Cuando estudiaba Psicología social en la Universidad Veracruzana en el siglo pasado una de las materias que cursé se llamaba Sociopatología, misma que era impartida por una maestra guatemalteca, psicóloga social, refugiada política que vino a México huyendo de los kaibiles (el cuerpo de élite militar del ejército guatemalteco responsable del asesinato de comunidades indígenas enteras), que habían asesinado a toda su familia mientras ella impartía sus clases. El motivo: haber participado como psicóloga comprometida socialmente en la organización de su comunidad para exigir un alto a la represión y la presentación de los desaparecidos por la dictadura militar.
Desde un principio el nombre de la materia me llamó la atención sin siquiera imaginar su contenido, al finalizar el curso después de conocer diferentes modelos y teorías que describían a la sociedad de aquel entonces como una sociedad enferma desde un punto de vista psicosocial, mi percepción de la realidad reafirmó radicalmente mi compromiso de luchar por cambiar esta sociedad.
Hoy a 35 años de distancia de haber tomado aquel inolvidable curso veo con pesar que la sociedad contemporánea está mucho más enferma que cuando era estudiante universitario, pues a los problemas de aquel entonces se han añadido otros más graves.
¿Porqué afirmo esto?, para empezar puedo decir que la violencia la encontramos hoy en todos lados., vemos y recibimos violencia a través de las series de televisión, encontramos violencia en las películas que observamos (por lo regular las series de televisión a las que tenemos acceso son productos estadunidenses, ya que estamos inmersos en esa aculturación, ese choque de culturas en el cual prevalece la cultura dominante y se aplica aquel dicho: "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos").
Vemos la presencia de la violencia en la intimidad del hogar con la violencia doméstica, en las escuelas con los casos de acoso escolar, en las calles con el acoso a las mujeres a través del piropo callejero vulgar, en el incremento de la delincuencia común, inclusive vemos la violencia en la música a través de los narcocorridos, en programas de televisión, etc., etc.
Sin embargo, también vemos la presencia del amor en series de televisión, en telenovelas, en películas, en la música. Todo parece ser que la teoría de Sigmund Freud de la eterna lucha entre Eros y Tanatos, es decir entre el impulso del placer y el impulso a la destrucción mantiene su vigencia.
Pero hoy en pleno siglo XXI sabemos que no podemos quedarnos encajonados en el reduccionismo científico que es el psicologismo, que consiste en pensar que el comportamiento humano obedece solo a variables psicológicas.
Esto lo sabemos los que nos dedicamos a la investigación científica o a la docencia universitaria, sin embargo, los productores de películas y series de televisión estadunidenses, cumpliendo un rol ideologizante por encargo de la oligarquía financiera y económica, intentan hacernos creer que la violencia es causada por individuos trastornados psicológicamente, que durante su infancia sufrieron abusos y traumas que los inducen a cometer asesinatos.
Tal es la premisa de series como CSI, Criminal Minds, La Ley y el Orden, Hannibal, etc. Que intentan distorsionar la realidad ocultando la violencia estructural del sistema capitalista, la violencia que proviene de un Estado y de las intituciones totalitarias (Erving Goffman). Ya no digamos aquellas series que son abiertamente proyanquis como NCIS los Angeles, The Black List, Marvelous Shield y la aberrante serie llamada 24. Todas estas últimas series más algunas que mi memoria se niega a recordar buscan justificar el status quo culpando a individuos, fabricando criminales manejando los estereotipos de individuos de origen árabe o de religión islámica, o de origen hispano como los principales criminales contemporáneos.
Al mismo tiempo en todas estas series de una manera muy sutil y a veces demasiado burda se nos presenta la imagen de la bandera estadunidense en las pantalla de nuestros televisores en incontables veces como algo que debemos venerar y respetar.
Los intentos de reducir las causas de los problemas sociales a actos individuales tiene un nombre: la psicologización de la vida cotidiana, que significa el intento de hacer ver que los acontecimientos sociales, sobre todo los problemas sociales, obedecen solamente a motivaciones individuales, lo cual es un intento de distorsionar una realidad social que presenta una gran desigualdad social como resultado de una corrupción estructural que genera innumerables injusticias, promueve la exclusión social de amplios sectores de la sociedad y se intenta sembrar la idea de que no es posible cambio social alguno, lo que únicamente favorece a la élite que ocupa el poder.
Este intento de reduccionismo psicológico cuenta con el apoyo de profesionales de la Psicología, de la Psiquiatría, de la Medicina, Sociología, profesionales del Derecho, etc., que han optado por elegir el rol de "funcionarios del consenso" denunciado por el psiquiatra italiano Franco Basaglia en su libro La Institución negada donde hizo una crítica del hospital psiquiátrico y del tratamiento de la locura. http://conferenciabasagliargentina.org/wp-content/uploads/2012/11/Basaglia-Franco-La-Institucion-Negada.pdf
Menciona Basaglia en su texto que la sociedad contemporánea tiene un conjunto de contradicciones sociales que generan una situación parecida a un barril de pólvora que en cualquier momento puede estallar. Para evitar un estallido social la élite en el poder cede parte de su poder a los llamados técnicos del saber práctico que son aquellos profesionistas que avalan con su ciencia esta distorsión de la realidad al dictaminar que los problemas de alcoholismo, drogadicción, vandalismo, delincuencia común, violencia hacia las mujeres, etc., sin pudor alguno estos personajes afirman que los grandes problemas sociales son resultado sólo de variables psicológicas sin conexión alguna con la dinámica social. Con ello intentan generar un consenso de aceptación hacia el sistema social. En esa línea de pensamiento Basaglia planteó que llega un momento en la vida del científico social, en el cual se enfrenta a una disyuntiva en la cual debe elegir entre ser "funcionario del consenso" distorsionando la realidad para mantener el equilibrio social o actuar como un verdadero agente de cambio social cumpliendo con el deber de todo científico social que consiste en decir la verdad de los problemas sociales sin importar afectar fuertes intereses.
Tales intentos de distorsión no pueden ocultar que la pobreza y la desigualdad social están aumentando considerablemente en todos los países, inclusive en los llamados "países desarrollados", mientras que la élite financiera, política y económica aumenta sus riquezas de una manera insultante en la medida que explota seres humanos y recursos naturales.
En nuestra vida cotidiana diariamente podemos observar y ser testigos de las contradicciones del sistema capitalista en el cual nos encontramos, por ejemplo cada día aumenta el número de mendigos, limpiavidrios, tragafuegos, vendechicles en los cruceros de nuestras ciudades, porque aumenta el número de millones de personas que pasan a vivir en condiciones de pobreza, miseria y exclusión social
La reacción de una mayoría de la población ante la presencia de mendigos o personas que piden limosnas es ignorarlos, hacer como que no existen, precisamente por esta actitud indolente se ha construido en ciencias sociales el término "invisibilidad social" que significa la tendencia a ignorar a quienes nos piden ayuda para comer, a fingir que no vemos a quienes se ofrecen a limpiar los vidrios de nuestros autos a cambio de unas monedas, a evitar ver a quienes están sentados o tirados en las aceras con la mano estirada pidiendo limosna.
Fingimos no verlos porque nos recuerdan la existencia de una realidad de pobreza con la cual no deseamos tener ningún contacto y tendemos a pensar que esas personas están así "por malas decisiones que tomaron en su vida" con lo cual reflejamos la influencia en nuestros pensamientos de esta psicologización reduccionista que no reconoce responsabilidad social en la existencia de la miseria y de la pobreza, ignoramos y menospreciamos a los pobres, pero rendimos pleitesía a los ricos y famosos.
No cabe duda de que vivimos tiempos difíciles, la crisis económica a nivel mundial provoca que cada día perdemos parte de nuestra capacidad adquisitiva, misma que se reduce gradualmente ante el incremento constante de los precios de todo tipo de productos y los bajos salarios no tienen posibilidad de recuperarse ante las políticas de topes salariales. Ya no mencionemos la angustia cotidiana de las personas que trabajan en el sector informal que no cuentan con ningún tipo de prestaciones como atención médica, vacaciones, aguinaldo y mucho menos la posibilidad de recibir un aumento de sueldo.
En estas condiciones la población en general vive con una permanente insatisfacción interna, con un vacío interior que intentamos llenar con el consumo de diferentes productos o con el desarrollo de diferentes tipos de adicciones, como la adicción a las drogas, adicción al alcohol, adicción a la televisión, adicción al sexo, adicción al juego (ludopatía), etc. esa es la razón de que proliferen los grupos ayuda como los de alcohólicos anónimos, neuróticos anónimos, sexoadictos anónimos, etc.
Padecemos una enorme corrupción que ha contaminado todas las esferas del gobierno en los tres niveles: municipal, estatal y federal. Los políticos toman decisiones sin consultarnos impulsando reformas que nos quitan derechos, eliminan la estabilidad en el empleo y generan incertidumbre hacia el futuro que tenemos por delante.
El apoliticismo, la indiferencia social, el individualismo y el egoísmo son características que se observa en un amplio sector de la sociedad que parece que ve como algo normal la existencia de un sinnúmero de millones de personas que viven en condiciones de pobreza, mientras que por otro lado, un reducido sector de la sociedad construye sus mansiones en fraccionamiento de lujo, rodeados de bardas y con vigilancia privada. Por eso es que hablar de que vivimos una sociopatología de la sociedad contemporánea, tiene un gran fundamento teórico, al observar nuestras condiciones de vida.
Para ilustrar de lo que estoy hablando, adelantaré una definición de la sociopatologia como el "Estudio de las causas sociales de la conducta "desviada" ( prostitución, delincuencia, minorías eróticas, vagancia) de sectores de la población, a partir de los valores y modelos considerados normales (leyes, tribunales) e impuestos a toda la sociedad a través de las instituciones de control social (policía, ejército, penitenciarías, sanatorios psiquiátricos) por quienes se mantienen en el poder"
En una ocasión fui llamado para impartir la materia Psicología Criminal en el Diplomado Derecho Penal y Familia en la Universidad de Sonora, durante todo un semestre y estuve trabajando con jueces, abogados, Notarios Públicos, etc., y al explicar las causas sociales de los delitos enfrenté algunas resistencias de los participantes del grupo para entender y comprender la influencia de lo social en el comportamiento individual. Para estas personas (los jueces) toda situación se resumía de forma simple con la premisa, "para tal delito, tal sanción", no había lugar para atenuante alguna al momento de dictar sentencia.
Retomaré aquí otro libro del psiquiatra italiano Franco Basaglia que leí a fines de la década de los setentas titulado "Los crímenes de la paz", http://es.scribd.com/doc/33988228/Basaglia-Franco-y-Basaglia-Franca-Los-Crimenes-de-la-Paz-Investigacion-sobre-los-Intelectuales-y-los-Tecnicos-como-servidores-de-la-Opresion en donde denuncia que la mayoría de los integrantes de nuestra sociedad (de aquellos tiempos) goza de una paz social que está basada en el ejercicio de una serie de crímenes que se cometen en su nombre "para mantener la paz social".
Crímenes que para la mayoría de los que integran nuestra sociedad pasan inadvertidos o simplemente no son vistos e ignorados, crímenes como la muerte por desnutrición y muerte por falta de atención médica de miles de niños, crímenes como la violación de los derechos humanos de millones de personas (derecho a la salud, derecho a la educación, derecho al trabajo, derecho a una vivienda, etc.).
En nuestros tiempos vivimos bajo la dictadura perfecta del PRI padecemos otro tipo de crimen social: la criminalización de la protesta social, el asignarle carácter de criminal a la persona que decide protestar exigiendo el respeto a sus derechos, como está sucediendo en varios países.
En la ciudad donde vivo se encuentra preso en un penal de alta seguridad el Dr. Mireles, líder de las autodefensas de Michoacán que se negó a ser institucionalizado con su grupo de autodefensa, es decir civiles que ante la incapacidad del Estado mexicano para brindarles seguridad social decidieron tomar las armas para luchar en contra de las vejaciones y ataques de la delincuencia organizada en su comunidad de origen en el Estado de Michoacán.
Es muy triste la afirmación que voy a decir, pero es algo que no se puede negar. En México la justicia no existe, las instituciones encargadas de su impartición se encuentran en crisis porque sus representantes son parte activa de la corrupción que afecta a nuestro país. La administración del sistema de justicia tiene un gran rezago ya que miles de presos tienen años en la cárcel y todavía no se les dicta sentencia y la mayoría de los que se encuentran presos provienen de sectores de bajos recursos.
En los centros penitenciarios del país, se aplica el dicho que reza: "Ni son todos los que están, ni están todos los que son". Sin embargo, todavía persiste en algunos de los que estamos fuera de la cárcel el pensamiento de que los que están dentro de ella es porque participaron en algún delito, "por algo están ahí".
Los ministros de justicia perciben sueldos mucho muy superiores a los que recibe el presidente de Estados Unidos y perciben todavía prestaciones y bonos adicionales. Esto en pago a sus servicios de prostituir la justicia "a la mexicana" a favor del poderoso y en contra de los desposeídos que son la clase trabajadora y el pueblo en general.
El discurso oficial maneja que vivimos en una democracia en la que podemos elegir a nuestros gobernantes, pero en realidad las elecciones en nuestro país son las más caras del mundo, los partidos políticos reciben una gran cantidad de dinero para sus "operaciones" y los consejeros electorales que tienen la responsabilidad de vigilar la limpieza de las elecciones perciben sueldos similares a los de los magistrados de justicia, también en pago a sus servicios de avalar el fraude electoral y la compra de votos como "algo legal".
En la distribución del presupuesto federal, el monto asignado al proceso electoral excede con mucho al destinado a salud o educación, lo cual es la causa de innumerables violaciones a los derechos a la salud y a la educación. Todo este enorme despilfarro de recursos tiene como resultado que tengamos presidentes en nuestro país que han llegado al poder mediante el fraude electoral y a través de la compra de votos como lo es el caso de Enrique Peña Nieto, que accedió al poder presidencial gracias a un fraude descomunal que desconoció la victoria de Andrés Manuel López Obrador.
Los Diputados y Senadores no se quedan atrás y también perciben sueldos escandalosos por avalar los fraudes y reformas a la constitución, y por traicionar al pueblo que dicen representar, levantando el dedo aprobando la entrega del país y de recursos naturales al extranjero y apoyar el empobrecimiento de la población mexicana.
Los medios masivos de comunicación cumplen una función ideologizante, distorsionando la información, estimulando el consumo a través la publicidad y los contenidos de series y películas, además de promover una aceptación acrítica del status quo, mediante el impulso al conformismo.
Un nuevo tipo de control social se nos presenta a través de la mercadotecnia que es un proceso científico social administrativo, mediante el cual las grandes organizaciones realizan estudios psicográficos para identificar los rasgos psicológicos predominantes en determinados segmentos del mercado(rasgos de personalidad, estilos de aprendizaje, necesidades motivacionales, niveles y formas de percepción, etc.), para obtener información que les permita identificar las necesidades, deseos y expectativas de los consumidores y crear el producto o el servicio que supuestamente satisfará esas necesidades, deseos y expectativas. La publicidad nos bombardea con una lluvia de anuncios que nos ofrecen el cielo en la tierra y la felicidad mediante la compra de diversos productos que nos incita a consumir, son productos que no necesitamos, pero que "nos hacen ver o sentir bien".
Las contradicciones sociales se agudizan cada día porque surgen movimientos sociales emergentes que enarbolan las banderas de justicia, democracia e igualdad social. La respuesta que reciben de la élite en el poder es la indiferencia a sus reclamos cuando les va bien o, en otros casos un endurecimiento de las políticas de "seguridad" reprimiendo a quienes protestan, recibiendo el apoyo de legisladores, ministros de justicia y medios masivos de difusión para convertir en "criminales" ante la opinión pública a aquellos que se atreven a protestar. De hecho podemos decir que al igual que no existe la justicia, tampoco existe la democracia, ya que el autoritarismo es la característica principal de los gobernantes en turno.
La situación se complica cada vez más porque se observa un tránsito paulatino pero constante de un autoritarismo en el liderazgo de los gobernantes hacia un franco totalitarismo que les permita seguir disfrutando de las mieles del poder.
Muchas de estas ideas ya las he publicado en otros artículos por lo que quizá al lector les sean familiares o ya las haya leído en otra ocasión. Pero los elementos anteriores los considero indispensables para tratar el tema que ocupa hoy nuestra atención: ¿Vivimos en una sociedad enferma?
Hablar de sociopatología es hablar de una sociedad enferma. Cabría en este punto la siguiente pregunta: ¿Puede estar enferma una sociedad? Esta interrogante no es nueva, ya desde 1959 Erich Fromm la planteaba en su libro The sane society que se publicó en español con el titulo Psicoanálisis de la sociedad contemporánea y que para 1971 llegaba a su novena reimpresión.
En su libro Fromm cuestionaba el porqué en los países más desarrollados del mundo en aquella época (Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos, etc.) en donde se suponía que la sociedad proporcionaba todo para satisfacer las necesidades humanas, se presentaban las tasas más altas de suicidio a nivel mundial, dejando muy atrás a los países pobres. El mismo autor se respondía a sí mismo cuando decía "Una sociedad sana es la que corresponde a las necesidades del hombre, no precisamente a las que él cree que son sus necesidades…sino a lo que objetivamente son sus necesidades, tal como pueden descubrirse mediante el estudio del hombre".
Mucho antes que Fromm plantease esta pregunta, Sigmund Freud ya respondía afirmativamente en su libro El malestar en la cultura cuando afirmaba "Una sociedad puede enfermarse desde el punto de vista de la salud mental".
Aplicando ambas aportaciones en el análisis de la sociedad contemporánea podemos decir que nuestra sociedad no es una sociedad sana, sino todo lo contrario, ya que rinde culto a la muerte, promueve la violencia, el hedonismo y rinde culto a la destrucción.
¿Qué podemos pensar cuando vemos en las noticias que en la sociedad estadunidense se presentan con relativa frecuencia que los suicidios de algunas personas van acompañados de una previa matanza de las personas que los rodean?
La pregunta de Erich Fromm se replantea en estos nuevos términos: ¿Qué ocasiona que en una sociedad desarrollada y de oportunidades a sus integrantes, las personas asesinen y/o se suiciden sin motivo alguno ? En el caso de Estados Unidos la prensa y algunos "expertos" dicen que son norteamericanos "desajustados" que aparentemente eran individuos "normales" pero que perdieron sus cabales y realizaron una acción violenta. Sin embargo, en la mayoría de los casos de asesinatos colectivos y el posterior suicidio del autor de los mismos, se ha comprobado una meticulosa planeación de dichos crímenes.
Siguiendo el planteamiento de Erich Fromm creo que Estados Unidos es el prototipo de la sociedad enferma que ha rebajado a sus integrantes a la condición de entes consumidores a los cuales les estimula la necesidad de comprar sexo, violencia, armas, personas o cualquier producto, sensación o idea que transforma en mercancía para obtener una ganancia. Tan solo veamos el agrado por las armas que tiene la sociedad estadunidense, una predilección que ha sido consagrada a nivel de derecho ciudadano protegida por la segunda enmienda de la Constitución estadunidense que contempla el derecho de cada ciudadano para poseer el arma con el calibre que mejor le venga en gana, para defender sus derechos y posesiones.
Una sociedad que fomenta el delirio por las armas y minimiza las matanzas colectivas de asesinos seriales o asesinatos por manejo imprudente de armas de fuego.
Una sociedad que fabrica armas diseñadas en tamaño y forma para niños y niñas como si fueran juguetes pero que son armas de verdad y por las cuales han muerto centenares de niños.
Una sociedad donde la muerte y la violencia es condición necesaria para generar las enormes ganancias de la industria del cine en Hollywood.
Una sociedad donde se estimula en sus películas el gusto y placer por matar sin razón o motivo alguno "¿porque no?", "porque quiero y puedo", los estadunidenses ven a individuos que matan para sobrevivir y gozan haciéndolo.
Una sociedad cuya economía se basa en una economía de guerra y que promueve un patriotismo ciego, un enaltecimiento del modo americano de vida y un menosprecio al resto de naciones del mundo. Ver acciones de asesinatos y violencia forma parte de la vida de los estadunidenses que han llegado a un grado tal que se han acostumbrado a la violencia y pierden la habilidad de distinguir la frontera entre lo que es real y lo que es ficticio.
Una sociedad que exacerba el derecho a la propiedad privada, que promueve una ideología individualista, una actitud que fomenta un ritual de consumo al grado tal de que es el país que genera la mayor cantidad de basura en el mundo, el país que más contamina los suelos, el aire y el agua y que paradójicamente es el país que se niega a firmar tratados internacionales para proteger el medio ambiente.
Una sociedad que se caracteriza por el militarismo, por destinar millonarias cantidades a la industria militar y a la intervención en otros países "para defender la libertad y la democracia", contando con el mayor número de guerras en las que ha intervenido un país en el mundo.
Con todo lo anterior los estadunidenses deberían dejar de buscar enemigos fuera de su país y considerar seriamente que "el enemigo está en casa" y muy dentro de ellos mismos. Son ellos los que promueven la violencia a nivel internacional. Es evidente que la sociedad estadunidense no es una sociedad sana, sino que presenta una serie de psicopatologías que nos permiten hablar de una sociopatología de la sociedad estadunidense.
Sin embargo, los analistas estadunidenses al intentar explicar las causas de la violencia en ese país, se limitan a hablar de "individuos alterados, con desórdenes de personalidad", es decir, incurren en un reduccionismo psicológico sin tocar el tema del análisis de la sociedad en su conjunto. Evitan mencionar que el sistema debe estar fallando en algún lado, porque ¿Cómo podría explicarse esa predisposición a la violencia, esa sensación de placer al matar en individuos que no carecen de hambre, que pueden consumir cualquier cosa que deseen, desde alimentos, drogas, sexo, etc.
Quizá ahí está el quid de la cuestión, forman parte de una sociedad insatisfecha, una sociedad que la han educado a estar permanentemente insatisfecha para que pueda seguir consumiendo, donde las necesidades nunca son satisfechas totalmente o se crean nuevas necesidades para nuevos productos. Hoy la necesidad de la violencia (vista en la pantalla de la tv, vivida en la vida cotidiana, observada en personas propias y extrañas) forma parte de la cultura norteamericana. ¿Ya han llegado al punto en el cual no es suficiente ver la violencia? ¿Necesitan sentir como se ejerce la violencia? ¿Necesitan nuevas emociones fuertes como matar a alguien? Si esto es así, la situación es realmente grave sobre todo si consideramos el número de ciudadanos que poseen armas en Estados Unidos y la enorme facilidad con la que pueden comprar armas para asesinar, no para defensa propia.
Lamentablemente, la caída del muro de Berlín y la posterior desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, generó lo que conocemos como globalización, que consiste en la apertura de las fronteras para el libre tránsito de las mercancías, que ha permitido la invasión comercial de nuestros países de las grandes empresas transnacionales que promueven una sociedad de consumo. El desarrollo de la tecnología, de internet, telefonía y redes sociales está contribuyendo a una mundialización de la cultura estadunidense y con ello a la exportación de su modo de vida, el "modo americano de vida" acompañado de todos sus males.
Pero lo que en verdad llama la atención e invita a la reflexión acerca de si vivimos en una sociedad sana o enferma es el hecho de que un solitario individuo se posicione en un lugar y asesine a inocentes en un país donde se supone que no hay hambre, donde hay todo tipo de oportunidades y la mayoría de las necesidades básicas o materiales suelen o pueden ser satisfechas.
¿Qué está sucediendo con la sociedad norteamericana que promueve su estilo de vida por todo el mundo (american way of life?, ¿Qué hay detrás del confort y exagerado consumo estadunidense que hace que surjan estos comportamientos realmente psicopatológicos?
Podríamos dar una explicación de cómo el consumo constante es la esencia de la vida cotidiana de los estadunidenses y de forma creciente, de mundo entero. Una sociedad que estimula un consumo exacerbado que genera en los individuos una obsesión por el "tener", más que por el ser", que genera una permanente insatisfacción cotidiana difícil de llenar cada vez mas.
México mantiene ciertas similitudes pero también ciertas diferencias con respecto a la situación social que prevalece en Estados unidos. La primera y más obvia es que ambos países forman parte del mismo sistema en descomposición: el sistema capitalista. Sin embargo, Estados Unidos es reconocido como un país desarrollado mientras que México se le reconoce de manera eufemística como un país "en vías de desarrollo". México enfrenta una crisis social sin precedentes que se agudiza cada día más.
Muchos son los problemas que enfrenta el pueblo mexicano, podemos mencionar de entrada que la población sufre los efectos de una crisis económica en la que la clase en el poder obtiene grandes beneficios mientras que la población en general ve disminuir su capacidad adquisitiva de manera constante y progresiva. Cada mes aumenta el precio de la gasolina y con ello aumentan los precios de todos los productos, los diputados y senadores han aprobado reformas a la constitución que en su conjunto son una serie de agresiones a las condiciones de vida de los trabajadores y de la población en general.
Como resultado de estas reformas se eliminó la estabilidad en el empleo, por lo que los futuros trabajadores no podrán generar antigüedad, se les pagará por horas y en base a contratos individuales. Se elimina el subsidio a la energía eléctrica, miles de trabajadores ganan un salario que es mas insuficiente cada día, aumenta la pobreza contradiciendo el discurso oficial, la delincuencia común se dispara en las ciudades, la inseguridad crece, la violencia aumenta en sus distintas formas de expresión, mientras que la corrupción y la impunidad se muestran como el telón de fondo de todos nuestros grandes problemas sociales.
En México la distribución desigual de la riqueza social tiene su base en la corrupción que en México alcanza a los tres niveles de gobierno. Por todo mundo es sabido que los funcionarios públicos y los políticos de todos los partidos aprovechan sus puestos para enriquecerse desviando grandes cantidades del presupuesto público para fines personales. Es conocido el dicho popular: " a mí no me den, a mí pónganme donde hay". Las calles de nuestras ciudades están mal pavimentadas, con baches o simplemente sin pavimentar, el alumbrado público no funciona en todos los sectores, la policía está ausente durante el día y sólo se ven patrullas durante las noches cuando ponen retenes para detener a conductores e estado de embriaguez. Los "servidores públicos" muestran una gran opacidad en el manejo de los recursos públicos, existe una percepción generalizada en la población de que gran parte del presupuesto de los diferentes niveles de gobierno se desvía para ser utilizado en campañas electorales.
Las elecciones en México son las más caras del mundo, se destina una enorme cantidad de recursos para los partidos políticos, para las campañas políticas, para los consejeros políticos. Los resultados de las elecciones no convencen a nadie, porque se realizan prácticas fraudulentas, solo quienes quedan en el poder son los que terminan satisfechos. Los partidos políticos están inmersos en una crisis de credibilidad que los aleja de la población, ya que no representan a nadie más que a sí mismos y a los intereses del poder en turno que defienden en forma más descarada cada vez que toman sus decisiones. En general, las instituciones en México se encuentran en crisis porque sus representantes han incurrido en actos de corrupción de tal forma que existe una gran distancia entre el discurso y la acción.
La corrupción no existiría si no estuviese en amasiato con su complemento: la impunidad, que garantiza la existencia y desarrollo de los actos de corrupción sin castigo alguno. Tan grave es el amasiato entre la corrupción y la impunidad que la corrupción ya forma parte de la cultura y la forma de vida de ciertos estratos sociales. Junto a la corrupción generalizada e institucionalizada por la misma impunidad, ha crecido otro mal en México. Una violencia sin igual se ha incrementado en los últimos años en nuestro país dejando un saldo de miles de muertos desde que Felipe Calderón inició "la guerra contra la delincuencia organizada", misma que fue motivada por su necesidad de desviar la atención de las condiciones fraudulentas con las que llegó a la presidencia.
Este tipo de violencia podría encontrar una explicación en el contexto del tráfico de drogas, pugnas entre cárteles y las autoridades que crean un estado de casi guerra con el consecuente número de bajas de ambos lados. En México no existe la justicia, esta se ha vendido al mejor postor, no existe la democracia porque las mayorías no son consultadas por quienes dicen ser sus representantes. No existe la igualdad social, ya que la desigualdad aumenta considerablemente cada día.
En este contexto de crisis económica, política y social ¿Cuál es el comportamiento promedio de los mexicanos?
Cualquiera pensaría que los mexicanos se rebelarían ante estas condiciones de explotación, de miseria, de injusticia, etc. Sin embargo la situación que se observa es otra:
Un vasto sector de la sociedad mexicana considera "normal y natural" que existan ricos y pobres, que haya corrupción, que exista violencia, que fallezcan niños, jóvenes y adultos por desnutrición, por enfermedades fácilmente tratables, etc.
Hay una indiferencia generalizada en la población acerca de los problemas sociales y los asuntos relacionados con la política. Buena parte de la población lejos de protestar por las situaciones de injusticia, corrupción y antidemocracia que afectan directamente sus condiciones de vida, se refugia en su vida personal y actúa viviendo "una vida normal" como si nada estuviese pasando.
Una gran mayoría de la población cree que no es posible cambiar la sociedad, por lo que presenta una tendencia a adaptarse lo mejor posible a las condiciones actuales, aún cuando estas impliquen comer menos, vestir menos, trabajar más y ganar menos. La mayoría de la población sabe que los políticos y los funcionarios de gobierno de los tres niveles (municipal, estatal y federal) son corruptos y se enriquecen al desviar grandes cantidades del presupuesto público para fines personales o partidistas y sin embargo no protesta ni se organiza para impedir esto.
La mayoría de los mexicanos sufre de calles mal pavimentadas, alumbrado y transporte público deficiente, altos precios en todo tipo de productos, incrementos mensuales al precio de una gasolina que todo mundo sabe que nos venden a precio de litro pero sin darnos el litro completo.
El desempleo crece sin cesar, la discriminación laboral por motivos partidistas se observa cada sexenio, cuando se despiden a miles de trabajadores gubernamentales. Y sin embargo la población en general no protesta ni se organiza para cambiar esta situación. La mayoría de los mexicanos sufre los efectos de una violencia social sin igual (delincuencia organizada y delincuencia común) y sabe que las corporaciones policiacas están contaminadas por la corrupción, pero no exige una depuración de los cuerpos policiacos, ni protesta por la actuación o falta de acción de los mismos.
La mayoría de la población mexicana experimenta lo que Emile Durkheim uno de los fundadores de la Sociología contemporánea denominó "anomia social" que se refiere a la falta de normas o a la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad. El término también es utilizado en Psicología para hacer referencia a la falta de valores humanos o crisis de valores sociales en el comportamiento social.
Es decir, hay una situación social de crisis económica, política y social que plantea la necesidad de participación social de los integrantes de la misma para realizar un cambio social que conduzca a otro tipo de sistema social donde desaparezca la injusticia, la corrupción y la desigualdad social. Sin embargo, la mayoría de la población mexicana está adormecida, adaptada a sus condiciones de explotación, presenta un comportamiento pasivo y su única meta es adaptarse a la situación social prevaleciente.
A esto yo le llamo un comportamiento social patológico, es decir, estamos frente a una sociopatología en la cual el sentido común nos indica la necesidad de salir de la esfera de nuestro ámbito de confort para luchar por nuestros derechos y los de nuestra familia, pero que lo que se observa es una pasividad, una indiferencia, una adaptación que sólo beneficia a quienes se están enriqueciendo con la muerte, con la pobreza, con la insalubridad y la miseria de millones de personas.
No hacer nada, guardar silencio cómplice ante las injusticias, mostrar una indiferencia ante el sufrimiento ajeno, guardar silencio ante la corrupción, ante el robo descarado significa que algo anda mal en los pensamientos, en los sentimientos, en los comportamientos de millones de personas, es decir, algo no está bien en la Psicología colectiva, por eso digo que estamos frente a una sociopatología de la sociedad contemporánea, mucho más evidente en el caso de México.
La crisis que vivimos entonces adquiere otra dimensión, no solo es una crisis económica, no solo es una crisis política, no solo es una crisis social, es también una crisis psicológica, es una crisis psicosocial.
La indiferencia generalizada que se observa en nuestra sociedad contemporánea, el apoliticismo que caracteriza el comportamiento de las mayorías, el inmovilismo social que inhibe la participación social, la criminalización de la protesta social, la búsqueda como meta principal de "encajar en sociedad" tiene como finalidad la difusión de la idea de "normalidad psicológica" que busca la adaptación social.
Todo lo anterior tiene como base ideológica el individualismo y como finalidad social el conformismo, el acriticismo, la adaptación social. La creación de una falsa sensación de seguridad al encajar en el comportamiento de las mayorías, cuyo modelo son las imágenes que nos proyectan los medios masivos de difusión como "normal" y "anormal". Lo "normal" en nuestra sociedad es mantener una rutina de trabajar, consumir, adaptarse a la situación social y repetir el ciclo al día siguiente. El sujeto sano en nuestra sociedad es aquel individuo que se ha adaptado al medio social y el sujeto normal es aquel que ha asimilado sin inconvenientes el proceso de sujetación en los diferentes aparatos ideológicos de Estado.
Pero aquí es necesario una importante precisión: los conceptos de normal y anormal están basados en un criterio estadístico: de acuerdo a cómo se comporta la mayoría de la población, esa es la norma, "lo normal". Los que se comporten en forma diferente a la mayoría, los desviados de la norma, son los "anormales". Un criminal, un delincuente son desviados de la norma, pero también lo son los mendigos, los que protestan, los que se rebelan ya que no se adaptan al funcionamiento social.
El conformismo social, la indiferencia social y el individualismo son algunas de las características de la ideología contemporánea. La cosificación de las personas, la sobrevaloración de los objetos, la obsesión por el consumo y el aislamiento social son parte de la alienación social que provoca que la preocupación principal de miles de personas sea mantener un físico acorde a las figuras ideales de hombre y mujer que promueven los medios masivos de difusión, o simplemente el ser aceptado por los demás. Sobre estas bases, el comportamiento social se aleja considerablemente de la política lo cual sólo beneficia a quienes están el poder.
Todo esto nos ubica necesariamente dentro del contexto de una lucha ideológica, para entenderlo debemos recordar el ejemplo del edificio social que nos aportó Carlos Marx cuando nos decía que la anatomía de una sociedad es similar a la construcción de un edificio, las bases en las que descansa el peso del edificio es la estructura, que en el caso de la sociedad humana es el modo de producción (comunismo primitivo, feudalismo, esclavismo, capitalismo, socialismo y comunismo) , sobre esa estructura descansan dos infraestructuras, la infraestructura jurídico política que es el conjunto de leyes que reglamentan la interacción social, y otra infraestructura que es la ideológica, a través de la cual se introyecta la ideología de la clase dominante mediante el accionar de diferentes instancias ideológicas o socializantes (Familia, escuela, iglesia, Trabajo, Medios masivos de difusión). Louis Althousser aclaró de una manera muy clara como se da este proceso de sujetación ideológica en su libro ideología y aparatos ideológicos de estado. http://www.moviments.net/espaimarx/els_arbres_de_fahrenheit/documentos/obras/1319/ficheros/Althusser_Louis_Ideologia_y_aparatos_ideologico.pdf
Aquellos que tomamos consciencia de este proceso de ideologización en el contexto de una sociedad en crisis caracterizada por la injusticia, la antidemocracia y la falta de libertades, debemos retomar como nuestro deber y compromiso social el combatir esta labor ideológica por todos los medios a nuestro alcance, porque este control ideológico constituye el principal freno para la toma de conciencia colectiva acerca de la necesidad de realizar un cambio social.
El planteamiento central que deseo destacar en este artículo es que la clase en el poder realiza una constante labor utilizando diferentes medios para generar una ideología de aceptación al status quo, todo esto lo realiza en el marco de una sociedad que promueve el consumo para lograr una enajenación colectiva que conduce a las personas a valorarse a sí mismos y a los demás en función de sus posesiones. Con todo esto logran tener un control social en la medida de que se llega a considerar como algo normal la existencia de ricos y pobres y por tanto a inhibir cualquier intento por cambiar las cosas y satanizar a aquellos que intenten hacerlo, generando con ello una sociopatología colectiva que se caracteriza por la inactividad y el inmovilismo social en una sociedad que reclama de sus integrantes una mayor participación social para lograr cambios sociales que conduzcan a la construcción de una sociedad mejor.
Históricamente ha sido una constante el que quienes están en el poder buscan generar ese consenso de aceptación social, ya sea por el temor o por el convencimiento. Lo relevante del momento actual es que por un lado se observa una enorme y creciente desigualdad social, en un contexto social donde los medios masivos de comunicación juegan un papel determinante en la psicología colectiva a través de los cuales reciben su dosis diaria de ideologización para aceptar el status quo en un proceso de convencimiento interno, no externo.
Podría decirse que cada país latinoamericano tiene sus particularidades específicas que determinan su dinámica interna, lo cual es cierto, pero también es cierto que en estos tiempos de globalización compartimos problemas similares. La labor de ideologización que desempeñan los medios masivos para mantener un control social se observa hoy en todos los países, a través de ellos se realiza una distorsión de la realidad para generar un consenso de aceptación a los cambios que la élite en el poder dictamina contando con el apoyo del aparato legislativo como en el caso de México para reformar la constitución y entregar el país a la iniciativa privada nacional y extranjera.
De manera inevitable el hablar de una sociopatología de la sociedad contemporánea nos conduce al análisis de los conceptos ideologización, alienación y control social, lo cual a la vez nos remite a la necesidad de analizar el proceso de desarrollo psicosocial de cada individuo mediante el cual toda persona desarrolla una personalidad psicosocial que consiste en una determinada forma de pensar, sentir y actuar que es el resultado de la interinfluencia con las diferentes figuras significativas de los distintos grupos sociales a los que pertenecemos o hemos pertenecido.
En ese sentido puede afirmarse que nunca como antes surgió la necesidad de ventilar la relación que existe entre los conceptos ideología, alienación y control social, porque considero que estos conceptos en su interacción hoy en día nos dan como resultado la presencia de una sociopatologia contemporánea.
En esa línea de pensamiento el conformismo social, la indiferencia social y el individualismo es lo que debemos combatir inicialmente promoviendo la discusión acerca de la necesidad del cambio social. Son evidentes los casos de injusticia social, de corrupción de la clase gobernante dentro de una sociedad en la cual la mayoría de la población está viviendo en condiciones de pobreza. Sin embargo, la mayoría de la población aparenta estar conforme con su sufrimiento, parece aceptar su destino y no ve la posibilidad o necesidad de cambiar el sistema social.
Cabe mencionar que el control social no es total, no abarca a todos los integrantes de la sociedad, sectores de nuestra sociedad se han levantado, en franca rebelión y enarbolado las demandas de justicia, democracia e igualdad social.
Sin embargo la élite en el poder ha ido transitando en un proceso paulatino de endurecimiento en su liderazgo, de tal forma que gradualmente pasa de un autoritarismo a un totalitarismo. Sin embargo, un porcentaje creciente de la población mexicana se ha manifestado en contra de las recientes reformas que la oligarquía económica y política está implementando, pero la respuesta que ha recibido ha sido el silencio, la represión y los intentos de criminalización de la protesta social. De continuar esta confrontación desigual en la cual se ejerce una violencia de Estado en contra de los que protestan, la inconformidad podría llegar a límites incontrolables al grado de surgir estallidos sociales. Esto nos ubica en la necesidad de participar en el contexto de una lucha ideológica. Mi opinión es que debemos priorizar la lucha ideológica para generar la toma de consciencia que generara a su vez una mayor participación social en el análisis y discusión de los grandes problemas sociales.
Una de las formulas del éxito de la clase en el poder es la división de sus disidentes, por eso considero importante que todos aquellos que se consideren libertarios sociales, se acerquen entre sí para enriquecerse de sus propias experiencias. Esto es exactamente lo que están haciendo los grandes capitalistas a nivel internacional, reagrupándose y tomando acuerdos que afectan a millones de personas en el mundo entero.
Debemos entonces superar falsos antagonismos entre las agrupaciones de izquierda, crear un frente unido cuyas bases sean las demandas sociales en las cuales coincidimos y realizar ejercicios de comunicación en los cuales la reflexión y análisis de la realidad sean el primer paso para la liberación social. El problema que está en el tapete de la discusión es que este análisis de la realidad se ve afectado por la labor de ideologización que nos presentan los medios masivos de difusión y otras instancias al distorsionar la realidad, ocultar el verdadero origen de los problemas sociales y presentar como criminales a quienes protestan.
Por eso es importante realizar un estudio científico sobre la realidad, lo cual nos conduce a la necesidad del estudio, la lectura, la discusión, el intercambio de ideas. Existen miles de personas que desean cambiar l realidad, pero se encuentran en estado de dispersión, debemos tomar consciencia y reflexionar, por un lado, de que no estamos solos, de que no estamos equivocados como nos dicen constantemente los aparatos ideológicos, y por otro lado debemos empezar a tomar medidas y realizar acciones que conduzcan al objetivo de terminar con esta dispersión que solo beneficia al sistema en el poder. Debemos continuar con la lectura objetiva y científica de los acontecimientos sociales. es decir, no debemos limitarnos solo a la practica libertaria, al activismo per se, necesariamente debemos retomar las teóricas científicas que nos permiten aumentar nuestro nivel de consciencia y mejorar nuestras estrategias de intervención en nuestras respectivas comunidades.
Con la intención de ir concretando ideas, sugiero que parte de la temática que guíe la autorreflexión individual como paso previo a la discusión colectiva tome como punto de partida las preguntas siguientes:
¿Cómo percibo yo mi realidad social? ¿Cuáles son mis fuentes de información? ¿Cómo puedo mejorar mi participación social? ¿Cómo incrementar la participación social en mi comunidad? ¿Qué estrategias puedo utilizar para incrementar la toma de consciencia política?.
Hoy en día la clase política en el poder, se alía con el poder económico ( capital privado nacional e internacional) y con los medios masivos de difusión para mantener a la población social bajo un control de tal forma que no aspire a la realización de cambios sociales algunos y aún más, para que se sienta conforme y satisfecho con las condiciones de explotación en las que se encuentra y que de manera progresiva se agudizan cada día. En este proceso genera una sociopatología que sólo conducirá a la destrucción, no sólo de nuestro medio ambiente a través del consumo exagerado, sino también de lograr un desarrollo social basado en el desarrollo de las potencialidades individuales al golpear y precarizar las condiciones de vida de millones de personas a nombre del beneficio económico de unos cuantos.
Nuestro presente histórico se caracteriza por una crisis social sin precedentes, de nosotros depende el mundo que heredemos a las nuevas generaciones, el futuro lo podemos construir ya que un mundo mejor es posible todavía. La lucha por nuestros derechos humanos conduce inevitablemente por el camino de la transformación del sistema social en el cual actualmente vivimos.
Autor:
Oscar Yescas Domínguez
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