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sábado, 12 de febrero de 2022

 

El grito de los oprimidos

Oscar Yescas Domínguez

12 de febrero del 2022


Durante 33 años pertenecí a un club de privilegiados en la Universidad de Sonora que estaba conformado por cientos de Profesores universitarios que obtuvimos una plaza de Maestro de Tiempo Completo (MTC) a través de un concurso de oposición, es todavía un grupo de privilegiados porque laboran junto a centenares de maestros que son contratados cada semestre bajo el régimen de “horas sueltas”, sus sueldos son reducidos porque sus funciones se limitan a la docencia, mientras que en el grupo de MTC gozan de estabilidad laboral, reciben un sueldo decoroso a cambio de realizar funciones de investigación y difusión del conocimiento, aparte de las actividades de docencia.

La interacción de los miembros de este club de privilegiados se rige en base a un sistema clasista en el que existen niveles de diferenciación, ya que se brinda demasiada importancia a los papeles y títulos académicos (Licenciados, Maestros, Doctores), al grado de que la mayoría de ellos han adoptado sus títulos como parte de sus nombres y exigen ser tratados en función del nivel académico que lograron alcanzar, sobre todo en su trato con los alumnos con quienes trabajan y también por supuesto de parte de aquellos que no forman parte de este privilegiado grupo.

Este grupo de privilegiados es un grupo que está en franca extinción porque la implementación de políticas neoliberales en las universidades públicas, junto a la corrupción existente al interior de las instituciones de educación superior, han impedido que el número de sus miembros se incrementen, porque las autoridades universitarias han optado por desviar el presupuesto otorgado por el Gobierno Federal para la contratación de nuevas plazas de tiempo completo, para utilizarlo en la contratación de personal administrativo de confianza, afectando con ello gravemente la calidad de la educación, porque los maestros de horas sueltas aceptan impartir el mayor número de materias, aún cuando no estén relacionadas entre sí, lo que impide la especialización del docente en un campo disciplinar específico.

Las autoridades universitarias se han negado a convocar a concurso aquellas plazas de tiempo completo que se van desocupando por separación del cargo ya sea por jubilación, muerte o renuncia del ocupante de una plaza de tiempo completo. En lugar de proceder a llenar ese espacio con otro ocupante nuevo que esté calificado para el mismo, las autoridades universitarias deciden desaparecer las plazas y llenar el vacío contratando por “horas sueltas” a nuevos profesores, a quienes se les exigen cada vez más requisitos.

En aquellos casos en los que lanzan convocatorias para ocupar una plaza de tiempo completo, o de evaluación curricular, realizan un simulacro de concurso para beneficiar a alguien cercano a las autoridades en turno. Esos fueron los motivos por los que en los últimos años que estuve como profesor universitario activo decidí negarme a participar en los jurados que evaluaban a los concursantes, porque para mí era un tiempo perdido que me desviaba de mis funciones de investigación y docencia. Esto que comento no era un secreto ya que era vox populi, es decir, era de todos conocido la realización de actos de corrupción.

Como en esta vida atravesamos por un sin fin de funerales de identidades, al recibir mi jubilación dejé atrás mi identidad como docente universitario y asumí una nueva identidad como profesor universitario jubilado. A diferencia de varios compañeros mi solicitud de jubilación tardó menos de un año (a veces pienso que tenían prisa por deshacerse de mi persona), ya que a tres años de que me jubilé, todavía hay un gran número de trabajadores activos que tienen que esperar más años para obtener su jubilación y debo decir con gran pesar que conocí personas que murieron antes de que les llegara su ansiada jubilación, por lo que sus familias quedaron desamparadas, algunos de estos colegas fallecieron frente a sus alumnos mientras conducían sus seminarios.

Desde que me informaron la fecha de jubilación, empecé a procesar el cambio de status que se avecinaba porque abandonaría las actividades de docencia e investigación a las que me entregué con gran entusiasmo, dedicación y amor ya que la Universidad de Sonora se convirtió en mi segundo hogar.

Cuando llegó el momento de mi jubilación no pude evitar comparar la forma en la que entré a laborar a la Universidad de Sonora y las condiciones en las que terminaba mi relación con la misma. A diferencia del momento en el que ingresé a la Unison por la puerta grande al haber ganado un concurso de oposición que me otorgaba el derecho de ocupar una plaza de tiempo completo como Jefe del área de Psicología Industrial, un momento que fue de gran alegría porque significaba haber obtenido la estabilidad laboral, terminar con la incertidumbre económica y fue un motivo más que suficiente como para recibir felicitaciones a diestra y siniestra por parte de compañeros de trabajo, familiares, conocidos. En ese momento veía ante mí un mundo lleno de promesas, por lo que me sentí en aquellos años como una “estrella en ascenso” y vaya que logré varios momentos de triunfo y reconocimiento que me permitieron besar el cielo en varias ocasiones, a pesar de que la mayoría de esos reconocimientos eran por lo regular en otras Universidades mexicanas que visité como conferencista o para impartir seminarios o talleres.

Pero debo decir que desde días semanas antes de jubilarme percibí que varios compañeros y jefes inmediatos a mi alrededor esperaban el momento de mi retirada para designar un nuevo ocupante de mi cubículo de trabajo y un nuevo titular de mi plaza de tiempo completo ya que estaría disponible una vez que me retirara.

La fecha de mi jubilación llegó un mes antes de terminar el semestre por lo que recibí un contrato de un mes para entregar calificaciones de los grupos de estudiantes que tomaban mis seminarios y al entregar las llaves de mi cubículo de trabajo experimenté una sensación de terminar mi relación laboral con la Unison saliendo por la puerta trasera, ya que a diferencia de lo que se observa en las series de televisión en la Unison no hay un ritual de despedida para el que se jubila, en esas condiciones cumplí con la petición de entregar las llaves de mi cubículo y recibí un simple “adiós, que le vaya bien”.

En esos momentos sentí que al ingresar al mundo de los jubilados perdía algo valioso, no solamente el privilegio de haber tenido un empleo que amaba realizar, ya que honestamente correspondí a mi ingreso al club de privilegiados de Maestros de tiempo completo realizando una entrega completa de mi persona a mis labores, descuidando en momentos a mi familia para cumplir con excesos mi trabajo y en ese momento de mi vida, comprobé que en el mundo del trabajo no hay personas indispensables, por más que uno se esfuerce por hacer las cosas bien, siempre habrá otro que pueda sustituir nuestra presencia en el mismo puesto y el mundo seguirá girando. Pero también dejé atrás un ambiente donde existe la envidia, los celos, la simulación y la corrupción.

Desde el primer día como profesor universitario jubilado sentí una pérdida de valor social al momento de jubilarme, por lo que me di cuenta de que existe un especie de cambio social del status de trabajador activo a la de trabajador jubilado, en el cual sigue teniendo más valor el primero y surge una depreciación social sobre sobre el segundo. Sin embargo, a pesar de esta subjetiva apreciación, abandoné mi status de profesor universitario activo con la frente en alto, la mirada al frente, espalda erguida, caminando con paso firme por un terreno nuevo y desconocido, con tal dignidad que me permitió ocultar que no tenía una...idea de lo que me esperaba. Afortunadamente, el cambio resultó ser mejor de lo que esperaba porque sigo haciendo lo mismo que hice durante 33 años: leer, escribir y publicar, porque el aprendizaje nunca termina en esta vida.

Con este cambio de mi estatus social abandoné el club de privilegiados al que pertenecí durante 33 años para ingresar a un nuevo club de privilegiados que está constituido por aquellas personas que que hemos recibido nuestra jubilación después de laborar 30 a más años dentro de nuestras instituciones de origen. Este nuevo club de privilegiados es más exclusivo porque existe una tendencia a desaparecer la jubilación, lo cual nos colocaría como una especie en proceso de extinción.

A diferencia del mundo académico, en el grupo de jubilados existe una igualdad que todos aceptamos porque ya no importa el grado académico, no existe diferenciación alguna entre nosotros y lejos de existir un vínculo de competencia como en el caso del club de académicos, en el grupo de jubilados surge un vínculo de colaboración, y se siente una unidad que en momentos se convierte en un sentimiento de hermandad, porque son más los elementos que nos unen que aquellos que podrían separarnos. Todos los jubilados trabajamos varias décadas de nuestras vidas para poder llegar a formar parte de este grupo, todos pertenecemos a un rango de edad similar, somos adultos de la tercera edad, e inclusive, la mayoría compartimos el mismo tipo de enfermedades y los mismos problemas para conseguir atención médica y medicamentos.

Al jubilarnos perdimos parte de nuestros ingresos, varias prestaciones sociales, algunos reciben porcentajes inferiores que otros, pero esto no es motivo de desavenencia entre nosotros, sobre todo en aquellos que nos conocimos durante nuestros años como trabajadores activos. Pero es importante decir que el estar jubilados en el marco de la globalización representa formar parte de un club de privilegiados porque el derecho a la jubilación se encuentra en proceso de extinción y por esta razón existen en estos momentos miles de trabajadores activos que están en condiciones de jubilarse y desean hacerlo pero no lo hacen porque no les autorizan su jubilación, no se les permite disfrutar de un derecho laboral y los mantienen años esperando les sea “otorgado” ese derecho.

Por esos motivos estoy plenamente consciente de que en esta nueva etapa de mi vida sigo perteneciendo a un club de privilegiados y veo con pesar que estos derechos que junto a otros jubilados estoy disfrutando, las nuevas generaciones no podrán gozar del derecho a la jubilación porque el período de espera para recibir la jubilación aumenta cada hasta convertirse en años, imponen de manera constante más trabas para otorgar la jubilación, en algunos casos han aumentado cinco años más a la edad o antigüedad para obtener la jubilación, en otros casos la autorizan con sólo el 60% del porcentaje de ingresos del trabajador activo, por lo que muchos trabajadores no quieren jubilarse en esas condiciones y terminan renunciando a un derecho laboral, o terminan sus vidas sin haberlo disfrutado.

En estas condiciones, el estar jubilados nos hacen sentir como si se nos estuvieran regalando algo a lo que no tenemos derecho, cuando en realidad lo que estamos haciendo es disfrutar de un derecho constitucional que se conquistó el año pasado a través de las luchas de varios movimientos colectivos, un derecho constitucional que se pretende desaparecer con la implementación de políticas neoliberales que contemplan una “flexibilidad en procesos de contratación y despido”, argumentando la crisis económica y falta de recursos.

Una crisis que no es pareja porque los altos funcionarios de instituciones de los tres niveles de gobierno y universidades públicas, perciben sueldos tan inmorales que se niegan a hacerlos públicos mientras hablan de la necesidad de imponer programas de austeridad financiera y con su actuación contribuyen a que las grandes corporaciones continúen aumentando sus beneficios económicos al privatizar servicios públicos, desaparecer derechos laborales como la jubilación y prestaciones sociales que benefician a los trabajadores. Como resultado de todas estas acciones están contribuyendo para lograr un aumento en la enorme desigualdad social que caracteriza a nuestra sociedad, aumentando la precarización, afectando a los sectores más vulnerables y desprotegidos de nuestras poblaciones.

Por un lado, veo esta tendencia a retrasar o negar el derecho a la jubilación a quienes pueden disfrutar de la misma de acuerdo a la antigüedad laboral, su edad y monto de lo cotizado al fondo de pensiones y jubilaciones, sin que las dirigencias sindicales actúen en defensa de este legítimo derecho y de los trabajadores que están siendo afectados, muestran con ello un comportamiento que en los hechos los sitúa como cómplices en las violaciones a los derechos laborales de quienes dicen representar. Siempre he pensado que ningún título académico o laboral nos define, lo que en realidad nos define son los hechos y el comportamiento de los dirigentes de los sindicatos demuestra que son cómplices de la pérdida de sentido de la existencia de los sindicatos, con su actuación como “dirigentes sindicales” han logrado disminuir la combatividad e independencia sindical, han permitido la mutilación de prestaciones sociales de los contratos colectivos y la violación a los derechos laborales de los trabajadores que pertenecen a los sindicatos que dicen representar.

Por otro lado, algo más grave todavía, también puedo decir que se observa otra tendencia a eliminar prestaciones laborales a quienes ya se encuentran en estado de jubilación, utilizando un argumento que refleja una hipocresía ya que actúan eliminando prestaciones sociales de grupos vulnerables como son las personas de la tercera edad que están jubilados, argumentando que lo hacen a nombre de la implementación de un programa de austeridad para ahorrar recursos. Si en realidad desearan ahorrar, deberían empezar por reducir los sueldos que perciben los altos funcionarios de las instituciones públicas, reducir el número de personas que ocupan puestos de confianza, terminar con los privilegios que gozan por ser funcionarios de alto nivel y dejar en paz a quienes ya cumplieron con su etapa laboral y hoy deberían estar tranquilos disfrutando de su jubilación.

Pero también es necesario mencionar que los trabajadores activos de las instituciones públicas actúan de forma egoísta, insensible y nada solidaria ya que se muestran pasivos, conformes y sumisos no sólo ante la continua violación a sus derechos laborales como lo es el derecho a su jubilación, sino muestran una gran insensibilidad social al ver a sus compañeros jubilados recibir un trato discriminatorio e inhumano al eliminarles prestaciones sociales. No alcanzan a desarrollar su capacidad para verse en el espejo de los jubilados, porque actúan en forma inconsciente y ciega ya que nada garantiza que ellos logren obtener su propia jubilación el día de mañana, que la jubilación es un derecho que está en proceso de extinción.

Las tendencias que estamos observando de negar o retrasar el derecho a la jubilación, eliminar prestaciones sociales que benefician a los trabajadores, debilitar a los sindicatos y mantener en estado de conformidad social y sumisión a los trabajadores activos son parte de una estrategia de implementación de políticas neoliberales que intentan desaparecer derechos que no fueron dádivas de la parte patronal, ya que fueron derechos conquistados en el siglo pasado a través de la organización y lucha de diferentes movimientos colectivos y que en los últimos 30 años, la implementación de políticas neoliberales intenta desaparecer, para beneficiar a las grandes corporaciones en su intento de privatizar todo tipo de servicios públicos para aumentar sus beneficios económicos.

En el caso de los sindicatos universitarios, recordemos que han sido objeto de una eliminación gradual de prestaciones laborales por parte de las autoridades universitarias, como la eliminación del estímulo a la exclusividad que se otorgaba anualmente a los Profesores universitarios que ocupan plazas de tiempo completo, la modificación unilateral del Estatuto de Personal Académico realizada por autoridades universitarias, sin consultar al Sindicato de Trabajadores Académicos y que aumentó considerablemente los requisitos de ingreso del personal académico y dificulta la promoción para quienes ya están laborando. Esta modificación al EPA deja en estado de indefensión a cientos de profesores que laboran bajo el sistema de “profesores de horas sueltas”, ya que los nuevos requisitos les impiden acceder a una plaza de tiempo completo y genera una gran incertidumbre acerca de la garantía del derecho a la jubilación, porque existe una larga lista de trabajadores universitarios que llevan años esperando disfrutar de su derecho a la jubilación.

En el caso de los jubilados derechohabientes del Isssteson, fue ampliamente conocida la problemática que atravesaron debido al retraso en el pago de sus pensiones y a la negativa de las autoridades de esta institución para otorgar nuevas jubilaciones, así como el problema de desabasto de medicamentos que se sufrió durante el año pasado y que se resolvió parcialmente debido al surgimiento del Movimiento 30 de julio que aglutinó a jubilados y trabajadores activos que son derechohabientes del Isssteson para luchar por la recuperación de sus derechos a la salud y a la jubilación que se vieron afectados por actos de corrupción cuyos responsables siguen siendo protegidos por la impunidad, porque en las acciones de nuestros gobernantes sigue prevaleciendo la simulación en la lucha contra la corrupción.

Los trabajadores jubilados de Tel-Mex se encuentran luchando para evitar que la empresa les quite parte de sus pensiones bajo el pretexto de comprar acciones y recapitalizar a la empresa. Es una lucha que han estado realizando desde hace mucho tiempo y que se mantienen en la incertidumbre de si sufrirán el despojo porque la dirigencia sindical se confabula con la arte patronal para modificar el contrato colectivo de trabajo.

Ahora es el turno de los jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo que fueron despojados de varios derechos y prestaciones sociales que disfrutaban desde hace años, por parte del Presidente Municipal Antonio Astiazarán, quien no ha dudado en usar la mentira, el engaño y la traición para despojar de varias prestaciones a centenares de trabajadores jubilados que pertenecen al grupo de la tercera edad y muchos de ellos padecen enfermedades crónico-degenerativas, por lo que el recibir un golpe de estas magnitudes afecta su salud física y psicológica, poniendo en peligro sus vidas.

Bajo estas consideraciones como trabajador jubilado no puedo evitar experimentar empatía y solidaridad con la lucha de los jubilados del Ayuntamiento, estos sentimientos me llevaron a plasmar por escrito mis pensamientos con el objetivo de sensibilizar a quien lea estas líneas para apoyar la lucha que están dando para recuperar sus derechos violados, la situación de este grupo de jubilados no sólo despierta sentimientos de solidaridad, sino también de indignación ante la injusticia de la que están siendo objeto, porque se encuentran luchando contra un personaje que utiliza el poder que le otorgó la ciudadanía hermosillense para actuar con un evidente autoritarismo, negándose a dialogar con los afectados, sonriendo ante las cámaras, mostrando un gran menosprecio a los jubilados al negarse a dialogar con la parte afectada de un problema que él mismo creó.

En repetidas ocasiones le han solicitado diálogo y ante su negativa decidieron tomar el edificio del Palacio municipal y lo mantuvieron en custodia durante nueve días sin recibir respuesta a su llamado al diálogo. Al décimo día de la toma de Palacio Municipal, fueron desalojados por la elementos policiacos ( la ironía o tragedia es que dentro de los jubilados del Ayuntamiento que están peleando por la recuperación de sus derechos, se encuentran policías jubilados que ven a sus ex-compañeros policías del otro lado, impidiéndoles ejercer sus acciones de protesta. Afortunadamente, los jubilados han actuado con prudencia y han evitado la confrontación física). Han realizado marchas por las calles de la ciudad para exigir la recuperación de sus derechos, visitaron Palacio de Gobierno, el Congreso del estado, la Comisión Estatal de Derechos Humanos, la Defensoría de apoyo al Adulto Mayor pidiendo sus intervenciones, pero el tiempo pasa y solo reciben como respuesta el silencio a sus reclamos.

Por esos motivos, ante esta tendencia de desaparecer el derecho a la jubilación, eliminar las prestaciones sociales a los jubilados, veo con pesar que los jubilados nos hemos visto obligados a salir de nuestra zona de confort para tomar las calles, organizarnos y luchar por la recuperación de nuestros derechos que están siendo atropellados por quienes deberían actuar como servidores públicos, mientras que las dirigencias sindicales, partidos políticos, medios masivos de difusión, etc., intentan silenciar las voces de protesta de quienes están siendo oprimidos. Estamos siendo testigos de un intento de silenciar la voz de los oprimidos, de callar los gritos de protesta de aquellos grupos sociales que son vulnerables por su edad, por sus condiciones de salud y por la ausencia de representación por parte de dirigencia alguna.

De manera concreta y específica podemos afirmar que las protestas de los jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo en la lucha por la recuperación de sus derechos, intentan ser silenciadas por parte del Presidente municipal y esto ha sido demostrado en cada ocasión que salen a manifestarse por las calles de la capital de Sonora sin contar con protección de la Policía Municipal, porque cuando otro tipo de colectivos sale a manifestarse en las calles, elementos policiacos los acompañan para protegerlos del intenso tráfico que circula en la zona céntrica de nuestra ciudad, esto representa un abuso de poder en contra de un grupo vulnerable y un acto de autoritarismo inaceptable que debe ser denunciado y cuestionado públicamente.

La lucha de los jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo, es una justa lucha porque de manera ilegal, con el uso del engaño y en forma autoritaria fueron despojados de derechos que disfrutaban desde hace varios años. Los jubilados de Hermosillo entregaron un promedio de 30 años de sus vidas a la institución que dirige el Presidente municipal quien dura en su cargo sólo tres años, lo cual nos da una idea de la injusticia que se está cometiendo.

Los trabajadores jubilados en general, los contratos colectivos de trabajo y los sindicatos se encuentran en el banco de las políticas neoliberales que muestran una tendencia que pretende eliminar prestaciones sociales y aquellos derechos laborales que todavía benefician a los trabajadores activos, la intención de desaparecer o retrasar el derecho a la jubilación en las instituciones públicas y privadas, a eliminar prestaciones sociales a trabajadores activos y especialmente a grupos de jubilados, son acciones que no representan hechos aislados ya que son el resultado de una estrategia corporativa que cuenta con la complicidad de la clase política en todo el mundo occidental y tiene como objetivo reducir la capacidad de servicio de las instituciones públicas que tienen como misión procurar el bienestar social de la población, para entonces proceder a la privatización de los servicios públicos y en esta perspectiva, los trabajadores organizados en sindicatos representan un estorbo en el camino del poder corporativo para lograr una maximización de sus beneficios económicos.

Detrás de todo esto podemos ver la actuación de una delincuencia organizada que cuenta con la participación de integrantes del poder económico y funcionarios gubernamentales que actúan como representantes del poder político avalando estos despojos, por esta razón es necesario que tengamos una imagen completa de la situación que está pasando con el tema de la jubilación y los derechos laborales, para comprender la necesidad de unir las acciones de los diferentes grupos afectados, tanto trabajadores activos como jubilados. Estas acciones deben ir en el sentido de formar un frente unido de diferentes movimientos que están viendo afectados sus derechos a la jubilación y prestaciones sociales, para luchar en mejores condiciones por la recuperación de los derechos que están siendo afectados.

Los trabajadores activos deben asumir su identidad sindical y proceder a la democratización de sus sindicatos para que éstos cumplan con la función para la cual fueron creados que es la defensa de los intereses de los trabajadores, porque no son ajenos a las agresiones que están recibiendo los trabajadores jubilados, ya que el día de mañana estarán en la misma situación que ellos o inclusive en peores condiciones ya que enfrentamos la amenaza de desaparecer el derecho a la jubilación.

Por parte de los grupos de jubilados, éstos deben tomar consciencia de que la lucha que enfrentan por la recuperación de los derechos a la salud, a la jubilación y en defensa de las prestaciones sociales, no puede darse en forma aislada de la lucha de otros sectores, por lo que se requiere de utilizar una estrategia que rebase las luchas inmediatistas, amplíe su consciencia social y se conciba su lucha como una auténtica lucha política que está en contra de la implementación de políticas neoliberales que afectan tanto los intereses de trabajadores activos como de trabajadores jubilados. Deben asumir de manera consciente su rol de sujetos históricos, que están participando como sujetos políticos al luchar por la recuperación de sus derechos, una lucha que los lleva a rechazar la implementación de políticas neoliberales y los coloca en el escenario de la política.

Por lo pronto, en virtud del protagonismo demostrado en la lucha social por parte de los jubilados del Ayuntamiento, es necesario y urgente crear un frente de apoyo a su lucha, ya que están luchando en forma desigual ante un poder político que actúa en forma autoritaria, insensible, inhumana y actúa agrediendo los sus intereses de los jubilados al eliminar unilateralmente un conjunto de prestaciones sociales utilizando el engaño, la mentira y la traición.

Por parte de la ciudadanía hermosillense, es importante que no vea como algo ajeno esta lucha, porque en la vida real, todos los problemas sociales están conectados entre sí y en este momento están siendo testigos directos de una injusticia social que está cometiendo el Presidente de la ciudad donde viven, actuando de formas cuestionables a tan sólo unos meses de haber tomado posesión de su cargo, lo cual nos debería llevar a preguntarnos lo siguiente: si hoy son los jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo quienes reciben un atropello a sus derechos, ¿Quiénes serán los afectados por el autoritarismo que presenta el Presidente de Hermosillo el día de mañana? Antonio Astiazarán es una persona que tiene negros antecedentes en su anterior actuación como Presidente del puerto de Guaymas y que llegó al poder gracias a los errores que cometió Morena al intentar imponer la reelección de la anterior Presidenta Célida López, por lo que recibió un voto de castigo que favoreció la llegada de Antonio Astiazarán a la Presidencia Municipal de Hermosillo.

Ante este conflicto de los jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo y el Presidente municipal en turno, el partido en el poder Morena y el Gobernador del Estado Alfonso Durazo quien contribuyó a la creación de este problema con su apoyo a la imposición a la rechazada reelección de Célida López a la Presidencia municipal, guardan un culpable silencio y dejan solos a los jubilados en su lucha contra esta injusticia. Pero los jubilados del Ayuntamiento no están solos, porque otros jubilados estamos apoyando su lucha, el Movimiento 30 de julio y los jubilados de la Universidad de Sonora han expresado su apoyo a los jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo y exigen que el Presidente Municipal de marcha atrás en el convenio que contempla la eliminación de las prestaciones que dieron origen a este conflicto.

Los jubilados del Ayuntamiento están demostrando que no son tan vulnerables como pensaban quienes cometieron este atropello, ya que han dado muestras de gran combatividad y resistencia, pero es una lucha que debe recibir la solidaridad y apoyo de otros grupos de jubilados, dirigentes sindicales, trabajadores activos y ciudadanía en general, porque es una verdadera injusticia lo que están realizando con ellos, una muestra de la forma como ejercerá el poder durante los próximos tres años este Presidente Municipal, una prueba más de que la jubilación está en riesgo de desaparecer, así que todos tenemos la palabra, misma que debemos unir a los gritos de protesta de los jubilados del Ayuntamiento para elevar nuestra voz en un grito que ayude a terminar con el silencio institucional y lograr que se escuche el grito de los oprimidos.


Yescas, Oscar: El club de los privilegiados

https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/07/el-club-de-los-privilegiados.html

Yescas, Oscar: La deshumanización en política

https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/02/ladeshumanizacion-en-la-politica-elcaso.html

Yescas, Oscar: La lucha de los jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo

https://oscaryescasd.blogspot.com/2022/01/lalucha-de-los-jubilados-del.html

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