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domingo, 14 de agosto de 2022

                           El blues de verano

Oscar Yescas Domínguez

14 de agosto 2022

En estos días de verano la temperatura ha llegado a rebasar los 40 grados y las lluvias recientes que cayeron sobre la capital sonorense han dejado una sensación de humedad que el sol logra evaporizar con rapidez aumentando con ello una sensación térmica que nos obliga a permanecer refugiados varias horas en el interior de nuestros hogares, porque de no hacerlo corremos el riesgo de sufrir un golpe de calor, deshidratarnos y enfermar. Estar encerrados y no poder salir de nuestras casas no es una novedad porque hemos padecido una larga pandemia que obligó a las autoridades sanitarias a decretar un confinamiento obligatorio prolongado y debimos quedarnos en casa durante un encierro prolongado.

Recuerdo que en mi época de joven sucedía algo parecido por las altas temperaturas que nos impedían salir de casa, pero eso no impedía que saliera a buscar trabajos temporales durante el verano, pero cuando esto no sucedía, la estancia prolongada dentro de unas cuantas paredes provocaba una sensación de largo aburrimiento que en mi caso que algunos amigos de mi círculo de aquel entonces llamábamos “el blues del verano” en honor a la canción del mismo nombre del grupo The Who, porque nos provocaba frustración y padecíamos un aburrimiento prolongado.

En mi caso personal, estar confinado largas horas del día fue un factor importante para que decidiera pasar esos lapsos de tiempo escuchando música y en la lectura de libros. Pasaron por mi mano y ojos varias obras clásicas de literatura universal, textos de filosofía, obras sociología, libros de psicología, etc. Con la lectura me olvidaba del tiempo y las horas pasaban rápidamente porque afortunadamente tenía varios libros en casa, mas otros que conseguí por mi cuenta y por eso me concentraba tanto en leer que me aislaba durante horas de lo que acontecía en mi alrededor y no tenía tiempo para aburrirme, porque terminando un libro, no pasaba mucho tiempo en tener otro en mis manos y comenzar una nueva aventura literaria, hasta que bajaba el sol y salía a buscar a mis amigos o ellos tocaban la puerta de mi casa para invitarme a salir. Cabe mencionar que en ese entonces no teníamos tanta dependencia del televisor como hoy en día, no existía internet, redes sociales o teléfonos celulares que son los principales medios de distracción para las nuevas generaciones, en síntesis, vivíamos en otro mundo y en otra época.

He tenido la fortuna de viajar y haber estado en lugares donde la temperatura llega a bajar a menos 26 grados centígrados y la necesidad de estar encerrados en casa para protegerse de las bajas temperaturas es similar, porque salir de casa implica riesgo de congelamiento y de enfermar gravemente al sufrir hipotermia y quemaduras por congelamiento. En este tipo de lugares con clima de frío extremo también se llega a experimentar el blues del verano y es importante mantener una actitud que ayude a evitar caer en estado de “aburrimiento extremo” y aprovechar el tiempo en forma productiva y placentera.

Al igual que durante la pandemia, los más afectados por este clima caluroso extremo que estamos padeciendo son aquellas personas que viven en condiciones de marginación, porque no poseen casa donde refugiarse de los rayos quemantes del sol, porque si tienen casa no tienen aparatos de refrigeración, minisplit y cuando mucho llegan a tener un abanico que a todas luces es insuficiente para mitigar este intenso calor, etc. Son aquellas personas que son marginados y excluidos de una economía de libre mercado porque son “consumidores defectuosos” que no tienen capacidad adquisitiva para participar en el intercambio de dinero por productos o servicios. Son quienes viven en condiciones de marginación social porque han sido olvidados por las autoridades en turno que sólo se dedican a disfrutar del poder y asegurarse de seguir recibiendo grandes cantidades por concepto de sueldos y nunca llegan a pensar en ofrecer alguna alternativa para proteger aquellas personas que yacen bajo la sombra de un arbol sufriendo el calor, se paran en los cruceros de las principales calles para pedir dinero, vender dulces, limpiar vidrios, realizar acrobacias. etc..

En algunos países durante la época de invierno se crean refugios para ofrecer techo y comida a quienes viven en condiciones de marginación, inclusive he sabido de países en Europa en las que de manera voluntaria, la población cuelga abrigos y chamarras en los árboles de plazas públicas para que los tome y use quien los necesite. Pensar en hacer algo parecido en nuestra capital suena imposible porque la corrupción es un problema estructural de nuestro gobierno en sus tres niveles, lo cual no deja de ser lamentable.

Quizá esto no lo comprendan las nuevas generaciones que hoy están atrapados en una fuerte adicción al teléfono celular y videojuegos, acostumbrados a estar navegando durante horas en redes sociales, o son presos de la televisión porque en nuestros días se invierte una gran cantidad de tiempo disfrutando de maratones de series en Netflix u otros canales y esto contribuye a que el hábito de la lectura tienda a desaparecer. Pero es necesario llamar la atención acerca de un problema que estamos viviendo en la sociedad de la información en que vivimos, este problema consiste en que la abundancia de información que recibimos a través de las pantallas de nuestros teléfonos, computadoras y televisores, está provocando que emerja desde sus entrañas una ignorancia colectiva, que paradójicamente se le está bautizando como la “sociedad de la ignorancia” , porque se toma como válida cualquier información que circule en redes sociales, sin considerar que gran parte de esta masiva información son noticias falsas, se toman como fuentes de referencia a personas conocidas como Tiktokers, Youtubers, llamados así porque utilizan una plataforma de comuncación masiva y llegan a tener miles de seguidores y por ello son considerados “influencers”, es decir, personas que pueden tener una influencia masiva en quienes los siguen y toman como verdad los discursos que ellos emiten.

Por esos motivos cada día aumenta el número de analfabetas funcionales, es decir, de personas que saben y pueden leer, pero no lo hacen, porque prefieren que otras personas les digan que pensar, que decir y como comportarse, eso en resumen es la definición de la palabra “seguidores”. La ausencia del hábito de la lectura afecta su capacidad para pensar por su propia cuenta, para desarrollar un pensamiento autónomo y afecta también su capacidad de comprensión de la realidad compleja en la que estamos viviendo y contribuye a distorsionar la imagen que tienen de sí mismos y la imagen que tienen de los demás. Sus capacidades de análisis y síntesis disminuyen considerablemente y se ha visto seriamente afectada al grado de que muchas personas no puedan leer una o dos páginas de una lectura seria, porque su falta de concentración les frustra y abandonan la lectura.

Las nuevas condiciones que están creando el desarrollo de la tecnología en la “sociedad red” están creando generaciones están dejando atrás su condición de seres pensantes (homo sapiens), porque no han desarrollado un pensamiento propio y se limitan a reproducir ideas o fragmentos de discursos que leyeron o escucharon en algún lado. A las nuevas generaciones la historia pasada no les interesa, conocen sólo fragmentos de la historia actual y tienden a desarrollar una apatía hacia la política y un conformismo generalizado porque piensan que nada se puede hacer para cambiar el estado de nuestra sociedad. La cultura de la imagen que prevalece en la sociedad de consumo, donde predomina lo efímero y lo superfluo, los han convertido en lo que Giovanni Sartori describe como homo videns, es decir, personas que no piensan por su cuenta y su aprendizaje se limita a procesar aquella información que adquieren en forma visual, privilegian la imagen por encima de la palabra escrita y por ello su capacidad para comunicarse se limita cada día debido a que su repertorio verbal es extremadamente limitado ya que no tienen el hábito de la lectura.

El abuso en el uso de la tecnología les impide ordenar sus ideas y pensamientos y al no poder expresar sus propias ideas, con seguridad no pasarían la prueba de escribir un ensayo de 5 cuartillas en el cual describan una historia resumida de sus vidas. Otro efecto del abuso del teclado es la imposibilidad de escribir con buena caligrafía y la existencia de un sinnúmero de faltas de ortografía. Es por todas estas razones que se habla de la emergencia de una ignorancia colectiva.

Esta misma ignorancia se reflejó con gran claridad en el tiempo que hemos padecido la pandemia del covid-19, en la que pudimos observar que una inmensa mayoría de la población ignoró los llamados de las autoridades para seguir las medidas preventivas que disminuirían el contagio del covid-19: confinamiento voluntario, mantener distancia ubicándose en las señales pintadas en el piso al entrar a establecimientos comerciales, bancarios o laborales, usar cubrebocas, utilizar gel antibacterial, etc.

Durante la pandemia, mientras los pensadores sociales teorizaban sobre las causas y consecuencias sociales de la pandemia, especulaban sobre el fin del neoliberalismo y el inicio de un nuevo orden mundial, la principal preocupación de una gran mayoría de personas que se encontraban confinadas en un encierro masivo estaba relacionada con la cantidad de papel de baño que tenían disponible en sus casas. Legiones de personas no soportaron el “blues de verano” que provocó la pandemia y decidieron salir antes de lo autorizado por las autoridades sanitarias, se arriesgaron a realizar reuniones en momentos críticos de la pandemia, rebelarse a las medidas de contención del covid, decidieron no usar cubrebocas y en los casos más extremos de ignorancia colectiva algunas personas negaron la existencia del virus argumentando un complot gubernamental que buscaba terminar con las libertades individuales con fines de control social.

Por estas razones no es exagerado decir que la enorme cantidad de muertos por el covid-19 y la rápida expansión de la pandemia a nivel mundial se debieron a dos factores principales: el primer factor fueron las muestras de ignorancia colectiva que minimizaron los riesgos de contagio, no vieron la magnitud del problema de la crisis sanitaria e incurrieron en conductas de alto riesgo que los llevó directamente a la muerte o provocaron involuntariamente la muerte de familiares, amigos o compañeros de trabajo al ser portadores asintomáticos del covid-19.

El segundo factor fue la negligencia de las autoridades gubernamentales que no actuaron con responsabilidad y utilizaron un liderazgo de “dejar hacer” a la población, en momentos en los que se requerían medidas disciplinarias para lograr un confinamiento forzoso. Esta negligencia obedeció en gran parte a la prioridad que le dieron a mantener funcionando una economía, en momentos en los que esa economía de libre mercado era la causa principal de la rápida expansión de la pandemia, porque vivimos en el contexto de la globalización en la cual estamos más cerca unos de otros por motivos comerciales.

Por las razones que fueren, la humanidad entera ha pagado un alto costo en vidas humanas por actos masivos de irresponsabilidad social de la ciudadanía a nivel mundial y por fallas en el liderazgo de los gobiernos de todos los países del mundo entero, salvo los países orientales porque aplicaron un control estricto y contaron con la colaboración de la población en seguir las medidas de prevención de contagio del covid-19, mientras que en Europa y América, las medidas de prevención del contagio fueron objeto de debate, salir a comprar lo que había y pelear por lo que no había.

Podemos afirmar que tenemos una fecha exacta del surgimiento de la pandemia, pero no nos han informado oficialmente que ésta ha terminado, nadie ha dicho que el peligro ya pasó, pero aún cuando una gran parte de la población ha tomado dos, tres y hasta cuatro dosis de vacuna contra el covid-19 y aún así todavía siguen los casos de contagio, porque el peligro continúa debido a que han surgido diferentes variantes del virus del covid-19 y no se ha llegado a la meta del 100% de personas vacunadas con las cuatro dosis. Seguramente motivados por el ánimo de reactivar la economía, las autoridades decretaron que ya no es obligatorio usar cubrebocas en espacios abiertos, pero declararon que sigue la norma de usarlos en establecimientos cerrados. Pero esta información se ha manejado en forma deficiente por parte de las autoridades y cada quien escucha lo que quiere escuchar y lo que estamos observando es que una gran mayoría de personas actúa como si pensara que el peligro ya pasó, que ya no hay riesgo de contagio alguno y han dejado de usar cubrebocas, realizan reuniones, no mantienen la sana distancia y esta persistencia de conductas de irresponsabilidad social y muestras de ignorancia colectiva, están provocando que se crea una percepción incorrecta de que ya no hay peligro y millones de personas ya no se preocupan por seguir usando las medidas preventivas mínimas como el usar cubrebocas y empiezan a “volver a la normalidad” saliendo a la calle, realizando reuniones y dejando de usar el cubrebocas.

Estos comportamientos que reflejan ausencia de aprendizaje social, ya que la pandemia no ha terminado y siguen los casos de contagio aumentando en este mes de agosto, junto a la irresponsabilidad que muestran las autoridades al suspender la publicación de la información de cifras diarias de contagio del covid, están siendo los ingredientes principales para que resurja una nueva ola de contagio del covid y siga aumentando el número de víctimas de esta pandemia que no ha terminado.

Estos son los números reportados el 13 de agosto que demuestran que el peligro continúa y que debemos seguir con las conductas de prevención del contagio del covid-19: 

Una gran mayoría de la población muestra una real ausencia de aprendizaje social, no aprendió que las medidas de prevención del contagio del covid deben ser parte del repertorio de sus comportamientos habituales y lo más grave, es que ignora que estamos enfrentando una “quinta ola de contagios del covid”. Una inmensa mayoría de la población sigue viviendo dentro de la caverna que describió Platón, presos en la caverna de la apariencia y de la ignorancia, limitados al aprendizaje que proviene de los sentidos que proporciona un conocimiento de la realidad muy diferente a la realidad social, el número de personas que escapan de la ignorancia al conocimiento es muy limitado y por ello, después de dos años y medio de estar padeciendo un blues de verano, millones de personas en el mundo entero salen de sus casas, invaden los espacios públicos, presos de una ilusión falsa de que el peligro ya pasó y ansiosos de volver a una normalidad que fue la causa de la pesadilla de la pandemia que todavía no ha terminado.

Millones de personas siguen encadenados a una ignorancia colectiva que les impide aprender de la experiencia vivencial, porque aspiran a volver a la normalidad que existía antes de la pandemia, sin haber aprendido que la pandemia se originó por la sociedad en la que vivimos que se fundamenta en una economía global del mercado y en el mantenimiento de un equilibrio entre una producción masiva y un consumo masivo, que requiere de la explotación irracional de recursos naturales que provocan verdaderos ecocidios, cambio climático, pérdida de la biodiversidad y el posible salto de virus de animales a seres humanos.

El principal aprendizaje que nos dejó la pandemia del covid-19 no se limita a la confirmación de la involución que vive buena parte de la población a nivel mundial, se extiende hasta lograr revelar lo indecible e inaceptable antes del fallecimiento de millones de personas a nivel mundial: la existencia de una desigualdad social y la violencia estructural del capitalismo que provoca un sufrimiento colectivo.

La pandemia reveló el estado de abandono y desmantelamiento del sistema de salud pública en la mayoría de los países, rebeló el espíritu antidemocrático del virus del covid-19, porque la muerte no fue pareja, atacó principalmente a millones de personas desamparadas, que no pudieron guardar confinamiento voluntario porque tenían que salir de casas en busca de alimentos, o simplemente porque no tenían casa donde refugiarse. El covid-19 vino a denunciar que la normalidad en la que vivíamos, la paz social que disfrutábamos aquellos que tenemos privilegios de tener casa, empleo, alimentos en casa, internet, televisión por cable, etc., se basa en la existencia de crímenes sociales que excluyen de la modernidad a amplios sectores de la población y que no tienen acceso a los beneficios de la modernidad, porque no tienen ingresos seguros al estar viviendo en condiciones de pobreza, por lo que son marginados de la sociedad de consumo y tratados como consumidores defectuosos.

Aquellos que tenemos el privilegio de contar con comodidades para no tener la necesidad de salir de casa, debemos valorar lo que tenemos y disfrutarlo al máximo, evitemos pensar en lo que no tenemos, porque si estamos buscando la felicidad, ésta se encuentra en encontrar nuestra paz interior, en valorar lo que es realmente importante que es la compañía de nuestros seres queridos. Pero sobre todo, debemos rescatar que parte del aprendizaje de la pandemia del covid-19 fue descubrir la ceguera moral en la que vivíamos que nos hizo ser insensibles al sufrimiento ajeno, cubrir nuestros oídos para no escuchar el grito de aquellos que padecen un sufrimiento cotidiano porque se les niega su condición de seres humanos, se les viola sus derechos humanos, por el determinismo económico que nos tiene bajo su dominio en la dictadura de la economía de libre mercado.

La crisis sanitaria provocada por la pandemia del covid-19 que ha dejado un rastro de millones de muertos a nivel global y grandes pérdidas económicas, vino a agravar la crisis económica que hemos venido padeciendo desde hace varios años que genera desigualdad social, reduce a los ciudadanos a la condición de consumidores y niega la condición de seres humanos a quienes son consumidores defectuosos. La pandemia también agudizó la crisis política que hemos padecido en los países que se autodenominan “democráticos”, que presentan un vacío de liderazgo en el cual los ciudadanos ya no se sienten representados por quienes los gobiernan y se ven reducidos a la condición de electores, provocando una disminución de la participación política y finalmente, la crisis provocada por la llegada del covid-19, vino a revelar la incongruencia de una economía mundial de libre mercado que está provocando una crisis ecológica por la voracidad de las grandes corporaciones que sólo se preocupan por maximizar sus beneficios económicos sin importarles que la producción masiva provoque la destrucción de la tierra, daños a la ecología, al medio ambiente y el cambio climático. En su conjunto estas cuatro crisis representan los cuatro jinetes del apocalipsis que azotan la humanidad en la aldea global.

La vida después de la pandemia no puede ser la misma que prevalecía antes de que ésta se presentara, necesitamos un despertar social que despeje el conformismo generalizado, la apatía colectiva, la indiferencia hacia a política y tomar consciencia de que si seguimos consumiendo sin ningún cuidado por la biodiversidad, sin hacer algo por detener el cambio climático, estaremos creando un mundo inhabitable y seguiremos un camino que nos conduce a la autodestrucción. La libertad en nuestras vidas individuales, colectivas y empresariales debe tener límites para garantizar la existencia de nuestras propias vidas.

Necesitamos construir una identidad como sujetos históricos, como personas que pertenecemos una comunidad y tenemos historicidad, es decir, capacidad para cambiar la historia. Necesitamos tener el panorama completo de la situación a nivel mundial que hoy presenta escenarios de guerra con peligros de ampliarse y presentar nuevos frentes de batalla. Debemos salir de la caverna de Platón para ver con ojos críticos la realidad compleja que estamos viviendo, enfrentando una oleada de cambios sociales y confiar en nuestra capacidad para convertirnos en agentes de cambio social para unirnos con otras personas, vernos como sujetos globales y comprender que los problemas locales tienen un origen global y necesitamos actuar en forma unida, organizada y colectiva para dirigir la tendencia de cambios sociales a nuestro favor y no en nuestra contra.

La invitación es entonces a utilizar este tiempo “encerrados” no como si padeciéramos un blues de verano, sino como una oportunidad para reflexionar sobre lo afortunados que somos al haber sobrevivido a esta pandemia, sobre todo contar con la compañía de nuestros seres queridos, así como todo lo material que se encuentra a nuestro alrededor.

Finalmente, quisiera decir que no es lo mismo leer una novela que estudiar un libro científico de filosofía, psicología, sociología, pedagogía, etc. Leer una historia es fácil, pero estudiar requiere del uso de marcatextos para subrayar párrafos importantes de los libros que leamos. Debemos percibir a los libros como instrumentos de trabajo, con los cuales podemos subrayar y escribir aparte de leerlos. Estudiar requiere concentración, doble lectura de un párrafo, subrayar párrafos, tomar notas en una libreta de apuntes, etc. Los resultados de iniciar el hábito de la lectura trae sus beneficios: nos permite desarrollar un pensamiento autónomo, es decir, a pensar por nuestra propia cuenta, nos ayuda a enriquecer nuestro vocabulario y expresar las mismas ideas de diferentes formas y sobre todo nos ayuda a liberarnos de falsos temores porque nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos. En ese sentido, cabe mencionar que la solución al problema del aburrimiento o “blues de verano” se encuentra en nosotros mismos porque solo es cuestión de decidirnos entre sufrir de aburrimiento dejando pasar en forma improductiva un tiempo precioso que jamás volverá y evitar lo que decía Amparo Ochoa, que el tiempo se nos vaya como la “mugre por el lavadero”, o utilizar este tiempo de manera productiva decidiendo un cambio en nuestro comportamiento, iniciar la aventura de desarrollar el hábito de la lectura, crear un pensamiento autónomo ara construir una identidad como sujetos autónomos y no como seguidores de influencers o youtubers y tener presente que una sociedad democrática se construye con sujetos autónomos.

Letra en español de la canción summertime blues de The Who

https://www.letras.com/the-who/102872/traduccion.html

México registra 9,914 casos de covid y 56 defuncines

https://www.eleconomista.com.mx/tags/coronavirus-16038


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