martes, 17 de mayo de 2022

 

Cuando lo viejo se convierte en nuevo y transforma la realidad

Oscar Yescas Domínguez

17 de mayo de 2022

En el mundo que vivimos donde prevalece una economía de libre mercado, estamos padeciendo una versión siniestra del “juego de las sillas” del cual nadie se escapa y el premio para quienes ganan en este juego es evitar temporalmente la exclusión y marginación social, mientras que los que pierden pasan a vivir en condiciones de marginación y exclusión social. 
Debemos tener presente que la dinámica de cambios sociales que inició en la segunda mitad del siglo pasado no ha parado de evolucionar y nos mantiene corriendo en un ritmo cada vez más veloz y en esta carrera van quedando atrás aquellos que no pueden adaptarse a una sociedad basada cuyo eje central se encuentra en mantener un equilibrio entre una producción masiva y un consumo masivo. En un mundo globalizado, se necesita al menos hablar dos idiomas, tener conocimientos mínimos de computación y manejo de redes sociales. En la sociedad red que nos describe el sociólogo Manuel Castells, la socialización se da en las redes sociales y quien no "está conectado" en alguna red, corre el peligro de recibir una "muerte social", porque los amigos que están conectados, sólo interactúan con quienes se encuentran en el mundo virtual. 

Estamos dejando atrás aquellos tiempos donde existía una relativa igualdad social, cuando prevalecía un enfoque humanista en las relaciones interpersonales, existía un respeto a las personas de mayor edad, se podía encontrar una sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno y por ello se podían observar acciones de solidaridad social hacia los desfavorecidos. Pero el día de hoy, nuestra vida cotidiana la vivimos con una sensación similar a la que se experimenta cuando patinamos sobre hielo quebradizo, ya que nuestra seguridad personal e integración social, depende de la velocidad con la que aprendamos nuevos comportamientos y de la rapidez con la que nos movamos en nuestra actividad social desarrollando nuevos repertorios conductuales en los diferentes ámbitos de convivencia social en los que tenemos interacción: trabajo, educación, familia, etc.

Podemos diferir en muchas cosas, pero un hecho innegable es que todo, absolutamente todo está cambiando, lo único que no cambia es la premisa de que todo está cambiando y debido a esa velocidad con la que se presentan los cambios nos sucede que, todavía no terminamos de consolidar nuevos comportamientos a las circunstancias cambiantes, cuando de repente se presentan nuevos cambios en nuestras condiciones de vida, por lo que no alcanzamos a consolidar cambios de actitudes, de valores y en nuestros comportamientos, cuando tenemos frente a nosotros nuevos cambios.

Vivimos en el contexto de una sociedad moderna líquida (un término acuñado por el sociólogo Zygmunt Bauman para describir la rapidez y facilidad con la que se transforma nuestra sociedad) en la que las respuestas comportamentales que diseñamos para enfrentar los cambios, envejecen rápidamente y se muestran obsoletas antes de que podamos tener la opción de conocerlas adecuadamente, porque los comportamientos que nos dieron éxito en el pasado ya no funcionan en las circunstancias actuales.

Nos encontramos viviendo en el imperio de lo efímero, dentro de una cultura consumista que nos empuja a consumir cada vez más, nos han vendido la idea de que podremos lograr mayor felicidad en la medida que podamos aumentar un mayor nivel de consumo. En esa línea de pensamiento, los productos que adquirimos para lograr un bienestar en nuestra vida privada y social, tienen una duración que se acorta cada vez más, tienen una corta vida ya que se producen en base a un diseño que ellos dota de una obsolescencia programada para que dejen de funcionar cada vez menos tiempo y los consumidores nos veamos en la necesidad de reemplazar viejos productos a través del consumo de nuevos productos que salen al mercado y la publicidad nos dice que traen nuevas funciones y que son mejores que las versiones anteriores.

La mayoría de la población, especialmente los jóvenes, viven en un eterno carpe diem, viviendo el aquí y ahora sin pensar en ningún momento en el futuro que les espera, se dejan llevar por una tendencia hedonista en busca del placer temporal y efímero, ignoran completamente que tienen derechos que cada día son violados impunemente, desconocen la historia del pasado, inclusive su memoria no registra eventos del pasado reciente y su percepción de la realidad se limita a sus vivencias personales.

En este contexto de una sociedad de consumo que forma al ciudadano ideal para subsistir, el pensamiento autónomo es algo que tiende a desaparecer y el lugar del homo sapiens que surgió como un notable cambio en la evolución humana al desarrollar la capacidad de pensar por cuenta propia, es sustituido por una nueva figura que es el homo consumens, que no piensa, no critica, no se inconforma y que valora lo que le rodea en función del placer que le proporciona.

Esta forma de actuación (iba a decir “forma de pensamiento” pero el pensamiento desaparece con el surgimiento del homovidens), de existir en función de una búsqueda eterna del placer efímero, se extrapola a las relaciones interpersonales y la sociedad líquida que nos describe el filósofo Polaco Zygmunt Bauman, tiene su expresión en el surgimiento del amor líquido que se vive en nuestros días, cuando las parejas de hoy tienen una relación efímera porque lo que buscan entre sí, es la gratificación personal y la percepción de la pareja como un objeto que proporcionará placer y satisfacción, pero una vez pasada “la novedad” se presenta el aburrimiento, el hastío y la decepción mutua que provoca incremento en el número de separaciones de parejas o actos de infidelidad.

En esta sociedad donde prevalece el enfoque de la economía de mercado las personas sufrimos un trato similar a los productos porque en la medida que envejecemos sufrimos un menosprecio social, porque debemos observar que en la cultura en la que prevalece lo efímero, surge una hipervaloración de la juventud como uno de los dones más preciados y se estimula una cultura de la imagen joven como uno de los ideales a alcanzar para tener una mayor aceptación social y para lograr una imagen juvenil el mercado nos ofrece una enorme cantidad de productos que nos permiten mantener la apariencia de una “eterna juventud”.

Por esas razones se presenta en los adultos una “crisis de los 40”, una crisis de los 50, otra crisis de los 60, porque en la medida que vamos envejeciendo, vamos perdiendo no sólo oportunidades de trabajo, o posibilidades de conseguir una nueva pareja, vamos perdiendo también aceptación social y obteniendo un menosprecio gradual en nuestro ambiente de trabajo, en nuestro ambiente familiar, en nuestro ambiente social.

En el caso de las personas que llegamos a la tercera edad somos percibidos culturalmente como personas improductivas, como individuos dependientes porque debido a nuestra edad, necesitamos más ayuda social porque el paso del tiempo nos cobra los excesos que tuvimos en nuestra juventud, o por la falta de atención a nuestra salud y nos encontramos en un momento de nuestras vidas en la que afloran diversas enfermedades “propias de la edad” por lo que necesitamos mayor atención médica, consumir más medicamentos en forma permanente y la mayoría de quienes forman parte de este grupo no trabajan, ya sea porque perdieron el empleo al ser sustituidos por gente más joven, nadie los contrata porque por su edad no encajan en el perfil de requisitos que exigen los empleadores, o porque dejaron de ser trabajadores activos y consiguieron su jubilación para “estar en retiro laboral”, lo que suele interpretarse en forma distorsionada como un “retiro social” y  llegan a ser percibidos como “una carga económica” para los familiares cercanos o como una “carga presupuestal” para las empresas públicas y privadas.

La situación se complica porque los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras organizaciones que forman parte del poder corporativo a nivel mundial, han dirigido sus baterías en contra de los jubilados y pensionados al implementar políticas neoliberales que incluyen severos recortes al pago de pensiones, cambios en los contratos colectivos de trabajo que contemplan la desaparición del derecho a la jubilación y/o el aumento en la edad de la jubilación en promedio de cinco años más, medidas que tienen la intención oculta de no pagar más pensiones y en algunos casos se logra porque centenares de trabajadores activos fallecen antes de lograr recibir su jubilación. Se puede decir entonces que hemos llegado a un grado extremo de deshumanización debido a que los organismos financieros internacionales presionan a los gobiernos de diferentes países para que se elimine el derecho a la jubilación como un derecho humano utilizando el argumento de que la crisis económica internacional que estamos padeciendo no permite seguir “soportando” el pago de las pensiones.

A quienes promueven tales violaciones a los derechos humanos no les importa que al realizar recortes presupuestales en finanzas públicas, se ponga en peligro la vida de las personas de la tercera edad, ellos tienen la percepción de que los jubilados y pensionados son personas que “ya vivieron sus vidas” y están utilizando recursos que deberían ser destinados para la gente joven, creen que los pensionados y jubilados son “personas en estado de vulnerabilidad social” y han tenido la osadía de pensar que representaría problema alguno el reducir el pago de pensiones,  restringir el derecho a la salud y eliminar el derecho a la jubilación.    La expansión de las violaciones a los derechos de pensionados y jubilados, ha sido permitida porque gran parte del problema ha sido la inconsciencia, ignorancia e insensibilidad que muestran los trabajadores activos que no han comprendido que les están violando sus derechos laborales al aumentarles la edad de la jubilación o al eliminar por completo la posibilidad de que puedan jubilarse en un futuro. La otra cara de la moneda es la complicidad, el silencio y pasividad que muestran los dirigentes de organismos sindicales que aceptan estas violaciones a los derechos de los trabajadores activos sin cumplir con su función de liderazgo sindical que debería tener como prioridad la defensa de los derechos e intereses de los trabajadores y guardan silencio sobre los atropellos a pensionados y jubilados porque para ellos ya no existen, al parecer, quien se jubila recibe una "muerte social".

Ni unos (trabajadores activos), ni otros (dirigentes sindicales) logran alcanzar a desarrollar una sensibilidad, empatía y nivel de consciencia que les permita verse en la imagen actual de la situación que atraviesan los pensionados y jubilados como si estuvieran en un espejo del futuro. Los pensionados y jubilados actuales están siendo victimas de violaciones a sus derechos a la salud y a la jubilación, y su situación puede considerarse como una fiel imagen del futuro que les espera a los trabajadores activos cuando lleguen a la tercera edad y necesiten obtener su retiro laboral para vivir una vejez digna disfrutando de una pensión o de una jubilación que les permita vivir los últimos días de sus vidas en forma tranquila en el aspecto económico.

Pero los trabajadores activos ensimismados no logran visualizar su futuro como retirados porque están viviendo en ese eterno carpe diem que les impide pensar en el futuro. No logran comprender que el futuro ya está aquí, no se necesita ser profeta, mago o pitonisa para visualizar que el futuro de los trabajadores jóvenes y activos se está destruyendo con la implementación de políticas neoliberales que recortan prestaciones y derechos de contratos colectivos de trabajo y de manera particular, eliminan las pensiones y jubilaciones para quienes hoy se encuentran como trabajadores activos.

Dirigentes sindicales y trabajadores activos faltan a su compromiso histórico de defender los intereses de la case trabajadora, comparten con otros sectores de la sociedad ese menosprecio a lo viejo al ocupar el lugar que dejaron vacantes los jubilados y desaparecer de su memoria, estatutos sindicales y vida social a aquellos que “dejaron de ser activos” para disfrutar de su jubilación. Hacen eco a las declaraciones de que las prestaciones y percepciones que disfrutan los pensionados y jubilados son un “desperdicio”, porque esos recursos deberían ser destinados para que los trabajadores activos tengan mejores condiciones de trabajo y mayores percepciones.

Olvidan que los golpes en contra de los derechos de los pensionados y jubilados también van dirigidos en contra de ellos mismos. La crisis de liderazgo que se observa en los sindicatos es un fiel reflejo de la crisis de liderazgo que se presenta en nuestra sociedad, que se manifiesta como parte de una crisis política dentro de la crisis social más amplia que afecta a la sociedad en su conjunto. Al igual que los partidos políticos han perdido credibilidad y sufren un rechazo y menosprecio de la población, porque cuando están en el poder se olvidan de quienes los llevaron al mismo, los sindicatos han perdido capacidad e convocatoria, la participación sindical se ha reducido y el sindicato sólo existe cuando se recuerda que pertenecer al mismo trae consigo beneficios y se pueden disfrutar prestaciones incluidas en los contratos colectivos de trabajo.

La simulación permea en todos los niveles de nuestra sociedad y en los sindicatos, los dirigentes simulan que representan a los trabajadores, pero guardan silencio cuando se eliminan prestaciones sindicales o se vulneran los derechos de los trabajadores. Los trabajadores sindicalizados simulan ser sindicalistas y acuden a marchar el primero de mayo, más por conveniencia que por convicción o conocimiento de la historia y significado de esa fecha que se conmemora a nivel mundial.

En este contexto de deterioro social, de crisis política, los pensionados y jubilados ubicados dentro de lo que se consideran viejos, improductivos, desechables e indefensos, proceden a salir de su encierro obligados por la necesidad de luchar en defensa de sus vidas, mismas que se encuentran en peligro ante los innumerables actos de corrupción que desmantelaron el sistema de asistencia social en México, actos de corrupción que, por cierto, siguen cobijadas por el manto de la impunidad en la entrada del cuarto año del gobierno de la autollamada “Cuarta Transformación”.

En el contexto de este gobierno los jubilados siguen padeciendo la violación a sus derechos a la salud y con la sombra de la incertidumbre sobre si seguirán recibiendo el pago de sus pensiones porque se sigue manejando la existencia de una crisis financiera en las cuentas públicas y quienes cometieron actos de corrupción siguen intocables y el nombramiento de la ex-gobernadora de Sonora señalada como la responsable del desfalco financiero del Isssteson y acusada de innumerables actos de corrupción, recibe como premio al final de su sexenio el nombramiento de Cónsul de México en Barcelona, España, una noticia que es recibida como una mala señal por el conjunto de la población mexicana que “serán representadas” por un ícono del priísmo y una figura pública involucrada en actos de corrupción. Acciones de este tipo restan credibilidad al gobierno mexicano ante su propia población, porque aparentemente, las autoridades pretenden "patear el bote del combate a la corrupción" y seguir el ejemplo de gobiernos anteriores que cubrieron la corrupción de sus antecesores.

Los pensionados y jubilados se han dado cuenta de que están solos, ningún sindicato, ningún partido político, ni gobierno alguno los defenderá de las amenazas que ciernen sobre sus cabezas y es cuando toman consciencia de que no están solos, que se tienen a sí mismos, que sus problemas individuales son en realidad problemas sociales, que los problemas locales tienen un origen global y es cuando empiezan a construir un nuevo paradigma social, al dejar atrás su imagen de “personas indefensas”, de “individuos dependientes y en alto grado de vulnerabilidad social”.

El vacío de liderazgo sindical y el abandono al que están siendo sometidos los pensionados y jubilados por sus propios sindicatos que ya no los reconocen como miembros de sus organizaciones, los obligan a tomar consciencia de que la unidad en la acción realizada en forma colectiva y organizada, es el camino para resolver sus problemas. 

Los pensionados y jubilados dejaron atrás su papel de víctimas pasivas de actos de corrupción y empezaron a construir una imagen nueva que sorprendió a propios y extraños, la imagen de los cabecitas blancas tomando las calles en forma masiva, portando pancartas donde escribieron sus demandas y se lanzaron a iniciar una lucha por la recuperación de sus derechos a la salud y a la jubilación, por el rescate del Isssteson y en demanda de castigo a los responsables de actos de corrupción. 

Este pasado 1ro. de mayo del 2022, los pensionados y jubilados hicieron historia porque nunca antes en  un primero de mayo habían desfilado una columna de jubilados con trabajadores activos. En esa ocasión, la sensación de ser diferentes a los contingentes de trabajadores activos que marcharon con uniforme, camisetas, gorras, sombrillas, etc., nunca fue tan satisfactoria, porque a diferencia de los trabajadores activos que desfilaron como si fuera un fiesta, que asistieron en cierta forma obligados porque de no hacerlo recibirían sanciones de sus dirigentes sindicales, Los pensionados y jubilados marcharon con la cabeza en alto, mostrando gran dignidad y sobre todo, independencia, combatividad y firmeza exigiendo solución a sus demandas.

Lejos quedó la imagen de los jubilados  como sector débil y fragmentado, como personas indefensas y sumisas. La imagen que se proyectó fue de personas que estaban construyendo su autonomía como individuos y como agrupamiento. Recordemos que una sociedad democrática sólo puede existir si sus integrantes muestran independencia de las autoridades, participación social y autonomía para tomar decisiones por su propia cuenta.

Por todo lo anteriormente descrito, podemos decir que estamos viviendo un momento histórico en el cual lo viejo se convierte en algo nuevo y lo que era considerado viejo encabeza e día de hoy una verdadera transformación de la realidad.

Aquellos que menospreciaban a los de la tercera edad, olvidaron un dato importante: la esperanza de vida ha aumentado en los últimos años a nivel mundial y quienes nos encontramos en el rango de edad entre los 60 y 70 años, nos sentimos todavía con fuerzas para luchar por la defensa de nuestros derechos. Aquellos que son mayores de 70 años, quizá tengan menos fuerzas, pero salen a las calles a defender sus derechos a a salud y a la jubilación con mayor motivación, porque la defensa del derecho a la salud y de la jubilación representa para todos, pero en especial para ellos, la defensa del derecho a la vida.

Un cuadro muy diferente presentan los trabajadores activos porque a pesar de tener la energía propia de su edad, optan por asumir posiciones de conformismo, sumisión y obediencia a la figura de autoridad, aún cuando ésta autoridad atropelle sus derechos. Aceptan seguir en la simulación de que sus dirigentes los representan y de que son verdaderos sindicalistas.

Es importante mencionar que debido al incremento de la esperanza de vida en las últimas décadas, estamos viendo surgir a nivel mundial un nuevo grupo poblacional, me refiero al grupo que se le ha denominado “la cuarta edad” y está integrado por aquellas personas que tienen una edad entre que oscila entre los 80 y 100 años. De ahí entonces que estar en la tercera edad ya no sea más un sinónimo de estar en la antesala de la muerte, ya no significa pertenecer a un grupo de “vulnerabilidad social”, porque quienes estamos en el rango de edad entre los 60 y 70 años todavía estamos vivos y con fuerza como para luchar por la defensa y recuperación de nuestros derechos.

El surgimiento de diferentes agrupaciones de pensionados y jubilados es una muestra de que lo viejo se está convirtiendo en algo nuevo al encabezar la lucha social por la defensa de los derechos a la salud y a la jubilación, una lucha que beneficia tanto a trabajadores activos como pensionados y jubilados. Pero ante el inmovilismo sindical, los pensionados y jubilados no necesitan pedir permiso alguno para luchar en defensa de sus vidas y así como tomaron por asalto un espacio en el desfile del primero de mayo bajo la consigna de “no se necesita pedir permiso para ocupar los espacios de lucha”, los los pensionados y jubilados se están acercando entre sí, reconociéndose como camaradas de lucha y empiezan a unir fuerzas para crear un poder social que permita reducir la asimetría con la que el poder político trata a los de la tercera edad y realizar acciones colectivas, unidas y organizadas para realmente lograr una transformación social.

Los viejos estamos mostrando a los jóvenes el camino y desarrollando nuevos comportamientos para crear las condiciones que nos conduzcan por un camino que nos permita lograr una verdadera transformación de la realidad social. Estamos viendo el surgimiento de una nueva figura de luchador social, de un nuevo sujeto político que sale de lo privado para tomar los espacios públicos y demandar ser visibilizado, exigir ser escuchado en la exigencia de sus demandas que empiezan por la recuperación de sus derechos. 

Es la figura de los jubilados que al verse obligados a salir de sus casas para luchar por sus derechos, deja atrás el papel de víctimas al construir una nueva identidad como sujetos activos y en este aprendizaje en las luchas sociales, encuentran un nuevo significado en sus vidas al asumir una nueva identidad como actores políticos, reconociendo la lucha por recuperar sus derechos nos conduce a enfrentarnos a la implementación de políticas neoliberales que intentan despojarnos de nuestros derechos de asistencia social y por esa razón, la lucha que realizan los jubilados se convierte en una lucha política.

Un gran paso en este camino se realizará en la reunión que tendrán diferentes agrupaciones de pensionados y jubilados que tendrá lugar este próximo 25 de mayo a las 10:00 a.m. en el local del sindicato de telefonistas en la ciudad de Hermosillo, Sonora, ya que diferentes movimientos colectivos de jubilados que han estado luchando hasta este momento en forma aislada en defensa de sus derechos laborales, tendrán la oportunidad de conocerse entre sí, dialogar acerca de las demandas por las que lucha cada agrupamiento, analizar posibilidades de unir fuerzas para luchar juntos y concretar un sueño que nos fue imposible concretar cuando estuvimos como trabajadores activos: crear un Frente Estatal de Jubilados en el Estado de Sonora, para organizar movilizaciones y tener representatividad en cada municipio del Estado.

Los jubilados estamos construyendo un nuevo Leviatán (aquel gigante que describió Thomas Hobbes, que se alimentaba con la participación ciudadana y terminó derrocando a la Monarquía como forma de gobierno para inaugurar el Estado Moderno), al unir nuestras fuerzas, estamos actuando como maestros enseñando el camino a seguir a los trabajadores activos, que todavía no comprenden dos cosas: 

a) La lucha de los jubilados es también la lucha de los trabajadores activos, porque estamos luchando por la defensa del sistema de asistencia social, por la defensa del derecho a la salud y por la defensa del derecho a la jubilación, 

b) La situación precaria que viven miles de jubilados que sobreviven percibiendo raquíticas pensiones, es una imagen del futuro que les espera a los trabajadores que hoy están activos, pero que el día de mañana recibirán su jubilación y pueden pasar dos cosas: que reciban pensiones incompletas, o que no reciban pensión alguna.

De la decisión que tomen los trabajadores activos de seguir en su zona de confort, mostrando conformidad a la violación de sus derechos, o si deciden terminar con la simulación y se comprometen a participar al interior de sus sindicatos para democratizar su funcionamiento dependerá el futuro que les espera.

Por parte de los jubilados la situación es distinta, porque hemos encontrado un nuevo sentido a nuestra existencia, un nuevo motivo para seguir viviendo: luchar por la defensa de nuestros derechos a la salud y a la jubilación. Estamos abriendo un camino que nos conducirá a lograr la solución delos problemas que nos aquejan, estamos creciendo, como personas y como movimiento colectivo incluyente al sumar fuerzas de varias agrupaciones de jubilados que compartimos mismos objetivos y por ello nos encontramos optimistas.

No tenemos relación alguna con partidos políticos, es un movimiento ciudadano y en este camino nos encontramos con personas que nunca nos hemos conocido, pero que al estar en contacto debido a nuestra condición de jubilados, nos hermana un sentimiento de igualdad, solidaridad y unidad, que impulsa y fortalece el deseo de participar en esta lucha porque en cada paso que damos en ella, recuperamos la dignidad que nos estaban negando.

Yescas, Oscar: El jovenismo y la decadencia de lo viejo en la sociedad contemporánea.

https://oscaryescasd.blogspot.com/2020/08/eljovenismo-y-la-decadencia-de-lo-viejo_9.html

Yescas, Oscar: En busca de la política

https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/04/enbusca-de-la-politica-oscaryescas.html

Yescas, Oscar: ¿Por qué los jubilados deben participar en el desfile del primero de mayo?

https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/04/porque-los-jubilados-debemos-participar.html

Yescas, Oscar: Notas sobre la marcha del primero de mayo en Hermosillo. https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/05/notassobre-la-marcha-de-jubilados-el.html

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