martes, 11 de febrero de 2020

El amor en tiempos líquidos
Oscar Yescas Domínguez
11 de febrero 2,020

El tiempo pasa literalmente volando ya que todo sucede muy de prisa parece que fue ayer cuando nos encontrábamos en el 2,019 y de pronto ya nos encontramos en el 2,020. Es más ya terminó enero y estamos en el segundo mes del año: febrero.
En el mes de enero de una manera paulatina se fue diluyendo aquel estado de euforia artificial construida por los mercadólogos y publicistas, aquella sensación artificial que llamaron “espíritu navideño” y que consistió en bajar la guardia, disminuir la crítica social y experimentar un estado de armonía social, de felicidad por múltiples motivos y de paz espiritual, olvidarnos de nuestros problemas personales y dejarnos llevar por un fuerte impulso a consumir, ya sea para beneficio propio o para demostrar “nuestro amor” a los seres queridos mediante la compra y entrega de regalos diversos, que mientras más caros fueron, más fuerza demostrábamos en el amor que sentimos por ellos.
No importó que estuviéramos padeciendo las cadenas del neoliberalismo que son las deudas que padecemos, ni que tampoco tuviéramos dinero disponible o que nuestros sueldos bajos no permitieran compras suntuosas.
    Para eso están las tarjetas de crédito que nos ayudan a conseguir lo que queramos a costa de aumentar nuestras deudas financieras, ignorando o sin importarnos que México tiene las tasas de interés bancarias más altas del mundo y si nuestro crédito no es suficiente, los bancos nos ofrecen otra tarjeta de crédito con el cual podemos pagar el crédito anterior, es decir, cavando un nuevo hoyo para tapar el antiguo hoyo, no importa que el hoyo nuevo sea más grande que el viejo. Al fin y al cabo, todo mundo está endeudado hoy en día, ¿Por qué quién puede decir que no tiene deudas en esta época del neoliberalismo? 
A menos que seas un “consumidor defectuoso” como llama Zygmunt Bauman al creciente precariado social, es decir, a quienes no tienen dinero para gastar, que viven en condiciones de pobreza y austeridad permanente, o sea, la pobreza y que no puedas cumplir con el rol asignado de contribuir a mantener el equilibrio entre producción masiva y consumo masivo.
El asunto es que algunos logramos librar el “compromiso social y familiar” de cada fin de año y pudimos dar regalos a nuestros seres queridos y así disfrutamos nochebuena, navidad y año nuevo con nuestras familias como merecemos, es decir, estrenando ropa, consumiendo bebidas y comida abundante, como si la crisis económica social no existiera, actuando como si nada nos impidiera comprar, entregar y recibir regalos, porque de eso se trata “el espíritu navideño”: cumplir con el ritual de demostrar nuestro amor y felicidad a familiares y al mundo entero. 
¿Cómo se hace esto? Consumiendo cada vez más ya que en esta sociedad de consumo nos han enseñado que "la felicidad se logra en la medida que aumentas tu capacidad de consumo y si quieres hacer feliz a alguien dale un regalo costoso”.
Hemos llegado al extremo de asociar el placer que sentimos cada vez que compramos algo nuevo con “sentimientos de alegría y felicidad”, cuando en realidad lo que experimentamos es sólo un placer efímero, temporal porque termina una vez que pasa la novedad del producto y cuando vemos nuevos productos en el mercado, volvemos a sentir nuevamente la necesidad de consumirlo aunque en realidad no lo necesitemos, pero queremos algo nuevo que nos ayude a reemplazar a lo viejo aún cuando estos todavía tengan valor de uso. Sucede lo contrario si no participamos del ritual, nos sentimos devaluados, menospreciados y autocuestionados al grado de devaluar nuestra autoestima porque la relacionamos con nuestra capacidad de consumo y pensamos que pertenecemos al "club de perdedores".
En eso consiste la dinámica de nuestra sociedad de consumo, la gran ventaja de aplicar la ciencia y la tecnología a la producción es que ha permitido a los propietarios de los grandes medios de producción lograr una producción masiva de productos con una velocidad impresionante, tan sólo por mencionar un ejemplo, acabo de leer una nota que informaba que Huawie “le quitó el trono a Apple” en las ventas de teléfonos celulares, en el 2,019 Apple vendió 104.8 millones de unidades de teléfonos celulares, mientras que Huawei vendió 142 millones de teléfonos en ese mismo año. ¿Pueden imaginar en un solo lugar físico 142 millones de teléfonos celulares listos para su venta? La verdad yo no.
Lo mismo pasa con todos los productos (autos, televisiones, computadoras, bolsas de mujer, pantalones de hombre, tenis de marca, etc). Todos los productos que consumimos se producen en forma masiva, ya que en cuestión de una hora la tecnología permite producir cientos y hasta miles de productos,  en eso consiste la producción masiva de productos en nuestros días, que para mantenerse requiere de lograr un consumo masivo también permanente.
El problema que genera esta producción masiva es que no se pueden almacenar estos productos por mucho tiempo, tienen que ser vendidos para seguir con el mismo ritmo de producción, recordemos que vivimos en el sistema capitalista en el cual existe la propiedad privada sobre los medios de producción, se produce para vender y obtener ganancias económicas, si varios productos no se venden es preferible destruirlos que regalarlos para que no bajen los precios del mercado, no importa que sean alimentos, ya hemos visto casos de empresas y centros comerciales que tiran miles de litros de leche y toneladas de comida a la basura en lugar de regalarlos a gente que padece hambre.
Para mantener el balance entre producción masiva y consumo masivo de mercancías los fabricantes de ciertos productos han creado la obsolescencia programada que consiste en producir artículos con fecha de caducidad anticipada para que el consumidor adquiera un nuevo producto y reemplace al anterior.
Qué relación tiene todo esto con el título de este artículo? Podría responder que sucede lo mismo con nuestros comportamientos de consumo, es decir, cuando consumimos un producto lo valoramos en función del grado de satisfacción que nos produce, si deja de proporcionarnos placer o satisfacción, o si vemos un producto similar nuevo con nuevas funciones, desechamos el producto nuevo y nos olvidamos del producto que estuvimos usando.
Lo mismo sucede en las relaciones interpersonales, sobre todo en la relación de pareja ya que hemos caído en la aberración de valorar a las personas en función del placer que nos proporcionan, las medimos en base a  sus posesiones, su capacidad crediticia o capacidad de consumo.
Sé que suena cruel y despiadado porque el amor existe y es verdadero, me consta por mi experiencia personal que así es, porque reconozco que he sido de los pocos afortunados que encontraron el amor de su vida a temprana edad y hemos construido una relación que lleva ya 43 años en forma satisfactoria. Pero los tiempos han cambiado y si observamos a nuestro alrededor hay un gran incremento en el número de divorcios y rompimiento de relaciones de parejas se debe en gran parte a esa reducción de las personas a la condición de objeto que podemos consumir para satisfacer nuestras necesidades personales, al aceptar formar una pareja mientras ni siquiera saben lo que quieren y una vez que lo logran se separan de ella, al hipervalorar sus atributos físicos para lucir una pareja con apariencia atractiva, en lugar de lograr un acercamiento psicológico basado en comportamientos auténticos que nos permitan conocer los sentimientos, emociones y pensamientos de esta persona que hemos elegido como pareja.
Recuerdo que en 1984 cuando presenté mi tesis profesional para obtener el grado de Licenciado en Psicología con el tema “Consideraciones sobre la problemática sexual juvenil en México”, después de hacer mi exposición en la cual planteaba que el ejercicio de la sexualidad en México se presentaba como un gran problema sexual que podría describirse si vinculamos varios problemas sociales como el incremento de violaciones, embarazo en adolescentes, matrimonios prematuros, incremento de infidelidades, disfunciones sexuales, etc., que tenían como denominador común la ausencia de educación sexual y una miembro del jurado (una de mis maestras) intentó sorprenderme haciendo una pregunta crucial enfrente de un auditorio lleno en la Facultad de Psicología en la Universidad Veracruzana: ¿Qué es el amor para ti?
Contuve el aliento, le di la espalda al jurado para reflexionar sobre la pregunta, dirigí mi mirada a las decenas de personas sentadas frente a mi y los observé expectantes mientras respondía a la pregunta con palabras que me salieron del corazón y no de alguna lectura realizada: “El amor es un vínculo que establecen dos personas a través del cual se da una fusión de identidades, una entrega mutua e incondicional basada en un desnudo psicológico en el cual cada uno de los integrantes de esa relación prioriza la satisfacción del otro, sobre su propia satisfacción, el amor no debe confundirse con el ejercicio de la sexualidad, puede haber sexualidad sin amor y la sexualidad puede ser pasajera, pero el amor es algo perdurable”.
Eso fue en 1984 y hoy en día 36 años después de estar bajo una constante oleada de cambios sociales, el concepto del amor ha variado porque las condiciones sociohistóricas son distintas en el 2,020, pero la sexualidad sigue siendo uno de los principales problemas sociales que adquiere cada vez mayores dimensiones de complejidad, provoca gran sufrimiento e infelicidad por el gran dolor que generan las separaciones de pareja, por el gran número de infidelidades y por la falta de conocimiento y aceptación de uno mismo(a), todo esto es provocado por la falta de educación sexual integral y científica, un desconocimiento que desvirtúa la sexualidad humana, la reduce al sexo ignorando los aspectos psicológicos y sociales de la sexualidad al ver con naturalidad el sexo casual con desconocidos, por lo que el ejercicio de la sexualidad siga siendo un problema social.
Si escribiera hoy la tesis que escribí en 1984 cambiaría algunas partes de su contenido pero no el planteamiento del problema, enriquecería enormemente el marco teórico pero las conclusiones serían las mismas porque el tiempo me dio la razón. El ejercicio de la sexualidad humana se presenta como un grave problema social y lo seguimos confirmando ante el surgimiento del "amor líquido", que consiste en el hecho de que vemos a las personas como objetos que nos proporcionan satisfacción, cubren nuestras necesidades y la duración de la pareja, el apego a la misma, permanece sólo mientras nos siga proporcionando satisfacción a nuestras necesidades personales.
Hemos pasado del homo sapiens que se caracteriza por el uso del pensamiento y el lenguaje en nuestro comportamiento, al homo consumens donde predomina el impulso a consumir mercancías sin control, para obtener satisfacciones inmediatas y confundimos la felicidad con la posesión de mercancías (mientras más consumimos, más felices seremos) y después surge el homo videns que se puede identificar en aquellas personas que se caracterizan porque el pensamiento y la razón desaparece de sus comportamientos, priorizan la importancia de la imagen por sobre todas las cosas y se enfocan en el show visual que nos ofrece la televisión y el cine donde no necesitamos pensar para “ser felices”.
Se ha demostrado a través de varios estudios científicos que no hay correlación alguna entre el crecimiento económico y el logro de la felicidad, sobre todo en aquellas sociedades donde existe una gran desigualdad económica. Estos estudios han encontrado que en los países más desarrollados que tienen un gran nivel económico, siguen creciendo las tasas de violencia, maltrato a las mujeres y suicidio. Sin embargo, el “vivir mejor” se ha convertido en la meta principal de las masas contemporáneas y se ha generalizado la errónea percepción de que "una buena vida" significa una mayor capacidad de consumo y que esta felicidad se puede lograr acumulando grandes cantidades de dinero.
La enajenación social que nos induce a valorarnos en función de las posesiones materiales, nos genera un vacío afectivo inseguridad personal, no hemos aprendido que el principal amor de nuestras vidas de adultos es el amor propio, que debemos amarnos a nosotros mismos  y por esta falta de amor propio, carecemos de la capacidad de amar, entendida como la capacidad de desnudarnos psicológicamente y entregarnos como personas en una relación de pareja. El amor propio es algo que no florece de forma natural, sino que es producto de una introspección, de un autoanálisis, que nos permita lograr un autoconocimiento y una autoaceptación de tal forma que el primer amor en nuestra vida adulta sea el amor a uno mismo, el amor propio. 
El amor de pareja no es algo que se encuentra a la vuelta de la esquina, no existe el "amor a primera vista", porque el "amor" que sentimos por alguien que acabamos de conocer, es tan sólo una especie de hipnosis ya que alguna característica de la otra persona nos atrae, nos subyuga y nos seduce. En el peor de los casos, la atracción súbita que sentimos por otra persona es sólo la expresión del grado de soledad, aislamiento y deseo de compañía que experimentamos porque el amor es una construcción social, es un sentimiento que va creciendo con el paso del tiempo y debe alimentarse diariamente, porque los sentimientos cambian y si el amor no se alimenta con el esfuerzo de ambas partes, éste simplemente desaparece, porque la responsabilidad de consolidar la relación de pareja es compartida entre los integrantes de la misma.
La incertidumbre social provocada por la espiral de cambios sociales que afecta la dinámica social, genera una gran inseguridad personal, un temor a la soledad, la necesidad de compañía, que empuja a varias personas a buscar una relación de pareja, sin estar preparadas para ello. De esta manera hay personas que están realmente desesperadas por relacionarse, sin haberse encontrado a sí mismas, pero que buscan llenar un vacío emocional y afectivo iniciando una relación de pareja pero al mismo tiempo, pero que al mismo tiempo mantienen una agenda oculta, un as oculto bajo la manga, por si la pareja en cuestión deja de proporcionar la satisfacción inmediata, tener una segunda opción de conseguir pareja a corto plazo. Esa es la gran deshonestidad de nuestros tiempos, la incapacidad para ser auténticos, ser sinceros y desnudarnos psicológicamente ante nuestra pareja, porque se prioriza la apariencia aún con la persona con quien compartimos nuestra vida íntima.
En el contexto de una sociedad en contantes cambios, donde todo está cambiando y nada es para siempre, las relaciones permanentes y duraderas en las parejas, son algo excepcional porque la tendencia es a que los lazos afectivos se debiliten y terminen por romperse si los integrantes de la pareja no muestran compromiso y motivación para proceder a la construcción del amor en forma recíproca.
Lamentablemente, esta situación persiste en varias parejas que aún cuando están "relacionadas para siempre", continúan desconfiando entre sí y mantienen una oculta esperanza de encontrar "al verdadero amor" y otros evitan el compromiso formal porque eso representaría una limitación de su libertad y una cancelación de sueños privados. Por eso algunas personas se limitan a establecer “relaciones de bolsillo” que son aquellas relaciones que pueden terminar en cualquier momento, relaciones de las cuales se puede prescindir sin ningún problema en el momento en el momento que ya no nos proporcione la satisfacción que esperábamos obtener, o que encontremos "otra alternativa amorosa".
En nuestros días el amor en pareja oscila entre un dulce sueño y una horrible pesadilla, y no podemos predecir cuando será uno o la otra, puede parecerse a una "relación bipolar", un momento hay expresiones de amor, al siguiente de indiferencia o rechazo y luego nuevamente de amor, algunos llaman "relación tóxica" a este tipo de relación. La ambivalencia caracteriza el proceso de construcción de la relación de pareja, en un momento se puede estar disfrutando las mieles del amor, pero al minuto siguiente podrá sentirse un sentimiento contrario.
Esto sucede porque no se clarifica desde un principio las características del contrato psicológico en la relación de pareja, porque no existe el compromiso de ser auténticos que consiste en el hecho de decir lo que realmente se piensa y expresar lo que realmente se siente. Una declaración explícita de las expectativas de ambos integrantes acerca de esta relación ayudaría a construir un conocimiento interpersonal y desarrollar los comportamiento que la pareja espera de uno mismo(a), pero la etapa de noviazgo se caracteriza por una tendencia a mostrar lo mejor de nosotros intentando ocultar nuestros defectos para atraer a quien elegimos como futura pareja. No se actúa con autenticidad y si se sigue actuando de esta forma en la vida en pareja, la relación pende de un hilo muy delgado porque no se ha construido en un vínculo de confianza. 
Una gran cantidad de personas solo esperan obtener satisfacciones de su pareja, pero el amor es un proceso entre dos que sólo puede construirse si ambos miembros de la pareja interactúan mutuamente a través de la entrega incondicional a la misma y se comprometen en la aventura de conocer al otro(a), al mismo tiempo que se conocen a sí mismos(as). 
El amor en pareja es un constante aprendizaje, no sólo de quien es nuestro objeto amoroso, sino también un constante aprendizaje de uno mismo. Implica cambiar una identidad individual que maneja el lenguaje del “yo” para construir una identidad de pareja que utilice el lenguaje del “nosotros” Implica un cambio en la percepción de uno mismo al llegar al desnudo psicológico y al logro de comportamientos auténticos, de tal forma que el amor se construye en forma conjunta, en un esfuerzo de dos, en la vida cotidiana.
En nuestros tiempos líquidos  en los que todo a nuestro alrededor se diluye rápidamente y pierde significado con rapidez, hemos llegado al extremo de medir el amor con el precio de los objetos que regalamos o recibimos el “día de la amistad y el amor” el 14 de febrero. Muchas personas se angustian porque no tienen dinero para comprar un regalo costoso para su pareja. No son pocas las personas que esperan recibir obsequios costosos de quienes les aman y si no los reciben se decepcionan, frustran y deprimen. 

El amor no se mide en los obsequios que se reciben un día especial del año, el amor se muestra en la vida cotidiana con expresiones verbales diciendo un "te amo" de manera espontánea y teniendo atenciones especiales hacia la persona amada, de tal forma que todos los días del año son especiales. Los fabricantes y comerciantes manipulan nuestros sentimientos con mensajes publicitarios que sólo buscan aumentar las ventas de los grandes almacenes difundiendo la idea de que el amor se expresa con regalos.
Hoy en día se invierte demasiado tiempo en ganar dinero suficiente para comprar bienes y productos en las tiendas, pensando que eso les garantizará la felicidad, en lugar de invertir tiempo en lo que realmente nos proporciona la felicidad y que no tiene precio: el amor, la amistad, los placeres de una vida compartida con la pareja en el hogar, el aprecio y la solidaridad hacia nuestros vecinos, compañeros o amigos.
Tal como decía Erich Fromm en el siglo pasado, existen diferentes tipos de amor: el amor a la pareja, el amor a los padres, el amor a los hijos, pero no debemos olvidar que el amor más importante es el amor a uno mismo, el respeto a uno mismo, que nos brinda la seguridad de que podemos desnudarnos psicológicamente ante nuestra pareja y exhibir no sólo nuestras fortalezas y cualidades, sino también nuestras debilidades y principales temores. 
Antes de empezar una relación de pareja o al mismo tiempo que la cultivamos debemos empezar por aumentar nuestra autoestima para estar en condiciones de brindar y ofrecer amor, para no caer en el error de buscar una pareja motivados por el temor  para no estar solos o no envejecer solos.
Este catorce de febrero regale amor y no ceda a la tentación del consumo, quien espere recibir un regalo este 14 de febrero con el cual pueda medir el amor inspira a su pareja, no merece recibir regalo alguno porque no ha valorado que el principal regalo es la presencia en su vida de quien le ofrece su amor en los detalles cotidianos. Quienes intenten compensar sus fallas en su relación de pareja o intenten compensa sentimientos de culpa por mantener "secretos" o realizar acciones indebidas, deberían reflexionar sobre sí mismos(as) y sobre lo que realmente esperan en su relación de pareja y quienes intenten demostrar su gran amor obsequiando un regalo muy costos que aumentará sus deudas hipotecando su futuro, deberían pensar que están siendo manipulados por la publicidad para que aumenten su consumo en lo que en realidad, es un día como cualquier otro y no tiene nada de especial, lo especial es que nos han hecho creer que es una fecha especial en la que debemos demostrar la magnitud y naturaleza de nuestros sentimientos, regalando objetos de precios caros y actuando de manera diferente a nuestro comportamiento cotidiano.  El amor no se mide por el valor de los objetos que se regalan, ni se expresa en "un día especial", se construye cada día, cada hora, cada minuto con la pareja que se ama.
No permitamos que nos valoren por los regalos materiales. Aquellas personas que miden los sentimientos por el precio de algún regalo, están equivocadas. El amor no debe ser comercializado y favorecer al consumo. Se expresa diariamente en la vida cotidiana. Evitemos endeudarnos este catorce de febrero y disfrutemos la compañía de quien nos brinda su amor incondicionalmente.

La miseria sexual contemporánea

https://oscaryescasd.blogspot.com/2023/08/la-miseria-sexual-contemporanea-oscar.html


https://oscaryescasd.blogspot.com/2017/10/consideraciones-sobre-la-problematica.html

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