El juego de las sillas
Oscar
Yescas Dominguez
10/06/2,018
Los mexicanos nos encontramos en un momento del tiempo que
quedará registrado en la historia nacional como un momento de cambio social de
gran magnitud. Por ello mismo debemos darnos tiempo de reflexionar acerca del
momento histórico que estamos viviendo.
México se encuentra de nuevo en un período electoral, en esta
ocasión para elegir Presidente de la república, Diputados y Senadores en varios
Estados del país.
Cabe
mencionar que en cada elección presidencial en nuestro país, se invierten miles
de millones de pesos que son destinados para “gastos de campaña” de los
diferentes partidos políticos registrados y la actual campaña presidencial no
ha sido la excepción miles de millones de pesos invertidos en el juego
electoral.
Esto nos ha llevado a la contradictoria y penosa situación de
que las elecciones presidenciales en México son las más caras del mundo entero,
pero al mismo tiempo son las elecciones que tienen menos credibilidad a nivel nacional
e internacional por la ausencia de imparcialidad de las mismas, desigualdad en
la distribución de recursos financieros y por la corrupción demostrada por todo
tipo de autoridades involucradas, principalmente de las electorales.
En
un acto de sinceridad puedo decir que nunca he sido partidario de considerar a la
vía electoral como la forma de lograr el cambio social que necesita nuestro
país, mucho menos ahora en estos momentos de gran desigualdad social que genera
un gran sufrimiento colectivo.
Esta
reticencia hacia el sistema electoral mexicano se basa en dos motivos
principales:
En
primer lugar, quiero decir que experimento una actitud de reserva, que raya
en la desconfianza, hacia las instituciones electorales y gubernamentales que
participan en el juego de la “democracia electoral”. Esta desconfianza en el
sistema electoral no ha sido gratuita, ha ido creciendo por las experiencias
vividas en este terreno que me enseñaron a desconfiar de las instituciones
responsables de garantizar la democracia electoral en México, al observar que
su participación ha contribuido a burlar la voluntad popular.
Al
igual que millones de mexicanos durante décadas he sido testigo-víctima de engaño
tras engaño en cada período electoral, he visto con verdadera impotencia la
manipulación de finanzas en grandes cantidades, de la distorsión en cifras de
votos para imponer fraudes cada vez más descarados para imponer al candidato
oficial que mantendrá el sistema de explotación económica y social de la
población mexicana y la entrega de recursos naturales al capital privado
nacional y extranjero.
El
fraude y decepción después de cada elección es una historia que se repite en
forma constante en México, y ese ha sido el principal motivo por lo que miles
de mexicanos prefieren abstenerse de votar, o prefieren anular su voto en el
momento de las elecciones porque no son elecciones “limpias”.
La
más reciente forma de burlar la voluntad popular es el perverso “juego de las
sillas” que han estado jugando en los últimos años el Pri y el Pan para
alternarse en el poder, pero siguiendo la misma política de saqueo de las
riquezas de nuestro país, el desmantelamiento de nuestro país en favor del
capital privado nacional y extranjero, la explotación laboral, la eliminación de derechos y prestaciones
sociales,.
Este
juego de las sillas ha sido utilizado para simular un acto de democracia
electoral basado en la falsa democracia representativa que ha funcionado como
pantalla para legitimar la continuidad
de un sistema político y económico excluyente, que solo ha logrado aumentar la
cantidad de millones de mexicanos que viven en condiciones de pobreza extrema y
del otro lado, el enriquecimiento inmoral de quienes ocupan posiciones de poder
político y económico.
Somos
víctimas del fracaso de esa democracia representativa que consiste en
participar en elecciones de funcionarios que tomarán decisiones relevantes a
nuestro nombre y representación. Este tipo de democracia ha demostrado su
inoperatividad al observar la traición de nuestros “representantes” al no solo
ignorar a sus representados en la toma de decisiones de gran relevancia, sino
también en que estas decisiones representan serias agresiones a los derechos
humanos, laborales y sociales de quienes los llevaron al poder con su voto.
En
segundo lugar, la problemática social que se observa en el México contemporáneo
se caracteriza por una gran diversidad de problemas que son de índole
estructural y por lo mismo no serán satisfechos con tan solo el cambio de un
partido a otro, o de un presidente a otro, por lo cual la alternativa del cambio
electoral no es garantía absoluta de un cambio
social real.
Basta
con observar que en México se pagan los salarios los salarios más bajos del
mundo entero por lo cual los trabajadores mexicanos son los trabajadores peor
pagados del mundo, mientras que por otro lado los sueldos de políticos desde
Presidente, Ministros de Justicia, Consejeros Electorales, Gobernadores,
Senadores, Diputados, Presidentes municipales, Rectores de Universidades, etc.,
son los más altos en el mundo entero. Vemos una distancia cada vez mayor entre
los salarios que perciben los trabajadores de menor nivel y los sueldos que
perciben los altos mandos, los directivos de cada organización. Esto da como
resultado una creciente precarización de la población mexicana.
Todo
esto y mucho más fue mermando mi
expectativa de que el cambio en México se pudiera dar a través de la vía
electoral y convenciéndome de que el cambio social real solo puede darse con
una democracia que vaya más allá de la democracia representativa (cuando ésta
se limita a la participación para elegir representantes y desaparece al
terminar las elecciones) y surja en su lugar una democracia participativa en la
que la población se involucre en una participación social de carácter
permanente, organizada y colectiva, con un gran sentido de responsabilidad
social.
Una democracia participativa no solo nos
permitirá concretar un voto masivo hacia los candidatos o el partido que consideremos
que realmente nos representará en el futuro, sino que también nos permitirá hacer
respetar nuestro voto, y actuar posteriormente en forma organizada y colectiva
para trabajar conjuntamente con nuestros representantes en el Congreso de la
Unión en la realización de las transformaciones estructurales del sistema
socioeconómico necesarias para defender
nuestros derechos humanos, recuperar derechos laborales y sociales perdidos, así
como también construir una sociedad donde predomine la justicia.
En
el contexto actual vivimos un remedo de democracia representativa que se limita
a que la población participe en las elecciones de aquellos representantes
quienes son los que tomarán decisiones a nuestro nombre sin consultarnos.
Y
digo remedo porque el propio proceso electoral está viciado de origen al
incluir en las instituciones responsables de garantizar la democracia en las
elecciones a elementos que han dado muestras claras de corrupción en anteriores
elecciones, avalando fraudes electorales que han burlado la voluntad popular.
De
ahí que los mexicanos enfrentamos dos grandes retos en el futuro inmediato:
1.- Impedir el fraude
electoral que ya se está realizando semanas previas a las elecciones a través
de la compra del voto y la coerción a votar por el candidato oficial en la
población de servidores públicos gubernamentales de los tres niveles en el
país.
2.- Reconocer que las
elecciones no son el resultado final, sino el principio de un cambio social en
nuestro país, que exige la participación y el compromiso de todos los
mexicanos, no solo en el acto de votar, de defensa del voto, sino de la
reconstrucción de un nuevo país.
Necesitamos
realizar cambios en nuestra forma de pensar, sentir y actuar de tal forma que
desarrollemos un compromiso social y veamos la conexión que existe entre los
asuntos privados y las políticas que se aplican en nuestro país. Dentro de
estos cambios se perfila como uno de los más importantes el aumentar nuestra
participación en asuntos de interés social y político.
Partamos
de la premisa de que sin cambios estructurales en el sistema de producción y en
la dinámica social no importará el color, bandera o candidato que surja
triunfador en esta elección presidencial porque la desigualdad seguirá
creciendo tal como está sucediendo y con ello continuará el sufrimiento social.
Considero
que no soy el único mexicano que siente una gran desconfianza hacia el sistema
electoral en México, pero esta reserva no debe impedir que participemos en este
período electoral ejerciendo nuestro derecho a votar.
Como
viejo conocedor de los trucos sucios que utiliza el Pri para manipular las
elecciones, tengo plena consciencia de que el Instituto Nacional Electoral está
controlado por quienes manipulan los hilos del poder y que están preparados
para avalar nuevamente otro fraude y burlar la voluntad popular nuevamente.
Hay
suficientes evidencias de ello, tan solo preguntemos ¿porque el INE imprimió
más boletas de las necesarias para que participe la población registrada en el
padrón electoral?,¿porqué se enviaron miles de boletas electorales a mexicanos
que residen en el extranjero sin folio alguno?, ¿porqué el plumón seleccionado
por el INE para marcar la boleta electoral se borra fácilmente?, etc.
Pero
también creo firmemente que en esta ocasión no será cualquier otro fraude más
porque lo que se avecina en este año es, parodiando a Sadam Hussein “la madre
de todos los fraudes”, en el sentido de que se necesitará un gigantesco fraude
para engañar a una población harta de fraudes, engaños y cansada de que el
PriAn esté enquistado en el poder.
Cada
día es más clara la tendencia del voto a nivel nacional hacia “ya saben quién”
es decir, Andrés Manuel López Obrador. Los propios esbirros de la cúpula en el
poder lo reconocen y no lo pueden ocultar.
Esta
tendencia mayoritaria se debe a que la corrupción de los tres niveles de
gobierno, tanto en gobiernos priistas como panistas, ha llegado a niveles
escandalosos, la desigualdad social ha aumentado y con ella la pobreza ha
crecido creando a su vez grandes problemas sociales que afectan a la población
como la delincuencia común y la inseguridad pública que son un mal generalizado
en nuestro país.
Cada día aumenta e número de
personas sin hogar, que deambulan por nuestras ciudades pidiendo limosna o
hurgando en los contenedores de basura buscando algo para comer.
Las
reformas estructurales realizadas por el panista Felipe calderón y el priista
Enrique Peña Nieto, han golpeado profundamente la calidad de vida de la
población mexicana y sobre todo han robado el futuro de nuestra niñez y
juventud. Esto ha llevado a un despertar social de gran parte de la población
tradicionalmente indiferente a la política nacional, ya que las mismas han
generado una inconformidad social sin precedentes.
Por
esto mismo existe en estos momentos en México un hartazgo social que ha ido creciendo
paulatinamente a través de los años, debido a los fraudes electorales, las
injusticias por doquier, la corrupción exhibida sin pudor alguno y la increíble
impunidad que se vive en México.
En
la historia reciente de México se han presentado diversos movimientos
colectivos reclamando democracia, justicia, rechazo a las políticas
neoliberales y a las reformas estructurales. Podemos recordar los siguientes
ejemplos:
El movimiento social de rechazo al fraude
electoral del 2,012 y en contra de la imposición de Enrique Peña Nieto como
Presidente
El
movimiento estudiantil Yo soy 132, el movimiento en reclamo de justicia para
los infantes fallecidos en el incendio de la guardería ABC.
La
ejemplar lucha que los maestros mexicanos han dado en contra de la implementación
de la reforma educativa,
La
movilización masiva y el cerco al edificio del Congreso de la Unión para
expresar el rechazo a la aprobación de las reformas estructurales, http://www.monografias.com/trabajos98/tercera-llamada-revolucion-mexico/tercera-llamada-revolucion-mexico.shtml
La
movilización nacional en exigencia de la aparición de los 49 estudiantes
normalistas de Ayotzinapa,
El
movimiento nacional en contra de los aumentos a la gasolina del año pasado,
etc.). Es claro que México es un barril de pólvora a punto de estallar y que se
requiere con urgencia un cambio social.
La
movilización civil posterior a los sismos de septiembre de 2,017, etc.
Cada
uno de estos movimientos ha reflejado un nivel de hartazgo del pueblo mexicano
y se observa que éste ha ido creciendo con el paso del tiempo.
Sin
embargo, a pesar de su magnitud estos movimientos de protesta no han
fructificado en sus demandas por diversas causas y no se ha logrado el ansiado
cambio social que algunos hemos esperado durante décadas.
Podemos
mencionar que en primer lugar destaca como una primera causa la falta de unidad
en la acción de estos movimientos. Cada movimiento colectivo de protesta ha
surgido con gran fuerza, pero se han presentado en la forma que nos describió
Eduardo Galeano a la tierra vista desde las alturas como “un mar de fueguitos”,
es decir, cada movimiento representa una llamarada pero se extingue al poco
tiempo y no logra unirse con otra llamarada para convertirse un una llama más
fuerte. El hecho real es que no se ha consolidado un movimiento colectivo de
protesta a nivel nacional que supere la inmediatez del momento de inconformidad
y consolide sus metas encauzadas a lograr un cambio social estructural en
nuestro país.
Por
otro lado, otra causa que ha influido es que ha prevalecido el activismo social
por encima del compromiso social y la militancia política.
La
mayoría de quienes han formado parte de estos movimientos contestatarios han
sido solo simpatizantes de los mismos, pero no han logrado construir una consciencia
crítica y clara acerca del porqué de la situación que se vive y mucho menos han
desarrollado una consciencia de clase. Sus demandas son limitadas por lo mismo
y ante la falta de respuesta o de logros obtenidos, el entusiasmo se apaga y la
participación social disminuye.
Otro
factor que ha influido para evitar el éxito de estos movimientos es que la
corrupción domina a las instituciones gubernamentales en México y los
movimientos se han enfrentado a una verdadera mafia organizada. Los partidos
políticos no son los únicos corruptos, también son parte de la corrupción los
consejeros electorales del INE a nivel nacional y en cada uno de los Estados. Igualmente
son camaradas de la corrupción los ministros de Justicia que tienen la última
palabra acerca de lo que es legal o ilegal y siempre sus fallos favorecen a
quien se mantiene en el poder. No en balde estos sujetos perciben sueldos
superiores al medio millón de pesos mensuales.
Además
de los anteriores, han jugado un papel importante en el mantenimiento del orden
social en esta sociedad corrupta, los medios masivos de comunicación como
Televisa, Milenio, TV Azteca, etc., que han jugado el rol que incluye la
manipulación de la información, la distorsión de los hechos sociales y la
criminalización de la protesta social para apoyar la cúpula del poder.
Todos
estos elementos inhiben la participación en las elecciones por parte de
personas escépticas, jóvenes sin experiencia ni claridad política y personas renuentes
a avalar con su voto una vez más un nuevo fraude.
Pero
debemos reconocer que tampoco ha servido de mucho el abstencionismo demostrado
en elecciones anteriores porque esta falta de participación es lo que les
permite tener un camino libre a quienes diseñan, implementan y avalan los
fraudes electorales.
De
igual forma tampoco sirve la práctica de anular el voto el día de las
elecciones poniendo leyendas apócrifas o nombres de personajes no registrados
para esas elecciones como medio de protesta, porque sirve en el mismo sentido
del abstencionismo, es decir, no ayuda en nada y a los únicos que benefician es
a quienes están realizando el fraude porque los votos anulados se contabilizan
como votos emitidos y esto le da fuerza al argumento de que las elecciones son
legales y democráticas porque participó un “buen porcentaje del padrón
electoral.
Cabe
recordar que en las últimas elecciones la cantidad de votos anulados por
contener leyendas o nombres no registrados fue tan grande que quienes los emitieron bien podrían haber
formado un partido político y con ello obtener al menos curules en la cámara de
diputados o senadores.
Los
ingredientes siguientes que configuran la situación actual en el país permiten
predecir que este año 2,018 será el año del cambio social ya sea por la vía
electoral o a través de un estallido social.
El
PRI enfrenta un rechazo masivo en todo el país ya que existen evidencias
suficientes que los vinculan a actos de corrupción, fraude electoral,
narcotráfico y desvío de recursos públicos.
Existe
una gran pérdida de confianza en las instituciones gubernamentales que raya en
la desconfianza hacia las mismas, porque su accionar ha sido totalmente parcial
y en contra de los intereses generales de la población. Están invadidas por el cáncer
de la corrupción.
Por
parte de la población existe un hartazgo general hacia la corrupción y hacia funcionarios
corruptos que se han enriquecido desviando recursos públicos y sobre todo se
observa una gran insatisfacción popular por la impunidad imperante ya que las
instituciones gubernamentales son utilizadas sin excepción alguna en prácticas
de corrupción.
Es
evidente que se avecina un fraude masivo en las próximas elecciones a través
del cual la cúpula en el poder violará todo tipo de leyes y reglamentos para
seguir usurpando el poder y saqueando a nuestra nación.
Los
diferentes grupos que conforman la delincuencia organizada que tiene
secuestrado el poder en México, han olvidado sus intereses particulares y se
han unido en un frente único para evitar que Andrés Manuel López Obrador llegue
a la Presidencia de la república.
No
debemos olvidar que para garantizar que cualquier candidato de este frente
llegue al poder esta mafia de individuos disfrazados de servidores públicos
aprobaron una Ley de seguridad interior que permite el uso del ejército por
parte del delincuente mayor en México que es Enrique Peña Nieto, mismo que será
utilizado sin duda alguna en contra de la población mexicana para reprimir las
inevitables protestas que surgirán después del fraude bajo el argumento de que
el ejército está “para defender al Estado mexicano”, ya no a la población
mexicana.
A
tan sólo semanas de las elecciones Andrés Manuel López Obrador y Morena
aumentan su ventaja cada día más en las preferencias del voto electoral al
grado de que rebasan cifras históricas en el apoyo a un candidato presidencial.
Nadie lo puede negar y aparentemente nadie lo puede parar, mientras más atacan
a AMLO, más fuerte es el apoyo social que recibe.
En
estos momentos la situación electoral es tal que es posible predecir que AMLO
triunfará arrolladoramente el día de las elecciones, pero también es de esperar
que implementen un nuevo fraude colosal (porque todos esperamos que hagan
fraude de nuevo y debemos evitarlo), con nuevas formas de manipulación
postelectoral.
De
darse el triunfo de AMLO y presentarse el fraude de nuevo con el apoyo de todo
el aparato gubernamental, deberá darse un movimiento nacional en defensa del
voto que sin duda alguna será reprimido por parte del ejército mexicano
convertido en el ejército del presidente ilegítimo de Peña Nieto. Esto puede
traer consecuencias funestas al grado de llegar a masacres propias de un Estado
de sitio como en el que se quiere imponer en nuestro país, al golpear y
reprimir a los maestros de la CNTE que continúan luchando contra la reforma
Educativa.
Si
lo anterior sucede, si se cancela la vía del cambio social a través de las
elecciones, las condiciones para que se dé un estallido social en México están
dadas para que surja una revolución armada en nuestro país con el consecuente
saldo sangriento para la población mexicana porque el Estado mexicano ha
comprado recientemente una gran cantidad de armamento bélico. Si se da el
fraude electoral “el tigre despertará” y correrá sangre mexicana.
Creo
que la situación actual no permite ambigüedades y exige definiciones de todos
los mexicanos porque lo que está en juego es el futuro de nuestro país, el
futuro de todos los mexicanos, el bienestar social de nuestras familias.
Necesitamos
recuperar los derechos laborales, humanos y sociales que nos han arrebatado con
una total impunidad. El cambio social es posible realizarlo a través de la vía
pacífica. No estoy de acuerdo en que debemos esperar a que aumente la
insatisfacción social para que se dé un estallido social.
Creo
que podemos actuar en forma inteligente y utilizar lo que resta de las
instituciones a nuestro favor para que se respete el voto popular y lograr
echar fuera del poder a esa caterva de delincuentes que están enquistados en el
mismo.
Pero
para lograrlo es necesario aumentar la participación social en la vida política
de nuestro país, desde este momento, a inicios del año, para estar vigilantes
de todos aquellos delitos electorales que puedan estar cometiendo,
documentarlos utilizando la tecnología (recordemos que los teléfonos celulares
pueden filmar, grabar, tomar fotos, etc.).
Debemos
iniciar la discusión con nuestros familiares, vecinos, amigos compañeros de
trabajo acerca de la necesidad de retomar nuestra responsabilidad cívica de
cumplir con nuestros derechos y responsabilidades como ciudadanos y esto
incluye la obligación moral de votar en las próximas elecciones.
En
esa línea de pensamiento debemos actuar como promotores del voto a favor de
AMLO y Morena para garantizar el voto masivo, contundente y apabullante que
dificulte al máximo las estrategias a favor del fraude.
Insisto,
no soy muy partidario de la idea de que a través de la vía electoral pueda
darse el cambio social en México, pero en este año, en estas elecciones debemos
utilizar el sistema electoral para incentivar la discusión política y el
análisis crítico de la situación actual del país.
Los
períodos electorales nos permiten abrir la discusión sobre los grandes
problemas nacionales desde una perspectiva crítica. En esta ocasión la
situación de crisis social que padece el país nos obliga a abandonar nuestra
zona de confort, a superar el conformismo, la obediencia, la diferencia social,
y lograr una sensibilización que permite construir un sentido de pertenencia a
nuestras comunidades que están siendo agredidas no sólo por las políticas
neoliberales que privatizan todos tipo de servicios y eliminan derechos y
obligaciones, sino que existe la amenaza real de una represión militar por
parte del gobierno mexicano en contra de su propia población.
La
situación actual no admite ambigüedades, neutralidades o indiferencia alguna.
Exige la participación de todos los mexicanos y el primer paso es impedir el
fraude electoral que están preparando, debemos brindar un voto masivo a favor
de AMLO y Morena de tal forma que la diferencia de votos haga imposible
realizar cualquier fraude.
Con
la participación masiva en las elecciones y en la defensa del voto podemos echar
fuera del gobierno a quienes están realizando una guerra sucia en contra del
pueblo mexicano. Después de las elecciones debemos seguir con ese proceso de
discusión y análisis colectivo sobre la situación actual y futura de nuestro
querido México.
Con
nuestra participación social evitaremos que continúe el juego de las sillas entre los partidos
políticos registrados en México, pero sobre todo lograremos la reconstrucción
que nuestro país requiere para la recuperación de nuestros derechos laborales y
sociales que nos fueron arrebatados.
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