Construyendo la unidad de los jubilados
Oscar Yescas Domínguez
30 de mayo de 2,022
Durante el siglo veinte debido al surgimiento de la sociedad industrial que se caracterizaba por la creación de grandes fábricas donde laboraban miles de trabajadores en condiciones de explotación, surgieron los sindicatos que tenían la misión de defender los intereses de los trabajadores por lo que impulsaron varias luchas sociales que generaron a su vez diversos movimientos colectivos conformados por la unión de miembros de las comunidades donde se gestaban estas luchas.
Gracias a la acción unida de diversos movimientos colectivos se lograron conquistar diversos derechos laborales (contratación colectiva fungiendo el sindicato como representante de los trabajadores, jornada de 8 horas de trabajo al día y cinco días a la semana, pago de tiempo extra, estabilidad y seguridad en el empleo al crear el nombramiento “de base” o contratación indefinida, derecho a la salud, prima de antigüedad, aguinaldo, etc.).
La movilización organizada y colectiva de los trabajadores sirvió de elemento de presión para que estas prestaciones sociales lograran convertirse en leyes, por lo que quedaron plasmadas en la Constitución mexicana y debido al carácter internacional de la lucha de los trabajadores se logró que estos derechos pasaran más allá de derechos constitucionales y lograran formar parte de lo que hoy se considera como derechos humanos universales.
Pero, en la medida que la sociedad industrial crecía y las grandes corporaciones incrementaban su ritmo de producción, también resentía los efectos de los cambios tecnológicos expresados en varias revoluciones industriales (mecanización, automatización, computarización, digitalización y robotización), que afectaron la contratación laboral al exigir nuevos requisitos de empleo y reducir la plantilla de personal al propiciar el despido de millones de trabajadores a nivel mundial.
Nuestra sociedad también resintió el impacto de los cambios políticos y económicos que dieron lugar al surgimiento y expansión de la globalización, que en un principio se definió como “la apertura de las fronteras para el libre tránsito de las mercancías”, pero que estuvo impulsada por la implementación de políticas neoliberales que han sido impulsadas desde los organismos financieros internacionales para reformar las constituciones de varios países de tal forma que se han logrado cambiar las leyes laborales logrando eliminar derechos y prestaciones sociales tales como la seguridad en el empleo, una jornada laboral de 8 horas de trabajo, la contratación colectiva, pago de antigüedad, ayuda para despensa, derecho a la salud y a la jubilación entre otros muchos más.
En este escenario podemos apreciar que el mundo ha estado cambiando y gran parte de estos cambios han sido en perjuicio de los trabajadores y de la población general, ya que la economía de libre mercado ha logrado que en la mayoría de países del mundo se implementen reformas a las constituciones que contienen medidas que incluyen cambios a las leyes laborales También se han eliminado prestaciones como el pago de prima de antiguedad, el pago de ayuda para despensa, el pago de ayuda para gastos fúnebres, etc.
Todos estos cambios en las políticas laborales han afectado la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, en un contexto de crisis económica ya que la inflación supera hasta cuatro veces el monto del porcentaje de aumento salariales y estas medidas forman parte de una política que intenta privatizar los servicios públicos que ofrece el Estado-Nación y están dirigidas desde las cúpulas del poder económico que se guían sólo por su interés de maximizar sus beneficios económicos porque la crisis económica no es pareja ya que los propietarios de los medios de producción (especialmente de las grandes empresas transnacionales) son quienes ven aumentar sus ganancias, mientras la clase trabajadora y población en general vive en una precarización constante de sus vidas al disminuir en forma progresiva su capacidad adquisitiva, por lo que estamos padeciendo un incremento alarmante de una desigualdad social nunca antes vista, misma que se puede constatar al ver que mientras una gran mayoría de la población vive en condiciones de pobreza, marginación y exclusión económica y social, podemos ver también que se reduce la lista de nuevos multimillonarios a nivel mundial, pero aumenta de manera significativa sus riquezas personales.
Una muestra de ello es que a fines de los noventa se manejaba una cifra de 3% de multimillonarios que concentraban la riqueza mundial, cifra que se redujo en 2,010 al 1% de la población mundial y en nuestros días, en pleno 2,022, la cifra se está reduciendo al 0.33% de personas que concentran la mayor parte de la riqueza en el mundo. Por estas razones puede afirmarse que la desigualdad social está fuera de control y es la causa principal de un sufrimiento colectivo y también de continuos brotes de resistencia y rebeldía a nivel mundial.
Lamentablemente, la crisis social que venimos padeciendo, tiene su expresión también en una crisis política y prueba de ello son los políticos que gobiernan a espaldas de sus pueblos en diferentes países, la situación de falta de credibilidad en la que se encuentran los partidos políticos, asimismo los sindicatos que están inmersos en una crisis de liderazgo. En síntesis, podríamos decir que la crisis política significa una crisis de liderazgo, una crisis de la relación de dirigente-dirigido.
Los sindicatos han perdido el rumbo y navegan sin bandera, siguiendo el rumbo de las motivaciones de quienes integran sus direcciones. Los dirigentes sindicales simulan que representan a los trabajadores miembros de sus sindicatos, pero en realidad toman decisiones sin consultar a sus representados y en las últimos décadas han aceptado pactar la desaparición de derechos y prestaciones sociales de los contratos colectivos de trabajo. Mientras los dirigentes sindicales utilizan su estancia en el poder para beneficiarse de manera personal traicionando la misión para la que fueron creados los sindicatos, los trabajadores sindicalizados activos, presentan una crisis de desconfianza hacia sus dirigentes, una crisis de insatisfacción permanente en una sociedad que se basa en mantener un equilibrio entre una producción masiva de productos y servicios y un consumo masivo de los mismos.
Los trabajadores activos padecen el síndrome del “Carpe diem”, viven el presente sin llegar a pensar en el futuro que les espera, su falta de imaginación les impide pensar como será su vejez cuando lleguen a la tercera edad y tampoco llegan a relacionar la violación de los derechos a la salud y a la jubilación de quienes entregaron gran parte de sus vidas, con la situación que enfrentarán ellos mismos cuando deseen retirarse, o los retiren sin su consentimiento y sobre todo sin el pago de pensión alguna.
El desarrollo tecnológico ha tomado por asalto nuestras vidas cotidianas, de tal forma que las nuevas formas de control social se encuentran en el uso excesivo del tiempo que dedicamos a estar con la cabeza hacia abajo mirando las pantallas de nuestros teléfonos celulares, mirando nuestros televisores y la ausencia total del hábito de la lectura, lo cual trae como resultado que abandonemos nuestra capacidad para pensar (homo sapiens) y utilicemos nuestra energía para convivir en la sociedad de la imagen (homo videns), en la cual se hipervalora la juventud, lo nuevo y se menosprecia lo viejo y a los adultos mayores o personas de la tercera edad, se les mira con menosprecio e indiferencia ante el sufrimiento que padezcan por tener enfermedades propias de su edad, o inclusive, si se les llegan a violar sus derechos, buena parte de la población mira con indiferencia estas violaciones a sus derechos.
Este es el contexto en el cual se encuentra la situación de los jubilados a nivel mundial, un sector al que se considera improductivo, desechable, vulnerable y una carga familiar y presupuestal. Las personas de la tercera edad reciben un menosprecio social y al mismo tiempo son objeto de agresiones de los organismos financieros internacionales que presionan a los gobiernos de nuestros países para que reduzcan el pago de las pensiones, eliminen gradualmente el derecho a la jubilación para las actuales generaciones de trabajadores jóvenes y aumenten los requisitos para autorizar la jubilación para aquellos trabajadores que la ley les protege y tengan derecho a jubilarse.
En el caso de quienes ya están jubilados, se les restringe el derecho a la salud exponiéndolos a un criminal desabasto de medicamentos que pone en peligro su existencia, se les somete a un retraso en el pago de sus pensiones, se les excluye del aumento de salarios sin considerar que una gran mayoría de los jubilados recibe pensiones demasiado bajas, que sólo les permite sobrevivir y en algunos casos en los que actos de corrupción desmantelaron el sistema de salud pública, intentan que sean los jubilados quienes refinancien la recuperación de las instituciones de salud pública, tal y como están intentando hacer en Baja California con el Issstecali, en donde pretenden quitar parte de las pensiones para financiar la recuperación del Issstecali. Otro ejemplo lo podemos encontrar en la situación que enfrentan los jubilados de Teléfonos de México (TelMex), a quienes la institución pretende quitarles parte de sus pensiones para “convertirlas en acciones” y refinanciar a la empresa.
Los jubilados también sufrimos un triple menosprecio, olvido y marginación de los sindicatos a los cuales pertenecimos, por un lado, ya que los dirigentes de los sindicatos no muestran interés alguno en apoyarnos en la solución de los problemas que enfrentamos en los últimos años de vida cuando son violados nuestros derechos a la salud y son amenazados los pagos de nuestras pensiones, aún cuando estas violaciones pongan en peligro la vida de los jubilados al sufrir desabasto de medicamentos que necesitan para atender enfermedades crónico-degenerativas. Los líderes evitan mencionarnos porque para dejamos de existir desde el momento que recibimos la jubilación, aún cuando varios sindicatos les exigen a los jubilados seguir pagando cuotas sindicales.
La otra cara del menosprecio se observa en los trabajadores activos quienes simulan no ver a sus excompañeros de trabajo, ahora jubilados, aún cuando enfrenten graves problemas de desabasto de medicamentos, son afectados por el retraso en el pago de sus pensiones o necesitan de alguna de las prestaciones de las cuales antes disfrutaban. Su imaginación no les permite comprender que la imagen de los jubilados luchando por sobrevivir exigiendo abasto de medicamentos y pago oportuno de sus pensiones, son un fiel reflejo de la imagen que presentarán en el futuro los actuales trabajadores activos y de que la lucha de los jubilados es la lucha por sus propios derechos laborales.
Finalmente, los jubilados recibimos un menosprecio de parte de familiares, amistades, vecinos y sociedad en su conjunto, que se encuentra inmersa en una sociedad que utiliza un sistema de producción utilizando el sistema de obsolescencia programada y que consiste en producir artículos con tiempos de duración más breve cada vez, por lo cual los consumidores nos vemos obligados a comprar nuevos productos cada vez que se nos descompone alguno de los que poseemos. Los viejos, los adultos mayores, los de la tercera edad somos vistos como personas obsoletas, individuos que ya vivimos nuestras vidas y sólo estamos esperando el momento de nuestra muerte.
Este es el contexto en el cual nos encontramos los jubilados, un sector de la sociedad que estamos conscientes de que somos unos privilegiados porque no toda la población de nuestra edad goza de recibir una pensión para vivir una vejez digna. Pero el que no todas las personas disfruten de una jubilación no es un problema que hayamos provocado nosotros. En el contexto descrito, los jubilados hemos llegado a comprender que nadie vendrá a resolver nuestros problemas, hemos aceptado que la solución a las dificultades que atravesamos depende de nosotros mismos, de nuestra organización, movilización colectiva y de nuestra unidad como gremio de jubilados.
Hasta el momento los jubilados nos hemos agrupado en pequeños grupos, los jubilados provenientes de diferentes dependencias o instituciones para las cuales trabajamos hemos formado grupos de jubilados con la identidad de la dependencia o institución de la cual provenimos y hemos estado luchando por recuperar nuestros derechos perdidos, pero lo hemos hecho en forma aislada como fueguitos dispersos.
Saliendo un poco del tema quisiera mencionar que dentro de la cultura biker, es decir, la cultura de los diferentes clubes de motociclistas, existe un símbolo que los une: el uso de una calavera y pocos conocen su significado. La calavera es un símbolo de igualdad, de neutralidad, de respeto a todo ser humano. Una calavera no tiene distingo de género, ni tampoco de nacionalidad, mucho menos de condición física, situación económica, ni siquiera hay distingo por la cilindrada de la motocicleta. Basta con ser dueño de una motocicleta para formar parte de una hermandad internacional.
Ante el cúmulo de agresiones a los derechos laborales tanto de trabajadores activos como de jubilados y mirando la inactividad que presentan dirigentes sindicales y trabajadores activos que muestran incapacidad para pelear por sus propios derechos, siguiendo ese ejemplo de igualdad, hermandad y sentimiento de pertenencia a una comunidad que se observa en los clubes de motociclistas, es el momento de que los jubilados construyamos puentes de unidad y podamos organizarnos para estar en mejores condiciones en la defensa y recuperación de nuestros derechos.
Tomemos como punto de partida la marcha de conmemoración del primero de mayo pasado en Hermosillo, Sonora, siendo honestos puede decirse que fue una conmemoración especial del día de los trabajadores en Sonora, porque una columna de jubilados tomó por asalto un espacio dentro de la fila de manifestantes y conquistó un espacio para manifestarse sin estar registrados en la lista de los organizadores de la “marcha oficial”. Fue inevitable observar que a diferencia del resto de trabajadores activos que participaron en la marcha, los jubilados provenientes de varias agrupaciones, lograron destacar porque con su presencia rompimos el silencio que impedía escuchar nuestras voces y los jubilados visibilizamos nuestra presencia con una nueva identidad: como sujetos activos que se manifestaron en el ámbito público tomando las calles para luchar juntos por la recuperación de nuestros derechos.
Esta participación de jubilados en la marcha del primero de mayo fue producto de un acuerdo de un número reducido de organizaciones de jubilados de manifestarse juntos en esa histórica fecha. Ese pequeño agrupamiento decidió también convocar a una reunión más amplia de grupos de jubilados para este pasado 25 de mayo, en la que se discutió la información proporcionada por cada grupo de jubilados, las demandas de lucha que están enarbolando cada agrupación de jubilados y se propuso la posibilidad de unir fuerzas en la creación de un Frente Estatal de Jubilados que permitiera luchar por la recuperación de derechos en forma más organizada, colectiva y unida.
En esta reunión asistieron 22 personas que representaban a 7 organizaciones de jubilados, después de escuchar los planteamientos de las demandas que persigue cada agrupación de jubilados, se vio que a pesar de provenir de diferentes sectores, enfrentamos problemas que son similares, la mayoría de ellos con el tema de la asistencia social (salud y jubilación), por lo que nuestras banderas de lucha coinciden y nos une también el hecho de que pertenecemos al sector de nuestra sociedad que sufre ese marginación social hacia lo “viejo”, menospreciando nuestra experiencia, nuestros conocimientos y nuestras propias vidas. Quizá nuestro símbolo no sea una calavera como la que usan los motociclistas, pero el sólo hecho de ser jubilados nos permite experimentar un sentimiento de pertenencia, camaradería y solidaridad entre los integrantes de los diferentes grupos de jubilados.
Coincidimos también que ninguna autoridad política, laboral o sindical nos protegerá en las agresiones de que somos objeto en la violación de nuestros derechos, por lo que sólo nos tenemos a nosotros mismos para luchar por su recuperación y que el camino para lograr nuestros objetivos requiere de la unidad en la acción para movilizarnos en forma colectiva, unida y organizada. Un ejemplo de la necesidad de que los jubilados nos unamos en la lucha lo podemos observar en el movimiento de resistencia de los jubilados y pensionados del Ayuntamiento de Hermosillo que llevan 5 meses luchando por la recuperación de los derechos y prestaciones que les eliminó el Presidente Municipal Antonio Astiazarán. Otro ejemplo es la lucha de los jubilados de Teléfonos de México por evitar que se les descuente parte de sus pensiones para convertirlas en “acciones “ que financie la recuperación de esa empresa.
Por todas estas razones se planteó la necesidad de unir nuestras luchas construyendo una nueva organización más amplia en la que estuvieran representados todas las organizaciones de jubilados, para estar en condiciones de crear una fuerza social que permita luchar en mejores condiciones. La propuesta concreta fue crear un Frente Estatal de Jubilados para construir una fuerza social que tenga gran capacidad de convocatoria para llamar a movilizaciones colectivas en caso necesario y lograr que las demandas de cada organización de jubilados sea atendida por las autoridades. En virtud de que fue la primera reunión amplia que se realizó por estos grupos de representantes de jubilados, se tomó el acuerdo de que cada grupo de representantes sometiera a discusión con sus representados la propuesta de participar en la construcción de este frente y en la reunión que se acordó para ser realizada el martes 7 de junio del presente año.
Los jubilados nos estamos revelando como un grupo social emergente que surge ante un vacío de liderazgo social en el contexto de un cúmulo de agresiones a los derechos de la clase trabajadora, tanto trabajadores activos como jubilados. Con estas acciones los jubilados nos ponemos de pie, mostrando el camino a seguir a los trabajadores activos, enseñándoles con nuestro ejemplo cómo se lucha para defender nuestros derechos y la forma correcta de hacerlo es a través de movilizaciones colectivas, unidas y organizadas.
La nueva organización de organizaciones que en forma tentativa podemos llamar Frente Estatal de Jubilados de Sonora, contará con la participación de al menos siete agrupaciones de jubilados y contemplará la integración de jubilados de la capital sonorense y de la mayoría de los municipios del Estado de Sonora. Desde el momento en el que estamos trabajando para construir este frente, los jubilados experimentamos un empoderamiento individual y colectivo que viene a desplazar a aquellos sentimientos de soledad y abandono que experimentábamos antes de reconocer que no estamos solos, sino que simplemente hemos estado dispersos y que dejaremos atrás la construcción de un mar de fueguitos aislados para construir una fuerza ciudadana, que no tiene relación alguna con ningún partido político, que permita romper con la asimetría con la que nos tratan desde el poder político, ya que en los hechos estamos sumando fuerzas para construir un nuevo Leviatán conformado por jubilados que han dejado atrás su identidad de víctimas de actos de corrupción, de menosprecio social y condición de “retirados”, para convertirnos en sujetos activos que estamos tomando el control de nuestras vidas y construyendo una identidad como agentes de cambio social.
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