sábado, 8 de septiembre de 2018

En defensa de la libertad de expresión


En defensa de la libertad de expresión
Oscar Yescas Domínguez
08/sep/2,018
       Siempre he formado parte de las minorías, estar en ellas ha sido la historia de mi vida. Recuerdo que mis primeras incursiones dentro de las minorías fueron en mi lejana juventud cuando a mis 15 años decidí dejarme crecer el cabello y usarlo lo más largo posible. Portar el cabello largo en el inicio de la década de los setentas significaba enfrentar el rechazo de la familia, el hostigamiento de profesores en la escuela y ser blanco de la represión policiaca porque usar cabello largo simbolizaba una rebeldía en contra del sistema y ser parte de una minoría que enfrentaba a una gran mayoría que usaba el cabello corto.
       Eso me llevó a despertar en forma temprana a la política y responder actuando en defensa de mis derechos. Mi incursión en política se dio en organizaciones de izquierda que luchaban desde aquella inolvidable década de los setentas por la transformación de la realidad social, en la lucha  por el cambio social.
Militar en las filas de la izquierda significaba formar parte de una minoría que intentaba despertar a la política a una inmensa mayoría que aceptaba el status quo en forma pasiva y obediente.
       Al experimentar la represión del Estado mexicano comprendí que el foquismo revolucionario no lograría concretizar el cambio social, por lo que decidí formarme como científico social para hacer uso del conocimiento científico y estar en mejores condiciones para lograr el anhelado cambio social. Elegí estudiar Psicología a 3,000 kilómetros de mi hogar de residencia en Sonora.
       Mientras estudiaba, trabajaba y militaba en política, formé parte de la minoría que cuestionaba la introducción de la corriente conductista en Latinoamérica a través de la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana. La mayoría de mis compañeros estudiantes de Psicología estaban encantados vistiendo batas blancas, acudiendo a un laboratorio experimental y trabajando en experimentos con ratas. Al entrar al área de especialización de Psicología, elegí Psicología social donde realizamos asambleas colectivas y decidimos romper con el conductismo para optar por un enfoque ecléctico en estudio de la Psicología. Ser ecléctico en una Facultad de psicología significaba formar parte d una minoría.
       Podría seguir enumerando más ejemplos de cómo ser parte de las minorías es la historia de mi vida, pero creo que es suficiente para mencionar que buena parte de mi vida la he dedicado a luchar en contra del totalitarismo de  nuestra realidad formando parte de una minoría contestataria que utiliza la crítica social y ejerce su libertad de expresión.
Viví buena parte de mi vida buscando hacer realidad lo que prevaleció durante décadas como una verdadera utopía: quitarle el poder al Pri y sus aliados el Pan y el Prd.
Tengo en mi memoria muchos nombres de camaradas que murieron  luchando por concretizar en la vida real esta utopía y que si hoy vivieran estarían felices de ver que Morena y el pueblo mexicano detrás de esta organización política lograron concretar nuestro sueño. De ahí proviene mi gran satisfacción cuando de repente, en una solo día a través de la vía electoral se logra lo que parecía imposible: tumbar al Prianrd del poder político, lograr que Morena conquistara el poder político y dejar fuera a la mafia enquistada en el poder durante tantos años.
       A partir del primero de julio vientos de esperanza empezaron a circular por todo el país con este cambio político, vientos que nos hicieron pensar que el totalitarismo que imperó durante décadas en nuestro país había quedado atrás y que el siguiente paso era avanzar de la democracia electoral a la construcción de una verdadera democracia social basada en la participación.
No soy miembro de Morena por decisión personal de no formar parte de partido político alguno, pero en todo momento apoyé a Morena y a Andrés Manuel López Obrador para concretar su triunfo en las pasadas elecciones, porque coincido con varios de sus proyectos de cambio social. Quienes me conocen podrán avalar este apoyo que brindé y continuaré brindando a Morena. Quienes no me conozcan podrán constatar la veracidad de esta afirmación al checar algunos de los artículos que publiqué antes, durante y después de las elecciones pasadas del primero de julio. Aquí abajo comparto los links para quien se interese en leerlos.
      Con el triunfo de Morena, llegué a pensar  que ser parte de las minorías ya no formaría parte de mi vida, al experimentar un sentimiento de pertenencia a un grupo de generaciones conformado por millones de mexicanos que tuvimos el privilegio de derrotar a la mafia en el poder y arrebatarle el mismo de una forma pacífica.
       También germinó en mi mente la idea de que se respetaría la libertad de expresión y que la fama que tiene nuestro país de ser un lugar donde el asesinato de periodistas es noticia común sería cosa del pasado porque los mexicanos podríamos expresar en un ambiente de libertad nuestra forma de pensar y de sentir.
De manera paulatina en la medida que transcurrían los días después del  triunfo electoral, ese sentimiento de pertenecer a las minorías se iba desplazando al terreno del olvido y en su lugar se experimentaba una grata sensación de pertenencia a nuestra comunidad y de unidad nacional al compartir la euforia popular por el triunfo electoral.
Lo que se veía venir por delante después del triunfo electoral era la consolidación de la democracia en México, de tal forma que pudiéramos superar la idea de que democracia  se limitaba a participar en la jornada electoral  (lo que se conoce como democracia representativa) y realizar un trabajo de educación popular que permitiera sustituir la democracia participativa por una democracia participativa en la que se lograra institucionalizar la enorme participación social del pueblo mexicano en la toma de decisiones relevantes para nuestro país.
Esta tarea sería realizada por servidores públicos del nuevo gobierno apoyados por individuos civiles que experimentamos un fuerte compromiso social, trabajando en un proyecto colectivo cuya finalidad era educar en política a millones de mexicanos que antes tenían aversión a la política pero que sin embargo sintieron en su momento la necesidad de participar en la jornada electoral para impulsar el cambio electoral.
Sin embargo, la esperanza de consolidación y construcción de democracia participativa en México se vio empañada en la primera reunión del Senado, conformado por mayoría morenista con el acto de incongruencia política mostrada al negar en un primer momento la solicitud de Manuel Velasco para regresar a su puesto como Gobernador de Chiapas y en un segundo intento (cuatro horas después)  aprobar la misma solicitud de manera abrumadora, exhibiendo un giro radical en la postura de los representantes de Morena.
Se evidenció con este acto la presencia en el Senado de viejas prácticas de “hacer política” que consiste en tomar acuerdos en privado que implicaban tomar decisiones que no estaban basadas en la argumentación, el sentido común o el interés social, sino en base a intereses particulares.
Algunos podrán decir que en materia de política es válido hacer alianzas con fuerzas que antes eran consideradas contrarias, quizá tengan razón, pero lo que generó desconcierto y decepción en este caso de la negación-aprobación de la solicitud e Manuel Velasco fue ese giro radical en tan pocas horas que fue exhibido a nivel nacional. Recordemos que vivimos en la sociedad red, donde las redes sociales difunden información en forma instantánea y masiva.
Un acto de incongruencia política que fue evidenciado a través de las redes sociales, cuando se difunde inmediatamente la noticia del rechazo inicial a la solicitud de licencia y solo cuatro horas después se informa que siempre sí se aprobó su solicitud de separarse del senado.
       Al escribir y publicar en redes sociales una crítica a este viraje político en mi artículo Morena al y su primera decisión colectiva  https://oscaryescasd.blogspot.com/2018/09/morena-y-su-primera-decepcion-colectiva_5.html ejerciendo mi derecho de libertad de expresión utilizando la crítica social, he sido blanco de ataques nunca antes vistos, expresados con lenguaje vulgar, con graves faltas de ortografía,  acompañado de insultos, agresiones verbales, descalificaciones, difamaciones y cuestionamiento de mi integridad ética y profesional, que me hicieron recordar a Umberto Eco cuando denunciaba que las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas.https://actualidad.rt.com/actualidad/177851-umberto-eco-redes-sociales-legion-idiotas
Con estas reacciones regresa nuevamente el sentimiento de formar parte de las minorías descrito anteriormente, lo cual puedo sobrellevar porque así lo he hecho buena parte de mi vida. Pero el problema principal que veo es que se intenta uniformar el pensamiento de todo mexicano en la línea de apoyo total e incondicional a la actuación de los representantes del gobierno de Morena.
 Esta tendencia a uniformar el pensamiento social acallando cualquier tipo de  crítica disidente considerándola como ataques o agresiones al nuevo gobierno lo que en realidad está haciendo es violar la libertad de expresión que es un elemento crítico para la construcción social de la democracia y el diálogo social que son unas de las principales banderas del Proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador.
Desde hace varios años he utilizado la palabra escrita como instrumento principal   para ejercer la crítica social al poder en turno antes ocupado por el Pri y por el Pan. No me importaba que en los tiempos de la dictadura del Prianrd, la crítica social se marginaba, se combatía y reprimía hasta con la muerte y/o desaparición de quien la hacía, ya fuera líderes sociales o periodistas y comunicadores sociales.
Ahora que inicia la gestión de Morena hago lo mismo que he hecho toda mi vida, utilizar la crítica social cuando lo considero necesario al cuestionar el proceder de los senadores de Morena, pensando que la libertad de expresión  sería más respetada que en tiempos del Prianrd, sin embargo, veo con pesar que esto no sucede así.
Me precio de tener gran tolerancia a la crítica y lo demostré en esta ocasión al no caer en la provocación de estar leyendo insultos hacia mi persona e intentar mantener la ecuanimidad porque no acostumbro usar el insulto en mis debates. Por algo soy educador, me considero un maestro y un maestro no usa los insultos como parte de su lenguaje.
Pero lo que en realidad  me asombra es el hecho de que estas descalificaciones provienen de personas que militan en las filas de Morena, quienes retomaron mi artículo como un ataque a Morena y hacia López Obrador demostrando una tolerancia cero hacia la crítica.
       Aparentemente algunos militantes de Morena se sienten dueños y poseedores únicos de la bandera del cambio social. Denostan a todo aquel que se atreva a criticar a los Senadores y Diputados de Morena, ya no digamos a quien critique a Andrés Manuel López Obrador.
Actúan bajo la premisa de que cuestionar  a los representantes de Morena es atacar a AMLO y sus asesores.
Lamentablemente toman cualquier acto de crítica como un ataque hacia Morena o hacia AMLO y lo grave es que no leen realmente lo que está escrito porque acusan de señalamientos que no aparecen en el contenido de mi artículo. Actúan demostrando gran intolerancia insultando con palabras vulgares tratando de destruir a quien se atreve a realizar el acto de crítica hacia Morena o sus representantes en el Senado o en la Cámara de diputados.
Olvidan que el verdadero diálogo se da cuando interactúan coloquialmente personas que aunque tengan diferentes formas de pensar, se respetan mutuamente el derecho que cada uno tiene de expresarse libremente. El sociólogo Zygmunt Bauman lo expresa claramente cuando afirma que “el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tu.
      Por ello elegí el título que encabeza este artículo, la libertad de expresión está en riesgo en México, debemos reflexionar seriamente acerca del tipo de país que estamos construyendo. Si antes en tiempos del Prianrd vivíamos en un totalitarismo de la normalidad, es decir, en una vida cotidiana caracterizada por el totalitarismo tal como lo describe Joaquín Caretti http://blog.elp.org.es/952/cronica-el-totalitarismo-de-la/  cuando habla del totalitarismo de las sociedades contemporáneas, un totalitarismo que padecimos en tiempos del Prianrd y que se supone dejamos atrás, ¿acaso este totalitarismo se está sustituyendo por una intolerancia a la crítica en México?
       Creo que la libertad de expresión se está coartando cuando se ataca a quien ejerce el derecho de manifestarse utilizando la crítica social. Estamos iniciando una nueva era en México, nos necesitamos unos a otros para que no regrese el oscurantismo, la represión, la corrupción y todos los males que vivimos en la era del Prianrd. Debemos elevar nuestra capacidad de autocrítica, al mismo tiempo que debemos mejorar nuestra capacidad para escuchar.
       La construcción de la democracia real y participativa es un proceso complejo, tenemos las condiciones para consolidar esa gran participación del pueblo mexicano, no se debe inhibir las expresiones de ideas o pensamientos por el simple hecho de que no coincidan con el pensamiento de la mayoría. Debemos aprender a discutir racionalmente con argumentos y en forma civilizada y no pensar que quien piensa en forma diferente nos está atacando.
       Defendamos la libertad de expresión de todo mexicano basados en el artículo 6 de la constitución mexicana que dice: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administativa, sino en el caso de que ataque la moral, los derechos de terceros o cometa algún delito”.
       La Comisión Nacional de Derechos Humanos en México reconoce la libertad de expresión  cuando señala “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión.  Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas ya sea oralmente, por escrito o a través de las nuevas tecnologías, el cual no puede ser sujeto a censura previa sino a responsabilidades ulteriores expresamente fijadas por la ley”.
       Finalmente, la UNESCO En su Constitución exhorta a los Estados Miembros a fomentar el conocimiento y la comprensión mutuos de las naciones mediante “la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen”.
La libertad de expresión es un derecho humano fundamental consagrado por el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Junto con sus corolarios –la libertad de información y la libertad de prensa—, la libertad de expresión sirve como catalizador de todos los demás derechos. La Organización reconoce que los derechos humanos se aplican por igual en Internet y fuera de ella. Por tanto, la UNESCO tiene el compromiso de examinar las cuestiones de la libertad de expresión y la privacidad, el acceso y la ética en Internet.

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