es un hombre sin esencia, sin ética alguna y sobre todo, sin consciencia moral. Los hombres y mujeres modulares que piensan en forma modular, poseen fragmentos de la realidad social, no tienen la visión de totalidad por lo que su percepción social es parcial, limitada a sus propios intereses y por tanto, su precepción está completamente distorsionada. Pero eso no les impide opinar cual si fueran expertos sobre los temas que sean tendencia en redes sociales.
A diferencia de los muebles modulares, hombres y mujeres modulares tienen la capacidad de automodelarse a sí mismos, pueden armarse y desarmarse, es decir, pueden adoptar las formas, colores e ideologías que sean necesarias para lograr sus objetivos personales. Son capaces de unirse a asociaciones diversas, sentirse capaces de ocupar altos puestos en cualquier institución porque son personas que “aprenden rápido” y si no saben algo, improvisan inventando, pueden brincar de un movimientos a otro, de un partido político a otro, como “chapulines políticos”, pero sus asociaciones son limitadas, porque son a la medida de sus intereses personales y con el propósito específico de obtener beneficios, sin comprometerse o atarse con vínculos fuertes, porque actúan en base a una constante sensación de temporalidad ya que son incapaces de “echar raíces”, de crear compromisos a largo plazo.
Junto al predominio de hombres y mujeres modulares que actúan bajo esa sensación de temporalidad, debemos resaltar que nuestra existencia dentro de la sociedad red descrita por el Sociólogo español Manuel Castells y que está conformada por el uso cotidiano de internet, telefonía celular y de las redes sociales, contribuye a crear una sensación de desplazamiento y desarraigo, porque podemos formar parte de varios grupos virtuales simultáneamente, pero en realidad no pertenecemos “plenamente” a ninguno de ellos, porque nuestra estancia en los mismos es temporal, nuestra participación es ocasional y en cualquier momento puede terminar nuestra interacción con alguno de estos grupos o con todos ellos, con sólo oprimir una tecla de nuestro teléfono.
La existencia de una enorme desigualdad social en el mundo moderno, la riqueza concentrada en algunos países y la colonización de otros países donde existe explotación laboral, violencia social y política, así como altos niveles de pobreza e incluso la guerra como estamos viendo en estos momentos en Europa del Este, son causas sociales que provocan el fenómeno de la migración masiva a través de la cual millones de personas abandonan sus hogares para buscar una vida mejor, huyendo de la violencia económica, de la pobreza y miseria de sus lugares de origen o escapando de zonas donde existen conflictos armados o ejércitos en guerra. La sensación de temporalidad acompaña a todas estas personas por donde quiera que se encuentren viajando, porque los lugares a los que pertenecen quedaron atrás y están buscando lugares donde establecerse, pero el racismo, la xenofobia y el nacionalismo que encuentran a su paso, no les permite dejar atrás esa sensación de temporalidad.
Esta sensación de la temporalidad masiva que observamos hoy en día en el mundo entero, ha sido creada por el neoliberalismo y el desarrollo de la globalización que destruyó el sentimiento de pertenencia a una comunidad, nos hizo perder la identidad de “ciudadanos integrantes de una comunidad” para convertirnos en simples consumidores y cuando la crisis económica produce subempleo o desempleo reduciendo la capacidad adquisitiva y los afectados no pueden consumir, son tratados como “consumidores defectuosos” y marginados de la economía y sufren de exclusión social.
Al no tener esencia, ideología definida o criterio propio, el “hombre modular” no es capaz de pensar por sí mismo y por ello es fácilmente manipulable por fuerzas con poder económico o poder político y esto se observa con mayor claridad en tiempos electorales, cuando se producen diversas acciones de manipulación del voto electoral (acarreo masivo, compra de votos, intimidación y hostigamiento para votar por algún partido o candidato, etc.).
Con la emergencia del hombre modular, la utopía de 1984 aquella impresionante novela de George Orwell que describe una sociedad dominada por el autoritarismo, se vuelve innecesaria, porque hombres y mujeres modulares viven en las condiciones descritas por Aldoux Huxley en su libro “Un mundo feliz”, dominados por impulsos hedonistas, con una ideología individualista y bajo una triple condena que es estar en condiciones de incertidumbre, vivir en una permanente inseguridad y experimentar un estado permanente de desprotección, una mezcla de ingredientes que hace innecesario el crear un ejército vigilante, porque las prisiones del mundo moderno no tienen barrotes ni son de acero, son prisiones psicológicas en el marco de una sociedad en la que existe un determinismo económico y una sociedad de consumo que ofrece el acceso a la felicidad a través de un consumo permanente, lo que provoca un conformismo generalizado, una apatía hacia la participación social y un alejamiento progesivo de los partidos políticos que han decepcionado una y otra vez a la población en quienes despertaron la llama de la esperanza del cambio social.
El neoliberalismo y la temporalidad social
En este mundo con gran desigualdad social, las tragedias se presentan en forma aislada y hombres y mujeres modulares no pueden observar el vínculo que existe entre lo personal y lo político, no pueden ver que en tiempos de globalización, los problemas locales tienen un origen global, porque la mayoría de los problemas que padecemos en la sociedad posmoderna tienen un denominador común: el neoliberalismo y la globalización que destruyeron el sentimiento de pertenencia a una comunidad y los individuos se ven a sí mismos solos y aislados.
El desarrollo del neoliberalismo después de la caída de la guerra fría, fomentó el desarrollo de una ideología individualista que condujo a millones de personas a encerrarse en sí mismos, en su zona de confort y en su privacidad, afectando los lazos sociales y familiares, provocando el surgimiento de una ceguera moral que impide diferenciar lo que es justo de lo injusto, lo correcto de lo incorrecto, por lo que se presenta como resultado adicional, una creciente insensibilidad masiva hacia el sufrimiento ajeno, provocando que las personas reaccionen a las injusticias sólo cuando son golpeadas directamente por una injusticia, mientras tanto, si eso no sucede, no les interesa lo que sucede “allá afuera”.
Desde hace años padecemos una creciente incertidumbre provocada por los cambios estructurales que se han realizado a nivel global y gracias a esos cambios hoy en día existe más facilidad para contratar y despedir de manera más fácil, los gobiernos proliberales están invadidos de corrupción, nuestros gobernantes reducen la inversión en gasto público, lo que provoca que a pesar del crecimiento de las grandes ciudades no existen nuevas obras sociales. En instituciones gubernamentales y empresas de la iniciativa privada se ha reducido el número de jubilaciones otorgadas y se intenta eliminar este derecho laboral a las nuevas generaciones, la posibilidad de despidos masivos se concreta como una posibilidad real y existe una alta rotación de personal en las organizaciones productivas y de servicios, las tasas de interés en los bancos aumentan considerablemente, la inflación sigue incrementándose a un ritmo mayor que el alza de los salarios, por lo que la capacidad adquisitiva se reduce cada día y esto lo podemos comprobar cada vez que vamos a los comercios a comprar alimentos porque cada vez pagamos más y regresamos con menos mercancías.
Aumenta la desigualdad social cada día y el sufrimiento colectivo, mientras que en las dependencias de gobierno el presupuesto público se continúa con la práctica de destinar la mayor parte del presupuesto público en el pago de nómina donde destacan los altos funcionarios que perciben sueldos de escándalo y al mismo tiempo, de manera contradictoria, se deja de invertir en el gasto operativo de las oficinas de gobierno, convirtiendo a cada dependencia gubernamental en verdaderas agencias de colocación de empleos, porque padecen de sobrepoblación administrativa que absorbe gran parte del presupuesto y por estas razones las instituciones se desvían de sus objetivos y descuidan la función social para la que fueron creadas.
Estamos viendo que el Estado se exhibe rindiéndose a las leyes del Mercado y se pone a su servicio, abandona su condición de guardián del bienestar social de sus gobernados, mientras que los ciudadanos olvidan su condición de tales, ignoran que tienen derechos que están siendo violados de manera impune y se limitan a identificarse a sí mismos como simples consumidores y se alejan cada vez más de la política, decepcionados una y otra vez por quienes alimentaron su esperanza del cambio social y terminaron por darle la espalda una vez que llegaron al poder. Por estas razones la ciudadanía presenta una actitud creciente de rechazo a los partidos políticos.
Debido a estas condiciones un sinnúmero de personas en nuestra sociedad experimenta continuamente una sensación de temporalidad, tanto en sus empleos, hogares y ciudades, ya que no esperan pasar mucho tiempo en donde se encuentran porque viven en un estado de precariedad permanente e insatisfacción social, por lo que si tuvieran la oportunidad abandonarían dichos lugares y se aventurarían a irse a otros lares, pero no lo hacen porque no tienen alguna alternativa concreta o destino seguro a seguir.
Este concepto de modularidad social podemos aplicarlo para comprender la fragilidad y vulnerabilidad de la mayoría de las relaciones sociales, incluida la relación de pareja, porque en la sociedad líquida en la que vivimos, la mayoría de los vínculos sociales se disuelven con gran facilidad porque las personas son concebidas como mercancías que proporcionan placer al consumirlas y motivación principal en las relaciones interpersonales es la búsqueda de gratificación personal, cuando ésta disminuye o cuando pasa la novedad, el vínculo se debilita y se presenta la sensación de insatisfacción.
Lejos quedaron las enseñanzas del “arte de amar” de Erich Fromm que concebía el amor como “la fusión de identidades en un proceso de construcción de una identidad de pareja” y lo que hoy prevalece es el “Amor líquido” descrito por Zygmunt Bauman, en el cual la fragilidad es la característica principal de las relaciones interpersonales y la promesa de aprender el arte de amar se presenta como una promesa falsa, porque el amor ha sido reducido a la calidad de mercancía.
En la relación de pareja esta sensación de temporalidad explica el aumento de los casos de divorcio y el descenso del número de matrimonios, porque impide el desarrollo de un sentimiento de compromiso y empuja a que alguno de sus integrantes tenga un as bajo la manga, es decir, un potencial romance con otra persona en caso de que falle la relación en la que actualmente se encuentra.
La sensación de temporalidad que experimentan las nuevas generaciones, se suma a la incertidumbre social acerca del presente y que se extiende hacia el futuro afectando a los integrantes de la pareja al extremo de que muchas parejas jóvenes, al ver que tienen un futuro incierto y un negro porvenir, deciden no tener hijos para que ellos no enfrenten las calamidades del mundo moderno y optan por adoptar mascotas, principalmente perros o gatos, a los que llaman “perrijos” y “gatijos”. Este tipo de situaciones son un claro ejemplo de la vinculación entre lo personal y lo político, entre lo local y lo global.
Las redes sociales: tribunas de hombres y mujeres modulares
Cuando sucede un evento importante que “se vuelve tendencia en redes sociales” y genera una atención masiva, de repente surgen “expertos de opinión”, personas que actúan como seres modulares y se expresan como si hubieran investigado estos temas durante toda su vida, cuando en realidad sólo lo consultaron en Wickipedia o lo buscaron en Google, se limitan a repetir lo que otros dicen y lo más grave es que ellos mismos llegan a creer que son sus propias ideas.
El finado escritor Umberto Eco profetizó que las redes sociales le dieron voz a legiones de imbéciles y esto lo comprobamos día tras día cuando varias personas opinan con una seguridad impresionante sobre temas complejos como política nacional o internacional, sobre economía, sobre salud, sobre la pandemia, etc. Desde hace meses las redes sociales se han visto inundadas con opiniones sobre la guerra de Rusia con Ucrania, la mayoría de las opiniones condenan la invasión rusa sin tomar consciencia de la incongruencia que muestran al haber guardado silencio ante la masacre del pueblo palestino por el ejército Israelí, o sobre la guerra en Iraq y Afganistán. Sólo se limitan a repetir lo que dicen los medios de comunicación occidentales que se encuentran al servicio de Estados Unidos y el día de hoy empiezan a limitar su participación en el tema de Ucrania para empezar a hablar sobre entre Taiwan, defendiendo su derecho a su independencia de China sin conocer la historia de esa región.
Los análisis del hombre modular son limitados y pobres de contenido, debido a que se limitan a reproducir discursos ajenos o lo que alcanzaron a leer a vuelo de pájaro en algunos espacios virtuales, porque el problema de hombre modular es que carece pensamiento autónomo, ya que no tiene el hábito de la lectura, no ha desarrollado su capacidad de análisis y sobre todo de crítica y sólo está exhibiendo el retroceso que vivimos como sociedad, en un momento en el cual tenemos acceso a todo tipo de información, pero estamos observando el surgimiento de la sociedad de la ignorancia en el seno de la sociedad de la información.
Necesitamos frenar el crecimiento de hombres y mujeres modulares porque estamos viviendo en un momento histórico en el cual las grandes corporaciones dominan el mundo y no aceptan ser reguladas por ningún gobierno y para lograrlo, fomentan la corrupción al interior del Estado-Nación y de los partidos políticos que se encuentran en el poder. Por esta situación nos encontramos viviendo en una sociedad que está en franco retroceso en materia de derechos humanos, respeto al Estado de Derecho y garantía del bienestar social, por la implementación de políticas neoliberales que atentan contra los derechos de los trabajadores y de la población en general.
El poder corporativo persiste en su misión de maximizar sus beneficios económicos a través de la explotación laboral, la explotación irracional de los recursos del planeta, poniendo como modelo a seguir a una sociedad basada en el equilibrio entre una producción masiva y un consumo masivo de productos y servicios. El neoliberalismo está destruyendo al Estado, empobreciendo a millones de personas al desaparecer derechos laborales y políticas sociales de apoyo a la población. Se presenta como un sistema económico que busca un crecimiento infinito y promueve la idea de que la felicidad está al alcance de todos y la forma de lograr esta felicidad se encuentra en un exagerado consumo sin tomar en cuenta que estamos viviendo en un planeta con recursos finitos, por lo que el seguir con el nivel de consumo que muestran los países desarrollados, sólo nos conduce a la destrucción de nuestro planeta a corto plazo.
La necesidad del cambio social
En el mundo entero surgen movimientos colectivos de resistencia a las políticas neoliberales y retoman como banderas de lucha la recuperación y defensa de derechos laborales, de salud, de la educación, de la jubilación, derechos sexuales, defensa de recursos naturales, defensa del medio ambiente, defensa de las mujeres, en contra del feminicidio, etc., y lo que los une es el deseo de lograr una transformación social. Los movimientos sociales son acciones colectivas de poblaciones que se encuentran en estado de opresión por la élite en el poder y surgen con el principal objetivo de empoderar en forma individual y colectiva a quienes participan en las luchas sociales y obtienen un aprendizaje de las mismas.
El problema real que estamos viviendo millones de personas en el mundo entero, es que estamos observando una resistencia a las políticas neoliberales en varios puntos del planeta, pero esta resistencia se está presentando en una forma dispersa, fragmentada y desarticulada, por lo que los frentes de lucha y focos de resistencia no tienen mucha duración o un fuerte impacto social.
Esta lucha expresada en forma dispersa (por parte de trabajadores en defensa de sus derechos laborales, por pensionados y jubilados que defienden sus pensiones, por grupos feministas que luchan en defensa de sus vidas y en contra del feminicidio, por grupos ecologistas que luchan en defensa del medio ambiente, etc.), es una lucha en contra de un poder corporativo que tiene un nivel de dominio que no se limita a un territorio o un país, porque sus políticas de dominación se expanden allende las fronteras y se encuentran articuladas a nivel internacional, estamos hablando del capitalismo financiero internacional.
Por estas razones, lo que se llega a obtener como resultado de estas luchas parciales es un gatopardismo, es decir, se logran concesiones, se obtienen triunfos parciales y se nos vende la idea de que estamos logrando cambios, pero en realidad todo está cambiando, para que todo siga igual.
Es el problema de limitar la lucha política a la lucha electoral, porque se corre el riesgo de asesinar a la democracia al continuar alimentando la democracia representativa como forma de vida y olvidarse de construir una democracia participativa. Porque a pesar de lograr cambios de partidos políticos en el poder, las grandes corporaciones siguen destruyendo la naturaleza con sus procesos productivos, se continúa explotando a los trabajadores con largas jornadas de trabajo percibiendo bajos salarios, sigue agravándose la crisis ecológica provocada por la destrucción de ecosistemas, se implementan programas de bienestar social que brindan apoyo a poblaciones en estado de vulnerabilidad social, pero no se combaten las causas que generan la pobreza y dichos programas corren el peligro de desaparecer si llega al poder otro partido político, la realidad es que no se realizan cambios estructurales y la corrupción continúa porque no se castiga a quienes se beneficiaron de la misma y siguen estando protegidos porque la impunidad está vigente.
La urgencia de un nuevo paradigma social
El neoliberalismo nos creó una percepción social de que no existen otros modelos de desarrollo diferentes al capitalismo, después del colapso de la URSS y el desarrollo de la economía de mercado a nivel global, creó un escenario social en el cual aparentemente no existían alternativas de cambio social, por lo que proliferaron las actitudes de conformismo generalizado, apatía social e indiferencia hacia la participación en política. Esta visión pesimista de la dinámica de nuestra sociedad ha funcionado durante las últimas décadas como una fuerza que restringió los anhelos de cambio social compartidos por millones de personas que desearían cambiar el mundo porque viven en condiciones de pobreza, exclusión social y por ello comparten un sufrimiento colectivo al ser marginados del desarrollo social.
Debemos reconocer que nuestra actual visión de la realidad está determinada por la visión hegemónica del neoliberalismo, que apuesta a una sociedad en la que el mercado esté liberado de cualquier tipo de control gubernamental y en la que el Estado-nación abandonó su función de guardián del bienestar social, no atiende las necesidades sociales y hoy se encuentra al servicio del poder corporativo. Esta visión neoliberal es la que está detrás de la destrucción de contratos colectivos de trabajo en instituciones públicas y privadas, la eliminación de derechos laborales y prestaciones sociales conquistados en anteriores luchas sociales.
Debilita el papel del Estado-Nación al promover la desaparición de instituciones que ofrecen servicios públicos para proceder a la privatización de los mismos a través de la creación de nuevas empresas, porque el neoliberalismo nos vende la idea de que la sociedad idónea es la que funciona como sociedad-empresa, es decir, en la que el éxito consiste en la creación de empresas de iniciativa privada que participan en el marco de una economía de libre mercado.
El problema es que en este modelo neoliberal promueve el crecimiento de una desigualdad social que produce la existencia de poblaciones que son descartables en función de que no podrán incorporarse a la economía de libre mercado y aquellos que no puedan participar en la sociedad de consumo al perder sus empleos y no poder cumplir con su rol de consumidores, quedarán catalogados como “consumidores defectuosos”, serán marginados de la sociedad, sufrirán exclusión social y su existencia se invisibilizará como sucede con los mendigos que nos encontramos deambulando por las calles de nuestras ciudades.
Este modelo neoliberal ha destruido el futuro de nuestra juventud al implementar reformas laborales que eliminaron la estabilidad laboral y pretenden eliminar el derecho a la jubilación. Han condenado a generaciones enteras a vivir en una precarización permanente por percibir bajos sueldos y padecer los efectos del crecimiento de la inflación que aumenta los niveles de pobreza a nivel mundial, además de violar sus derechos al privarles de oportunidades de desarrollo económico y marginarlos de servicios públicos como salud, educación, deporte, empleo, derecho a vivienda, etc.
Este es el contexto de la sociedad contemporánea que está inmersa en una crisis económica, política, ecológica y sanitaria, por lo que se presenta como una necesidad social urgente la construcción de un nuevo paradigma social emergente que nos permita cambiar la actual forma pesimista de ver la realidad, y aprender a aceptar que la realidad social es producto de un proceso de construcción social, a través del cual aceptemos que la sociedad misma, las instituciones que la conforman y el Estado-Nación son creaciones humanas, no son el resultado de acciones divinas, sino que son el efecto de acciones humanas.
Por estas razones es necesario construir nuevos paradigmas sociales que contemplen la posibilidad del cambio social, que alimenten la esperanza de que otro mundo es posible, ya no es suficiente con aceptar que la época cambia, necesitamos reconocer nuestra capacidad individual y colectiva para participar en un proceso real de transformación social de la realidad. La transformación de la realidad no es un discurso propagandístico, ni una bandera partidista, es una posibilidad real que podemos concretar si nos proponemos ser proactivos y aumentar nuestra participación social en los espacios públicos para discutir los problemas colectivos que nos están afectando y tomar decisiones colectivas para realizar acciones conjuntas, impulsando la participación de la ciudadanía en estos procesos.
Este nuevo paradigma debe tener una visión integradora, de carácter holístico, para comprender la totalidad de la sociedad en que estamos viviendo. Para tener una mejor comprensión de lo que estamos hablando, partamos de la idea de que un paradigma es una forma de pensar, una manera colectiva de ver la realidad social y de construir un conjunto de valores socialmente aceptables en un proceso de construcción de una realidad diferente a la que estamos viviendo.
La teoría puede ayudarnos para construir paradigmas, pero lo realmente importante es el análisis de las prácticas sociales que permiten el desarollo de nuevas teorías, porque es la teoría la que debe adaptarse a la realidad y no a la inversa. Necesitamos algo de imaginación epistemológica combinada con algo de imaginación política para la construcción de este nuevo paradigma y el material para hacerlo se encuentra en el aprendizaje social que se está obteniendo en las luchas sociales que se están dando a nivel global en contra de la dominación neoliberal.
Si analizamos los acontecimientos de los años recientes podremos ver que vientos de cambio social han surgido desde abajo con la participación masiva de millones de personas en jornadas electorales que han echado abajo gobiernos corruptos y autoritarios. Lo vimos en México en el 2018 cuando la dictadura del Prian se vino abajo debido a un tsunami de votos y le dio el poder a Morena y a Andrés Manuel López Obrador quienes manejaron la consigna de “primero los pobres”, es decir, un gobierno enfocado a las mayorías marginadas. Lo volvimos a ver en Bolivia con el intento de golpe de Estado en contra de Evo Morales y el posterior triunfo del Movimiento de Acción al Socialismo, donde triunfó el binomio Luis Arce y David Choquehuanca, quienes apostaron por los pobres y los empobrecidos por el corona-virus, por una población mayoritariamente indígena, quienes respondieron masivamente al llamado de votar por el MAS.
Lo vimos de nuevo con las elecciones en Chile con el triunfo de Gabriel Boric, un ex-líder estudiantil de 36 años que encabezó un frente de una izquierda renovada, generando ilusiones en el pueblo chileno para que entierre el legado neoliberal de los años setenta para construir un país más equitativo y con un Estado más fortalecido para defender una agenda que contenga una salud pública, la defensa del medio ambiente y una agenda feminista. Como último ejemplo de los vientos de cambio que estamos viviendo se encuentra el triunfo de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales de Colombia, quien de manera coincidente con Andrés Manuel López Obrador, en su tercer intento logra llegar a la Presidencia de Colombia, convirtiéndose en el primer Presidente de izquierda en ese país.
Estos cambios no se dieron en un solo día, los resultados obtenidos en las jornadas electorales fueron la cúspide de una serie de movilizaciones, de experiencias de resistencia y lucha por parte de grupos sociales que han padecido la injusticia, la opresión y la marginación social. Los protagonistas principales de estos cambios políticos que están presentándose a nivel internacional, son los marginados sociales, los consumidores defectuosos, los de abajo que describió Mariano Azuela, los miserables de Víctor Hugo, los condenados de la tierra de Franz Fannon, etc.
Las mayorías marginadas se han puesto de pie para decir “aquí estamos” y estos triunfos electorales no representan a los pobres y marginados, en realidad son los triunfos de millones de pobres y marginados, porque ellos son los protagonistas de los cambios sociales que estamos viviendo. La lectura que debemos hacer de estos cambios políticos es que estamos frente a un horizonte de paradigmas emancipatorios, es decir, ante la emergencia de nuevos paradigmas en los cuales hombres y mujeres salen de sus casas y toman las calles, participan en movimientos colectivos y aprenden que luchando en forma organizada, unida y colectiva pueden no solamente recuperar lo que les han quitado o intentan arrebatarles, sino que también pueden lograr su emancipación social y construir un nuevo mundo, una nueva realidad diferente a la que estamos viviendo, al construir un empoderamiento colectivo que tiene la capacidad y poder suficiente para transformar la realidad social circundante. El aprendizaje obtenido en las luchas sociales permite construir paradigmas teóricos y políticos que ayudan a la transformación del mundo contemporáneo en la medida que representan un pensamiento alternativo basado en un pluriverso de luchas sociales.
Estas experiencias de aprendizaje social nos plantean el reto de construir un mundo nuevo sobre la base de las experiencias de resistencia y lucha de los grupos sociales que han estado oprimidos en forma sistemática sufriendo injusticas y excusión social por quienes promueven políticas neoliberales y aquellos que aceptan vivir en un “sistema económico que promete un crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos”.
Lo que debe cuidarse es evitar que se repita el gatopardismo, no permitir que esta oleada de cambios sociales se limitan a la lucha electoral, porque si limitamos la democracia a la democracia electoral, la democracia morirá, debemos ir más allá de la lucha en períodos electorales y tener presente que la lucha por la transformación social es una lucha continua. Debemos retomar el ejemplo de caso mexicano como un ejemplo a no seguir, porque después de 4 años de Gobierno de Morena en México, continúa imperando el sistema de democracia representativa que es fuente de muchos males, porque siguen las injusticias sociales en este país, la impunidad sigue protegiendo a quienes incurrieron en actos de corrupción, la corrupción sigue siendo un problema estructural porque los altos funcionarios del Gobierno de Morena en los tres niveles perciben sueldos amorales en un país en crisis económica, desviando la mayor parte del presupuesto al pago de nómina, descuidando la atención a las necesidades sociales.
Existen motivos de sobra para seguir luchando porque el presente sigue siendo incierto y se vislumbra un negro porvenir al ver al partido en el poder realizando las prácticas de corrupción que caracterizaban al prianismo y que provocaron la indignación popular que llevó al triunfo a Morena. Otro motivo de lucha lo representan los pensionados y jubilados que están construyendo una nueva imagen como luchadores sociales al asumirse como sujetos históricos que actúan en política para defender sus derechos a la salud, a la jubilación y en contra de las UMAS que representan la privatización de pensiones que está siendo apoyada por el Gobierno mexicano. Estamos el surgimiento de grupos sociales emergentes que no estaban visibilizados y que con su intervención en la escena social actuando como actores políticos representan el surgimiento de un nuevo paradigma social.
Conclusiones
La situación que vivimos a nivel global se caracteriza por un predominio de las grandes corporaciones en la vida económica y política a nivel internacional, sometiendo a los Estados- Nación a la dictadura del Mercado. La causa de enorme desigualdad social que estamos padeciendo se encuentra en la intención del poder corporativo de maximizar sus beneficios económicos a través de la implementación de políticas neoliberales que provocan un enorme sufrimiento colectivo al traducirse en una oleada de violaciones a los derechos humanos de millones de personas: violaciones a derechos laborales, a la salud, a la educación, a recibir pensiones, a la jubilación, a vivir una vida y vejez en condiciones de dignidad, etc.
La sensación de temporalidad experimentada por millones de personas en el mundo entero, se suma a la incómoda trilogía de males que experimentamos en la sociedad moderna: la incertidumbre sobre el presente y hacia el futuro, la inseguridad individual y colectiva que estamos padeciendo en nuestras vidas cotidianas, así como la desigualdad social que ha llegado a niveles nunca antes vistos en la historia de la humanidad. Estos cuatro componentes de la realidad que estamos viviendo, constituyen los cuatro jinetes del apocalipsis que representan el azote de nuestros tiempos y provocan desgaste físico, emocional y la muerte de miles de personas.
La realidad social es una moneda de dos caras, junto a la emergencia de hombres y mujeres modulares que se adaptan, aíslan y comparten un conformismo generalizado, estamos observando el surgimiento de grupos sociales emergentes en varios países que actúan participando en movimientos colectivos para luchar por sus derechos. A nivel global surgen focos de resistencia que luchan en contra de la implementación de las políticas neoliberales y la sorpresa es que quienes están participando en estas luchas son aquellos sectores que han sido marginados social, económica y políticamente, personas a quienes se les niega su condición de seres humanos y alzan su voz para reivindicar su humanidad.
Estos focos de lucha y resistencia social antineoliberal que se observan en varios países en su mayoría provienen desde abajo, desde el sótano oculto de nuestra sociedad, porque los actores principales son personas que luchan por sus vidas en contra de un sistema depredador que los considera “poblaciones prescindibles”, “productos desechables”, “inadaptados sociales”, que con su participación en las luchas sociales construyen una identidad como actores políticos y representan en su conjunto la construcción de un nuevo paradigma emancipatorio que está surgiendo como producto de decisiones y acciones colectivas.
Ante estos dos escenarios sociales, el sentido común nos indica que no podemos permanecer pasivos o indiferentes, al ver que la realidad está cambiando constantemente y está de por medio nuestras vidas, lo menos que podemos hacer es cambiar esta realidad a nuestro favor. Si queremos terminar con la incómoda sensación de temporalidad que afecta a millones de personas, terminar con la sensación de incertidumbre, inseguridad y desigualdad social, tenemos que realizar grandes cambios, tanto a nivel individual como a nivel colectivo para empezar una verdadera transformación social.
En primer lugar, debemos empezar por una revolución de las consciencias que nos permita cambiar la autoimagen de nosotros mismos y la percepción de la realidad en la que vivimos. Debemos volver a vernos como seres sociales y no como individuos aislados, aceptar que tenemos una personalidad psicosocial que se formó gracias a nuestra pertenencia a diferentes grupos sociales de la comunidad en la que vivimos. Con este cambio de autoimagen lograremos construir una nueva figura del hombre y de la mujer, que se caractericen por una gran sensibilidad social hacia el sufrimiento ajeno y sobre todo por una gran participación, compromiso social y sentimiento de pertenencia a las comunidades donde viven. Necesitamos construir una nueva imagen de hombres y mujeres que se ubiquen en el contexto de la globalización, combinando su visión de la realidad actual desde una perspectiva crítica con una nueva autoimagen, una nueva percepción de los demás y definirse como como agentes de cambio social y ciudadanos del mundo para incluirse su participación en movimientos globales, que surgen de manera natural ante la naturaleza global de los problemas que hoy nos afectan y cuya solución requiere de estrategias globales como lo han hecho los grupos ecologistas y feministas.
En segundo lugar, tenemos que pensar en otro modelo de civilización diferente al neoliberalismo, porque el capitalismo en esta fase de sociedad globalizada regida por una economía de libre mercado, nos está conduciendo por un camino que nos lleva hacia la autodestrucción y hacia la destrucción de nuestro planeta. Necesitamos reconfigurar al Estado-Nación porque el neoliberalismo está destruyendo al Estado al desaparecer políticas sociales, instituciones públicas y servicios públicos, mientras que quienes gobiernan, lo hacen a ciegas siguiendo los vaivenes de una economía de libre mercado, atendiendo las demandas de desregularización y flexibilidad del capital financiero. Por estas razones, tenemos que fundar un nuevo Estado que sea incluyente, que atienda el llamado que a nivel global están realizando y crear un nuevo pacto social en el cual tengamos voz y voto todos los que integramos esta sociedad y evitemos que otras personas decidan nuestros destinos y la suerte de nuestras vidas.
Debemos alimentar la esperanza de que otro mundo es posible y para lograrlo, debemos reconceptualizar lo que entendemos por política. La política no es en realidad lo que hacen los políticos, ni se limita a actuar sólo en períodos electorales. La política que usan los gobiernos es una parte de la política, ya que existe otro tipo de política que es la que se encuentra en las calles, que se aprende en las luchas sociales, participando en las protestas pacíficas y en los movimientos colectivos.
Es por estas razones que necesitamos dejar atrás a individuos modulares y reconstruir nuestras identidades como sujetos políticos globales, usemos nuestra capacidad de pensamiento y aprendizaje para encontrar la articulación entre lo local y lo global, comprender que necesitamos construir otra forma de hacer política y no limitar la política a la política electoral, porque limitar la democracia a las jornadas electorales significaría la muerte de la democracia.
Necesitamos terminar con la fragmentación y dispersión de las luchas de resistencia social y crear frente de unidad en los cuales confluyan los diversos movimientos colectivos que hoy se encuentran luchando por construir un mundo mejor. Nos encontramos en situación similar a la que prevalecía cuando cayó la monarquía y empezaba a construirse la república y el Estado moderno: en estado de interregno, un estado en el cual, quienes gobiernan no gobiernan y los gobernados quieren gobernar, participar en las decisiones que permitirán construir una nueva realidad social. Somos la generación que nos tocó vivir el momento de cambios históricos radicales, que nos coloca en la disyuntiva de permitir la destrucción de nuestros derechos, vidas y planeta entero, o asumir nuestra responsabilidad histórica participando como sujetos políticos y como agentes de cambio social, construyendo un mundo nuevo y un nuevo orden mundial.
Bauman, Zygmunt: En busca de la política
Fondo de Cultura Económica.. México, 2015
Bauman, Zygmunt: Amor líquido
Fondo de Cultura Económica. México, 2017
De Souza Santos, Boaventura/Meneses, Maria Paula: Conocimientos nacidos en las luchas. Construyendo las epistemologías del sur. Editorial Akal. México, 2020
Fromm, Erich: El arte de amar
Editorial Paidos Studio. Barcelona, 1981
Divorcios suben 57% y matrimonios caen un 24% en México
https://www.forbes.com.mx/noticias-divorcios-suben-matrimonios-caen-ultima-decada-mexico/
¿Por qué volvió a ganar el MAS en Bolivia?
https://nuso.org/articulo/Bolivia-Luis-Arce-Evo-Morales/
Gabriel Boric asume como nuevo Presidente de Chile
https://elpais.com/internacional/2022-03-11/gabriel-boric-asume-como-nuevo-presidente-de-chile.html
El triunfo de Petro en colombia, revolución democrática
Yescas, Oscar: La revolución de las consciencias
https://oscaryescasd.blogspot.com/2019/06/la-revolucion-de-las-consciencias-oscar.html
Yescas, Oscar: El busca de la política
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/04/enbusca-de-la-politica-oscaryescas.html
Yescas, Oscar: Horizontes de un paradigma emancipatorio
https://oscaryescasd.blogspot.com/2021/12/horizontesde-un-paradigma-emancipatorio.html
Yescas, Oscar: Apuntes sobre la construcción del Frente Estatal de Jubilados en Sonora
https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/06/apuntessobre-la-construccion-del-frente.html
muy interesante , PROF.
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