¡No dejes de hablar de Palestina!
Oscar Yescas Domínguez
24 de diciembre del 2024
La noche buena y navidad son fechas esperadas con ansias por millones de personas en el mundo entero, porque las asocian con momentos de felicidad, reencuentros familiares, intercambio de regalos y deseos de paz y amor para el mundo entero. La noche del 24 de diciembre millones de personas participaron en el ritual colectivo de celebrar lo que se conoce como "noche buena" o Christmas Eve” en inglés y la élite que pertenece al 1% de la población mundial fue la más beneficiada en este festejo masivo que alcanza tonalidades globales, porque se maximizaron sus ganancias económicas al dispararse las ventas de productos y servicios porque la población se ha visto despojada de su condición de ciudadano y se le ha reducido a la condición de consumidor.
Desde hace meses se empezaron a organizar las condiciones para crear un “espíritu navideño” en el que se impulsa a la población a demostrar amor y amistad obsequiando regalos al por mayor. No importa que la población esté viviendo una nueva versión del castigo de Sísifo, padeciendo los efectos de una crisis económica que le dificulta llegar bien a fin de mes por las deudas que contrae para satisfacer sus necesidades básicas o psicológicas. Lo que importa es que todo mundo participe en el ritual de compartir comida, regalos y bebidas en abundancia.
Si no hay dinero, existen muchas formas de comprar y pagar, en efectivo, a crédito, a meses sin intereses, o empezar a pagar en febrero o marzo del próximo años, lo que importa es festejar el “espíritu navideño” aquí y ahora sin pensar en las consecuencias de endeudarnos y vernos obligados a pagar las deudas y los intereses en el futuro inmediato
La mayoría de las personas no profesan religión alguna, porque la crisis social se expresa en múltiples dimensiones y la crisis de las instituciones como la Iglesia enfrentan una crisis de credibilidad como parte de una de sus manifestaciones, por lo que el número de creyentes ha disminuido. Todos saben que Santa Clos no existe, que los Reyes Magos tampoco, pero a pesar de ignorar la historia detrás del ritual religioso de nochebuena y navidad, todos aceptan participar en el ritual cada año porque perciben la fecha como parte de las " fiestas de fin de año" y nos da la oportunidad de acercarnos unos na otros, de recuperar el contacto social perdido, el sentimiento de pertenencia a grupos sociales y a una comunidad que hemos perdido por el crecimiento del hiperindividualismo.
La maquinaria capitalista ha logrado que creyentes religiosos, ateos, escépticos y hasta científicos se unan a la celebración del nacimiento de alguien que nació hace miles de años, cuya imagen actual no coincide con los rasgos de la población que habita en el lugar donde nació. Pero lo más preocupante es que en el festejo del cumpleañero milenario a quien se le atribuye un discurso que nadie sigue en nuestra sociedad, se encuentra una enorme ignorancia sobre la situación actual de el poblado de Belén situado a 10 kilómetros de Jerusalen en Palestina.
Palestina ha estado en el centro de la atención mundial en los últimos meses desde que el grupo Hamas irrumpió en territorio palestino ocupado por israelíes, tuvo un enfrentamiento con el ejército israelí y se llevó a cientos de rehenes a la franja de Gaza que es territorio que servía como campo de concentración de millones de palestinos que estaban encerrados por altas murallas, cercos militares del ejército israelí. Desde entonces ha recibido una condena mundial y se le cataloga como “grupo terrorista”, pero lo que no se dice, lo que oculta la narrativa sionista es que la violencia comenzó desde que nació el Estado de Israel en territorio palestino porque fue una imposición de las grandes potencias mundiales y no se consultó al pueblo palestino.
Desde mediados del siglo pasado, el ejército de Israel ha ido desplazando a ciudadanos palestinos de sus lugares de origen, conquistando sus territorios, construyendo nuevos asentamientos humanos y asesinando a quienes defendían sus casas.
Décadas de asesinatos de ciudadanos palestinos han logrado que Israel ocupe el día de hoy la mayor parte del territorio palestino y la población palestina ha sido recluida en extensiones territoriales que funcionan como çárceles a cielo abierto porque no tienen derecho de tránsito en su propia nación ya que existen cientos de controles militares que deciden quien pasa y quien no a través de sus filtros que funcionan como modernas versiones de los campos de concentración que construyeron los alemanes para recluir a la población judía.
Pero ha sido durante estos casi 14 meses cuando el ejército israelí ha aumentado el asesinato del pueblo palestino en una lucha desigual porque palestina no tiene ejército, armamento, aviones, ni barcos. Israel en cambio es considerado como uno de los países que tienen uno de los ejércitos más poderosos del mundo y con sus aviones ha dejado caer miles de bombas, destruyendo edificios residenciales, universidades, escuelas, hospitales y dejando en ruinas ciudades que tenían gran valor histórico, pero lo más grave es que el Estado de Israel está cometiendo un genocidio ante la vista del mundo entero dejando un estela de decenas de miles de muertos, dentro de los cuales se encuentran decenas de miles de niños y otros miles más que sufrieron amputaciones de brazos y piernas.
Quienes festejan noche buena y navidad han olvidado que Jesús era un ciudadano palestino y ante el silencio mundial este genocidio en contra del pueblo palestino, podría decirse que una gran cantidad de la población global padece una amnesia histórica que se manifiesta en un desconocimiento de parte del pasado que crea una laguna de desinformación que les dificulta relacionar eventos sociales ocurridos en el mismo lugar pero en diferentes momentos históricos.
Por esa razón las fechas de noche buena y navidad son buenas fechas para recordar que Belén y Jerusalén se encuentran en territorio palestino, un territorio que hoy está siendo ocupado por el ejército de Israel y que se está apropiando cada vez más de territorio palestino a través del asesinato de un gran número de ciudadanos palestinos sin importar que sean niños, mujeres, adultos, ancianos o inválidos.
Está nación que está colonizando Palestina con sangre y fuego lleva el nombre de Israel, un Estado genocida que se ha ganado el repudio mundial que se ha manifestado en varios países a través de protestas colectivas, pero cuyo gobierno se sostiene en el poder por el apoyo de las potencias occidentales que comparten la sangre del pueblo palestinos en sus manos, aún cuando una gran parte de ciudadanos israelíes intenta detener el genocidio que está degenerando en guerra con otras naciones árabes. Israel utiliza un discurso religioso que promueve el odio a los palestinos porque en su percepción los palestinos "no son humanos, son subhumanos que manchan la tierra sagrada con sus sucios pies".
La niñez y juventud de Israel es educada con la idea de son " los hijos de Dios" y que tienen el derecho de hacer lo que quieran con los palestinos y con la tierra que ellos ocupan. El apoyo de los gobiernos occidentales que han impedido que las instancias internacionales frenen el genocidio les ha dotado de gran impunidad en los crímenes que cometen, pero al mismo tiempo los ha colocado en una situación en la cual representan a uno de los pueblos que son más odiados en todo el mundo.
Debido a que este genocidio continúa sin que nadie lo pare suman más de 40 mil muertos, dentro de los cuales resaltan decenas de miles de niños asesinados, una verdadera tragedia humana, que nos debe ayudar para reflexionar acerca de que celebrar la navidad pidiendo paz y amor en el mundo, mientras se ignora el dolor de los palestinos, representa una acción que proyecta disonancia cognitiva, la expresión de una ceguera moral que se refleja en la incapacidad para distinguir entre lo que es justo o injusto, entre lo que es correcto e incorrecto y entre lo que es bueno y lo que es malo.
Seguir con nuestras vidas cotidianas mirando hacia otro lado, guardando silencio ante el asesinato colectivo se convierte en una manifestación clara de la existencia de una patología social, que es compartida por millones de personas en el mundo entero, porque cierran los ojos al genocidio del pueblo palestino mientras celebran el "nacimiento del niño Jesús", sin asociar que era un niño de origen palestino, que nació en Belén una ciudad palestina, una nación cuya población está siendo asesinada y en la televisión podemos ver con relativa frecuencia los bombardeos que la aviación israelí está realizando no sólo en palestina, porque también atacó e intentó invadir en Líbano y bombardeó Siria porque las ambiciones del Estado de Israel es exterminar a la población árabe para anexar sus territorios.
En los medios masivos de difusión se lamenta las muertes de unos cuantos soldados israelíes a manos de “terroristas palestinos”, pero guardan silencio ante los miles de niños que han sido asesinados por las armas del ejército de Israel. Mientras millones de personas celebran el nacimiento del niño Jesús, quien fue un niño palestino, olvidan, ignoran, no les importa que miles de niños palestinos han muerto y siguen muriendo en los bombardeos que continúa realizando el ejército de Israel a ciudades y refugios de la población palestina.
La ignorancia acerca de los cambios en la geopolítica mundial, la falta de vinculación entre hechos de la historia pasada con los sucesos de la historia presente no justifican guardar silencio ante el asesinato de todo un pueblo, ante un genocidio que está provocando reacciones y que amenaza con extender la violencia para convertirse en guerra entre varios países, porque vivimos en un mundo globalizado y estamos más conectados que nunca con el resto de los países, de tal forma que lo que suceda al otro lado del mundo, tarde o temprano repercutirá y traerá consecuencias en nuestro lugar de residencia.
El desconocimiento de la metamorfosis del capitalismo en la confrontación de varias potencias mundiales que rechazan el orden mundial unipolar para construir un nuevo orden mundial multipolar, la ignorancia sobre la continuación del neocolonialismo moderno, la indiferencia hacia la presencia de las guerras y la anestesia social provocada por la sociedad de consumo que utiliza las fechas de navidad y año nuevo para reforzar el control social, sólo favorecen a la oligarquía que pertenece al 1% por ciento de la población mundial que acapara la mayor parte de la riqueza que se produce socialmente, mientras una inmensa mayoría de la población sufre los estragos de una desigualdad social que provoca el aumento de la precariedad en las condiciones de vida de futuros nuevos pobres.
En momentos en los que una gran parte de la población mundial celebra la navidad expresando deseos de paz, de esperanza y de amor hacia los demás, no debemos olvidar que en Palestina siguen cayendo bombas y se escuchan lamentos y gemidos. No podemos celebrar la paz e ignorar la tragedia, necesitamos retomar esta navidad como una oportunidad para recordar nuestra condición humana y celebrar la vida, pero también condenar la muerte planeada de miles de personas. Los sentimientos que inspira la navidad no debería ser temporales y excluyentes, deberían existir todos los días del año y esta navidad debemos retomarla como un llamado urgente para recuperar la humanidad que estamos perdiendo y que tenemos que defender.
Recordemos las lecciones de Hanna Arendt sobre “la banalidad del mal”, no permitamos que la muerte, el asesinato y las guerras se conviertan en parte de nuestras vidas cotidianas porque, la destrucción que provocan no terminan sino que siguen creciendo como bolas de fuego que tarde o temprano nos devorarán a nosotros mismos y a nuestra indiferencia al sufrimiento ajeno. Esta navidad es un buen momento para recordar el llamado que circula por el mundo entero y que dice: “No dejes de hablar de Palestina”.
Israel ha matado en Gaza a más niños que hombres y mujeres
https://news.un.org/es/story/2024/09/1532906
Israel y Palestina: ¿diálogo para lograr la paz o barbarie global?
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La ceguera moral ante el conflicto Israel-Palestina
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Disidencia global contra la barbarie genocida
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Pensamientos sobre la sociopatología contemporánea
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El pesimismo de la inteligencia en lucha por el porvenir de una ilusión
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