Por una psicología
socialmente sensible
Por Óscar Yescas
Domínguez
07 noviembre 2,017
Introducción
¿Qué es la realidad
social?
El fin de la realidad
mexicana
El surgimiento de la
sociedad emergente
Los cambios sociales generan
nuevos paradigmas sociales
La situación actual de la
Psicología
Conclusiones
Introducción
De entrada quiero hacer una confesión pública: confieso que
tengo el complejo de Cristóbal Colón, entendido éste como “el proceso mediante
el cual los pensadores sociales se aburren súbitamente de sus viejas polémicas
y empiezan a mirar con envidia los “jardines” de otras disciplinas, presumiendo
que allí podrían hallar lo que parece faltar en el suyo”. Llegué a esta
conclusión después de leer el libro de Zygmunt Bauman “La ambivalencia de la
modernidad y otras conversaciones” donde me encontré esta definición mencionada
por Keith Tester (Zygmunt Bauman, 2,011)
No tengo pena alguna en reconocer la existencia de este complejo
porque en mi práctica docente y de
investigación social me he visto en la ineludible necesidad de salirme del
campo de la Psicología e incursionar en los terrenos fértiles de la Sociología,
Filosofía, Pedagogía, Comunicación, etc., para estar en condiciones de construir
un marco teórico sólido que me permita reconocer el contexto social que rodea
al objeto de mi intervención y con ello lograr una comprensión integral sobre
bases científicas de la dinámica compleja existente hoy en día en la
interinfluencia del individuo y la sociedad contemporánea.
Esta “salida obligada” del marco teórico de la Psicología se
debe a varios factores:
En
primer lugar debo decir que el
motor impulsor de esta “aventura teórica” en terrenos de otras disciplinas se
debe al hecho de ver que nuestra sociedad contemporánea está inmersa en una
profunda crisis que ha incentivado el fortalecimiento de varios problemas
sociales y el surgimiento de nuevas problemáticas, a las cuales las ciencias
sociales en general y la Psicología en particular, no están prestando la
suficiente atención, en un momento histórico en el cual nuestra sociedad
contemporánea presenta una enorme desigualdad social y esto produce en la
comunidad un enorme sufrimiento por el incremento de los índices de marginación
y pobreza vigentes en tiempos del neoliberalismo y de tiranía del Mercado.
Ante
el agudizamiento de los problemas sociales la comunidad social presenta de
manera implícita y explícita una serie de demandas de ayuda psicológica para
paliar su sufrimiento, pero éstas no son suficientemente atendidas, ya que la
mayoría de los profesionales de la Psicología están influenciados y formados académicamente
por un corrientismo psicológico que les impide ver de manera integral su objeto
de estudio y en sus intervenciones parten de un modelo de Psicología enfocado
en el individuo que les impide reconocer las verdaderas causas sociales que
originan los problemas que afectan a los individuos, a los grupos, a las
organizaciones y a las comunidades. En consecuencia, los resultados obtenidos
son parciales, insuficientes y de corta duración.
Desconocen el concepto de totalidad utilizado
en ciencias sociales, la historia y aportaciones de la Psicología comunitaria
latinoamericana, así como la base del construccionismo social de nuestra
realidad y sobre todo que la Psicología social nos permite utilizar diferentes
niveles de análisis al estudiar el comportamiento humano en forma individual,
grupal, organizacional y comunitario.
En
nuestras intervenciones psicológicas debemos partir de la premisa de que todos somos
seres sociales que tenemos una personalidad psicosocial desarrollada en nuestra
interacción en diferentes ámbitos de convivencia social, de que todos pertenecemos
a varios grupos simultáneamente a lo largo de nuestra existencia, de que todos vivimos
actualmente en el contexto de una sociedad que existe gracias al funcionamiento
de varias organizaciones que nos ofrecen productos y servicios para satisfacer
nuestras necesidades y de que todos vivimos en comunidades urbanas o rurales,
enfrentamos el hecho irrefutable de que todos somos seres sociales y que por lo
tanto nuestros problemas individuales son la expresión particular de los
grandes problemas sociales.
Esta
característica social del ser humano es la que nos obliga a los científicos
sociales, por cuestión de procedimiento, a ubicar el contexto social que rodea
a nuestro objeto de estudio, como la primera tarea a realizar en nuestro
análisis o en nuestra intervención y para lograrlo utilizamos conceptos como
“sociedad” o “realidad”.
En
segundo lugar mi formación
como Psicólogo social y mi práctica profesional me exigen rebasar el
reduccionismo científico imperante que consiste en explicar nuestro objeto de
intervención solo bajo el marco de una sola disciplina (en este caso hablamos
de la Psicología) descuidando las aportaciones de otras disciplinas en el
estudio del comportamiento humano.
Son
los famosos “ismos” que se presentan como frenos frecuentes en el desarrollo de
las ciencias sociales: Psicologismo, Sociologismo, Economicismo, Economicismo, etc.
Partir
de estos reduccionismos científicos constituye un gran error porque los seres
humanos somos seres sociales, vivimos en sociedad y su estudio debe ser
integral con un enfoque multi e interdisciplinario para poder lograr una
adecuada comprensión en la compleja interacción e interinfluencia que existe entre
el individuo y la sociedad.
En
tercer lugar está el hecho de vivir
bajo el predominio de un corrientismo psicológico que se encuentra no solo en
la Psicología académica, es decir, los contenidos de la enseñanza de la
Psicología en las universidades mexicanas (al menos en la Universidad de
Sonora), sino que también se refleja en la práctica profesional de la
Psicología. Este
corrientismo consiste en el hecho de casarse con los postulados de una sola
corriente psicológica y percibir en forma negativa a las demás corrientes de
Psicología rechazando sus aportaciones al estudio del comportamiento humano. Recordemos
que toda práctica profesional tiene su base en el aprendizaje académico y lo
que se aprende en las universidades se reproduce en la práctica profesional
Las consideraciones anteriores son las que me
empujan a buscar alternativas más allá de las aportaciones que pueda ofrecer la
disciplina psicológica, ya que hoy la Psicología contemporánea se muestra
insuficiente, limitada y rebasada por una realidad cambiante, al grado de no
atender los grandes problemas sociales que caracterizan a la sociedad
contemporánea.
Parafraseando
a Ignacio Martín-Baro, podría decir que necesitamos liberar a la Psicología
para construir una Psicología de la Liberación. (Martin-Baro, 2,006).
La
verdad es que la situación actual nos impide seguir con los paradigmas que se
han utilizado durante años, que hoy ya no sirven mostrándose inoperantes y la
realidad contemporánea nos obliga a construir nuevos paradigmas que respondan a
la dinámica compleja que hoy vivimos.
Por
las anteriores consideraciones creo imprescindible y necesario enriquecer nuestros enfoques
teóricos en el campo de la psicología, retomando las aportaciones de autores
contemporáneos de diferentes disciplinas sociales, especialmente de la
Sociología, Filosofía, Pedagogía y Comunicación para fundamentar la necesidad
de realizar un giro en el campo de la Psicología que consista en poner más
atención a lo que sucede en el contexto social, reconocer como los cambios
sociales afectan la realidad en la cual convive nuestro objeto de estudio y sobre
todo el cómo afectan el comportamiento humano.
Esta
situación es lo que fundamenta la necesidad urgente de construir una Psicología
socialmente sensible a los problemas sociales, cercana a las comunidades
sociales, a la mayoría de los integrantes de nuestra sociedad que en el caso
actual, son mayorías marginadas, excluidas de los beneficios de la “modernidad”
y son quienes demandan urgentemente ayuda psicológica.
La
construcción de una Psicología socialmente sensible solo podrá ser lograda si construimos
nuevos paradigmas científicos que nos permitan comprender con mayor objetividad
la realidad contemporánea, que nos ayuden a superar los reduccionismos
científicos y el corrientismo psicológico para construir enfoques multidisciplinarios en nuestros
análisis teóricos y en nuestras intervenciones profesionales.
¿Qué es la realidad social?
Cuando
entramos en el terreno de definir lo que es la realidad social, ingresamos a un
terreno pantanoso y de difícil acceso, porque nos vemos influenciados por los
reduccionismos imperantes en cada disciplina social.
La
dificultad para lograr una definición clara la ilustra Zygmunt Bauman cuando
nos expone de una manera sencilla la dificultad de lograr un consenso entre
investigadores sociales cuando describen la realidad social y compara esta
tarea como el trabajo que realiza un escultor con su obra, ya que cada
investigador interpreta la realidad a su manera como si fuese su obra
particular tomando como punto de partida la perspectiva de su propia
disciplina. (Bauman, Zygmunt, 2,008).
El
sociólogo francés Alan Touraine describe en su libro El fin de las sociedades
la crisis que atraviesa al conjunto de instituciones que conforman la sociedad
moderna y denomina a esta situación como el fin de las sociedades, como el fin
de una era de modernismo y el paso a un postmodernismo incierto.
Un
planteamiento que coincide con lo planteado por el sociólogo polaco Zygmunt
Bauman cuando aporta el concepto de sociedad o modernidad líquida para definir
el actual momento de la historia en el que las realidades e instituciones
sociales se desvanecen, cambian de forma o desaparecen dejando de funcionar. En
base a esta apreciación Bauman nos dice que “el mundo está agotado” nos habla
de Vidas desperdiciadas en un mundo que está agotado porque todo lo que cabía
esperar de él, todo aquello que podía incorporársele a título de mejora o de
perfección ha sido ya colmado. Su agotamiento es, paradójicamente, su
completitud: no hay nada que añadir, nada que esperar, nada que reformar. Está
acabado. "Es lo que hay”.
Por
otro lado, el filósofo griego Cornelius Castoriadis aporta por su lado el
concepto de evanescencia cuando nos alerta sobre el hecho de que las
instituciones y valores en nuestra sociedad están perdiendo significado y
desapareciendo para dar lugar a un materialismo vulgar y a tendencias
hedonistas en nuestra población.
Sin
embargo, al margen de las diferencias que podamos encontrar en varias
“esculturas sociales”, podemos decir que existe un consenso acerca de la
existencia de una crisis sin precedentes en la sociedad contemporánea.
Todas
estas aportaciones de grandes pensadores contemporáneos de las Ciencias
Sociales nos permiten entender lo que está pasando actualmente en el mundo
entero en general y en México en particular.
En
ese sentido la primera tarea que enfrentamos es describir la realidad en una
forma crítica, partiendo de la premisa de que el mundo no es un libro de texto,
los académicos, los investigadores sociales, es decir, los científicos sociales
somos quienes hacemos libros de texto acerca de la realidad. La realidad social
sigue cambiando en forma inexorable y continua.
Pero
también debemos tener presente que nuestra tarea no se limita a describir la
realidad social en forma crítica, ya que las circunstancias actuales demandan
con urgencia un cambio social por lo que debemos encontrar alternativas de
acción que contribuyan a la transformación social en un sentido de lograr un
verdadero bienestar social.
El
término “realidad social” se utiliza comúnmente como sinónimo del concepto de
“sociedad” que a su vez es utilizado como metáfora para describir la
experiencia de un conjunto de personas que comparten un espacio, que
interactúan en diversas actividades de sus vidas en un momento histórico social
determinado.
Para
entender la realidad social el primer paso es describirla críticamente,
recordando que el mundo social no es un libro de texto, nosotros somos quienes
hacemos libros de texto acerca de la realidad. Nuestra tarea al describirla es
decir la verdad sobre las condiciones materiales de existencia de las personas
que viven en sociedad.
En
el proceso de descripción de la realidad en forma crítica debemos plantear
formas alternativas de cambiar esa realidad. Nuestra labor como docentes e
investigadores sociales implica romper la percepción de “normalidad” de la vida
cotidiana haciendo visibles las formas de manipulación y control ideológico,
así como los cambios sociales han sido realizados por diferentes movimientos
colectivos que lucharon en defensa de diferentes derechos sociales.
Con
la consideración anterior intentaré dar mi aportación desde una perspectiva
psicosocial para lograr una definición de lo que es la realidad social.
En
esta línea de pensamiento tomando como punto de partida el campo que me es
familiar, es decir, el campo de la psicología, podemos ver que la Psicología
social es la disciplina que nos ayuda a comprender en forma integral los
grandes problemas sociales, partiendo de un enfoque de construccionismo social
y utilizando el enfoque de investigación participante.
La
Psicología social en sus intervenciones debe empezar por fechar la intervención,
es decir, describir la realidad social en un momento sociohistórico determinado
para iniciar un proceso social de transformación de la misma. Para lograrlo facilita
el cambio social a través de la concientización y participación de todas las
personas involucradas, impulsando el empoderamiento individual y grupal, respetando
la diversidad social existente.
La
principal característica de la realidad social contemporánea es la existencia
de una creciente desigualdad social que genera múltiples problemas sociales que
se agudizan cada vez más, por lo que representan un reto constante, difícil de
ignorar por los científicos sociales.
Las
transformaciones estructurales propiciadas por la implementación de políticas
neoliberales que favorecen al mercado y dejan de lado las necesidades sociales,
afectan de manera significativa el bienestar y la calidad de vida de amplias
capas de la población.
Aumenta
considerablemente la cifra de personas que viven en condiciones de pobreza, de
marginación y exclusión. Se incrementa el número de personas que sufren
problemas de salud y enfermedades crónicas. La drogadicción, la delincuencia,
la victimización, la violencia intrafamiliar, el maltrato infantil, el
feminicidio, las inadaptaciones y los fracasos escolares son el pan de cada día
en nuestra vida cotidiana.
Predominan
los estilos de vida individualistas, el comportamiento social es determinado
por un exacerbado consumo en el contexto de una crisis económica permanente y
creciente.
La
realidad contemporánea se caracteriza por una dinámica de cambios sociales
constantes que generan una gran incertidumbre ya que no sabemos qué va a pasar
el día de mañana.
No
se necesita tener muchos estudios para darse cuenta de que en los últimos
tiempos se ha incrementado enormemente la desigualdad social por lo que la
demanda de recursos para satisfacer necesidades de supervivencia no es
satisfecha para los factores desfavorecidos de nuestra sociedad.
Tampoco
se requieren títulos académicos para darse cuenta de que la desigualdad social
es una violación de la dignidad humana, ya que niega la posibilidad de que
todos los seres humanos desarrollen sus capacidades en forma integral.
La
pobreza, la desigualdad social, la marginación y los elevados índices
delictivos son problemas sociales que tienen un claro origen social.
Lo
cierto es que debemos tener presente de que el momento histórico que nos ha
tocado vivir se caracteriza por una de las mayores crisis del capitalismo que
condena a millones de personas a vivir en la miseria y tiene el planeta al
borde de una catástrofe ecológica.
¿Por
qué es importante conocer la realidad social? Como psicólogos debemos conocer
el contexto social en el cual se desenvuelve nuestro objeto de estudio. Como
psicólogos sociales antes de realizar una intervención debemos conocer la
realidad social sobre la cual vamos a intervenir. Debemos fundamentar
teóricamente nuestra intervención para poder realizar una mejor intervención.
De
esta manera estaremos en mejores condiciones de entender sus necesidades, motivaciones,
actitudes, etc. Al realizar esta tarea debemos ubicar el análisis en un tiempo
y un espacio histórico determinados, para estar en condiciones de comprender
las causas del comportamiento humano en base a una explicación científica.
¿Qué
es la realidad social? Para responder a esta pregunta necesitamos reconocer que
los seres humanos somos seres sociales que nos vemos motivados por necesidades
que nos llevan a interactuar en un conjunto de relaciones sociales.
La
realidad es esa zona donde los individuos concretos viven sus condiciones
reales de existencia. Esto nos remite al análisis de la vida cotidiana que
concebimos como “la expresión inmediata de un tiempo, ritmo y espacio concretos
del conjunto de actividades y relaciones sociales que mediados por la
subjetividad, regulan la vida de una persona en una formación económico-social determinada,
es decir en un contexto histórico social concreto” (Martin, 2000).
Al
estudiar la realidad social desde la perspectiva psicosocial, ubicándola en el
contexto de la vida cotidiana, debemos utilizar la crítica social, es decir,
debemos realizar una crítica, un cuestionamiento a la aparente normalidad, que
nos permita construir un conocimiento objetivo de las fuerzas sociales que
determinan nuestra cotidianeidad.
La
crítica de la vida cotidiana implica un cuestionamiento que permita rebasar el
pseudoconocimiento, la distorsión de la realidad que surge de un proceso de
ideologización al que nos vemos sometidos sin tomar consciencia de ello.
Esta
crítica en principio la debemos realizar los que tenemos acceso al conocimiento
científico y el primer paso es superando la acriticidad de la vida cotidiana,
es decir, despojarnos de la idea de que lo que sucede cotidianamente es algo “normal”,
para cambiar la familiaridad acrítica por una crítica de la vida cotidiana.
Bajo
esta perspectiva considero que debemos analizar la relación que existe entre el
individuo y la sociedad, tomando como punto de partida un sistema de relaciones
sociales, en el cual existe una pertenencia simultánea de cada uno de nosotros
a diferentes grupos, lo que conlleva la construcción de diversas identidades.
Cabe
precisar que la Psicología social estudia la interinfluencia e interdependencia
que existe entre el individuo y la sociedad circundante en la que se encuentra,
utilizando diferentes niveles de análisis. El análisis del individuo, el
análisis del grupo, el análisis de la organización y el análisis de la
comunidad.
La
Psicología social permite realizar esta crítica de la vida cotidiana ya que
representa un campo disciplinar que contiene una producción
teórico-metodológica destinada a analizar los problemas de la realidad social.
En
otras palabras, la crítica de la vida cotidiana es el análisis objetivo y científico
de las condiciones concretas que forman parte de la existencia de todo
individuo. De esta manera la crítica de la vida cotidiana requiere de diversos
niveles de análisis, desde la sociedad en general, las comunidades que la
conforman, las instituciones que forman parte de la misma, las organizaciones que
la sustentan, los grupos sociales formales e informales y el análisis de los
vínculos que establecen las personas
entre sí.
De
esta manera podemos comprender que la representación de la realidad que cada
individuo realiza en particular, está determinada por varios factores.
En
primer lugar por el conjunto de relaciones interpersonales que establece con el
mundo que le rodea en base a su pertenencia simultánea a diferentes grupos
sociales.
En
segundo lugar por la forma como percibe un hecho particular en base a su
historia personal, prejuicios y estereotipos.
En
tercer lugar la percepción social de un individuo está determinada por las
fuentes de información que nutran o deformen la percepción de la realidad en la
que está inmerso.
El fin de la realidad mexicana
Nuestro
país ha vivido sumergido varios años en una gran crisis económica, política y
social creada por el impulso de políticas neoliberales que buscan la
privatización de todo tipo de recursos y servicios. El Estado mexicano
abandonando su papel de benefactor social, ha impuesto reformas estructurales
que lejos de beneficiar a la población han traído como resultado un aumento del
número de personas que han caído a vivir en condiciones de pobreza y miseria
aumentando con ello la desigualdad social.
En
este contexto hemos presenciado grandes levantamientos sociales de la población
mexicana que en su momento encontraron respuestas de cerrazón y autoritarismo
por parte del poder en turno y de la clase política de nuestro país. A través
de estas acciones se reflejó el gran distanciamiento que existe entre la
ciudadanía mexicana con sus instituciones gubernamentales y los partidos
políticos que tienen registro en nuestro país, este distanciamiento lejos de
disminuir ha aumentado día tras día.
Tan
solo recordemos que el primer levantamiento popular fueron las grandes
movilizaciones que se dieron para evitar que Felipe Calderón impusiera la
Reforma laboral que robó el futuro a nuestra juventud al eliminar el empleo, la
jornada de ocho horas y otras prestaciones laborales. Esta reforma se aprobó
por parte de diputados y senadores en el Congreso de la Unión, que estuvo rodeado
de policías y granaderos que impedían el paso de miles de manifestantes que clamaban
porque no se aprobara. https://www.youtube.com/watch?v=rB5O7rwfT78
Posteriormente
se dieron las movilizaciones del movimiento estudiantil Yosoy132 que movilizó a
miles de jóvenes en el país, así como miles de ciudadanos que se opusieron al
fraude electoral con el que Enrique Peña Nieto llegó al poder, el autoritarismo
y la cerrazón se mantuvo y las instituciones electorales y de justicia,
rodeadas de corrupción terminaron por avalar el fraude electoral burlando la
voluntad popular e imponiendo a Peña Nieto en la silla presidencial.
El
segundo levantamiento popular fue la lucha masiva de los maestros en contra de
la reforma educativa que intentó imponer infructuosamente el gobierno mexicano
y que hoy se observa como uno más de sus fracasos, ya que la resistencia de los
docentes mexicanos se ha mantenido firme en los últimos años. La lucha de la
CNTE evidenció el carácter autoritario y represivo del Estado mexicano, ganando
apoyo de la población a su movimiento en contra de la reforma.
El
tercer movimiento colectivo de protesta del pueblo mexicano se dio por la
desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, que generó
una indignación popular que se manifestó a lo largo y ancho del país con
grandes movilizaciones, revelando la enorme inconformidad social existente
entre la población mexicana. Esta detención-desaparición de los estudiantes
reveló la existencia de un narcogobierno en México y el manto de la impunidad
imperante ante las injusticias.
Más
adelante vimos el levantamiento popular que generó el aumento al precio de las
gasolinas y que logró movilizaciones de miles de personas a lo largo y ancho
del país bajo la consigna de No al gasolinazo. A pesar de su gran magnitud este
movimiento colectivo contestatario no fructificó y con el paso del tiempo se
desvaneció y los aumentos a la gasolina continúan presentándose.
Las
características que ha presentado el gobierno mexicano a lo largo de todos
estos años han sido la aprobación de medidas que afectan el bienestar social y
la calidad de vida de la población mexicana, una cerrazón al clamor popular, un
aumento de la violencia represiva institucional, un liderazgo autocrático y
represivo, una enorme corrupción en todos los niveles de gobierno, un descuido
irresponsable en la atención a los grandes problemas y necesidades sociales que
presenta el pueblo mexicano, la criminalización de la protesta social,
asesinato de periodistas, etc.
Todas
estas acciones han generado un progresivo distanciamiento del gobierno mexicano
con la población mexicana que lejos de ver a los representantes gubernamentales
de todos los niveles, a los diputados y senadores como sus representantes, los
ve ahora como su principal enemigo, como los causantes de la crisis que
enfrenta en su vida cotidiana con la alza de precios, bajos salarios, falta de
empleo, horarios exhaustivos, etc.
Con
esos precedentes de corrupción generalizada, inconformidad social,
autoritarismo gubernamental, movilización de la población, descrédito de las
instituciones gubernamentales y partidos políticos, nos encontramos aquí y
ahora viviendo en México un momento histórico que podríamos denominar como el
fin de la sociedad tal como la conocíamos al observar que las instituciones del
Estado mexicano atraviesan por una seria crisis de legitimidad, falta de
credibilidad social, ausencia de compromiso social y un masivo rechazo de la
población mexicana a todo lo que representa el gobierno mexicano y los partidos
políticos.
Así
podemos ver que la persona que ocupa la Presidencia de la República mexicana es
hoy en día una de las figuras más repudiadas por parte de millones de mexicanos
no solo porque fue una persona que llegó al poder a través del fraude
electoral, sino también por las diferentes medidas antisociales que ha tomado y
por la serie de comentarios y actuaciones que reflejan un bajo nivel cognitivo y
deficiente desarrollo intelectual.
El
Congreso de la Unión con sus diputados y senadores son masivamente rechazados
por la población mexicana que no olvida que ellos han sido quienes aprobaron
las reformas estructurales que tienen sumido al país en una seria crisis
económica y por la entrega de nuestros recursos naturales al sector privado
nacional y extranjero. Son esos políticos que reciben enormes sueldos y
prestaciones mientras aprueban medidas que afectan a la población, olvidando
que su función debería de ser la de representantes populares.
Los
partidos políticos enfrentan también un serio cuestionamiento social por la
enorme cantidad de presupuesto que utilizan y que ha llevado a la condenable
situación de que nos encontramos en el país que tiene las elecciones más caras
del mundo y las de menor credibilidad porque todo mundo sabe que en México se
cometen fraudes electorales. Son las instituciones que manejan el más alto
presupuesto público, que proviene de nuestros impuestos y que se lo reparten a
manos llenas entre ellos mismos, enriqueciéndose a nuestras costillas.
Los
gobernadores de los Estados mexicanos, sin importar sean del PRI o del PAN, se
han caracterizado por desviar los recursos públicos y saquear las finanzas
gubernamentales a sabiendas de que el gobernador entrante no ejercerá acción
penal en contra de ello. Lo mismo sucede con los presidentes municipales que
dejan en la ruina y endeudados los municipios que saquearon. La corrupción de
nuestros gobernadores ha evidenciado la falta de límites en su voracidad de
robar los dineros públicos. Los casos de Guillermo Padrés en Sonora, de Javier
Duarte en Veracruz, son tan solo dos de varios gobernadores que han robado al
pueblo mexicano miles de millones de pesos y hasta el momento ninguno ha sido
puesto en prisión y mucho menos regresad lo que robó.
El
ejército mexicano, del cual anteriormente nos enorgullecíamos al llamarlo
ejército de paz y rescate en situaciones de emergencia ha perdido prestigio,
legitimidad y apoyo social en el contexto del narcogobierno, por su vinculación
en actos de corrupción, hechos de represión y sobre todo por su evidente
actuación en la desaparición de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa,
Guerrero.
El
Instituto Nacional electoral de México, ha traicionado su misión principal que
es la de garantizar elecciones libres y democráticas, al prestarse a avalar los
fraudes electorales de los últimos años, por los altos sueldos que perciben sus
consejeros electorales para legitimar el fraude y por el altísimo presupuesto
que utilizan para perpetuar en el poder a quienes saquean las arcas de nuestra
nación.
Los
ministros de Justicia en nuestro país, han demostrado una actuación que haría
sonrojar a cualquier prostituta por la venta de sus servicios al mejor postor,
ya que dan fallos legales avalando actos de corrupción, encubriendo injusticias,
apoyando y legitimando acciones en contra de la población a cambio de percibir
sumas exorbitantes de dinero como sueldos vitalicios y ser figuras intocables
por el resto de la población.
Procuradores,
Secretarios de Estado, Comisionados, etc., se cortan con la misma tijera, son
cómplices y actores principales de actos de corrupción y se cubren con la misma
manta de impunidad. Sin excepción alguna podemos decir que quienes tienen
cargos de poder en México existe un neanderthalismo administrativo creado por
la corrupción, que consiste en que los cargos de poder administrativo no se dan
por méritos de sus ocupantes o por una adecuada selección de personal, de tal
forma que quienes ocupan cargos de poder se caracterizan por estar involucrados
en graves actos de corrupción y actúan en forma similar a los cárteles de la
delincuencia organizada, saqueando las arcas públicas, cubriendo a los
delincuentes, distorsionando la información y cubriéndose todos entre sí bajo
un manto de impunidad.
Esta
es la realidad mexicana, es el contexto de la vida cotidiana de millones de
mexicanos que viven en un país en crisis permanente provocada por quienes están
ocupando posiciones de poder dentro del gobierno y dentro de los partidos
políticos.
Es
la existencia de un cártel de delincuentes que tienen secuestrado el poder en
México y que lo utilizan para beneficio particular y para perjuicio de una
inmensa mayoría de mexicanos que día a día se ven sumidos en la pobreza y en la
austeridad.
El surgimiento de la sociedad
emergente
En
la literatura de Psicología social existe el concepto de grupos emergentes que
hacen referencia al surgimiento de grupos sociales que aparecen como actores
sociales para influir en la dinámica de la sociedad para influir en el rumbo de
la misma, ya sea para reparar injusticias o por la defensa de derechos humanos,
laborales o sexuales.
En algunos casos el incremento de la
participación social nos permite hablar de movimientos colectivos, como lo ha
sido el caso de la demanda de justicia en el caso de los niños fallecidos en la
guardería ABC de Hermosillo, la demanda de aparición de los 49 normalistas de
Ayotzinapa, el rechazo al intento gubernamental de imponer una Reforma laboral
disfrazada de Reforma educativa, etc.
Es de todos conocido que los sismos del 19
de septiembre han jugado un papel de parteaguas a nivel nacional en el sentido
de que se puede hablar de un antes y un después de los sismos en México ya que
se observa una movimiento de solidaridad masiva hacia los afectados y la
demanda de utilizar recursos públicos para la atención a los mismos.
En ese sentido podría hablarse de que
estamos ante una sociedad emergente conformada por una enorme colectividad de
mexicanos de todo el país que toma la iniciativa, que incrementa su
participación social para demandar cambios en estructurales en la forma de
gobernar y en la conducción del país.
Los
dos terremotos de este mes de septiembre del 2,017 en el centro del país,
afectaron a buena parte de la población y los órganos de gobierno federal
Estatal y municipal, incluyendo al Ejército Nacional, a la secretaría de
Marina, grupos de policías, federales, estatales y municipales, protección
civil, etc., no respondieron oportunamente y en forma adecuada a las
consecuencias de la tragedia que viven miles de mexicanos después de dos
terremotos.
Ante
la falta de respuesta oportuna de quienes deberían atender situaciones de
emergencia, nuevamente al igual que hace 32 años, la población ha tomado la
iniciativa y dando muestras de espontaneidad, solidaridad, entrega y
participación social, miles de mexicanos dejaron todo atrás y se entregaron a
las labores de rescate y remoción de escombros con la prioridad de salvar vidas
humanas y de animales.
Al
igual que el 19 de septiembre de 1985, pareciera ser que el Estado mexicano no
existía, por lo que la población se organizó espontáneamente tomando el control
de los lugares siniestrados, realizando labores de remoción de escombros,
excavación y rescate de sobrevivientes. Gracias a estas acciones fueron
rescatadas con vida decenas de personas que permanecían debajo de los
escombros.
A
diferencia de 1985, los temblores de este fatídico septiembre en México,
tuvieron gran resonancia nacional e internacional a través de las redes sociales.
Las mismas fueron utilizadas por la población mexicana para informar de la
gravedad de los efectos del sismo en determinados lugares y solicitar apoyo,
que fue proporcionado inmediatamente por miles de voluntarios.
Empezó
a circular la petición de ayuda para damnificados y surgió la idea de que los
partidos políticos mexicanos donaran parte del presupuesto que ellos mismos se
aprobaron para las elecciones presidenciales del 2,018, que vale la pena
resaltarlo, es un presupuesto histórico ya que nunca ninguna elección
presidencial en todo el mundo había contado con tan inmensa cantidad de dinero.
La
mezquindad de los representantes de los partidos políticos no se hizo esperar,
negándose a proporcionar cantidad alguna a nombre de que iba en contra de la
ley. Pero, las redes sociales jugaron un importante papel en la demanda de
destinar esos recursos públicos, provenientes de los impuestos que pagan los
mexicanos para reparar daños y ayudar a los damnificados. Mas de 1,600,000
firmas se recolectaron en tan solo tres días apoyando esta solicitud. Sólo
Morena y Andres Manuel López Obrador aceptaron desde un principio.
Los
demás partidos se vieron obligados a hacer lo mismo posteriormente al ver las
expresiones de rechazo masivo que se estaban presentando, pero ya era demasiado
tarde, su mezquindad, su avaricia, su ambición, su falta de solidaridad social
y egoísmo, ya se habían exhibido.
Podría
resumirse entonces la situación actual como el surgimiento de una solidaridad
colectiva de parte de la población mexicana ante la magnitud de la tragedia, el
incremento de una gran participación social en las labores de rescate, remoción
de escombros, reparto de alimentos, medicinas, atención a los afectados por el
sismo.
El
fortalecimiento de la identidad del mexicano, generando un sentimiento de
pertenencia no sólo a una comunidad afectada, sino a un país entero que se
moviliza en todo el territorio nacional para atender a los damnificados (una
situación que llamó la atención de la prensa internacional que destacaba no solo
los efectos del terremoto, sino más bien las reacciones de solidaridad de miles
de mexicanos ante la tragedia), la toma de consciencia de la ineptitud,
indiferencia y oportunismo de las autoridades gubernamentales, pero sobre todo
hemos visto surgir un gran empoderamiento de la población mexicana que
rompiendo todo tipo de vínculo de dependencia ha establecido un vínculo de
colaboración de tipo horizontal, rebasando a las autoridades que después de
dejar su inmovilismo intentaron desalojar a los rescatistas para dar paso a la
maquinaria pesada y demoler los escombros, situación que fue impedida por los
propios ciudadanos.
A
través de las redes sociales, mediante videos y fotografías se podía apreciar
que se contaban por miles las personas que participaban removiendo escombros,
excavando, procurando alimentos, agua, herramientas, etc., con la notable
ausencia de figuras de autoridad como miembros del ejército, policías o
elementos de rescate.
En
base a estas escenas podemos decir que no cabe duda de que de algo malo surge
algo bueno, de la tragedia surge la solidaridad social en forma masiva, el
dolor logró la unión de miles de personas, que dejaron atrás actitudes
individualistas y egoístas y se pusieron a trabajar para lograr el rescate del
mayor número de personas que se encontraban debajo de los escombros. La
tragedia dio lugar a incontables muestras de solidaridad, entrega y compromiso
social al organizarse en forma espontánea para realizar las labores de rescate.
La
tragedia ha generado una gran participación social de miles de personas que han
rebasado a las instituciones, hoy somos testigos del despertar de un pueblo que
se levanta para brindar solidaridad a los afectados y exige del gobierno, hoy
podemos decir que aquellas expresiones que circulaban hace algunas semanas “Hoy
duele ser mexicano”, generadas por la apatía, indiferencia y conformismo de una
gran parte de la población, han quedado atrás y en su lugar prevalece una
sensación de orgullo de ser mexicano, de ser parte de un pueblo que da inmensas
muestras de solidaridad, generosidad, colaboración y participación social.
Podemos
decir entonces que la tragedia unió al pueblo mexicano, evidenció la falta de
solidaridad, mezquindad de los partidos políticos y sus representantes, reveló
la ineptitud de las autoridades mexicanas, su oportunismo político y naturaleza
corrupta.
Para
evitar que se repitan otras experiencias, en las que ha habido muestras
colectivas de participación social, de inconformidad colectiva, que solo duro
semanas y después desaparecieron, retomo la pregunta que circula en redes
sociales, ¿Qué tal si pasando esta tragedia seguimos unidos y removemos los
escombros del gobierno?
Es
decir, ¿que tal si volteamos los ojos a la tragedia que se vivía antes de los
terremotos? Aquella tragedia que viven millones de mexicanos que viven en
pobreza extrema, aquellos mexicanos que encontramos en nuestra vida cotidiana y
fingimos no verlos cuando están metidos de cuerpo entero en contenedores de
basura buscando algo de comida.
Aquellos
mexicanos que piden limosnas, algo de dinero para comer en las esquinas de las
calles, es decir, por qué no tomamos consciencia de que existe en México una
enorme desigualdad social que significa que millones de mexicanos están en un
continuo sufrimiento colectivo, por culpa de quienes tienen secuestrado el
poder político y económico en México?
¿Qué
tal si una vez que hemos tomado consciencia de quienes son los responsables de
la situación que se vive en México y sobre todo, después de experimentar este
empoderamiento colectivo a través del cual, hemos percibido que si actuamos en
forma colectiva y organizada podemos cambiar el rumbo de nuestro país?
La
experiencia de haber OBLIGADO a los partidos políticos a destinar parte de su
presupuesto del 2,018 a las labores de rescate y reparación de daños por los
sismos es extremadamente aleccionadora ya que nos muestra el camino a seguir:
unidos en forma colectiva, con metas claras y precisas y en forma organizada.
Estamos
hoy en día ante el despertar de un pueblo que no debe limitarse a su
participación en la reconstrucción de los daños del sismo. Debemos aprender de
esta experiencia y la lección principal que estamos obteniendo es que al pueblo
solo lo defenderá el pueblo. Las instituciones actuales están contaminadas por
la corrupción y no representan los intereses colectivos, necesitamos construir
nuestras propias organizaciones teniendo presentes que este empoderamiento que
hemos adquirido nos puede ayudar a reorientar el rumbo que lleva nuestro país,
para recuperar el bienestar social perdido.
La
clave está en mantener e incrementar la participación social, fortalecer el
sentimiento de pertenencia a nuestra comunidad, Estado y país. Vernos como
hermanos que enfrentamos los efectos de políticas que afectan nuestra vida
persona. Es necesario desarrollar una visión crítica de nuestra vida cotidiana
para que podamos identificar que nuestros problemas individuales tienen un
origen social y que por lo tanto su solución debe darse en forma colectiva.
Nos
encontramos en un parteaguas en la historia de México, estamos siendo testigos
del fin de las instituciones corruptas que forman parte de la sociedad
mexicana, las cuales deben ser rebasadas y construir nuevas organizaciones en
estos momentos de tragedia nacional, gran participación social, despertar
político y ante la inminencia de las elecciones presidenciales en el próximo
año.
Finalmente,
quiero decir que la tragedia de los sismos en México ha permitido recuperar la
esperanza de que es posible hacer realidad el sueño de cambiar este país.
Recordemos que la historia no se limita a los hechos pasados, tengamos presenta
que con nuestra participación en nuestra vida cotidiana en los diferentes
grupos, organizaciones y comunidades a las que pertenecemos estamos
contribuyendo a construir la historia contemporánea. En ese sentido, la
historia no ha terminado, de nosotros depende del rumbo que tome la historia en
los próximos meses y el próximo año.
Los cambios sociales generan nuevos
paradigmas sociales
Las
experiencias de los cambios sociales que estamos viviendo están contribuyendo sin
que nos demos cuenta en la construcción de nuevos paradigmas sociales. Debemos
tomar en cuenta que un paradigma es una manera de ver la realidad social, los
paradigmas se construyen en forma colectiva, no son la creación de un solo
individuo.
Los
paradigmas emergentes surgen cuando los vigentes ya no permiten ver la realidad
contemporánea, se habilitan para ver la realidad, los paradigmas se van
construyendo colectivamente sin que se le perciba. Los paradigmas deben ser
holísticos y contar con una visión integradora.
Los
cambios sociales que estamos experimentando están contribuyendo en la
construcción de nuevos paradigmas sociales. La nueva realidad social nos obliga
a dejar atrás los paradigmas que hemos estado usando anteriormente porque ya no
nos permiten comprender la situación actual.
En
nuestra realidad vemos que la riqueza social se produce y distribuye en forma
cada vez más desigual, provocando con ello que aumente inusitadamente la
desigualdad social en el mundo entero, aumentando con ello el sufrimiento de
millones de personas que viven en condiciones de pobreza.
Estas contradicciones sociales provocan que
se plantee con urgencia la necesidad de un cambio social. Millones de personas
comparten este anhelo de cambiar esta sociedad injusta, corrupta y desigual por
otra y expresan su malestar y enfado con esta situación con sus vecinos,
colegas, en redes sociales, etc.
Pero
la inmensa mayoría de personas vive su vida su vida cotidiana con la idea
preconcebida de que sus condiciones de vida son algo “normal” y que sufren
carencias por “mala fortuna”, por ser “perdedores” o simplemente porque “así es
la vida” y en consecuencia no ven alternativa de cambio alguno.
A
pesar de estar conscientes de que forman parte de una inmensa mayoría de
marginados y de que el planeta entero está al borde de una catástrofe
ecológica, de que un pequeño puñado de personas acaparan inmensas riquezas,
mientras que millones viven en condiciones de pobreza, para millones de
personas parece más sencillo aceptar y aceptable imaginar el fin del mundo que
plantearse la posibilidad de un cambio social en el sistema de producción y
consumo que nos tiene atrapados en el régimen de propiedad privada de los
medios de producción.
Para
millones de personas el capitalismo neoliberal es lo único real y el único
sistema de organización posible y en consecuencia no se plantean la posibilidad
de formar parte de algún cambio social.
No
contemplan o no consideran que las sociedades que reproduce este sistema social
basado en la propiedad privada sobre los medios de producción y el culto al mercado
de nuestros días, se caracterizan por una creciente desigualdad social y
estructural que hacen posible que una pequeña minoría de personas sean las que
controlen y posean la mayoría de los recursos que produce la sociedad en su
conjunto, mientras que una inmensa mayoría de la población pasa a vivir en
condiciones de pobreza, marginación y exclusión de todo tipo.
Influyen
muchos factores para presentar esta resistencia al cambio, algunos de los
cuales intenté explicar en mi artículo Psicología, influencia y cambio social,
mismo que a estas alturas del camino reconozco que el título más acertado sería
Psicología, obediencia y cambio social. (Yescas, Oscar. 2,015)
Sin
embargo, podemos ver por otro lado a miles de personas que intentan ir más allá
de la simple queja y actúan por su cuenta tratando de lograr ese cambio, pero
lo hacen en la forma que Eduardo Galeano describe en su libro de los abrazos,
cuando dice que desde el espacio la vida humana se ve como la presencia de
“muchos fueguitos” que están dispersos, hay partes donde se concentran fuegos
sin juntarse unos a otros y otros espacios donde prevalece la oscuridad.
Es
decir, muchas personas tratamos de cambiar el mundo pero lo hacemos en forma
espontánea, partiendo de una perspectiva individual, sin organización y mucho
menos sin construir una unidad con otras personas y organizaciones que desean
lo mismo que nosotros.
Lo
cierto es que en estos momentos ya no basta ni es suficiente con aceptar la
presencia constante de cambios sociales y la búsqueda de formas para adaptarnos
a estos cambios, hoy lo que se requiere es la transformación social de nuestra
sociedad y la unión de todas aquellas personas, organizaciones, agrupaciones y
movimientos colectivos emergentes que luchan por la transformación social.
Esa
es una tarea que tenemos enfrente, la necesidad de pasar de la teoría y la
palabra a la acción directa y la construcción conjunta de una tarea
transformadora, sobre todo aquellos que hemos tenido el privilegio de acceder
al conocimiento científico que nos permite comprender de manera objetiva la
dinámica de nuestra sociedad.
Por
otro lado, debemos tomar consciencia de que en tiempos de cambios sociales,
sobre todo en el actual donde predomina la privatización, la experiencia social
de estos cambios está generando la construcción de una nueva ideología, de un
nuevo paradigma donde la palabra “social” adquiere un significado con connotación
negativa, en tanto que se le asocia con valores tales como solidaridad,
igualdad, justicia, etc.
Esto
se refleja en las ciencias sociales donde se observa que se ha perdido un
interés emancipatorio, ha declinado el interés o el deseo de transformar esta
sociedad y lo podemos comprobar al ver la disminución del uso de la crítica
social y el predominio en el apoyo a los análisis cuantitativos en el estudio
de los sociales .
Cabe
mencionar que “un paradigma es una manera de pensar, de ver la realidad y de
construir un conjunto de valores que orientan nuestra construcción de la
realidad social”.
En
ese sentido un paradigma es una manera de ver la realidad, por lo cual podemos
encontrar que dos científicos que se sitúan en paradigmas distintos, ven la realidad
de dos maneras distintas.
Motivo
por el cual podemos afirmar que no existe una verdad objetiva y reconocer que
los paradigmas a veces nos permiten ver la realidad y a veces no.
Las
teorías y los paradigmas deben adaptarse a la realidad y no a la inversa, como
tratan de hacer algunos que se llaman a sí mismo científicos que intentan
reducir la realidad a paradigmas ya superados por la realidad misma.
En
cambio los paradigmas emergentes, los que van surgiendo a través de la práctica
social, estos sí habilitan para ver la realidad de manera más objetiva y
debemos tomar en cuenta que los paradigmas no los construye un solo individuo,
sino que se construyen en forma colectiva.
Esto
es lo que está sucediendo en el campo de la Psicología en Latinoamérica y de la
Psicología comunitaria en particular, se está construyendo un nuevo paradigma
social, a partir de una práctica social, de una nueva forma de ver la realidad.
Hoy
estamos en un momento en el que frente a una sociedad en crisis estamos
construyendo un nuevo paradigma social en forma colectiva pero dispersa y
debemos tomar en cuenta que la teoría nos ayuda, pero lo que más nos ayuda es
el análisis de las practicas con un fundamento teórico, ya que ésta forma de
hacerlo tiene una riqueza enorme.
En
la construcción de este nuevo paradigma debemos tomar consciencia de que los
grandes problemas sociales se agudizan por la implementación de políticas
neoliberales. Debido a esto debemos tener claro que el neoliberalismo no sólo
es una concepción económica, sino que es al mismo tiempo es una ideología que
pretende cambiar el imaginario social, la forma de pensar de la gente, para
generar un nuevo sentido común.
El
neoliberalismo abarca todos los terrenos, quiere construir un nuevo imaginario
social, tiene un conjunto de valores, una visión de la democracia, una visión
económica, una visión de la cultura.
Es
un modelo que reduce todo a la hegemonía del mercado. En ese sentido, el
neoliberalismo destierra, intenta desaparecer en la mente de millones de
personas el valor de la igualdad social.
La
existencia de la humanidad se da bajo modelos económicos, sociales y
culturales. El modelo actual bajo el que vivimos le ha apostado a una idea de
crecimiento en la que se destruye la vida, tanto la vida humana, como la vida
animal y la vida de la naturaleza.
La
vida contemporánea bajo la hegemonía liberal contempla la adopción de valores
que tienen signo contrario a la vida misma.
El
mercado debe consolidarse acentuando la desigualdad social, el mercado funciona
solo si existe la desigualdad social, necesita que exista competencia sin
límites, requiere que esté asegurado el valor de la desigualdad social. Es
fácil comprobar como nuestros gobernantes están favoreciendo al mercado
cambiando leyes y constituciones para asegurar que el mercado esté libre de
cualquier control.
Por
eso es que existe tanta aversión hacia lo social, es una palabra que intenta
desterrarse del lenguaje social, del uso cotidiano y de la retórica oficial.
Esto sucede porque lo social lo asociamos a valores tales como justicia,
igualdad, democracia, etc.
Este
modelo económico neoliberal atenta contra la naturaleza al destruirla para
beneficio privado, contra la existencia misma de la humanidad al provocar el
sufrimiento y muerte de millones de personas, destruye la capacidad de opciones
de futuro al destruir derechos y prestaciones para las nuevas generaciones.
Este
modelo actual niega la vida, para crecer necesita excluir nuestra vida misma.
Millones de personas no pueden desarrollar sus capacidades porque no tienen la
oportunidad de hacerlo.
En
este contexto social necesitamos desarrollar nuestra autonomía, nuestra
confianza en nosotros mismos y fortalecer nuestra identidad.
Necesitamos
fortalecer la crítica social para enfrentar las diversas fuentes de control
social a la que nos intentan someter. Necesitamos empoderarnos nosotros mismos
para generar este cambio social, iniciando con cambios en nuestra forma de
pensar, sentir y actuar.
El
trabajo en las comunidades nos permite desarrollar la capacidad de construir
saberes junto con otros. Debemos tomar consciencia que con nuestra acción
cotidiana estamos construyendo un nuevo paradigma social y al mismo tiempo
estamos combatiendo la construcción de otro paradigma que apuesta a la
desigualdad social. Necesitamos construir alternativas de pensamiento autónomo
y colectivo que incluyan el fortalecimiento de valores, poderes y capacidades
de los actores sociales.
La
intervención psicológica en comunidades, es decir la psicología comunitaria
constituye un aporte fundamental a la construcción de nuevas alternativas
desarrollando el protagonismo de los sujetos, de los grupos y de las
comunidades en el análisis de sus condiciones sociales, de la identificación de
sus problemáticas y de la implementación de soluciones a las mismas.
Este
protagonismo debe partir de la concepción de que existe una construcción social
de la realidad, es decir, que la realidad no se construye sola, sino que la
construimos con nuestra actividad cotidiana. Si aceptamos este compromiso social
debemos combatir la idea de que el capitalismo es el fin de la historia de la
humanidad, que la historia no ha terminado, que está en nuestras manos lograr
un sentido liberador a nuestras acciones y construir una historia mejor que la
que vivimos en estos días.
La situación actual de la Psicología
Cuando
tenía 17 años elegí estudiar Psicología motivado por las lecturas que realicé
en aquellos tiempos y por un incipiente compromiso social que se desarrollaba
en mi interior. En el primer semestre de estudios en la Facultad de Psicología,
como parte de las actividades de la materia de Metodología de la investigación,
realice un estudio con mis compañeros de clase cuyo objetivo era identificar
los motivos por los cuales habían elegido estudiar Psicología. Diseñé un
cuestionario y lo apliqué encontrando un consenso en las respuestas que
coincidían en “ayudar a las personas” como motivo principal de su elección.
Nuestra
percepción era que la Psicología era una ciencia al servicio del bienestar de
las personas. Después de más de 40 años, esta percepción no ha cambiado en mi
caso, ya que parto de la premisa de que la Psicología es una disciplina
perteneciente a las ciencias sociales, que comparte con otras disciplinas el
estudio del comportamiento humano y su finalidad es procurar “el bienestar de
las personas, de grupos, de organizaciones, de instituciones y de comunidades.”
(Amalio Blanco, 2007).
La
pertenencia de la Psicología a un conjunto de ciencias sociales nos lleva a reconocer
que el estudio de la conducta humana no es una propiedad exclusiva de la
Psicología, que el comportamiento humano es social, que no responde solamente a
las variables psicológicas, motivo por el cual debemos retomar las aportaciones
de otras disciplinas en el estudio del comportamiento humano.
Si
bien es necesario reconocer que la Psicología es la disciplina social que reúne
la mayor cantidad de teorías, métodos y técnicas que nos ayudan a entender el
comportamiento social en sus diferentes expresiones: individual, grupal,
organizacional y comunitario.
Pero
el desarrollo de las ciencias sociales nos ha aportado la teoría de sistemas
que nos ayuda a comprender en forma integral al ser humano y permite reconocer
que el comportamiento humano responde a un sinnúmero de variables y no sólo a
fuerzas psicológicas.
Bajo
estas consideraciones concibo a la Psicología como una profesión de ayuda, es
decir, una disciplina que ayuda al desarrollo integral las personas, a los
grupos, a las organizaciones y a las comunidades, a implementar cambios que les
permitan mejorar su interacción e integración social, terminar con aquello que
le provoca sufrimiento y a mejorar sus posibilidades de elevar su calidad de
vida tomando el control de la misma.
Pero
en nuestro intento de lograr estos objetivos enfrentamos un doble problema al
interior de nuestra comunidad de Psicólogos, por un lado, se observa la
tendencia a caer en el error del reduccionismo científico al concebir nuestra
práctica profesional con la finalidad exclusiva de identificar sólo la “problemática
psicológica” en nuestras intervenciones, es decir, es frecuente que sólo se
atiendan los factores psicológicos del comportamiento humano y descuidemos que
el ser humano es integral, dejamos de lado que el comportamiento humano
responde a diversas variables sociales tales como los factores económicos,
políticos, culturales, antropológicos, tecnológicos, etc.
En
este tipo de error corremos el riesgo de utilizar a la Psicología como
instrumento de adaptación social, ayudando al control social de la población al
individualizar los problemas sociales, encubrir las verdaderas causas de los
mismos, en lugar de usar la Psicología como instrumento de liberación
individual y social.
Por
otro lado nos encontramos con el corrientismo psicológico que consiste en el
hecho de casarnos con una corriente de la Psicología y rechazar las
aportaciones de otras corrientes a nombre de que “no son científicas”,
olvidando el hecho de que en la realidad, en nuestra práctica profesional
enfrentamos problemas que nos obligan a utilizar diversas técnicas psicológicas
sin importar de qué corriente provengan.
Debido
a la presencia de estos reduccionismos científicos, la función de ayuda que
tiene como misión la Psicología, se pone en riesgo de no lograrse o desaparecer
al partir de una Psicología que se basa en una epistemología que se recrea a sí
misma sin evolucionar de acuerdo a la dinámica social porque le tiene pánico a
la complejidad teórica o ve en el eclecticismo un riesgo para la pureza de la
Psicología.
Creo
que estos problemas pueden ser superados en la medida de que mejoremos nuestra
comunicación y pongamos por delante las necesidades sociales en lugar de
nuestro prestigio e imagen como profesionales de la Psicología. Para ello
debemos estar dispuestos a realizar un debate epistemológico sobre la función
social de la Psicología y responder a la pregunta ¿Cuál es la función social de
la Psicología?
¿Qué
es la Psicología?
En
la mayoría de los textos de Psicología, ésta no es definida o es definida
ambiguamente, de forma breve, imprecisa partiendo de la premisa de que todo
mundo sabe más o menos qué es la Psicología. Lo que sí se argumenta es que es
una ciencia y se intenta justificar su existencia por sus logros técnicos.
Por
esta razón debemos tomar en cuenta que para responder a esta pregunta debe
tomarse en cuenta que no existe un consenso sobre su respuesta ya que la
mayoría de los psicólogos no se ponen de acuerdo sobre que es realmente la
Psicología y esto sucede por lo siguiente:
Creo
importante retomar el planteamiento de Ian Parker cuando nos habla de que la
Psicología como disciplina científica es algo similar a una gran familia, donde
coexisten diferentes concepciones de la misma, que utilizan diferentes modelos
de análisis y diferentes métodos y técnicas. Utilizan paradigmas particulares con
marcos teóricos y conceptos diferentes así como técnicas distintas. Pero todas
en general existen y practican sus métodos y técnicas. (Ian Parker, 2,010)
Tenemos
por un lado a los psicólogos cognoscitivistas (especializados en el
procesamiento mental de la información y de la memoria) que pretenden conocer
la conducta social, ubicando ésta en el interior de las mentes individuales.
Tenemos
por otro lado a los psicólogos del desarrollo (centrados en cómo y cuándo los
menores aprenden a pensar como adultos) que intentan explicar la relación que
existe entre la cognición y la acción social, otorgando una gran importancia a
las experiencias infantiles.
Tenemos
también a los psicólogos conductistas que intentan explicar el comportamiento
humano desde una perspectiva que solo toma en cuenta la “conducta medible
observable y verificable, porque en eso consiste el conocimiento científico”.
Aun cuando este implique reducir el estudio del ser humano al análisis de las
variables psicológicas, descuidando otras variables que determinan e influyen
en el comportamiento humano como las económicas, políticas, sociológicas,
tecnológicas, etc.
Podemos
mencionar a aquellos psicólogos sociales quienes intentan explicar las
diferencias en el desarrollo individual tomando en cuenta patrones de la
conducta colectiva, aun cuando muchos de ellos solo contemplan factores
sociales en pequeña escala, al considerar solo la influencia de los grupos
sociales sobre el comportamiento individual.
Pero
tenemos también a la Psicología comunitaria latinoamericana que ubica el
comportamiento individual dentro de un contexto social y un momento histórico
determinado.
Esta
heterogeneidad de posturas al interior de nuestra disciplina es parte del
problema que nos dificulta dar una definición de lo que es la Psicología porque
veremos que los psicólogos se definieron
defendiéndose en contra de otros y forjaron una percepción de su
disciplina asignándole funciones a partir de su concepción particular de la
misma.
En
ese sentido enfrentamos el hecho irrefutable de que toda explicación de la
Psicología es parcial, por lo que de acuerdo a Ian Parker: “no resulta
recomendable creer a ningún psicólogo que afirme con certeza que hay algo en lo
que todos estén de acuerdo”.
Pero
creo que todas estas expresiones de la Psicología deben partir sin excepción de
una premisa fundamental: la Psicología es una ciencia al servicio del bienestar
de las personas, de grupos, de organizaciones y de comunidades. En ese sentido,
los psicólogos debemos enfocar nuestros esfuerzos de intervención en proporcionar
a las personas herramientas que les permitan confrontar sus problemas, en
ayudarles a desarrollar competencias y habilidades para que puedan retomar el
control de sus vidas, en convencerles de que pueden llegar a ser protagonistas
de su propio proceso de cambio.”
(Amalio
Blanco, 2,007).
Partimos de la premisa de que hoy en día la
característica principal de nuestra sociedad contemporánea es la presencia de
una gran desigualdad social que provoca que millones de personas vivan en
condiciones de pobreza, miseria y experimentan un gran sufrimiento. Estas
condiciones de exclusión, marginación de millones de personas nos obligan a replantear
la función social de la Psicología para contemplar la necesidad de transformar
la realidad social en favor de la mayoría en la búsqueda del bienestar social.
Esta
toma de consciencia social debe formar parte de los contenidos y objetivos
pedagógicos utilizados en la educación universitaria. En ese sentido acostumbro
iniciar mis seminarios llamándoles la atención acerca de la necesidad de tomar
consciencia de que estamos viviendo un momento histórico caracterizado por la
existencia de una dinámica social cambiante, que vivimos tiempos de cambios
impredecibles que se presentan en forma discontinua e intermitente, de tal
forma que nos generan un ambiente social de incertidumbre en el cual todo está
cambiando, lo único que no cambia es la premisa de que todo está cambiando y
que esta dinámica de cambios sociales nos obliga a desarrollar nuevos
comportamientos para enfrentar los nuevos retos que estamos presenciando.
Pero
al mismo tiempo intento enseñarles que no basta con tomar consciencia de la
existencia de esta vorágine de cambios sociales, que debemos actuar de tal
forma que en nuestra práctica profesional logremos una transformación de
nuestra realidad social. Que debemos asumir un rol de agentes de cambio social
para lograr la implementación de cambios planeados en el comportamiento
individual, grupal y organizacional.
Pero
también debemos tener presente que esta dinámica de cambios sociales afecta
también a nuestra disciplina psicológica, de tal forma que debemos tomar en
cuenta que si la realidad ha cambiado, los paradigmas teóricos que hemos
utilizado durante años ya no funcionan ni son efectivos en nuestra práctica
profesional.
Debemos partir de la consideración de que los
paradigmas teóricos deben ajustarse a la realidad cambiante y no seguir
intentando ajustar la realidad cambiante a paradigmas estáticos. Recordemos que
un paradigma es una interpretación de la realidad, una forma sistematizada de
percibir una realidad.
Nuestra
realidad ha cambiado radicalmente en los últimos años pero nuestra práctica académica
profesional sigue siendo la misma, se sigue enseñando la intervención
individual como método principal para la implementación de cambios, en nuestra
forma de enseñanza sigue predominando la técnica expositiva como herramienta
principal de aprendizaje y en nuestra práctica profesional está ausente la enseñanza
de una descripción crítica de la realidad en que nos encontramos en este
momento histórico. La realidad nos obliga a cambiar y uno de los cambios que
tenemos que desarrollar es cambiar nuestros paradigmas.
Considero
que en este momento histórico que nos tocó vivir, estamos en condiciones
similares a las que existían en la década de los setentas cuando surgió la
Psicología comunitaria latinoamericana por los siguientes motivos: (Yescas,
Oscar, 2,016)
a) La Psicología Social
no estaba produciendo un conocimiento que pudiera ser aplicado para resolver
los graves problemas sociales que padecía la población en esa época. A esto se
le llamó falta de relevancia social (MartinBaro, Ignacio, 1980).
b) Los estudios que se
realizaban en psicología social, estaban basados en poblaciones pequeñas, con
escenarios artificiales, utilizando estudiantes de licenciatura principalmente
en experimentos formales. Sin embargo, a los descubrimientos localistas
obtenidos se les pretendía dar validez universal, afirmando que eran aplicables
a cualquier ser humano en cualquier contexto, sin importar las condiciones
económicas, políticas o culturales prevalecientes.
c) Se presentó e
incrementó un sentimiento de insatisfacción entre los psicólogos sociales de
esa época, principalmente por la falta de utilidad y función social de su
quehacer profesional en un contexto social convulsionado. Los psicólogos
sociales de aquella época empezaron a experimentar malestar e insatisfacción
porque el bagaje teórico práctico disponible les era insuficiente para
enfrentar la problemática social imperante en diversos países latinoamericanos.
La
pregunta de la cual partieron los psicólogos sociales de los setentas para
cuestionar su propia existencia fue la siguiente: ¿Qué tipo de psicología social
es incapaz de ocuparse de los problemas psicosociales existentes que afectan a
los individuos y a la sociedad?
Algo
parecido es lo que estamos sintiendo los psicólogos en este siglo XXI en el
sentido de que estamos padeciendo problemas sociales a los cuales nuestra
disciplina no está dando una respuesta concreta.
Dentro
de los grandes problemas sociales de nuestra época pueden mencionarse la enorme
corrupción de nuestros gobernantes, la desigualdad social que crece cada día,
el crecimiento de la pobreza en grandes capas de la población, el incremento de
la delincuencia común, inseguridad social, narcotráfico, violencia
intrafamiliar, intolerancia a la diversidad sexual, predominio de estilos de
vida individualistas, un exacerbado consumo, un incremento en las adicciones de
todo tipo (drogas, sexo, ludopatía, inadaptación social, tabaquismo, alcohol,
etc.), fracasos escolares, aumento de la marginación social, desempleo,
subempleo, salarios precarios,
autoritarismo, impunidad, predominio de los intereses del mercado,
eliminación de prestaciones sociales, crisis de las instituciones sociales,
etc.
Todos
estos problemas son hechos concretos de nuestra vida cotidiana que generan un
sufrimiento colectivo y representan verdaderas demandas de ayuda que presentan
nuestras comunidades y que requieren con carácter de urgencia respuestas
concretas que contribuyan a clarificar las formas en cómo se puede detener el
sufrimiento colectivo e incrementar el bienestar social.
Los
problemas sociales que hoy padecemos son parte de nuestra realidad histórica y
por lo mismo representan un reto imposible de ignorar para los académicos,
científicos sociales y trabajadores de la educación, ya que nuestra vida
cotidiana está inmersa en el conflicto entre los problemas que padecemos y la
búsqueda de soluciones a los mismos.
Ante
esta problemática social me atrevo a preguntar: ¿Cuáles son los conocimientos
científicos que produce la Psicología académica contemporánea que contribuyen a
resolver los actuales problemas sociales y generar un bienestar social?
En
otras palabras ¿Cuál es la función social de una Psicología en el contexto de
una sociedad en crisis?
Creo
que estas preguntas debemos responderla en forma colectiva no solamente con
nuestros escritos y participación verbal, sino con la implementación de cambios
en nuestra práctica profesional que surjan de eventos de este tipo y que
realmente nos permitan articular la teoría con la práctica
La
toma de consciencia de la existencia de una enorme desigualdad social y sus
efectos sociales, debe normar las nuevas concepciones sobre el quehacer
psicológico de tal forma que retomemos el ejemplo y las aportaciones de la
Psicología comunitaria latinoamericana que creó una ola neoparadigmática que
arrasó con los paradigmas vigentes en los cuales se fundamentaba la Psicología
con enfoque en el individuo y que todavía persisten. Esta revolución
paradigmática efectuada a fines del siglo pasado consistió en los siguientes
cambios:
Se
observó que el énfasis que tenía la Psicología de aquel entonces en el
individuo como objeto de estudio e intervención psicológica, con una visión de
un sujeto pasivo, que se limitaba a ser receptor de las acciones del
investigador para dar respuestas dirigidas, predeterminadas, impedía que desde
esta Psicología se diera un aporte efectivo a la solución de los problemas
sociales que reclamaban de manera urgente una respuesta.
Esos
movimientos afectaron al conjunto de las ciencias sociales, pero en el caso
particular de la Psicología estas ideas provocaron una ruptura epistemológica
que llevó a la construcción de una nueva concepción de la Psicología que rebasó
la intervención individual como método central y único del quehacer
psicológico, para centrar su atención en los grupos sociales y en la dinámica
interna de los individuos que los conformaban.
Se
empezó a construir una nueva visión del ser humano, se le percibió como un
individuo miembro de varios grupos en forma simultánea y parte integrante y
activa de la comunidad a la que pertenecía, lo que le daba un carácter
eminentemente social, se le vio como un ser activo, constructor de la realidad
y por ello, capaz de transformar su propia realidad, una realidad que se presentaba
excluyente, en la cual prevalecía la injusticia y la antidemocracia, afectando
a grandes capas de la población.
En
consecuencia, la Psicología comunitaria surgió como un movimiento de las
ciencias sociales en América latina que se dirigía fundamentalmente a los
sectores sociales excluidos, a los oprimidos, a aquellos marginados dentro de
una sociedad cada vez más excluyente.
La
nueva Psicología comunitaria percibe al sujeto humano como un ser activo,
dinámico, constructor de su propia realidad con necesidades y expectativas
propias, pero en estrecha interrelación y con gran interinfluencia con los
miembros de su comunidad. Una nueva concepción psicológica del ser humano que
necesariamente presentaba la necesidad de crear nuevas formas de aproximación
diferentes a las del pasado que lo veían solo como sujeto de intervención de
parte de un experto en Psicología.
De
esta forma, de una manera progresiva, la Psicología social fue perdiendo cada
vez más su sesgo individualista y al acercarse a las ciencias sociales encontró
nuevos enfoques teóricos y metodológicos, cuya aplicación le daban la
relevancia social de la cual carecía. El desarrollo de la Psicología Social en
Latinoamérica fue dándose en la medida de que buscaba un nuevo paradigma
apoyándose en las premisas siguientes:
a) Una apertura
metodológica
b) Reconocer el carácter
histórico de los fenómenos a estudiar
c) Prioridad por estudiar
contextos naturales y no de laboratorio
d) Rechazo a la hegemonía
del modelo que se quería imponer desde las ciencias naturales
e) Reconociendo un
carácter activo a los sujetos de investigación como productores del
conocimiento que asumen un papel político y social
f) Reconocer el carácter
dinámico, dialéctico y simbólico de la realidad social
De
las grandes aportaciones de la Psicología comunitaria fue el interés en abordar
el análisis del ámbito social desde la perspectiva de la Psicología,
manteniendo una resistencia que rayaba en la oposición a los enfoques
individualistas que prevalecían en el campo de la Psicología en ese entonces y
que continúan observándose en pleno siglo XXI.
Otro
elemento destacado en el inicio de la Psicología comunitaria era la promoción
de la autogestión en las comunidades. La irrupción de la Psicología comunitaria
en Latinoamérica consistió en una serie de cambios en las ciencias sociales,
tanto en el ámbito teórico como práctico de la intervención social. Por eso
mismo se considera que el surgimiento de la Psicología comunitaria constituyó
por sí mismo, una revolución paradigmática, en la medida de que modificaba el
paradigma vigente en la relación sujeto-objeto de investigación social.
Algo
importante que debemos considerar es que los paradigmas se van construyendo
colectivamente sin que los participantes lo perciban totalmente, no son creaciones
individuales.
La
revolución paradigmática en el caso de la Psicología comunitaria, consistió en
que se presentó un cambio en la visión
de nuestro objeto de estudio, de un sujeto pasivo en la relación
sujeto-investigador que predominaba la investigación psicosocial en aquel
entonces (todavía, si se me permite decirlo), a la construcción de un modelo de
investigación en el cual el individuo estudiado es concebido como alguien
participativo, con el cual el investigador puede y debe mantener una la relación de
colaboración, que beneficiará a ambos al compartir el conocimiento teórico con
el conocimiento práctico.
Este
nuevo paradigma es el que debemos retomar en nuestra práctica profesional como
psicólogos, dejar atrás la tendencia a centrarnos en el individuo, modificar su
concepción de sujeto pasivo a un sujeto activo y sobre todo quitarnos el traje
de especialistas, profesionales de una disciplina, es decir, dejar atrás el rol
de “expertos”.
Debemos
actuar de tal forma que compartamos el conocimiento científico con las personas
integrantes de los grupos, organizaciones y comunidades objetos de nuestra
intervención, hacer accesible el conocimiento científico a través de la
socialización del mismo utilizando un lenguaje accesible.
De
igual forma debemos cambiar nuestra actitud de “enseñantes”, desarrollar una
actitud de aprendices en la que en nuestra intervención aprendamos de los
integrantes de los grupos, organizaciones y comunidades parte del conocimiento
popular, mezclemos este con el conocimiento científico y logremos en forma
conjunta en el análisis y solución de los problemas que aquejan a los
individuos que forman parte de nuestro objeto de intervención.
Al
igual que la Psicología latinoamericana apostó por trabajar con las mayorías
oprimidas, debemos considerar que la desigualdad social que hoy padece nuestra
sociedad obliga a que nuestra práctica profesional se incline en favor de las
masas de desposeídos, de los excluidos, de los marginados de este sistema
social excluyente.
Debemos
tener un mayor rigor al realizar nuestro trabajo cotidiano partiendo de un
análisis científico de la realidad, un análisis en el cual utilicemos como
herramienta principal la crítica social
y la usemos como herramienta didáctica y de cambio social, de tal forma que no nos limitemos a la sola
interpretación, sino más bien busquemos la transformación social, proponiendo
soluciones a la problemática social que tiendan a disminuir el dolor social y
se traduzcan en un verdadero beneficio social al reducir la desigualdad
imperante.
Les
invito a que retomemos las aportaciones de diversos autores que nos hablan
acerca de la importancia de que el acto educativo debe tomar como punto de
partida la descripción de la sociedad en la cual tiene lugar. De la necesidad
de considerar el momento histórico que nos tocó vivir para partir de un
diagnóstico adecuado de la realidad social y ofrecer nuestros servicios como
educadores en beneficio de nuestras comunidades.
¿Cuál
es el contexto social que rodea nuestro trabajo como profesores de Psicología?
No es otro más que el de una enorme y creciente desigualdad social, que ha
producido que países como México de una población de 115 millones de mexicanos,
más de 100 millones vivan en condiciones de pobreza.
Lo
que nos lleva a preguntarnos: ¿Una nueva Psicología para qué? Parto de la
premisa de que nuestro trabajo académico lo realizamos en instituciones de
educación superior conocidas como universidades. Las universidades son por otro
lado organizaciones formales, que están dentro del contexto de una sociedad
organizacional, en la cual las organizaciones surgen para ofrecer un producto o
un servicio a las comunidades.
Las
universidades públicas enfrentan el impacto de la privatización que genera el
neoliberalismo, al ser concebidas como universidades-empresas y al limitar los
objetivos y su función social, al servicio de los intereses de las empresas,
dejando de lado las necesidades y problemas sociales.
En
ese sentido debemos construir una nueva Psicología que responda a los intereses
colectivos, sobre todo a los intereses de una inmensa mayoría marginada,
excluida y explotada que es la población que vive en condiciones de pobreza. En
ese sentido, mi intervención en este evento es para invitarlos a construir en
forma conjunta una Psicología socialmente sensible
Conclusiones
El momento histórico en el que nos tocó vivir presenta un cuadro
de crisis en todos los niveles. Una crisis que genera un sufrimiento colectivo
que afecta no solo a las personas que vemos en las calles mendigando, también un malestar social que tiene diversas fuentes
en nuestra vida cotidiana.
La globalización contemporánea ha profundizado la fragmentación
social y con ello el derrumbamiento de las categorías sociales de análisis y de
acción de tal forma que puede afirmarse que los cambios sociales son tan
profundos que están construyendo un nuevo paradigma. Los paradigmas anteriores ya sea que se basaban en lo político o
en lo social están perdiendo vigencia y se muestran inoperantes ante los
cambios sociales que presentan una nueva realidad.
Los
recientes acontecimientos en México han dado a pauta para lograr el cambio
social. El incremento de la participación social que se observó días después de
los sismos de septiembre de este año, representa el inicio de un cambio social
en México, un cambio manifestado en el comportamiento de miles de mexicanos que
dieron muestras admirables de compromiso social, de solidaridad, de
organización, de resistencia, de rebeldía, de hartazgo de la corrupción,
impunidad y negligencias de las autoridades y las instituciones
gubernamentales.
Al
mismo tiempo, se evidenció la enorme crisis en la que está sumido el Estado
mexicano, una crisis que involucra a todas las instituciones y que repercute en
la calidad de vida y bienestar social de la población.
Esta nueva realidad social es el fundamento que nos obliga a la
construcción de una nueva Psicología ya que la psicología actual se muestra
insuficiente para responder de manera efectiva al nuevo escenario social.
Necesitamos construir una Psicología que responda a las necesidades sociales
que se observan hoy en día, necesitamos construir una Psicología sin adjetivos,
una Psicología socialmente sensible a las diversas problemáticas sociales.
Debemos
tener presente que el fundamento de toda intervención psicológica es la premisa
de que la Psicología es una ciencia al servicio del bienestar de las personas,
de los grupos, de las organizaciones, de las instituciones, de las comunidades,
de la sociedad en su conjunto.
Necesitamos
construir una Psicología sin adjetivos, que supere el reduccionismo científico
del psicologismo y el corrientismo psicológico, para enfocarnos en la meta de
ayudar a que la gente se sienta bien consigo misma, con sus vidas y con su
entorno social.
Nuestras
intervenciones deben proporcionar herramientas para afrontar situaciones que
parecen imposibles, debemos empoderar a las personas potenciando sus
competencias y habilidades para que sean capaces de retomar el control de sus
vidas.
Nuestras
intervenciones deben tener el objetivo de convencer a las personas de que
pueden llegar a ser protagonistas de su propio cambio, de que pueden cambiar
algunos elementos de su entorno social para poner freno a sus desventuras y
enseñarles que los problemas individuales tienen un origen social y en
consecuencia la participación social en acciones colectivas pueden generar
cambios sociales que permitan un mayor bienestar social y una mejor calidad de
vida.
La
Psicología es una disciplina social y las ciencias sociales han compartido como
una idea capital el logro del bienestar social de la población. La
intervención psicosocial debe estar enfocada a la solución de problemas
sociales, partiendo de la premisa de que no se debe limitar a un frío análisis
de las cosas tal y como son, sin contemplar cómo deberían ser. El objetivo
central de toda intervención psicosocial es lograr el bienestar de las
personas, de los grupos, de las organizaciones, de las instituciones y de las
comunidades.
El
logro de este bienestar social inevitablemente tiene connotaciones políticas en
la medida de que el objetivo final de la intervención es el cambio social, un
cambio social dirigido a terminar con la desigualdad social.
Por
lo tanto la primer tarea que tenemos enfrente es terminar con el reduccionismo
científico que es el psicologismo y con el corrientismo psicológico para
construir una Psicología sin adjetivos que busque el bienestar social, que permita
dar voz y protagonismo a las personas principalmente a las mayorías marginadas
y excluidas y que nos comprometa a señalar y denunciar aquellas condiciones que
impiden que la gente se sienta bien consigo misma, con sus vidas y con su
entorno social.
Debemos
tener presente que las ciencias sociales comparten el objetivo de que la gente
se sienta bien consigo misma, con la necesidad de mirar a su alrededor para
intentar localizar las causas de los problemas sociales.
La
Psicología tiene como compromiso social el crear las condiciones para que las
personas, grupos, organizaciones y comunidades se abran camino en la búsqueda
del bienestar social. Esto
nos plantea que en el análisis científico de los problemas sociales no puede
existir la neutralidad, la imparcialidad o la indiferencia. Por ello mismo en
nuestras intervenciones psicológicas debemos replantear objetivos concretos y
el objetivo general debe ser el cambio social. Para
lograrlo debemos construir una Psicología socialmente sensible a la
problemática social, una Psicología con compromiso social con la amplia capa de
marginados y excluidos en nuestra sociedad contemporánea.
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