martes, 7 de noviembre de 2017


Por una psicología socialmente sensible
Por Óscar Yescas Domínguez
07 noviembre 2,017

Introducción
¿Qué es la realidad social?
El fin de la realidad mexicana
El surgimiento de la sociedad emergente
Los cambios sociales generan nuevos paradigmas sociales
La situación actual de la Psicología
Conclusiones


Introducción
     De entrada quiero hacer una confesión pública: confieso que tengo el complejo de Cristóbal Colón, entendido éste como “el proceso mediante el cual los pensadores sociales se aburren súbitamente de sus viejas polémicas y empiezan a mirar con envidia los “jardines” de otras disciplinas, presumiendo que allí podrían hallar lo que parece faltar en el suyo”. Llegué a esta conclusión después de leer el libro de Zygmunt Bauman “La ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones” donde me encontré esta definición mencionada por Keith Tester (Zygmunt Bauman, 2,011)
     No tengo pena alguna en reconocer la existencia de este complejo  porque en mi práctica docente y de investigación social me he visto en la ineludible necesidad de salirme del campo de la Psicología e incursionar en los terrenos fértiles de la Sociología, Filosofía, Pedagogía, Comunicación, etc., para estar en condiciones de construir un marco teórico sólido que me permita reconocer el contexto social que rodea al objeto de mi intervención y con ello lograr una comprensión integral sobre bases científicas de la dinámica compleja existente hoy en día en la interinfluencia del individuo y la sociedad contemporánea.
     Esta “salida obligada” del marco teórico de la Psicología se debe a varios factores:
En primer lugar debo decir que el motor impulsor de esta “aventura teórica” en terrenos de otras disciplinas se debe al hecho de ver que nuestra sociedad contemporánea está inmersa en una profunda crisis que ha incentivado el fortalecimiento de varios problemas sociales y el surgimiento de nuevas problemáticas, a las cuales las ciencias sociales en general y la Psicología en particular, no están prestando la suficiente atención, en un momento histórico en el cual nuestra sociedad contemporánea presenta una enorme desigualdad social y esto produce en la comunidad un enorme sufrimiento por el incremento de los índices de marginación y pobreza vigentes en tiempos del neoliberalismo y de tiranía del Mercado.
Ante el agudizamiento de los problemas sociales la comunidad social presenta de manera implícita y explícita una serie de demandas de ayuda psicológica para paliar su sufrimiento, pero éstas no son suficientemente atendidas, ya que la mayoría de los profesionales de la Psicología están influenciados y formados académicamente por un corrientismo psicológico que les impide ver de manera integral su objeto de estudio y en sus intervenciones parten de un modelo de Psicología enfocado en el individuo que les impide reconocer las verdaderas causas sociales que originan los problemas que afectan a los individuos, a los grupos, a las organizaciones y a las comunidades. En consecuencia, los resultados obtenidos son parciales, insuficientes y de corta duración.
 Desconocen el concepto de totalidad utilizado en ciencias sociales, la historia y aportaciones de la Psicología comunitaria latinoamericana, así como la base del construccionismo social de nuestra realidad y sobre todo que la Psicología social nos permite utilizar diferentes niveles de análisis al estudiar el comportamiento humano en forma individual, grupal, organizacional y comunitario.
En nuestras intervenciones psicológicas debemos partir de la premisa de que todos somos seres sociales que tenemos una personalidad psicosocial desarrollada en nuestra interacción en diferentes ámbitos de convivencia social, de que todos pertenecemos a varios grupos simultáneamente a lo largo de nuestra existencia, de que todos vivimos actualmente en el contexto de una sociedad que existe gracias al funcionamiento de varias organizaciones que nos ofrecen productos y servicios para satisfacer nuestras necesidades y de que todos vivimos en comunidades urbanas o rurales, enfrentamos el hecho irrefutable de que todos somos seres sociales y que por lo tanto nuestros problemas individuales son la expresión particular de los grandes problemas sociales.
Esta característica social del ser humano es la que nos obliga a los científicos sociales, por cuestión de procedimiento, a ubicar el contexto social que rodea a nuestro objeto de estudio, como la primera tarea a realizar en nuestro análisis o en nuestra intervención y para lograrlo utilizamos conceptos como “sociedad” o “realidad”.
En segundo lugar mi formación como Psicólogo social y mi práctica profesional me exigen rebasar el reduccionismo científico imperante que consiste en explicar nuestro objeto de intervención solo bajo el marco de una sola disciplina (en este caso hablamos de la Psicología) descuidando las aportaciones de otras disciplinas en el estudio del comportamiento humano.
Son los famosos “ismos” que se presentan como frenos frecuentes en el desarrollo de las ciencias sociales: Psicologismo, Sociologismo, Economicismo, Economicismo, etc.
Partir de estos reduccionismos científicos constituye un gran error porque los seres humanos somos seres sociales, vivimos en sociedad y su estudio debe ser integral con un enfoque multi e interdisciplinario para poder lograr una adecuada comprensión en la compleja interacción e interinfluencia que existe entre el individuo y la sociedad.
En tercer lugar está el hecho de vivir bajo el predominio de un corrientismo psicológico que se encuentra no solo en la Psicología académica, es decir, los contenidos de la enseñanza de la Psicología en las universidades mexicanas (al menos en la Universidad de Sonora), sino que también se refleja en la práctica profesional de la Psicología. Este corrientismo consiste en el hecho de casarse con los postulados de una sola corriente psicológica y percibir en forma negativa a las demás corrientes de Psicología rechazando sus aportaciones al estudio del comportamiento humano. Recordemos que toda práctica profesional tiene su base en el aprendizaje académico y lo que se aprende en las universidades se reproduce en la práctica profesional
 Las consideraciones anteriores son las que me empujan a buscar alternativas más allá de las aportaciones que pueda ofrecer la disciplina psicológica, ya que hoy la Psicología contemporánea se muestra insuficiente, limitada y rebasada por una realidad cambiante, al grado de no atender los grandes problemas sociales que caracterizan a la sociedad contemporánea.
Parafraseando a Ignacio Martín-Baro, podría decir que necesitamos liberar a la Psicología para construir una Psicología de la Liberación. (Martin-Baro, 2,006).
La verdad es que la situación actual nos impide seguir con los paradigmas que se han utilizado durante años, que hoy ya no sirven mostrándose inoperantes y la realidad contemporánea nos obliga a construir nuevos paradigmas que respondan a la dinámica compleja que hoy vivimos.
Por las anteriores consideraciones creo imprescindible  y necesario enriquecer nuestros enfoques teóricos en el campo de la psicología, retomando las aportaciones de autores contemporáneos de diferentes disciplinas sociales, especialmente de la Sociología, Filosofía, Pedagogía y Comunicación para fundamentar la necesidad de realizar un giro en el campo de la Psicología que consista en poner más atención a lo que sucede en el contexto social, reconocer como los cambios sociales afectan la realidad en la cual convive nuestro objeto de estudio y sobre todo el cómo afectan el comportamiento humano.
Esta situación es lo que fundamenta la necesidad urgente de construir una Psicología socialmente sensible a los problemas sociales, cercana a las comunidades sociales, a la mayoría de los integrantes de nuestra sociedad que en el caso actual, son mayorías marginadas, excluidas de los beneficios de la “modernidad” y son quienes demandan urgentemente ayuda psicológica.
La construcción de una Psicología socialmente sensible solo podrá ser lograda si construimos nuevos paradigmas científicos que nos permitan comprender con mayor objetividad la realidad contemporánea, que nos ayuden a superar los reduccionismos científicos y el corrientismo psicológico para construir  enfoques multidisciplinarios en nuestros análisis teóricos y en nuestras intervenciones profesionales.

¿Qué es la realidad social?
Cuando entramos en el terreno de definir lo que es la realidad social, ingresamos a un terreno pantanoso y de difícil acceso, porque nos vemos influenciados por los reduccionismos imperantes en cada disciplina social.
La dificultad para lograr una definición clara la ilustra Zygmunt Bauman cuando nos expone de una manera sencilla la dificultad de lograr un consenso entre investigadores sociales cuando describen la realidad social y compara esta tarea como el trabajo que realiza un escultor con su obra, ya que cada investigador interpreta la realidad a su manera como si fuese su obra particular tomando como punto de partida la perspectiva de su propia disciplina. (Bauman, Zygmunt, 2,008).
El sociólogo francés Alan Touraine describe en su libro El fin de las sociedades la crisis que atraviesa al conjunto de instituciones que conforman la sociedad moderna y denomina a esta situación como el fin de las sociedades, como el fin de una era de modernismo y el paso a un postmodernismo incierto.
Un planteamiento que coincide con lo planteado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman cuando aporta el concepto de sociedad o modernidad líquida para definir el actual momento de la historia en el que las realidades e instituciones sociales se desvanecen, cambian de forma o desaparecen dejando de funcionar. En base a esta apreciación Bauman nos dice que “el mundo está agotado” nos habla de Vidas desperdiciadas en un mundo que está agotado porque todo lo que cabía esperar de él, todo aquello que podía incorporársele a título de mejora o de perfección ha sido ya colmado. Su agotamiento es, paradójicamente, su completitud: no hay nada que añadir, nada que esperar, nada que reformar. Está acabado. "Es lo que hay”.
Por otro lado, el filósofo griego Cornelius Castoriadis aporta por su lado el concepto de evanescencia cuando nos alerta sobre el hecho de que las instituciones y valores en nuestra sociedad están perdiendo significado y desapareciendo para dar lugar a un materialismo vulgar y a tendencias hedonistas en nuestra población.
Sin embargo, al margen de las diferencias que podamos encontrar en varias “esculturas sociales”, podemos decir que existe un consenso acerca de la existencia de una crisis sin precedentes en la sociedad contemporánea.
Todas estas aportaciones de grandes pensadores contemporáneos de las Ciencias Sociales nos permiten entender lo que está pasando actualmente en el mundo entero en general y en México en particular.
En ese sentido la primera tarea que enfrentamos es describir la realidad en una forma crítica, partiendo de la premisa de que el mundo no es un libro de texto, los académicos, los investigadores sociales, es decir, los científicos sociales somos quienes hacemos libros de texto acerca de la realidad. La realidad social sigue cambiando en forma inexorable y continua.
Pero también debemos tener presente que nuestra tarea no se limita a describir la realidad social en forma crítica, ya que las circunstancias actuales demandan con urgencia un cambio social por lo que debemos encontrar alternativas de acción que contribuyan a la transformación social en un sentido de lograr un verdadero bienestar social.
El término “realidad social” se utiliza comúnmente como sinónimo del concepto de “sociedad” que a su vez es utilizado como metáfora para describir la experiencia de un conjunto de personas que comparten un espacio, que interactúan en diversas actividades de sus vidas en un momento histórico social determinado.
Para entender la realidad social el primer paso es describirla críticamente, recordando que el mundo social no es un libro de texto, nosotros somos quienes hacemos libros de texto acerca de la realidad. Nuestra tarea al describirla es decir la verdad sobre las condiciones materiales de existencia de las personas que viven en sociedad.
En el proceso de descripción de la realidad en forma crítica debemos plantear formas alternativas de cambiar esa realidad. Nuestra labor como docentes e investigadores sociales implica romper la percepción de “normalidad” de la vida cotidiana haciendo visibles las formas de manipulación y control ideológico, así como los cambios sociales han sido realizados por diferentes movimientos colectivos que lucharon en defensa de diferentes derechos sociales.
Con la consideración anterior intentaré dar mi aportación desde una perspectiva psicosocial para lograr una definición de lo que es la realidad social.
En esta línea de pensamiento tomando como punto de partida el campo que me es familiar, es decir, el campo de la psicología, podemos ver que la Psicología social es la disciplina que nos ayuda a comprender en forma integral los grandes problemas sociales, partiendo de un enfoque de construccionismo social y utilizando el enfoque de investigación participante.
La Psicología social en sus intervenciones debe empezar por fechar la intervención, es decir, describir la realidad social en un momento sociohistórico determinado para iniciar un proceso social de transformación de la misma. Para lograrlo facilita el cambio social a través de la concientización y participación de todas las personas involucradas, impulsando el empoderamiento individual y grupal, respetando la diversidad social existente.
La principal característica de la realidad social contemporánea es la existencia de una creciente desigualdad social que genera múltiples problemas sociales que se agudizan cada vez más, por lo que representan un reto constante, difícil de ignorar por los científicos sociales.
Las transformaciones estructurales propiciadas por la implementación de políticas neoliberales que favorecen al mercado y dejan de lado las necesidades sociales, afectan de manera significativa el bienestar y la calidad de vida de amplias capas de la población.
Aumenta considerablemente la cifra de personas que viven en condiciones de pobreza, de marginación y exclusión. Se incrementa el número de personas que sufren problemas de salud y enfermedades crónicas. La drogadicción, la delincuencia, la victimización, la violencia intrafamiliar, el maltrato infantil, el feminicidio, las inadaptaciones y los fracasos escolares son el pan de cada día en nuestra vida cotidiana.
Predominan los estilos de vida individualistas, el comportamiento social es determinado por un exacerbado consumo en el contexto de una crisis económica permanente y creciente.
La realidad contemporánea se caracteriza por una dinámica de cambios sociales constantes que generan una gran incertidumbre ya que no sabemos qué va a pasar el día de mañana.
No se necesita tener muchos estudios para darse cuenta de que en los últimos tiempos se ha incrementado enormemente la desigualdad social por lo que la demanda de recursos para satisfacer necesidades de supervivencia no es satisfecha para los factores desfavorecidos de nuestra sociedad.
Tampoco se requieren títulos académicos para darse cuenta de que la desigualdad social es una violación de la dignidad humana, ya que niega la posibilidad de que todos los seres humanos desarrollen sus capacidades en forma integral.
La pobreza, la desigualdad social, la marginación y los elevados índices delictivos son problemas sociales que tienen un claro origen social.
Lo cierto es que debemos tener presente de que el momento histórico que nos ha tocado vivir se caracteriza por una de las mayores crisis del capitalismo que condena a millones de personas a vivir en la miseria y tiene el planeta al borde de una catástrofe ecológica. 
¿Por qué es importante conocer la realidad social? Como psicólogos debemos conocer el contexto social en el cual se desenvuelve nuestro objeto de estudio. Como psicólogos sociales antes de realizar una intervención debemos conocer la realidad social sobre la cual vamos a intervenir. Debemos fundamentar teóricamente nuestra intervención para poder realizar una mejor intervención.
De esta manera estaremos en mejores condiciones de entender sus necesidades, motivaciones, actitudes, etc. Al realizar esta tarea debemos ubicar el análisis en un tiempo y un espacio histórico determinados, para estar en condiciones de comprender las causas del comportamiento humano en base a una explicación científica.
¿Qué es la realidad social? Para responder a esta pregunta necesitamos reconocer que los seres humanos somos seres sociales que nos vemos motivados por necesidades que nos llevan a interactuar en un conjunto de relaciones sociales.
La realidad es esa zona donde los individuos concretos viven sus condiciones reales de existencia. Esto nos remite al análisis de la vida cotidiana que concebimos como “la expresión inmediata de un tiempo, ritmo y espacio concretos del conjunto de actividades y relaciones sociales que mediados por la subjetividad, regulan la vida de una persona en una formación económico-social determinada, es decir en un contexto histórico social concreto” (Martin, 2000).
Al estudiar la realidad social desde la perspectiva psicosocial, ubicándola en el contexto de la vida cotidiana, debemos utilizar la crítica social, es decir, debemos realizar una crítica, un cuestionamiento a la aparente normalidad, que nos permita construir un conocimiento objetivo de las fuerzas sociales que determinan nuestra cotidianeidad.
La crítica de la vida cotidiana implica un cuestionamiento que permita rebasar el pseudoconocimiento, la distorsión de la realidad que surge de un proceso de ideologización al que nos vemos sometidos sin tomar consciencia de ello.
Esta crítica en principio la debemos realizar los que tenemos acceso al conocimiento científico y el primer paso es superando la acriticidad de la vida cotidiana, es decir, despojarnos de la idea de que lo que sucede cotidianamente es algo “normal”, para cambiar la familiaridad acrítica por una crítica de la vida cotidiana.
Bajo esta perspectiva considero que debemos analizar la relación que existe entre el individuo y la sociedad, tomando como punto de partida un sistema de relaciones sociales, en el cual existe una pertenencia simultánea de cada uno de nosotros a diferentes grupos, lo que conlleva la construcción de diversas identidades.
Cabe precisar que la Psicología social estudia la interinfluencia e interdependencia que existe entre el individuo y la sociedad circundante en la que se encuentra, utilizando diferentes niveles de análisis. El análisis del individuo, el análisis del grupo, el análisis de la organización y el análisis de la comunidad.
La Psicología social permite realizar esta crítica de la vida cotidiana ya que representa un campo disciplinar que contiene una producción teórico-metodológica destinada a analizar los problemas de la realidad social.
En otras palabras, la crítica de la vida cotidiana es el análisis objetivo y científico de las condiciones concretas que forman parte de la existencia de todo individuo. De esta manera la crítica de la vida cotidiana requiere de diversos niveles de análisis, desde la sociedad en general, las comunidades que la conforman, las instituciones que forman parte de la misma, las organizaciones que la sustentan, los grupos sociales formales e informales y el análisis de los vínculos que   establecen las personas entre sí.
De esta manera podemos comprender que la representación de la realidad que cada individuo realiza en particular, está determinada por varios factores.
En primer lugar por el conjunto de relaciones interpersonales que establece con el mundo que le rodea en base a su pertenencia simultánea a diferentes grupos sociales.
En segundo lugar por la forma como percibe un hecho particular en base a su historia personal, prejuicios y estereotipos.
En tercer lugar la percepción social de un individuo está determinada por las fuentes de información que nutran o deformen la percepción de la realidad en la que está inmerso.

El fin de la realidad mexicana
Nuestro país ha vivido sumergido varios años en una gran crisis económica, política y social creada por el impulso de políticas neoliberales que buscan la privatización de todo tipo de recursos y servicios. El Estado mexicano abandonando su papel de benefactor social, ha impuesto reformas estructurales que lejos de beneficiar a la población han traído como resultado un aumento del número de personas que han caído a vivir en condiciones de pobreza y miseria aumentando con ello la desigualdad social.
En este contexto hemos presenciado grandes levantamientos sociales de la población mexicana que en su momento encontraron respuestas de cerrazón y autoritarismo por parte del poder en turno y de la clase política de nuestro país. A través de estas acciones se reflejó el gran distanciamiento que existe entre la ciudadanía mexicana con sus instituciones gubernamentales y los partidos políticos que tienen registro en nuestro país, este distanciamiento lejos de disminuir ha aumentado día tras día.
Tan solo recordemos que el primer levantamiento popular fueron las grandes movilizaciones que se dieron para evitar que Felipe Calderón impusiera la Reforma laboral que robó el futuro a nuestra juventud al eliminar el empleo, la jornada de ocho horas y otras prestaciones laborales. Esta reforma se aprobó por parte de diputados y senadores en el Congreso de la Unión, que estuvo rodeado de policías y granaderos que impedían el paso de miles de manifestantes que clamaban porque no se aprobara. https://www.youtube.com/watch?v=rB5O7rwfT78
Posteriormente se dieron las movilizaciones del movimiento estudiantil Yosoy132 que movilizó a miles de jóvenes en el país, así como miles de ciudadanos que se opusieron al fraude electoral con el que Enrique Peña Nieto llegó al poder, el autoritarismo y la cerrazón se mantuvo y las instituciones electorales y de justicia, rodeadas de corrupción terminaron por avalar el fraude electoral burlando la voluntad popular e imponiendo a Peña Nieto en la silla presidencial.
El segundo levantamiento popular fue la lucha masiva de los maestros en contra de la reforma educativa que intentó imponer infructuosamente el gobierno mexicano y que hoy se observa como uno más de sus fracasos, ya que la resistencia de los docentes mexicanos se ha mantenido firme en los últimos años. La lucha de la CNTE evidenció el carácter autoritario y represivo del Estado mexicano, ganando apoyo de la población a su movimiento en contra de la reforma.
El tercer movimiento colectivo de protesta del pueblo mexicano se dio por la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, que generó una indignación popular que se manifestó a lo largo y ancho del país con grandes movilizaciones, revelando la enorme inconformidad social existente entre la población mexicana. Esta detención-desaparición de los estudiantes reveló la existencia de un narcogobierno en México y el manto de la impunidad imperante ante las injusticias.
Más adelante vimos el levantamiento popular que generó el aumento al precio de las gasolinas y que logró movilizaciones de miles de personas a lo largo y ancho del país bajo la consigna de No al gasolinazo. A pesar de su gran magnitud este movimiento colectivo contestatario no fructificó y con el paso del tiempo se desvaneció y los aumentos a la gasolina continúan presentándose.
Las características que ha presentado el gobierno mexicano a lo largo de todos estos años han sido la aprobación de medidas que afectan el bienestar social y la calidad de vida de la población mexicana, una cerrazón al clamor popular, un aumento de la violencia represiva institucional, un liderazgo autocrático y represivo, una enorme corrupción en todos los niveles de gobierno, un descuido irresponsable en la atención a los grandes problemas y necesidades sociales que presenta el pueblo mexicano, la criminalización de la protesta social, asesinato de periodistas, etc.
Todas estas acciones han generado un progresivo distanciamiento del gobierno mexicano con la población mexicana que lejos de ver a los representantes gubernamentales de todos los niveles, a los diputados y senadores como sus representantes, los ve ahora como su principal enemigo, como los causantes de la crisis que enfrenta en su vida cotidiana con la alza de precios, bajos salarios, falta de empleo, horarios exhaustivos, etc.
Con esos precedentes de corrupción generalizada, inconformidad social, autoritarismo gubernamental, movilización de la población, descrédito de las instituciones gubernamentales y partidos políticos, nos encontramos aquí y ahora viviendo en México un momento histórico que podríamos denominar como el fin de la sociedad tal como la conocíamos al observar que las instituciones del Estado mexicano atraviesan por una seria crisis de legitimidad, falta de credibilidad social, ausencia de compromiso social y un masivo rechazo de la población mexicana a todo lo que representa el gobierno mexicano y los partidos políticos.
Así podemos ver que la persona que ocupa la Presidencia de la República mexicana es hoy en día una de las figuras más repudiadas por parte de millones de mexicanos no solo porque fue una persona que llegó al poder a través del fraude electoral, sino también por las diferentes medidas antisociales que ha tomado y por la serie de comentarios y actuaciones que reflejan un bajo nivel cognitivo y deficiente desarrollo intelectual.
El Congreso de la Unión con sus diputados y senadores son masivamente rechazados por la población mexicana que no olvida que ellos han sido quienes aprobaron las reformas estructurales que tienen sumido al país en una seria crisis económica y por la entrega de nuestros recursos naturales al sector privado nacional y extranjero. Son esos políticos que reciben enormes sueldos y prestaciones mientras aprueban medidas que afectan a la población, olvidando que su función debería de ser la de representantes populares.
Los partidos políticos enfrentan también un serio cuestionamiento social por la enorme cantidad de presupuesto que utilizan y que ha llevado a la condenable situación de que nos encontramos en el país que tiene las elecciones más caras del mundo y las de menor credibilidad porque todo mundo sabe que en México se cometen fraudes electorales. Son las instituciones que manejan el más alto presupuesto público, que proviene de nuestros impuestos y que se lo reparten a manos llenas entre ellos mismos, enriqueciéndose a nuestras costillas.
Los gobernadores de los Estados mexicanos, sin importar sean del PRI o del PAN, se han caracterizado por desviar los recursos públicos y saquear las finanzas gubernamentales a sabiendas de que el gobernador entrante no ejercerá acción penal en contra de ello. Lo mismo sucede con los presidentes municipales que dejan en la ruina y endeudados los municipios que saquearon. La corrupción de nuestros gobernadores ha evidenciado la falta de límites en su voracidad de robar los dineros públicos. Los casos de Guillermo Padrés en Sonora, de Javier Duarte en Veracruz, son tan solo dos de varios gobernadores que han robado al pueblo mexicano miles de millones de pesos y hasta el momento ninguno ha sido puesto en prisión y mucho menos regresad lo que robó.
El ejército mexicano, del cual anteriormente nos enorgullecíamos al llamarlo ejército de paz y rescate en situaciones de emergencia ha perdido prestigio, legitimidad y apoyo social en el contexto del narcogobierno, por su vinculación en actos de corrupción, hechos de represión y sobre todo por su evidente actuación en la desaparición de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero.
El Instituto Nacional electoral de México, ha traicionado su misión principal que es la de garantizar elecciones libres y democráticas, al prestarse a avalar los fraudes electorales de los últimos años, por los altos sueldos que perciben sus consejeros electorales para legitimar el fraude y por el altísimo presupuesto que utilizan para perpetuar en el poder a quienes saquean las arcas de nuestra nación.
Los ministros de Justicia en nuestro país, han demostrado una actuación que haría sonrojar a cualquier prostituta por la venta de sus servicios al mejor postor, ya que dan fallos legales avalando actos de corrupción, encubriendo injusticias, apoyando y legitimando acciones en contra de la población a cambio de percibir sumas exorbitantes de dinero como sueldos vitalicios y ser figuras intocables por el resto de la población.
Procuradores, Secretarios de Estado, Comisionados, etc., se cortan con la misma tijera, son cómplices y actores principales de actos de corrupción y se cubren con la misma manta de impunidad. Sin excepción alguna podemos decir que quienes tienen cargos de poder en México existe un neanderthalismo administrativo creado por la corrupción, que consiste en que los cargos de poder administrativo no se dan por méritos de sus ocupantes o por una adecuada selección de personal, de tal forma que quienes ocupan cargos de poder se caracterizan por estar involucrados en graves actos de corrupción y actúan en forma similar a los cárteles de la delincuencia organizada, saqueando las arcas públicas, cubriendo a los delincuentes, distorsionando la información y cubriéndose todos entre sí bajo un manto de impunidad.
Esta es la realidad mexicana, es el contexto de la vida cotidiana de millones de mexicanos que viven en un país en crisis permanente provocada por quienes están ocupando posiciones de poder dentro del gobierno y dentro de los partidos políticos.
Es la existencia de un cártel de delincuentes que tienen secuestrado el poder en México y que lo utilizan para beneficio particular y para perjuicio de una inmensa mayoría de mexicanos que día a día se ven sumidos en la pobreza y en la austeridad.
Es una crisis que no se limita a lo económico o a los políticos, sino que trasciende todos los ámbitos de convivencia social y que plantea de manera urgente la necesidad de impulsar un cambio social en México.http://www.monografias.com/trabajos101/madre-todas-crisis-y-urgencia-del-cambio-social/madre-todas-crisis-y-urgencia-del-cambio-social.shtml

El surgimiento de la sociedad emergente
En la literatura de Psicología social existe el concepto de grupos emergentes que hacen referencia al surgimiento de grupos sociales que aparecen como actores sociales para influir en la dinámica de la sociedad para influir en el rumbo de la misma, ya sea para reparar injusticias o por la defensa de derechos humanos, laborales o sexuales.
     En algunos casos el incremento de la participación social nos permite hablar de movimientos colectivos, como lo ha sido el caso de la demanda de justicia en el caso de los niños fallecidos en la guardería ABC de Hermosillo, la demanda de aparición de los 49 normalistas de Ayotzinapa, el rechazo al intento gubernamental de imponer una Reforma laboral disfrazada de Reforma educativa, etc.
     Es de todos conocido que los sismos del 19 de septiembre han jugado un papel de parteaguas a nivel nacional en el sentido de que se puede hablar de un antes y un después de los sismos en México ya que se observa una movimiento de solidaridad masiva hacia los afectados y la demanda de utilizar recursos públicos para la atención a los mismos.
     En ese sentido podría hablarse de que estamos ante una sociedad emergente conformada por una enorme colectividad de mexicanos de todo el país que toma la iniciativa, que incrementa su participación social para demandar cambios en estructurales en la forma de gobernar y en la conducción del país.
Los dos terremotos de este mes de septiembre del 2,017 en el centro del país, afectaron a buena parte de la población y los órganos de gobierno federal Estatal y municipal, incluyendo al Ejército Nacional, a la secretaría de Marina, grupos de policías, federales, estatales y municipales, protección civil, etc., no respondieron oportunamente y en forma adecuada a las consecuencias de la tragedia que viven miles de mexicanos después de dos terremotos.
Ante la falta de respuesta oportuna de quienes deberían atender situaciones de emergencia, nuevamente al igual que hace 32 años, la población ha tomado la iniciativa y dando muestras de espontaneidad, solidaridad, entrega y participación social, miles de mexicanos dejaron todo atrás y se entregaron a las labores de rescate y remoción de escombros con la prioridad de salvar vidas humanas y de animales.
Al igual que el 19 de septiembre de 1985, pareciera ser que el Estado mexicano no existía, por lo que la población se organizó espontáneamente tomando el control de los lugares siniestrados, realizando labores de remoción de escombros, excavación y rescate de sobrevivientes. Gracias a estas acciones fueron rescatadas con vida decenas de personas que permanecían debajo de los escombros.
A diferencia de 1985, los temblores de este fatídico septiembre en México, tuvieron gran resonancia nacional e internacional a través de las redes sociales. Las mismas fueron utilizadas por la población mexicana para informar de la gravedad de los efectos del sismo en determinados lugares y solicitar apoyo, que fue proporcionado inmediatamente por miles de voluntarios.
Empezó a circular la petición de ayuda para damnificados y surgió la idea de que los partidos políticos mexicanos donaran parte del presupuesto que ellos mismos se aprobaron para las elecciones presidenciales del 2,018, que vale la pena resaltarlo, es un presupuesto histórico ya que nunca ninguna elección presidencial en todo el mundo había contado con tan inmensa cantidad de dinero.
La mezquindad de los representantes de los partidos políticos no se hizo esperar, negándose a proporcionar cantidad alguna a nombre de que iba en contra de la ley. Pero, las redes sociales jugaron un importante papel en la demanda de destinar esos recursos públicos, provenientes de los impuestos que pagan los mexicanos para reparar daños y ayudar a los damnificados. Mas de 1,600,000 firmas se recolectaron en tan solo tres días apoyando esta solicitud. Sólo Morena y Andres Manuel López Obrador aceptaron desde un principio.
Los demás partidos se vieron obligados a hacer lo mismo posteriormente al ver las expresiones de rechazo masivo que se estaban presentando, pero ya era demasiado tarde, su mezquindad, su avaricia, su ambición, su falta de solidaridad social y egoísmo, ya se habían exhibido.
Podría resumirse entonces la situación actual como el surgimiento de una solidaridad colectiva de parte de la población mexicana ante la magnitud de la tragedia, el incremento de una gran participación social en las labores de rescate, remoción de escombros, reparto de alimentos, medicinas, atención a los afectados por el sismo.
El fortalecimiento de la identidad del mexicano, generando un sentimiento de pertenencia no sólo a una comunidad afectada, sino a un país entero que se moviliza en todo el territorio nacional para atender a los damnificados (una situación que llamó la atención de la prensa internacional que destacaba no solo los efectos del terremoto, sino más bien las reacciones de solidaridad de miles de mexicanos ante la tragedia), la toma de consciencia de la ineptitud, indiferencia y oportunismo de las autoridades gubernamentales, pero sobre todo hemos visto surgir un gran empoderamiento de la población mexicana que rompiendo todo tipo de vínculo de dependencia ha establecido un vínculo de colaboración de tipo horizontal, rebasando a las autoridades que después de dejar su inmovilismo intentaron desalojar a los rescatistas para dar paso a la maquinaria pesada y demoler los escombros, situación que fue impedida por los propios ciudadanos.
A través de las redes sociales, mediante videos y fotografías se podía apreciar que se contaban por miles las personas que participaban removiendo escombros, excavando, procurando alimentos, agua, herramientas, etc., con la notable ausencia de figuras de autoridad como miembros del ejército, policías o elementos de rescate.
En base a estas escenas podemos decir que no cabe duda de que de algo malo surge algo bueno, de la tragedia surge la solidaridad social en forma masiva, el dolor logró la unión de miles de personas, que dejaron atrás actitudes individualistas y egoístas y se pusieron a trabajar para lograr el rescate del mayor número de personas que se encontraban debajo de los escombros. La tragedia dio lugar a incontables muestras de solidaridad, entrega y compromiso social al organizarse en forma espontánea para realizar las labores de rescate.
La tragedia ha generado una gran participación social de miles de personas que han rebasado a las instituciones, hoy somos testigos del despertar de un pueblo que se levanta para brindar solidaridad a los afectados y exige del gobierno, hoy podemos decir que aquellas expresiones que circulaban hace algunas semanas “Hoy duele ser mexicano”, generadas por la apatía, indiferencia y conformismo de una gran parte de la población, han quedado atrás y en su lugar prevalece una sensación de orgullo de ser mexicano, de ser parte de un pueblo que da inmensas muestras de solidaridad, generosidad, colaboración y participación social.
Podemos decir entonces que la tragedia unió al pueblo mexicano, evidenció la falta de solidaridad, mezquindad de los partidos políticos y sus representantes, reveló la ineptitud de las autoridades mexicanas, su oportunismo político y naturaleza corrupta.
Para evitar que se repitan otras experiencias, en las que ha habido muestras colectivas de participación social, de inconformidad colectiva, que solo duro semanas y después desaparecieron, retomo la pregunta que circula en redes sociales, ¿Qué tal si pasando esta tragedia seguimos unidos y removemos los escombros del gobierno?
Es decir, ¿que tal si volteamos los ojos a la tragedia que se vivía antes de los terremotos? Aquella tragedia que viven millones de mexicanos que viven en pobreza extrema, aquellos mexicanos que encontramos en nuestra vida cotidiana y fingimos no verlos cuando están metidos de cuerpo entero en contenedores de basura buscando algo de comida.
Aquellos mexicanos que piden limosnas, algo de dinero para comer en las esquinas de las calles, es decir, por qué no tomamos consciencia de que existe en México una enorme desigualdad social que significa que millones de mexicanos están en un continuo sufrimiento colectivo, por culpa de quienes tienen secuestrado el poder político y económico en México?
¿Qué tal si una vez que hemos tomado consciencia de quienes son los responsables de la situación que se vive en México y sobre todo, después de experimentar este empoderamiento colectivo a través del cual, hemos percibido que si actuamos en forma colectiva y organizada podemos cambiar el rumbo de nuestro país?
La experiencia de haber OBLIGADO a los partidos políticos a destinar parte de su presupuesto del 2,018 a las labores de rescate y reparación de daños por los sismos es extremadamente aleccionadora ya que nos muestra el camino a seguir: unidos en forma colectiva, con metas claras y precisas y en forma organizada.
Estamos hoy en día ante el despertar de un pueblo que no debe limitarse a su participación en la reconstrucción de los daños del sismo. Debemos aprender de esta experiencia y la lección principal que estamos obteniendo es que al pueblo solo lo defenderá el pueblo. Las instituciones actuales están contaminadas por la corrupción y no representan los intereses colectivos, necesitamos construir nuestras propias organizaciones teniendo presentes que este empoderamiento que hemos adquirido nos puede ayudar a reorientar el rumbo que lleva nuestro país, para recuperar el bienestar social perdido.
La clave está en mantener e incrementar la participación social, fortalecer el sentimiento de pertenencia a nuestra comunidad, Estado y país. Vernos como hermanos que enfrentamos los efectos de políticas que afectan nuestra vida persona. Es necesario desarrollar una visión crítica de nuestra vida cotidiana para que podamos identificar que nuestros problemas individuales tienen un origen social y que por lo tanto su solución debe darse en forma colectiva.
Nos encontramos en un parteaguas en la historia de México, estamos siendo testigos del fin de las instituciones corruptas que forman parte de la sociedad mexicana, las cuales deben ser rebasadas y construir nuevas organizaciones en estos momentos de tragedia nacional, gran participación social, despertar político y ante la inminencia de las elecciones presidenciales en el próximo año.
Finalmente, quiero decir que la tragedia de los sismos en México ha permitido recuperar la esperanza de que es posible hacer realidad el sueño de cambiar este país. Recordemos que la historia no se limita a los hechos pasados, tengamos presenta que con nuestra participación en nuestra vida cotidiana en los diferentes grupos, organizaciones y comunidades a las que pertenecemos estamos contribuyendo a construir la historia contemporánea. En ese sentido, la historia no ha terminado, de nosotros depende del rumbo que tome la historia en los próximos meses y el próximo año.

Los cambios sociales generan nuevos paradigmas sociales
Las experiencias de los cambios sociales que estamos viviendo están contribuyendo sin que nos demos cuenta en la construcción de nuevos paradigmas sociales. Debemos tomar en cuenta que un paradigma es una manera de ver la realidad social, los paradigmas se construyen en forma colectiva, no son la creación de un solo individuo.
Los paradigmas emergentes surgen cuando los vigentes ya no permiten ver la realidad contemporánea, se habilitan para ver la realidad, los paradigmas se van construyendo colectivamente sin que se le perciba. Los paradigmas deben ser holísticos y contar con una visión integradora.
Los cambios sociales que estamos experimentando están contribuyendo en la construcción de nuevos paradigmas sociales. La nueva realidad social nos obliga a dejar atrás los paradigmas que hemos estado usando anteriormente porque ya no nos permiten comprender la situación actual.
En nuestra realidad vemos que la riqueza social se produce y distribuye en forma cada vez más desigual, provocando con ello que aumente inusitadamente la desigualdad social en el mundo entero, aumentando con ello el sufrimiento de millones de personas que viven en condiciones de pobreza.
     Estas contradicciones sociales provocan que se plantee con urgencia la necesidad de un cambio social. Millones de personas comparten este anhelo de cambiar esta sociedad injusta, corrupta y desigual por otra y expresan su malestar y enfado con esta situación con sus vecinos, colegas, en redes sociales, etc.
Pero la inmensa mayoría de personas vive su vida su vida cotidiana con la idea preconcebida de que sus condiciones de vida son algo “normal” y que sufren carencias por “mala fortuna”, por ser “perdedores” o simplemente porque “así es la vida” y en consecuencia no ven alternativa de cambio alguno.
A pesar de estar conscientes de que forman parte de una inmensa mayoría de marginados y de que el planeta entero está al borde de una catástrofe ecológica, de que un pequeño puñado de personas acaparan inmensas riquezas, mientras que millones viven en condiciones de pobreza, para millones de personas parece más sencillo aceptar y aceptable imaginar el fin del mundo que plantearse la posibilidad de un cambio social en el sistema de producción y consumo que nos tiene atrapados en el régimen de propiedad privada de los medios de producción.
Para millones de personas el capitalismo neoliberal es lo único real y el único sistema de organización posible y en consecuencia no se plantean la posibilidad de formar parte de algún cambio social.
No contemplan o no consideran que las sociedades que reproduce este sistema social basado en la propiedad privada sobre los medios de producción y el culto al mercado de nuestros días, se caracterizan por una creciente desigualdad social y estructural que hacen posible que una pequeña minoría de personas sean las que controlen y posean la mayoría de los recursos que produce la sociedad en su conjunto, mientras que una inmensa mayoría de la población pasa a vivir en condiciones de pobreza, marginación y exclusión de todo tipo.
Influyen muchos factores para presentar esta resistencia al cambio, algunos de los cuales intenté explicar en mi artículo Psicología, influencia y cambio social, mismo que a estas alturas del camino reconozco que el título más acertado sería Psicología, obediencia y cambio social. (Yescas, Oscar. 2,015)
Sin embargo, podemos ver por otro lado a miles de personas que intentan ir más allá de la simple queja y actúan por su cuenta tratando de lograr ese cambio, pero lo hacen en la forma que Eduardo Galeano describe en su libro de los abrazos, cuando dice que desde el espacio la vida humana se ve como la presencia de “muchos fueguitos” que están dispersos, hay partes donde se concentran fuegos sin juntarse unos a otros y otros espacios donde prevalece la oscuridad.

Es decir, muchas personas tratamos de cambiar el mundo pero lo hacemos en forma espontánea, partiendo de una perspectiva individual, sin organización y mucho menos sin construir una unidad con otras personas y organizaciones que desean lo mismo que nosotros.
Lo cierto es que en estos momentos ya no basta ni es suficiente con aceptar la presencia constante de cambios sociales y la búsqueda de formas para adaptarnos a estos cambios, hoy lo que se requiere es la transformación social de nuestra sociedad y la unión de todas aquellas personas, organizaciones, agrupaciones y movimientos colectivos emergentes que luchan por la transformación social.
Esa es una tarea que tenemos enfrente, la necesidad de pasar de la teoría y la palabra a la acción directa y la construcción conjunta de una tarea transformadora, sobre todo aquellos que hemos tenido el privilegio de acceder al conocimiento científico que nos permite comprender de manera objetiva la dinámica de nuestra sociedad.
Por otro lado, debemos tomar consciencia de que en tiempos de cambios sociales, sobre todo en el actual donde predomina la privatización, la experiencia social de estos cambios está generando la construcción de una nueva ideología, de un nuevo paradigma donde la palabra “social” adquiere un significado con connotación negativa, en tanto que se le asocia con valores tales como solidaridad, igualdad, justicia, etc.
Esto se refleja en las ciencias sociales donde se observa que se ha perdido un interés emancipatorio, ha declinado el interés o el deseo de transformar esta sociedad y lo podemos comprobar al ver la disminución del uso de la crítica social y el predominio en el apoyo a los análisis cuantitativos en el estudio de los  sociales  .
Cabe mencionar que “un paradigma es una manera de pensar, de ver la realidad y de construir un conjunto de valores que orientan nuestra construcción de la realidad social”.
En ese sentido un paradigma es una manera de ver la realidad, por lo cual podemos encontrar que dos científicos que se sitúan en paradigmas distintos, ven la realidad de dos maneras distintas.
Motivo por el cual podemos afirmar que no existe una verdad objetiva y reconocer que los paradigmas a veces nos permiten ver la realidad y a veces no.
Las teorías y los paradigmas deben adaptarse a la realidad y no a la inversa, como tratan de hacer algunos que se llaman a sí mismo científicos que intentan reducir la realidad a paradigmas ya superados por la realidad misma.
En cambio los paradigmas emergentes, los que van surgiendo a través de la práctica social, estos sí habilitan para ver la realidad de manera más objetiva y debemos tomar en cuenta que los paradigmas no los construye un solo individuo, sino que se construyen en forma colectiva.
Esto es lo que está sucediendo en el campo de la Psicología en Latinoamérica y de la Psicología comunitaria en particular, se está construyendo un nuevo paradigma social, a partir de una práctica social, de una nueva forma de ver la realidad.
Hoy estamos en un momento en el que frente a una sociedad en crisis estamos construyendo un nuevo paradigma social en forma colectiva pero dispersa y debemos tomar en cuenta que la teoría nos ayuda, pero lo que más nos ayuda es el análisis de las practicas con un fundamento teórico, ya que ésta forma de hacerlo tiene una riqueza enorme.
En la construcción de este nuevo paradigma debemos tomar consciencia de que los grandes problemas sociales se agudizan por la implementación de políticas neoliberales. Debido a esto debemos tener claro que el neoliberalismo no sólo es una concepción económica, sino que es al mismo tiempo es una ideología que pretende cambiar el imaginario social, la forma de pensar de la gente, para generar un nuevo sentido común.
El neoliberalismo abarca todos los terrenos, quiere construir un nuevo imaginario social, tiene un conjunto de valores, una visión de la democracia, una visión económica, una visión de la cultura.
Es un modelo que reduce todo a la hegemonía del mercado. En ese sentido, el neoliberalismo destierra, intenta desaparecer en la mente de millones de personas el valor de la igualdad social.
La existencia de la humanidad se da bajo modelos económicos, sociales y culturales. El modelo actual bajo el que vivimos le ha apostado a una idea de crecimiento en la que se destruye la vida, tanto la vida humana, como la vida animal y la vida de la naturaleza.
La vida contemporánea bajo la hegemonía liberal contempla la adopción de valores que tienen signo contrario a la vida misma.
El mercado debe consolidarse acentuando la desigualdad social, el mercado funciona solo si existe la desigualdad social, necesita que exista competencia sin límites, requiere que esté asegurado el valor de la desigualdad social. Es fácil comprobar como nuestros gobernantes están favoreciendo al mercado cambiando leyes y constituciones para asegurar que el mercado esté libre de cualquier control.
Por eso es que existe tanta aversión hacia lo social, es una palabra que intenta desterrarse del lenguaje social, del uso cotidiano y de la retórica oficial. Esto sucede porque lo social lo asociamos a valores tales como justicia, igualdad, democracia, etc.
Este modelo económico neoliberal atenta contra la naturaleza al destruirla para beneficio privado, contra la existencia misma de la humanidad al provocar el sufrimiento y muerte de millones de personas, destruye la capacidad de opciones de futuro al destruir derechos y prestaciones para las nuevas generaciones.
Este modelo actual niega la vida, para crecer necesita excluir nuestra vida misma. Millones de personas no pueden desarrollar sus capacidades porque no tienen la oportunidad de hacerlo.
En este contexto social necesitamos desarrollar nuestra autonomía, nuestra confianza en nosotros mismos y fortalecer nuestra identidad.
Necesitamos fortalecer la crítica social para enfrentar las diversas fuentes de control social a la que nos intentan someter. Necesitamos empoderarnos nosotros mismos para generar este cambio social, iniciando con cambios en nuestra forma de pensar, sentir y actuar.
El trabajo en las comunidades nos permite desarrollar la capacidad de construir saberes junto con otros. Debemos tomar consciencia que con nuestra acción cotidiana estamos construyendo un nuevo paradigma social y al mismo tiempo estamos combatiendo la construcción de otro paradigma que apuesta a la desigualdad social. Necesitamos construir alternativas de pensamiento autónomo y colectivo que incluyan el fortalecimiento de valores, poderes y capacidades de los actores sociales.
La intervención psicológica en comunidades, es decir la psicología comunitaria constituye un aporte fundamental a la construcción de nuevas alternativas desarrollando el protagonismo de los sujetos, de los grupos y de las comunidades en el análisis de sus condiciones sociales, de la identificación de sus problemáticas y de la implementación de soluciones a las mismas.
Este protagonismo debe partir de la concepción de que existe una construcción social de la realidad, es decir, que la realidad no se construye sola, sino que la construimos con nuestra actividad cotidiana. Si aceptamos este compromiso social debemos combatir la idea de que el capitalismo es el fin de la historia de la humanidad, que la historia no ha terminado, que está en nuestras manos lograr un sentido liberador a nuestras acciones y construir una historia mejor que la que vivimos en estos días.
La situación actual de la Psicología
Cuando tenía 17 años elegí estudiar Psicología motivado por las lecturas que realicé en aquellos tiempos y por un incipiente compromiso social que se desarrollaba en mi interior. En el primer semestre de estudios en la Facultad de Psicología, como parte de las actividades de la materia de Metodología de la investigación, realice un estudio con mis compañeros de clase cuyo objetivo era identificar los motivos por los cuales habían elegido estudiar Psicología. Diseñé un cuestionario y lo apliqué encontrando un consenso en las respuestas que coincidían en “ayudar a las personas” como motivo principal de su elección.
Nuestra percepción era que la Psicología era una ciencia al servicio del bienestar de las personas. Después de más de 40 años, esta percepción no ha cambiado en mi caso, ya que parto de la premisa de que la Psicología es una disciplina perteneciente a las ciencias sociales, que comparte con otras disciplinas el estudio del comportamiento humano y su finalidad es procurar “el bienestar de las personas, de grupos, de organizaciones, de instituciones y de comunidades.” (Amalio Blanco, 2007).
La pertenencia de la Psicología a un conjunto de ciencias sociales nos lleva a reconocer que el estudio de la conducta humana no es una propiedad exclusiva de la Psicología, que el comportamiento humano es social, que no responde solamente a las variables psicológicas, motivo por el cual debemos retomar las aportaciones de otras disciplinas en el estudio del comportamiento humano.
Si bien es necesario reconocer que la Psicología es la disciplina social que reúne la mayor cantidad de teorías, métodos y técnicas que nos ayudan a entender el comportamiento social en sus diferentes expresiones: individual, grupal, organizacional y comunitario.
Pero el desarrollo de las ciencias sociales nos ha aportado la teoría de sistemas que nos ayuda a comprender en forma integral al ser humano y permite reconocer que el comportamiento humano responde a un sinnúmero de variables y no sólo a fuerzas psicológicas.
Bajo estas consideraciones concibo a la Psicología como una profesión de ayuda, es decir, una disciplina que ayuda al desarrollo integral las personas, a los grupos, a las organizaciones y a las comunidades, a implementar cambios que les permitan mejorar su interacción e integración social, terminar con aquello que le provoca sufrimiento y a mejorar sus posibilidades de elevar su calidad de vida tomando el control de la misma.
Pero en nuestro intento de lograr estos objetivos enfrentamos un doble problema al interior de nuestra comunidad de Psicólogos, por un lado, se observa la tendencia a caer en el error del reduccionismo científico al concebir nuestra práctica profesional con la finalidad exclusiva de identificar sólo la “problemática psicológica” en nuestras intervenciones, es decir, es frecuente que sólo se atiendan los factores psicológicos del comportamiento humano y descuidemos que el ser humano es integral, dejamos de lado que el comportamiento humano responde a diversas variables sociales tales como los factores económicos, políticos, culturales, antropológicos, tecnológicos, etc.
En este tipo de error corremos el riesgo de utilizar a la Psicología como instrumento de adaptación social, ayudando al control social de la población al individualizar los problemas sociales, encubrir las verdaderas causas de los mismos, en lugar de usar la Psicología como instrumento de liberación individual y social.
Por otro lado nos encontramos con el corrientismo psicológico que consiste en el hecho de casarnos con una corriente de la Psicología y rechazar las aportaciones de otras corrientes a nombre de que “no son científicas”, olvidando el hecho de que en la realidad, en nuestra práctica profesional enfrentamos problemas que nos obligan a utilizar diversas técnicas psicológicas sin importar de qué corriente provengan.
Debido a la presencia de estos reduccionismos científicos, la función de ayuda que tiene como misión la Psicología, se pone en riesgo de no lograrse o desaparecer al partir de una Psicología que se basa en una epistemología que se recrea a sí misma sin evolucionar de acuerdo a la dinámica social porque le tiene pánico a la complejidad teórica o ve en el eclecticismo un riesgo para la pureza de la Psicología.
Creo que estos problemas pueden ser superados en la medida de que mejoremos nuestra comunicación y pongamos por delante las necesidades sociales en lugar de nuestro prestigio e imagen como profesionales de la Psicología. Para ello debemos estar dispuestos a realizar un debate epistemológico sobre la función social de la Psicología y responder a la pregunta ¿Cuál es la función social de la Psicología?

¿Qué es la Psicología?
En la mayoría de los textos de Psicología, ésta no es definida o es definida ambiguamente, de forma breve, imprecisa partiendo de la premisa de que todo mundo sabe más o menos qué es la Psicología. Lo que sí se argumenta es que es una ciencia y se intenta justificar su existencia por sus logros técnicos.
Por esta razón debemos tomar en cuenta que para responder a esta pregunta debe tomarse en cuenta que no existe un consenso sobre su respuesta ya que la mayoría de los psicólogos no se ponen de acuerdo sobre que es realmente la Psicología y esto sucede por lo siguiente:
Creo importante retomar el planteamiento de Ian Parker cuando nos habla de que la Psicología como disciplina científica es algo similar a una gran familia, donde coexisten diferentes concepciones de la misma, que utilizan diferentes modelos de análisis y diferentes métodos y técnicas. Utilizan paradigmas particulares con marcos teóricos y conceptos diferentes así como técnicas distintas. Pero todas en general existen y practican sus métodos y técnicas. (Ian Parker, 2,010)
Tenemos por un lado a los psicólogos cognoscitivistas (especializados en el procesamiento mental de la información y de la memoria) que pretenden conocer la conducta social, ubicando ésta en el interior de las mentes individuales.
Tenemos por otro lado a los psicólogos del desarrollo (centrados en cómo y cuándo los menores aprenden a pensar como adultos) que intentan explicar la relación que existe entre la cognición y la acción social, otorgando una gran importancia a las experiencias infantiles.
Tenemos también a los psicólogos conductistas que intentan explicar el comportamiento humano desde una perspectiva que solo toma en cuenta la “conducta medible observable y verificable, porque en eso consiste el conocimiento científico”. Aun cuando este implique reducir el estudio del ser humano al análisis de las variables psicológicas, descuidando otras variables que determinan e influyen en el comportamiento humano como las económicas, políticas, sociológicas, tecnológicas, etc.
Podemos mencionar a aquellos psicólogos sociales quienes intentan explicar las diferencias en el desarrollo individual tomando en cuenta patrones de la conducta colectiva, aun cuando muchos de ellos solo contemplan factores sociales en pequeña escala, al considerar solo la influencia de los grupos sociales sobre el comportamiento individual.
Pero tenemos también a la Psicología comunitaria latinoamericana que ubica el comportamiento individual dentro de un contexto social y un momento histórico determinado.
Esta heterogeneidad de posturas al interior de nuestra disciplina es parte del problema que nos dificulta dar una definición de lo que es la Psicología porque veremos que los psicólogos se definieron  defendiéndose en contra de otros y forjaron una percepción de su disciplina asignándole funciones a partir de su concepción particular de la misma.
En ese sentido enfrentamos el hecho irrefutable de que toda explicación de la Psicología es parcial, por lo que de acuerdo a Ian Parker: “no resulta recomendable creer a ningún psicólogo que afirme con certeza que hay algo en lo que todos estén de acuerdo”.
Pero creo que todas estas expresiones de la Psicología deben partir sin excepción de una premisa fundamental: la Psicología es una ciencia al servicio del bienestar de las personas, de grupos, de organizaciones y de comunidades. En ese sentido, los psicólogos debemos enfocar nuestros esfuerzos de intervención en proporcionar a las personas herramientas que les permitan confrontar sus problemas, en ayudarles a desarrollar competencias y habilidades para que puedan retomar el control de sus vidas, en convencerles de que pueden llegar a ser protagonistas de su propio proceso de cambio.”
(Amalio Blanco, 2,007).
  Partimos de la premisa de que hoy en día la característica principal de nuestra sociedad contemporánea es la presencia de una gran desigualdad social que provoca que millones de personas vivan en condiciones de pobreza, miseria y experimentan un gran sufrimiento. Estas condiciones de exclusión, marginación de millones de personas nos obligan a replantear la función social de la Psicología para contemplar la necesidad de transformar la realidad social en favor de la mayoría en la búsqueda del bienestar social.
Esta toma de consciencia social debe formar parte de los contenidos y objetivos pedagógicos utilizados en la educación universitaria. En ese sentido acostumbro iniciar mis seminarios llamándoles la atención acerca de la necesidad de tomar consciencia de que estamos viviendo un momento histórico caracterizado por la existencia de una dinámica social cambiante, que vivimos tiempos de cambios impredecibles que se presentan en forma discontinua e intermitente, de tal forma que nos generan un ambiente social de incertidumbre en el cual todo está cambiando, lo único que no cambia es la premisa de que todo está cambiando y que esta dinámica de cambios sociales nos obliga a desarrollar nuevos comportamientos para enfrentar los nuevos retos que estamos presenciando.
Pero al mismo tiempo intento enseñarles que no basta con tomar consciencia de la existencia de esta vorágine de cambios sociales, que debemos actuar de tal forma que en nuestra práctica profesional logremos una transformación de nuestra realidad social. Que debemos asumir un rol de agentes de cambio social para lograr la implementación de cambios planeados en el comportamiento individual, grupal y organizacional.
Pero también debemos tener presente que esta dinámica de cambios sociales afecta también a nuestra disciplina psicológica, de tal forma que debemos tomar en cuenta que si la realidad ha cambiado, los paradigmas teóricos que hemos utilizado durante años ya no funcionan ni son efectivos en nuestra práctica profesional.
 Debemos partir de la consideración de que los paradigmas teóricos deben ajustarse a la realidad cambiante y no seguir intentando ajustar la realidad cambiante a paradigmas estáticos. Recordemos que un paradigma es una interpretación de la realidad, una forma sistematizada de percibir una realidad.
Nuestra realidad ha cambiado radicalmente en los últimos años pero nuestra práctica académica profesional sigue siendo la misma, se sigue enseñando la intervención individual como método principal para la implementación de cambios, en nuestra forma de enseñanza sigue predominando la técnica expositiva como herramienta principal de aprendizaje y en nuestra práctica profesional está ausente la enseñanza de una descripción crítica de la realidad en que nos encontramos en este momento histórico. La realidad nos obliga a cambiar y uno de los cambios que tenemos que desarrollar es cambiar nuestros paradigmas.
Considero que en este momento histórico que nos tocó vivir, estamos en condiciones similares a las que existían en la década de los setentas cuando surgió la Psicología comunitaria latinoamericana por los siguientes motivos: (Yescas, Oscar, 2,016)
a) La Psicología Social no estaba produciendo un conocimiento que pudiera ser aplicado para resolver los graves problemas sociales que padecía la población en esa época. A esto se le llamó falta de relevancia social (MartinBaro, Ignacio, 1980).
b) Los estudios que se realizaban en psicología social, estaban basados en poblaciones pequeñas, con escenarios artificiales, utilizando estudiantes de licenciatura principalmente en experimentos formales. Sin embargo, a los descubrimientos localistas obtenidos se les pretendía dar validez universal, afirmando que eran aplicables a cualquier ser humano en cualquier contexto, sin importar las condiciones económicas, políticas o culturales prevalecientes.
c) Se presentó e incrementó un sentimiento de insatisfacción entre los psicólogos sociales de esa época, principalmente por la falta de utilidad y función social de su quehacer profesional en un contexto social convulsionado. Los psicólogos sociales de aquella época empezaron a experimentar malestar e insatisfacción porque el bagaje teórico práctico disponible les era insuficiente para enfrentar la problemática social imperante en diversos países latinoamericanos.
La pregunta de la cual partieron los psicólogos sociales de los setentas para cuestionar su propia existencia fue la siguiente: ¿Qué tipo de psicología social es incapaz de ocuparse de los problemas psicosociales existentes que afectan a los individuos y a la sociedad?
Algo parecido es lo que estamos sintiendo los psicólogos en este siglo XXI en el sentido de que estamos padeciendo problemas sociales a los cuales nuestra disciplina no está dando una respuesta concreta.
Dentro de los grandes problemas sociales de nuestra época pueden mencionarse la enorme corrupción de nuestros gobernantes, la desigualdad social que crece cada día, el crecimiento de la pobreza en grandes capas de la población, el incremento de la delincuencia común, inseguridad social, narcotráfico, violencia intrafamiliar, intolerancia a la diversidad sexual, predominio de estilos de vida individualistas, un exacerbado consumo, un incremento en las adicciones de todo tipo (drogas, sexo, ludopatía, inadaptación social, tabaquismo, alcohol, etc.), fracasos escolares, aumento de la marginación social, desempleo, subempleo, salarios precarios,  autoritarismo, impunidad, predominio de los intereses del mercado, eliminación de prestaciones sociales, crisis de las instituciones sociales, etc.
Todos estos problemas son hechos concretos de nuestra vida cotidiana que generan un sufrimiento colectivo y representan verdaderas demandas de ayuda que presentan nuestras comunidades y que requieren con carácter de urgencia respuestas concretas que contribuyan a clarificar las formas en cómo se puede detener el sufrimiento colectivo e incrementar el bienestar social.
Los problemas sociales que hoy padecemos son parte de nuestra realidad histórica y por lo mismo representan un reto imposible de ignorar para los académicos, científicos sociales y trabajadores de la educación, ya que nuestra vida cotidiana está inmersa en el conflicto entre los problemas que padecemos y la búsqueda de soluciones a los mismos.
Ante esta problemática social me atrevo a preguntar: ¿Cuáles son los conocimientos científicos que produce la Psicología académica contemporánea que contribuyen a resolver los actuales problemas sociales y generar un bienestar social?
En otras palabras ¿Cuál es la función social de una Psicología en el contexto de una sociedad en crisis?
Creo que estas preguntas debemos responderla en forma colectiva no solamente con nuestros escritos y participación verbal, sino con la implementación de cambios en nuestra práctica profesional que surjan de eventos de este tipo y que realmente nos permitan articular la teoría con la práctica
La toma de consciencia de la existencia de una enorme desigualdad social y sus efectos sociales, debe normar las nuevas concepciones sobre el quehacer psicológico de tal forma que retomemos el ejemplo y las aportaciones de la Psicología comunitaria latinoamericana que creó una ola neoparadigmática que arrasó con los paradigmas vigentes en los cuales se fundamentaba la Psicología con enfoque en el individuo y que todavía persisten. Esta revolución paradigmática efectuada a fines del siglo pasado consistió en los siguientes cambios:
Se observó que el énfasis que tenía la Psicología de aquel entonces en el individuo como objeto de estudio e intervención psicológica, con una visión de un sujeto pasivo, que se limitaba a ser receptor de las acciones del investigador para dar respuestas dirigidas, predeterminadas, impedía que desde esta Psicología se diera un aporte efectivo a la solución de los problemas sociales que reclamaban de manera urgente una respuesta.
Esos movimientos afectaron al conjunto de las ciencias sociales, pero en el caso particular de la Psicología estas ideas provocaron una ruptura epistemológica que llevó a la construcción de una nueva concepción de la Psicología que rebasó la intervención individual como método central y único del quehacer psicológico, para centrar su atención en los grupos sociales y en la dinámica interna de los individuos que los conformaban.
Se empezó a construir una nueva visión del ser humano, se le percibió como un individuo miembro de varios grupos en forma simultánea y parte integrante y activa de la comunidad a la que pertenecía, lo que le daba un carácter eminentemente social, se le vio como un ser activo, constructor de la realidad y por ello, capaz de transformar su propia realidad, una realidad que se presentaba excluyente, en la cual prevalecía la injusticia y la antidemocracia, afectando a grandes capas de la población.
En consecuencia, la Psicología comunitaria surgió como un movimiento de las ciencias sociales en América latina que se dirigía fundamentalmente a los sectores sociales excluidos, a los oprimidos, a aquellos marginados dentro de una sociedad cada vez más excluyente.
La nueva Psicología comunitaria percibe al sujeto humano como un ser activo, dinámico, constructor de su propia realidad con necesidades y expectativas propias, pero en estrecha interrelación y con gran interinfluencia con los miembros de su comunidad. Una nueva concepción psicológica del ser humano que necesariamente presentaba la necesidad de crear nuevas formas de aproximación diferentes a las del pasado que lo veían solo como sujeto de intervención de parte de un experto en Psicología.
De esta forma, de una manera progresiva, la Psicología social fue perdiendo cada vez más su sesgo individualista y al acercarse a las ciencias sociales encontró nuevos enfoques teóricos y metodológicos, cuya aplicación le daban la relevancia social de la cual carecía. El desarrollo de la Psicología Social en Latinoamérica fue dándose en la medida de que buscaba un nuevo paradigma apoyándose en las premisas siguientes:
a) Una apertura metodológica
b) Reconocer el carácter histórico de los fenómenos a estudiar
c) Prioridad por estudiar contextos naturales y no de laboratorio
d) Rechazo a la hegemonía del modelo que se quería imponer desde las ciencias naturales
e) Reconociendo un carácter activo a los sujetos de investigación como productores del conocimiento que asumen un papel político y social
f) Reconocer el carácter dinámico, dialéctico y simbólico de la realidad social
De las grandes aportaciones de la Psicología comunitaria fue el interés en abordar el análisis del ámbito social desde la perspectiva de la Psicología, manteniendo una resistencia que rayaba en la oposición a los enfoques individualistas que prevalecían en el campo de la Psicología en ese entonces y que continúan observándose en pleno siglo XXI.
Otro elemento destacado en el inicio de la Psicología comunitaria era la promoción de la autogestión en las comunidades. La irrupción de la Psicología comunitaria en Latinoamérica consistió en una serie de cambios en las ciencias sociales, tanto en el ámbito teórico como práctico de la intervención social. Por eso mismo se considera que el surgimiento de la Psicología comunitaria constituyó por sí mismo, una revolución paradigmática, en la medida de que modificaba el paradigma vigente en la relación sujeto-objeto de investigación social.
Algo importante que debemos considerar es que los paradigmas se van construyendo colectivamente sin que los participantes lo perciban totalmente, no son creaciones individuales.
La revolución paradigmática en el caso de la Psicología comunitaria, consistió en que se presentó un cambio en la  visión de nuestro objeto de estudio, de un sujeto pasivo en la relación sujeto-investigador que predominaba la investigación psicosocial en aquel entonces (todavía, si se me permite decirlo), a la construcción de un modelo de investigación en el cual el individuo estudiado es concebido como alguien participativo, con el cual el investigador puede  y debe mantener una la relación de colaboración, que beneficiará a ambos al compartir el conocimiento teórico con el conocimiento práctico.
Este nuevo paradigma es el que debemos retomar en nuestra práctica profesional como psicólogos, dejar atrás la tendencia a centrarnos en el individuo, modificar su concepción de sujeto pasivo a un sujeto activo y sobre todo quitarnos el traje de especialistas, profesionales de una disciplina, es decir, dejar atrás el rol de “expertos”.
Debemos actuar de tal forma que compartamos el conocimiento científico con las personas integrantes de los grupos, organizaciones y comunidades objetos de nuestra intervención, hacer accesible el conocimiento científico a través de la socialización del mismo utilizando un lenguaje accesible.
De igual forma debemos cambiar nuestra actitud de “enseñantes”, desarrollar una actitud de aprendices en la que en nuestra intervención aprendamos de los integrantes de los grupos, organizaciones y comunidades parte del conocimiento popular, mezclemos este con el conocimiento científico y logremos en forma conjunta en el análisis y solución de los problemas que aquejan a los individuos que forman parte de nuestro objeto de intervención.
Al igual que la Psicología latinoamericana apostó por trabajar con las mayorías oprimidas, debemos considerar que la desigualdad social que hoy padece nuestra sociedad obliga a que nuestra práctica profesional se incline en favor de las masas de desposeídos, de los excluidos, de los marginados de este sistema social excluyente.
Debemos tener un mayor rigor al realizar nuestro trabajo cotidiano partiendo de un análisis científico de la realidad, un análisis en el cual utilicemos como herramienta principal  la crítica social y la usemos como herramienta didáctica y de cambio social, de tal forma  que no nos limitemos a la sola interpretación, sino más bien busquemos la transformación social, proponiendo soluciones a la problemática social que tiendan a disminuir el dolor social y se traduzcan en un verdadero beneficio social al reducir la desigualdad imperante.
Les invito a que retomemos las aportaciones de diversos autores que nos hablan acerca de la importancia de que el acto educativo debe tomar como punto de partida la descripción de la sociedad en la cual tiene lugar. De la necesidad de considerar el momento histórico que nos tocó vivir para partir de un diagnóstico adecuado de la realidad social y ofrecer nuestros servicios como educadores en beneficio de nuestras comunidades.
¿Cuál es el contexto social que rodea nuestro trabajo como profesores de Psicología? No es otro más que el de una enorme y creciente desigualdad social, que ha producido que países como México de una población de 115 millones de mexicanos, más de 100 millones vivan en condiciones de pobreza.
Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Una nueva Psicología para qué? Parto de la premisa de que nuestro trabajo académico lo realizamos en instituciones de educación superior conocidas como universidades. Las universidades son por otro lado organizaciones formales, que están dentro del contexto de una sociedad organizacional, en la cual las organizaciones surgen para ofrecer un producto o un servicio a las comunidades.
Las universidades públicas enfrentan el impacto de la privatización que genera el neoliberalismo, al ser concebidas como universidades-empresas y al limitar los objetivos y su función social, al servicio de los intereses de las empresas, dejando de lado las necesidades y problemas sociales.
En ese sentido debemos construir una nueva Psicología que responda a los intereses colectivos, sobre todo a los intereses de una inmensa mayoría marginada, excluida y explotada que es la población que vive en condiciones de pobreza. En ese sentido, mi intervención en este evento es para invitarlos a construir en forma conjunta una Psicología socialmente sensible


Conclusiones
     El momento histórico en el que nos tocó vivir presenta un cuadro de crisis en todos los niveles. Una crisis que genera un sufrimiento colectivo que afecta no solo a las personas que vemos en las calles mendigando, también  un malestar social que tiene diversas fuentes en nuestra vida cotidiana.
    La globalización contemporánea ha profundizado la fragmentación social y con ello el derrumbamiento de las categorías sociales de análisis y de acción de tal forma que puede afirmarse que los cambios sociales son tan profundos que están construyendo un nuevo paradigma. Los paradigmas anteriores ya sea que se basaban en lo político o en lo social están perdiendo vigencia y se muestran inoperantes ante los cambios sociales que presentan una nueva realidad.
Los recientes acontecimientos en México han dado a pauta para lograr el cambio social. El incremento de la participación social que se observó días después de los sismos de septiembre de este año, representa el inicio de un cambio social en México, un cambio manifestado en el comportamiento de miles de mexicanos que dieron muestras admirables de compromiso social, de solidaridad, de organización, de resistencia, de rebeldía, de hartazgo de la corrupción, impunidad y negligencias de las autoridades y las instituciones gubernamentales.
Al mismo tiempo, se evidenció la enorme crisis en la que está sumido el Estado mexicano, una crisis que involucra a todas las instituciones y que repercute en la calidad de vida y bienestar social de la población.
     Esta nueva realidad social es el fundamento que nos obliga a la construcción de una nueva Psicología ya que la psicología actual se muestra insuficiente para responder de manera efectiva al nuevo escenario social. Necesitamos construir una Psicología que responda a las necesidades sociales que se observan hoy en día, necesitamos construir una Psicología sin adjetivos, una Psicología socialmente sensible a las diversas problemáticas sociales.
Debemos tener presente que el fundamento de toda intervención psicológica es la premisa de que la Psicología es una ciencia al servicio del bienestar de las personas, de los grupos, de las organizaciones, de las instituciones, de las comunidades, de la sociedad en su conjunto.
Necesitamos construir una Psicología sin adjetivos, que supere el reduccionismo científico del psicologismo y el corrientismo psicológico, para enfocarnos en la meta de ayudar a que la gente se sienta bien consigo misma, con sus vidas y con su entorno social.
Nuestras intervenciones deben proporcionar herramientas para afrontar situaciones que parecen imposibles, debemos empoderar a las personas potenciando sus competencias y habilidades para que sean capaces de retomar el control de sus vidas.
Nuestras intervenciones deben tener el objetivo de convencer a las personas de que pueden llegar a ser protagonistas de su propio cambio, de que pueden cambiar algunos elementos de su entorno social para poner freno a sus desventuras y enseñarles que los problemas individuales tienen un origen social y en consecuencia la participación social en acciones colectivas pueden generar cambios sociales que permitan un mayor bienestar social y una mejor calidad de vida.
La Psicología es una disciplina social y las ciencias sociales han compartido como una idea capital el logro del bienestar social de la población. La intervención psicosocial debe estar enfocada a la solución de problemas sociales, partiendo de la premisa de que no se debe limitar a un frío análisis de las cosas tal y como son, sin contemplar cómo deberían ser. El objetivo central de toda intervención psicosocial es lograr el bienestar de las personas, de los grupos, de las organizaciones, de las instituciones y de las comunidades.
El logro de este bienestar social inevitablemente tiene connotaciones políticas en la medida de que el objetivo final de la intervención es el cambio social, un cambio social dirigido a terminar con la desigualdad social.
Por lo tanto la primer tarea que tenemos enfrente es terminar con el reduccionismo científico que es el psicologismo y con el corrientismo psicológico para construir una Psicología sin adjetivos que busque el bienestar social, que permita dar voz y protagonismo a las personas principalmente a las mayorías marginadas y excluidas y que nos comprometa a señalar y denunciar aquellas condiciones que impiden que la gente se sienta bien consigo misma, con sus vidas y con su entorno social.
Debemos tener presente que las ciencias sociales comparten el objetivo de que la gente se sienta bien consigo misma, con la necesidad de mirar a su alrededor para intentar localizar las causas de los problemas sociales.
La Psicología tiene como compromiso social el crear las condiciones para que las personas, grupos, organizaciones y comunidades se abran camino en la búsqueda del bienestar social. Esto nos plantea que en el análisis científico de los problemas sociales no puede existir la neutralidad, la imparcialidad o la indiferencia. Por ello mismo en nuestras intervenciones psicológicas debemos replantear objetivos concretos y el objetivo general debe ser el cambio social. Para lograrlo debemos construir una Psicología socialmente sensible a la problemática social, una Psicología con compromiso social con la amplia capa de marginados y excluidos en nuestra sociedad contemporánea.






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24.- Yescas, Oscar: Introducción a la Psicología comunitaria latinoamericana

https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/introduccion-la-psicologia-comunitaria.html

1 comentario:

  1. muy interesante, colega-tocayo, para abordar mejor por así decirlo. la relacion entre individuo-estado.

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