domingo, 31 de mayo de 2020


El grito de los oprimidos se hace escuchar: “No puedo respirar”
Oscar Yescas Domínguez
31 de mayo de 2,020

En los primeros meses de este año nos encontrábamos inmersos en una grave crisis económica, política y social generada por un sistema social basado en la propiedad privada de producción, que en la etapa de globalización e implementación de políticas neoliberales de privatización de servicios públicos ha generado una desigualdad social nunca antes vista en la historia de la humanidad.
Millones de personas sumidas en la pobreza a nivel mundial, mientras unos cuantos concentran la mayor parte de la riqueza que produce nuestra sociedad. Esta desigualdad social es parte del origen de la inmigración de miles de personas que abandonan sus países porque no pueden seguir viviendo en condiciones de miseria, marginación y violencia social. Europa y Estados Unidos son los destinos buscados por miles de gentes que buscan mejorar sus condiciones de vida.
Francia y Latinoamérica fueron los lugares donde el año pasado la insatisfacción social y el hartazgo popular generaron una lucha por la defensa de derechos sociales y laborales que estaban en peligro ante el intento de imponer políticas neoliberales que privatizarían servicios públicos que antes eran gratuitos.
Esta crisis social que se expresaba en crisis política, crisis económica y crisis ecológica se vio agravada con la irrupción de una crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus que está padeciendo la mayoría de países en el mundo. La ausencia de vacuna contra esta nueva epidemia generó la implementación de programas de aislamiento social como alternativa inmediata para evitar ser contagiados, por lo cual se invitó a las poblaciones de los países afectados a quedarse en casa como única medida de prevención y cuidado de la salud en estos tiempos de epidemia.
Pero el covid-19 vino a desnudar esa desigualdad social que anteriormente nos negábamos a ver y que nos empujaba a invisibilizar socialmente a cuanto pobre o mendigo nos encontráramos en las calles. La pobreza de otros no nos interesaba porque padecíamos una ceguera moral, estábamos bajo una creciente adiaforización que creaba una enorme insensibilidad a los problemas de otras personas.
En Estados Unidos la privatización del sistema de salud mantiene desprotegidos a millones de personas que no pueden pagar los altos precios de las consultas medicas y mucho menos de medicinas o tratamientos especializados en salud. Recordemos que en esa nación vive un alto porcentaje de personas en situación de ilegalidad, ya que es el destino de miles de migrantes de todo el mundo que buscan llegar a la tierra donde predomina el “american way of life”.
Pero la realidad es otra porque las llamadas “minorías raciales” como las personas de raza negra o de origen hispano son quienes conforman las mayorías en las prisiones estadunidenses y recientemente, son quienes han aportado el mayor número de víctimas fatales y personas contagiadas por el coronavirus.
El coronavirus ha demostrado que no es democrático, que no ataca a todos sin excepción, ya que no es lo mismo estar en aislamiento voluntario en una casa que tiene todos los servicios de wifi, internet, televisión por cable, alimentos en el refrigerador, etc., a estar encerrado en pequeños cuartos donde escasea la comida, no hay dinero para comprar comida, pagar renta servicio de enrgía eléctrica, gas, y tampoco opciones de diversión o esparcimiento.
El Gobierno estadunidense descuidó durante décadas la salud de sus ciudadanos al privatizar los servicios de salud y en el gobierno actual ignoró los consejos de los científicos epidemiólogos que advertían sobre la necesidad de prolongar el aislamiento social y autorizó la apertura de centros de trabajo y una parcial “vuelta a la normalidad” sin considerar que Estados Unidos se ha convertido en el epicentro de la crisis sanitaria al rebasar la cantidad de 100,000 fallecidos por el coronavirus y tener a cerca de un millón y medio de contagiados.
Cifras que indudablemente aumentarán con el paso del tiempo y que constituían la nota principal de los medios masivos de televisión que reportaban las declaraciones oficiales que reflejaban un menosprecio a la gravedad de la situación, mientras que diariamente fallecían ciudadanos estadunidenses por el covid.
De esos 100,000 fallecidos por el covid-19, buena parte son de raza negra y de origen hispano. Lejos de atender la crisis sanitaria y otorgar mayores recursos para frenarla, el Presidente estadunidense rompe relaciones con la Organización Mundial de la Salud negando la gravedad de la crisis sanitaria provocada por el covid-19 y culpa a China de ser el país responsable de provocar la pandemia mundial que estamos padeciendo.

Como nos encontramos en momentos históricos en los que los cambios suceden de un momento a otro, hoy presenciamos con sorpresa que los medios estadunidenses ya no hablan del tema del covid-19, porque éste tema ya pasó a segundo plano.
En Estados Unidos que encabeza las cifras más altas de contagiados y fallecidos por el covid a nivel mundial, ya no se habla de la pandemia, pero que no se hable no quiere decir que no sigan creciendo los números de contagiados y fallecidos. La nota de los últimos 6 días lo es el fallecimiento de un ciudadano de raza negra a manos de la policía bajo la sospecha de haber intentado utilizar un billete falso de 20 dólares en un supermercado.
Cuatro policías sometieron a esta persona y uno de ellos de raza blanca, a pesar de que ya estaba esposado sin representar amenaza alguna mantuvo oprimiendo durante largos minutos su rodilla en la nuca de dicha persona que alcanzaba a decir “No puedo respirar” sin recibir respuesta de, literalmente “su opresor blanco” quien mantuvo con las manos metidas en sus bolsillos se mantuvo en esa posición con una expresión de indiferencia que contrastaba con el rostro de angustia y agonía de George Floyd que así se llamaba esta persona. Al parecer “no puedo respirar” fueron sus últimas palabras porque falleció poco después en las instalaciones de la jefatura de policía.
Este acto de abuso de poder y aparente racismo no hubiese tenido repercusiones si no hubiese sido filmado por un transeúnte que captó las imágenes en video y evidenció la detención como abuso policiaco y al abuso policiaco se sumó la acusación de racismo por la pertenencia a diferentes razas de los protagonistas (policía blanco que detiene y mata a un hombre negro), una escena común en Estados Unidos.
Es innegable que la policía estadunidense ha matado también a hombres blancos, pero también es innegable que este caso donde muere una persona de raza negra a manos de un policía blanco de nombre Derek Chauvin, contiene ingredientes de brutalidad policiaca, indiferencia y desprecio a la vida de una persona que ya estaba sometida y no representaba amenaza para los policías presentes y que no escucharon el reclamo de los testigos presentes de dejar respirar a quien estaba sometido.
Los medios no tardaron en difundir la nota y de inmediato empezaron a formarse concentraciones de personas que exigían justicia para George Floyd, el nombre de la persona asesinada. Los manifestantes aumentaron en número con el paso de las horas y lograron llegar a sumar centenares de personas protestando y exigiendo justicia bajo la consigna “I can´t breath¡ (no puedo respirar).
El video del incidente se difundió ampliamente y en poco tiempo se tornó viral y provocó que miles de ciudadanos estadunidenses salieran a las calles a protestar por la muerte de George Floyd y exigir castigo a los polícias responsables, de manera principal al agente Derek Chauvin. Las protestas fueron creciendo de tono y hubo algunos manifestantes que utilizaron la violencia al incendiar edificios y saquear comercios. La respuesta que recibieron los manifestantes fue una represión policial que encendió aún más los ánimos y alimentó el fuego de la protesta que se generalizó hasta alcanzar más de 30 ciudades en territorio estadunidense.
La respuesta tardía para detener al policía responsable no sirvió para reducir las protestas porque los habitantes de otras ciudades se sumaron a las protestas con sus propias banderas de lucha y exigencia de justicia en casos similares.
Algunos medios de difusión pretendieron criminalizar las protestas exhibiendo imágenes de patrullas destruidas, edificios policiacos incendiados y comercios destruidos, tratando de desviar la atención de las causas de esas protestas y estigmatizando a los manifestantes hablando de “enfrentamientos” en lugar de represión policiaca contra manifestantes civiles que protestaban en forma pacífica.
Como en todos movimientos colectivos, se filtran personas que utilizan el reclamo popular para causar destrozos y vandalismo amparados en la multitud que realizaron saqueos en comercios. Pero debe reconocerse que la mayoría de los manifestantes que en forma unida gritaban “I can´t breath”, lo hacían levantando las manos en alto, señalando con ello que estaban desarmados y que su protesta era pacífica.
Una persona de raza negra que fue entrevistada acerca de su opinión de los actos de vandalismo durante las manifestaciones dijo algo que refleja el sentir de miles de participantes en esta marcha” “Si alguien se aprovecha de esta tragedia para robar algo que no le pertenece, significa que algo está mal en su cabeza. No es posible ni aceptable utilizar la muerte de alguien para sacar un beneficio personal, ésta es una lucha por la vida y por nuestros derechos como seres humanos”.
Algunas personas en México han cuestionado las expresiones de simpatía hacia los participantes en estas marchas de protesta argumentando que es una contradicción en sus comportamientos y recuerdan la condena social que recibieron los actos de violencia en los que incurrieron algunas participantes en las marcha de grupos feministas el pasado 8 de marzo en las que se protestaban por el alto grado de feminicidios en nuestro país.
Creo que quienes hacen este tipo de comparaciones no están viendo la fotografía completa de estos movimientos de protesta en Estados Unidos, los actos de vandalismo han sido cuestionados por diversos participantes de las marchas. Ellos afirman que están luchando en forma pacífica por defender sus derechos y el acto de levantar ambas manos ratifica que es un movimiento pacifista.
En lo personal, he participado en una gran cantidad de marchas de protesta a lo largo de mi vida y siempre he estado en contra de cualquier uso de violencia para “defender” nuestros derechos, porque la violencia sólo trae como respuesta más violencia y si en protestas callejeras se usa la violencia para cometer actos vandálicos, estos hechos son el pretexto perfecto para utilizar los cuerpos represivos y disipar esos movimientos de protesta.
Las imágenes de manifestantes con las manos en alto gritando 
“don´t shoot” (no disparen) dieron la vuelta al mundo y se han convertido en emblema de los manifestantes en contra de la violencia policial.

Todo esto sucede en momentos en los que Estados Unidos atraviesa por la peor crisis de salud en su historia al encabezar la lista de los países con mayor número de fallecidos (mas de 100,000 muertos por covid).
¿Por qué se ha llegado a este nivel de protesta social en Estados Unidos? Tan sólo ver el video que muestra la forma cruel como murió George Floyd a manos del agente Derek Chauvin es suficiente para despertar la indignación de cualquier eprsona que se considere un ser humano. Tal y como lo describió un comentarista de CNN, “parecía la escena de una presa de caza abatida por un cazador que sometió a su víctima con total indiferencia hacia la vida de la misma”. La muerte de George Floyd no es un hecho aislado, se da en un contexto social en el cual ya había antecedentes de casos de personas negras que murieron sin justificación a manos de la policía estadunidense.
Uno de los casos es el de asesinato de Breonna Taylor, una medica afrodescendiente que murió victima de disparos policiales el pasado 13 de marzo. Taylor falleció luego de recibir 8 balazos en su casa en Louisville, Kentucky. Breonna Taylor, era médica de emergencias, tenía 26 años. Había sido condecorada y no tenía antecedentes penales. El 13 de marzo recibió ocho disparos cuando los agentes derribaron la puerta de su departamento en Louisville durante un allanamiento como parte de una investigación de drogas. No se encontraron drogas en la vivienda”. (1)
Después de conocerse estos hechos se realizaron protestas por la acción policiaca que terminó con la vida de Breonna Taylor de manera injustificada, la respuesta de la policía fue disparar balas de gomas a los manifestantes para dispersar a la multitud.
En tiempos de pandemia, en el marco de un gobierno que niega la pandemia y priva a su población de tener salud pública, una doctora de raza negra que cumplía una importante función al atender a los afectados por el covid, es asesinada de una manera a todas luces injusta.
Las protestas que se venían dando después de este asesinato de Breonna Taylor, arreciaron con la muerte de George Foyd y se sumaron a las protestas que surgieron en forma masiva en diferentes ciudades de Estados Unidos. Ya van seis días de protesta y la situación se polariza cada vez más al extenderse la ola de protestas a decenas de ciudades norteamericanas, en la misma medida de que se endurece la posición del gobierno federal de enviar efectivos policiacos y militares para contener las manifestaciones.
Estados Unidos enfrenta una pobreza estructural en una sociedad con creciente desigualdad social, en un ambiente sociocultural donde coexiste una gran diversidad de culturas provenientes de todo el mundo y en la que existe un segmento social caracterizado por un fuerte racismo que ha crecido en los últimos años alentado por quien encabeza la Presidencia de Estados Unidos.
La muerte de George Floyd se da en un ambiente de insatisfacción social, que afecta a grandes sectores de la población que están siendo afectados por la pandemia del covid-19 y la falta de atención médica oportuna. La desigualdad social exhibida por la pandemia revela la indiferencia gubernamental ante el sufrimiento de grandes segmentos de la población que están cayendo enfermos por la exposición al contagio de virus debido a que sus condiciones de precariedad en sus vidas, pero lo único que parece importarle al gobierno norteamericano es “salvar la economía”, reabriendo las empresas y comercios y centros de trabajo.
Quienes están aportando las mayores cuotas de muertes y contagiados en esta crisis de salud, son los integrantes de las comunidades de raza negra y las comunidades de hispanos que viven en condiciones de marginación, exclusión y opresión.
Las últimas palabras de George Floyd sintetizan las condiciones de vida de millones de personas, no sólo en Estados Unidos, sino en el mundo entero, que viven en condiciones de desigualdad económica y social y forman parte de la población de excluidos, desplazados y oprimidos.
“No puedo respirar” dicen también las masas de excluidos de una economía de mercado, todos aquellos “consumidores defectuosos” que no se integran de manera funcional a un sistema que se basa en la lógica de producción masiva y consumo masivo por estar desempleados o vivir de la economía informal, o simplemente sobreviven, están ahogándose en las aguas del mercado libre. Aquellos que no pueden consumir no pueden formar parte de un sistema regido por las leyes del Mercado y quienes determinan esas leyes del Mercado son los dueños de las grandes corporaciones que están presionando al gobierno estadunidense para “volver a la normalidad” de la producción y consumo.

Esa normalidad ya no será la misma, porque todas las experiencias son experiencias de aprendizaje, las vivencias de la reclusión en la crisis sanitaria nos deben conducir a la conclusión de que no podemos seguir siendo indiferentes ante el sufrimiento colectivo de quienes son desplazados por no tener el dinero suficiente que les permita integrarse al mercado.
Las movilizaciones espontáneas y masivas se explican en este contexto y adquieren sentido al verlas no como respuesta a un incidente aislado, sino mas bien a la consecución de varios incidentes similares en los que se han dado hechos de abuso policiaco y racismo. Son la expresión social de un hartazgo popular que expresa su insatisfacción contra un sistema que no responde a sus expectativas y a una forma de gobernar que no es incluyente y conciliatoria, sino todo lo contrario. Bien lo decía el filósofo griego Cornelius Castoriadis, “en política deben tenerse dos habilidades, la primera es saber llegar al poder y la segunda es saber gobernar”.
Por más que se tenga el poder formal, si no se sabe gobernar, el pueblo cobrará las facturas de deudas sociales, si no hay justicia, luchará por hacer justicia, si no hay libertad, luchará por la libertad, si no hay democracia, luchará por construir un nuevo mundo en el cual efectivamente exista una realidad en la que la justicia, la libertad y la democracia sea para todos, sin distinción alguna de raza, religión, educación o género.
La ola de protestas que circularon por latinoamérica y Europa han llegado a Estados Unidos y el país más poderoso de la tierra se encuentra dividido en dos partes, miles de ciudadanos estadunidenses en más de 30 ciudades de ese país, luchan contra su propio gobierno que no atiende sus reclamos y responde con el uso de la policía y militares, imponiendo toques de queda para evitar más concentraciones y manifestaciones de protesta.
Todo este panorama refleja la necesidad de construir un nuevo mundo donde el Mercado no sea el que rija el destino de la humanidad, donde el color de la piel o el origen racial sean motivo de discriminación. Las marchas multitudinarias en Estados Unidos coinciden con las marchas multitudinarias de otros países donde los oprimidos y excluidos coinciden en el deseo por luchar y construir un mundo nuevo en el cual no existan nunca más personas oprimidas que griten: “No puedo respirar”.

1.- Estados Unidos: el asesinato de George Floyd como una chispa que prendió en todo el país.

2.- EEUU en candela: Más de 30 ciudades en protesta racial


3.- Yescas, Oscar : La revolución ecuatoriana 11/10/19
4.- Yescas, Oscar: Chile: de nuevo la pesadilla 22/10/19
5.- Yescas, Oscar: Golpe de Estado en Bolivia
6.- Yescas, Oscar: El Dios Mercado: la religión del siglo XXI
https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/el-dios-mercado-la-religion-del-siglo.html

2 comentarios:

  1. Hola, cierto lo que describes mi querido Oscar,lamentablemente al no haber un correctivo ejemplar para estos policías (blancos),que por lo visto están exentos de castigos,esos hechos no pararan,pues solo los separan del puesto y ya,sinceramente desconozco si al asesino de Rodney King,si al asesino de el niño mexicano que abatieron a tiros estando él, en territorio mexicano,si al asesino de Breonna Taylor,entre otros muchos, todos policías y blancos, los han puesto tras las rejas con condenas de por vida..no, no ha pasado eso,y mientras no condenen a tres cadenas perpetuas y 6 días mas a quien vuelva a asesinar tan despiadadamente a cualquier persona, no necesariamente de raza negra, estos lamentables hechos seguirán ocurriendo,y más si sigue en el poder un KKK como lo es Trump, quien, por el bien de la humanidad deberá ser el próximo, Taylor,Floyd,King...y oj alá a manos de un ciudadano estadounidense.. saludos desde la bela Jalapa,,,cuidate mucho.

    ResponderEliminar
  2. Hola Peter, la lucha es continua, aquí allá y acullá. Te envío fuerte abrazo¡

    ResponderEliminar

coloca tu nombre y correo electronico antes de comentar gracias