El ejercicio de poder
ante una nueva sociedad
Día tras día enfrentamos
un tsunami de información que afecta nuestra vida cotidiana. Nos despertamos en
el día sin terminar de haber procesado la información proveniente de diferentes
fuentes del día anterior, cuando ya nos encontramos ante nuevos diluvios
informativos.
El desarrollo tecnológico ha modificado hábitos de consumo, de
alimentación, de trabajo y sobre todo de interacción social. En la sociedad red
en la que vivimos actualmente nuestras fuentes de información se han
diversificado por lo que podemos obtener información de eventos del pasado e
inclusive de eventos transmitidos “en vivo” a través de redes sociales de
nuestras computadoras y teléfonos celulares.
En todo este mar de información destaca el nivel de desigualdad
social logrado en pleno siglo XXI cuando pensábamos que la tecnología traería
beneficios para todos. La realidad circundante en el momento histórico que nos
tocó vivir se caracteriza por el hecho irrefutable de que hemos logrado el
mayor nivel de desigualdad social en la historia de la humanidad.
Esto
se traduce en la existencia de un enorme sufrimiento colectivo de millones de
personas en el mundo entero debido a que cada día aumenta el número de personas
que pasan a vivir en condiciones de pobreza, mientras que unos cuantos se
enriquecen en forma escandalosa.
La
presencia de la desigualdad social es el marco ideal para que surjan y se
desarrollen los grandes problemas que estamos padeciendo actualmente: desempleo
masivo, bajos sueldos y altos precios, delincuencia común expresada en asaltos
en casa habitación, centros comerciales y lugares públicos, corrupción e
impunidad, etc.
Gran
parte de los problemas que padece la población en general tiene un trasfondo de
crisis económica. La corrupción imperante al interior del Estado mexicano impidió
dar una solución efectiva a los grandes problemas sociales. De ahí que la
urgencia del cambio social en México surgiera como una necesidad compartida por
millones de mexicanos.
Pero,
¿Cómo lograr el cambio social? En la literatura que aborda el tema del cambio
social se observa una coincidencia en el planteamiento de varios autores y corrientes
teóricas acerca de la premisa de que para lograr el cambio de cualquier ámbito de convivencia social (grupos,
organizaciones y comunidades) se requiere
estimular y asegurar la participación
social de los integrantes de ese organismo social.
Esto
se demostró en nuestro país cuando se dio el voto masivo para Morena y se logró
un cambio político al quitarle el poder a los dos partidos políticos
responsables del quebranto del país y enriquecimiento ilícito de funcionarios y
políticos, es decir el Pri y el Pan.
Debemos
tener presente que toda experiencia es una experiencia de aprendizaje y la
jornada electoral pasada y los
resultados obtenidos el primero de julio cuando Andrés Manuel López Obrador y
Morena llegaron al poder nos enseñan lo que se puede obtener cuando una
colectividad humana toma consciencia de que a través de su participación puede
influir en cambiar la realidad circundante.
Más
de 30 millones de mexicanos decidimos que era hora de dar un giro en la
conducción de nuestro país y cortar de tajo con aquellas fuerzas que se oponen
al cambio social porque el cambio afecta sus intereses económicos o políticos.
De
aquí la importante conclusión de que el cambio de poder en México a través de
la vía electoral fue posible gracias a la participación organizada de millones
de mexicanos que nos unimos con un solo objetivo: voto masivo para Morena y un
rechazo total al Pri, Pan y Prd.
¿Qué
significa esto? Que millones de gentes tomamos consciencia de que unidos
podemos hacer mas, de que actuando juntos construimos un poder que hasta el momento
desconocíamos, es decir, nos hemos empoderado.
Después
del primero de julio ya no es posible seguir actuando como en el pasado a que
México ha cambiado y cuando digo México, me refiero obviamente a la población
mexicana.
Hemos
aprendido que a través de nuestra participación social estamos recuperando la
democracia que habíamos perdido. Una interpretación teórica del cambio social
que estamos viviendo en México es que los mexicanos ya no aceptamos fácilmente
el ejercicio de liderazgos autocráticos e impositivos.
La
lectura de que los cambios sociales se dan a partir de la participación social
debe inspirar la creación de estilos de liderazgo más horizontales,
distribuidos compartidos. Quienes desde
altos mandos conducen a nuestras organizaciones deben empezar a pensar que sus
estilos de liderazgo autoritario ya son restos de un pasado que estamos
dispuestos a enterrar en tierras del olvido.
El
empoderamiento social que logramos en este proceso electoral es el marco que
rodea los eventos de interacción social en diferentes contextos de convivencia social.
Estamos
saliendo de nuestros ámbitos privados para conquistar espacios públicos,
compartiendo un proceso de aprendizaje social que nunca antes habíamos vivido
porque nos encontramos en la sociedad red, que incluye la presencia de redes
sociales que son los nuevos ámbitos de convivencia social.
Las
redes sociales nos ayudan a comunicarnos en forma masiva e instantánea. Podemos
convertirnos en reporteros e informar de alguna reunión importante “en vivo”
ante un público infinito, podemos citarnos en algún lugar para tener reuniones
masivas y podemos utilizarlas para expresar nuestro apoyo o rechazo ante alguna
situación, evento o personaje.
Las
redes sociales nos permiten acordar lugares específicos para tener encuentros
cara a cara. Precisamente porque estamos ante un nuevo proceso de aprendizaje
debemos construir nuevas formas de interacción social, pero sobre todo difundir
con nuestro ejemplo personal como un valor compartido la difusión del respeto
entre unos y otros.
Debido
a décadas de autoritarismo y control social que hemos vivido no hemos
desarrollado las habilidades sociales para interactuar con armonía y cortesía
en los nuevos espacios de reuniones grupales o masivas.
Los
mexicanos queremos ser escuchados, no toleramos más que quienes ocupan cargos
de poder se embriaguen del mismo y se comporten como divas encumbradas
ejerciendo un poder total sobre quienes los rodean.
El
psicólogo social francés Serge Moscovici nos plantea en su libro La era de las
multitudes que el siglo XX será conocido como el siglo de los movimientos
colectivos. Describe como los grandes movimientos colectivos surgen por
insatisfacción social y deseos de democracia, justicia y libertad.
Algunos
movimientos llegan a conquistar el poder, pero sucede que las masas depositan
el poder en manos de unas cuantas personas, mismas que al final depositan el
poder en una sola persona que por lo regular tiende a traicionar a quienes lo
llevaron al poder ejerciendo un liderazgo de tipo autoritario.
En
Hermosillo estamos viendo el rechazo un divorcio de intereses entre la
Presidenta Municipal electa de Morena Célida López Cárdenas y la ciudadanía
hermosillense, cuando la primera simula un proceso democrático para seleccionar
a los integrantes de su equipo de trabajo mediante la integración de un equipo
de “seleccionadores” que elegirán a los mejores candidatos para ocupar puesto
de alto nivel en el próximo gobierno municipal.
Lo
que no dice es que en una burda maniobra esta comisión de seleccionadores actúa
como un “caballo de Troya” ya que en el
listado de nombres aparecen personajes vinculados al PRI y al PAN de Sonora,
partidos que perdieron la pasada jornada electoral en forma escandalosa por sus
vinculaciones con actos de corrupción, injusticias e impunidades.
El
doble intento de traición de Célida a quienes la impulsaron al poder se revela
cuando los militantes y simpatizantes de Morena en Hermosillo, no tienen participación
en este proceso.
La
actuación de la futura Presidenta de Hermosillo revela su tendencia hacia la aplicación
de un estilo autoritario de liderazgo que no tomará en cuenta opiniones que no
coincidan con las de ella.
Un
acto de deslealtad e incongruencia política que refleja no haber aprendido que
llegó al poder municipal gracias al apoyo masivo que recibió de la ciudadanía
sonorense, comunidad que no es contemplada al inhibir su participación en un
proceso tendencioso disfrazado de práctica democrática.
No
todo está perdido, lo que podría hacer Célida es cancelar y no aceptar a esa
comisión de “seleccionadores” que se prestan a participar en un proceso que no
solo revierte gran complejidad, sino que tiende a sustituir la participación de
la comunidad hermosillense.
Morena
Hermosillo debe convocar a reuniones abiertas en las que la población participe
en la discusión colectiva que permita estructurar una propuesta concreta de selección
de integrantes del nuevo gabinete municipal, invitar a Célida a realizar una
reunión para tomar una decisión conjunta sobre este proceso, partiendo de la
premisa de que Célida llegó al poder gracias a Morena y que por lo tanto, el
poder de conducir el Ayuntamiento de Hermosillo es una responsabilidad
compartida entre ambos.
Célida
no se manda sola y no debemos permitir que antes de que tome poder tome
decisiones en forma unilateral y antidemocrática. La primera premisa para
lograr el cambio social la hemos logrado, hemos conseguido aumentar nuestra participación
social en diferentes problemáticas sociales.
Este
incremento de la participación social se da como resultado y está en contra del
ejercicio de liderazgos autoritarios y excluyentes. Las nuevas condiciones
sociales que existen en México en general y Hermosillo en particular plantean
la necesidad de utilizar estilos de liderazgo democráticos que estimulen la
participación social en el análisis y toma de decisiones de temas relevantes
para nuestra comunidad.
Aquellos
líderes surgidos a través de un proceso electoral tienen un mayor compromiso y
obligación de tener sensibilidad social y actuar en congruencia con las
necesidades sociales.
En
este siglo XXI que según el sociólogo Manuel Castells será conocido como el
siglo de los movimientos sociales en red, por el uso de las redes sociales, ya
no será aceptada una traición de quienes llegan al poder gracias a la
movilización de las masas.
La
participación social de la comunidad es un hecho real que obliga a que los
nuevos dirigentes políticos tengan mayor humildad en sus gestiones, mayor
sensibilidad social y utilicen la consulta popular para tomar decisiones porque
el proceso de cambio social continúa y se espera de ellos que desempeñen un rol
de agentes de cambio social que contribuya a la democratización de nuestra sociedad
y lograr el bienestar social.
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