Paralelismos infundados
en política
Circula en redes un video tomado en la Cámara de Diputados con
la nueva legislatura integrada mayoritariamente por representantes de Morena,
en donde se escucha corear en forma impresionante a los nuevos diputados “Es un
honor estar con Obrador”.
Las críticas no se han hecho esperar equiparando esta acción de
apoyo colectivo al nuevo Presidente de México, con expresiones similares de “unidad”
y sumisión de parte de la bancada
priísta en sexenios anteriores.
Antes de expresar mi opinión personal sobre este evento
considero importante aclarar que no soy militante de Morena, tampoco soy fan a
ciegas de Andrés Manuel López Obrador, pero lo que sí puedo afirmar es que
promoví en forma evidente la campaña “Voto masivo por Morena” y vote los 5 de 5
por representantes de Morena aún cuando no estaba al 100% convencido con la candidata
a la Presidenta Municipal de Hermosillo quien desertó de las filas del PAN para
sumarse a Morena y presentarse como candidata a la Presidencia Municipal de la
capital sonorense.
Al
decir lo anterior creo que me libro de posibles acusaciones de ser un seguidor
ciego de AMLO y de Morena. Por lo tanto, debo decir sobre este tema que no cabe
la comparación porque se trata de dos momento históricos distintos con
diferente significado.
Las huestes priístas demostraron durante sus gestiones una
enorme deslealtad al pueblo mexicano al grado de traicionarlo una y otra vez,
al mismo tiempo que exhibían una vergonzosa y humillante obediencia al poder en
turno, al grado de que no les importó vender las riquezas de nuestro país con
tal de seguir disfrutando los
privilegios y canonjías que implicaba pertenecer al grupo en el poder.
Los “festejos” y expresiones de unidad que realizaban en la
Cámara de Diputados los hacían con frecuencia después de asestar serios golpes
al bienestar social, la estabilidad laboral y la economía familiar de millones de
mexicanos, al aprobar reformas a la Constitución mexicana que consistían en
eliminar derechos laborales, prestaciones sociales, aumento de impuestos
excesivos y desmantelamiento de paraestatales.
Contrastaba esa ruidosa manifestación de triunfo de los priístas
(que en su momento expresaban su vulgaridad, recordemos la famosa “Roque señal”,
cuando los diputados priístas festejaban su triunfo moviendo ambos brazos hacia
adelante y hacia atrás como si estuvieran cogiendo), con las manifestaciones de
repudio expresadas por fuera del recinto de la Cámara de Diputados por miles de
mexicanos que exigían a los diputados no aprobar tales o cuales medidas,
petición que los diputados del PriAn se pasaban por el arco del triunfo” una y
otra vez, mientras se burlaban abiertamente del pueblo mexicano.
Por lo regular estos festejos se daban en el interior de la
Camara de Diputados mientras un numeroso grupo de policías impedían el paso de
manifestantes a su interior, por lo cual el recinto se convertía en un
verdadero búnker rodeado de vallas metálicas y policías fuertemente armados.
Cabe
mencionar que después de ese tipo de decisiones los diputados priístas,
panistas y seguidores, recibían compensaciones económicas por la sumisión
demostrada al apoyar decisiones que eran repudiadas por quienes estos tipos
decían representar.
Nada
de esto se vio en el festejo inaugural de la nueva Cámara de diputados que
coreaban “Es un honor estar con López Obrador”. Tampoco verán los nuevos
diputados cañonazos de miles o millones de pesos por apoyar las próximas
iniciativas de ley que están por aprobarse. Al contrario, a los nuevos
diputados se les bajó el sueldo y eliminaron diversas prestaciones de lujo que
disfrutaban los anteriores diputados del Prian.
Mi opinión personal de esta expresión de apoyo a Andrés Manuel López
Obrador es que se trata de un reconocimiento legítimo hacia una persona que
entregó cuerpo y alma para lograr la transformación de México. Estamos ante un
presidente mexicano que tiene los más altos índices de aprobación y apoyo nunca
antes visto en la historia del país. Un mexicano que contribuyó a derrotar a la
mafia del poder enquistada en el Pri, el Pan y demás partidos que compartían la
cultura de la corrupción.
Bajo la premisa de “honor a quien honor merece”, creo que es
válido haber coreado masivamente esta
consigna de parte de los nuevos legisladores, porque gracias en gran parte a
AMLO, llegaron a ocupar una curul como representantes populares.
Confundir este merecido reconocimiento con una expresión de
sumisión al poder en turno, implica una ceguera de las nuevas condiciones
sociopolíticas que estamos viviendo en nuestro país.
La gran lección que el pueblo mexicano nos dio este pasado
primero de julio es la de una masiva participación en un proceso de toma de
decisión. El voto masivo hacia Morena fue un rechazo a la democracia
participativa que se estilaba en tiempos del Prian que consistía en reducir la democracia
a la jornada electoral. Votar por un candidato y después olvidarnos de la
política. Hoy lo que viene por delante es la necesidad de construir una democracia
participativa en la cual los representantes política, es decir, los diputados y
senadores eviten tomar decisiones sin consultar a sus representados.
Ellos tienen el compromiso de tomar en cuenta la opinión de sus
representados para orientar su voto. Nosotros tenemos el compromiso de participar en política en forma permanente
apoyando a nuestros legisladores, presionarlos cuando sea necesario, pero nunca
dejarlos solos y que hagan lo que se les dé la gana.
Recordemos el concepto de construccionismo social que nos
permite entender que la historia la hacemos todos nosotros en nuestra vida
cotidiana participando en los diferentes grupos, organizaciones y comunidades a
las que pertenecemos.
Desde
esta perspectiva debemos reconocer que si México se inundó de corrupción es
porque los mexicanos así lo permitimos desde el momento en que guardamos
silencio y no cuestionamos los actos de corrupción de los que fuimos testigos,
o no exigimos castigo a los que incurrieron en actos de corrupción. Es el
concepto de corresponsabilidad social lo que no permite comprender que nosotros
somos agentes de cambio social, que nosotros podemos decidir el rumbo que debe
seguir nuestro país.
Finalmente,
quiero decir que insistir en establecer paralelismos entre este acto político y
los actos políticos que en su momento realizaron los del Prian, es negar los
cambios que hoy estamos viviendo en México, cambios que implican la
construcción de una democracia participativa. Lo ideal sería que en lugar de
cuestionar a la nueva legislatura por una expresión de apoyo hacia nuestro
nuevo Presidente, deberíamos ideas, propuestas, proyectos de mejora social,
partiendo de la seguridad de que de aquí en adelante el presupuesto público sí
llegará a beneficiar al pueblo porque una de las iniciativas de ley
contempladas es que se considerará delito grave la desviación del dinero
público. Es el momento entonces de presentar ideas y no críticas sin fundamento.